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Perder el tiempo 2

Kohaku se recargó sobre la puerta, frotando sus brazos con nerviosismo.

Maldita sea, ya la había descubierto... pero eso no cambiaba que no podía dejar que el sentido de responsabilidad de Senku lo obligara a hacer algo que haría que luego la odiara por siempre.

Pero... ahora que ya lo sabía ¿qué podría hacer para no arruinar los planes de Senku?

Estuvo un largo rato pensando, hasta que tocaron a la puerta, haciéndola entrar en pánico nuevamente pensando que era Senku, pero entonces escuchó voces hablando en portugués y se relajó y abrió, viendo a varios trabajadores del servicio de mudanzas, pero... Senku seguía allí, exactamente en la misma posición en la que lo dejó, con sus ojos muy abiertos y llenos de incredulidad.

Se estremeció con pánico, pero luego notó que él ni pestañeaba y pasó una mano por delante de sus ojos, sin obtener ninguna reacción.

Hizo una mueca, para luego apartarlo dudosamente del camino (a lo que él tampoco reaccionó) y dejar pasar a los del servicio de mudanzas, que le hicieron varias preguntas respecto a tener al famoso "Dr. Stone" en su puerta, pero ella les dijo que era un amigo y les pidió llevar las cosas fuera lo antes posible.

Mientras los del servicio de mudanzas comenzaban a descargar todo, Senku finalmente pestañeó lentamente y tomó aire, mirando a Kohaku dar indicaciones a unos hombres. Apenas terminó de hablarles, Senku se le acercó con una mirada sombría.

—¿Cuándo demonios pensabas decírmelo, Kohaku? —gruñó con un tic en una ceja.

—¿D-decir qué? —Sonrió como si no pasara nada.

Él se frotó las sienes.

—¿Cuál era tu plan? ¿Alejarte de tu familia y tus amigos por dieciocho años?

—N-no sé de qué me hablas...

—¿Crees que no veo la pelota de playa que tienes en el vientre? —La miró con sequedad.

—¡Aún no estoy tan gorda, bastardo! —Lo miró con rabia, pero luego carraspeo—. Ja, no sé por qué debería importarte... e-este bebé ni siquiera es tuyo...

Él le envió una mirada que decía claramente un "¿piensas que voy a creerme eso?" y ella empezó a sudar frío.

—¿Oh, de verdad? —A pesar de su obvia incredulidad, le siguió el juego—. ¿Y de quién es?

—De... De mi nuevo novio... de aquí en Brasil...

De nuevo, él le envió una mirada de "¿es lo mejor que tienes?" y ella se estremeció.

—¿Y cómo se llama, eh? —La miró con burla.

—Eh... Bra... nom... men...

—¿Branommen? —Senku la miró con todavía más incredulidad y burla.

—¡E-es que aquí hay muchos nombres raros! —se defendió con nerviosismo.

—Ajá, ¿y cuándo lo conociste? Porque llevas aquí dos meses y ese vientre parece de casi cinco meses de embarazo —habló con completa condescendencia.

—Eh... es que lo conocí en Japón y... luego quise venir aquí. —Carraspeo, sudando profundamente.

—Bien, ya me harté del juego, Kohaku, obviamente es mío. —Rodó los ojos, estrellando su palma contra su frente—. ¿Cuándo pensabas decírmelo? ¿En qué estabas pensando al irte y ocultárselo a todo el mundo?

Ella bufó.

A veces odiaba que ese bastardo fuera tan inteligente.

—Este es mi bebé, solo hice lo que me pareció mejor para él... o ella. —Alzó mucho la barbilla—. Además, ¿qué más da si eres el padre? No tienes tiempo para una familia. —Lo miró con amargura.

Él frunció el ceño con acidez.

—Eso no lo decides tú, Kohaku. Debiste decirme la verdad.

—¿Y qué cambiaría? Tú realmente no quieres hijos, ¿no es así?

—Sabes que no es que no quiera...

—Pero no puedes. —Dio un paso en su dirección, mirándolo con ojos llenos de angustia—. Tienes que salvar a tu padre, y yo puedo encargarme sola.

Senku la miró en silencio.

Mientras tenían su discusión, los hombres del servicio de mudanzas terminaron de bajar todo y comenzaron a susurrar entre ellos al ver a los dos discutir, hasta que uno finalmente se atrevió a tocar el hombro de Kohaku aprovechando el momento de silencio, diciéndole que habían terminado.

—Gracias, llévenlo a la dirección que les dije, por favor, yo iré en un momento —habló en portugués y por fin los hombres se fueron, dejando a Senku y Kohaku solos en ese departamento ahora vacío.

Él siguió en silencio y ella suspiro y lo miró con tristeza.

—Sé que estás pensando que debes hacerte responsable de esto —Llevó una mano a su vientre—, pero no es cierto, Senku, no tienes que hacerlo, yo puedo sola. Y tú... debes salvar a tu padre... para que un día pueda conocer a su nieto. —Le sonrió dolorosamente, para luego marcharse aprovechando su silencio.

Bajó las escaleras y se subió a su auto para ir a su nuevo departamento donde la esperaba el camión de mudanzas.

Comenzó a conducir... y rápidamente notó un auto siguiéndola.

Suspiró.

Aparentemente, Senku todavía no iba a darse por vencido... aunque debió esperárselo, porque ese bastardo nunca se rendía... por eso lo amaba, de hecho, pero tendría que pensar en un modo de quitárselo de encima.

Y... de hecho, tenía una idea de cómo lograr salirse con la suya, algo que había aprendido viendo todos esos programas modernos en la televisión.

Llegó a la nueva casa justo cuando los de mudanza ya estaban terminando de meter todo, a lo que les agradeció y ellos se fueron mientras Senku se acercaba a ella luego de estacionar su auto cerca.

—Kohaku, necesitamos hablar seriamente —dijo él, siguiéndola mientras ella entraba en su nueva casa—. No puedes pretender que simplemente te deje hacer lo que quieras y me vaya como si no hubiéramos hecho a ese mocoso entre los dos.

—Bien, hablemos. —Cerró la puerta, preparándose mentalmente para lo que iba hacer ahora—. Te propongo un trato.

Él alzó una ceja, visiblemente desconfiado.

—Te escucho...

—Bueno, yo... —Carraspeo, tomando aire para recordarse que debía ser fuerte—. Yo he visto que las parejas separadas tienen... cuevita compartida...

—Custodia —la corrigió con acidez.

—¡Sí, eso! Entonces, como nunca fuimos pareja, y no estamos juntos y no lo estaremos nunca, yo cuidó al bebé y tú lo visitas cuando puedas. —Asintió, contenta con el plan que se le había ocurrido.

Senku la miró con sequedad.

—¿Por qué exactamente no quieres que te ayude? Criar a un bebé es difícil, y estoy dispuesto a sacrificar mi tiempo para hacerme responsable de un ser que yo ayude a engendrar. Nuestro método anticonceptivo falló, a veces pasa, no es culpa de ninguno de los dos, pero los dos debemos hacernos responsables.

Kohaku lo miró con cansancio. ¿Por qué insistía?

—Te dije que nunca te pediría tu tiempo...

—No es por ti, es por el bebé —la cortó con frialdad.

Ella sintió sus palabras como un golpe directo al corazón, pero lo disimuló.

—Lo sé —susurró—, sé que nunca te harías tiempo para mí, pero también sé que necesitas concentrarte en tu trabajo, en salvar a tu padre... y sabes que un bebé es muy demandante.

Él apartó la mirada.

—Que sea demandante o no es irrelevante, sigue siendo mi responsabilidad —insistió.

Kohaku bufó, ya comenzando a hartarse.

—Ja... ¿Y qué harás al respecto? No eres mi novio ni mi marido, y hasta que nazca este bebé no tienes ningún derecho sobre él ¿o me equivocó? —Alzó mucho la barbilla.

Senku arrugó profundamente el rostro.

—Ayer estabas encima de mí gimiendo mi nombre —soltó secamente.

Ella sintió su rostro estallar en llamas.

—¡¿Eso qué tiene que ver?!

—Que me amas. Y yo... —Tensó la mandíbula— yo te... te amo también. —Ella se congeló, muy seria—. Vamos a tener un bebé, nada nos podría unir más que eso, voy a encontrar la forma de tener tiempo para ustedes, pero no tiene sentido seguir separados.

Kohaku bajó la mirada.

Llevaba mucho tiempo queriendo escuchar algo así... pero no de esta forma...

—No quiero...

—No seas tan ilógica, Kohaku.

—¡Pues soy ilógica! —Lo miró con la barbilla muy en alto y los ojos llenos de lágrimas—. No quiero ser tu novia ni tu esposa, y no puedes obligarme a aceptarte. Me voy a quedar aquí o si quiero me iré a España o a la India, y no hay nada que puedas hacer al respecto.

Senku la miró con los ojos muy abiertos, totalmente horrorizado por sus palabras.

Luego de un momento de incrédulo silencio, él apretó los labios en una fina línea y miró hacia un lado, luciendo pensativo y... triste...

—Bien —finalmente, cedió—. Será como tú quieras. Tendremos custodia compartida... pero por favor... no es necesario que estés lejos de tu familia... Vuelve a Japón, deja que nuestros amigos te apoyen, y yo... visitaré al bebé una hora al día y cuando crezca un poco arreglaremos que se quede una semana conmigo y otra contigo. ¿Eso está bien?

Kohaku lo miró enfadada.

Le estaba dando la oportunidad de desligarse totalmente de un bebé que no quería, ¡¿por qué seguía insistiendo?!

—No me gusta la idea de que me lo quites tanto tiempo. Soy su madre, debe estar conmigo.

—Será cuando sea más grande, pero podemos discutirlo, hablarlo con el niño... De todos modos, es un tema que puede esperar.

—¿Y por qué lo quieres ver una hora al día cuando nazca? ¿No sería mejor los fines de semana? Así pierdes menos tiempo.

Él rodó los ojos, con el rostro lleno de amargura.

—Yo puedo administrar mi tiempo solo, muchas gracias, pero si te parece mucho puede ser día por medio. Solo... vuelve a Japón, deja que tu familia y nuestros amigos te ayuden, deja que el niño crezca con la gente que nos quiere.

Ella bajó la mirada, sintiendo la culpa de estarle ocultando su embarazo a todos golpearla con fuerza una vez más.

—Muy bien... E-extraño mi casa... —Sus ojos volvieron a aguarse.

Él se mordió el labio, luciendo como si se sintiera culpable de algo, antes de tomar aire.

—Tengo otra petición...

—¿Y ahora qué? —Lo miró con cansancio.

—Quisiera acompañarte a los controles médicos... es mi hijo también, quiero asegurarme de que todo marche bien.

Ella bufó.

—No veo necesario que me acompañes, tengo los archivos de todas mis visitas médicas, siempre me dan muchos papeles y esa cosa rara de ecografía donde se ve al bebé, te las puedo llevar para que las veas.

Él rodó los ojos, luciendo todavía más lleno de amargura que antes.

—De todos modos tendrías que verme, así que es más eficiente simplemente acompañarte.

Ella hizo una mueca, viendo que eso tenía bastante sentido.

—Está bien, solo es una vez al mes, supongo.

—Según tengo entendido, es una vez al mes hasta la semana 32, cada 15 días entre la semana 33 y la semana 36 y una vez por semana a partir de la semana 37.

—Ah.

Se quedaron en silencio un tiempo, los dos sintiéndose miserables, hasta que Senku volvió a hablar.

—¿Puedo ver los papeles de tus controles anteriores? —preguntó en un susurro.

Ella encogió los hombros, yendo a buscar entre las cajas de mudanza hasta que encontró la carpeta donde guardaba todo. Se la dio y él empezó a revisar todo muy atentamente.

Lo notó mirar fijamente a las ecografías, y cuando terminó él le devolvió todo, le agradeció y comenzó a dirigirse a la salida.

—Me iré ahora y... espero que regreses a Japón pronto, y allí prometo que no te molestare para nada más que los controles. —Carraspeó, abriendo la puerta—. Por cierto, la razón por la que quería hablarte antes... era porque encontraron a una importante científica, la Dra. Mironi, que es una de las personas más inteligentes de la Tierra y con ella parece que podremos acortar el tiempo para poder revivir a mi padre. —Ella volteó a verlo con la boca muy abierta, viendo su sonrisa triste—. Te estaré esperando en Japón.

Sin más, él se fue, dejándola sola y con ganas de preguntarle muchas cosas, pero... también con la sensación de que quizás no debió ser tan firme en su decisión de no quererlo en su vida.

No... Hizo lo correcto, acortar el tiempo no significaba que de la nada él iba a dejar de lado su ciencia para estar con ella, él mismo dijo que le propuso estar juntos solo por el bebé.

Y estaba segura de que lo único que lo impulsaba a querer ser parte de la vida del bebé era su sentido de responsabilidad, porque si este bebé no hubiera sido un accidente él nunca habría tenido una familia, la habría dejado a un lado, suspirando por él toda su vida... amándolo a lo lejos...

Ya lo dijo una vez... ellos nunca podrían estar juntos, por más que se amaran... y ella no iba a forzarlo a darle más de lo que él estaba dispuesto.

Probablemente se iba a esforzar en ser un buen padre, pero ella nunca le pediría ser su pareja.

Estaba resignada a amarlo a la lejanía, y estaba feliz de poder tener a su bebé, pero nunca iba a pedirle su tiempo, nunca iba a apartarlo de su verdadero amor, la ciencia.

.

Senku se reunió con su equipo para conocer a la Dra. Mironi, la mente más brillante que la humanidad tenía para ofrecer según muchos.

Ella llegó junto con un grupo de personas bastante destacadas también, y fue directo a presentarse con Whyman y Senku, aunque pronto se olvidó de presentaciones y preguntó directamente cuál era el proyecto por el cual buscaron tan desesperadamente su estatua.

—Encontrar la estatua de mi padre fue lo que confirmó que viajar en el tiempo es posible —dijo Senku, serio—. Sin embargo, su estatua estaba rota, sin duda producto de la falta de cuidado de los antepasados de la aldea Ishigami que debieron romperla al trasladarla de la isla hacia Japón. Ahora, Whyman dice que la humanidad está a cincuenta o cien años de lograr la tecnología necesaria para reparar estatuas. El mapa de pasos para lograr la meta de la reparación de estatuas rotas está hecho, pero es lejano.

—Entonces lo que quieren es que mágicamente yo encuentre la forma para acortar esa brecha de tiempo de cincuenta o cien años, ¿verdad? —preguntó la Dra. Mironi, repasando el mapa de pasos que le habían dado para estudiar de antemano.

—Exacto. —Senku no iba a irse con rodeos.

—Hum, eres bastante descarado en que solo quieres hacer esto para poder ver a tu padre antes de morir, ¿eh? —preguntó la Dra. Mironi con una sonrisita a sabiendas, ajustando sus lentes de sol—. Jo-jo, eso me gusta, pero... —Volvió a ajustar sus lentes— no puedo hacer magia, querido, este mapa de pasos exige un mapeo extensivo del cuerpo humano.

—Para reparar un cuerpo, debemos conocer el cuerpo humano, cada célula, cada neurona, cada fibra, y eso es algo que nunca se ha podido lograr ni con la mejor tecnología del siglo XXI —dijo Xeno con una mueca—. Sin mencionar que debemos rellenar los huecos vacíos creando nosotros mismos un material similar a cada parte del cuerpo que queramos reemplazar. En otras palabras, debemos recrear porciones de un ser humano desde cero.

—Crearlas y luego petrificarlas y hacer que encajen perfectamente —bufó Chrome, luciendo preocupado—. Cada paso del proceso necesitara una precisión total.

—¿Entonces no hay forma de acortar el tiempo que nos dio Whyman? ¿Ninguna? —Suika miró esperanzada a la Dra. Mironi, ya que ella era la última esperanza.

La Dra. Mironi tomó aire, antes de mirar a Senku.

—Si vamos a ser descarados, hagámoslo bien. —Se quitó los lentes de sol, revelando sus serios ojos grises—. ¿Están dispuestos a ser completa y absolutamente descarados? ¿Soportaran cualquier crítica? ¿Resistirán cualquier intento de desacreditarnos?

Senku y Xeno intercambiaron miradas.

—¿Qué tienes en mente? —preguntó Senku.

La Dra. Mironi se acercó a la capsula que contenía a la estatua de Ishigami Byakuya, examinándolo atentamente, antes de voltearse a ver a todo el equipo de científicos.

—La estatua de Ishigami Byakuya tiene cercenado parte del brazo izquierdo y tiene la cabeza separada del cuello. Y además tiene grietas en el pecho... Entonces, podríamos limitarnos al brazo humano, torso humano y cuello humano... Dejamos totalmente de lado el resto del cuerpo y concentrarnos en las zonas que Ishigami Byakuya requiere.

Todos se quedaron en silencio.

—Eso... en verdad es muy descarado —dijo Gen, que estaba ahí de colado.

—Sí —Senku tomó aire, para luego sonreír con todos los dientes—, pero lo haremos. Las grietas más profundas de Byakuya no llegan a tocar el cerebro, que es lo más complicado. Si nos concentramos en las áreas específicas, deberíamos ser capaces de reducir el tiempo. ¿Qué opinas, Whyman? —Miró al pequeño robot alienígena.

—Concentrándonos solo en las áreas específicas... —Pensó por un momento— podría tomar... entre veinte y cuarenta años terrestres.

Senku inhaló lentamente.

—Bien... es más seguro que siga vivo para ese tiempo. —Sonrió, más tranquilo.

—¡Ese es el espíritu! —La Dra. Mironi rio cantarinamente—. Bien, les presentaré a mi equipo. El Dr. Gray, mi pareja. —Señaló a un tipo muy serio con lentes circulares, que solo asintió—. El Dr. Dj Ions, un experto en crear las mejores máquinas y nanotecnología.

—¡A su servicio! —El Dr. Dj hizo una reverencia teatral.

—Luego traje también a un equipo de médicos, ya que nuestro objetivo es el cuerpo humano. Estas mentes brillantes están lideradas por la hematóloga Gabrielle Burns. —Señaló a una mujer que estaba mirando mal al Dr. Dj, pero que pronto los saludó de forma mucho más profesional—. Traje también a una neurocientífica, Elise Coutta. —Señaló a una científica que antes había estado oculta tras la hematóloga.

—Aunque el cerebro será dejado a un lado, puedo ayudar con la creación de inteligencias artificiales que agilicen el proceso —murmuró Elise con voz carente de emociones, mirando de reojo a Gen que la miró con los ojos muy abiertos.

—Y para eso también está nuestra otra mente maestra, el Dr. Aspen. —Señaló al último del equipo, un hombre con una larga trenza castaña y una cicatriz de petrificación con forma de mano cubriéndole un ojo.

—Es un placer. —Sonrió cordialmente, mirando directo a Senku.

—Muy bien, suficiente de presentaciones —dijo Senku, con una ceja en alto—. Es hora de trabajar.

Luego de la jornada laboral más larga que tuvieron en años, Senku se quedó solo en el laboratorio estudiando las notas de todos los nuevos científicos y doctores, cuando de repente Ryusui y Gen irrumpieron en su oficina.

Ryusui llegó pisoteando y directo a darle un zape en la nuca.

—¡Agh! ¡¿Qué demonios te pasa?!

—¡Bastardo! ¿Cómo es eso de que embarazaste a Kohaku y no piensas hacerte cargo del bebé? —Chasqueó los dedos con indignación—. ¡A una mujer hermosa no se la abandona!

Senku lo miró incrédulo, antes de bufar, suponiendo que Kohaku ya había regresado a Japón y ni siquiera se tomó la molestia de decírselo.

—¿Qué demonios les dijo Kohaku? —Se frotó las sienes.

—No nos dijo nada, solo la vimos pasearse por allí con esa pancita suya~ y por supuesto que supimos de inmediato que obviamente es tuyo~ —canturreó Gen—. Y también sabemos que no están casados ni comprometidos, pero fue Ryusui-chan el que llegó a esa conclusión, yo le dije que tú te harías cargo, claro~.

—Por supuesto que me haré cargo. —Bufó, pero luego torció los labios con amargura—. Al menos en la medida que Kohaku me deje...

Ryusui y Gen quisieron preguntarle al respecto, pero Senku se negó a decirles nada más y los echó del lugar, diciéndoles que todavía tenía mucho trabajo que hacer.

Trabajo...

Suspiró en la soledad del laboratorio, volteando a ver a la capsula que contenía la estatua de su padre.

—También tenías mucho trabajo, pero eso no te impidió ser un buen padre... —susurró—. Y sé lo mucho que te esforzaste juntando ese platino... pero apuesto que también fuiste un buen esposo para Lillian. —Sonrió dolorosamente—. Desearía poder seguir tu ejemplo, pero... creo que ella ya nunca me va a perdonar...

.

Ir al primer control de embarazo juntos fue... incómodo.

Intentaron ver el sexo, pero no se dejó ver, para decepción de Kohaku, mientras que Senku solo estuvo satisfecho de ver que el mocoso se desarrollaba bien.

Habían llegado cada uno por su lado, pero Senku le ofreció que al siguiente control lo dejara llevarla él, a lo que Kohaku se negó, por lo que Senku bufó y se limitó a simplemente concentrarse en el bebé.

Aparentemente tendría que resignarse a que solo tendría derecho a exigir más después de que naciera, pero por ahora Kohaku actuaba como si le hiciera un favor al dejarla acompañarla.

Al siguiente control, finalmente lograron ver el sexo, descubriendo que tendrían una niña, cosa que emocionó bastante a Kohaku.

Senku hizo una broma respecto a tener que lidiar con dos leonas y Kohaku le gritó que no le dijera así a su hija y por un momento él se sintió como si todo estuviera bien entre ellos, pero claro que al momento siguiente la visita médica terminó y cada uno se fue por su lado y él se sintió solo una vez más... y además con el miedo de no ser buen padre para la niña que venía en camino.

A partir de ese momento, comenzó a leer todos los libros de paternidad que podía en sus escasos ratos libres, esperando ser suficiente para esa pequeña que venía en camino.

Al siguiente control, ella tenía el vientre mucho más abultado y se tambaleaba bastante, era gracioso y adorable verla, y él la ayudó a subir las escaleras colocando una mano en su espalda, cosa que la hizo ponerse visiblemente nerviosa, pero para su alivio y sorpresa ella no lo apartó.

En los siguientes controles, Senku buscó siempre cualquier excusa para tocarla aunque sea un poquito, y ayudó bastante que la pequeña leona que esperaban le encantaba patear al escucharlo, así que aprovechó para tocar su vientre siempre que podía.

Lo ponía nervioso pensar en el momento en el que naciera, pero esos breves momentos de sentir sus pataditas de alguna forma le traían tranquilidad, lo hacían sentir como si fuera capaz de todo, capaz de darle a esa pequeña leona toda la seguridad y cariño que iba a necesitar, capaz de ser un padre al menos la mitad de bueno de lo que fue Byakuya con él.

En el octavo mes, ya cuando las visitas médicas eran semanales, él estaba esperando el llamado de Kohaku para acompañarla en cualquier momento, pensando en alguna excusa para que ella le permitiera acompañarla cuando diera a luz, pero fue interrumpido por Gen, Ryusui y Francois entrando a su laboratorio, los tres pálidos.

—¿Qué les pasa?

—Senku... —Ryusui tragó saliva—. Tu... Tu hija nació... esta misma noche...

Senku se congeló por completo, sintiendo el dolor de la traición golpearlo peor que nunca.

Kohaku tuvo a su hija... ¿y ni siquiera le avisó?

No pudo evitar llenarse de rabia y dolor. ¿Hasta qué punto lo odiaba esa mujer? ¿Por qué le hacía esto? En los últimos controles parecía haberse suavizado y él ya estaba pensando en formas de ganarse su perdón, pero...

Parecía que era imposible que lo perdonara, y él estaba comenzando a sentirse incapaz de perdonarla también...

—Senku... —continuó Gen, su voz saliendo en un susurro apenas audible, extrañándolo—. Algo... pasó...

Senku volteó a verlo bruscamente.

—¿Pasó algo con mi hija? —preguntó, su respiración saliéndose de control por el puro pánico de pensar que algo malo le hubiera pasado a la bebé.

Gen cerró los ojos dolorosamente.

—Hubo un accidente... la ambulancia chocó y Kohaku dio a luz en medio del bosque, con Ruri siendo la única consciente para recibir al bebé...

Senku jadeo, completamente pálido.

Antes de que pudiera reaccionar, Ryusui continuó:

—Ruri tuvo que... abandonar a Kohaku para pedir ayuda, llevándose a la bebé en brazos... —Se mordió el labio con fuerza—. Cuando regresaron por ella... ya no estaba...

Senku abrió mucho los ojos.

—Ella... desapareció —confirmó Gen, con la cabeza gacha.

Senku no se quedó para escuchar nada más, corriendo fuera del laboratorio, directo a su auto para ir al único hospital de Tokio, con el corazón latiéndole a mil por minuto.

¿Kohaku... desapareció?

¿Por qué?

¿Acaso alguien... la hizo desaparecer?

Cuando llegó al hospital, encontró a la familia de Kohaku llorando desconsoladamente alrededor de una incubadora donde dormía una pequeña bebé envuelta en mantas.

Senku no pudo ni siquiera mirarla.

—¿Dónde está Kohaku?

Ruri estaba vendada y con manchas de sangre, llorando desconsoladamente. Kokuyo parecía al borde de colapsar. Solo Chrome pudo devolverle la mirada.

—Tsukasa y la policía la están buscando, pero... no la encuentran.

—¿Dónde fue ese accidente?

Chrome lo miró con pena, pero le dio las coordenadas de todos modos, y Senku se fue corriendo otra vez, sin siquiera mirar atrás a la pequeña bebé dormida.

Buscó y buscó, se encontró con varios policías y Tsukasa, le pidió a Whyman mapear la zona, pero nada...

Acaso ella... simplemente... ¿se esfumó?

Buscaron por días, y días y días... pero no pudieron encontrarla... era como si en verdad se hubiera esfumado como si nada...

Derrotado, devastado y tan, tan confundido, Senku por fin fue a ver a su hija, que estaba al cuidado de Chrome y Ruri.

Ellos se la entregaron sin chistar y él solo pudo ver en silencio esos curiosos y grandes ojos azules mirarlo fijamente.

Había pensado que tendría que luchar para poder criarla, pero... ahora pareciera que... tendría que cuidarla él solo...

Tragó saliva para intentar pasar el nudo en su garganta mientras veía esos familiares ojos azules.

—Hola, Tsukiku. —Sonrió temblorosamente al mencionar el nombre que había escogido junto a Kohaku aprovechando los últimos controles—. Parece que solo seremos tú y yo... al menos por ahora. —Suspiró, abrazándola cuidadosamente—. No te preocupes, solo será un tiempo... prometo que voy a encontrar a tu madre...

Y, por mientras, se aseguraría de ser todo lo que esta pequeña leona necesitara.

Kohaku regresaría pronto, y esta vez Senku no la dejaría alejarse de él. Iban a ser la familia que siempre debieron ser, que siempre quisieron ser, junto a su pequeña Tsukiku.

Fin.

¿O no?

No lo sé, lo pensaré xP

Holaaaaaa :D

Sorprendidos? owo

Espero q les haya gustado la continuación y q no les de ganas de perseguirme con antorchas XD

No olviden q se les ama muchito!~

Me despido!

CELESTE kaomy fueraaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!

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