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Hasta nunca 2

Rechazar mujeres no era algo que se le hiciera difícil a Senku, ellas no le interesaban, la ciencia era su único motor de vida, desde niño.

Sin embargo, a veces rechazar a la persona equivocada de la manera equivocada podría traer graves consecuencias...

Luna Wright era la hija de un poderoso oni, un demonio muy poderoso con capacidad de lanzar maldiciones muy difíciles de romper, y Senku rechazó a su hija de forma no muy amable que se diga...

Cuando rompió la carta de confesión de Luna frente a sus ojos, la hizo llorar bastante y ni le interesó, así que claro que su padre no vio eso con buenos ojos, y al día siguiente miles de origamis de la carta de Luna comenzaron a invadir su casa, él intentó romperlos, pero se rearmaban, así que prendió un fuego en un balde en su departamento y comenzó a lanzar los origamis a las llamas, pero pronto el humo fue demasiado, y por un momento creyó que iba a ahogarse, pero en su lugar el humo comenzó a consumirlo.

En ese momento, fue convertido en demonio, y uno de los origamis voló hasta su mano, diciéndole que la única forma de romper la maldición sería capturando todos los origamis.

Y claro, en ese momento todos salieron volando en todas direcciones, quién sabe a dónde.

Lo bueno era que los origamis eran de un papel bastante característico y extraño, además de que mayormente aleteaban, pero eran miles, y sabía que algunas habían volado incluso a otros países, por eso Senku necesitaba dinero, necesitaba contratar gente que buscara esas malditas cosas, y para eso necesitaba humanos.

No le importaba maldecir a quien fuera necesario, estafar a los idiotas, engañar a los inocentes, todo era con el propósito de dejar de ser un maldito monstruo, volver a ser humano, tener una vida normal y poder ver a la cara a su padre...

Después de ser convertido en demonio a los doce años, escapó de la casa, y desde entonces no volvió a verlo ni a él ni a sus amigos, pero logró aprovechar sus conocimientos y sus habilidades como oni para ganar poder y acercarse cada vez más al objetivo de volver a ser humano.

Descubrir que había otros demonios rondando por ahí también fue de gran ayuda, y claro que la más útil fue precisamente Kohaku, la amabie ingenua que fue demasiado fácil de impresionar con sus trucos científicos.

Ella era útil, así que debía hacer que lo perdonara, y si eso significaba seducirla para que siguiera ayudándolo haciendo sus amuletos curativos, entonces lo haría.

Todo era por un bien mayor.

Por los siguientes años, se concentró en buscar una forma de despetrificar a los humanos, y lo logró, su imperio solo creció y creció, él y otro demonio llamado Ryusui se hicieron con un monopolio empresarial y científico, aunque competían con el Dr. Xeno de Estados Unidos, pero básicamente ahora Senku era una de las personas más poderosas del planeta... pero que aún no se atrevía a despetrificar a su padre y a sus amigos.

—No he encontrado todas las gruyas de origami —gruñó en su pent-house, a la vista de Ryusui y Gen que lo miraban con curiosidad—. Tengo a miles de personas trabajando y cada día se despetrifican más, ¿cómo es posible que aún me falten al menos unas cincuenta de ellas?

—Lo único que sabemos es que buscan refugio para no deshacerse por la lluvia, se meten en casas, en nidos, huecos de árboles, edificios abandonados, etc. —Ryusui lo miró con ojos entrecerrados—. Lo cual descarta toda posibilidad de que estén en ríos o en el océano... lo cual me hace preguntarme por qué sigues enviando submarinos a buscar a una amabie, ella no podría tener ninguna de esas gruyas que te obsesionan.

—Bueno, siempre dices que lo único que buscas son las gruyas, pero puede ser que busques algo más~. —Gen lo miró con interés—. ¿No hay algo que quieras confesar?

Senku hizo una mueca.

A estas alturas, ya tenía demasiado poder e influencias, era obvio que no necesitaba la ayuda de Kohaku, era obvio que, si seguía buscándola, no era por querer aprovechar sus habilidades, ya no podía seguir mintiéndose a sí mismo, no era tan hipócrita.

—Bien, me gusta la amabie, por eso la busco.

Ryusui y Gen intercambiaron miradas, sorprendidos de que lo admitiera.

—¿Si sabes que ellas solo utilizan hombres para poder salir del agua, reproducirse y luego abandonar a las crías, verdad? —preguntó Gen con nerviosismo.

—Ella ya me explicó que eso no es tan así. —Bufó, rascando su oído con fastidio por tener que hablar de eso con ellas—. De cualquier forma, llegó a su madurez por mí, así que sé que me eligió como su pareja por más que diga que me odia. Ahora solo tengo que encontrarla, por eso los submarinos.

—Pero si ya llego a la madurez... eso quiere decir que puede salir del agua cuando quiere, así que no es seguro que esté en el mar... podría estar en cualquier lado, por tierra o por agua —dijo Ryusui, haciendo a Senku palidecer al darse cuenta de que tenía razón.

Genial, ahora tenía más área de búsqueda para abarcar...

En eso se convirtió su vida, una búsqueda constante de las gruyas de origami y de esa amabie que un día le dijo odiarlo y no querer volver a verlo nunca más.

Las gruyas iban apareciendo poco a poco, pero con los años su desesperación por no poder encontrar a Kohaku solo creció más y más y encontrarla se volvió su prioridad.

Después de mucho pensarlo, decidió revivir a su padre y sus amigos de todas formas, dejándolos seguir con sus vidas, pero sin convivir mucho con ellos.

El reencuentro fue conmovedor, pero decidió mantenerse lejos de ellos y simplemente seguir el contacto por llamadas mientras se dedicaba a buscar a Kohaku.

Era un hombre poderoso, mundialmente conocido, pero mantenía su identidad como demonio como un secreto, y por mientras se concentraba en su búsqueda.

Ya con treinta años, encontró la última gruya de origami, pero todavía no logró encontrar a Kohaku.

Encerró la gruya en un frasco, sin tocarla, porque solo bastaría con tocarla para volver a ser un humano normal.

Sin embargo, si volvía a ser un humano normal, envejecería como un humano normal, perdería cualquier poder sobrenatural, sería débil, y necesitaba ser fuerte para encontrar a Kohaku, porque iba a encontrarla.

O eso pensó...

Pasados otros diez años, regresó al templo donde ella solía visitarlo.

Siempre había alguien vigilando si ella regresaba, pero nunca pasó.

Ya habían pasado más de veinte años desde la última vez que la vio...

Se sentó a las orillas de aquel río, dejando que la punta de su kimono verde se empapara con el liquido cristalino, mirando por un momento su reflejo en el agua, viendo todos sus adornos y esos pequeños cuernos que lo definían como un monstruo, uno que hizo demasiadas cosas para recuperar su humanidad, uno que ya tenía todo a su alcance, pero que seguía atado al pasado, rechazando seguir adelante.

Alzó el frasco con la última gruya de origami, mirándolo con el rostro en blanco, antes de suspirar y abrir el frasco lentamente.

Kohaku dijo "hasta nunca" y que prefería morir sola antes que perdonarlo, y al parecer había estado hablando muy en serio... al parecer la lastimó demasiado, y en verdad nunca iba a volver a verla... jamás...

Si ese era el caso, entonces ya no quería seguir prolongando su vida, prefería vivir lo justo y necesario para seguir enfocándose en sus intereses científicos... y quizás en otra vida podría estar con ella.

Abrió el frasco y tomó la pequeña pieza de origami en su mano, y entonces pudo sentir como esta drenaba todo ese veneno demoniaco fuera de su esencia, volviéndolo a la normalidad, devolviéndole su humanidad.

Al fin... al fin podría volver a casa con su padre, podría descubrir los misterios de la petrificación y esos mensajes que estaban recibiendo desde la luna, y podría quizás empezar a combinar las fuerzas de la ciencia con las fuerzas sobrenaturales, creando así algo nuevo, algo emocionante... algo que lo hiciera sentir vivo... por lo menos hasta que le llegara la hora de una segunda vida, una donde quizás podría verla de nuevo.

Sonrió, deshaciendo la gruya de origami y leyendo allí la carta de confesión de Luna, la misma que lo había condenado a ser un demonio.

Volvió a armar la gruya y la dejó flotar respetuosamente río abajo.

—Lamento haber sido un bastardo, Luna —dijo sinceramente—, aunque gracias a ti conocí a gente asombrosa, así que también gracias.

Fue a buscar más papel y rápidamente escribió una carta.

Escribió una carta de disculpa hacia Kohaku, contándole lo mucho que lo sentía por haberla lastimado, y que había intentado reparar ese error, pero entendía que ella no estuviera dispuesta a perdonarlo.

Las amabies eran criaturas nobles, sagradas, sabía que la había insultado, y por eso escribió sus más sinceras disculpas... y también escribió sus más sinceros sentimientos.

—Una carta de amor me condenó... quizás esta pueda hacer que vuelvas. —Rio para sí mismo, sabiendo que eso en verdad era imposible.

Dobló la carta como una flor de origami y la guardó en el frasco, para luego dejarlo flotar río abajo.

Observó el frasco alejarse, para luego sonreír resignado y salir del templo, listo para regresar con su padre y conocer a sus hermanos, listo para una nueva vida aprovechando las pocas décadas de vida que le quedaban como un simple humano.

Los años pasaron, y él trabajó codo a codo con sus amigos y familia, trabajando por una vida digna como científico, para mejorar las vidas humanas, aunque haciendo sus investigaciones secretas sobre seres sobrehumanos, todo siempre desde una perspectiva respetuosa de la santidad que merecían las deidades, y el respeto hacia los seres protectores, e incluso para seres despreciables como los que él solía ser al estar maldito.

El trabajo nunca se acababa, y él trabajaba demasiado, tanto que su débil cuerpo humano comenzó a pasarle factura.

Cuando se enfermó, en principio trató de ignorarlo, y lo ignoró y lo ignoró hasta que literalmente colapsó, y acabó condenado a una cama de hospital.

Todavía le quedaba tanto por averiguar... tenía mucho por hacer... pero aparentemente su cuerpo no lo iba a acompañar... era el precio de ser un débil humano, pero quizás era mejor así.

Sería interesante comprobar si existía una segunda vida... una segunda oportunidad para hacer las cosas mejor de las que las hizo en esa vida...

Las enfermades deterioraban muy rápido a los humanos, ya entendía por qué aceptaban pagar cualquier cosa cuando engañaba a Kohaku para que le diera esos amuletos...

Probablemente moriría pronto... eso sería interesante. ¿Sería todo pura negrura, o acaso nacería de nuevo?

Se durmió esa noche preguntándose si ya no iba a despertar, pero al día siguiente despertó, y despertó sintiéndose mejor que nunca.

—¿Qué...?...

Se levantó lentamente, sintiendo entonces un peso en su cuello.

Bajó la mirada, abriendo mucho los ojos al ver en su cuello un collar con una piedra ámbar atada a su extremo, un amuleto típico de los que hacía Kohaku.

De inmediato corrió a la ventana, viendo en el río frente al hospital a una bella mujer rubia parada en la orilla, dándole la espalda.

Todo su mundo se paralizó por un momento, pero rápidamente reacciono y corrió fuera del hospital, viéndola ya sumergida hasta la cintura, con sus piernas volviendo a transformarse en esas aletas de brillantes escamas coloridas y hermosas.

—¡Kohaku! —gritó con fuerza, y ella volteó a verlo sorprendida.

Una flor de origami adornaba su cabello, y ella le sonrió con nostalgia.

—Hasta nunca, Senku.

Sin más, ella volvió a sumergirse, volvió a alejarse de él, volvió a perderse antes de que pudiera alcanzarla, y volvió a decirle un "hasta nunca" que dolió tanto como la primera vez.

Apretó el amuleto de ámbar con fuerza en su mano, preguntándose si esa flor de origami había significado algo para ella, preguntándose si esta vez aquel "hasta nunca" podría ser más corto y no otros treinta años.

Sonrió resignado, sabiendo que, fueran treinta días, treinta años o treinta vidas, él iba a esperarla todo lo que fuera necesario.

Fin.

Holaaa :D

Supongo q este fic cuenta para el tema de Cartas de Amor q fue el día dos, el tema de Demonio x Humano que fue el día tres, y el tema de Mitolgoia Japonesa q era hoy OwO

Y pues sé que esto está muy raro xD

Hice esto más por mí que por ustedes, sé que no les va a gustar XD pero yo lo disfrute uwú

En fin, me despido!

CELESTE kaomy fueraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!

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