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Cuatro.

La Madriguera.

La cabeza de George estaba por explotar y la luz que se colaba por las ventanas no ayudaba en nada, soltó un quejido cuando abrió los ojos.

Era como si el cerebro se le friera por dentro.

—¡Maldita resaca!

Giró sobre su cama para terminar boca abajo buscando consuelo, quería dormir otra vez, pero el dolor de cabeza no lo dejaba, era como si una quaffle lo golpeara repetidas veces. Lo que ahora más deseaba era poder tomar una de esas raras pociones que su mamá le dio la primera vez que terminó ebrio junto con Fred.

Estuvo otros veinte minutos acostado, hasta que reunió las fuerzas necesarias y se puso de pie. Tomó el reloj de muñeca que estaba sobre el mueble junto a su cama y vio la hora, ya eran las dos y media de la tarde y pronto tendría que volver a Sortilegios Weasley en el callejón Diagon. Si tenía suerte y se apuraba podría ir con su madre para que le preparara algún remedio para la resaca, y probablemente alcanzaría a merendar algo de su deliciosa comida, porque era bien sabido por él que la comida de Molly Weasley después de una noche pasada de copas, levantaría su ánimo.

Estaba tentado a no bañarse, pues solo hace unas horas lo había hecho con agua fría, pero sabía que, si no lo hacía, todo el día seguiría con sueño y con olor a cama, un aroma que no era su favorito.



El agua caliente recorrió su cuerpo quitando la tensión que tenía en él, pero muy bien sabía que esta no desaparecería con solo un buen baño, ya que más que tensión era una frustración sexual, y para su cuerpo no bastaba con solo auto caricias, necesitaba algo más, o más bien a alguien más, y esa persona era nada menos que la prima de Fleur que se encontraba un piso debajo de él.

Recordó lo suave que era su piel y lo delicioso que eran sus gemidos, podría compararlo con las más hermosas melodías y aun así se quedaría corto, sin duda, su sonido favorito ahora era la voz de Lys diciendo su nombre.

Todas las imágenes de lo sucedido hace unas horas volvieron a su mente ocasionando que cierta parte de él comenzara a despertar, cerró sus ojos con fuerza y trató en concentrarse en cualquier otra cosa ya que si continuaba de esa manera su pene terminaría irritado o arrancándoselo —si eso era posible— por la fuerza con la que en ocasiones lo hacía.

Ni siquiera cuando era un adolescente hormonal había tenido que recurrir tantas veces a la masturbación, aunque bueno, en ese entonces tenía a Angelina o alguna chica de Hogwarts con la cual podía descargarse.

Salió del baño y tomó la primera muda de ropa limpia que vio en su maleta, se puso el bóxer. Últimamente —gracias a Harry—, había agarrado la manía de usar bóxer ajustados, los cuales vendían en las tiendas muggles; le daban una mejor comodidad que los anticuados calzoncillos que vendían en el mundo mágico, no es que se jactara, pero sabía muy bien que tenía un tamaño prominente en su entre pierna, así que tener algo ajustado lo hacía sentir más seguro.

Antes de ir a las tres escobas para hacer uso de la chimenea de madame Rosmerta, fue a la habitación en la que estaba Lys, pero no la encontró —o tal vez seguía dormida y por eso no le abrió—, estuvo unos minutos afuera de su puerta, pero no hubo señal de ella.

Se topó con una mucama, que por un momento trato de coquetearle, pero al preguntar por la Señorita Delacour frenó y solo le dijo que había salido temprano y no sabía a qué hora regresaría, por lo que le dejó una nota bajo la puerta:

"Lys:

Pasé a despedirme, pero no estabas.

Cuídate y no abuses del alcohol, no todos serán tan buenos contigo.

Nos veremos luego, lo prometo, aún tenemos "asuntos" pendientes.

Con cariño.

George Weasley"


✹✹✹




Al llegar al departamento, lo primero que hizo fue buscar a su hermano, eran las seis de la tarde, por lo que se suponía que ya debería de haber cerrado la tienda. Por más que lo buscó, no lo encontró, supuso que habría salido con su prometida o estaría en la Madriguera.

Dejó las cosas que traía con él en su habitación e hizo una aparición frente a su antigua casa.

Al entrar el aroma a comida casera inundó sus fosas nasales causando que su estómago hiciera ruido y las náuseas regresaran a él.

—George, ¿cuándo volviste? —Arthur estaba parado frente a él—, ¿pescaste un resfriado o algo así?

George se dejó caer sobre el sillón más grande que se encontraba en el salón.

—Quizá me pasé un poco con el Whiskey.

—Muchacho tonto —palmeó su espalda para reconfortarlo, el menor tenía la cara pálida y las ojeras muy marcadas, su característico cabello centelleante no tenía brillo alguno—, iré por tu madre para que te de algo para la resaca.

—Gracias.

Su papá desapareció ante su mirada, se acostó completamente en el sillón, tapándose los ojos con el antebrazo derecho. No supo cuando, pero todo se volvió negro.

—¿Estará muerto?

Comenzó a escuchar voces distorsionadas a su alrededor.

—¿La falta de sexo te puede matar?

Ese sin duda era su estúpido gemelo.

—La falta de sexo no te mata, pero yo si te voy a matar, Fred

Abrió los ojos, encontrándose con Fred, Zib, Ginny y Harry, que al parecer disfrutaban de verlo dormir.

—Ya se te está haciendo manía amanecer de malas, Georgie —su hermano, que estaba sentado en el descansabrazo del sillón, se puso de pie—. Pensé que tendrías un poco de diversión en el viaje.

Bueno, casi la tuvo, quizá si cierta francesa no hubiera estado tan ebria, no tendría ese ánimo, la frustración sexual lo estaba matando lentamente y hacía que su humor empeorara, y cada día se desesperara con más facilidad.

—Deja de ser idiota, Freddie.

Se sentó en el sillón, ante la vista de todos.

—¿Estás enfermo? —su cuñada se acercó poniendo la mano sobre su frente—, tu temperatura parece estar normal, pero estás muy ojeroso y pálido.

—Estoy bien, Zib —su tacto y el tenerla tan cerca lo ponía nervioso—, no es nada.

Apartó la mano de la chica de la forma más sutil que pudo, no quería ser grosero con ella, pero tenía que evitar estar tan cerca si quería eliminar los sentimientos que profesaba hacia la heredera de la familia Black, estaba por casarse con su hermano y no podía seguir enamorado de ella, era como una traición hacia Fred.

—¿Seguro, George? Si te ves algo mal —esta vez habló su hermana menor, Harry asintió dándole la razón a lo que decía ella.

—Ayer tomé un poco más de la cuenta, tengo algo de resaca, eso es todo.

—¿Conociste a alguna chica linda? ¿Alguna que puedas llevar a la boda?

Fred y Zibelth se sentaron a su lado en el sillón.

—Me topé con Hagrid y el profesor Flitwick.

—No me tomes a mal, Georgie, pero siento que son muy grandes para ti —agregó Fred con fingida preocupación en sus ojos—, deberías de buscar a algún chico de tu edad, está bien que te gusten maduros, pero creo que te vas muy a los extremos.

George golpeó en el estómago a su hermano, escuchando la risa de la azabache.

—¡Ya te he dicho que no me gustan los hombres!

Exclamó con molestia, los demás solo rieron al ver como los gemelos comenzaban a pelear, como cuando eran unos adolescentes de diez y seis años, y no los adultos de veinticinco años que se suponen que son.

—¡Fred y George Weasley, dejen de pelear! —gritó la matriarca de los Weasley, entrando al salón—, se supone que ya son unos adultos responsables, pero se siguen comportando como unos niños.

—¡George empezó! —Fred se quejó como un niño pequeño, quitándose de encima de su gemelo.

—¡Fue Fred!

—¡Los dos, es suficiente! —cada gemelo se sentó en una esquina del sillón—. George, cariño, toma esto.

Molly le extendió un vaso que contenía algo verde, hizo una mueca al olerlo, y sin pensar de más, se lo bebió todo de un trago. Sintió que vomitaría, por lo que se paró de inmediato para ir corriendo al baño.

Sus hermanos y cuñados comenzaron a reír, Molly solo negó con la cabeza.

Creyó dejar todo su estómago en la taza del baño, pero repentinamente se sintió mejor y las náuseas fueron remplazadas por un hambre inmensa. Tomó el viejo cepillo que aún tenía en la casa de sus padres para cepillarse los dientes, para así eliminar el aroma a vómito.

Bajó las escaleras con lentitud, se sentía un poco mareado, muy probablemente era por la falta de alimento. Al entrar a la cocina pudo ver que toda su familia ya estaba sentada en el comedor.

—¿Ya te sientes mejor, querido? —su madre tenía una mirada de preocupación, la cual cambió en el momento en el que él asintió como respuesta—. ¡George Weasley! — comenzó a gritar, era obvio que estaba enojada—, ¡que ya no vivas en esta casa, no significa que puedas tomar como si no hubiera un mañana! —prefirió no contestar nada, no quería pelear con ella—, ¡No puedes tratar de terminar con todas las botellas de Whiskey tú solo en un lugar donde no había nadie que te cuidara! ¡¿Qué tal si alguien se hubiera aprovechado de tu estado de ebriedad?! Te pudieron hacer daño.

—Mamá, tranquila, estuve con Hagrid y el viejo profesor Flitwick en las Tres Escobas, también estaba madame Rosmerta y otros profesores de Hogwarts.

—¡Aun así, George! Debes tener más cuidado, te pudo pasar algo —al parecer se calmó un poco, ya que le sonrió cálidamente—, cuando tengas hijos lo entenderás. Ahora, siéntate y come.

—Para que George tenga hijos, necesita primero tener una novia —se burló Ginny—, y es más probable que Hagrid se case, antes de que George consiga una.

George se sentó al lado de su gemelo, y comenzó a servirse de comer.

—Bueno, podría seguir tu ejemplo, ¿no? —George le sonrió a su hermana, la cual lo miraba de forma amenazante—. Estar obsesionado de la misma por más de cuatro años hasta que se enamore de mí. Al parecer funciona muy bien.

Fred y Zib se rieron, mientras que Harry solo se sonrojó. El matrimonio Weasley soltó un suspiro, sus hijos nunca madurarían.

—Pues eso has hecho, solo que, a ti parece no funcionarte muy bien, ¿o sí?

George dejó caer sus cubiertos para ver a Ginny con la boca abierta. Su hermana menor junto con Krum y Sirius eran las únicas personas que —para su maldita suerte— sabían que estaba enamorada de Zibelth Black.

—¿De quién hablas? —Fred y Zib hablaron al mismo tiempo.

—De nadie —las mejillas de George se pusieron rojas, mientras Ginny solo le lanzaba una sonrisa triunfal, bien sabía que no debía meterse con ella, era un demonio cuando se lo proponía—. Ginevra, deja de inventar cosas.

—Solo era broma, hermano, no es para que te lo tomes tan enserio.

—¿No será una de las primas de Fleur? —Harry habló por primera vez—. George estuvo muy unido a una de ellas el día del cumpleaños de Victoire —hizo una pausa para tomar un bocado de comida—, y ahora que recuerdo, también estuvieron juntos en la boda de Bill y Fleur.

Definitivamente el niño que vivió era un completo metiche, en esos momentos le recordaba a la chismosa de Rita Skeeter.

—Georgie —Fred alargó su nombre—, ¿es cierto? ¿Por qué no me contaste nada?

Ginny observaba todo divertida, su hermano mayor parecía pensar lo que respondería, eso le enseñaría a no volver a intentar meterse con ella.

—Se puede decir que es ella, solo somos amigos, no hay mucho que contar, Freddie —era preferible que su gemelo pensara que estaba enamorado de Lys Delacour, antes de admitir ante él que llevaba casi siete años enamorado de Zib, probablemente Fred no se lo perdonaría, sabía muy bien lo celoso e inseguro que llegaba a ser con respecto a ella—. Ahora mejor cuéntenme, ¿ya han decidido dónde será la boda? —comenzó a intentar desviar el tema—. Faltan solo cinco meses y aún no tenían el lugar.

—Ya lo decidimos —Fred sonrió emocionado—. Sera aquí, algo parecida a la de Bill, pero mucho mejor, ya que tú me ayudaras a terminar todas las decoraciones y sorpresas para la boda, tiene que ser única.

—Por favor, no vayan a hacer que todo explote el día de la boda —agregó Zib, la cual conocía muy bien a su prometido y cuñado, sabía lo extremistas que llegaban a ser, pero realmente le emocionaba saber con qué ideas saldrían, porque ellos eran los mejores.

—No prometemos nada, Zib.

Los gemelos hablaron al unísono sonriendo de forma cómplice.



✹✹✹




George decidió pasar la noche en la Madriguera, ya que Fred y Zib habían desaparecido antes, lo más seguro es que estarían en el departamento, y no tenía ganas de encontrarlos en situaciones incómodas.

Sacudió su cama, ya que, por falta de uso, tenía un poco de polvo, estaba decidido a acostarse, cuando sus ojos atraparon una foto pegada en su pared.

Él la despegó con cuidado y la observó: eran Zib, Fred y él el día de la inauguración de sortilegios Weasley, la chica estaba entre ambos y los abrazaba por la cintura, una sonrisa nostálgica adornó su rostro. Ese día, Fred y Zibelth pelearon porque la amiga de Verity le coqueteó a su hermano, aún no tenían una relación, pero era más que evidente que ambos tenían algo especial en lo que no estaba incluido George, fue de las primeras veces que Fred y él no compartían algo, se sintió un poco alejado de su gemelo, pero también comenzó a descubrir lo que era tener el corazón roto.

Para George no había sido fácil el ver cómo la chica que amaba terminaba en una relación con la persona más importante para él.

Desde el momento en el que la conoció llamó su atención, era una chica extremadamente linda y tenía esa elegancia tan característica de la familia Black, George muchas veces la llegó a comparar con el sol en otoño, pues era tan cálida que, con solo hablarle, hacía que su corazón se ablandara. Pero para desgracia de él, Fred sentía lo mismo por ella.




"— Georgie, tengo un problema —su hermano se sentó en una de las camas que estaban en la habitación que compartían en Hogwarts—. Creo que me estoy volviendo loco.

—¿Por? Bueno, nunca has sido muy cuerdo que digamos, hermano.

Dejó el libro de pociones que estaba en sus manos, buscaba alguna idea para algún nuevo producto de sortilegios Weasley.

—Es sobre Anirak —soltó un suspiro—, no lo quería admitir, pero cada que recibo una de sus cartas mi corazón se acelera, es como una adrenalina peor que cuando juego Quidditch, y la otra vez que me escape del castillo para ir a verla...

—Quizá deberías ir a la enfermería.

George lo interrumpió, no quería escuchar lo que estaba por decir su hermano.

—No, no, espera —Fred sonrió—, ya sabes, recorrimos el pueblo que está cerca de su colegio, pero cuando teníamos que volver, la besé, George, besé a Zib, y, ¡Mierda!, fue el mejor beso del jodido mundo, se sintió como la primera vez que hice una broma, así de genial.

George sintió cómo algo se rompió dentro de él, seguía con la esperanza de tener una mínima oportunidad con Zib, que lo que sentía su hermano fuera algo pasajero, pero al escucharlo decir eso, sabía que no lo era.

—A lo mejor es que besa bien.

—Sí, besa bien, pero no es eso —su gemelo hizo una pausa, y una sonrisa bobalicona apareció en su rosto—, hermano, me gusta, Zibelth Anirak Black me gusta en serio, no es como con Angelina, quiero a Zibelth para algo serio, por primera vez quiero tener una relación seria con alguien y no solo algo de un rato. Estar con Zibelth se siente bien, es como si mi lugar siempre hubiera sido estar a su lado.

Esa simple frase dejo helado a George Weasley, como si le hubieran aventado un balde de agua helada, no podría competir por ella, no con Fred."





El recuerdo golpeó su mente de repente, desde ese día prometió no meterse entre la relación de Fred y Zib, pero era un martirio para él verlos juntos, deseaba que existiera un hechizo o una poción para eliminar esos sentimientos por la azabache, pero por más que intentaba reprimirlos parecía ser imposible, y eso hacía que se odiara.

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