Doce.
Zibelth.
George Weasley descubrió que estaba enamorado por primera vez cuando tenía dieciocho años y Bellatrix Lestrange casi mató a la menor de los Black, en lo único que podía pensar era en lo mucho que le hubiera gustado ser más que un amigo de Zibelth Black.
Conoció a Zibelth cuando tenía diecisiete en el verano que pasaron en el número doce de Grimmauld Place, lo primero que llamó su atención fue su actitud algo arrogante, pero al mismo tiempo amable, seguido de su sonrisa y para finalizar esos ojos grises que siempre reflejaban curiosidad, para él fue algo más allá que físico.
Pero no era el único flechado, también Fred, su hermano, que, a diferencia de él, siempre llamaba en primer lugar la atención, y esa vez no fue le excepción. Podía comparar a Zib y Fred como dos imanes, desde el primer momento se atrajeron, no era sorpresa para los que habitaban Grimmauld Place ver a los tres juntos, pero todos sabían que había algo más entre el gemelo mayor y la azabache, tal vez eran esos coqueteos disfrazados de bromas, las sonrisas o tal vez las miradas que intercambiaban cuando creían que nadie los veía.
Remus y Sirius siempre decían que no se trataba de más que de una atracción de verano, que terminaría cuando volvieran al colegio, pero, para desgracia de George, no fue así. Siguieron intercambiando cartas, por lo regular Fred y George recibían a la lechuza de Zib que traía una carta dirigida a los dos y aparte una que siempre tenía escrito "Fred Weasley", se notaba la alegría de su gemelo al recibirla, su ánimo mejoraba bastante, era obvio que eso iba más allá de una atracción de verano.
Tal vez George debió perder la esperanza cuando Fred lo arrastró a interrumpir la fiesta de compromiso de Zibelth Black y Draco Malfoy, inclusive llegó a enfrentarse a Lucius Malfoy. Pero era necio, deseaba con todas sus fuerzas que solo fuese un capricho de su hermano y pronto terminara, pero, para su desgracia, no fue así.
Después de abrir Sortilegios Weasley en el numero noventa y tres en el callejón Diagon, Bill anunció que se casaría con Fleur Delacour, algo que no le pareció a Molly, su madre trató de convencerlo de que no lo hiciera, y que Zib —su consentida hasta la fecha— se casara con él, fue en ese momento que una de sus peores pesadillas se volvió realidad, aún podía recordarlo con claridad.
"—William, recapacita —su madre estaba exaltada y molesta—, no te puedes casar tan rápido con esa francesa.
Ginny, Harry, Arthur, Ron, Zib, Fred y George observaban cómo el mayor de los Weasley discutía con la matriarca de la familia.
—¡Mamá, ya lo decidí! —Bill parecía exasperado—, me casaré con Fleur.
—Molly —habló Arthur con la calma que lo caracterizaba—, ya déjalo, ya lo decidió.
—Yo estoy de acuerdo con mamá —interrumpió Ginny—, Bill debería casarse con alguien más, y no con la Flema.
—¡Ginny!
Regañó el mayor, los gemelos y Zib reían lo más silencioso que podían, era muy divertido ver esa discusión.
—Bill, cariño, tu hermana tiene razón —Molly se acercó a su hijo mientras le hablaba de forma cariñosa—, mereces a alguien más...
—¡A alguien igual de genial que Anirak! —la pelirroja menor adoraba a Zibelth como si fuera su hermana, la mencionada se sonrojó y desvió la mirada—, ella es genial y casi ha pasado todas las pruebas para convertirse en Auror, ¿qué más quieres?
George observó cómo Fred borraba la sonrisa de su rostro para acercarse más a la azabache.
—Ginny, me casaré con Fleur.
—Vamos, Bill, si te quieres casar, ¿por qué no lo haces con Anir? —Fred se puso de pie mientras que George y la Black trataban de hacerlo volverse a sentar—, tú y ella son buenos amigos, se llevan muy bien, harían una excelente pareja.
—Mamá, Ginny —Bill soltó un suspiro—, entiendan que con la que me quiero casar es con Fleur.
—Pero Anir y tú serí...
—Además, Anirak no se puede casar con Bill —Fred se libró del agarre de los otros dos para interrumpir la discusión—, porque ella es mi novia.
Toda la Madriguera se quedó en completo silencio, George abrió los ojos con sorpresa mientras un hueco se formaba en su pecho, sabía muy bien que traían algo, pero no que ya tuvieran una relación.
—¿Qué? —Molly giró la mirada a ambos chicos, Fred había tomado la mano de Zib para que se parara a su lado—. ¿Ustedes dos?
—Sí, mamá, creímos que era algo obvio para ustedes —se encogió de hombros—. Anir y yo nos gustamos desde hace más de un año.
—¡Oh, niños!
Molly emocionada se acercó para abrazarlos mientras todos comenzaban a celebrar, estaba más que claro que la familia Weasley adoraba tener a Zibelth como novia de uno de sus miembros.
George, a pesar de conocer los sentimientos que Fred profesaba por la heredera Black, sentía un inmenso vacío en el corazón al saber que eran más que correspondidos, por más que trataba, no podía sentirse feliz por su hermano y eso lo estaba matando".
Desde ese entonces prometió no meterse en la relación de su hermano, porque, aparte de todo, Zibelth era su mejor amiga y quería lo mejor para ella.
Pero en estos momentos George se encontraba más que confundido viendo cómo Zibelth salía del probador con un hermoso y largo vestido blanco, se veía más que preciosa, el vestido tenía un corset pegado que la hacía resaltar más sus curvas. En otros tiempos estaría nervioso y con sus mejillas sonrojadas, en cambio ahora, admiraba lo hermosa que se veía, porque ella siempre lo era, pero no iba nada más allá de eso.
—¿Qué opinas, George? —su cuñada le sonrió, él se acercó a ella para tomarla de la mano y hacerla dar una vuelta—. ¿Crees que a Fred le guste?
—Te ves hermosa —le sonrió con cariño—, estoy más que seguro que Fred morirá por verte así —depositó un suave beso en su mano—, aunque conociéndolo, preferirá verte sin él.
Las mejillas de la chica se encendieron rápidamente.
—¡George!
Las risas del pelirrojo inundaron el lugar antes silencioso llamando la atención de los clientes y empleados mientras que Zib solo negaba con la cabeza.
—¿Me lo vas a negar?
—Al parecer le ha gustado el vestido de su prometida —una mujer más baja que Zib y con canas en el cabello se acercó a los dos—, cumplimos con todas las especificaciones que nos dio la señorita la última vez que vino, también su traje ya está listo.
—¿Qué? ¿Traje? —George la observaba con confusión—. Ah, no, no, creo que me confunde.
—Pero, si el mes pasado viniste a la prueba, querido.
George le sonrió amablemente.
—Me está confundiendo con mi hermano gemelo —George se sintió extraño, tenía tiempo que nadie los confundía, bueno, desde que se quedó sin oreja—, ella es mi cuñada, no mi prometida.
—Oh, lo siento, es que son idénticos.
—Sí, eso nos han dicho.
La anciana se acercó a Zibelth que se veía en los espejos que había alrededor buscando que no tuviera ningún detalle el vestido, la Black solía ser algo perfeccionista.
George se sentó en un sillón que estaba frente a los probadores en lo que la chica iba a cambiarse, ya llevaban más de medio día en esa tienda de vestidos, estaba algo aburrido, lo único que veía era entrar y salir a distintas mujeres muggles por vestidos de novia, Fred y Zib habían decidido comprar el traje y vestido en una boutique muggle, ya que, según ellos, todo era más moderno que en el mundo mágico a pesar de que se tardaban más de medio año en tener todas esas cosas listas, sin duda el mundo sin magia era muy difícil.
Zibelth salió con su ropa normal, George agradeció internamente poder salir de ese lugar que se estaba volviendo su infierno personal, no se imaginaba a él comprando un traje de novio o buscando cosas para una boda, nunca había pasado por su mente el hecho de casarse, sentía que no era algo muy necesario en su vida.
[...]
George observaba toda la casa a detalle, era grande y de paredes blancas con detalles negros que la hacía ver elegante, la mayoría de los muebles eran a juego en color negro y parecía tener muchas habitaciones, ya había ido antes con Fred, pero nunca se detuvo a prestar atención, ya que su hermano solo iba a dejar muebles o cualquier cosa y se iban a hacer cualquier otra cosa, en cambio su cuñada se tomaba el tiempo para poner las cosas en orden.
George entró a la cocina para sacar la comida que pasaron a comprar en un restaurante de comida rápida muggle llamado KFC, el pollo empanizado y puré tenían buena pinta, pero la ensalada de repollo no se le antojaba para nada.
Zib se sentó frente a la barra de la cocina frente a él.
—¿Ya está todo en orden?
—Al parecer —soltó un suspiro—, no pensé que casarse fuera tan difícil.
George tomó una pierna de pollo para comenzar a morderla.
—¿Para qué aceptas?
—¿Y tú? ¿Para cuándo?
Zib lo imitó y también inició a comer.
—¿Qué cosa?
—¿Cuándo piensas casarte?
—¿Con quién me voy a casar? Ni novia tengo.
—¿Y Lys?
—Solo somos amigos.
—Amigos de los que cogen —Zib comenzó a reír al ver cómo George se ahogaba con un pedazo de pollo—. No me lo puedes negar, la otra vez los vimos en la bodega de Sortilegios, y el sábado en la madrugada Fred y yo regresamos al departamento y escuchamos ciertos ruidos...
George, que había dejado de ahogarse con el pollo, tomó un poco de agua de forma rápida mientras su rostro se teñía de rojo.
—¿Nos escucharon?
—No son muy silenciosos, al parecer estabas dándole duro.
—¡Zibelth!
—¿Qué? Tuvimos que pasar la noche en Grimmauld Place y no fue muy divertido —se encogió de hombros—, mi papá todavía quiere matar a Fred por lo de la otra vez.
—¿Ahora qué le hizo Fred a Sirius?
—Digamos que nos descubrió en el salón de la casa en cierta situación incómoda.
—¿Estaban follando en el sillón? —la azabache negó mientras mordía el pollo—. ¿Entonces? —ahora la ruborizada era Zibelth—. No me digas que los vio cuando tú se la estabas ch...
—¡George! —la azabache le lanzó un pedazo de comida, George comenzó a reír escandalosamente—. No es gracioso, papá petrificó a tu hermano con los pantalones abajo, casi le lanza un crucio.
—En serio, Zibelth —George seguía riéndose—, creo que casi todos los hemos visto alguna vez teniendo sexo, ya deberían de controlar sus hormonas.
—Mira quién lo dice —La Black lo miró entrecerrando los ojos—, el señor que baja a follar a la bodega de Sortilegios y ni siquiera hechiza la puerta para que nadie pueda entrar.
—Cállate, Black.
La mencionada puso los ojos en blanco.
—Y, volviendo al tema, ¿qué te traes con Lys?
—Ya te dije que solo somos amigos —se encogió de hombros—, la pasamos bien juntos.
—Pienso que te gusta —Zibelth comenzó a recoger la basura—, se ven bien juntos y ella me cae mejor que Katie —hizo una mueca al decir ese nombre—, no sé cómo salías con esa chica, pero volviendo a Lys, deberías tener algo más con ella que solo sexo.
—Estamos bien así, sin una relación de por medio, más que amigos.
—A veces siento que eres el gemelo menos tonto, pero luego hablas y veo que no.
—¿Acabas de llamar tonto a tu prometido?
—No —sonrió con inocencia—, ¿cómo crees? —George solo sonrió con burla—. Pero deberías pensártelo, las chicas guapas como Lys no están toda la vida solteras, y a Neville no le parece indiferente.
—¿A caso esperas que vaya en este momento a pedirle matrimonio o qué?
—Exactamente, porque a cómo vas, ni en rifa vas a salir.
—Eres una tonta.
—Es más —Zib se acercó a él—, hagamos una apuesta.
—¿Qué apuesta, Zib? La última vez que aposté contra ti, terminé con unos granos en el culo que dolían como el jodido infierno.
La azabache sonrió al recordar cómo le ganó apostando a que Fred terminaría desmayado si bebía una botella de Whiskey de fuego solo, George tenía esperanza de que la resistencia de su hermano al alcohol fuera mayor.
—No puedes negar que fue divertido —la sonrisa de la chica creció aún más—. Cien galeones a que en menos de un año estarás como idiota enamorado de la rubia.
—¿En serio, Zib? —ella asintió—, está bien, acepto.
Y ambos estrecharon las manos cerrando la apuesta.
—Y cambiando de tema, ¿cuántas habitaciones tiene esta casa? Parece enorme.
—Diez, aparte el estudio, el laboratorio, la terraza, el cuarto de lavado...
—¿Para qué tantas?
—Una es la de Fred y la mía, otra es tuya...
—¿Mía?
—Sí, ya sabes, suponíamos que vendrías con nosotros o, aunque sea pasarías algunos días aquí hasta que te cases con Lys.
—Pero se están por casar, ustedes dos, ya sabes.
—George, sí, me voy a casar con tu hermano, pero ya sabes, tú vienes en el paquete —los ojos de George se aguadaron un poco—, ¿no esperabas que te fuéramos a dejar completamente solo? Siempre hemos sido los tres desde que nos conocemos, además, en esta casa hay mucho espacio.
—Zib...
George la abrazó, cosa que fue devuelta, al pelirrojo lo inundó una calidez muy distinta a la que anteriormente sentía cuando la abrazaba, y en ese momento solo vino a su mente un aroma a mandarina y cierto cabello rubio.
—Ya sabes lo mucho que te quiero, George, y a Fred tampoco le gustaría dejarte completamente solo en el departamento, pensé que ya te lo habría dicho.
Estuvieron abrazados un rato más para después separarse y comenzar a recoger todo lo que habían usado para comer mientras platicaban de cualquier tema. Cuando terminaron se dejaron caer en el sofá, se suponía que Fred los alcanzaría ahí en un rato más.
—George.
—¿Mmh?
—¿Qué opinas de ser tío?
—¿Tío? —George la observó—, pues, está bien, digo, me llevo bien con Victoire y me es fácil tratar con niños.
—Me refiero a un hijo mío y de Fred.
El corazón de George comenzó a latir ferozmente, ya estaba más que asimilado que Zib se casaría con su hermano y últimamente estaba confundido por ella, pero nunca llegó a pensar que Fred y Zibelth quisieran tener hijos, Fred siempre había dicho que quería disfrutar más sin tener una gran responsabilidad como un hijo, y el hecho de pensar en eso causaba una punzada de celos en él.
—¿Tú estás...?
No pudo terminar de preguntar porque su hermano acaba de salir de la chimenea que estaba frente a ellos con una sonrisa en el rostro para comenzar a preguntarles qué tal les había ido el día de hoy.
✷✷✷
Lys Delacour se encontraba sentada sola en una mesa en medio del restaurante que acababan de abrir en Hogsmeade, varios de sus alumnos la saludaron mientras ella esperaba pacientemente a que su acompañante llegara e inclusive algunos hombres se le acercaron para tratar de coquetearle, pero ella los rechazaba de manera amable.
—Hola, guapa —un hombre algo mayo se paró a su lado sonriéndole—, ¿qué haces tan sola?
—Espero a alguien.
Lys lo observó sin gesto alguno.
—¿No quieres compañía? Podría invitarte a algo.
—No, gracias.
—Vamos, preciosa, podemos pasar un buen rato.
—Realmente no me interesa en absoluto su compañía.
—Una chica tan linda como tú no debería estar sola.
—¿Qué? ¿Acaso tu cerebro de mierda no entiende un no? —el hombre alzó la vista molesta—. ¿Acaso tenemos que deletreártelo para que entiendas? Ene, o, no, es muy simple, ahora lárgate.
—Estoy hablando con ella, no contigo, tal vez por el otro lado haya alguien que quiera bridarte atención, chiquilla.
Lys soltó una risa, le hacía gracia ver a la azabache molesta y por lo que le había contado George no tenía mucha paciencia.
—Como si quisiera la atención de alguien tan asqueroso como tú, ahora, lárgate antes de que te mande a Azkaban por cualquier razón absurda que se me ocurra.
—¿Mandarme a Azkaban?
Antes de darle más explicaciones llegaron los meseros que amablemente hicieron que ese hombre se retirara.
—Hola Lys —la azabache se sentó frente a ella—, perdón por tardarme, ¿has pedido algo?
—La especialidad de la casa —amabas se sonrieron—. ¿Qué tal todo?
—Bien, estaba en Sortilegios, pensé que estarías con George.
—No...
La rubia hizo una mueca que no pasó desapercibida por Zib.
—¿Qué? ¿Se pelearon? Hasta donde sabía, estaban bien.
Los meseros dejaron la comida en la mesa y se retiraron.
—Sí, creo que estamos bien —soltó un suspiro—, bueno, no sé.
—¿A qué te refieres?
—Bueno... el domingo pasado quedó de irme a ver a Hogwarts, tal vez no debería darle tanta importancia, pero no llegó —jugó con el tenedor en la comida—, y no me ha escrito en toda la semana y, no sé, pensé que, a pesar de tener solo nuestros ratos, éramos amigos.
—Creo que sé por qué no fue el domingo —la culpa recorrió a la de ojos grises—, te juro que no sabíamos, pero Fred y yo lo entretuvimos todo el día, así que fue por eso que no llegó, no por otra cosa —la rubia la vio asintiendo—. Y sobre dejarte de escribir, George y Fred son muy despistados, no es por excusarlos, pero esta semana han tenido mucho trabajo, hasta Fred se olvidó de ir a recoger unas cosas de la boda, así que no te preocupes, igual, George no es de los hombres que solo te dejan de hablar porque sí, lo conozco y sé que una razón debe tener.
—¿Crees que sea eso?
—Estoy segura y, bueno, por lo regular, cuando se siente culpable espera a ver que la otra persona no esté enojada para acercarse, así que de seguro piensa que estás enojada con él.
—Pero no lo estoy...
—Pero George es tonto, así que no lo sabe —la azabache sonrió de una forma extraña para Lys—, pero podrías castigarlo...
—¿A qué te refieres?
—Te voy a contar un secreto de los gemelos —Zib bajó un poco la voz y le hizo una seña a la rubia para que se acercara como si le estuviera por revelar cómo abrir la cámara de los secretos y sacar al basilisco—. Esos dos siempre parecen muy seguros y dominantes, pero realmente les gusta ser sumisos.
—¿Sumisos?
—Sí, bueno, eso lo descubrí con Fred un día que nos peleamos, no importan los detalles, el chiste es que se le escapó que a George también le gusta hasta cierto punto ser dominado en lo sexual.
—¿Cómo?
Zibelth se acercó más a ella dándole varios consejos que la rubia nunca pensó poner en práctica, pero quizá le servirían para darle una lección a cierto pelirrojo.
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