Dieciséis.
Feliz cumpleaños, Black.
George caminaba por el pasillo principal de Hogwarts, mientras recordaba todas las bromas que había hecho en ese lugar, algunos alumnos corrían escapando de la gata de Filch como él lo hizo cuando era joven, sin duda el tiempo pasaba rápido.
Soltó un suspiro abrumador al recordar que en ese lugar conoció a Katie, si no se hubiese separado de su gemelo cuando Filch los perseguía, y no hubiese aceptado la ayuda de la castaña, otra historia sería. A lo largo de su vida había tomado malas decisiones, y una de ellas eras esa.
—George.
Se giró para ver quién lo llamaba, y por un momento se quedó sin aire ni palabras, siempre la había considerado extremadamente bonita, pero ahora con ese vestido rosa palo cernido al cuerpo, que le llegaba a medio muslo, y con el cabello rubio que caía en pequeñas ondas, enarcando su rostro, la hacía lucir preciosa, parecía una princesa de esos cuentos de hadas muggles, que a veces tenía Victoire, o inclusive aún más hermosa. No encontraba con qué compararla porque todo se quedaba corto al lado de Lyssane Delacour. El pelirrojo notó que llevaba un maquillaje ligero con los labios color durazno, dándole un aire de inocencia.
—¿Qué pasa? ¿Es demasiado? —La rubia parecía preocupada, mientras jugaba con el collar que adornaba su fino cuello—. Es que, como he escuchado que la familia Black es casi la aristocracia en el mundo mágico, no sabía muy bien cómo arreglarme, Zibelth me dijo que solo era una comida en la que iba a estar su familia, y no sabía qué ponerme.
George solo comenzó a reír al escuchar todo lo que ella decía.
—Tranquila, Lys —George acarició suavemente su mejilla—. Siempre estás hermosa, y con cualquier cosa que te pongas te ves bien —Hizo una pausa—. No deberías de preocuparte tanto por la familia Black, Sirius es muy amable, y a Zib ya la conoces, así que tranquila, no todo lo que escuchas es cierto.
—Pero todos dicen...
George sonrió divertido.
—Créeme que, si fueran como dicen los rumores, Fred no estaría por casarse con la única heredera de esa familia, mi familia es considerada traidora de la sangre, así que sería imposible para mi hermano tener una relación con ella —Lys sintió como si le quitaran un peso de encima—. Pareciera que estas por conocer a tus suegros.
—No, es que —Las mejillas de la rubia se volvieron rojas—, Zib es la primera amiga que tengo aquí, ya sabes, vine a Londres sin conocer a nadie, y todos mis conocidos están en Francia, así que me preocupaba no agradarle a su familia o algo.
—Eres adorable —El pelirrojo sonrió, enternecido por las palabras de la chica—, tan adorable, que a cualquier persona le agradarás, te lo aseguro.
—Eso espero.
—Anda, vamos.
George le extendió su brazo, el cual Lys tomó gustosa, para comenzar a caminar a la salida de Hogwarts.
Una vez que estuvieron a las afueras de Hogwarts, George la tomó de la mano, advirtiéndole que harían una aparición. Rápidamente llegaron a un viejo callejón en un vecindario muggle en el municipio de Arlington.
—¿Estamos en el Londres muggle?
Lys observaba todo con curiosidad, mientras caminaban por el vecindario.
—Así es.
—Pensé que estaría en otro lugar.
—Está escondida en el mundo muggle —Ambos se detuvieron frente al número once y trece de Grimmauld Place—. Llegamos.
—Qué raros son los muggles, falta un número.
Lys señaló los números, y George solo soltó una risilla, para tomar su varita, y tocar la pared con la punta de ésta.
Lys observaba cómo las casas vecinas eran empujadas a los lados, para aparecer entre ellas una puerta.
—Bienvenida al número doce de Grimmauld Place.
George tocó el timbre, y escuchó cómo el retrato de Walburga comenzaba a gritar, sin duda Sirius se enojaría.
—¿Quién grita?
—La abuela de Zibelth.
—¿Qué? ¿Ella no está muerta?
—Es un retrato de la vieja bruja, que está pegado con un hechizo de presencia permanente —explicó George, para agregar con pesadez—: nunca lo pudimos quitar.
—¿Viviste aquí?
—Pasé todo un verano en esta casa, y por lo regular vengo muy seguido, ya que casi siempre hay reuniones, aunque a veces son en la Madriguera.
—¿La Madriguera?
—La casa de mis padres, es donde crecí.
El pelirrojo sonrió con orgullo.
—¡Mocoso! ¡Cuántas veces he dicho que no toquen el timbre!
Lys observó al azabache, que llevaba un traje algo moderno, frente a ella. Tenía un gran parecido con Zib, ahora entendía de dónde había sacado ese porte de elegancia.
—¡Hey, Sirius! —saludó alegremente George, para tomar la mano de Lys, y entrar—. ¿Cómo estás?
La rubia veía todo a su alrededor, había un gran pasillo, que tenía una gran iluminación, las paredes estaban adornadas con algunos retratos de diversos magos, al contrario de lo que ella imaginó, la casa parecía muy alegre.
—Bien, George, ¿qué tal todo? Tu copia barata me ha comentado que les va muy bien con el negocio.
Lys soltó una risilla al escuchar cómo se refería al gemelo mayor.
—Muy bien —George le sonrió, mientras estrechaba la mano del mayor—. Al parecer sigues sin estar muy feliz con Fred.
—¿Cómo quieres que esté feliz con el alcornoque que se acuesta con mi única hija? —Puso los ojos en blanco—. Tu hermano es un descarado, si vieras en cada situación que lo he encontrado...
—Sí, me contaron que lo petrificaste con los pantalones abajo, pensé que te acostumbrarías, ya llevan siete años —Los tres rieron—. Ah, por cierto —George jaló levemente a Lys, para ponerla delante de él—. Ella es Lys Delacour, supongo que Zib ya te contaría sobre ella.
—Un gusto señor Black.
Lys le extendió la mano.
—Un gusto, señorita —Tomó su mano, para dejar un beso en el dorso de ésta, y después sonreírle con un aire de coquetería—. Llámame Sirius, por favor, y sí, Fred y Zib me han contado mucho sobre ella, me han dicho que ustedes dos son amigos muy cercanos —Sirius recalcó la palabra «muy», y le dirigió una pícara mirada a George, el cual comenzó a imaginar todo lo que esa pareja de idiotas le habría contado, solo esperaba que no le contaran nada a los demás que estaban en esos momentos, o empezarían con las preguntas incomodas.
Lys sintió las mejillas enrojecer, no pensaba que habrían hablado de ella, quería creer que pasaría desapercibida.
Los tres comenzaron a caminar por el largo pasillo, para llegar a un conjunto de estrechas escaleras de piedra, y bajar con cuidado. Llegaron a escuchar distintas voces y risas. Sirius fue el primero en entrar, pero Lys parecía estar petrificada.
—¿Pasa algo?
George se paró frente a ella.
—Me siento un poco nerviosa, no conozco a nadie aquí.
—Me conoces a mí, a Zib y a Fred —George acarició sus mejillas—, también está Fleur y Bill con Victoire.
—No me dejes sola, ¿quieres?
—Nunca, preciosa —George presionó sus labios sobre los de ella por unos segundos, para después separarse. La tomó de la mano y le abrió la puerta—. Adelante.
Lys fue la primera en entrar, topándose con cierta escena.
—¡Mantén tu sucia boca lejos de mi hija, maldita comadreja!
Sirius jalaba la oreja de Fred, mientras él y Zibelth solo reían.
—Lo bueno es que no viste dónde tenía la boca ayer, porque, si no, me matas, suegrito.
—¡Frederick!
Molly y Arthur comenzaron a reñir a Fred, mientras los demás solo reían. Zib, por su parte, trataba de evitar que el Black mayor dejara al otro de los gemelos sin oreja.
George y Lys también rieron, llamando la atención.
—¡George, cariño! —Su mamá dejó de regañar a Fred, para ir a abrazar al pelirrojo—. Pensé que llegarías junto con Fred.
—Mamá —George correspondió al abrazo—, fui por alguien —Todos dirigieron la mirada a la rubia—. Es Lys Delacour.
—Un gusto, cariño.
Molly abrazó emocionada a la rubia, la que sorprendida correspondió al abrazo. Molly estaba feliz de que por fin George trajera a una chica, y, aparte, que cierta pareja le había contado que últimamente era muy cercano a Lys Delacour.
—¡Lyssane! —Fleur se levantó de inmediato para ir a abrazar a su prima y besar sonoramente sus mejillas—. No sabía que vendrías.
George soltó con delicadeza su mano, dejando que saludara a su prima, Fleur, y Victoire, la cual se había acercado a saludar a su tía.
Fred y Zibelth se acercaron a George, mientras sonreían maliciosamente.
—¿Por qué me ven así, par de idiotas?
—Llegaste con la rubia de la mano.
Comenzó su cuñada, para subir y bajar las cejas de forma picara.
—A una reunión familiar.
La completó Fred, que lo codeaba.
—¡Para nosotros, eso significa que están juntos!
La pareja chocó los cinco en forma de celebración.
—Dejen de ver tantas películas muggles, les afecta el cerebro.
—¡No lo estás negando! —canturreó Fred, con una enorme sonrisa, y Zibelth lo secundaba.
—Es suficiente —George le dio un golpe en el estómago a Fred dejándolo si aire, Sirius al ver esto, le alzó los pulgares a George en forma de felicitación—. ¡Feliz cumpleaños, Black!
Se acercó a su cuñada para abrazarla y alzarla unos centímetros del piso, mientras su hermano estaba encuclillado en el suelo, sobándose el estómago.
—¡Gracias, Georgie! —Una vez que la puso en el piso, le extendió una caja envuelta de papel de regalo—. No debiste de molestarte.
—Oye, eres mi chica favorita, claro que lo haría.
Le guiñó el ojo, y despeinó su cabello, para ir a sentarse al lado de la rubia.
[...]
Observaba cómo Lys y Zib platicaban alegremente frente a él. Nunca había puesto atención, pero Lys arrugaba la nariz de forma muy tierna cuando reía, al igual que sus mejillas se sonrosaban con facilidad, parecía disfrutar demasiado de la conversación, pues apenas y había comido un pedazo de pastel.
—Parecen llevarse muy bien —Fred se sentó a su lado, mientras se sobaba la oreja izquierda—. Si Sirius sigue así, volveremos a ser idénticos. Casi me arranca la oreja.
George soltó una risa sin apartar la mirada de la rubia.
—Quizá deberías de dejar de tratar de comerte a Zib cuando él está enfrente de ti.
Fred metió un pedazo de pastel en su boca para hablar.
—¿Has visto a Zib? No puedo mantener mis manos alejadas de ella por más de un minuto, es una maldita diosa.
Fred le mandó un sonoro beso a su novia, la cual había volteado a verlos, para después sonreír tontamente, y seguir hablando con la rubia, George solo puso los ojos en blanco al ver ese gesto, algunas veces le provocaba celos el ver cómo eran de melosos.
George se tomó unos segundos para fijarse en la azabache, era guapa, pero a la vez, era una belleza muy distinta a la de Lys, la cual cada que entraba en su campo de visión, parecía un sol por lo radiante que era.
Agitó la cabeza, para ver a su hermano.
—¿Ya le diste su regalo a Zib?
—Solo el que le podía dar cuando hubiera gente —Bajó la voz, acercándose a George—. Si le doy la parte que compramos en la tienda a la que te llevé, estoy seguro de que Sirius o Remus me lanzarían un Avada Kedavra, y aún quiero llegar a mi boda. Agradezco demasiado que Regulus se encuentre de viaje en África, haciendo sus investigaciones de esa magia rara.
—Sigo sin entender cómo Sirius aceptó que te casaras con su hija.
—¡Oye! Me costó un ojo morado provocado por mi suegro, y dos horas de un interrogatorio tomando Veritaserum por parte de Remus, lo mínimo que me merecía era que me dejaran casarme con ella.
George rio, recordando ese día, sin duda Fred no la había tenido tan fácil con ese par, que parecían un viejo matrimonio.
—¿Y si no te hubieran aceptado?
—Hermano, ya tenía dos planes en mente —Fred sonrió, mientras tomaba un vaso con whiskey de fuego—. El primero era escaparme con ella a Las Vegas, en ese lugar muggle te puedes casar en menos de una hora; y el segundo era hacerle un hijo, y que Sirius no tuviera más opción que darme su bendición —Ambos soltaron una risa por lo estúpido que era ese plan—, aunque el segundo era mi menos favorito.
—¿Por?
—Ya sabes —Fred pareció pensarlo—, aún no quiero hijos, quiero disfrutar más el tiempo con la chica de mis sueños.
«La chica de nuestros sueños, Freddie»
Últimamente su yo interior se hacía muy presente, pero para su desgracia siempre tenía razón.
Una pizca de molestia golpeó el pecho de George. ¿Y si le decía a Fred todo lo que sentía por Zib? Aún temía que Katie lo hiciera, quizá sería mejor que su hermano lo supiera por él, antes que por alguien más, pero de inmediato desechó esa idea al ver cómo Fred sonreía como tonto enamorado, viendo a la chica frente a él.
Sintió cómo alguien se sentaba junto a él, y Fred era arrastrado por su prometida a quién sabe dónde.
—Pareces disfrutar.
—Tu familia es muy linda, al igual que la de Zib.
La rubia puso la mano sobre el muslo de George, provocando que él se respingara en el momento que lo apretó.
—Prácticamente ya es la misma —Se encogió de hombros—. Por lo que vi, le agradaste mucho a Ginny y a mi mamá.
—¿En serio?
La mano de Lys subía y bajaba lentamente, sentía la calidez de su palma a través de la tela del pantalón, las pupilas de George comenzaron a dilatarse, dirigiéndole una mirada a la chica, que ella conocía muy bien.
—Sí, no te dejaron ni un segundo en paz.
—Me agradaron.
La pequeña mano comenzó a subir más, acercándose peligrosamente a su miembro, que comenzaba a despertar. George se mordió el labio, para hablar con la voz ronca.
—Lys...
—¿Pasa algo, Georgie?
Lys le sonrió de forma inocente.
—¡Hey, tortolitos!
Ginny se sentó frente a ellos con una gran sonrisa en el rostro.
—¿Qué pasa, Ginny?
George le sonrió falsamente, mientras sentía cómo la mujer junto a él daba inicio a diversas caricias en su erección sobre el pantalón.
—¿Se quedarán hasta tarde? —La pelirroja sonrió—. Harry y yo compramos dos botellas de whiskey de fuego, y pensamos que cuando se fueran los ancianos, podríamos hacer una pequeña noche de juegos, ya sabes, como en los viejos tiempos. Zib, Fred, Hermione y Ron están de acuerdo, solo faltan ustedes.
La rubia apretó el miembro de George, para comenzar a bajar la bragueta, al menos la mesa era lo suficientemente ancha como para cubrir todo lo que pasara por debajo de ella.
—Por mi sí —El pelirrojo a duras penas y podía hablar por la sensación que recorría su cuerpo cuando Lys metió la mano dentro del bóxer, y tocó directamente su miembro—. ¿Lys?
—Claro, Georgie.
La pelirroja se quedó un rato más platicando con ellos, mientras George trataba de disimular lo más que podía, pero las tortuosas y suaves caricias de Lys sobre su erecto pene no ayudaban, sentía cómo las gotas del líquido pre seminal escapaban de su entrada, y mojaban la mano que lo acariciaba, el morbo de ser descubiertos por cualquier persona en ese lugar lo volvía todo más excitante, incluso varias veces se ahogó con su saliva cuando intentaba contener sus gemidos, provocando que Ginny lo viera preocupada, y que la rubia con la mano vacía le acercara una vaso con agua con una tierna sonrisa, fingiendo estar preocupada por lo que le sucedía.
Su cuerpo estaba extremadamente caliente, y su imaginación no ayudaba en nada, en todos los escenarios que tenía en la cabeza terminaba follando duramente a Lys Delacour sobre la mesa que ahora los cubría, y ella gritaba su nombre pidiendo más. Si Lyssane seguía con las caricias, pronto se correría.
Pero, gracias a Merlín, Zibelth llegó como su salvadora, para llevarse a las dos chicas que estaban con él a su habitación, ya que había llegado su vestido de novia y quería enseñárselo.
Soltó un suspiro al ver que nadie se fijaba en él, así que, con todo el disimulo posible, subió el cierre del pantalón, y salió de la cocina para subir corriendo al primer baño que encontrara.
Rápidamente lanzó el hechizo silenciador a la puerta del baño que cerró. Bajó sus pantalones y bóxer al mismo tiempo, la punta de su miembro estaba roja e hinchada por la estimulación que había tenido, y el líquido pre seminal escurría. Comenzó a acariciar su longitud suavemente, recordando las caricias que Lys le había dado varias veces, sus manos eran tan suaves, que lo hacían sentir en el mismo cielo, al igual que su pequeña boca se acomodaba fácilmente, su maldita y caliente boca que le había dado el mejor sexo oral del mundo, nada se comparaba al sentir su húmeda lengua recorriendo toda su longitud de forma lenta.
Echó la cabeza hacia atrás, aumentando la velocidad.
—Mierda —Soltó un suspiro, y solo podía pensar en Delacour—, Lys...
Gemía su nombre, mientras bombeaba su miembro. La deseaba, y sentía la necesidad de estar dentro de ella, disfrutando de su humedad, y de lo malditamente apretada que era, le encantaba sentir cómo sus paredes vaginales aprisionaban su polla cuando la embestía salvajemente, pero lo que más lo calentaba eran sus expresiones, ver cómo su rostro se contraía, y ponía los ojos en blanco, con el cabello revuelto, dándole un aire más sensual, y saber que todo eso lo provocaba él.
A los pocos segundos se corrió de forma rápida en la taza del baño, donde logró apuntar. Se sintió liberado.
Lyssane Delacour lo estaba volviendo loco.
(N/T: ¡Heey, ladies! Como la mayoría ayer eligió Daddy así se quedará para próximos capítulos.
Gracias por leer, comentar y votar♥)
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