Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 2. Un gato endemoniado.

                  

Capítulo 2. Un gato endemoniado.

Meredith practicaba mentalmente su presentación. Estaba nerviosa, iba a mudarse a otro país y conocería a gente nueva. Pensaba que tal vez sería difícil hacer nuevos amigos, porque los que tenía eran desde que tenía memoria y cree que no se esforzó demasiado para tenerlos.

Hola, soy Meredith Greengrass y vengo de California. Dijo mientras cargaba su ropa en la maleta. No... mejor no, tal vez sólo deba decir mi nombre y no mi apellido. Porque tal vez haya secuestradores por ahí.

Hola, soy Meredith. Repitió con entusiasmo e intentó meter más ropa en la maleta, pero ya nada cabría allí. Intentó cerrarla, nada. No había caso.

— ¡Mamá! —gritó.

— ¿Sí?

— ¡La malvada maleta no cierra! —zapatea y hace pucheros aún sabiendo que su mamá no podía verla.

—Saca lo que es innecesario —respondió su madre.

Una expresión de indignación apareció en el rostro de la niña.

— ¿Innecesario? ¿Mi colección arena de playa innecesaria?

La mujer suspira y aparece en la puerta.

—Lo que quieres es que ponga un hechizo, ¿Verdad?

Meredith achica sus ojos y asiente con una dulce sonrisita.

— ¿Segura no quieres dejarla? En Inglaterra hay mucha arena —dice, dudaba de la cordura de su hija, pero era su hija al fin y al cabo.

Niega frenéticamente con la cabeza. Jamás, pensaba. Quiere la arena de California, no otra.

—Es lo mismo.

—No lo es.

—Agh, Meredith —se queja sacando su varita—. ¿Cómo puedes ser tan... Meredith?

—Es un don que muy pocas personas poseen, por no decir que sólo yo —sonríe de lado—. Deberías sentirte orgullosa.

Se miran a los ojos por unos segundos. Ambas los tenían verdes, pero igual eran diferentes. Mientras los de Astoria eran de un verde oliva oscuro, los de Meredith eran verde mar y brillaban siempre con picardía. Entonces rompen en carcajadas y Astoria mueve la muñeca, la maleta se cierra al instante.

—Bueno, querida. Termina rápido, querías despedirte de tus amigos, ¿no?

El rostro de la menor se llena de tristeza. Astoria pone una mano en su hombro.

—Sé que es difícil... y nadie te obliga a ir.

—Hogwarts me obliga —murmura y su madre se remueve nerviosa.

—Si no quieres ir a Hogwarts no te preocupes, yo lo arreglo. Te inscribiré en Salem. Implicaría mudarse también, pero no saldríamos del país y será más fácil viajar hasta aquí.

Meredith sacude la cabeza y le sonríe un poco.

—No mami, quiero ir a Hogwarts. Al mismo colegio donde tú fuiste y te volviste una gran bruja.

Eso conmovió a Astoria.

—Además Salem es... Salem —añade haciendo una mueca.

—Londres es igual de... Londres.

La niña rueda los ojos— Ya está, quiero ir a Hogwarts.

La mujer baja la cabeza rendida. Su hija estaba decidida y nada iba a hacerle cambiar de opinión.

—Ve a despedirte de tus amigos. Y por amor a todo lo bueno, vuelve pronto. No podré acompañarte, ¿me prometes que te cuidarás?

—Por supuesto —infla el pecho imitando una pose heroica—. Ya no soy una niña.

Astoria ríe— Tienes 11 años. Pero me alegra saber que te cuidarás.

—Adiós mamá.

—Adiós mi amor —besa su frente y se retira.

Meredith se queda mirando la puerta. Su madre ha estado muy rara desde que llegó su carta de Hogwarts, más rara de lo normal. Piensa en ello unos segundos pero termina encogiéndose de hombros, cosa de madres.

Al salir de la casa se dirigió al parque que estaba a tres cuadras de su casa. Ahí sería donde se encontraría con Luz y Gabriel, sus amigos desde hace... quien sabe cuánto tiempo. Paró en la calle frunciendo el ceño, notó que no recordaba cómo los había conocido. Pero nuevamente no se tomó mucho tiempo para pensarlo, no podía pensar sólo en una cosa por mucho tiempo.

Llegó al lugar y pasó la mirada por todos los juegos, buscándolos.

— ¡Mar! —gritaron a sus espaldas y volteó encontrándose con sus amigos.

Mar era su apodo porque ella parecía adorar estar cerca del mar. Siendo que su casa estaba ante la playa, Meredith solía pasar horas en el agua. Muchos le dicen que ella apenas había entrado al agua y que sin instrucciones aprendió a nadar sola. No es que les crea, pero que la halaguen así es bonito.

Luz la envuelve en un fuerte abrazo, Gabriel se queda atrás mientras respira hondo, el niño no podía correr mucho porque se quedaba sin aire. Ambos niños eran muy rubios, su piel normalmente se veía roja gracias al sol, y Meredith no dejaba de molestarlos diciéndoles tomates rubios.

—Wow, qué bronceado —bromeó la morena al separarse y verlos más rojos de lo normal.

Ellos rodaron los ojos.

—No todos nos bronceamos con tú, Mar.

—Bueno, tampoco se enojen que... ¡que hoy es mi último día! —dramatiza llevándose una mano al pecho.

—Lo sabemos perfectamente, no dejaste de repetirlo por las últimas dos semanas —asiente Gabriel.

—Me llegaron tus notitas... escribiste viaje con b.

Meredith arruga la nariz y pone las manos en su espalda. Sabía que Luz odiaba sus faltas ortográficas, pero ella no podía evitarlas, las palabras se confundían en su cabeza... ¿y qué tanto afecta poner v en vez de b? ¡Suenan igual!

— ¿Así es como van a darme los recuerdos de mi último día? ¡Resaltando mis errores! —finge ofenderse y se voltea—. Saben que tengo dislexia, mala gente.

— ¡Lo sabemos! Es que... voy a extrañar tus notas mal hechas —la voz de Luz se transforma al estar soportando el llanto.

—Yo extrañaré que me golpees y... AHHH —grita cuando la mano de Meredith se estrella contra su espalda—. Dios, sí voy a extrañarlo.

Se miran unos instantes y luego los tres están abrazándose y llorando a moco tendido (literal, por favor, son niños)

—Basta, no quiero pasar mi último día llorando —Meredith es la primera en separarse y limpiarse contra su camiseta.

—Está bien... pero ya deja de decir mi último día. No vas a morir, Meredith.

Se encoge de hombros ante las palabras de Luz y los tres se acercan al parque. Se pasan el tiempo jugando como nunca, se habrán caído un par de veces pero siquiera lo notaron porque estaban divirtiéndose demasiado. A veces el par le preguntaba a Meredith cómo era el lugar donde iría, ella respondía vagamente y cambiaba de tema.

—Es un colegio especial —decía y luego le daba un golpe en el brazo a Gabriel—. ¡Las traes!

El tiempo pasó demasiado rápido para su suerte, se quedó quieta y con una mueca cuando notó que el sol ya estaba a punto de esconderse.

—Debo a casa —murmuró y los otros la rodearon—. Voy a extrañarlos.

—Nosotros también, Mar.

Un último abrazo y ya comenzó la carrera a su casa. Rogaba que su madre aún no haya llegado o se ganaría el reto de su vida.

El sol parecía no apiadarse de ella, porque de pronto se escondió por completo y ya nada más le alumbraban las luces de las casas. En cierto momento paró para poder respirar, ignorando que estaba junto a un callejón.

Un sonido casi le hizo mearse en los pantalones, volteó de un salto adoptando una pose ninja muy mala.

—Oh —dijo al ver un gatito salir del callejón, bajó las manos y sonrió—. Qué lindo. Hola bebé, ¿qué hacías ahí?

El gato no maulló como lo esperaba, sino que gruño y se convirtió en algo enorme y con muchos dientes. Meredith abrió los ojos al máximo y gritó antes de salir corriendo.

— ¡No eres un gato lindo! ¡No eres un gato lindo! —repitió y el monstruo saltó sobre ella, le tapó el camino.

Meredith iba a hacerse pipí en cualquier momento, pensó en la forma para distraerlo, su casa no estaba muy lejos. Tal vez podía llegar y esconderse en el armario a llorar.

— ¡Mira! —señaló hacia la izquierda mientras daba saltos para que no saliera el pipí—. ¡Es Justin Bieber! ¡WOW! ¡HOLA JUSTIN!

El monstruo volteó de inmediato y ella aprovechó el momento para correr mientras se carcajeaba— ¡Idiota! —se burló y sintió el gruñido del monstruo—. Oh diablos. No sabía que eras belieber, amigo. Lamento jugar contigo.

Llegó a su casa a tropezones y apaleó la puerta antes de entrar y volver a cerrarla de inmediato. Apenas podía respirar, pasaron los segundos y el monstruo ya no la seguía. Miró por la ventana y observó que ya se estaba alejando.

—Mar —volvió a gritar ante la voz de su madre, se volteó hacia ella y notó que la miraba molesta—. Te dije que volvieras pronto... ¿Qué pasó?

—El gato... el gato era belieber.

¡Hola! ¡Estoy consciente del cambio de narrador!

Y juro que intento no perder la chispa al cambiarlo a tercera persona. Igual pondré las estupideces que Mar pensaba, eh. Pero quiero que las tres temporadas tengan igual narración, o algo así.

¡Hasta luego!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro