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Capitulo 5. Hasta un sombrero me confunde.

Capítulo 5. Hasta un sombrero me confunde.

Meredith pegó su rostro a la ventana. Por dentro, ella disfrutaba de la vista con emoción. Por fuera, se veía su nariz aplastada por el cristal y su aliento empañarlo. Un pájaro pasó a su lado, se quedó tanto tiempo mirándola que no vio el cartel que estaba enfrente y terminó chocando contra él.

La niña se volvió con los ojos muy abiertos y se acomodó en su asiento con la imagen del pájaro en su cabeza.

— Ey, Mar —Lily la llamó cuando entró por la puerta del vagón—. ¿Quieres chocolate?

Dejó de lamentarse por el pájaro y levantó las manos hacia la pelirroja. Lily rió antes de depositar unos chocolates en ellas. Luego se sentó ante Mar.

—Uno no puede detener a la muerte, ¿no? —pregunta Meredith antes de comerse el primer chocolate.

—¿Qué? —le pregunta su amiga algo descolocada. Mar se fija en la ventana y ve al mismo pájaro volar con dificultad.

—Olvídalo —se comió el chocolate de una.

Lily rodó los ojos y rió a la par que ella también abría su propio chocolate. Comieron en silencio, demasiado preocupadas en el sabor. Meredith se puso a pensar en el hecho de que estaba en el Expreso Hogwarts... ¡Hogwarts! ¡Al fin iría a Hogwarts! Y aunque ciertamente ya comenzaba a sentir la ausencia de su madre junto a ella, sabía que iba a acostumbrarse... en Hogwarts.

Antes de subir al tren había estado prendida a su mamá mientras recitaba un montón de te quiero, hay tanta gente, ¡¿crees que alguno de ellos lleve un pato?! ¡Mami ruega que no haya patos! y Astoria sonreía mientras intentaba taparle la boca y volteaba a mirar a los lados en todo momento. Aunque al final pudo soltarse de su madre, correr al interior del tren hasta chocar con Lily y ahora pegarse a ella.

El hecho de que Lily le haya confesado que en los demás vagones habían chicas con gatos hizo que Meredith anulara por completo su deseo de corretear por el tren. Pero por favor, no iba a arriesgarse a que ahora un demonio gato la atacara y la matara antes de siquiera comenzar sus estudios.

La pelirroja Potter se le quedó mirando de repente, Meredith intentó ignorarla, pero era algo imposible de hacer teniendo en cuenta que Lily la observaba con la boca algo abierta. Comenzó a pensar que tal vez ahora le cobraría los chocolates... o revelaría que no es Lily y que el chocolate era una droga, caería inconsciente y al despertar le faltaría un riñón y...

—Tú eres genial —soltó Lily y la señaló—. Tienes cara digna de haber salido del psiquiátrico.

— ¿Gracias? —ladea la cabeza entre aliviada y confundida—. Eso es bueno, ¿No?

— ¿Has visto Alicia en el país de las maravillas? —Meredith asiente con obviedad—. Pues entonces sabrás que las mejores personas están locas.

— Owww, ¡Lily!

La abrazó y casi la ahogó gracias a que era mucho más grande que la pequeña Potter. Y aunque Lily tosía e intentaba respirar, sonrió. Buena elección para amiga.

Alguien toca la puerta cuando ellas se separan y vuelven a sus lugares. Pase, musitó Lily mientras rebuscaba algo en su mochila. Albus apareció abriendo lentamente la puerta, observó a su hermana y luego pasó la vista a la morena. Meredith se sonrojó cuando los ojos esmeraldas del Potter estuvieron sobre ella más tiempo de lo esperado.

—¿Qué hacían? —pregunta el chico entrando y sentándose junto a la acalorada Mar.

—Comer chocolate, hablar de la vida —responde Lily casualmente y mete su cabeza en la mochila—. ¡Maldición! ¡No encuentro mi uniforme!

—Se nota que comieron chocolate —admite Albus y señala la mejilla de Meredith—. ¿Es que comes con toda la cara?

Se limpió avergonzada pero aún así le respondió— Sólo como con pasión.

Albus ríe.

— Se nota —repite y mira a su hermanita con medio cuerpo en la mochila—. Lily... Rose tiene tu uniforme.

— ¿Ah? —se la escuchó decir desde dentro—. ¡Oh! ¡Es verdad!

Se levantó y chocó con la puerta. Aún tenía la mochila encima cuando salió y comenzó a gritar el nombre de su prima. Meredith rió un momento pero luego recordó quien más estaba ahí, por lo que se cruzó de brazos e intentó que el asiento la tragara.

— Ella te agrada —comienza Albus en tono serio, Mar asintió.

— Sí... es mi primera amiga aquí, ¿Por?

— Pues tú también eres su primera amiga fuera del círculo familiar —explica—. No eres su prima, ni hermana de alguna amiga de mis primas, mi familia apenas conoce a tu madre...

— Entiendo —murmura y alza la barbilla—. Dime, ¿esto es una especie de charla especial?

Albus sonríe y ella igual, él le sigue la corriente.

— Pues sí, no quiero que dañes a mi hermanita —dramatiza un poco.

— ¡Oh! ¡Jamás! Ella es mi mejor y única amiga ahora —alza un poco la voz, pero luego vuelve a bajarla, sonriendo de lado—. Y la quiero.

El chico se le quedó mirando, seguro de que ella era buena persona y no se acercaba a Lily sólo por ser una Potter.

— Me alegro —le da un empujón en el hombro, a Meredith se le cierra la garganta y el rojo comienza a notarse en su rostro—. Eres... muy agradable.

— Gracias, supongo —susurra cuando él se levanta y va hacia la puerta.

— Espero que te agrade el colegio —dice volteándose—. Si quieres, mañana en hora libre te lo enseño.

— Je, sí —asiente intentando no mirarle a la cara para que no note que estaba demasiado roja.

Albus se despide y cierra la puerta. Meredith suelta un suspiro y se abanica la cara. Debe comenzar a acostumbrarse que más personas van a acercársele y mirarla fijo, que ya no van a ser sólo tres como antes.

Lily volvió con su uniforme una mano, riéndose de sí misma.

—Olvidé que se lo di a ella para no olvidarlo yo —ríe y se sienta, mira a su roja amiga—. ¿Qué te pasó?

— Nada.

— ¿Fue Albus?

— Nada.

— Si dices que fue mi hermano, no me extraño —admite sonriéndole—. Aunque normalmente todas se quedan colgadas de James.

— He dicho nada —resopla cruzándose de brazos.

—... Pues yo no me voy a enojar si dices que te gusta un poquito.

Meredith chilla y se tapa la cara mientras Lily ríe hasta llorar.

***

Mientras iban en pequeños botes al castillo, Meredith no podía evitar mirarlo con la boca abierta (incluso cuando ya se le había metido una pequeña luciérnaga) Era tan majestuoso, nunca olvidaría esa imagen en su cabeza.

— Y ese, niños, es el castillo de Hogwarts —Lily habló con voz de sabelotodo—. Si miran a la izquierda, observarán el lago, y si miran a la derecha, hay más lago.

— Deberías olvidar los estudios y simplemente volverte guía, primita —dice Lucy Weasley mientras se recuesta—. Te iría de maravilla.

Meredith sonríe mientras baja la vista, ignorando que las primas hablaban. Pone su mano sobre el agua y la acaricia formando un pequeño remolino, estaba tan concentrada en eso que cuando otro dedo tocó el suyo dio un pequeño saltito.

Un rostro de mujer apareció, la niña seguía sin habla mientras la observaba. La mujer sonreía abiertamente.

— Has llegado al fin, mi niña —exclamó sonriente—. A tu padre le alegrará saber que estás bien.

— ¿Qué? —logró decir cuando salió de su shock.

La especie de sirena volvió a sumergirse y Mar se lanzó al agua para buscarla, pero no contaba con que Lily le tomara de la camisa y la sacara de vuelta con ayuda de Lucy.

— ¡¿Por qué haces eso?! —chilla Lucy—. No, no te tires al agua, es malo es... Estás seca.

— Está seca —repite Lily y la miran con la boca abierta.

Mar se fija en su ropa, en su cabello, todo, todo estaba seco. Y ella acababa de lanzarse al agua.

—... Ni una palabra de esto —advierte a las pelirrojas alzando un dedo, ellas asienten aún sorprendidas—. Porque no se qué significa.

— Lo que sea... yo quiero aprender —murmura Lily.

Llegan al castillo en silencio, mirando de vez en cuando a Meredith mientras ella buscaba a la sirena en el agua. No hubo suerte, no volvió a aparecer, entonces decidió que fue un producto de su imaginación, ¿y lo del agua que no la mojó? pues... Oh, ¿Ese es el profesor que los guiará?

— Mi nombre es Neville Longbottom —dice el hombre sonriéndole a todos—. Seré su profesor de Herbología, y además soy jefe de la casa Gryffindor —Lily levanta la mano y lo saluda con emoción, él solo sonríe hacia ella para no hacer tan evidente que conocía demasiado bien a esa pelirroja—. Síganme, por favor. No se dispersen.

— Es mi padrino —le susurra Lily a Meredith.

— Oh, genial.

Todos tropiezan mientras siguen al profesor que explica todo sobre las casas, aunque los niños ya estén más que informados sobre el tema. No pueden evitar cuchichear con emoción. Se escucha que repiten muchas veces los nombres de las casas, todos dicen a cual quieren ir.

— No importa a qué casa vayan —dice Neville cuando llegan a la puerta del comedor—. Todas las casas son excelentes y especiales a su manera... —voltea hacia los niños un momento—. Respiren hondo, y espero que no tengan pánico escénico.

Abre las puertas y el sonido de muchas voces llegan a ellos. Tragan saliva a medida que entran y se ven en medio de un mar de alumnos. Y todos los ojos puestos en ellos mientras avanzan hacia el frente en fila india. Meredith respira hondo varias veces, no hagas el ridículo, por favor no hagas el ridículo se dice y siente que alguien toma su mano. Cuando voltea ve a Lily con una mueca nerviosa.

— ¿Tengo algo en la cara? —susurra la más baja.

— No... ¿y yo?

— Tampoco.

Avanzan aún tomadas de las manos y respirando hondo. Meredith gira la cabeza hacia los lados y choca con unos ojos grises que la observan fijamente. Casi tropieza y cae pero le devuelve la mirada a la rubia que debía de estar en segundo año. Aunque luego eso la abruma y busca algún rostro amable entre la multitud, sólo atiene a chocar con los ojos marrones de James Sirius.

Él sonríe desde la mesa de Gryffindor, no la mira directamente a ella, más bien mira a Lily, pero luego levanta la vista hasta Meredith y sonríe aún más. Otra vez tiene que apartar la vista, ahora busca a Albus.

Tranquila le dice él alzando las manos, Meredith respira hondo y choca contra Lucy cuando la fila llega a su destino. Maldición, aún tengo que pasar sola a ese lugar se dice aterrada y aprieta la mano de Lily.

El profesor Longbottom pasa al frente con un pergamino que debería ser la lista de alumnos. Espera paciente a la par que una mujer... vieja se levanta a dar un discurso. Meredith apenas escucha a la directora McGonnagall, su mente sigue pensando en miles de cosas mientras juega con el borde de su túnica.

Hufflepuf, Gryffindor, Raveclaw, Slytherin. Repite los nombres mientras el profesor Neville se prepara para comenzar la lista. Hufflepuf, para los trabajadores... yo no soy una trabajadora, yo escapo del trabajo. Miró hacia atrás, hacia la mesa de los chicos con insignia amarilla, todos se veían muy amables, pero seguro ella no iría con ellos.

Ravenclaw... siquera voy a pensar en eso. Se auto reprochó que era demasiado estúpida como para acabar ahí. Odiaba pensar demasiado en una sola cosa.

Slytherin o Gryffindor, ¿a quién engaño? siempre he querido a esas dos.

— Meredith Greengrass —no escuchó cuando la llamaron, seguía mirando al techo—. ¿Meredith?

Bajó la vista y notó que los ojos del profesor estaban puestos en ella. Se sonrojó y se acercó a él tropezando con todos. Cayó cuando estuvo fuera del mar de niños, el comedor estalló en carcajadas, ella igual. Era mejor reír con ellos a que ellos se rían de ella.

Respiró hondo cuando se sentó en la butaca, miró a Lily y Lucy por última vez antes de que el sombrero le tape la vista.

¿Greengrass? ¡Oh! ¡Otra belleza olímpica en Hogwarts!

Dio un saltito cuando esa voz llenó su cabeza, pero se recordó que era el sombrero y no debía temer.

¡Por supuesto que no debes temer de mí! ¡Soy tu mejor amigo por los siguientes minutos! Ríe y ella sonríe incómoda. Veamos, veamos... eres una niña traviesa eh. Un poco orgullosa a veces ummm, ¿En verdad le lanzaste una pajilla? Fantástico.

El siguiente minuto es puro silencio, Meredith clava las uñas en la butaca, no sabe si levantarse y quitarse el sombrero, o esperar a que él le diga que su cerebro no servía para ir al colegio.

Hay algo aquí que es muy borroso. Se queja el sombrero. Pero por lo que puedo ver ya puedo darte un veredicto final.

—¿A qué te refieres con borroso? —murmura.

No lo se, si tú no sabes, ¡Yo menos! Eso no le daba una respuesta en concreto, y el sombrero parecía saber algo. ¡Mientras menos sepas, mejor!

—¡Un momento!

—¡Gryffindor! —grita el sombrero y escucha los aplausos con los vitoreos.

Le retiran el sombrero y cuando la luz le da en los ojos no puede evitar cerrarlos con dolor. Había estado un buen rato ahí. Se bajó tambaleándose y caminó hacia la mesa de los leones frotándose los ojos.

Tiraron de ella y la obligaron a sentarse. Observó con los ojos muy abiertos a su alrededor. Oh, eran los Weasley... y Potter.

— Hasta que acabamos juntos —la voz de James llegó a sus oídos, él sonreía mostrando todos los dientes.

— Sí, eso creo —murmura entrecerrando los ojos e ideando un plan para irse.

— Ey —le dice James cuando nota sus intenciones, toma su brazo, ahora se ve algo apenado—. No es que me guste molestarte, sólo que no puedo evitarlo.

— Sí, ya sé que la estupidez no puede evitarse.

— ¡Uhhh! —dice Fred Weasley golpeando a su primo.

— Por experiencia propia —añade Meredith sonriendo y James deja de mirarla incómodo para soltar una carcajada.

— Puedes hacerte auto bullying, ¡genial!

— Soy Frank Longbottom. —dice un moreno que estaba a su lado, le sonríe con los labios juntos—. Me presento porque ya veo que mi amigo me ha olvidado.

— ¿El profe es su padre? —inquiere moviendo la cabeza hacia el señor Neville.

— Sí —afirma Frank—. Pero aquí entre nosotros... Sólo soy Frank —le tiende la mano.

— Y yo... supongo que sólo Meredith —acepta el saludo.

Vaya, James podía ser agradable y sus amigos igual.

—Pero pueden decirme Mar —añade mirándolos.

— ¿No podemos decirte sirenita? —inquiere James y Meredith lo observa confundida—. Puesto que eres tan bonita como una.

Mientras los que están a su alrededor molestan, Meredith respira hondo y simplemente sonríe, va a tener que acostumbrarse a eso.

— ¡SÍ! —Lily grita y corre hacia ellos—. ¡Gryffindor!

Se lanza sobre Mar y la abraza con fuerza. Apenas había notado que era su turno con el sombrero.

Pensó en lo que dijo el sombrero y por primera vez en su vida le dio vueltas al mismo tema. La mujer en el agua, lo que dijo el sombrero, todo tenía que estar unido de alguna manera. Esa noche se recostó en la cama deseando ser más inteligente para poder entender todo eso... y claro, luego se quedó dormida con la boca abierta.




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