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Capítulo 4. La familia de mamá y... Mis primos me odian.

Capítulo 4. La famillia de mamá y... Mis primos me odian.

Meredith descubrió que Albus es dos años mayor, mientras que James es tres años mayor, oh, y es muy idiota. Se dijo con satisfacción que ella había predicho eso.

Albus era Slytherin, siendo el primer Potter y Weasley que iba a esa casa. James solía molestarlo por eso, y a ella no le parecía muy agradable. El mayor de los Potter era Gryffindor, lo que le hizo pensar algo como ¡Maldita sea! porque aquella casa había sido una buena opción para ella. Ahora estaba perdiendo su atractivo.

Y Lily, era como el cielo del infierno. Tierna pero a veces daba miedo, como cuando James le dijo "preciosa" a Mar en intento de coqueteo y Lily se quejo a los cuatro vientos de que si seguía coqueteando con cada chica que veía, ella nunca tendría amigas. Meredith pensó que debía ser muy bonita o él debía estar muy loco como para decirle eso a una niña tres años menor.

De igual manera no funcionó, porque ella había tenido cierta primera impresión de su parte y aquello fue ignorado. Notó que a Lily le molestaba, y planeaba que ella sea su nueva mejor amiga. Por ello hizo como si ese comentario nunca hubiese salido de los labios de James.

Acordaron volver a encontrarse en un rato en el Emporio de las lechuzas, luego de que Astoria y Meredith retiraran algo de dinero de la cuenta de Gringotts de la primera. Aún tenían que comprar los libros y los útiles para Hogwarts.

Ya estaban en el lugar y Meredith no dejaba de acosar a los duendes con la mirada, le parecían tan horribles y fascinantes. Tenía sus grandes ojos verdes abiertos al máximo y los pasaba por cada duende que había.

—No les mires mucho —le regaña su mamá—. No les gusta.

Un duende levanta la cabeza y le dedica una mirada de odio puro.

—Ah, pero qué linda atención —ironiza la morena alzando las cejas.

Llegaron al final del pasillo y se toparon con el duende más viejo y feo que Meredith haya visto en toda su vida. No pudo evitar observarlo con la boca abierta.

Astoria se aclara la garganta y alza el mentón para que el duende la note, él la mira con aburrimiento— Astoria Greengrass, cámara 608.

La mirada del duende recae en Meredith, ella cierra la boca e intenta copiar la pose solemne de su madre.

— Meredith Greengrass, su hija.

Asiente y mira su camiseta con una ceja en alto. El enorme rostro sonriente de Bob Esponja. Meredith lo retaba con la mirada Anda, atrévete a decir algo sobre Bob y terminarás más feo de lo que ya estás.

Él frunce el ceño y llama a otro duende para que las lleve a su cámara. Pero antes de que Meredith y su madre se vayan, el duende más viejo levanta la mano derecha haciendo una seña de paz y amor.

— Cacahuate —dice y Meredith ahoga un grito mientras se tapa la boca con ambas manos.

— ¡Todos somos cacahuates!

El duende sonríe mostrando sus feos dientes amarillos. Astoria tira de su hija hacia el vagón.

— ¡Es un cacahuate! Wow, ya me cayó como agua a la cascada —comenta sonriente, Astoria sacude la cabeza y se restriega la cara intentando no reír.

— Esa fue la escena más rara que vi en mi vida.

— ¡Hey! Estás conmigo, y yo colecciono tarros de arena ¿Qué esperabas?

***

Después de sacar dinero del banco y tener un pequeño momento musical con el pequeño y feo hermano cacahuate, Meredith y su madre se retiraron y volvieron hacia las tiendas, más bien, rumbo al Emporio de las lechuzas (que para estupefacción de Meredith, vendía lechuzas)

— Elige una —le dijo Astoria mientras leía el papel con la lista de útiles—. Yo voy por los libros con Harry y Ginny. Te quedarás con Lily y Albus, vuelvo en quince.

Meredith agradeció a Merlín porque James fue con sus primos y ya no tendría que soportarlo. No más chico bobo cerca. Ahora podría divertirse con los otros Potter que no se cayeron de cabeza al nacer. Conoció mejor a Albus y ya no le pareció tan serio, incluso parecía divertido. Lily... era simplemente Lily.

—Mira, qué linda gata —comentó Lily señalando a una gata negra con ojos verdes—. ¿Verdad, Mar?

— No —negó recordando al gato endemoniado y fan de Justin Bieber. Se estremeció—. Para nada.

—¿No te gustan los gatos?

— Para nada —su voz salió con cierto odio, lo que hizo que la sonrisa de Lily se marchitara.

La pequeña Potter entró en desesperación, era la primera vez que tenía la oportunidad de hacer amigos fuera de su circulo familiar y ya lo estaba arruinando. Titubeo y balbuceó algo de "Oh, a mí tampoco me gustan"

A Meredith le causó gracia su expresión, por lo que estalló en risas, Albus le siguió. Lily también lo hizo luego de unos momentos, pudo respirar tranquila, no se había enfadado ni nada.

—Yo pensaba que hice algo mal —admite con el rostro y las orejas rojas.

—Claro que no —ríe Mar.

—No quería perder a mi primera amiga.

Los ojos verdes de la más alta brillan de la emoción, ¿ha dicho amiga? ¿Ella también quería?

—Amiga...

—Sí, ¿No quieres?

—¡Por supuesto que quiero! —dice algo fuerte, se sonroja y se encoge un poco sin dejar de sonreír—. Sí quiero.

— Genial —Lily se lanza a abrazarla.

Pasan unos segundos así, Albus las observa con una pequeña sonrisa mientras se rasca la parte trasera de la cabeza. Una vez se separan, habla.

—¿Y yo? ¿También soy tu amigo?

—Claro, por qué no —murmura sonriendo y se pone totalmente roja cuando él la abraza.

—Admítelo, los Potter somos adorables —le dice Lily cuando vuelven a caminar por la tienda.

—Sí... todos menos James —hace una mueca y los otros ríen.

—¿Por qué odias a los gatos? —pregunta Lily de repente mientras acaricia a una lechuza.

—Tuve una mala experiencia con ellos —responde mirando sus pies—. No quiero hablar sobre eso.

—Como quieras.

Siguen charlando sobre cualquier tema trivial hasta que sus padres llegan y Astoria declara que es hora de ir a casa. Meredith pone una expresión triste que no pasó desapercibida por Ginny, quien las invitó a cenar esa noche en la madriguera. Las Greengrass aceptaron alegres y se despidieron.

***

Cuando llegaron a la que sería su casa en toda su estancia en aquel país Meredith la observó con la boca abierta. Era de esas casas viejas y grandes, pero era majestuosa por ello. No podía creer que nunca antes hayan ido a ese lugar. Cuando le preguntó a su padre por qué la casa parecía tan limpia aunque nadie viviera allí Astoria respondió que tenía una hermana que solía ir a limpiar.

El hecho de que apenas se entere de que tenía una tía molestó un poco a Meredith, pero terminó dejándolo a un lado cuando entraron y Astoria la llevaba hacia la que sería su habitación.

— Es muy... blanca —murmuró luego de abrir la puerta.

Comenzó a creer que su madre la estaba llevando a un psiquiátrico disfrazado, entonces ideó un muy buen plan que incluía una cabra... ¿De dónde sacaría una cabra por esos lados?

—Sí, porque se adapta a lo que uno quiere —volvió a cerrar la puerta y puso sus manos sobre los ojos de la menor—. Ahora piensa en los colores que deseas en tu cuarto.

Meredith suspira y el color violeta invade su mente, diferentes tonos de violeta y azul, celeste... todos esos colores bonitos que a ella le fascinaban. Le dio una señal a su madre y esta le destapó los ojos y abrió la puerta.

— Oh... esto es otra onda —suspiró mirando al cuarto, entrar a él era como entrar en otra galaxia—. Impresionante.

—Como la magia siempre lo ha sido —asiente y se retira—. Te dejo acomodarte. Toma un buen baño.

— Eh, sí —dijo distraída.

Apenas se había cerrado la puerta cuando ella corrió y saltó sobre la cama a la par que se sacaba los zapatos.

— ¡FIESTA! —comienza a saltar y alza los brazos en una pose de heroína—. ¡Soy supergirl!

Pero ella no volaba como supergirl, por lo tanto, cuando saltó de la cama no fue volando al otro lado de la habitación, sino que cayó al suelo y sus rodillas resonaron.

— Mami —su voz sonó ahogada y se tiró de costado mientras el dolor la arrasaba—. Eso no fue lindo.

—¡Meredith! ¿Ya te estas bañando?

— ¡De inmediato! —se levantó y corrió hacia su maleta—. Jabón, jabón líquido, mi pequeño precioso, ¿Dónde te has metido? AJÁ

Sacó el pote de jabón líquido con una sonrisa satisfecha. Adoraba ese jabón, sonará extraño pero su olor a chocolate a veces le daban ganas de comerlo... Aprendió por las malas que eso no se hace.

Cuando se sacó la remera percibió el olor de su cuerpo, su rostro se contrajo con asco y pensó ¿He tenido este olor todo el día? ¿Incluso con los Potter?... Voy a morir avergonzada con eso. Lanzó su ropa sucia mientras chillaba y luego saltó a la ducha. Si bien gritó cuando el agua fría tocó su piel, luego ya no quería salir. Pero sabía que debía hacerlo, o su madre entraría al baño por ella.

Y su mamá ya no la veía así desde... Mejor ni pensarlo.

Al salir sacó toda su ropa y la esparció por la cama, con una mano en su barbilla mientras decidía qué ponerse. ¿Debía ir formal? ¿Casual? Informalmente casual o casualmente formal. Eso ya le daba dolor de cabeza, por lo que tomó el segundo conjunto que le había convencido.

Los jeans que no habían sido atacados por perros en California y la camiseta verde que no estaba manchada con algún tipo de salsa... eso pensaba hasta que se la puso y una mancha apareció mágicamente. Gimió y se tapó la cara antes de tomar una chaqueta negra y ponérsela para poder tapar la mancha.

Se miró al espejo por unos largos momentos, haciendo caras raras. Finalmente se lanzó un beso e intentó guiñarse un ojo, pero algo salió mal y se asustó con su propio reflejo.

—Bueno... ¿Eres soltera, linda?... Yo también —ríe como loca y se vuelve para poder ponerse sus zapatos.

Bajó las escaleras corriendo emocionada, había escuchado a su madre ahí abajo y tal vez ya estaba lista para que puedan ir. Pero en el penúltimo escalón tropezó y cayó de cara. Alzó la cabeza lentamente y vio unos zapatos... muchos zapatos significaba mucha gente mirándola.

Que sean fantasmas, rogó mentalmente.

—¿Es tu hija? —preguntó una mujer.

—Sí —respondió su madre.

Maldición.

—Es muy bonita —halagó la mujer y Meredith la miró, era una castaña muy parecida a su madre. Esta se le acercó y le tendió la mano para poder ayudarla a levantarse—. Hola, Meredith.

—Hola —corresponde sintiendo sus mejillas arder.

— Soy Daphne Nott —sonríe emocionada—. ¡Soy tu tía!

¿Tía de lo que se dice tía? ¿Hermana de mamá? Esa tía... ¡Claro, idiota! Qué otra tía si ni conoces a tu padre. Meredith se grita mentalmente, pero para cuando Daphne se lanza a abrazarla.

—Yo soy Theodore Nott —se presenta el hombre que debía ser el esposo de Daphne, le sonríe suavemente.

—Ellos son Aileen y Theo —Daphne señala al par de adolescente que Meredith no había notado hasta ese momento—. Mis hijos...

La mirada poco amigable de ese par choca con Meredith, después de unos segundos ya no quiere abrazarlos como antes. Theo se voltea hacia su padre con expresión molesta.

—¿Ya? Quiero irme de aquí.

La cara del señor cambia, se vuelve molesta y mira a su hijo con severidad— Compórtate.

— ¿Iban de salida? —la señora Nott intenta cambiar de tema.

—¡Sí! —Meredith responde sonriendo—. Vamos a cenar con los Potter.

—¿Potter? —el siseo de Aileen incomoda a Meredith—. ¿Es enserio?

—Claro —murmura—. ¿Acaso es algo malo?

Daphne niega con la cabeza pero lo que su hija dice es todo lo contrario— Por supuesto, ¿cómo puedes acercarte a ellos?

— Son buena gente...

Aileen y Theo la ignoran, se voltean y salen de la casa.

Theodore tiene las mejillas rojas por el enojo y la vergüenza— Lo siento.

—Son especiales —añade Daphne—. No les agradan los Potter.

— Lo noto —afirma Meredith poniendo sus manos en los bolsillos de la chaqueta.

Bien, no les agradaban los Potter pero... ¿Ella tampoco les agradaba?

—Tori, lo siento mucho —le escuchó murmurar a Daphne, Astoria miraba al suelo.

—No es tu culpa... ¿suelen verlos, no?

—Sí... dicen que son su única familia de tu parte.

—Oh —la mujer respira hondo y nota que su hija la miraba confundida.

—Nos vamos, les dejamos tranquilas.

Se despidieron y se disculparon varias veces. Luego de eso Astoria subió las escaleras de inmediato mientras decía que necesitaba unos minutos a solas. Pero Meredith aún así la siguió y se pegó a la puerta de la habitación. Escuchó llorar a su madre y su corazón se destrozó.

Sus mejillas se mojaron con sus propias lágrimas y se preguntó por qué no le agradaba a sus primos. Si aquello era algo normal, porque nunca antes había tenido más familia que Astoria y ya.



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