Dulces sueños, su majestad
El libre espíritu de diana recorría aquella fría habitación con una sonrisa en el rostro
Su delicada silueta pasea libremente por cada rincón de aquel cuarto oscuro el cual apenas puede ser tocado por unos muy ligeros rayos de sol
Su encantadora risa llena aquel vacío espacioso donde solo se podía escuchar la tranquila y pausada respiración de un rubio durmiendo en el sofá
Diana se posó enfrente de él y sonrió al ver la faceta tan tranquila que solía caracterizarlo cada que él iba a su recamara y se quedaba a cuidarla, por qué ella estaba esperando a su hermosa niña
Su pequeña victoria
— su majestad — sonríe de alegría total y acaricia suavemente el mechón dorado que se desprendía del cabello de Claude. Su pequeña hija quiso hacerle una trenza mientras dormía, pero termino por arrancarle uno que otro cabello — lo hace muy bien
Sus labios se direccionan hacia su frente y una vez más, sonríe al ver a su hombre sonreír dulcemente ante aquel suave y delicado tacto
Aun la recuerda
Aún recuerda la forma que tenían sus labios al igual que la suavidad de los mismos
— sol... — susurra de manera inconsciente el emperador y mueve ligeramente su cuerpo en busca de aquel calor que tanto ha extrañado y solo aparece en sueños
Diana entre-cierra sus ojos, esboza una sonrisa y una pequeña lágrima baja por su pómulo derecho
— también lo extraño, su majestad
Su mirada da a la cabecera del emperador y sonríe al ver los garabatos de su hija hacia su padre, pero se sorprende más al ver que ella también es participe de dichos dibujos
No importa cuántas veces haya aparecido en los sueños de su pequeña niña, porque, al parecer su hija la recuerda tal y como era aunque nunca logro verla
No pudo sostenerla ni pudo abrazarla y mucho menos besar su pequeña mejilla, pero si pudo dedicarle sus últimas palabras de amor
| Mamá te cuida y siempre lo hará |
— ¿sol?
Ladea su cabeza hacia la mirada azulada que brilla con intensidad mientras retiene las lágrimas
Diana le sonrió dulcemente, se acercó a él y posó su dedo índice en la frente de Claude
— Dulces sueños, su majestad
Poco a poco los ojos cristalinos del rubio se cierran hasta ser una rendija completamente horizontal.
La rubia sonríe y se posiciona a un costado del emperador de obelia. Acaricia suavemente su cabello y poco a poco desaparece con una gran sonrisa en su bello rostro.
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Extra
— ¡papá, papá!
— ¡no corras!
— jeje
Athanasia alza sus manitas y Claude al instante la levanta
— ¡papá parece haber dormido bien!
— hoy hablas puras tonterías
— ¡le deseé a papá dulces sueños! Tal vez aparecio la misma hada que suele cuidarme
El ojiazul se detiene por unos segundos y suspira melancólico al sentir de nuevo aquel dulce tacto con el que soñó mientras dormía
Torpemente extraña a una persona que no ha podido recordar por más que quiera hacerlo
— Dices puras tonterías...— susurró suavemente y caminó con su hija hacia la mesa que se encontraba en medio del jardín.
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