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Catorce.

Usado.



George despertó por el ulular de una lechuza que se encontraba parada en la ventana, con lentitud se levantó de la cama y se dio cuenta de que la rubia ya no estaba acostada a su lado, la buscó con la mirada, pero no parecía estar ahí.

La lechuza gris ululó por segunda vez, así que fue a ella, tomó la carta que tenía en la pata, y volvió a emprender el vuelo, dejó el sobre en el mueble junto a la cama y comenzó a buscar por todo el departamento a Lys, quizá estaba bañándose, pero al entrar, lo encontró completamente vacío, algo que le extrañó.

Se fijó en la hora; ya pasaban de las once de la mañana, por lo que rápidamente se preparó algo de desayunar. Saliendo del trabajo iría a Hogwarts a buscar a Lys Delacour, le preocupaba un poco que se fuera sin avisarle o sin dejarle una nota. Recordó la carta que había recibido, quizá sería de ella.

Aún con la comida en la boca, se levantó para tomar el sobre y abrirlo con rapidez.




"George:

Espero me hayas extrañado como yo a ti, sería bueno que recordáramos viejos tiempos.

Estoy de vuelta.

K.Y."




«Maldita sea»  Era lo único que pasaba por su cabeza, no le agradaba esa noticia, se suponía que nunca la volvería a ver, a veces se preguntaba por qué la vida lo odiaba tanto que parecía poner todo en su contra.

El estómago de George dio un vuelco, y de repente sintió cómo la comida que tenía en la boca sabía amarga, arrugó la carta y la tiró a la basura para ir a escupir en el lavabo, sin más preámbulos tomó una ducha para comenzar a alistarse.

Sus manos sudaban de sobremanera y su corazón latía precipitadamente, sabía que estaba nervioso, ya que la carta logró alterarlo de más.





✷✷✷





—¡George!

Fred llamó su atención cuando de sus manos resbaló una caja de Surtido Salta Clases. Comenzó a recogerlos de inmediato y su hermano se acercó a ayudarle.

—Hombre, ¿qué tienes? —Fred juntaba las cosas rápidamente—. Pensé que pasarías una buena noche con Lys.

—¿Cómo sabes que ella estuvo conmigo?

Terminó de meter todas las cosas en la caja, para ver al mayor con la ceja enarcada.

—Zib y yo la dejamos pasar en la noche, y nos la topamos en la mañana cuando ya se iba —El pelirrojo mayor comenzó a subir algunos productos con un hechizo a la parte más alta de los anaqueles—. Pensamos que la ibas a acompañar, pero nos dijo que seguías durmiendo.

—Creí que se quedaría hasta más tarde, ni siquiera me habló para despedirse.

Agregó con el ceño fruncido.

—Dijo que tenía cosas que hacer en Hogwarts —Fred sonrió traviesamente—, y que tenía que ayudar con algo al profesor de Herbología... ya sabes, a Neville.

La sonrisa de Fred creció aún más al escuchar cómo George volvía a tirar alguna que otra caja, esperaba que el plan de Zib funcionara, así tendrían cien galeones más antes de que terminara el año.

—¡¿Qué?!

—Que iba a ayudar a Neville con algunas cosas —El gemelo mayor miró a su hermano, mientras recargaba su mentón sobre la mano izquierda—. Me pregunto si ellos llegarán a usar el despacho de Lys de la misma forma que tú y ella, aunque Neville parece ser muy tímido para eso. ¿Tú qué opinas, Georgie? ¿Crees que, si se casan, nos inviten a la boda? ¿O Neville nos odiará por haberlo convertido unas cuantas veces en canario cuando estábamos en Hogwarts?

George tensó la mandíbula por unos segundos, e hizo un gesto con la boca que no pasó desapercibido para el otro.

—Hasta crees.

La voz de George salió con un deje de molestia, mientras tomaba las cajas bruscamente y amontonaba los filtros de amor sin cuidado.

—¿Celoso? —Fred estaba a punto de reírse por ver a su gemelo de esa manera, pocas veces lograba verlo molesto por cosas tan insignificantes—. Ustedes solo son amigos, ¿qué no?

—Solo somos amigos, ya te lo he dicho —«Amigos de los que cogen», recordó lo que dijo Zib la vez pasada, pero al final de cuentas solo eran eso; amigos—, y, no, no estoy celoso, solo que —Pensó por unos segundos lo que diría—... Neville no es el tipo de Lys.

—¿Por? Al parecer, resulta muy atractivo para las mujeres, he escuchado a varias alumnas de Hogwarts decir que estaban enamoradas de él, mientras compraban filtros de amor.

—También he escuchado eso, Zibelth también lo encontraba atractivo —Fred frunció el ceño al escuchar esas palabras. Ahora era George el que sonreía, conocía muy bien el punto débil de su gemelo—, le podríamos preguntar a ella si cree que Neville sería tímido para follar.

—Ni se te ocurra, George.

—¿Temes que a ella se le antoje descubrirlo? —El gemelo sin oreja se fijó en su hermano, que ya tenía el rostro rojo—. ¿Celoso?

—Ya quisieras...

Y Fred se fue a otro lado de la tienda, murmurando maldiciones a Longbottom, dejando a George con una sonrisa en el rostro, amaba molestar a su hermano, y darle en los celos era el punto clave, al menos él no era celoso como su hermano, ¿o sí?

No le tomó mucha importancia al asunto, y siguió con lo que anteriormente estaba haciendo.

Las siguientes horas fueron algo tranquilas, varios clientes entraban y salían para comprar, en su mayoría el negocio iba muy bien, y, creciendo tanto, que ya buscaban un nuevo empleado o empleada, pero no encontraban al indicado, todos ahí parecían ser algo aburridos. Inclusive algunas alumnas que parecían ser de sexto o séptimo grado de Hogwarts habían intentado coquetearle a George, hasta una le regalo unos chocolates con whisky de fuego, que él, por educación, aceptó, pero no comió, ya que estaba casi seguro de que la semana pasada la había visto comprar varios frascos de Amortentia.

Durante varios segundos se sintió observado, así que se fijó en todos lados, pero no encontró a nadie viéndolo. Desde que leyó la carta en la mañana se encontraba nervioso, por lo que creía que estaba alucinando, pero varias veces más continuo la sensación de sentirse vigilado por alguien, inclusive salió de la tienda para ver si había alguna persona del otro lado de la ventana, para no encontrar a nadie. Soltó un suspiro y pasó la mano por su cabello de forma frustrada, lo más probable era que la falta de sueño, sumado con esa carta, lo estuviera afectando de más. Agitó la cabeza, desechando todos sus pensamientos, y volvió a entrar para continuar con su trabajo.

La sucursal de Sortilegios Weasley en Hogsmeade era pequeña en comparación a la sucursal del Callejón Diagon, por lo que era fácil de ver quién entraba y salía del local, George alzó la mirada del mostrador cuando la campanilla volvió a sonar, y la imagen con la que se topó no le agradó demasiado, era Lys Delacour riéndose por un comentario que había hecho Neville, sentía como si una bola de fuego estuviera creciendo en su pecho, no entendía qué tenía de gracioso alguien como aquel rubio. ¿Acaso hablar de plantas resultaba divertido para Delacour? Porque no se le ocurría de qué otro tema podría hablar aquel profesor de Herbología.

El pelirrojo trató de concentrarse en cualquier otra cosa, pero, por más que lo intentaba, sus ojos siempre terminaban sobre la silueta de Lys, la que, para su maldita suerte, llevaba un vestido de color perla, algo holgado y corto, que la hacía ver más bonita de lo que ya era, y su cabello recogido en una despeinada coleta, al parecer la rubia sintió su mirada, ya que volteó a verlo, y le dedicó una sonrisa, que George devolvió, la cual creció más al distinguir una pequeña marca roja en el cuello de Lys que él había hecho hace unas horas atrás.

George siguió con la mirada todos sus movimientos, Lys se estiraba para alcanzar una baraja de trucos de magia muggle, que estaba en lo alto del estante, el pelirrojo bajó más su mirada para ver cómo el vestido se levantaba un poco cada vez que ella se alzaba, dejando ver la blanca piel de sus muslos, George no podía dejar de sonreír al recordar todas las veces que ya los había besado, para subir hasta el punto más sensible de la chica, y disfrutar de su sabor, que resultaba demasiado adictivo.

Tuvo que morder el interior de su mejilla al ver que no era el único que disfrutaba de la escena, los ojos de varios chicos, e inclusive los de Neville, estaban sobre ella, viéndola estirarse, y tratando de ver algo más debajo de su vestido.

A grandes zancadas llegó para pararse atrás de ella, rozando un poco su cintura con los dedos.

—Te ayudo.

Susurró en su oído, y le bajó la baraja que ella intentaba obtener.

—George...

Él se alejó unos centímetros, y se la extendió.

—Aquí tienes —Le dedicó una sonrisa—. Al parecer todos prefieren quedarse viendo, antes que ayudar a una linda chica.

Alzó un poco la voz, y por el rabillo del ojo alcanzó a ver cómo varios desviaban la mirada, incluido el rubio, que tenía las mejillas ruborizadas.

—Gracias. No las deberían de poner tan altas, es difícil alcanzarlas.

—O, quizá, tú deberías de crecer un poco.

Lys le dio un empujón amistoso y George solo rio.

—Solo digo la verdad —Se encogió de hombros y se fijó en que Neville estuviese a su lado—. Hey, Longbottom.

—George. ¿Qué tal? ¿Cómo estás?

El rubio le sonrió, y se saludaron con un apretón de manos.

—Bien, todo genial como siempre, ya sabes. ¿Tú qué tal?

—Muy bien, al fin hay algo de paz —Neville sonrió—. Lyssie y yo vigilamos que los chicos no se metan en problemas, para ellos es más fácil actuar con normalidad con profesores jóvenes que con los mayores.

George alzó una ceja tras escuchar cómo había llamado a la rubia.

—¿"Lyssie"? —inquirió, frunciendo los labios

—Oh, sí, Lys Delacour, creo que se conocen, siento que Lyssie suena muy bien.

—Sí, somos amigos muy cercanos —Recalcó la palabra «muy»—. Siempre he considerado que el nombre Lys, por sí solo, es muy hermoso.

El pelirrojo sonrió de forma muy extraña, más que una sonrisa, parecía una mueca.

—Sí, tam... —Neville no pudo terminar de hablar, ya que unos chicos parecían pelear afuera de la tienda—. Tengo que separarlos antes de que se maten, nos vemos, George.

El rubio salió a toda prisa, Lys estaba por ir tras él, pero George la sostuvo de la muñeca.

—Tengo que ir con él.

—Neville podrá tratar con dos mocosos hormonales.

—¡No son unos mocosos hormonales, tienen 14 años! —defendió Lys, poniendo las manos sobre su cintura, y frunciendo los labios, George sentía que se veía demasiado tierna—. Se pueden lastimar.

—Saben lo que hacen. ¿A caso no te diste cuenta de cómo trataban de ver bajo la falda de tu vestido?

Las mejillas de la rubia se encendieron.

—¿Qué?

—Sí. Esos estúpidos mocosos junto con su querido profesor Neville —Lo último, lo dijo con una voz chillona—, trataban de ver bajo tu vestido cuando intentabas bajar las cartas, por eso ninguno de ellos te ayudó, estaban muy entretenidos con la vista.

—¿Y tú cómo te diste cuenta?

George la empujó un poco, arrinconándola contra su cuerpo y el estante que estaba tras ella. El área de trucos de magia muggle estaba vacía, ya que todos estaban centrados en el surtido salta clases, y en los Magifuegos Salvajes Weasley.

—También disfrutaba de la vista —Se acercó a su oreja para susurrar—: aunque realmente te prefiero sin ropa.

Mordió suavemente la punta de la oreja de la chica, la que dejó escapar un suspiro.

—Eres un pervertido.

—Como todos tus alumnos. Apuesto que se habrán masturbado más de una vez pensando en ti —Lys estaba tan sonrojada, que su rostro casi le hacía competencia al cabello de los Weasley—. Si yo fuera tu alumno, también lo haría.

El pelirrojo se acercó aún más a ella, presionando la erección contra la piel desnuda de su pierna.

—En serio, Lys. Deberías de estar consciente del efecto que causas —Dejó un húmedo beso sobre la marca roja del cuello de la chica—. Mira lo duro que me tienes.

Lys le sonrió pícaramente, y de forma lenta acarició su erección sobre el pantalón. George soltó un largo suspiro, se sentía la tensión sexual crecer, a ambos los excitaba el hecho de estar en un lugar público y poder ser descubiertos.

—Georgie, parece que tienes un duro problema...

Lys lo apretó suavemente, y siguió con las caricias.

—Te juro que, si sigues así —la voz de George ya estaba ronca—, poco me va a importar que estés en tus días, y te voy a llevar a la bodega para follar ese bonito culo que tienes tan duro, que no podrás ni siquiera caminar mañana.

—¿Sabes? Dices mucho, pero haces poco, Georgie.

George no pudo contestar, ya que varias personas comenzaron a entrar al área de trucos de magia muggle, por lo que rápidamente se separó de la rubia. El pelirrojo gruñó por lo bajo.

—Tengo que ir a ver que mis alumnos no se hayan matado —Se paró sobre las puntas de sus pies para dejar un beso sobre la barbilla de George—. Suerte con tu problemita, Georgie.

Lys le guiñó el ojo, para comenzar a caminar hacia la salida.

George volvió al mostrador, donde ya estaba su hermano, pensando en cualquiera otra cosa, evitando el recordar cómo se sentían las caricias de las delicadas manos de Lys Delacour.

—¿De qué hablaron Neville y tú? —Fred parecía curioso—. ¿Ya se declararon la guerra por la rubia?

—¿Ya te estás montando una película, Fred? —George puso los ojos en blanco—. En serio, Neville y yo no vamos a pelear por Lys, ella y yo solo somos amigos.

—Eso que te lo crea tu mamá.

Fred frunció el ceño, y George comenzó a reír.

—¡Tenemos la misma mamá, zoquete!

—Bueno, aún así, ni mamá creería que tú y Lys solo son amigos.

—Ya, Fred, te toca ir por más orejas extensibles, que ya se terminaron, yo ya fui hace rato a la bodega.

—Ah, pero no fuera para ir a tener sexo con Lys, porque ahí sí bajas corriendo.

Rezongó Fred, para comenzar a caminar hacia la bodega, dejando que George cobrara a los clientes.






[...]







Fred se había adelantado al departamento, ya que estaban muertos de hambre, y él haría la cena antes de que partieran al departamento que tenían en el callejón Diagon. A George le tocaba terminar de cerrar bien el local.

—¿Ya terminaron?

George vio de reojo a la chica, y sonrió.

—Sí —Terminó de revisar que las ventanas no se pudieran abrir por fuera, y de poner el hechizo antialohomora—. ¿Apenas regresas al castillo?

—Así es.

—Ya es muy de noche para que estés sola, Lys.

—Me sé defender —Meció la varita entre sus dedos de un lado a otro—. Creo que ya te mostré ayer lo que puedo hacer con ella.

Las mejillas de George se volvieron rojas, recordando lo que Lys le había hecho la noche anterior, y rio nerviosamente.

—Sí, me quedó claro lo peligrosa que puedes ser.

—¿Qué? ¿No te gustó lo que te hice, Georgie?

La rubia se acercó a él y rozó su rostro con la punta de la varita, el pelirrojo disfrutó de las caricias que le proporcionaba, no entendía cómo Lys podía ser tan sensual con tan poco.

—Sabes que sí —admitió con sinceridad—, pero me sentí usado.

—¿Por qué?

—Desperté, y no estabas en mi cama ni en el departamento —Puso un rostro de sufrimiento—. No dejaste ni una nota. Sentí que solo te aprovechaste de mi inocencia, y me utilizaste para liberar tu tensión sexual.

Lys comenzó a reír.

—Claro, ya descubriste mi plan, solo te utilizo cuando me siento caliente —admitió con una sonrisa, Lys no lo negaría, George era un excelente amante, y realmente le era de mucha ayuda cuando se sentía demasiado excitada, siempre fue una mujer con una vida sexual activa, y ya había pasado demasiado tiempo desde que contó con un hombre tan activo como lo era el Weasley frente a ella.

—Ya lo sospechaba, pero me agrada.

George le sonrió para atraerla hacia él, y unir sus labios en un beso. Le mordió el labio inferior, como pidiendo permiso para adentrar la lengua en su boca, que Lys aceptó, gustosa.

Las manos del pelirrojo comenzaron a bajar peligrosamente por su espalda.

Ambos escucharon un carraspeo de garganta, pero no hicieron demasiado caso, era probable que se tratara de alguna persona ebria.

—¡George!

El Weasley se separó al escuchar esa voz, topándose con unos ojos miel, para contestar con una voz cargada de molestia y desagrado.

—Así que era cierto que volviste, Katie...

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