Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Visita y... ¿celos?

Tres días de vida

—Pero si está más arrugada que una pasa, parece un monito bebé, así toda rechoncha y sin pelo... ¡Auch! —Mikey se quejó al sentir cómo Draken le hundía el codo en las costillas, fulminándolo con una clara mirada de advertencia. «¿Qué mierda está mal contigo?» parecía querer preguntarle. El más alto lanzó otra mirada discreta en dirección a Baji, quien al estar hablando con Kazutora, milagrosamente no había alcanzado a escuchar el comentario que Mikey soltó acerca de su hija... Y menos mal, porque con lo encantado e hipnotizado que este estaba con su pequeña, si hubiese logrado oír esa descripción tan... original que Mikey había hecho de ella nada más verla, probablemente algún guardia de seguridad hubiese tenido que intervernir para separarlos antes de que alguno le partiese la cara al otro—. Digo, ¡qué linda y tierna es la pequeña Mei-mei! Parece un angelito.

—Te recuerdo que al final decidieron llamarle Aiko, enano idiota —intervino Kazutora, acercándose también a la cuna para mirar a su pequeña sobrina con una sonrisa, el cascabel de su pendiente tintineando debido al movimiento—. Hola peque, soy Tora, tu fantástico y más guapo tío favorito.

—Ni de coña eres el tío favorito —bufó Manjiro—, obviamente ese soy yo. ¿A que sí, Mei-mei?

La bebé se llevó uno de sus pequeños pulgares a la boca, succionándolo mientras observaba con extraña calma a los adultos que discutían frente a su cuna. Lo que parecía ser un suave quejido escapó de sus diminutos labios.

—Me tomaré eso como un sí. Jódete, Kazutora, me prefiere a mí.

—No digáis palabras feas delante de ella —riñó Baji, como si la pequeña de tan solo tres días de vida fuese capaz de entender o imitar algo de lo que los otros dos mayores decían—. Y ya deja de decirle "Mei-mei", la vas a acabar confundiendo. Se llama Aiko, no Yumei. Supéralo.

Esa mañana, Mikey, Draken y Kazutora habían acudido al hospital para conocer a la niña de Baji y Chifuyu. En realidad ya habían venido la tarde anterior, junto con Mitsuya ─a quien hoy por problemas de trabajo se le había hecho imposible acudir─, pero la enfermera les explicó que el horario de tarde estaba abierto únicamente para familiares cercanos; que los amigos solo podían hacer visitas en la mañana, de diez a una de la tarde para ser más exactos, por lo que los invitó amablemente a irse y regresar otro día.

No hace ni falta decir que Kazutora y Mikey se indignaron muchísimo. El chico del tigre tatuado afirmó ser hermano de otra madre de Keisuke, y que por tanto, estaba en su pleno derecho de entrar a esa sala y conocer a su sobrinita, porque el vínculo que él y el padre tenían iba más allá que cualquier relación de sangre. Mikey por su parte comenzó a bramar que lo que estaba haciendo esa señora era una completa negligencia, y que pensaba informar de este "mal" trato a su superior. Al final Draken y Mitsuya tuvieron que bajarles la cabeza y excusarse por ellos para que no terminasen metidos en problemas.

—Ya quisieras, el tío favorito soy yo, que soy el que le ha traído un peluchito y unos gorros todo bonitos de regalo —prosiguió Kazutora, esta vez provocando la risa de Chifuyu, que aunque aún se encontraba en cama, escuchaba divertido la guerra que esos dos idiotas parecían estar a punto de batallar. Todo por conseguir el favoritismo de la bebé.

—Según esa lógica, entonces el tío favorito debería de ser Mitsuya —los interrumpió Draken—. Él fue quien hizo los gorritos.

—Pero el peluche lo compré yo.

Por favor, ¿se supone que debo creerme esa mierda? Conociéndote, seguro que lo robaste de algún bazar barato —se burló Mikey.

—Yo no robo —declaró, sonando tan, pero tan seguro de sí mismo que los otros tres presentes tuvieron que voltearse para mirarlo con incredulidad—. Bueno, está bien, sí que he robado, pero fue solo una vez... —hizo una pausa—. O puede que dos... Tres, si contamos también aquel pequeño accidente en el supermercado... ¡Pero eso fue hace mucho tiempo! He dejado atrás esos vicios, ¿vale? Soy una persona nueva. No más delincuencia en la vida del tío Tora, a este de aquí lo compré yo con mi propio dinero —dijo orgulloso, mientras señalaba a un pequeño gatito beige de peluche que acababa de sacar de la bolsa.

El juguete era de felpa suave y un relleno blandito, con adornos de hilo bien cosido en su panza y ojos, nada demasiado detallado. El peluche estaba pensado para niños recién nacidos, por lo que habían evitado ponerle botones u otros materiales con los que los bebés pudiesen hacerse daño o incluso atragantarse, dándole así una apariencia sencilla pero bonita a su vez.

—Toma, Ai-chan, lo he traído para ti —indicó, dejando el muñeco junto a la pequeña, a un lado de su corto cuerpo.

Aiko enseguida enfocó su mirada azulada en el intruso que ahora se hallaba en su cuna, curiosa, y alargó una manita para agarrarlo. Lo estuvo toqueteando durante unos largos segundos, repasando torpemente sus orejas aterciopeladas con los dedos, para finalmente estrujarlo con ambas manos mientras sus labios emitían un suave ruidito. Era tan pequeña que aún no poseía esa inconsciente capacidad de expresar felicidad a través de sonrisas, pero en sus ojos, fascinados y brillosos, se podía apreciar que claramente le había agradado el regalo.

—Creo que le ha gustado bastante —concordó Baji, viendo encantado cómo su hija se entretenía con el gatito de felpa. «Tan tierna», pensó por milésima vez en la tarde. Esa alegría y fascinación que desprendían los ojos de la pequeña le recordaba demasiado a su Chifuyu.

Kazutora observaba también a la menor con una sonrisa. Se sentía extrañamente bien por dentro, como si una desconocida calidez se hallase acariciándole el pecho con suavidad; como una brisa, agradable pero persistente. Como si una voz desconocida para él le repitiese en un susurro constante «protégela».

Él no había sido precisamente el niño más feliz del mundo, no había sido brindado de amor paternal, ni tampoco tuvo familiares cercanos dispuestos a darle ese cariño y afecto del que sus padres le habían privado. No tuvo una figura adulta que le quisiera lo suficiente, ni como hijo, ni como nieto, ni como sobrino. Por eso, mientras veía a este pequeño ser abrazándose al peluche que él mismo le había dado, con sus ojitos cargados de vida, se juró a sí mismo colaborar con la tarea de darle todo el amor que un niño merece recibir. Sabía que con Chifuyu y Baji como padres, a Aiko no le iba a faltar nada de eso, todo lo contrario; esa niña iba a ser muy amada ─por algo fue que propuso ese nombre─, pero aún así, él también quería formar parte de su vida y otorgarle otro cachito extra de amor.

De verdad deseaba ser el tío Tora.

—Claro, es que es hija tuya, sí o sí tenían que gustarle los gatos. Habría sido una traición si hubiese salido team perros.

Keisuke asintió, orgulloso.

—Y menos mal, porque en cuanto lleguemos a casa le tendremos que presentar a su hermano-no-humano mayor... —Entonces cayó en la cuenta de algo, su voz perdiendo fuerza hasta terminar interrumpiéndose a sí mismo. Joder, que se había olvidado del gato. Había estado tan nervioso con el nacimiento de Aiko que no tuvo tiempo para pensar en que al pobre animal lo habían dejado solo en casa—. Oye, Fuyu, ¿le pediste tú a alguien que le echase un ojo a Peke J durante el tiempo que estuviésemos en el hospital? No me dio tiempo a reponerle la comida.

—No me puedo creer que ahora que ya sí tienen un hijo de verdad, aún sigan tratando a ese gato como si fuese otro... —comentó Mikey en un murmullo, a lo que Draken se encogió de hombros. Déjalos ser, musitó en respuesta.

—Tranquilo, le pedí a Takemicchi que se encargase de él. Hace unas horas me mandó una foto para que viésemos que está bien.

Ante la simple mención del apodo de Hanagaki, Baji frunció el ceño.

«¿Otra vez él? Estúpido Mierdamicchi, no le basta solo con robarme la atención de Chifuyu por horas, no, ahora resulta que también quiere apoderarse de mis hijos».

Pero es que, de entre todas las personas, ¿por qué tenía que habérselo dejado a él? Es decir, Chifuyu podía haber avisado a cualquiera de sus madres, ya fuese la señora Matsuno o la de Baji, ellas se hubiesen encargado del gato sin problemas... ¿Por qué Takemichi?

Chifuyu no pudo evitar reír al ver a su pareja así, con el ceño fruncido y los labios ligeramente torcidos en un puchero enojado. El otro día ya presenció una escena similar, pero esta vez, sin embargo, se podía apreciar algo más en su expresión enfurruñada. No solo había injustificada molestia hacia el Hanagaki, ahora también había un tenue rastro de reconcomio, haciéndose muy visible en sus facciones, como si estuviese un tanto... celoso.

Ese solo pensamiento provocó que el rubio aumentase sus carcajadas. ¿En serio Keisuke estaba celoso de Takemichi? ¿Aun cuando era él el padre de su hija y llevaban viviendo juntos ya casi seis años?

Los otros tres hombres, aunque no comprendían muy bien sobre qué iba el asunto, acabaron por unirse a las alegres risas del rubio menor, provocando que Baji se enojase aún más y los amenazase a todos ─menos a Chifuyu─ con azotarlos en la espalda con el tubo que sostenía los sedantes si no cerraban sus estúpidas bocas.

La amenaza no surtió el efecto deseado (tradúzcase: terminaron riendo aún más), pero afortunadamente, nadie fue azotado con ningún instrumento médico ese día.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro