〔02〕
"Vivir es lo más raro de este mundo, pues la mayoría de las personas no hacemos otra cosa que existir"
— Oscar Wilde.
Los primeros años de vida de Hwang Hyunjin, habían sido gastados y concentrados en entender la existencia y razón de su vida. El porqué de su existencia y la razón de su inmortalidad.
Vivir para la eternidad era tétrico, escalofriante y agotador.
Su primer recuerdo de la niñez, es de sus padres despidiéndose de él para abandonarlo en los callejones sucios de un pueblo alejado de las zonas rurales.
Años después cuando volvió a encontrarlos, halló la traumante escena de sus padres realizando el acto de la muerte.
Porque después de todo, había una sola manera de morir con aquel cuerpo inmortal.
Hyunjin lo descubrió por si solo, fue buscando pistas de su origen, del origen de los vampiros y sus destacados poderes. Él tenía diversos de ellos, tantos como no se podrán imaginar, y unos restantes que incluso aún no ha descubierto.
Uno de esos, era el poder de la sanidad.
Un don infinito sin contras, podía arrojarse de un rascacielos y al segundo de estrellarse ponerse a caminar como si nada. Podía curar a una persona con enfermedades sin solución e incluso regresar la vista a un ciego.
Lo único que no era poseedor de lograr, era de regresar a un muerto a la vida, porque su don era sanar, ¿cómo sanar algo que ya no existe?, algo que ya no tiene vida ya no necesita sanar.
Otro poder que poseía y nunca fue consciente de tenerlo hasta ahora era...
La de ser un maldito idiota.
Sí, era un don extravagante, que decirlo.
Si ese no fuera un don, ¿entonces cómo podría llamar a lo que estaba viendo sus ojos?.
Había seguido el largo y brillante hilo dorado. Pronto se dio cuenta que el camino de regreso era malditamente similar, y en un pestañeo se hallaba allí, frente al templo del reino y viendo como el hilo saltaba la muralla para ingresar al interior.
Eso fue lo que hizo, su cuerpo estaba más que curado y estable para ese momento. Por lo que no se le fue difícil volar hasta el techo y quedarse embobado observando la línea dorada seguir su recorrido dentro de la habitación de la reina.
Arrodillándose se tomó la cabeza superado.
—¿Qué es lo que está pasando? —se lamentó, mientras aún oía el disturbio de la fiesta debajo de él.
Cayendo sobre su trasero soltó aire con fuerza, cerrando los ojos y contando hasta diez para poder poner la mente en orden. Y abriéndolos chasqueó los dedos, pasando los segundos el cuerpo envuelto en mantas de Yang Jeongin levitó frente suyo.
Se entumeció al verlo.
Incluso cuando lo dejó descansar entre sus piernas, no pudo entender lo que veía, repasando cada espacio de su pequeño cuerpo buscó una respuesta en vano, ¿qué podría encontrar en un bebé recién nacido?.
Allí, reposando en la altura de su pequeño corazón se conectaba el hilo dorado.
Y al acercarlo para tocarlo con sus dedos se desvaneció en el aire, pero no fue a ningún lado, la fuerte esencia mágica se seguía desprendiendo del menudo cuerpo que ahora dormitaba sin contemplaciones, sin notar el pánico de cierto vampiro que mordía su puño cerrado aterrado.
—Veamos, unamos cables —asintió con una risa nerviosa—. Yo te preste un poco de mi poder de sanidad —habló al príncipe quien ni siquiera se alteró—. Me fui, volé lejos y ¡pum! —soltó aire cuando notó que lo dijo muy fuerte y el bebé movió las piernitas inquieto—. Me caigo rompiéndome los huesos y sintiendo el tan curioso y atroz dolor físico —asintió seguro que no se perdía de nada mientras hacía una mueca pensativa—. Luego veo un hilo dorado...y lo sigo...y estoy aquí, eso es todo.
Eso es todo...
—¿Tú sabes que podría significar? —murmuró angustiado solo recibiendo baba y más baba—. Ya veo, yo tampoco sé.
Mentira, si sabía, solo se mentía a sí mismo cuando por dentro ya estaba más que seguro del cagadero que había ocasionado.
—Veamos, tal vez fue un error de dimensiones —intentó explicar irrazonablemente, tomando el cuerpo del bebé saltó del techo fuera del templo y lo colocó sobre una caja de verduras vacía al costado del templo—. Quédate allí, ¿bien?.
El bebé seguía durmiendo.
Tomando aire volteó y apretó los puños con firmeza. Tomando impulso avanzó dos pasos antes de saltar esparciendo una ráfaga de tierra en el aire de paso, avanzó varios metros hasta caer sobre la copa de un árbol, y volteando observó al bebé aún en su posición sin nada extraño o inusual.
Volteando volvió a inhalar y exhalar e impulsándose saltó volviendo a volar, a alejarse todo lo que podía, el viento acallaba los sonidos de todo el reino contra su oído, se sentía liberador, las pocas veces en que todo el disturbio no lo aturdían y sus oídos sentían paz.
Pero nuevamente, sacándole un lamento alto no pudo hacer nada cuando su cuerpo comenzó a caer en el aire, descendiendo mientras en sus giros podía percibir el hilo dorado conectándose en su cuello hasta que cayó al suelo y giro unas cincuenta veces antes de detenerse, tomarse unos ligeros segundos y que de nuevo el dolor infernal de los huesos rotos lo recorra sin compasión.
Minutos después y con la ropa más que sucia, rota y ensangrentada, se encontraba de brazos cruzados frente al príncipe heredero quien ahora si tenía los ojos somnolientos bien abiertos.
—Devuélveme mi poder —exigió con una voz berrinchuda, totalmente absurdo y en vano cuando Yang Jeongin tan solo balbuceo con la boca llena de baba y movió los dedos —No me estoy riendo, príncipe heredero, devuelve mi poder—exigió nuevamente, y fue la misma respuesta.
Pasando las manos sucias por su rostro Hyunjin soltó una risa carente de emociones, finalmente aceptando su fatal error.
Sin darse cuenta, había entregado ni siquiera la mitad, sino todo su poder de sanidad a ese ser vivo de apenas tres horas de nacido, sin habilidad pensante y con nulos conocimientos de lo sobrenatural.
¿De qué manera podría recuperar lo que prestó si en la mente de ese infante en unas horas tan solo iba a ser "agugu gaga"?.
Claro que había otra forma de recuperarlo, y ese era arrebatárselo sin permiso, en pocas palabras, ocasionando dolor hasta asesinarlo.
Perfecto, era encadenarse por años o acabar con él bebé en un segundo y seguir con su vida como si nada.
Observando el rostro pacífico del infante hizo una mueca cansada cuando lo vio mover la boca brillante de baba y extender sus deditos mientras comenzaba a llorar, con una fuerza casi ensordecedora.
—Esto será molesto —se resignó arrastrando sus pies y tomando el cuerpo frágil entre sus manos, apenas lo tuvo frente a su rostro el llanto mermó y los balbuceos volvieron—. No será por mucho tiempo, ¿bien?.
Lo único que recibió fueron los deditos atrapando el mechón azabache de su cabello y jalando con diversión, parecía divertirle.
Se convenció que sería menos tétrico cuando logre hallar una solución rápida, definitivamente debería haber una en cuestión de poco tiempo.
+
1 Año Después.
Hyunjin se reía de si mismo.
Un año, un año y ningún libro, ninguna cueva o ataúd que pasó a ser leyenda le pudo responder con una solución donde podía recuperar sus poderes sin lastimar aquel ser torpe y baboso.
Y no podía extender su búsqueda por más campos porque desafortunadamente estaba atado a ese infante, si iba más lejos de un kilómetro dejaba de depender de sus poderes y la vulnerabilidad de ser un humano lo atacaban.
No habría problema si tan solo caminaba y evitaba ser herido.
El problema en realidad lo descubrió meses antes, cuando intentó pasar más de tres días lejos de Yang Jeongin y algo angustiante hizo reacción en su cuerpo.
Resultaba que Hyunjin nunca tuvo sed de sangre para sobre vivir ya que poseía el don divino de la sanidad, ya que éste solía recorrer sus venas no había otro antídoto para su supervivencia que esa.
Pero ahora que lo compartía con el príncipe heredero, no debía alejarse más de un kilómetro si quería que el don le haga efecto, y si no deseaba cometer homicidio sin dudas debía moderar la distancia por al menos dos días a lo mucho.
Su error fue haber pasado tres días lejos. Fue su primera vez teniendo los síntomas reales de un vampiro puro, la reacción a la sed de la sangre humana. Y lastimosamente las reacciones comenzaron con él dentro de un bar en las calles de mala suerte varios kilómetros lejos del reino.
Probablemente asesinó a más de diez personas sin ser ni un poco consiente, tan solo cegado en olores dulces y la vista pulcra de la sangre manchando cada espacio del bar que gritaba en pánico por el intruso asesino que se movía como fiera por el lugar.
En su defensa, la mayoría se trataba de prostitutas quienes explotaban de trabajo a sus hijos para mantenerlas y en maleantes que violaban doncellas. Y en su segunda defensa, nunca había experimentado tal sed de asesinar y beber algo tan nauseabundo como lo era la sangre.
Para la actualidad, tenía como precaución no alejarse más de una milla y sobre todo no sobre pasar las 48 horas como ese día tan atroz.
Y ahí se encontraba, observando como su día a día a Yang Jeongin, al príncipe heredero que ahora estaba siendo enseñado a caminar por las doncellas de la reina.
Ellas eran tan inservibles como los padres, no sabe cuantas veces Jeongin tropezó con sus propios pies o perdió el equilibrio mientras las doncellas se distraían, si no fuera por él prestándole atención se abría dado más de diez veces la cara contra el suelo.
Como ahora, era la quintecima vez que lo ataja en los aires mientras los doncellas cuchicheaban en círculo de quien se follaba con más habitualidad al rey a espaldas de su reina, lo normal.
Suspiró cuando el príncipe rió aplaudiendo mientras era puesto en su lugar nuevamente cayendo sobre el suelo y jugando con las telas de su vestuario.
Aproximándose a sus seis meses, Hyunjin dejó de mostrarse en carne propia al príncipe. No podría permitir que éste crezca con una visualización del mundo en donde él existía, que el infante se encariñe con una figura extraña sería atroz, por lo que lo hizo para asegurarse que en un futuro sus pocos recuerdos de la niñez, no sean con él presente.
Estaba siendo difícil, porque sin poder evitarlo seguía interfiriendo en su crecimiento, evitando que se desvíe a caminos malos y ayudándolo en cada pequeño paso que daba, literalmente.
¿Qué pensaría un infante si una fuerza misteriosa le entregaba poderes y habilidades de fuerza sobrehumana?. Probablemente que poseía algún don, o que estaba siendo protegido por alguna especie de ángel de la guarda.
Hyunjin era de todo menos un ángel, eso estaba más que aclarado.
Con otro suspiro impaciente movió el dedo índice estirando de la cinta que rodeaba la falda de una doncella y lo desató hasta que este llegó a la pequeña mano del príncipe, quien apenas lo tomó comenzó a estironear juguetón llamando finalmente la atención de la mujer.
—Oh señor, no puede ser, el príncipe ha caído de nuevo —la mujer chistó junto a las demás y se acercaron al pequeño Jeongin mientras una le arrebataba la cinta de sus dedos.
—¿Es que es demasiado retrasado?. Algunos niños de su edad ya andan saltando, éste niño ni siquiera puede mantenerse de pie por sí solo —Hyunjin enarcó una ceja mientras las risillas llenas de malicia llenaban el lugar mientras rodeaban a Jeongin e intentaban que se ponga de pie sosteniéndolo de los codos.
—Shh, no querrás que la reina nos escuche y perdamos la cabeza —murmuró una pero tenía el tono de todo menos de reprimenda.
Todas asintieron en sincronía y Hyunjin finalmente perdió la paciencia cuando Jeongin comenzó a llorar con fuerza e intentar soltarse de los agarres. ¿Es que en que cabeza cabía rodear al infante y asfixiarlo con sus grandes cuerpos y sus voces chillonas?.
Volteando buscó algún objeto de distracción. Y fue el siguiente en sonreír con malicia al hallar el balde lleno de frutillas aplastadas colgado sobre el marco del templo en reposo, estrategicamente a pocos centímetros de las doncellas reunidas como si fuera consciente de sus planes.
Entrelazando sus manos detrás de su espalda dio un movimiento de cabeza concentrando la mirada en el balde, al instante consiguiendo que comience a volcarse lentamente hacia dirección de las sirvientes que se quejaban e intentaban acallar el llanto.
Apenas la primera gota se aprecio en el borde Hyunjin dejó que de una vez el contenido caiga en cascadas. Escuchando con satisfacción y orgullo a las doncellas gritar, chillar y saltar en sus lugares mientras el líquido manchaba sus prendas pulcras, el cabello bien peinado y parte del suelo.
Hicieron un disturbio en cuestión de segundos, peleando por quien tuvo la culpa mientras chillaban por el rojo pegajoso pegado por cada espacio de sus cuerpos. Rápidamente dejaron de lado al infante quien reía y aplaudía como si fuera un show privado para él y se repartieron las tareas.
Algunas a quienes no les había tocado ni una gota se encargaron de limpiar, las restantes corrieron a limpiarse y cambiar su vestuario.
Finalmente al voltear hacia el príncipe heredero volvía a verlo solo mientras metía el dedo índice en su boca, cayendo en cuenta que un poco de la fruta cayó en sus mejillas y ahora lo estaba probando.
Acercándose hizo una mueca cuando lo tomó entre sus brazos y los ojitos se encontraron con los suyos.
—Hola de nuevo, príncipe heredero —el bebé chilló contento y se aferró a sus prendas con confianza jugando con las joyas que decoraban su cuello—. Sí, adelante, mancha de comida pegajosa mis joyas caras.
Murmuró con resignación, volteando saltó fuera del templo, no se detuvo hasta caer sobre el suave pasto con dientes de león regados cerca del reino, era un espacio poco habitado, ya que se trataba de un terreno de pastizal demasiado ostentoso, la riqueza de las flores y su imagen al reino daba de que desear y solo podía ser habitado por gente de la realeza.
Cayendo en el centro del terreno allí encontraba un pozo de agua cristalina donde la realeza venía a arrojar sus monedas de oro y pedir sus deseos al "Pozo Destinario", ya que lo que deseabas a éste brocal se cumplía, una tradición más que nada.
Rodeando el brocal un camino de piedras pequeñas decoraban para poder tener un descanso y no matar el pasto con sus pisadas.
Allí sobre las piedras lisas colocó el cuerpo de Yang Jeongin, obligándolo a soltar sus joyas mientras volteaba a ver los alrededores curiosos.
—Bien, príncipe heredero. Tenemos máximo dos horas antes de que tus ostentosos padres estén de vuelta —contó, recibiendo una mirada curiosa.
Los ojos oscuros y brillantes lo miraban con tanta atención que le causaba gracia. ¿Verdaderamente lo entendía o solo era por las cosas curiosas que descubría en su cabecita?.
—Toma mi dedo —mostró su larga extremidad y rápidamente ambas palmas encerraron su dedo con una risita.
Estirando el brazo hacia atrás levantó el menudo cuerpo hasta que estuvo de pie en sus temblorosos piecitos y dejó que su palma se apoye en el torso contrario ayudándolo a estabilizarse.
—Eso es, mira —alejando lentamente su palma negó cuando el bebé se fue hacia el frente y se colgó de su brazo con terror—. No, Yang Jeongin. Estoy aquí, pero para eso debes cooperar—el príncipe tan solo balbuceó y permitió que lo deje de nuevo derecho en su sitio—. Eso es, mueve este pie —señaló el pie derecho presionando su dedo índice sobre sus deditos.
Jeongin soltó una risita antes de mover su diminuto pie y dar medio paso mientras aún era sostenido por la palma de Hyunjin.
—Bien, ahora éste —presionó el otro piecito y de igual manera recibió otra risita mientras avanzaba con el otro pie y finalizaba el primer paso—. Eso está bien, ahora sin sostenerte.
Fue alejando sus mano y aunque los bracitos del infante se extendían intentando sostenerse de algo, no intentó tomar sus dedos de nuevo.
—Ahora, este —ordenó volviendo a presionar su dedo índice sobre el pie derecho, sacando una risita a la par en que en tambaleos colocaba un pie varios centímetros al frente—. Correcto, perfecto, príncipe heredero, ahora éste.
Cuando volvió a presionar el otro pie confirmó que era eso lo que le causaba gracia, que toque sus deditos. Observando como reía y avanzaba con el pie que se le fue ordenado dando el segundo paso por si solo, aun extendiendo los bracitos y tambaleándose pero lo estaba haciendo solo.
—Pareces un dinosaurio —se burló tan solo robándole otra risa como si hubiera contado el mejor chiste de la pre historia—. Eres muy imperactivo, príncipe heredero —señaló observando como el infante se ensimismaba en dar otro pasito con el pie izquierdo y luego otro con el derecho.
Sonrió ligeramente cuando vio sus piernitas temblar mientras soltaba bajos balbuceos descontentos, en serio lo estaba intentando.
—Mira, falta dos más para llegar a mí —animó extendiendo los brazos a cada lado ante la brillosa mirada del contrario—. Dos más —hizo seña del número dos con sus dedos y finalmente pareció comprender.
Asintiendo ferviente se contuvo para no reír cuando la acción lo hizo tambalearse con un jadeo indignado pero se las arreglo a volver a estabilizarse.
—Vamos, te estoy esperando —murmuró aplaudiendo dos veces llamando su atención.
Volvió a mover el pie, riendo con un chillido cuando no cayó, y levantó la mirada para recibir su aprobación.
—Muy bien, otro más —asintió con seguridad y eso lo hizo volver a concentrarse.
Nuevamente movió el pie derecho, consiguiendo el primer paso de dos. Levantando la cabeza Yang Jeongin balbuceo algo inentendible, era como si le estuviera preguntando si lo hizo bien, pero Hyunjin tan solo no entendía.
Así que de nuevo sonrió con ligereza y asintió.
—Lo estas haciendo genial, príncipe heredero —levantó el dedo índice en señal del número uno—. Uno más, un paso más, ¿huh?.
Bajando la cabeza Jeongin cerró y abrió sus puños antes de dar otro paso, y Hyunjin resoplando del orgullo se preguntó por qué las doncellas no pudieron hacer eso, solo era enseñar de forma paciente y obtendrían los resultados de manera más rápida que lo planeado.
—Perfecto —murmuró bajito cuando técnicamente el pequeño rostro estuvo frente suyo —. El otro pie, Yang Jeongin.
Levantando la cabeza Hyunjin observó con la suya ladeada el cuerpo ir de frente hacia él, su corazón se detuvo por un momento, envolviendo al menudo infante y aferrándose a él contra su torso. Bajando la mirada angustiado hizo un mohin cuando lo escucho reír en chillidos aplaudiendo contra su pecho.
—Sin embargo solo te faltaba medio paso —se lamentó poniéndose de pie cargando al pequeño príncipe de un año de edad en sus brazos—. Zorro astuto.
Los ojitos no se apartaron de su rostro mientras comenzaba a merodear por los alrededores, pisando el suave pasto y mirando el cielo soleado, a pesar de los reflejos del día, el clima estaba agradable y no tan molesto esa hora.
—Tienes que hacer esto todos los días, príncipe heredero. No querrás depender de esas mujeres tontas, ¿cierto? —preguntó en vano recibiendo la misma mirada concentrada mientras sus pequeños labios se abrían dejando salir algo de baba—. No debería estar diciendo tonta frente tuyo, ¿cierto?...vaya, lo dije de nuevo.
Se golpeó mentalmente y una vez más el infante no pareció entender.
Suspirando Hyunjin negó volviendo la vista al frente, dejando que los deditos estiren de sus cadenas distrayéndose con algo vano como lo era el brillo de las joyas.
—Incluso si debes ir a tu ritmo, desearía que crezcas más rápido, esto se está volviendo tedioso, ¿sabes? —Jeongin se acomodó en su hombro pareciendo listo para dormir—. Si pudieras al menos darme una pista de que todo saldrá bien, estaría aliviado, príncipe heredero.
A los minutos el sueño ganó a Yang Jeongin. Una vez más babeando sobre su hombro y aferrando sus pequeños dedos en su ropa como si de eso dependiera su vida.
Tomando asiento en el medio del pastizal fue cayendo lentamente sobre su espalda hasta que el cuerpo del infante descansó en su torso y pudo colocar un brazo debajo de cabeza, observando el cielo con tonos violáceos y naranjas avisando que el atardecer estaba comenzando.
Palmando la frágil espalda cerró los ojos.
No era su destino su mayor preocupación. No le importaba nunca poder recuperar su sanidad y morir, en realidad podría ser una bendición. Pero si de alguna forma, vivir atado a ese infante lograba destruir su futuro, ¿de que manera lo arreglaría?.
Él tenía un camino por delante, al contrario de Yang Jeongin quien solo podía vivir esa vida una vez. Al menos hasta volver a renacer en el siguiente siglo.
Pero una o mil vidas más. Hyunjin no quería ser participe de la ruina de ninguna si es que eso llegaba a pasar, si fuera por él, debería vivir todas las vidas felices, sin saber el mal que lo rodeaba.
Solo necesitaba que aquello se arregle ya. Poder soltarse de Yang Jeongin antes de que de alguna manera algo termine saliendo mal.
gracias por leer y votar c:
los tqm y tengan una linda noche ♥︎
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