XL: Premonición
"Lys:
Lamento escribirte en estas fechas para informarte esto, pero varios socios han retirado las aportaciones para Femmes Survivantes, disminuyendo el apoyo económico en más de un cuarenta por ciento.
No sabemos si lograremos mantener al margen la asociación, espero una respuesta tuya lo más pronto posible.
Cordiales saludos.
Ethain Jirell"
Lys soltó un suspiro cuando termino de leer esa pequeña carta por cuarta vez, cada que la volvía a leer esperaba que fueran otras las palabras que estaban escritas, pero seguían siendo las mismas.
Si Femmes Survivantes perdía ese cuarenta por ciento y no lo recobraba de forma rápida lo más probable era que la asociación desapareciera.
Eso era lo que menos quería Lys, Femmes Survivantes siempre ha sido un refugio para todas aquellas mujeres, sin importar sin son equis, muggles o brujas, que sufren o han sufrido cualquier tipo de violencia.
Contaba con un pequeño refugio, un comedor comunitario y con asistencia tanto psicología como legal para quien fuera necesario, Lys lucho por años para abrirla con ayuda de Ethain, una chica squib que desde que era una niña creció en un entorno lleno de violencia por parte de su padre y abuelo, la chica Delacour la conoció cuando tenía diecinueve años y Ethain logró huir de su casa, Lys la apoyo en todo lo que pudo y desde ese momento se juró que buscaría la forma de apoyar a las mujeres para evitar que pasaran por todo eso.
Después de que paso lo de Cormac, sus ideales se volvieron mucho más fuerte ya que se dio cuenta que una mujer tenía que ser fuerte para lograr sobrevivir en ese mundo, y que su esfuerzo siempre tenía que ser el doble que el de un hombre para considerarse, aunque fuera la mitad de buena, la sociedad mágica a pesar de ir modernizándose a pasos agigantados aún seguía con ciertas ideas machistas.
Se levantó de la cama para ir por su varita y comenzar a guardar sus cosas, aunque no le gustara la idea tendría que viajar a Francia para hablar con el culpable de todo lo que estaba pasando, era claro de quien se trataba:
Pierre Delacour.
Su padre, si es que se podía llamar así, desde que Lys nació nunca recibió una muestra de cariño del patriarca Delacour, al contrario, era demasiado exigente con ella mientras que con sus hermanos era permisivo y los apoyaba en cualquier cosa que quisieran.
Lys siempre tuvo que ser la chica "perfecta", educada, obtener excelentes calificaciones en el colegio y comportarse como una dama. Y para Pierre, una dama nuca debía de contestarle a un hombre y ser sumisa, todo lo contrario, a lo que era Lyssane.
Cuando ella cumplió los diecisiete ya habiendo terminado los seis años en Beuxbatons, se revelo contra su padre, esa fue una de las primeras grandes peleas entre los dos: Lys quería trabajar y ser independiente, Pierre quería que se casara con el hijo de uno de sus amigos. Tras esa discusión Lys se fue de su casa, pero al menos recibió el apoyo Lyssandre, su hermano mayor, que desde los dieciocho años se mudó a un departamento en el centro de la ciudad, la rubia termino viviendo ahí hasta que ahorro lo suficiente para comprar su propio departamento.
Jerome Lyssandre era todo lo contrario a su padre, a pesar de ser el primogénito, nunca tuvo los mismo ideales o pensamientos que Pierre, al contrario, apoyaba a su hermana menor en todo lo que podía y le brindaba el cariño que Pierre nunca le dio. Lyssandre siempre habia sido un buen hermano e hijo.
—¿Lys? — George entro a su habitación en Sortilegios Weasley viendo como la rubia cerraba su baúl — ¿Te vas?
—Georgie — Lys salió de sus pensamientos para centrarse en el pelirrojo, usaba la túnica que era el uniforme de Sortilegios Weasley, su cabello estaba despeinado y tenía un poco de hollín en el rostro, seguramente estaría experimentando con algún nuevo producto — ¿No deberías de estar en la tienda?
—Ya son las ocho de la noche — señalo el fino reloj que tenía en la muñeca izquierda, el cual le habia regalado la chica Delacour en navidad —, Fred y yo cerramos a las siete ¿Qué pasa, amor? — se acercó a ella para tomar su rostro —, estas pálida...
—Tengo que viajar a Francia — se mordió el labio inferior, no quería que George notara lo preocupada que estaba —, sucedió algo...
—¿Algo con qué? — Lys pareció pensar lo que diría —...amor, sabes que me puedes contar lo que quieras, siempre te apoyare — dejo un casto beso sobre sus labios —, cuentas conmigo para todo, Lys, te quiero.
Sin duda, las palabras y la voz del pelirrojo siempre lograban tranquilizarla y darle paz, era como si con estar a su lado todo estaría bien.
—También te quiero, amor.
—¿Quieres decirme que pasa?
—¿Recuerdas Femmes Survivantes?
George asintió, sabia de la asociación de la que Lys era presidenta, muchas veces le habia contado de ella y consideraba a Lys una mujer sorprendente, fuerte, demasiado inteligente y muy empática, todas esas virtudes hacían que su admiración hacia ella creciera cada día más.
—¿Paso algo con ella?
—La asociación se mantiene a flote por las donaciones y aportaciones de algunos socios — comenzó a explicar la rubia sentándose en la cama, George la imito sentándose a su lado —, pero en estos días al parecer algunos socios retiraron sus aportaciones que son más del cuarenta por ciento... si no logro recuperarlas o buscar nuevos socios Femmes Survivantes se vendrá abajo.
Los ojos de Lys se humedecieron, se sentía impotente, a pesar de tener un buen sueldo no era suficiente para que ella sola la pudiera mantener a flote la asociación, lo peor era que si no la salvaba dejaría a muchas mujeres desamparadas.
—Amor, tranquila —George la atrajo entre sus brazos mientras acariciaba su cabello — ¿Hay algo que pueda hacer? Quizá podría ayudarte con algo...no se...galeones o lo que necesites.
Sortilegios Weasley cada día se hacía más popular, tanto que Fred y George ya tenían una gran cámara en Gringotts con tantos galeones que ellos nunca hubiera imaginado ver en su vida, les alcanzaba muy bien para darse los lujos que quisieran, solo que a veces George y Zib debía de frenar al gemelo mayor ya que era algo compulsivo a la hora de comprar y gastaba sin medirse.
—George... no, encontrare la forma — Lys agradecía que el pelirrojo intentara ayudarla, pero sabía que, aunque él le diera los galeones necesitaba los socios para lograr salvarla —, gracias...pero tengo que ir personalmente y arreglar todo esto.
George asintió, siempre respetaría lo que ella escogiera sin embargo él siempre estaría para apoyarla.
—¿Te iras ahora? — Lys asintió —, es algo tarde, Lys, me preocupa que estés sola a esta hora— el pelirrojo se preocupaba de más desde que se habia topado con Cormac el día que lo golpeo, no le habia contado nada de eso a Lys, pero temía que ese imbécil se acercara a ella —...podrías irte mañana.
La rubia se fijó en los ojos de George que brillaban con intensidad como suplicándole que aún no se fuera, y tal vez tenía razón, llegaría a casa de su madre donde no habría nadie y era probable que su padre ni siquiera la dejara pasar para hablar con él, lo mejor sería irse mañana y llegar a la oficina de su padre en el ministerio.
—Tienes razón, me iré mañana temprano.
George sonrió de una forma que resulto demasiado adorable para Lys.
—Tú preparaste la comida, así que me toca la cena —George se quitó la túnica quedando solo en una camisa formal purpura y el chaleco que algunas veces usaba—, si quieres descansa o no sé.
George la beso cortamente.
—Te ayudo a prepararla, cielo.
Lys siguió al pelirrojo que salió de la habitación.
Ambos prepararon la cena, algo que ya se las habia vuelto costumbre cuando Lys se quedaba con George era cenar en el sillón y acorrucarse un rato haciéndose mimos para que después el pelirrojo se metiera a bañar en lo que Lys preparaba algún postre para comer antes de dormir.
George estaba tan acostumbrado a ella que no deseaba que se fuera ni un momento de su lado, no quería ni que terminaran las vacaciones de diciembre porque la chica Delacour tendría que volver a Hogwarts.
George salió del baño con una toalla en la cadera topándose con Lys sentada en la cama en solo ropa interior mientras se ponía crema en las piernas.
Trago saliva al verla y sus ojos se oscurecieron, nunca se cansaría de ella, podría pasar todos los días de su vida haciéndole el amor y él sería el hombre más feliz de la vida.
—George, cierra la boca que te entran moscas — Lys se burló del pelirrojo que la veía fijamente con los labios entre abiertos — ¿Solo vas a ver? — dejo el frasco de crema en el mueble junto a la cama y se fijó en la entre pierna de George que comenzaba a marcarse en la toalla que la cubría —, parece que alguien ya despertó.
—Te voy a coger, Lyssane.
Musito George para ir al cajón donde guarda daba sus juguetes favoritos y sacar uno que llevaba tiempo queriendo usar con la rubia.
Lys se quitó rápidamente el sostén al ver que George se acercaba y dejaba la toalla tirada en el piso para besarla de forma salvaje recostándola sobre la cama poniéndose a horcajadas sobre ella, puso los brazos a cada lado de su cabeza para no dejar caer su peso completamente.
Lys acariciaba su espalda que estaba aún mojada, mientras los labios de George se dirigieron al cuello de la rubia.
—Sostén esto — George le entrego un pequeño aparato aparto largo y rosado que en la punta parecía como una pequeña boca abierta de la cual salía un pequeño tubo del mismo color con la punta ovalada.
Lys se recargo sobre las almohadas alzando un poco la parte superior de su cuerpo para ver como el pelirrojo bajaba para colocarse en medio de sus piernas quedando frente a sus bragas verdes.
—Hueles tan bien — musito George rozando con la nariz las bragas, Lys se estremeció al sentir la respiración de George y un mordisco sobre su monte de venus —, eres preciosa, Lyssane
El oír la ronca voz de George cargada de erotismo provoca que Lys sonría y acaricie su centelleante cabello con la mano que tenía libre, George suelta un suspiro ante esas caricias para dejar besos húmedos sobre la parte interna de los muslos de la rubia acariciando con delicadeza sus piernas.
Fácilmente bajo la braga de Lys, la cual lleva a su nariz para suspirar bajo la atenta mirada verde, la rubia se sonrojo ante ese gesto de George.
El pelirrojo lanzo la pequeña ropa sin importarle donde caiga.
—¿Me entregarías lo que te di, preciosa?
—¿Para qué es?
Lys se lo devuelve al pelirrojo que le guiña el ojo para volver la mirada a su entrepierna desnuda.
—Te va a gustar — los largos dedos del chico acarician de forma suave sus labios vaginales —, me gusta que no estés completamente depilada...se ve bonito y tus labios siempre están rosados y brillosos como si esperando por mí.
—George...
La rubia jadeo al sentir las caricias del pelirrojo, el cual comienza a dejar besos sobre su pelvis para bajar lentamente a su entrada donde mueve su lengua, como si se tratara de la boca de la rubia.
Primero dejo un lengüetazo, seguido de otro y las piernas de Lys, de forma inconsciente, se abren más. Luego de unos segundos la lengua va hacia el clítoris, el cual rodea mientras este palpita en su lengua. Lo estimula un poco y cuando siente que se hincha lo toma con los labios para tirar de él.
Lys gimió su nombre mientras arqueaba la espalda llevando las manos a sus senos los cuales acariciaba pellizcando los pezones que ya están demasiado duros como si se trataran de dos pequeños dardos de carne.
George deja el núcleo de Lys para admirarla, su rostro tiene una mueca erótica con todo el rubio cabello desparramado por la almohada mientras se estimula los duros pezones, su espalda esta arqueada haciéndola lucir completamente sensual.
Con esa imagen el de por sí ya erecto miembro de George se puso mucho más duro.
Lys era la representación de la sensualidad, el deseo y la lujuria, desde que la conocía ella despertaba los más bajos instintos de George, era como una droga para él que cada día se volvía más difícil de dejar.
Prendió el pequeño aparato que yacía en su mano, el cual comenzó a vibrar, Lys lo observo fijamente con una sonrisa en el rostro.
—¿Otro vibrador?
—Te gustara amor — George lo paso por la cara interna de los muslos provocando que la rubia temblara de excitación —, te prometo un buen orgasmo.
—Se siente tan bien — suspira al sentir el pequeño vibrador por sus labios vaginales —, siempre sabes follarme tan bien, nunca me cansare de tenerte entre mis piernas.
George sonrío con superioridad, con cuidado abre los pliegues de su sexo para colocar el aparato sobre el hinchado y rojizo clítoris de Lys, esa vibración la enloquece provocando que mueva la cadera, segundos después George retira el vibrador y succiona el clítoris con la boca.
Otra vez su boca se retira para volver a poner el vibrador recorriendo lentamente sus labios vaginales y llegando directamente al clítoris, Lys suelta pequeños gritos de placer, mientras aprieta sus pechos y arquea la espalda.
Un calor enorme comienza a subir por el estómago de la rubia, sintiendo que va estallar cuando la vibración sube de potencia volviéndose más fuerte e intensa.
Lys cierra las piernas mientras se arquea cuando George retira el vibrador de su clítoris observando como el orgasmo resulta arrasador en el cuerpo de la chica Delacour.
George se pone sobre ella para tomar su boca en un beso salvaje, devorándole lo labios en busca de más.
—Dime que es lo que quieres, amor— su voz es roca mientras sigue besándola.
Lys acaricia su espalda con suavidad y murmura con voz llena de éxtasis
—: Te necesito, Georgie — suelta un suspiro al sentir como muerde su labio el pelirrojo —, necesito sentirte dentro ¡ya!
George se acomoda entre sus piernas, momento que la rubia aprovecha para verlo, luce fuerte y varonil. Su pene esta escandalosamente duro y erecto listo para ella, la rubia alarga su mano, tocándolo de forma suave.
El pelirrojo cierra los ojos y echa la cabeza para atrás.
—Detente, Lyssie o no podre darte lo que quieres.
Lys lo obedece sintiendo como George le toma las piernas para colocarlas sobre sus hombros y sin dejar de mirarla a los ojos la penetra lentamente hasta el fondo.
La polla rígida y dura de George buscaba refugio con desesperación en el interior de Lys, la penetra hasta el fondo y la rubia mueve las caderas.
—¿Quieres que siga?
—¿Tú que crees, Georgie?
Deseosa de más, Lys estira sus manos, agarrando el trasero del chico jalándolo hacia ella.
Los ojos de George brillan al ver a Lys arqueándose de placer.
El cuerpo y la virilidad del pelirrojo pueden con la rubia y cuando inicia una serie de embestidas rápidas, ella se corre nuevamente. George baja las piernas de la rubia para ponerlas alrededor de su cintura y agarrarla con fuerza de la cadera.
—Mírame, amor — Lys enfoca su vista en el pelirrojo sobre ella, luce como un dios mientras la folla —, quiero que siempre me mires, tus hermosos ojos solo me pueden ver a mí.
Su voz suena dominante mientras se hunde una y otra vez en el cálido interior de la chica.
—Sí, mi amor — responde la rubia, su voz suena como un ronroneo.
La expresión que tiene él en el rostro y la fuerza con la que le hace el amor enloquece a la rubia, sintiendo como si su cuerpo estuviera a punto de romperse por la mitad.
—Joder, nena, que apretada estas — murmura George contra su oído, mientras movía la cadera penetrándola de forma brusca tratando de llegar a su límite.
George cierra los ojos para soltar un gruñido que resulta muy sexy para la rubia y se corre dentro de ella, mientras la aprieta contra él finalmente dejándose caer encima de ella.
—Te quiero, Georgie — musita la rubia con la respiración agitada envolviendo a George entre sus brazos.
—Te quiero cada día más, Lyssie.
Él acomoda la cabeza contra los pechos de su rubia la que acaricia su cabello mientras tararea suavemente una canción en francés, provocando que su cuerpo se relaje al instante.
Lys envuelve la bufanda con firmeza alrededor de su cuello mientras camina por las nevadas calles de la capital de Francia: Paris, una ciudad demasiado hermosa y romántica, pero en estos momentos la rubia no disfrutaba de eso.
Paris fue la ciudad donde vivió desde los cinco años hasta los veinticinco años que se mudó a Londres.
No tenía recuerdos muy felices de esa ciudad pues desde que su padre los hizo mudarse de Auver –Sur-Oise — pueblo natal de su madre, donde paso los primeros cinco años —, por su nuevo trabajo en el ministerio, Pierre se volvió más exigente con ella y con su madre, siempre sobajándolas y tratándolas como si fueran lo peor del mundo.
A veces se preguntaba como su madre pudo casarse con él.
Su ceño estaba fruncido mientras más se acercaba a la vieja cafetería que daba entrada al ministerio de magia francés, conocía muy bien los horarios, había trabajado ahí tanto tiempo que no los olvidaba.
Al entrar el aroma a viejo le pego de golpe, solo había unas cuantas personas ebrias que trataban de bajar los estragos del alcohol con una taza de café bien cargada.
Dio los buenos días y se dirigió rápidamente a una puerta de madera descubierta que era adornada con un cartel despintado que dictaba:
"Solo personal autorizado"
Entro de forma rápida cerrando la puerta tras ella, se dirigió directamente a la cabina de teléfono que estaba ahí escondida donde se adentró.
Tomo el teléfono y marco la clave.
—Buenas tardes, ministerio de Magia Francés — hablo la operadora —, por favor indique su nombre y si es visitante.
—Lyssane Delacour — hablo con voz segura —, jefa del departamento de subsecretaria.
—Bienvenida señorita Delacour — un Jafet salió de donde se supondría que debía de dar cambio, Lys se lo puso de inmediato —, de inmediato la dirigiremos al ministerio de magia, gracias por su visita.
Y sin esperarlo la cabina se movió bruscamente, bajando a una velocidad increíble, Lys se sujetó con fuerza de lo primero que vio, no estaba preparada y los tacones no le ayudaban demasiado.
Le encantaba el conjunto que llevaba, una blusa de cuello alto en color negro con una falda arriba de la rodilla color rojo y un hermoso abrigo negro —estos dos últimos habían sido regalo de Zibelth por navidad, sin duda en menos de un año ellas dos lograron forjar un muy buen lazo de amistad, la Black era una chica adorable que fácilmente se ganó el cariño de Lys—, acompaño esas prendas con unas mallas negras y botas altas del mismo color para soportar el frio de Paris.
Salió rápidamente para encontrarse con el enorme salón principal donde mucha gente iba y venía por montones al igual que varias lechuzas volaban con cartas y paquete.
Sin detenerse mucho tiempo fue al elevador para subir al segundo piso, trataba de no detenerse a platicar, aunque muchos de los magos y brujas que ahí estaban la veían con asombro, estaban seguros de que ella ya no volvería al ministerio, algunos incluso la veían con molestia pues ansiaban el puesto que pertenecía a la rubia.
Entro rápidamente al asenso presionando el botón varias veces para que se cerrara, se alegró al ver que nadie subir con ella.
Su paso era seguro, en el departamento de seguridad mágica del ministerio francés era raro ver a mujeres al menos que fueran secretarias, por lo que había muchos hombres que volteaban a mirarla, la chica Delacour siempre había causado un gran revuelo entre la población mágica.
—Buenos días — llamo la atención de la secretaria que estaba afuera de la oficina del jefe del departamento de seguridad mágica —, quiero hablar con Pierre Delacour.
—¿Tiene una cita progra...? — la morena frente a ella dejo las palabras al aire al ver a la chica —, señorita Delacour.
—Quisiera hablar con mi padre ¿Sabe si esta en alguna reunión?
No tenía tiempo para entretenerse con alguien más.
—No, pero...
Lys no la dejo continuar — gracias.
Escucho como le decía que se detuviera que tenía que avisarle al señor Delacour, pero a ella no le importo y entro a la oficina sin siquiera tocar.
Su mirada recorrió rápidamente todo, los muebles caros, librero lleno de carpetas con documentos seguían iguales, el aroma a puro y a coñac caro se reconocía en el aire.
Frente a ella estaba un escritorio elaborado de fina madera y detrás de ella una enorme silla en donde estaba sentado.
Pierre Delacour.
Sus ojos tan verdes parecidos a los de Lys, pero al mismo tiempo tan distintos la observaban fijamente, no existía ni un atisbo de felicidad por ver a su hija.
—Padre — saludo Lys acercándose y tomando asiento en una de las sillas frente a él, mantuvo la espalda recta y el rostro sin ninguna expresión.
—Lyssane — la voz de Pierre era áspera no había rastro de cariño en ella, tomo un trago de la copa de coñac que estaba a su lado para agregar —: ¿Qué haces aquí?
Pierre Delacour era un hombre atractivo y demasiado parecido a Lys y Lyssandre, ojos verdes y cabello rubio, con facciones varoniles y marcadas.
—¿Qué has hecho tú? — Lys trataba de no expresar la frustración que sentía por medio de su voz — ¿Sabes en los líos que me estas metiendo?
—¿Disculpa?
Pierre enarco la ceja viendo a su hija, para su sorpresa ya no parecía la niña asustadiza, la última vez que la vio estaba más delgada y tenía las facciones de una niña, en cambio ahora ya era toda una mujer que en su rostro reflejaba seguridad y sus ojos parecían feroces como si se trataran de un gato a punto de atacar.
—Tres socios retiraron sus aportaciones a Femmes Survivantes — explico Lys —, y esos tres socios pertenecen a las familias Bernard, Dubois y Simon, ¿Y sabes cuál es lo mejor? Que esas tres familias son amigas tuyas — las manos de Lys sudaban —, ¿Qué demonios haces? Ya me quitaste tu apoyo y el de la familia ¿Por qué vas contra la asociación? Las mujeres a las que apoyamos no tienen la cuenta.
—Lyssane, Lyssane, Lyssane — el mayor se levantó con elegancia de la silla para recorrer todo el escritorio hasta quedar a espalda de su hija —...pequeña Lyssane, cuando me refería a quitarte todo mi apoyo, era todo.
Lys se levantó de la silla para encararlo.
—¡La asociación no tiene nada que ver con nuestros problemas!
—¿Sabes los problemas que me causaste con los McLaggen por tus estúpidas mentiras? — apretó la copa que tenía entre las manos con ira — ¡Por tus estúpidas mentiras los McLaggen rompieron la relación con nuestra familia y estuvieron a punto de dejar de dar las aportaciones para el departamento de seguridad mágica! ¡Manchaste el nombre de un hombre respetado como Cormac con tus estúpidos dramas!
—¡¿Te das cuenta de lo que dices?! ¡No puedo creer que prefieras apoyar a ese bastardo antes que a tu única hija!
—¡Yo no tengo ninguna hija! — grito con ira el mayo aventando la copa hacia la rubia, que fue más rápida y logro moverse dejando que estrellara contra la pared detrás de ella rompiéndose en miles de pedazos al igual que el corazón de Lys — ¡Tú estás muerta para mi desde el día en que deshonraste a ese chico! — Lys apretó sus puños se sentía estúpida porque a pesar de todo ella amaba a su padre — ¡Solo tenías que hacer una maldita cosa, comportarte como una buena dama y ni eso pudiste hacer! ¡Las mujeres como tú solo deben servir a los hombres! — tomo el brazo de la rubia que aún seguía en shock por las palabras de su padre, desde la última vez que lo había visto hasta ahora parecía más violento — ¡Tantas clases que no tuviste, toda la educación que te brinde sirvió para una mierda! — apretó el agarre en su brazo haciendo que Lys reaccionara, el miedo la invadió al verlo de esa forma, le recordaba a Cormac cuando se ponía violento — ¡No sirves para nada, Lyssane! — alzo la mano parecía apunto de golpearla, la rubia se movía bruscamente tratando de soltarse, había dejado la varita en su bolso que estaba sobre la silla donde estuvo sentada — ¡Solo eres una puta que se acuesta con el primero que se ponga enfrente!
La gran mano de Pierre se movió a una velocidad impresionante pero no llego a tocar a la rubia que estaba a punto de romper en llanto.
—¡Es suficiente! — Lys soltó un suspiro de alivio al escuchar esa voz — ¡Suéltala a Lyssane, de una puta vez!
—¿Tú que haces aquí?
El Delacour mayor soltó a la chica para centrarse en el chico frente a él que sostenía con firmeza su brazo, Lys sintió sus piernas temblar por lo que se sostuvo de la silla más cercana para no caer al suelo.
—Supuse que ella vendría a encararte por todas las estupideces que estás haciendo — soltó a Pierre para ir de inmediato con la rubia —, no iba a permitir que le hicieras nada, créeme que por gusto no estaría aquí para verte, Pierre— dijo su nombre con tanto asco —, Lyssie, vámonos — tomo el brazo y las cosas de la chica para ayudarla a caminar —, mantente lejos de ella, no voy a dejar que tú la dañes de la misma forma que lo hizo el maldito de Cormac.
—¡Malditos bastardos desagradecidos!
Grito Pierre aventando la botella de coñac hacia la puerta que fue cerrada una vez que salieron los rubios.
—¡¿Cómo se te ocurrió venir aquí sola?! — el chico seguía sosteniendo a la rubia mientras caminaban a la salida del ministerio — ¡¿Estas loca?!
—Lyssandre — la rubia sentía las lágrimas en sus ojos y un nudo en su garganta —, papá...papá me odia.
Al salir del ministerio el mayor soltó un suspiro para abrazar a la rubia con fuerza.
—Petito –Soleil — murmuro contra su oído acariciando su cabello —...papá es un imbécil, pero mamá, Lou y yo te amamos con toda nuestra vida — la voz de Lyssandre era suave mientras abrazaba con más fuerza a la menor que lloraba entre sus brazos —...todo estará bien, te lo prometo.
—Lyssandre...me llamo puta.
Los sollozos eran ahogados por el pecho del rubio.
—No hagas caso a lo que dice — Lyssandre odiaba ver a su hermana llorar por culpa de su padre, él no merecía ni una pizca del cariño que Lys sentía por él —...petit-soleil, deja de llorar, por favor.
Estuvieron un buen rato abrazados hasta que Lyssane logro calmarse, ninguno hablo, pero ella fue arrastrada por el mayor a una pequeña cafetería cerca del ministerio.
Ambos hermanos se sentaron en una mesa vacía, el mayor pidió para los dos los postres favoritos de la chica: Macarons y dos chocolates calientes.
—¿Sabes? Podrías haberme escrito antes de venir aquí— Lyssandre veía fijamente a su hermana, los dos eran muy parecidos, rubios, piel tan blanca como la leche y una encantadora sonrisa que derretía a más de una persona cuando la veía, con la diferencia que los ojos del mayor eran completamente azules —, me entere de lo que paso con Femmes Survivantes, Lys, podrías haber confiado un poco en mí y escribirme...
—¿Cómo te enteraste?
—Me encontré con Ethain y no pudo resistirse a contarme todo — le guiño el ojo a su hermana la que solo sonrió —, ya sabes soy encantador —hizo una pausa —, me dijo que te mando una carta y supuse que vendrías en estos días por lo que regrese desde Suiza esperando encontrarte antes de que te enfrentaras a papá... pero al entrar la secretaria me dijo que ya estabas ahí y los gritos se escucharon.
—Tenía que encontrar una solución antes de que todo se vaya a la mierda...sabes que varías mujeres dependen de Femmes Survivantes, si se cierra ellas quedaran desamparadas.
—Petit – Soleil — tomo su mano para apretarla —, tranquila, ¿recuerdas que soy tu hermano mayor? —ella asintió, Lyssandre siempre parecía tan confiado como si siempre tuviera una solución para todo —, pues preciosa hermana este sensual y guapo hermano mayor soluciono en parte tu problema.
—¿A qué te refieres?
—Encontré dos nuevos socios — Lys lo observo sin creer lo que estaba diciendo —, recupere un veinticinco por ciento de aportaciones para la asociación ¿A que soy buen hermano?
—¿Qué socios?
— David Moreau y Lambert Gerard — explico con tranquilidad, Lys recordaba a las dos familias, los Moreau son de Suiza y los Gerard de Francia —, son viejos amigos, sus madres estuvieron interesadas en apoyar una vez que les conté de que se trataba Femmes Survivantes, consideran que una fundación muy noble.
— ¡Lyssandre, eres el mejor!
— No te olvides que soy guapo también — Lys solo rio —, solo nos falta el quince por ciento, pero podremos sobrevivir durante unos meses sin ese quince por ciento ¿no? Hable con la contadora y eso me dijo.
— Si, buscare algún otro socio interesado.
— ¡Así se habla! Ahora ve a lavarte las manos, para comer, necesito azúcar en mi cuerpo.
— Nunca cambias, tardado.
Era como si le hubieran quitado una preocupación a Lys, sin duda Jerome Lyssandre era tan confiable como siempre, era el mejor hermano, siempre la defendía y la protegía.
Lys camino hacia el baño cuando su cabeza comenzó a doler horriblemente, era como si la estuvieran taladrando, todo se volvió completamente negro y distintas voces llenaron su mente.
"— Te lo dije ¿no? — la voz era tan molesta y chillona que causaba que su cabeza doliera aún más —, él y yo estábamos destinados a estar juntos, tus poderes de veela no funcionarían para siempre con él
—Tus poderes no servirían para siempre conmigo, Lyssane.
—. Todo fue una mentira, solo te lo dije para acostarme contigo ¿realmente crees que alguien te iba a querer para algo más? — cada palabra salió con asco de su boca.
—Al fin eres toda mía, dulzura.
—¡Son dos, y son gemelos!
—¡Te mentí, solo te estaba usando!"
Mas frases se formaban en su cabeza, logro distinguir un cabello castaño, dos pares de ojos avellana, una camisa blanca llena de sangre y el aroma a frambuesas se le vino a la mente.
Logro abrir los ojos para toparse con los azules de su hermano, pero después de unos segundos sus ojos volvieron a pesar demasiado causando que perdiera el conocimiento y escuchando de fondo la voz de su abuela
"—: La premoniciones o visiones proféticas pueden cambiar dependiendo de las daciones de cada persona involucrada, Lyssane, pero tú no puedes cambiar las que te implican."
(N/T: Les dejo el siguiente capítulo, perdón por no subirlo antes pero tenía clases en línea y tarea que terminar, jajaja
En un rato más les subo el último, en este ya al fin hicieron acto de presencia papa Delacour y el hermano mayor de Lys.
2/3
Nos leemos♥️)
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