Emperor's New Clothes
Rivals, lovers
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—¿Sientes dolor?
—No.
—¿Sientes ira?
—No.
—¿Sientes impotencia?
—No.
—¿Sientes algo en absoluto?
—Antes lo hacía.
—¿Antes de qué?
—Antes de ti.
—Mentirosa.
—No miento. Antes de ti podía sentir el dolor de mis heridas, la ira de la traición, la impotencia ante la muerte. Pero cuando llegaste dejé de sentirlo todo. Mi corazón se detiene siempre que estás alrededor, mi sangre deja de hervir y parece ausentarse, mi cerebro deja de funcionar, ya no me importa la venganza o la justicia. No sé lo que me has hecho, pero lo odio. Te odio por ello.
—Si no sientes nada entonces no deberías ser capaz de odiarme.
—Tampoco debería ser capaz de sentir por ti, y sin embargo aquí estoy.
Se lo había prometido a sí misma años atrás. Se prometió que no volvería a dejar que las sombras la tragaran y que alguien controlara los hilos de su vida como si se tratase de una marioneta. Bastante había sufrido por culpa de aquello. Años, sudor y lágrimas fueron necesarios para hacerle dueña de su destino, había luchado tanto y no estaba dispuesta a permitir que un maldito demonio llegara de la nada y le arrebatara todo por lo que luchó tan arduamente.
Pero ella sabía que aquel ser no se doblegaría ante nadie.
Ya no más.
Él no recuerda aquellos años en los que se había perdido buscando una libertad que no existía, saltando de edificio en edificio y protegiendo una moral que no era la suya. "justicia, no venganza", era lo que solía repetirse a sí mismo sin parar. A cada minuto de cada día. Esa frase se quedó grabada en su ser y sin embargo no hizo mucho más que contener su verdadera naturaleza. No la de asesino o espectro, sino la de un niño que está harto de vivir bajo presión.
Su madre, su abuelo. Al principio pensaba que solo era una marioneta para ellos, un arma que usarían a su merced. Pero él sabía que al menos Talia lo quería, después de todo el amor de madre no se puede suprimir.
Es una lástima que no funciona igual con el amor de padre.
Él lo intentó, intentó arduamente odiar a Bruce y su indiferencia, pero nunca lo lograba. Ese anhelo de niño perdido solía ganarle cada vez, esos ojos de hielo traspasaban su alma y si bien alguna vez se quisieron de verdad, ese afecto murió junto con él.
Damian nunca quiso volver de la muerte, pues eso significaría abandonar su elemento y regresar al dolor, a la indiferencia y al frío.
Él estaba en paz cuando la espada traspasó su pecho, había tenido una muerte digna, ese era su deseo ¿por qué no podían verlo?
El año que pasó muerto fueron solamente siete minutos en el infierno, siete minutos en los que consiguió tan añorada y escurridiza paz.
Hasta que regresó.
Él pensó, al ver el rostro ahogado en lágrimas de su padre, que ambos podrían tener una última oportunidad para ser padre e hijo, para poder sentirse en paz consigo mismo, de sentirse verdaderamente capaz de decirle "papá", al igual que alguna vez había llamado "mamá" a Talia . Pero el destino siempre estuvo en su contra. Conoció a Maya, Jon y Suren luego de su regreso, es cierto, pero su padre decidió ignorarle, fingir que aún continuaba muerto.
Y él no soportó el trato frío.
¿Tan difícil era para Bruce mirarle a los ojos y admitir que se arrepintió de traerlo de vuelta a la vida, de decirle que sentía repulsión hacia su ser y su naturaleza?
¿ Tan difícil era decir que siempre se había sentido asqueado y repugnado hacia lo que era?
¿Tan difícil era terminar de romper a su vástago, gritarle sin sentimiento y sin vergüenza que es un monstruo, un demonio, un desperdicio de tiempo, recursos, aire y vida?
¿ Tan difícil era para Damian admitir en voz alta que deseaba volver a morir?
¿Volver a su único y verdadero hogar?
¿Al infierno?
Dulce y desgarradora utopía.
Se lo dijo a Maya solamente, y ella admitió con ojos y palabras húmedas que también existían momentos en los que deseaba dejar de respirar, fallecer y encontrarse con su mamá en algún "más allá" . Pero su hermana tenía, quizás, más motivos que él para morir,pues ella aún conservaba la ilusión de reencontrarse con Nada, aún si fuese en alguna otra vida.
¿Por qué deseaba tanto volverse a ir ?
Creyó descubrirlo en algún momento, pensó que sus motivos eran más que claros y simples.
Su muerte sería lo único sobre lo que tuviese poder de elegir.
Pensó también haber superado la tentación traicionera de la hoja hace muchos años, pues había decidido dejar de abrir caminos rojos por su piel y buscar desesperadamente esa última oportunidad con su padre. Se volvió más violento, más rebelde y más disidente en un intento de captar su fría atención, pues sabía perfectamente que, para su padre, él solo vivía siempre y cuando se volviese un problema y un estorbo para sus propios intereses.
Llegó a límites extremos con tal de obtener los ojos hielo posados sobre él, pero solamente recibía más y más trato frío. Estaba harto.
Nadie pudo ayudarlo.
Cuando cumplió la mayoría de edad recibió una carta de su madre, la cual le recordaba que había llegado el momento de decidir su destino de una vez por todas, y una vez hecho , fuese cual fuese su decisión, no habría vuelta atrás.
La decisión, en sí misma, se le hizo fácil.
Y le fue más fácil aún encontrar el camino a la más profunda de las edificaciones ocultas en Nanda Parbat, al mismo Templo de las Almas que gustaba visitar cuando niño. La hora había llegado. Él era un Al Ghul. Conocía los secretos de su familia y llevaba años esperando a que llegara el momento de su Ritual de Transición.
Ya estaba cansado de esconder su verdadera naturaleza, su verdadera historia, su verdadero legado.
Caminó altivo entre las sombras, dirigiéndose a paso seguro y confiado hacia las fogatas esmeralda que esperaban al terminar del pasillo. La última carta que Damian escribió fue dedicada a Alfred, sabía que estaría muerto para su padre una vez que se enterara de su decisión.
Después de todo era Batman o Ra's Al Ghul, ¿no? Nunca tuvo otra opción, nunca tuvo opción en absoluto. Un camino o el otro, nunca le preguntaron qué quería ser o hacer, nunca le dieron la opción de ser él mismo porque aquello no tenía sentido ¿cómo podría ser él mismo cuando entre un legado y el otro, nunca tuvo tiempo o voluntad para pensar en el propio? Un niño crece para ser lo que le dicen que es, y Damian nunca se detuvo a pensar qué quería ser, quién quería ser.
Quizás, si le hubiesen dado opción, colgaría las armas, las máscaras y la sangre para dedicarse a tocar y cantar las más hermosas melodías desde un escenario sencillo e íntimo . Quizás trabajaría todos los días en un taller pequeño pero preciso, rodeado del delicioso olor a óleo y de la satisfacción de un trabajo bien hecho, del simple y puro placer que provoca rozar el pincel contra un lienzo en blanco. Quizás escribiría las más envolventes novelas, los más emotivos poemas, las más transparentes canciones. Quizás haría todo aquello, y más.
Pero no valía la pena pensar en lo que jamás pudo o podrá ser, en una fantasía que le causará más dolor una vez que choque con la realidad. Iniciar su propio camino era imposible, pero quizás podría adaptar sus sueños a una de las eternas dos opciones, una en la que no caben murciélagos. En Parbat sería libre, sería quien siempre deseó ser a pesar de que la paz no fuese una opción. Al menos el arte no se iría. Y eso es más que suficiente.
No más hielo.
No más utopías.
No en aquella ceremonia.
Aquellos que siempre estuvieron a su lado lo observaban ocultos, él había llamado por su presencia y no dudaron ni un segundo en acudir. Lo apoyarían sin importar su decisión y Damian no comprendía la razón, después de todo él no lo merecía. No los merecía. Maya y Suren le asintieron decididos con la cabeza, Colin golpeó su propio pecho con el puño cerrado mientras le sonreía tranquilo y Jonathan trataba de ocultar el temblor de sus manos, mirándolo a los ojos y sonriendo ante su aparición. Él sabía que Todd también estaba allí. Poco le importaba.
Sentía las capas de hielo derretirse a cada paso que daba, su determinación refulgía con furia en su mirar. Una vez que alcanzó su destino se arrodilló frente a la actual líder de la Liga. Talia le preguntó con la mirada si estaba completamente seguro de su decisión, y él le respondió con la misma que ni el infierno lo haría retractarse. Para aquello había nacido, para aquello vivía y para aquello moriría. La mujer tomó un cáliz entre sus manos, pronunció unas palabras desconocidas bajo su aliento y acercó el objeto a su vástago.
El joven tomó con fuerza la copa de oro adornada con grabados tan antiguos como la historia de la Orden, mantuvo sus manos sobre las de su madre y una vez que los cánticos de la misma se detuvieron procedió a beber del carmesí líquido. No era la primera vez que consumía sangre, no era la primera vez que sentía sus colmillos aumentar de tamaño y no era la primera vez que escuchaba sus huesos separarse y volverse a unir en lo que era una dulce y desgarradora agonía.
Aquel era el rito, el rito al que se sometían los miembros de su familia al alcanzar la mayoría de edad, cuando su herencia proclamaba lo propio. Los fuegos verdes se apagaron súbitamente, un escalofrío recorrió a los presentes y el sórdido grito del heredero se dejó escuchar por todo el Credo. Cuando las llamas volvieron a crecer convirtieron su color original en un escarlata intenso, al igual que los ojos del último Al Ghul.
La que alguna vez fue una piel canela se convirtió en un bronce tan dorado como rojizo, con venas negras marcando las comisuras de sus labios y ojos. El que había sido el contenido del cáliz ahora se abría paso a través de los labios pintados de rojo y la barbilla filosa, y el carmesí del líquido encontró su estadía en los irises alguna vez verdes.
La esmeralda se había vuelto rubí.
El hielo se convirtió en fuego.
El agua en sangre.
Y todo sucedió cuando Damian Hafid Al Ghul decidió aceptar su naturaleza, aceptar la maldición de la magia que corría por sus venas, de la sangre negra y demoníaca que vivía dentro de sí mismo.
Porque el apellido Al-Ghul no existía sin fundamentos.
Y para ser el Protector del Demonio ( como bien decía su propio nombre dentro de la Liga), debía aceptar su sangre y ser, en sí mismo, un demonio.
De pronto pudo sentirlo todo.
La respiración agitada de Jonathan.
El corazón errante de Maya.
El sonido de las alas de Goliath.
El calor de la seda acariciando su piel.
La gota de sangre que chocó contra el suelo.
Las pisadas desde los pasillos externos.
El calor en aumento de las llamas.
El sudor de los hombres ocultos fuera del lugar.
El sonido de una espada siendo desenfundada.
El grito que su garganta dio justo antes de que las puertas se abrieran, dejando ver al invasor.
Los ojos ahora rubí cruzaron la habitación y se centraron en su objetivo, el traidor había interrumpido el ritual a medio camino y aquello tendría consecuencias fatales para ambos lados.
Wilson estaba al corriente de las repercusiones de sus actos, pero poco le importaron.
De hecho, contaba con ellas.
Su objetivo era recuperar aquello que alguna vez le habían prometido: la Liga, el Trono, Talia...
No contaba con la presencia de aquellas moscas molestas e indeseables, pero no le interesaba enfrentarse en vano a los amiguitos del chico a quien alguna vez consideró su hijo. Un lobo no pierde el tiempo con corderos. Los entretuvo, llevaba su propia armada consigo y a pesar de que el factor sorpresa haya sido arruinado él aún tenía varias cartas bajo la manga, y varios emisarios que se encargarían de las molestias innecesarias.
La batalla fue ardua y bélica, todos peleaban al máximo de sus capacidades y es que aquella era una ceremonia secreta, sagrada e íntima, solamente se permitían las personas cercanas y algún que otro sacerdote en el lugar y el maldito de Slade llegó con una flota entera. No la necesitaba, pero la preparación es un prerrequisito para la victoria.
El tiempo dejó de existir, permitiendo que cualquier pregunta o pensamiento quedaran colgando del aire. Pensaban con la espada. No era la primera vez que el lobo intentaba hacerse de la dinastía Al Ghul, pero ahora tenía un plan más sólido y con más probabilidades de victoria.
Atacaría al heredero en su momento más débil, cuando sabía que no podía defenderse.
Llegó un momento de la batalla en que Deathstroke fue directamente tras Hafid, dos espadas en mano y furia en su mirar. El muchacho se encontraba en clara y traidora desventaja, el proceso de aceptación y transformación es lento y acababa de ser interrumpido en su parte más crucial: la unión de su alma con su cuerpo mortal. Slade lo sabía, es por eso que aplicó presión en la herida, desgarró la carne del heredero y fue cuando iba a dar el golpe fatal que la serpiente se interpuso en su camino.
Talia recibió la espada, Wilson maldijo bajo su aliento y el grito de Damian se escuchó en cada rincón de Parbat.
El joven se arrastró hasta los pies de su moribunda madre, la sangre de sus heridas pintaba el suelo, no estaba seguro de si su hermana y sus amigos seguían con vida, pues los sonidos de la batalla fueron reemplazados por un pitido agudo, constante y ensordecedor. Y su llanto.
Envolvió lentamente a la reina entre sus brazos, bajo la mirada sádica de un Slade que disfrutaba de la escena. Enterró la cabeza de su mamá en su pecho, la escuchó murmurar unas palabras y cuando levantó la cabeza se encontró con la espada en picada de un traidor.
Luego silencio.
Y siete minutos de paz.
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—¿Por qué debería creerte?
—No tienes opción, gema.
—Deja de llamarme de esa forma.
—¿Te molesta acaso? El nombre por el que vas es falso, y ya estoy cansado de las mentiras y farsas.
—Lo dice el que se llama a sí mismo "Ifrit" —escupió ella con veneno.
—Ifrit no puede ser un nombre falso cuando desconozco el verdadero. Corvus sí lo es porque ambos sabemos que tal nombre no es, ni será real
Raven sintió el impulso de escupirle a la única parte descubierta del rostro de aquel hombre: sus ojos; pero en cambio continuó moviendo sus dedos mientras buscaba alguna forma de liberarse de aquella maldita parálisis inducida.
Habían pasado meses desde que le confirieron la misión de encontrar y librarse de Ifrit, una mente maestra que operaba bajo las sombras más profundas del mundo criminal. Nadie sabía mucho de él, solamente su nombre y que era mejor alejarse de su figura y sus asuntos, pues los cuerpos de sus enemigos nunca eran encontrados. Él era un misterio, uno que la involucraba a ella pues al parecer giraban el uno en torno al otro, aún si fuese indirectamente.
"Corvus" continuó pensando en cómo llegó a tal situación, frente a frente con el hombre a quien llevaba tanto tiempo buscando. Esta era la primera vez que lo conocía en persona, aunque no estaba segura de si divisar solamente sus ojos contaba como "conocerlo". Pero no era esa su prioridad. Ahora debía hallar una forma de recuperar el control sobre su cuerpo, encontrar su punto débil y escapar antes de que se atreviese a toca—
—Ni siquiera pienses en escapar —Una voz profunda y amenazante interrumpió sus pensamientos.
«No se me ocurriría»
Alegó en su mente con sarcasmo, hasta que volvió a escucharlo hablar.
—Te perdonaré la vida y te dejaré libre, a cambio de algo.
Llevaba años trabajando con este tipo de criminales, aunque debía admitir que los estándares de Ifrit no se acercaban a ninguno que hubiese visto hasta ahora. Él era especial, lo sabía por sus extrañas habilidades y envolventes ojos. Tendría que ir con cuidado.
—¿A cambio de qué?
Él tomó una de las sillas de su habitación, la colocó frente a su cama y tomó asiento —puesto que después de meses de búsqueda fue él quien la emboscó en su propio apartamento y es en su alcoba que se encontraban ahora. No fue placentero despertar y encontrarse con una sombra que la miraba, especialmente con tales ojos—. El de ojos rubí recargó los codos en sus rodillas, se inclinó hacia ella, acercando su rostro al propio y le respondió en un susurro tenebroso, amenazante y extrañamente atrayente, el cual no dejaba sitio para la negación...
—Tu ayuda.
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—¿ Y qué te hace pensar que te prestaría mi ayuda?
Sus propias palabras resonaban a través de su mente, buscando alguna lógica a la razón y el motivo detrás de todo esto.
Ifrit era poderoso, de eso no cabía duda, él podría hacer fácilmente lo que deseara y aún así decidió rebajarse a su nivel y pedirle ayuda a una simple mortal como ella. Raven no comprendía nada de su situación, especialmente cuando solo con una conversación él fue capaz de convencerla de abandonar todos esos años de esfuerzos y acompañarle en una cruzada sobre la cual ni siquiera él mismo sabía el objetivo.
Habían pasado meses investigando juntos, desde aquel día en el cual él le dijo y le demostró que el mundo en el que vivía no era más que una mentira bien construida, pero él sabía la verdad.
¿Siempre estuvo en el bando incorrecto?
Él la dejó libre luego de varias horas de explicaciones y verdades, le dijo que si ella decidía ir o no a su lado era decisión suya, no la forzaría a nada. Pero Raven decidió enfrentar la situación con la mente fría. Aquel hombre era un asesino despiadado y calculador, aunque la sinceridad de sus palabras era algo indiscutible, aún cuando ella desconocía la razón por la cual confiaba plenamente en aquello.
No abandonaría todo lo que conocía guiándose ciegamente por las palabras de un criminal, decidió ayudar a su enemigo pues así no lo perdería de vista y podría aprender cuál era la verdad.
Raven despertó de un largo coma a la edad de 16 años, sin memorias de quién era y sin idea de lo que ocurría o dónde estaba. Le dijeron que sus padres habían sido asesinados por la mano de un criminal, el cual les tendió una emboscada. Ella fue la única sobreviviente, y ellos la encontraron y cuidaron de ella. Le tendieron la mano, la acogieron y la entrenaron con los mejores, dispuestos a convertirla en una capaz sombra. Eran comandados por un hombre a quien no había visto jamás. Poco le importaba.
Aquello era todo lo que conocía. Todo lo que debía conocer.
Su principal misión fue encontrar y hacer pagar a la persona responsable por la muerte de sus padres, un demonio que se hacía llamar Ifrit, uno que asediaba y atacaba a las personas que la acogieron. Nadie sabía mucho de él, solo su nombre, el color de sus ojos malditos y que debían destruirlo, antes de que él los destruyese primero. Exterminarlo eran las órdenes del líder, y luego de unos cuantos ataques de parte de aquel demonio se dieron cuenta de que necesitaban deshacerse de él, pues representaba un peligro para ellos y más importante aún , para el lobo alfa.
Ella fue entrenada expresamente para perseguirlo, encontrarle y terminar con su maldita existencia, pasaron años en los que Raven estaba segura de que una vez cumplido su deber liberaría al mundo de una gran amenaza, que sería una heroína. O al menos se aseguraría de que la muerte de sus padres no haya sucedido en vano, juró por su propia vida que conseguiría justicia para ellos, y el castigo que su asesino merecía. Estaba dispuesta a cumplir esa promesa.
Quién diría que cuatro años después huiría junto al ser al que alguna vez juró destruir.
¿Hasta ahí llegaba su promesa?
No, el juramento no cambiaría jamás, lo único diferente era el objetivo. Si Ifrit no era el asesino entonces el verdadero culpable continuaba libre, disfrutando de verla perseguir las sombras de un alma que tendría que pagar por su crimen. Pero el de ojos rubí le prometió, junto a su propuesta, que le ayudaría a hallar la verdad.
—Porque todo en lo que has creído, todo lo que te han contado es mentira. Y yo puedo probarlo —Él le dijo esa vez.
Y cumplió su palabra.
Usó sus dones para conectar ambas mentes, ella vio lo que él había visto y así lo divisó:
Su verdad.
Ifrit no fue el culpable de la muerte de sus padres, en cambio ambos vieron su final y ella su reinicio por culpa de las manos de la misma persona a quien alguna vez admiró. Manos que, ahora sabía, estaban manchadas de sangre. Su sangre.
Ella supo que el demonio no mentía, aunque una parte de sí misma no quería creerle. No podía creerle, a pesar de que en su interior ya lo había aceptado. Aquellos recuerdos de la fatídica noche en que Rose acabó con la vida de sus padres eran tan verdaderos como ella misma.
No supo cómo o por qué. Simplemente lo supo.
Ifrit no cometió el asesinato de sus padres, en cambio fue testigo.
¿Es por eso que lo cazaban sin descanso?
¿Para eliminar las evidencias con respecto al crimen?
No, era algo más.
Aquello era una excusa, de querer realmente eliminar un testigo entonces no irían tras de él con tanta furia, no se arriesgarían a enviar una de las víctima a por él, bastaba con simplemente incriminarlo por el asesinato. Él era un criminal después de todo, nadie dudaría si le inculparan por un asesinato más.
Además, Raven sabía que ni ella ni la muerte de sus padres eran tan importantes como para armar semejante carnaval.
El motivo, aunque desconocido, debía ser algo mucho más profundo y letal, tanto que decidieron correr el riesgo de entrenarla a ella, de enviar a una misión suicida a decenas de sus mejores agentes y todo para acabar con su vida.
Esto no se trataba de encubrir un simple asesinato.
Era mucho más profundo.
—¿Quién?... ¿ Quién eres tú?
—Eso es lo que estoy tratando de averiguar.
Habían aún muchas lagunas acerca de su pasado, muchas preguntas sin respuestas. ¿ Por qué Rose, a la cual había considerado una hermana, se tomó las molestias de asesinar a sus padres y crear una gran mentira para ella? ¿ Cuál era la razón detrás de todo esto? ¿ Por qué motivo manipularon su vida, la usaron de tal modo?
Debía ser inteligente, rebelarse en contra de la Orden de un día para el otro no era un plan factible, solamente conseguiría una muerte segura o una diana pintada en su espalda. Continuó entrenando, continuó investigando, continuó con su papel. No le contó a nadie acerca de su primer encuentro con Ifrit y mucho menos de lo que aquel le había contado, a los ojos de sus superiores la muchacha aún buscaba al sangriento asesino, aún clamaba por su sangre, aún era leal.
Raven conocía a Rose, es por eso que sabía que la mujer nunca sería capaz de hacer algo tan vil y cobarde como asesinar a sus padres y luego mirarla directamente a los ojos durante cuatro años . No. Debía haber algo. Algo que ella no sabía y que obligó a la albina a tomar tal decisión, a presionar el gatillo. No la perdonaría, pero no podía culparla. No de la misma forma en que había culpado a Ifrit durante todo este tiempo.
Ifrit.
El de ojos rubí continuaba siendo un asesino, un criminal de sangre fría y el que no haya sido el culpable de su desgracia no cambiaba aquel hecho. Ella aún lo odiaba, aunque no era el mismo odio sórdido, ciego y sediento de sangre que la búsqueda de venganza alguna vez le confirió. Ahora era un odio de quienes no logran comprenderse, un odio de un alma de justicia hacia un alma manchada de sangre, como sus ojos.
Pero aún tenía que responder muchas preguntas, la justicia se encargaría del hombre cuando el momento fuese el indicado.
Es por eso que mantuvo sus encuentros en secreto, comenzó a ayudar al que debía ser su objetivo pues se dio cuenta de que la única manera posible de descifrar su pasado era descubriendo el de aquel ser. Pero los caminos eran intrincados, y llenos de espinas. Las pistas morían a cada paso que daban para acercarse a ellas, y los únicos remanentes eran siempre un murciélago, una espada y un desierto.
El demonio no recordaba nada, y sin embargo fue una broma del destino que siempre haya tenido más que claro lo que debía hacer para descubrir todo.
Existían leyendas acerca de un antiguo Credo.
Leyendas que ambos sabían que eran una realidad, pues fue aquel credo el que acogió a Raven después de deshacerse de sus padres.
La Liga de Asesinos.
Algo en ese nombre causó que el rubí de los ojos de Ifrit refulgiera y quemara todo a su paso.
Algo en ese nombre y en el apellido de Rose causó que Corvus se viese obligada a calmar al hombre por la fuerza.
Ella había investigado acerca de su naturaleza, y él le contó de sus dones. Sabía que si sus emociones se desbordaban entonces sería capaz de causar un verdadero cataclismo, y eso es lo que sucedería en unos minutos pues la furia avanzó tan rápidamente por su ser que lo rojo de sus irises dominó su visión. Su magia era, por mucho, demasiado poderosa y oscura. Magia esmeralda y dorada que los rodeaba al momento en que ella se vio obligada a dejarlo inconsciente.
Cuando Ifrit despertó no se disculpó por el desastre, no le preguntó si le había hecho daño y no le gritó por haberlo puesto a dormir.
No dijo nada.
Solamente se puso de pie, se acercó a ella y con movimientos seguros y demasiado rápidos unió sus labios con los propios.
Ella no fue capaz de moverse, no supo cómo reaccionar ante el beso brusco pero sutil de quien debía ser su enemigo.
Pero sintió la magia del hombre correr por la punta de sus dedos y esconderse bajo su piel, y es entonces que supo lo que ocurría.
Ella lo sintió, las memorias ajenas comenzaron a fluir entre ambos y la joven vio a través de los ojos rubí. Vio los pocos recuerdos que conservaba, sintió el tacto frío de cicatrices sobre las cuales no sabía las procedencias y fue víctima de la misma sensación que lo había inundado horas atrás.
Vivió en su piel.
Se separaron, y antes de hacerlo ella vio algo más. Una memoria que se ocultaba en las profundidades más lejanas de ambas mentes. Él se alejó después de unos segundos. Raven permaneció estática en su sitio, escuchando los fuertes pasos resonar por la habitación, seguidos por la puerta cerrándose de un golpe.
Y luego silencio.
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Ella conocía a Rose Wilson mejor que nadie, pero en el momento en que la vio ( a través de las memorias de Ifrit) con una pistola en mano y apuntando a sus padres, supo que habían cosas que nunca hubiese deseado saber.
Raven no era la persona más abierta del mundo, tenía problemas de confianza y sin embargo esta última descansaba sobre la albina desde el momento que la conoció.
Se sintió identificada.
Es por eso que sabía que había algo más profundo detrás del asesinato de su madre, algo que Rose guardaba y que ella no comprendía.
Porque ella conocía a Rose Wilson mejor que nadie, y reconocía esa mirada de dolor y arrepentimiento en sus ojos, al momento de apretar el gatillo.
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La investigación no los llevó muy lejos, y sin embargo les permitió reconocer muchas cosas.
Ifrit ya sabía su objetivo, al igual que Corvus.
Desde aquel día las cosas ya no volvieron a ser las mismas, la mujer pensaba en su pasado con la misma frecuencia con que pensaba en los labios fríos y ocultos de Ifrit. Ella no era tonta y mucho menos ilusa, sabía que aquel beso fue solamente un puente hacia los pensamientos del de ojos rubí, pero había algo oculto, una sensación extraña de familiaridad y nostalgia la cual era tan fuerte como distante.
Un sentimiento que se ocultaba junto a una memoria de una costa clara, frente a una torre destruida y las olas del mar inquieto.
Pero no podía perderse en su mirada, su objetivo era averiguar cuál era su historia y por qué Rose hizo lo que hizo.
Hoy era el día.
No fue tan difícil secuestrar a la mujer como lo fue encarar sus ojos, los mismos que la miraban con temor, resignación, culpa y arrepentimiento, pero sin ningún atisbe de sorpresa. Es más, le dijo que se esperaba aquello, la albina sabía que Rachel era inteligente y que esa farsa no podría durar por mucho más tiempo .
Sin embargo la mujer sí se sorprendió cuando la figura de Ifrit surgió desde las sombras más profundas . Comenzó a inquietarse, moverse y decir a gritos que aquello no podía ser posible, que ese hombre debería estar muerto. Y es que su padre le había dicho que el muchacho murió durante su emboscada, y al parecer de Rose, Slade estaba obsesionado con Ifrit porque le recordaba al chico, nada más.
Nunca le pasó por la mente que fueran la misma persona.
Horas pasaron y la verdad habló desde los labios secos de una cabizbaja Rose.
Hace muchos años, cuando aquella no era más que una joven y enérgica adolescente, conoció a un chico.
Un chico vivaz, rebelde y comprensivo, un chico con el que se sintió identificada y frente al cual su corazón cayó rendido.
Su nombre, según dijo en un susurro roto, era Jason Todd.
—Yo había ido a parar a su lado por una coincidencia o quizás una broma del destino. Mi objetivo era actuar como doble agente para mi padre, infiltrarme y salir de su equipo en un suspiro, pero lo conocí a él, y mis planes cambiaron. Yo no quería que pasara, simplemente sucedió. Me enfrenté a mi padre y me alejé de él, le conté al equipo cuáles fueron mis primeras intenciones y Jason fue el único que no me dio la espalda. El tiempo que estuvimos juntos me hizo olvidar todo lo malo de mi vida, pero desgraciadamente la vida es una perra y todo lo bueno tiene que acabar...
—¿Qué sucedió?
Ella suspiró, las palabras se negaban a abandonar su garganta rota. Las memorias dolían, quemaban.
—Él murió... y yo... yo no pude soportarlo... Me vi obligada a seguir adelante, aunque nunca lo logré por completo, aún es una tarea imposible para mí... Los años pasaron hasta que una noche el demonio que tengo por padre irrumpió en mi escondite para recordarme mi desgracia —como si el peso del día a día no fuese suficiente— y para darme tanto la mejor como la peor noticia de mi vida...
Sus ojos se volvieron oscuros, húmedos. El silencio cayó sobre ellos y fue su susurro roto y seco aquello que lo destrozó.
—Jason... Él estaba vivo... Y bajo la merced de mi padre...
—¿Cómo?... —preguntó la amatista.
—Esa es la misma pregunta que me hago cada día, Rae... El bastardo de mi padre triunfó en uno de sus intentos de conquistar aquello que, según él, le habían arrebatado. La Liga de los Asesinos, el puesto de Ra's Al Ghul y una mujer. Nunca supe cómo triunfó en su afrenta, nunca me atreví a preguntar. Pero, en su ataque... en su ataque reconoció una figura encapuchada de rojos sangre, unos ojos grises que yo conocía a la perfección... No sé exactamente el motivo... No... Sí sé la razón de su presencia allí, pero eso no cambia el hecho de que Jason estuviese presente...
«Unos meses más tarde ( cuando mi padre se apareció frente a mí y soltó esa noticia como si me estuviese diciendo lo que comió esa mañana ) me dijo que el hombre al que alguna vez amé se encontraba bajo su merced, y de no ser suficiente me mostró también ... También... Oh, Dios... Me mostró un... u-un ojo gris que yo conocía a la perfección... Una prueba de que no mentía... M-me dijo que debía volver a unirme a él si no quería que Jason volviese a morir... Y para ello debía asesinar a la familia de un enemigo, como muestra de mi lealtad...»
«Pero yo nunca tuve fuerzas para asesinar a una niña como tú...»
«Cuando los Al Ghul murieron algunos trataron de abrirse paso y tomar su trono, pero mi padre los eliminaba uno a uno. El único que representaba una verdadera amenaza había sido Samael, un hombre milenario con aspecto de joven virtuoso. Slade se encargó de deshacerse de él a duras penas, pero me dejó a mí la tarea de asesinar a su hijo más fuerte y su familia. Yo sabía que no eran necesarias sus muertes, él no representaba amenaza alguna para mi padre. Lo único que Slade quería era verme a sus pies.»
«No sabía que el último Morningstar tenía una hija, pero cuando te vi, Raven, sentí como si me estuviese mirando en un espejo. Me vi obligada a dejarte inconsciente, no era capaz de matarte pero sabía que de no hacerlo entonces mi padre enviaría detrás de ti a alguien que no dudaría un segundo. Así que tomé mi decisión.»
«Me aseguré de que no recordaras nada cuando despertaras, eso haría las cosas más fáciles para ti. Ifrit apenas comenzaba a causar estragos en los planes de mi padre y usé eso como excusa de tu sobrevivencia. Le dije a Slade que podíamos usarte, entrenarte expresamente para deshacerte de Ifrit, y él, en contra de todo pronóstico, aceptó, no sin dejarme claro que toda responsabilidad caería sobre mí.»
«Cuando despertaste comenzó a andar mi plan. Te mentí acerca de la muerte de tus padres y te oculté las verdaderas funciones de la Liga pues sabía que nada serviría si tú te sabías dentro de un lugar repleto de personas como la que mató a tus padres... Como yo.... Alimenté tu sentido de la justicia más que el de la venganza, traté de ayudarte a crecer como ser humano. Traté de hacer por ti lo que nadie hizo por mí...»
«En un intento, quizás, de buscar redención cuando sé que jamás la encontraré... Pero quiero que sepas a pesar de todo esto que has significado mucho para mí, y que jamás esperaré tu perdón, pues ni siquiera soy capaz de perdonarme a mí misma...»
«Lo lamento, Rachel Morningstar-Roth.»
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Rose dijo todo lo que tenía que decir, al igual que les prometió su lealtad al saber que sus objetivos eran los mismos:
Acabar con el lobo, recuperar una vida de recuerdos y cobrar justicia en nombre de las personas amadas.
Ella tenía más conexiones dentro del Credo, le sería útil a Dam- a Ifrit y a Rachel...
Pero Ifrit lo supo .
Desde que escuchó la historia de Rose, desde que investigó quién era Jason Todd y desde que se cuestionó por primera vez cuál era su conexión con la Liga.
Escuchó las leyendas, recordó quiénes eran los Al Ghul y con ello recordó también una parte de sí mismo.
Supo qué era, qué le habían arrebatado y qué debía hacer.
Slade Wilson no se merecía mancillar el apellido de la familia Al Ghul.
Ifrit lo sabía.
Con Rose a su lado las cosas fluyeron con más facilidad, no cuestionaron su lealtad hacia su causa pues sabían que la joven era honesta, sabían que tenía tantos motivos como ellos para eliminar al lobo. Los meses pasaron, y Rachel decidió desistir de averiguar su pasado al mismo tiempo en que Ifrit comenzaba a recordar el suyo.
Ellos se hicieron de un plan, Corvus y Rose se hundieron más dentro de la Liga, descubrieron muchos de sus secretos y desviaban las sospechas ajenas. Un día Raven llegó cubierta con sangre a las puertas del Credo, alegando que Ifrit había muerto, Rose sirvió de testigo ante una casa ardiendo, y un cuerpo desapareciendo.
El hombre permaneció oculto, la sangre que cubría a la amatista fue la propia y para asegurarse de que todo iba según lo planeado decidieron destruir toda evidencia de su existencia. Los harían creer que el demonio había vuelto al infierno, los atacarían cuando menos se lo esperaban.
La planificación dio sus frutos y la vela que eran aquellas tres almas causaron un incendio desde dentro. Las grietas de su traición en contra de lo que se había convertido el Credo eran certeras y amenazaban con derrumbar la infraestructura. Sabían exactamente qué pasos dar y cómo moverse sin levantar sospechas, sin abandonar las sombras. La justicia mueve a la gente como serpientes, la venganza las hace atacar.
Llegó el momento que llevaban esperando, ese momento en el cual la vela quemaría ciudades y las grietas formarían un hoyo en el suelo.
La sorpresa, las habilidades de cada uno y los puntos sobre los cuales hacer presión fueron sus aliados. No tardaron en pasar de largo la manada y llegar hasta el lobo blanco que los observaba altivo, luciendo la cicatriz de guerra que le había arrebatado un ojo. Slade no luchó, no se movió, no se sorprendió.
Lo único que el maldito hizo fue decir, riendo malsanamente, que no podían deshacerse de él, pues era el único que conocía la ubicación de Jason y esos corderos que habían intentado proteger al heredero de su ataque.
Él reveló que "Ifrit" no era más que la personificación del alma del bastardo que le quitó todo, el hijo de la mujer a quien alguna vez quiso. Slade era el único que sabía dónde estaba su verdadero cuerpo y sin él nunca lo encontrarían. Porque Wilson sabía que el de ojos rubí se vería obligado a vagar en esa forma humana por el resto de la eternidad de no encontrar y volverse a unir a su cuerpo antes de que este último dejase de vivir.
Esa era la desventaja que traía aquella ceremonia.
Esa era la desventaja que traía ser interrumpido en el medio de la misma.
Esa era la desventaja con la cual siempre contó.
Esa era la desventaja de los siete minutos de paz.
Confiado, el lobo rió en su apogeo, llamando a Ifrit por su verdadero nombre.
Damian recordó todo y le rompió el cuello.
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El templo estaba a oscuras, al igual que las sombras que emitían las túnicas negras que el de ojos rubí vestía.
El ambiente era tétrico, amenazante, aquellos pasillos interminables les eran desconocidos, ocultos entre las dunas y las catacumbas más profundas y recónditas de todo Nanda Parbat.
Sin embargo, Ifrit parecía conocerlos a la perfección.
Caminaba seguro, confiado, como si no hubiese fuerza en el universo lo suficientemente poderosa como para detenerle. Recordaba esos pasillos, las llamas verdes, los asentimientos de Suren y Maya, la sonrisa de Colin, el nerviosismo de Jonathan, las sombras de Todd y el orgullo de Talia...
Talia...
¿Su cuerpo seguiría allí? ¿Seguirían allí sus amigos, sus hermanos? Habían pasado años, y dudaba mucho que el maldito de Slade le hubiese brindado cuidado a los indefensos chicos o hubiese honrado la memoria de la mujer que tanto afirmaba desear.
No pensaría en ello ahora. No cuando eran unos pocos pasos los que lo separaban de su fortuna o desgracia.
¿Tendría que vivir por el resto de su vida como una personificación de su propia alma?
Incluso si su cuerpo continuaba respirando nada podría asegurarle que aún se encontraba en buen estado, puede que lograse volver a ser un alma dentro de su cuerpo, pero sería difícil. Era posible incluso que ni su cuerpo ni su alma lograsen sobrevivir al rito. ¿Y qué hay de sus compañeros? No sabía a ciencia cierta si continuaban vivos o si habían fallecido en la batalla. Maldición, era posible incluso que hubiesen estado encerrados durante todo este tiempo allí dentro, sin comida ni agua, sin oxígeno.
Sus pasos se detuvieron frente a la gran puerta de madera preciosa, bañada en polvo. Los segundos le parecían años, Rachel tomó lugar a su lado y sus ojos rubí se posaron discretamente sobre su delicada y curvilinea figura.
Siempre se había preguntado por qué no sentía su corazón latir, o por qué no sangraba cuando lo herían, pero ahora que tenía su respuesta muchas más interrogantes infestaban su mente.
¿Por qué su corazón latía con fuerza al estar ella a su lado?
¿ Por qué se encontraba fascinado cada vez que apreciaba su perfil bajo la Luna?
¿ Por qué podía sentir aún el calor de sus labios?
¿ Por qué podía, en la descripción más profunda y banal de la palabra, sentir cuando estaba junto a ella?
Y es que a pesar de ser la empatía uno de sus muchos dones, la naturaleza del sentir humano era para él un gran misterio. Pero ella siempre sería el más etéreo e intrincado enigma. El más hermoso misterio. Y eso lo apreciaba. Apreciaba que solo con sentir la presencia de Rachel a su lado, con solo posar ella sus amatistas ojos sobre él las fuerzas necesarias para abrir las puertas se apoderaron de su persona.
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Cuerpos.
Inconscientes, desnutridos, oxidados, inmóviles. Sus amigos y sus hermanos parecían dormir, al igual que el tiempo mismo, el cual se negó a volver a pasar dentro de esas paredes. Como si todos esos años no hubiesen pasado, o como si ellos hubieran madurado con naturalidad y hubiesen apenas echado a dormir hace unos minutos. Una ilusión. Nada más que una traicionera ilusión.
Pero estaban vivos.
Y eso era mejor que nada.
Luego su mirada se movió con lentitud hasta llegar a Talia, la cual parecía también dormir.
Se acercó a su cuerpo con una lentitud mortuoria e incrédula, agachándose a su altura y tomándola entre brazos, dándole un último abrazo al cuerpo frío e inerte de su madre.
—Era mi mamá...
Dijo en un susurro roto, respondiendo la pregunta que rondaba por la mente de su amatista, de su Jumishat.
El silencio atacó el sombrío lugar.
Luego su respiración se cortó, fijó la vista sobre su propio rostro y cuerpo ( el cual se ocultaba a un lado de su madre, aferrado a ella y su recuerdo) y tomó la decisión de no esperar más tiempo.
Debían terminar el ritual.
.
.
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Cuando ellos abrieron los ojos lo primero que divisaron fue el techo oscuro y húmedo de las catacumbas.
Recordaron la batalla.
Les costó levantarse, se preguntaban qué había pasado y por qué la simple acción de tomar asiento o ponerse de pie se les hacía tan difícil.
Sabían, sin necesidad de escuchar una palabra, que el tiempo ya no era el mismo.
Que ya nada era lo mismo.
Colin y Maya se arrastraron el uno hacia el otro.
Jon trataba de ayudar a Suren a levantarse.
Jason volvía a renacer en los brazos de Rose.
Talia descansaba con los párpados cerrados elegantemente, acostada sobre un altar de piedra.
Damian se perdía en los ojos y los labios de Rachel.
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Pues...
No sé qué decir.
Me fue difícil escribir en base a esta canción y este tema, no lo niego, más difícil aún me fue editar el capítulo. Amo " Emperor's New Clothes" tanto como amo Panic! At the Disco, pero simplemente no podía escribir. No sé si fue algo confuso el resultado, pero quería hacer algo un tanto diferente a lo que acostumbro. Como hacer a Damian el que posee magia demoníaca y a Rachel la humana o escribir a Jason junto a Rose, por decir un ejemplo. Son pequeños detalles sobre los cuales quería experimentar.
No es ni de lejos lo mejor que he escrito, pero supongo que es un final aceptable.
"Final".
Para ser honestos, yo no esperaba llegar tan lejos con esto, ni siquiera pensaba en terminar la damirae week como dios manda. Pensaba que ( conociéndome) la dejaría a la mitad o actualizaría una vez cada dos meses más o menos, cosa que no sucedió por milagro.
...
Miento, eso último sí sucedió, y no tengo excusas, lo siento.
No daré un discurso de dos páginas acerca de este libro, o de cómo me duele que este sea el final ni nada por el estilo, por mucho que eso sea cierto. Los discursos emocionales no son lo mío. Eso es todo.
Pero sí diré que ha sido una experiencia interesante y satisfactoria, una que no hubiese sido ni la mitad de interesante o satisfactoria sin ustedes allí fuera leyendo, comentando y apoyando estos descartes de la humanidad que son mis historias. Realmente deseo volver a escribir en base a eventos de este tipo en alguna otra ocasión.
En cuanto a mis otras historias, les dedico mil disculpas por no actualizar desde hace unos meses más o menos, como saben me había decidido a concentrarme solamente en este libro hasta terminarlo, dejando de lado mis otros fics y distracciones. Pero ahora que hemos llegado al final es hora de compensar la espera.
Puede que tarde un poco ( que es lo más seguro de hecho), pero prometo que las actualizaciones de historias como " Su voz" —la primera por pedido del público, por cantidad de ideas y por ganas de escribirla—, " Fantasía", "Alguien", "Intentos" y " Qalb Al Ghul" vienen pronto.
Una vez más les agradezco por su paciencia y les pido disculpas por la demora.
Ahora, diré esto por una vez más y espero poder volverlo a decir más adelante:
Voten si lo desean y comenten si sienten que tienen algo que decir.
Y como la despedida cliché no podía faltar, aquí tienen lo que todos estaban esperando ( redoble de tambores) :
"esto no es una despedida, es un hasta luego".
Ahora sí, muchas gracias a todos por su apoyo, son lo máximo, de verdad.
Hasta la próxima.
Dema out.
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