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Capítulo 3. Un pato en el VIP.

Capítulo 3. Un pato en el VIP.

Lo del gato había sido horrendo y aterrador. Meredith pasó toda la noche en eso y no pudo dormir hasta que al fin su cuerpo lo exigió y pudo cerrar los ojos en paz. Pero eso no duró mucho, porque apenas una hora después tenía a su madre sacudiéndola y diciéndole que debía prepararse para ir al aeropuerto.

Mientras se ponía la ropa se preguntaba por qué debían ir en avión si su madre era bruja y podía simplemente aparecerlas allá. Bueno, esa pregunta ya la había respondido su madre diciendo que su permiso de aparición había vencido, por lo cual si lo hacían tendrían muchos problemas.

Ya estaban en el aeropuerto esperando para abordar, Mar jugaba con una pajilla mientras su madre charlaba con la mujer del café donde esperaban. Lanza un suspiro lleno de aburrimiento, la pajilla no le parecía tan divertida como hace unos minutos. Giró la cabeza y se encontró con un recipiente lleno de pajillas, frunció el ceño mientras intentaba leer lo que decía ahí.

Llueve uvas, fue lo que su cerebro logró procesar. Puso cara de sorpresa y se preguntó si en verdad llovían uvas por ahí. Debía de ser fantástico... se encoge de hombros y toma el recipiente para vaciarlo por completo en la mesa. Ahora sí sería interesante.

***

—Ni siquiera puedo dejarte sola cinco minutos —le regañaba su madre.

Las pajillas eran divertidas a grandes cantidades, pero claro, siempre que una no salga disparada hacia el ojo de otra persona. Meredith juraba que no fue su intención, pero la realidad era que ella misma la lanzó sin pensar en las consecuencias.

— ¡Soy una heroína, mamá! Ese señor llevaba drogas en su maleta, he salvado a miles de chicos de la adicción.

Al menos eso deseaba pensar. Ojalá haya sido un traficante, se repetía una y otra vez desde que vio al hombre llorar en el piso.

Astoria suspira y se la lleva hacia el área de embarque. No había caso con Meredith. Una vez pasaron todo eso, con ciertas complicaciones porque Meredith se negaba a pasar el detector de metales (¿quién lleva tapitas de latas en los bolsillos? ) pero llegaron a la escalerita del avión con vida.

A la morena se le erizó el vello cuando subió el primer escalón.

—Mamá... ¿debemos ir en avión?

—Sí, es lo más rápido que tenemos —responde mirando vagamente alrededor.

Meredith traga saliva— Vamos a morir —murmura.

— ¿Qué?

—Que quiero dormir —dice rápido e imita un tono inocente.

Voy a morir lloriquea en su mente.

Sigue a su madre temblando como gelatina. Estaba dispuesta a sentarse en uno de los asientos de la clase turista, pero Astoria la detuvo y la arrastró hacia otro lugar. Meredith estaba extrañada pero no dijo algo al respecto. Hasta que llegaron a la parte de primera clase.

— ¡Por los calzones de Merlín!

Su boca cae al piso. Ella se repitió mentalmente EL ÁREA V.I.P, ¡EL ÁREA V.I.P!

—Esos son nuestros asientos —señaló la mujer con cierta timidez. No estaba en el plan comprar boletos de primera clase, pero era los únicos que había, Astoria tuvo que aceptarlos.

Meredith asiente mientras va hacia ellos mirando a todas partes. Ella nunca antes había visto tanto lujo, porque en casa vivían con lo que necesitaban y no eran ostentosas. Sabía que su mamá tenía dinero guardado pero... ¿Por qué no podían vivir así todo el tiempo? Ahí había aire acondicionado.

Se sentía como una cabra salvaje en Mc'Donals.

Su rostro era un poema mientras se sentaba, los asientos eran tan cómodos. Pasó las manos por todas partes hasta toparse con botones en el costado. Los miró con el ceño fruncido, uno era rojo y muy tentador, los demás eran pequeños botones grises aburridos. Sus ojos brillaron de curiosidad y se preparó para presionar el botón rojo que según ella decía algo de un saco de energía.

— ¡No toques eso! —Astoria la detuvo con su chillido.

Meredith alzó las manos como si fuese un criminal, le había asustado, tenía los ojos abiertos como platos— ¿Por qué?

—Dice en caso de emergencia, ¿acaso ves alguna emergencia?

—Ummm, no —murmuró y bajó los brazos.

Maldita dislexia, pensó. Casi hizo una tontería.

—Mar, por favor, haz lo posible para mantenerte calmada, quieta y bonita —rogó su madre.

La niña asiente, ella podía mantenerse bonita, oh claro que sí. Pero, ¿lo demás? Lo intentaría.

—Intenta dormir —propone.

Mar se acomoda en el asiento, tras unas vueltas, donde pateó a su mamá sin querer, logra quedar dormida.

En sus sueños ella aparece frente a una casita ante el mar. Lleva puesto lo que parece un viejo vestido griego, ya no tiene puesto sus jeans desgastados y su camiseta de Bob Esponja. Hace una mueca confundida.

Se dirige hacia la playa buscando a alguien que pueda explicarle cómo hicieron para cambiarle la ropa tan rápido... necesitaba ese truco para las horribles mañanas.

El lugar era hermoso sin duda. Agua cristalina, arena casi blanca. El aire parecía ser el más puro que se había colado a sus pulmones. Esto era, literalmente, un sueño. Lo sabía porque tenía vagos pensamientos de antes de quedar dormida.

— ¡Meredith! —pegó un salto cuando la llamaron, se volteó y vio a un chico desconocido acercársele con una sonrisa—. Hasta que vienes.

— ¿Ah?

Alguien la abrazó por detrás. Gritó cuando la levantaron del suelo. Intentó mirar a la persona que la sujetaba y sólo pudo ver un gran ojo, lo cual sólo la asustó aún más.

— ¿No vienen? —una voz de chica los llamó, Meredith no alcanzó a verle la cara, sólo su espalda y su espeso cabello castaño.

— ¿Qué es esto? —murmuró cuando vio a su madre abrazando a la chica y a un hombre acercársele sonriendo—. ¿Papá?

—Meredith.

— ¡Papá! —sonrió a más no poder y golpeo los brazos del que la sujetaba para poder liberarse—. ¡Papá!

Pero no la soltaban, en vez de eso, el agarre se hizo más fuerte y ahora tiraban de ella hacia atrás.

— ¡No! ¡No! Déjame verlo —rogó clavando sus uñas mientras lloraba—. Déjame verlo, por favor, ¡Papá!

Despertó chillando y llorando, su mamá le tomó del brazo asustada. Meredith lloraba mientras clavaba las uñas en los costados del asiento. Apenas se había dormido quince minutos desde que despegaron.

—Quiero ver a mi papá —murmuró y Astoria permaneció en silencio.

Estuvieron así hasta que la mayor decidió retirarse al baño y dejarla sola. Para entonces Meredith ya se había calmado y ahora buscaba la forma de no ponerse a pensar en los miles de metros que la separaban del piso y no aburrirse mirando al techo.

¿Qué mejor manera de pasar el tiempo que husmeando la cartera de tu madre? ¡Ninguna! Puedes encontrar cualquier cosa en ellas, desde cepillos de dientes hasta galletas. Lástima que Astoria ya no tenía galletas porque Meredith ya se las había comido todas hace rato.

— ¡Cuac! —un pato le graznó en la cara, ella lo observó con los ojos muy abiertos.

— ¿Qué?

— ¡Cuac! ¡Cuac! —repitió acercándose, Meredith hizo la señal de la cruz con los dedos, había visto eso en la tv antes.

Demonio pato, pensó aterrada. Era la única explicación que podía haber, es que, si no, ¿Qué haría un pato ahí?

— ¡Chihuahua! —un hombre lo cargó y se lo llevo mientras le susurraba que se había portado mal al levantarse sin permiso.

— ¿Se permiten patos aquí? —murmuró, pero el par igual la escucho y la miraron con ojos de odio—. Uy...

— ¡Cuac!

¿Eso había sido una grosería? ¡Una maldita grosería en idioma pato!

— ¡Oye! ¡Tú a mi no me hablas así, gallina! —el hombre soltó una exclamación ofendida y le tapó "los oídos" al pato.

—Niña maleducada.

—Señor loco —dijo sacando el celular de su madre y encendiéndolo—. ¡Hola mi Pou bonito!

Comenzó a jugar feliz, pero sólo por unos segundos, porque luego el avión se inclinó hacia la derecha y Meredith entró en un ataque de desesperación. Se paró en su asiento y comenzó a gritar.

— ¡MORIREMOS! ¡MORIRÉ! ¡MORIRÁS! —señala al pato—. ¡MORIRÉ CON UN PATO QUE ME DIJO GROSERÍAS EN IDIOMA PATO!

—¡Apaga el celular, niña loca!

—Oh —así lo hizo y todo volvió a la normalidad.

Se sentó con la cara roja de vergüenza, había quedado como la estúpida que era. Astoria apareció con el cabello revuelto y expresión de terror.

— ¿Meredith?

—Ya no tocaré tu bolso —asegura dejándolo donde estaba.

—Eso es inteligente, hija mía.

***

— ¿Por qué yo no puedo tener mis tarros de arena pero él si puede tener un pato? —Meredith chillaba ofendida.

Era el colmo, apenas habían tocado suelo inglés y ya la llevaban con su mamá a otra habitación sólo porque encontraron su arena en la maleta. Y según ellos era sospechoso.

— ¡Es arena! ¡Es Californiana! —la niña movía las manos demasiado—. Es arena de playas reales, no como las suyas...

Su madre le tapó la boca y comenzó a disculparse y explicarlo todo. Meredith se separó de ella y se volteó hacia el hombre raro con su pato, ellos ya habían solucionado todo su problema.

—Usted es el diablo —susurró—. Y ese es un demonio —señaló al pato.

— ¡Cuac! ¡Cuac!

— ¡No le diga así a Chihuahua!

— ¿Quién le pone Chihuahua a un pato? ¡No tiene sentido! —alza las manos con cara de no comprender.

— ¡Mis abogados van a comerlos vivos! —gritaba Meredith cuando su madre la arrastraba fuera de la habitación, ya estaba todo solucionado y bien... salvo por la parte en la que le confiscaron su arena—. ¡Van a arder en la cárcel!

—Merlín dame fuerzas —Astoria masculló mientras intentaba que la pequeña se suelte del marco de la puerta.

***

— ¿Qué es esto? —murmuró Mar pegándose a la cintura de su mamá.

—Es el caldero chorreante.

—Oh... ya, comprendo.

Dio un par de pasos sola, ya no tan asustada con conocer a gente nueva, entonces choca con alguien y...

—AHHH, NO, NO TE ROBES MI ALMA, POR FAVOR —se arrodilla pidiendo clemencia.

—¿Astoria? —una voz de hombre llega a sus oídos, Meredith abre un ojo y ve al hombre de cabello desordenado y gafas redondas.

Mierda, maldición, y todas esas groserías de los camioneros, se dijo mentalmente mientras se levantaba. ES HARRY POTTER.

—Hola, Harry.

— ¡Merlín! ¡Es Harry Potter! ¡Es el niño que vivió! ¡Es él, mamá! —la zarandeó y luego se lanzó a abrazarlo—. ¡Mamá la cámara! ¡Una foto antes de que me lleven los policías!

—Tu hija...—ríe Harry.

—Ajá, no puedo negarlo —afirma Astoria y Meredith se separa lentamente de él.

Lo mira a los ojos, a Harry le conmovieron sus enormes ojos verdes llenos de emoción... que ahora se fijaron en su esposa.

— ¡GINNY WEASLEY! ¡AY NO! ¡ME MEO! —salta sobre la pelirroja y engancha sus brazos en el cuello de la misma.

Ginny sólo ríe y acepta el abrazo.

—Tanto tiempo —comenta aún teniendo a la morena pegada a ella como garrapata.

—Creo que a ti te quiere más —murmura Harry notando que el abrazo duraba más que el suyo.

— ¿Esos son tus hijos? —Astoria pregunta y Meredith abre los ojos como platos a la par que soltaba el cuello de la mujer y caía de pie.

Ha hecho todo un espectáculo... debe aprender a calmar más su emoción. Se volteó y notó a los tres niños que la miraban con una sonrisa.

—Él es Albus—señala al chico más joven de ojos verdes.

El niño hace un movimiento de cabeza mientras sonríe de lado. Meredith le devuelve el gesto, incómoda.

—Ella es Lily... Y si mal no estoy —Harry mira a Meredith por unos momentos—. Ambas irán a primer año, ¿No?

—Sip —afirma.

—¿Qué casa te gusta más? —pregunta Lily, la pequeña pelirroja.

—Umm, pues no se, Slytherin o Gryffindor —sonríe poniendo sus manos tras la espalda y encogiéndose de hombros—. La que me toque, pero esas son las más... bueno, tú sabes. Y mi mamá estuvo en Slytherin.

Lily ríe y asiente.

—Él es James.

Mueve la cabeza hacia el más alto justo cuando él se acerca y le planta un beso en la mejilla. Meredith abre los ojos como platos y se sonroja, le asustaba que un chico haga eso, hasta ahora todos los otros niños sólo le habían dado con una rama en la mejilla.

—Él es algo... cariñoso —le murmuró Harry a Astoria—. Lo siento.

—Igual, tú esperalo —ríe la castaña mordiéndose una uña.

— ¿Y a ti qué te pasa? —comienza Meredith inflando las mejillas—. ¿Por qué tanta confianza? Apenas te conozco, no hagas eso. Morgana, este país está loco.

Se voltea antes de que el chico note lo roja que está y el hecho de que ha actuado todo eso. Idiota, pensó, la había avergonzado a la primera.

— ¿Comprarán los útiles? —pregunta Ginny para aligerar el ambiente—. Podemos ir juntos.

¡Merlín! ¿Comprar mis útiles con Harry y Ginny Potter? Oh claro, es tan casual...




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