Capítulo 22. Llegó arroz al revés.
Capítulo 22. Llegó arroz al revés.
Al día siguiente Meredith estaba jugando con Doris, lanzaba una pelota y la pequeña volvía a traérsela, una y otra vez. Ya estaba cansándose cuando volvió a lanzarla sin mirar, la pelota terminó destrozando el orden en su escritorio, con Doris tras ella. Mar observó el desastre con los ojos muy abiertos, estaba jodida, su madre la obligaría a limpiar eso.
— ¿Ya estás lista, Mar? —Astoria preguntó al entrar de la nada.
Meredith suelta un grito ahogado, se levanta a duras penas y la empuja fuera del cuarto.
— ¡Deja de invadir mi privacidad!
— ¿Qué quieres ocultarme, señorita?
Niega con la cabeza desesperada.
—Nada, nada. Sólo soy... soy una adolescente, madre.
Era la respuesta más estúpida que podía tener, pero fue lo único que se le ocurrió. Entonces Astoria la examinó de pies a cabeza.
— ¿Te bañaste? ¿Te peinaste? ¿Te depilaste?
—Hasta la conciencia —asegura, haciendo muchos gestos.
—Pues dudo que te hayas peinado, a decir verdad —señala su nido de pájaros—. Baja en cinco minutos, espero que tu cuarto esté ordenado.
— ¿Por qué? ¿Acaso la reunión será en mi armario? —murmura mientras su madre se va y vuelve a meterse en el cuarto.
Doris dejó de mordisquear la almohada y miró a Meredith con ojos de corderito. A su alrededor todo era un caos. La chica no podía creerlo, apenas la había dejado unos dos minutos sola. Al parecer los dioses no la llevaron a una escuela de obediencia antes.
Se dedicó a arreglarlo todo lo más rápido que podía. Para su suerte a Doris le gustaba morder sus zapatos mientras caminaba. Así que arrastraba al perro por todo el cuarto. Al final apenas pudo peinarse, por lo que recogió su abundante y largo cabello en una coleta. Logró salir del cuarto antes de que su madre volviera a pasar.
— ¿Ahora sí estamos listas, señorita? —preguntó Astoria con sospecha.
Meredith asintió mientras Doris la dejaba y se acercaba para enredarse entre las piernas de su madre. Simplemente genial, mordía sus zapatos pero acariciaba los de su madre. Ese perro tiene algo en su contra.
—La llevo yo —declara la mujer, con ternura mientras la cargaba—. Vamos.
Se acercan a la chimenea y por medio de polvos flú terminan en la madriguera. Meredith cayó de cara contra el suelo, agradeció que su madre haya tomado a Doris, o de lo contrario ahora sería perro machucado.
Cerró los ojos con vergüenza mientras pegaba la frente al suelo. Siempre era así, siempre debía caerse en cada viaje. Al menos logró recomponerse antes de que Molly Weasley se acercara para saludar.
— ¡Pequeña! —exclamó antes de abrazarla con fuerza—. Has crecido tanto, te ves hermosa.
Pellizca sus mejillas antes de pasar a Astoria, y enamorarse por completo de Doris.
Bien, algo le decía que no se haría cargo de ese animal lo que restaba del día... ya que siquiera le dejaban cargarla durante al menos unos segundos.
Se tomó la cabeza entre las manos cuando el dolor por la caída llegó, entonces abue Molly se vuelve para mirarla preocupada.
— ¿Qué sucede? ¿Te sientes mal?
—Oh, no, sólo estoy cansada —se excusa riendo como idiota.
Lo hace hasta que su madre y la mujer se desaparecen de la sala. Entonces Meredith suelta un lloriqueo. Esa tarde sería dedicada a sus vergüenzas, seguro.
— ¿Cansada? Pero si tú siempre te caes cuando llegas, Mar.
—Gracias, Albus, en serio. Por suerte lo dijiste cuando ya se fueron.
Su amigo la miraba soportando la risa. Ella bufó para nada divertida.
—Una pena, quería avergonzarte. Es mi deber.
—Cierra la boca, mala persona. Te estás ganando mi odio —advirtió, en tono de broma.
Albus se acercó a abrazarla. Meredith apenas se exaltó ante eso. Recostó el mentón en su hombro mientras fruncía el ceño.
¿Dónde ha quedado la emoción, Meredith? Se preguntó.
—No han pasado mil años, Albus.
—Lo sé, pero uno aprende a vivir contigo y luego te extraña demasiado —comenta al separarse, ignorando las mejillas rojas de ella.
La toma por los hombros sonriendo, Meredith se extraña con todo y le devuelve la sonrisa con incomodidad.
—Nuestras madres nos espían junto con un pequeño perro...
—Es perra, se llama Doris.
—Hermoso... Debo irme, Meredith —declara con nerviosismo—. Luego quisiera hablar contigo sobre algo importante.
—Claro, claro.
Lo ve retirarse, frunciendo el ceño. Voltea para todas partes pero su madre y Ginny ya habían desaparecido a la par que Albus. Bien, parecía estar sola.
Tal vez ese era su último momento de tranquilidad en todo el día.
—Hola, mejor amiga.
O tal vez no.
Hizo gestos con el rostro, simulando morir, antes de voltear para ver a James. Él la miraba como si estuviese a punto de hacer la travesura de su vida.
—Hola, James.
—Qué saludo —ironiza—. ¿No hay abrazo?... ¿No hay beso? —añade con picardía, acercándose más de lo debido.
Mar vuelve a mirar a los costados nerviosa. No sabía si intentaba asegurarse de que nadie mirara, o si quería que la sacaran de esa situación.
—Un abrazo, puede ser —respondió en voz baja, abriendo los brazos.
James rodeó su cintura de inmediato, elevándola un poco del suelo. Ella rogaba no temblar porque eso sólo subiría aún más el maldito ego del Potter. Este abrazo, a diferencia del anterior, le provocaba mil y un emociones.
Muy bien, esto te está gritando algo, Meredith. Se dijo a sí misma, con un poco de horror.
—Y un beso...
—En la mejilla —espeta de inmediato, cuando él pone su rostro frente al suyo.
Le miraba haciendo bizcos, intentaba no bajar la mirada a los labios del muchacho o él se tomaría varias libertades.
—No soy bueno con los límites, Mar, lo siento.
Luego de eso se acerca con rapidez para fundirse en un beso profundo. Apenas había sentido sus labios y Meredith ya no tenía aire. Parpadeó varias veces para ver los ojos cerrados de él, intentaba hacer lo mismo, seguirle el beso de la misma forma.
Hay que ver el lado bueno, estaba mejorando con este tema de los besos.
Cuando ya no lo soportó tomó los brazos de él y le dio un leve empujón, a lo que James se separó de inmediato, aunque no completamente.
Meredith relame sus labios mirando al suelo, eso hace que el Potter sonría. Ella ya tenía los labios rellenos y algo pomposos, pero ahora estaban un poco más hinchados. Simplemente hermoso.
Besa su mejilla con delicadeza y luego se separa.
—Listo —declara feliz.
Ella lo mira con cierto enojo, más porque la había dejado más estúpida de lo que ya estaba.
—Bien, ahora sólo son seis —declara, tocándole la nariz.
James frunce el ceño sin borrar la sonrisa, pronto la mira con malicia.
—Llevas la cuenta, eh, sirenita —las mejillas de ella se vuelven un par de tomates—. Pronto estarás enamorada de mí y ni...
—No hables más o voy a meterte mi zapato en la boca —amenaza susurrando—. ¿Qué pensarán si nos ven o... nos escuchan?
—... ¿Crees que hacemos mucho ruido al besarnos? —se hace el idiota.
Mar golpea su frente con una mano y niega con la cabeza, negándose a mirarle porque estallaría.
—Aléjate de mí el resto del día, James —ordena, señalándolo mientras retrocedía—. Tú y tus labios del mal lejos de mi ser puro e inocente.
—Puro e inocente —repitió con burla mientras ella se iba, o bien escapaba—. ¡Sentí esa lengua, Meredith!
Intenta ignorarlo, dando zancadas mientras buscaba a Lily. Iba a refugiarse en su peli peli pasión el resto del día.
Apenas había terminado de subir las escaleras cuando tiraron de ella hacia un cuarto. Sólo pudo sentir su trasero estrellarse contra la cama. Lily se puso frente a ella con expresión de pánico.
—Mar, tendremos un año de pu... —Molly hace un sonido censurando la palabra, Lily hablaba con suma sinceridad otra vez— madre.
— ¿Por qué?
—Bueno —mira a su prima, quien le dedicaba una mirada de reproche—. Llegó arroz al revés, e ingresará a Hogwarts para su último año... Hablo de mi prima teñida, Mar.
Meredith comienza a procesar la información. Arroz al revés, último año en Hogwarts, teñida...
— ¿Estamos hablando de la rubia candente de Dominique?
Rose se acerca luego de dejar de morderse las uñas.
— ¡Sí! ¡La francesa! La que no tiene filtro o límites...
— ¡Y no es candente! —Lily suelta, enojada, le da un zape a la morena—. A menos de que hablemos de un severo problema de calentura, claro. No sabemos si hasta se ha tirado a las modelitos de su colegio.
Se escucha que algo cae, Meredith voltea para ver a la exageradamente sorprendida Lucy.
— ¿Crees que tuvo sexo con chicas?
Ahí viene la típica conversación de amigas...
—Lily, creo que exageras —admite la Greengrass—. No debe ser para tanto.
— ¡¿Crees que no?! ¡Dominique es capaz de todo! —hace una seña hacia Molly—. Ve a vigilar en la puerta.
Todo es silencio hasta que Molly está afuera. Meredith vuelve a fijarse en el nerviosismo de sus amigas, pero no lo comprendía. Sí, bueno, tal vez Dominique era un poco zorra pero... ¿por qué ahora eso les preocupaba tanto? Si esas tres no la tenían como persona favorita como para pensar en su salud o algo así.
— ¿Qué es lo que les preocupa?
—Dominique le echó el ojo a Frank —susurra Rose, afligida—. Y Molly en verdad está colada por él, mira si logra seducirlo de alguna forma, rompería su corazón.
Ahí estaba el problema.
—Muy bien, eso suena mal.
— ¡Oh! ¡Y aún no te digo todo lo que pasó apenas ayer! —Lily se queja, toma asiento junto a su amiga—. Que se tira encima de todo lo que tenga pene, incluso sobre James.
—James —repite a media voz.
—Sí, él estaba distraído con cualquier cosa por lo menos. Pero no te preocupes... A Albus ni lo ha tocado.
Eso tal vez debía calmarla, pero sólo estaba pensando en que la arroz al revés se lanzó sobre James. Ahora sí la llamaría arroz al revés.
Como si fuese invocado, James apareció junto con Fred, entrando a los empujones. Ambos terminaron quejándose en el suelo mientras Lily maldecía porque Molly ya siquiera estaba cuidando la puerta. La pelirroja hablaba sonrojada con Frank.
— ¡Gran ayuda, mala guardia! —se quejó Lucy antes de patear a Fred para que soltara a James.
—No le grites así a tu hermana, Lucy.
Victoire aparece, causando que todos se quedaran pretificados y con la boca abierta. La rubia sonreía encantada mientras acariciaba su enorme barriga. Esperó ansiosa a la respuesta de su familia, era la primera vez en meses que volvía a verlos.
— ¡Victoire se tragó un bebé! —gritó Lily y luego le susurró sólo a Meredith—. O tal vez otra cosa...
Madre mía, Victoire ha tenido sexo... ¡Con Teddy! Vomitaré. Pensó Mar.
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