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Tres.

Las tres escobas.

(N/T: Recuerden que una persona ebria no puede consentir al tener un encuentro sexual con otra persona, ya que es abuso sexual sea cual sea la relación desde ambas partes).


Mantuvo una buena conversación con Hagrid e inclusive Flitwick, su exprofesor de encantamientos se unió a ellos. No sintió que el tiempo pasara hasta que madame Rosmerta dejó la tercera botella de Whiskey de fuego frente a ellos.

—Y, chu pantano fue genias—el pequeño profesor apenas y podía hablar. Recordaba cuando Fred y George escaparon de Hogwarts—, fue asomboso

—Todo lo que hacemos lo es —la lengua de George amenazaba con trabarse por lo que tenía que hablar algo lento y un poco más ronco, Hagrid solo soltaba carcajadas y golpeaba la mesa con los puños causando que el líquido de los vasos se regara. El semi gigante era el que más había tomado, en comparación a los otros dos, pero a pesar de eso parecía tener una mejor resistencia—. Cuando quiera un pantano puede ir a Sortilegios Weasley, pronto abriremos una sucursal aquí, en Hogsmeade. Le haremos un descuento por ser de nuestros profesores favoritos.

Entre balbuceos sin sentido y risas, lograron terminar la tercera botella de whiskey. Ya estaba lo suficiente ebrio, pero si se esforzaba podría aún consumir otro poco antes de vomitar o perder el conocimiento.

—¿George?

Al escuchar esa suave voz, volteó la cabeza inmediatamente, tanto que le tronó el cuello. Si hubiese estado sobrio le habría dolido demasiado.

La veía algo borrosa, pero estaba seguro que tenía el cabello levemente despeinado y las mejillas sonrojadas, al verla así recordó el sueño que había tenido aquella mañana con ella como protagonista en su cama, dedicándole sus primeras auto caricias del día.

—Hey...Lys...

—¿Qué haces aquí?

La rubia se acercó a George para besar sus mejillas, al tenerla tan cerca un aroma parecido a mandarinas y alcohol invadió sus fosas nasales. Para él fue lo más delicioso que había olido en años.

—Vine a Zonkui —la lengua de George volvió a trabarse, por lo que Lys soltó una leve risa—. ¿Y tú, linga?

—¿Linga? —enarcó la ceja con diversión—. Estás completamente ebrio George —acarició el rostro del chico lentamente, aún riéndose. George se veía adorable con ese sonrojo en las mejillas causado por la gran ingesta de alcohol—, deberías de ir a descansar.

George negó repetidamente con la cabeza.

Extoy bien, debríash tomag algo conmua —alargó las palabras mientras tomaba la botella que acababa de llegar. Por un momento estuvo a punto de caerse, pero Lys la sostuvo rozando sus dedos con los de él. Sintió como mil hipogrifos golpeaban su estómago, no estaba seguro si era debido a ella o a que pronto volvería todo lo que comió y bebió. Creía que él vomitando los zapatos de Hagrid no sería una imagen muy fácil de digerir para la chica. por lo que se concentró todo lo que pudo. Con dificultad logró servir en su vaso y en otro que estaba en la mesa, regando lo menos posible. Una vez que ambos vasos estaban llenos, acercó uno a ella—, hagta el fondiu.

Lys tomó el vaso que George le extendía y se sentó junto a él.

—No lo creo, George.

—Oh, al pageceg lag flangexas son unas cobagdes —George hizo una estúpida imitación de su acento. La rubia solo le lanzo una mala mirada y de un sorbo se acabó todo el contenido del vaso, el cual quemó su garganta—. Vaya boquita, me pregunto qué másh poda hacegg.

Las mejillas de la rubia se pusieron aún más rojas, probablemente por su comentario, que no le molestaba para nada, al contrario, le causaba gracia, pero le echaría la culpa al alcohol.

—Ni te imaginas.

Le guiñó el ojo siguiendo su juego, a lo que el pelirrojo soltó una risa.

Ante los ojos de Lys Delacour, George Weasley era jodidamente atractivo, y ahora con el cabello rojo despeinado y una camisa negra desfajada con los tres primeros botones abiertos y las mangas arremangadas que dejaba a la vista sus brazos y grandes manos que eran adornadas por unas venas muy marcadas hacían que el hombre fuera de lo más antojable y sensual, además de que era un gran besador, ella lo sabía por experiencia propia. Un solo beso de aquellos apasionados que solo él sabía darle ocasionaba de Lys mojara sus bragas.

—Quizá me podrías mostrar —la voz de George eras más gruesa de lo normal provocando que un escalofrió recorriera la espalda de la francesa, puso una de sus grandes manos en uno de los muslos de la rubia, el cual era cubierto por un ligero pantalón de mezclilla. A través del pantalón Lys sentía el calor que le brindaba.

—Quizá podría en un rato.

Ella se acercó más a él y besó sus labios de forma lenta y caliente para después separarse con una mordida en el labio inferior del chico, dejando al pelirrojo con ganas de más. La tensión sexual entre ellos era más que evidente para los presentes, por lo que Hagrid, aún ebrio, se llevó al profesor con él para ir a platicar con Rosmerta y demás personas que al parecer conocía.

Estuvieron unas horas entre platicas, besos y toqueteos de más, en las que los dos terminaron completamente ebrios. A trompicones lograron salir de las Tres Escobas. No podrían hacer una aparición en la posada pues en su estado es muy probable que terminaran con una despartición.

Caminaron por el pueblo cantando una tonta canción infantil que escucharon en el cumpleaños de Victoire, la poca gente que pasaba los veía raro, pero no les importaba, al contrario, soltaban grandes carcajadas.

Llegaron a la única posada que había en Hogsmeade y entraron tratando de hacer el menor ruido posible, pero las risas escapaban de sus labios al tratar de guardar silencio. George se ofreció a acompañar a su habitación a la ojiverde, la que acepto más que gustosa.

Ambos estaban en el pasillo de la habitación de la chica cuando ésta estuvo a punto de caer al suelo, George inmediatamente la tomo de la cintura.

—Te tengou.

—Mi hégoe.

Soltaron unas risas tontas cuando por unos segundos que parecieron una eternidad se vieron a los ojos, avellana contra verde. Ninguno quería apartar la mirada. Lys jaló del cuello de la camisa a George haciendo que sus labios chocaran en un roce algo brusco.

George sonrió mientras tomaba su rostro con ambas manos para comenzar a devorar su boca, el beso era demasiado ansioso y necesitado por parte de ambos, las manos del Weasley bajaron a su cintura para empujarla a la pared con brusquedad apegándola más a él haciendo que sus anatomías estén lo más cerca posible, la rubia dejó escapar un gemido de satisfacción al sentir como las masculinas y grandes manos apretaron su trasero.

Lys llevó sus manos a los botones de su camisa para comenzar a desabrocharla.

—A mi habitagción, ahoga.

La chica arrastró las palabras, aún estaba ebria. La caminata no logró desaparecer los efectos del alcohol.

Sin rechistar, George comenzó a caminar sin poner mucha atención, más que en los labios de ella y recorrer su cintura y culo con las manos. Con un movimiento —algo que por primera vez le resulto difícil— de varita logró abrir la puerta.

Cerró la puerta para volver a besarla con la misma intensidad metiendo la lengua en su cavidad y probando su sabor, el alcohol mezclado con algo de menta le resultaba aún más embriagador que el whiskey de fuego, pero esta vez tomó sus muslos para hacer que colocara las piernas alrededor de su cadera dejándose caer sobre la cama sin dejar todo su peso sobre la chica.

Dejó los labios para dirigirse al blanquecino cuello, en el cual inició un camino de besos húmedos, tenía un sabor dulce mezclado con el sabor de perfume que le resultaba delicioso, al mismo tiempo, el aroma a mandarinas se hacía cada vez más fuerte. Lys le quito la camisa con algo de dificultad. Varios gemidos se escapan de los labios color durazno. La habitación, antes fría se volvió caliente y tensa.

—George —suspiró cuando sintió las traviesas manos del chico rozarle la entrepierna por encima del pantalón. La erección de George crecía al escuchar mencionar su nombre con ese maldito acento que resultaba demasiado sensual. Le mordió cuello y succionó la piel de forma feroz, probablemente mañana amanecería con una marca en él.

El pelirrojo quito la blusa de estambre que traía la rubia que estaba bajo de él, un gutural gemido escapo de sus labios al ver que no tenía ninguna prenda que cubriera sus senos.

La mirada de Lys recorrió el torso desnudo de George, suele parecer delgado, pero realmente tiene una buena masa muscular; ni muy fornido ni muy delgado, y en sus brazos se podían distinguir unos muy buenos músculos, lo más probable es que sea por los años que ha jugado Quidditch. También logró observar unas pequeñas cicatrices que recorren su pecho y abdomen levemente marcado, las cuales seguramente han sido provocadas por la batalla de hace cinco años o por alguna de sus bromas o experimentos, pero a pesar de eso, el chico frente a ella le resulta lo más sexy del mundo.

George dejó un leve beso en sus labios para dirigirse de inmediato a sus pechos tomando el derecho con su mano, confirmando así sus sospechas, el pecho cabe perfectamente en ella, como si estuviera hecho especialmente para él, y es demasiado suave.

—Eres demasiado blanda, Lys.

Observó el otro y quedó fascinado con lo que veía: un pequeño y erecto pezón rosado. Relame sus labios para acercarlos a él, luce delicioso y todo es solo para él. Lame lentamente la punta del pezón sintiendo como la chica se retuerce debajo de él, haciendo que sus intimidades se rocen más.

Lys siente humedecerse al sentir la enorme erección de George, por lo que con dificultad adentra su pequeña mano en el pantalón del pelirrojo para acariciar el miembro sobre la tela del bóxer, sus toques son suaves, ocasionando que un escalofrió recorra el cuerpo del Weasley y un gemido salga por sus labios.

George succiona el pezón al inicio con delicadeza, pero después se vuelve más rudo, mientras que con la otra mano amasa el otro seno. Las caricias de Lys en su miembro palpitante lo estaban matando, deseaba quitar toda la ropa que los separaba y penetrarla duramente, tanto como para que ella llore de placer y pidiera más.

La chica, con la mano disponible, jala el cabello de George, dejando escapar varios suspiros y apretando un poco más la masculinidad de él.

—¡George!

Gritó levemente la chica cuando el más alto le mordió el pezón con algo de fuerza, y un dolor –que podría decir que fue más que satisfactorio– recorrió su cuerpo.

Al sentir como jalaba más fuerte su pelo y escuchar su pequeño grito, George se separó bruscamente al tener un momento de lucidez.

Pudo ver que aún se encontraba ebria.

—¿Pog qué paras?

Ella, al igual que él, aún arrastra las palabras.

—Estás ebria —se sorprendió al poder formular una frase coherente, al parecer el efecto del alcohol estaba disminuyendo—. Si lo hacemos sería como aprovecharme de ti.

George tomó con delicadeza –y con todo el dolor del mundo al no poder satisfacer sus necesidades con ella– la mano de Lys para sacarla de sus pantalones.

—Pero yo quiego...

George sonrió al escucharla. Si no estuviera tan ebria realmente se la follaría de una vez, de todas las formas posibles que se le ocurrieran, disfrutaría de su cuerpo toda la noche.

Le asombra su propio autocontrol, pero estaba seguro que él no se aprovecharía de ninguna chica ebria, no eran esos los valores que le habían inculcado en su casa y no le gustaría que alguien se aprovechara de alguna de sus chicas favoritas.

—Cuando estés sobria y aún quieras lo haremos.

Con todo su pesar se puso de pie mientras tomaba su camisa.

—Pero George, estoy muy mojada y caliente pog tu culpa.

Un escalofrió recorrió su espina dorsal al escuchar las palabras de Lys y al verla en la cama sin nada que cubriera su pecho con todo el cabello revuelto, las mejillas rosadas, los labios rojos e hinchados y los pezones erectos, imagen que se le hacía muy antojable, su garganta se puso seca, solo tenía sed del cuerpo de la veela, su erección comenzó a aumentar hasta el punto de doler.

Mordió fuertemente el interior de su mejilla y agito la cabeza, volviendo a la realidad.

—No, cariño, hoy definitivamente no —se acercó a ella y tomo una cobija—. Es mejor que duermas, mañana amanecerás con una gran resaca.

Lys balbuceó muchas cosas y maldiciones en francés, George la envolvió en las cobijas como si fuera un taco, el cuerpo de la chica era liviano y muy fácil de manejar pues estaba ebria y a punto de dormirse.

Besó su frente y colocó bien su camisa para salir de la habitación de Lys, asegurándose de poner un hechizo en ella para que nadie pudiera entrar, e ir a la suya a tomar un baño de agua helada y hacer uso de su vieja amiga, la mano derecha.

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