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Capítulo 15: ¿A dónde voy?

Tierra, Hub de San Francisco. Fecha estelar 3.11.2348.

6:59 Hrs.

Maryam caminaba por la puerta de abordaje 31-N, con su mochila en la espalda, llena de su equipaje.

El pasillo era blanco, amplio y largo, sin embargo se veía atiborrado de cadetes y oficiales asignados en camino al último transporte a la Emont, .

Al final del corredor había un par de oficiales armados, revisando la asignación de los tripulantes.

Ella estaba muy nerviosa. Las manos le dolían por la tensión, las piernas le temblaban y una gota de sudor le corría por la frente. Sin embargo, justo antes de pasar por la revisión se armó de valor.

-Buenos días, señorita.- Dijo uno de los hombres de seguridad.

-Buenos días, oficial.- Respondió ella, naturalmente.

-Por favor, deje su equipaje en la banda transportadora, y, adelante. Buen viaje.- Le respondió el hombre, mirando la pantalla del escáner por el que la chica acababa de pasar.

Maryam dejó su mochila y se enfiló hacia el transporte.

Minutos después, la enorme lanzadera en forma de delta se preparaba para despegar. Su blanco casco la hacía parecer una especie de ave gigante, y sus poderosos motores de iones se mantenían a la espera de la autorización del despegue.

Era la quinta vez que Montero subía a una lanzadera de tamaño interplanetario, siendo la última hacía cuatro años, cuando llegó al Campus.

Mientras ella recordaba ese día, sintió un leve empujón, propio de la inercia. Su cuerpo se estremeció, lleno de emoción: la lanzadera estaba despegando.

La enorme nave aceleró por la pista, hasta emprender vuelo. Su ángulo de ascenso comenzó a aumentar, mientras las vibraciones de la nave disminuían.

Maryam sentía como la presión sobre su espalda era cada vez mayor, sin lastimarla, hasta que su peso pasó a estar completamente sobre el respaldo, en lugar del asiento, pues la nave ascendía verticalmente.

Tras unos minutos, la oscuridad del espacio se asomaba por las ventanas del transporte. Un rayo de luz deslumbró momentáneamente a Maryam, mientras la lanzadera rotaba sobre sí misma. Unos segundos después, Montero alcanzó a vislumbrar un enorme cuerpo grisáceo a la distancia, responsable del resplandor.

La Base Estelar #1 se alzaba majestuosa a unos cuantos kilómetros del transporte. Los enormes anillos relucían con un brillo metálico a los rayos de la luz del sol, que incidían sobre un solo lado de la base, deslumbrando así a los tripulantes de la "pequeña nave" conforme se acercaban al enorme armatoste espacial.

Sin embargo, la lanzadera pasó de largo la trayectoria de ingreso a los hangares de la base, pues su destino era la Emont.

El transporte se aproximaba rápidamente a la entrada de los hangares de la nave, y no parecía detenerse. Se enfiló por la "pista" principal del hangar 4, y tocó el suelo a una velocidad ingentemente alta. Sin embargo, el sistema de catapultas reversibles se acopló a las enormes ruedas de la astronave, deteniéndose ésta en una distancia extremadamente corta.

Las catapultas reversibles permitían tanto acelerar como frenar todo tipo de naves en poco tiempo, permitiendo así un despliegue y captura más fluido durante las operaciones que la Emont debía desempeñar.

En el interior se sintió solo como un pequeño empujón, sin siquiera ser incómodo para los pasajeros.

Un oficial de Logística entró a la lanzadera, vestido con su uniforme de hombros amarillos, seguido de cuatro oficiales de seguridad, con sus respectivos uniformes naranjas. El contingente pasó de largo, hacia el fondo de la lanzadera, mientras el resto de los pasajeros se levantaban de sus asientos.

Maryam, confundida sólo atizó a imitar al resto de los tripulantes, levantándose y dirigiéndose a la salida de la astronave.

Al salir, se impresionó con lo que podía ver:

Los enormes hangares estaban repletos de todo tipo de naves, desde militares hasta pequeñas sondas de observación, todas acomodadas en varios niveles, separados por plataformas, que a su vez eran sostenidas por pilares metálicos de color blanco, los cuales contrastaban con las grisáceas paredes de la nave.

Luces amarillas estroboscópicas iluminaban las secciones donde había movimiento, que junto con emisores de ruido blanco rectificado, alertaban a los operadores, para mantenerse seguros.

Cientos de personas en hangares contiguos se dirigían hacia el cuerpo de la nave, cosa que Maryam también imitó.

La salida de los hangares era un amplio corredor, de alrededor de unos setenta metros de alto, cuyo final eran varias estaciones de turbotransit.

En los pisos superiores se veían diversos corredores, por los cuales circulaba un ajetreado tránsito de oficiales, pues la mayoría realizaba operaciones de inspección previas a zarpar. Uniformes con hombros amarillos, azules, naranjas y verdes pasaban como rayos, mientras los atiborrados Turbotransit salían disparados a intervalos regulares, distribuyendo a la tripulación por el resto de la nave.

Maryam, a pesar de portar un uniforme sin hombros de color, no se sentía extrañada, pues estaba acostumbrada a que su uniforme llevara los ornamentos al costado del torso, los brazos y la piernas.

Sin embargo, no podía dejar de mirar a todas partes. Ella se llevó las manos a la nuca, incrédula: Por fin estaba ahí, en una nave de la Flota Espacial de la República Federal Humana, a punto de zarpar a los confines del universo conocido. Por fin cumplía el sueño de toda su vida, a pesar de todo, y lo había hecho un año antes de lo previsto.

Su pecho se hinchó de orgullo, y con la cabeza en alto, se dirigió al turbotransit, decidida. Al entrar se encontró con otros siete oficiales, y uno de ellos le preguntó.

-¿A qué cubierta, señorita?-

Maryam se dió cuenta de que realmente no sabía a dónde debía ir.

Tartamudeando, atinó a decir

-¿En qué cubierta está la cafetería?-

-Cubierta 35, ¿Ahí?-

-Si, por favor.-

El oficial tocó el número 35 en la pantalla, e inmediatamente las puertas del turbotransit se cerraron

En los siguientes segundos, cada vez que el transporte abría sus puertas salía un oficial de ellas.

Cubierta 17, 19, 23, 24, 29, 31 fueron las paradas, hasta que Maryam se quedó sola dentro del cubo metálico. Segundos después, las puertas se abrieron, permitiéndole salir.

En el exterior encontró un pasillo blanco, con paredes de una textura similar a la de la madera e iluminación cálida.

El piso era una duela suave, y el techo estaba cubierto con paneles difractores, que hacían pensar que todo el techo era la fuente de luz

Maryam salió del Turbotransit, admirando el pasillo, hasta que al final de este encontró el área de cafetería.

A la entrada, un cartel rezaba "Área de cafeteria 1A"

"Qué estúpida, hay cinco cafeterías" pensó Maryam, sintiéndose un tanto tonta. Sin embargo un oficial se preparaba algo en la barra de bebidas calientes, así que ella decidió acercarse a él.

-Ahm, disculpe, ¿sabe dónde está el comité de bienvenida a los alumnos de Operaciones Tácticas?- Preguntó ella, un tanto tímida, sin lograr verle la cara.

-Ah, claro. Acompáñeme.- Le respondió el hombre, un tanto distraído, sin siquiera voltearla a ver

Maryam lo siguió hasta el turbotransit, de nuevo, nerviosa. Sus manos sudaban, y la pena la invadía, por lo que estaba muy distraída

Una vez dentro, el hombre exclamó en voz alta.

-Cubierta 27, sección G.-

Un pitido de confirmación resonó, y el transporte empezó a moverse con ambos dentro. Maryam se sentía apenada, aunque no lo demostraba, sin embargo, al percatarse de que el oficial la observaba por encima del hombro, solo atinó a sonreir.

El hombre le devolvió la sonrisa, riendo nasalmente.

-Operaciones tácticas, ¿eh?- Preguntó el Oficial.

-Si, así es.- Respondió ella, sonriente.

El hombre asintió repetidamente.

-Tenga cuidado con Khöler, cadete. Dicen que suele ser un tanto dura.- Mencionó el sujeto.

-Si, eso escuché. Gracias.- Respondió ella, amablemente.

-No hay...- Empezó el oficial, antes de ser interrumpido por un anuncio general.

Los anuncios generales eran comunicados que se oían en todos los altavoces de la nave.

"Capitán Grant, repórtese al puente a la brevedad."

Exclamó la inconfundible voz de Alessandra Khöler.

-Vaya, hablando de ella, ahí está.- Dijo el oficial, divertido.-Parece que están ocupados allá arriba.- Terminó el hombre.

Maryam rió por lo bajo, mientras miraba las puertas del Turbotransit.

Ambos tripulantes pasaron los próximos segundos en silencio, hasta que un tono indicó que habían llegado al destino del Transporte.

-Bueno, aquí es mi lugar, pero el transit la llevará a donde debe.- Dijo el hombre, tocando dos veces su insignia.

Inmediatamente su uniforme mostró los hombros rojos y las bandas negras propias de la rama de Operaciones Tácticas.

Acto seguido las puertas del transit se abrieron, dejando ver el amplio puente de la nave. Sin embargo Maryam no se percató de lo que pasaba hasta que Khöler se dirigió al hombre

-Capitán, lo estábamos esperando.- Dijo la oficial, justo antes de que las puertas se cerraran, impidiendo que Maryam continuara escuchando la conversación.

Sus ojos se abrieron como platos, y un nudo se le formó en la garganta a medida de que se daba cuenta de que le había pedido instrucciones al capitán de la Emont.

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