Capítulo 32. ¡Viva las Vegas!
Capítulo 32. ¡Viva las Vegas!
Roncar. Muchas personas tienen ese "problema", esa costumbre involuntaria, y Meredith no era la excepción. Con la boca abierta como si estuviese pegando un grito y los ronquidos escapaban de lo más profundo de su ser. Ella no lo sabía, pero podía hacerle competencia a los monstruosos ronquidos.
Todo era muy feliz hasta que se atragantó con su propia saliva, entonces despertó tosiendo sin parar, como un vagabundo borracho. Golpeó repetidamente su pecho mientras intentaba calmarse.
—Ya, ya estoy bien —informó luego, con los ojos llenos de lágrimas y la voz aguda.
Y entonces se percató de que seguía en el autobús, tenía a varias personas mirándole, entre ellas unos jóvenes de su edad. La sangre se apoderó de su rostro mientras se acomodaba en su asiento. Leo hizo notar su presencia a su lado, mientras acariciaba a Doris envuelta en una manta en sus brazos.
—Hasta que despiertas —le dice, divertido.
— ¿Cuánto tiempo llevo... —roncando— durmiendo?
Piper se movió un poco junto a Leo para que la viera, le sonrió a su amiga.
—Desde ayer, más o menos. Caíste rendida. Es bueno, llevabas tiempo sin dormir así.
Tuvo que medio morirse justo en el asiento que daba al pasillo. Pues hasta en ese estado era fanática de la vergüenza.
—Dime que no tengo baba en la cara —rogó abochornada al notar que no dejaban de mirarle.
—Bueno... —Leo soltó una carcajada.
La hija de Afrodita al menos fue más discreta, y se apartó para poder reír.
Meredith quiso volver a morir hasta que llegaran a su destino. Se tapó el rostro con las manos y lloriqueó. No podía ser, ¿debía ser dueña de semejante mala suerte?
¿No habrá algún dios que se apiade de su pobre alma? Al menos por primera vez en su vida.
Sintió que le tocaban el hombro, destapó sus ojos para poder mirar. Una mujer le tendía un espejo, Meredith entonces pensó que los dioses tenían un humor ácido y sólo querían hacerle sufrir. Tomó el espejo con pesadumbre y observó su reflejo en él, para su sorpresa su rostro no estaba babeado o sudado, estaba normal. Unas palabras se escribieron en él, con labial rojo.
Nunca olvides la misión.
Con amor, Dita.
Eso le sacó una sonrisa, por más que se sentía confundidas con las palabras. Al menos Afrodita si la ayudaba.
Guardó el espejo en su mochila y una idea surcó su mente. Si Afrodita la ayudaba en cosas tan simples como esa... ¿también le ayudaría a hallar la verdad? La que era verdad en realidad, claro.
Tuvieron que bajar en la última parada del autobús, y no era más que Las Vegas. Meredith se sintió muy emocionada entonces, sujetando a Doris bajo un brazo y poniéndose unos lentes oscuros mientras bajaba del bus con estilo.
— ¡Ladrona! —le gritó la anciana a la que le había sacado los lentes, mientras le golpeaba con su bolso y volvía a sacárselos.
Mar se frotó la nuca con dolor y sus amigos reían a carcajada limpia. Ella simplemente sonrió.
— ¡Esto es Las Vegas! ¡Suena tan emocionante! —alza una mano.
—Siempre que no nos secuestren para vender nuestros órganos todo estará bien —sonrió Leo y comenzaron a caminar.
—Ahora deberíamos encontrar algún lugar donde pasar la noche, algo seguro —Piper comenzó a dar vueltas mientras las luces les encandilaban—. Donde no nos robarán los órganos o nos comerán un montón de monstruos.
El otro par asiente de acuerdo, y luego se distrae con los edificios. Meredith se planteó la idea de ir a apostar como loca, al igual que en las películas, pero recordó que siquiera tenían el dinero suficiente y eran jóvenes de 14 años... Bien, claramente no servían en ese lugar más allá de mirar las luces con cara de idiotas.
— ¡Un casino! —saltó en cuanto vio uno enorme, luego de un rato caminando por el lugar.
— ¡Woooh! ¡¿Podemos entrar?! —Leo exclamó al ver a unas chicas lindas ingresar.
Piper rueda los ojos —Con la edad que tenemos, además del perro... Claro que nos dejarán, es obvio.
—Dices cosas que rompen mi ilusión —dramatiza Meredith mientras Leo asiente de acuerdo—. Y son reales, aún peor... Solo debemos buscar un lugar donde pasar la noche y luego seguir.
El hijo de Hefesto mira a todas direcciones con tristeza, habría sido genial más tiempo allí. Había cosas geniales, chicas lindas, diversión, chicas lindas y chicas lindas.
—Aún nos quedan unos días, sé que vamos a llegar, mientras podríamos...
—No, Leo —le responde Piper.
Eso causa que el muchacho se lance al suelo de imprevisto, ante la mirada incrédula de las chicas se prendió a las piernas de Piper mientras comenzaba a rogar.
—Leo Valdez, suéltame ahora mismo.
—Juro que si pasa algo salgo corriendo contigo en mi espalda... ¡Podría ser la última vez que estemos aquí, Pipes!
— ¡Leo! —chilla cuando casi cae.
Meredith tose falsamente y se aparta de la escena, finge entretenerse con Doris mientras mira la escena divertida. De pronto se sintió algo excluida... a la vez agradecía no tener a Leo sujetando sus piernas. Ella no sería tan paciente como Piper, ella tal vez ya le habría pegado un rodillazo involuntario que rompería la boca del chico o algo así.
— ¿Ella no acepta su amor? —una mujer algo mayor preguntó, posicionándose junto a la Greengrass y mirando la escena también.
Pudo haber dicho No, son solo buenos amigos pero Meredith a veces gustaba de la vergüenza en otros.
—Exacto... Ella es muy terca, pero seguro en el futuro se casarán en alguna capilla por aquí.
— ¡Adorable! Yo lo hice a los dieciséis, en aquellos tiempos el Elvis Presley que casaba estaba más... despistado —informa con nostalgia—. Lo recuerdo como si hubiese sido ayer.
Muy bien, pensó Meredith, ¿y yo cuándo le pregunté sobre su vida?
Terminó escuchando durante un par de minutos la historia donde aquella mujer conocía a un stripper que movió algo más que el trasero ante su rostro. Meredith le miraba de forma significativa, esperando a que se callara y notara la indirecta. Pero la mujer estaba demasiado concentrada en describir su luna de miel en el sótano de un casino.
—Señora —le interrumpió en medio del éxtasis de la historia, mientras frotaba su sien con una mueca—, sin ánimos de ofender pero, ¿a usted quién le llamó para hablar sobre su súper experiencia?
La mujer le observó indignada antes de retirarse lo más rápido que podía. A la par Piper y Leo se acercaban ya más tranquilos.
— ¿Para cuándo el casamiento? —les preguntó con una sonrisita.
— ¿Perdón? —La cara de Piper se transformó por completo, mientras su mano viajaba al cuchillo escondido en su cintura.
—Nada —responde de inmediato Mar.
Nunca usaba el maldito cuchillo, pero ahora estaba dispuesta a usarlo con ella. ¡Maldita mala suerte!
—Tal vez... ¡Tal vez debamos dormir aquí! —chilla señalando al edificio a sus espaldas, sin siquiera darle una mirada, solo quería salir del aprieto.
Leo y Piper alzan las cejas mientras observan, ella es quien le hace notar una pequeña falla a Meredith — ¿Sabes cuánto dinero costaría una sola noche allí?
— ¿Para ustedes? ¡Nada!
Solo entonces la azabache voltea, nota lo majestuoso y caro que se ve el edificio. Un empleado de él les sonríe cordialmente mientras abre las manos. El trío de semidioses se sobresalta y Meredith aprieta a Doris contra sí, causando que chille.
—Santa mandrágora —murmura.
—Lamento haberles asustado —se disculpa el hombre—. ¿Desean pasar?
Leo y Meredith miran a Piper, luego la toman por ambos brazos para avanzar. Le murmuran a la par —Mirar no cuesta nada.
Ingresan al lugar y quedan simplemente maravillados. Giran la cabeza todo el tiempo intentando mirar todo a la vez. Y sí, en definitiva no podrían pagar algo como eso.
—Bienvenidos al Hotel Lotus.
Algo hizo clic en la cabeza de Meredith, giró de golpe hacia el hombre.
— ¿Hotel Lotus?
—Sí, ¿hay algún problema, señorita? —la amabilidad desapareció en su tono.
Percy le había dicho algo sobre el Hotel Lotus, pero no lograba recordar qué fue. Así que solo negó con la cabeza y siguió observando a su alrededor.
—Lo siento, señor. Nosotros solo buscamos un lugar donde pasar la noche —confiesa Piper—. Y a decir verdad no tenemos el dinero suficiente para este lugar.
Él hace un gesto sacándole importancia.
—No deben estresarse por ello, ya está todo pagado.
— ¿Qué?
—Los altos mandos han pagado por su estadía —vuelve a su usual sonrisa mientras les tiende una tarjeta—. La llave de su habitación, síganme.
Se miran entre ellos, ¿los dioses eran aquellos altos mandos? Tal vez ayudaron aunque sea un poco. Encogieron sus hombros y siguieron al empleado hacia su habitación. En el camino una muchacha con una charola llena de algún tipo de postre se les acercó.
— ¿Flor de loto? Son deliciosas —aseguró sonriente.
Piper y Leo tomaron una, Meredith solo arrugó la nariz mientras negaba. Eso se veía como pura azúcar, ella era un huracán con eso y lo sabía. Pero la muchacha de la charola siguió insistiendo con la mirada y su maldita sonrisa que parecía no ser capaz de borrarse. Tuvo que aceptar una de mala gana.
— ¿Feliz? —le dijo luego de morder un poco.
Sus ojos se abrieron como platos, y de pronto ya no percibía su alrededor.
—Disfrute su estadía —murmuró la muchacha mientras le veía tambalearse—, señorita Greengrass.
La flor de loto que cada uno tenía en la mano desapareció al minuto, al igual que toda consciencia en los semidioses.
***
—I kissed girl and i liked it. ¡The taste of her cherry chapstick! ¡I kissed girl just to try it! —cantaba a todo pulmón, saltando en la cama—. I hope my boyfriend don't mind it...
Tuvo que lanzarse de espaldas jadeando, puesto que de pronto se sintió muy cansada. Pero siguió la canción en voz baja.
—I felt so wrong, i felt so right... Don't mean... —suspira cerrando los ojos, ya sin ser capaz de seguir.
La neblina en su mente se disipó al fin, y Meredith cayó en la realidad. Abrió los ojos como platos al recordar la misión.
— ¿Por qué cantaba eso? —tocó sus labios un poco asustada—. ¿Qué hora es? Demonios, no recuerdo nada... ¡Doris!
Se escucha unas garras resbalando en el suelo, luego una mata de cabello rosa aparece frente a Meredith, lo que le hace gritar con horror.
— ¡¿Doris?!
Un ladrido agudo es su respuesta. Se acerca para tomarla y examinar que fuera del color estuviese bien.
— ¿Quién te hizo semejante cosa, bebé? —La mirada que le dedicó la pequeña fue suficiente—. Ah, yo... lo siento.
Sus neuronas al fin comenzaron a funcionar, presentándole el recuerdo que tenía sobre el hotel. Percy se lo dijo, él, Annabeth y Grover quedaron atrapados allí durante días sin percatarse de ello. Tuvo que golpearse la frente con fuerza por tener una memoria tan mierda que solo funcionaba cuando le apetecía.
Nunca olvides la misión. Ahora la nota de Afrodita tenía sentido.
Tomó su espada, convertida en el broche aún. Salió de la habitación corriendo, con Doris tras ella.
— ¿Flor de loto?
Una de las camareras volvía a sonreírle encantadora con aquellos dulces en su charola. Meredith se quedó mirándolos, ellos eran los culpables de todo. Pero debía quitarse a la chica de encima.
—Claro... mejor deme todas.
Los ojos de la mujer brillaron al verla tomar toda la charola y salir extasiada, dando saltos. Una vez ya no podía verla, Meredith lanzó todas las fotos al basurero. Entonces se dispuso a buscar a Piper y Leo para salir de ese lugar.
Se movía con discreción entre la gente, intentando no ser descubierta. El sudor embarraba su espalda por los nervios, no los encontraba. Vio un cartel que decía "Micrófono abierto" y algo le incitó a ir allí.
Miró al escenario con la boca abierta de la impresión, luchando para no caer de trasero. Leo estaba allí en calzoncillos, cantando "Sexy back", intentando hacer un baile sensual. A decir verdad parecía tener un ataque de caderas locas.
—I'm bringing sexy back, them other fuckers don't know how to act —Vuelve a pasearse por el escenario mientras acaricia el micrófono—. Come let me make up for the things you lack. Cause youuu mamaaaá —gritó cuando Meredith le empujó fuera del escenario.
Las personas comenzaron a abuchear por ello, para su sorpresa. Mar sacude la cabeza, ¿acaso estaban sordos?... ¡¿Acaso estaban ciegos?!
—Lo siento, necesito al Timberlake latino un momento.
Leo se voltea mientras le empuja, sonrie mostrando todos los dientes.
—Besos y autógrafos después del show, por favor.
—Iugh, Valdez —arruga la nariz—. Te calmas, por favor.
—Admite que deseas mi cuerpo aaaaardiiiente —chilla cuando ella le pega una cachetada—. ¡¿Por qué?! Es la verdad —Otra cachetada—. ¡Por favor ya no!
Tres cachetadas después...
—Greengrass, mierda, estoy medio desnudo —dice alarmado, sonrojándose por completo.
Mientras él intenta taparse la entrepierna con las manos ella rueda los ojos.
—Hace rato no tenías vergüenza, cuando eras el stripper que cantaba en el escenario.
— ¡¡Qué?! —jadea—. ¿Dónde está Pipes? Debemos irnos de aquí.
—No tengo idea —admite—. Solo no comas otra flor de loto, por culpa de ellas pierdes la noción del tiempo y haces estupideces. Son como droga.
Leo asiente mientras piensa en lo mucho que necesitaba algo de ropa en esos momentos. Justo ahora debía tener sus calzones con agujeros en el trasero, podía sentir la brisa en sus nalgas.
—Te aguantas —le espetó Mar cuando dijo que necesitaba buscar ropa—. Ahora debemos buscar a Piper y largarnos... Te pasa por hacerte del Justin.
Le guiñó un ojo, el chico volvió a enrojecer hasta las orejas.
Minutos más tarde encontraron a Piper en el casino, se las ingenió para jugar póquer con otros viejos adinerados. Tuvieron que sacarla a rastras porque ella se aferraba a la mesa gritando que estaba en su buena racha. Luego la lanzaron a la piscina para que despierte.
— ¿Cómo saldremos de aquí? —Piper inquiere mientras tiritaba.
—Ni idea —admite Meredith, subiendo a Doris—. Podríamos incendiar el lugar, causar una alerta, salir entre la masa de gente desesperada que ruega no derretirse como una muñeca de cera...
Finaliza susurrando macabra, y acaricia el lomo del perro. Leo le miraba con la boca abierta, tragó saliva.
—Podríamos intentar correr hacia la salida, y no parar hasta que estemos bien lejos.
—También es una opción —sonríe irónica—. Esa idea me inspira tanto...
— ¿Como tu cabello y tu maquillaje?
Meredith le mira confundida.
—Al mirarte uno creería que tu inspiración es una mezcla de Lady GaGa y Katy Perry...
Piper señala al espejo tras ella, Mar voltea y al ver su reflejo pega un grito al cielo. Cabello rosa chillón, labios y sombra de ojos rosados... ¡Un chicle de frutilla le escupió encima! Literalmente comenzó a lagrimear.
— ¡Mi belleza natural!
—No hay tiempo para tus lamentos, Mar —advierte Piper al notar que los empleados comenzaban a movilizarse hacia ellos—. Tenemos que correr si no queremos morir.
— ¡Yo quiero morir!
Tuvieron que tirar de ella para correr hacia la salida. Meredith iba gritando blasfemias hacia todos, y a la vez lloraba por su cabello.
—Gracias, Pipes, ahora nuestra líder está deprimida por su nuevo look —Leo resopla.
—No fue mi intención. No esperaba que reaccione así.
Se detuvieron ante un enorme reloj, miraron la fecha y de pronto los lamentos de Meredith se disiparon. Soltó a Leo y Piper mientras avanzaba un par de pasos.
—Solo nos quedan tres días para llegar a Los Ángeles.
—Tiempo de sobra... algo así —murmura Leo.
—Dilo de vuelta cuando Eros nos este asando con el resto del campamento.
Sintió un malestar terrible, acompañado con unas ganas de vomitar. Una flecha en llamas pasó junto a ella, causando que los tres griten.
— ¿Corremos? —mira a sus amigos.
—Corremos —respondieron, Doris ladra.
Y así terminaron corriendo despavoridos, con dos cabelleras rosadas, una chica con un terrible resfriado y un nudista. A pesar de todo era una experiencia memorable.
***
A seis capítulos del final, lalala.
EMOCIÓN PALPITANTE POR ESO XD
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