Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Un año

(N/A: Para entender este fic es necesario haber leído mi fanfic llamado 1 mes).

Primer mes de matrimonio y las cosas eran tensas entre Senku y Kohaku.

El día después de la boda, él se fue a su trabajo y no regresó hasta muy tarde en la noche, cuando Kohaku ya estaba dormida. Y él también se iba antes de que ella saliera a desayunar, por lo tanto estuvo una semana sin siquiera verlo.

No es que le importara, estaba muy feliz viviendo con su hermana y su sobrino en mejores condiciones, trabajando más tranquilamente como fotógrafa. Pudo conseguir una cámara mucho mejor, ahora muchas más personas la contrataban, e incluso aunque lo hicieran porque era esposa de alguien famoso ella no se quejaba, porque amaba su trabajo y le alegraba mucho poder seguir manteniéndolo.

Un día, mientras se desvelaba en la sala guardando cuidadosamente todas las fotos que acababa de revelar, se encontró con Senku llegando del trabajo y ambos se congelaron.

—Buenas noches... —murmuró insegura, volviendo rápidamente a su tarea de guardar las fotos.

—Buenas noches —respondió con desinterés, quitándose el saco—. No sabía que seguías trabajando. ¿Te falta dinero?

Ella frunció el ceño.

—Ja, incluso si tuviera todo el dinero del mundo seguiría trabajando. Amo mi trabajo. —Lo miró ofendida, antes de tomar otra foto y examinarla.

Él ladeó la cabeza, con una sonrisa ladina extendiéndose en su rostro.

—Lo siento, solo quería asegurarme de que no te falte nada. —Volvió a enderezarse y comenzó a desajustar su corbata—. ¿Aún te queda dinero en la cuenta que te di, no?

—Sí, no he gastado mucho, ya que pusiste a Ruri bajo el tratamiento en tu clínica privada y los gastos corren por tu cuenta. —Su mirada se suavizó—. Ya te agradecí por eso, pero lo repito. De verdad nos has ayudado mucho. —Sonrió, aun mirando las fotografías.

—Es mi cuñada ahora, la prensa empezaría a especular sino la trato como si realmente fuera mi familiar. —Ante esas palabras, la sonrisa de Kohaku se deshizo.

Cada vez que pensaba que él podría ser un caballero, le demostraba una vez más lo escoria que era.

—¿Qué haces todo por las apariencias? —Lo miró mal.

—Por supuesto. Por eso estás aquí, por eso te pagó. —Hurgó en su oído con una sonrisa que la irritaba demasiado—. Si no te gusta, ya tienes una nueva queja para la libreta.

—Ja, me aseguraré de escribirlo justo después de escribir que eres una basura. —Sonrió con los dientes apretados.

—Cuento con ello. —Rió divertido mientras se alejaba.

Kohaku bufó, siguiendo con su trabajo hasta que el cansancio le ganó y finalmente se dispuso a irse a la cama, pero antes de hacerlo tomó la libreta como siempre y escribió una queja sobre Senku.

"Me disgusta de Senku... que es una escoria insensible".

Él nunca decía nada de cualquier cosa que ella escribiera, pero sabía que siempre leía la libreta, porque nunca estaba en la misma posición en la que la dejaba al irse a dormir.

¿Sería porque estaba obligada por contrato a hacerlo? ¿Quería ver si ella cumplía al pie de la letra con todo? ¿Qué haría si fallaba un día? Sabía que podría demandarla si incumplía su voto de silencio, ¿pero con algo tan pequeño y tonto como eso?

Bueno, no es como que quisiera averiguarlo, así que solo seguiría haciendo lo que decía ese estúpido contrato.

Una semana después, siguiendo la misma rutina de nunca verse, Senku sorpresivamente llegó temprano y tocó a la puerta de su cuarto, justo cuando acababa de salir de bañarse y estaba a punto de ir a dormir.

Le abrió sin importarle estar en una toalla, secándose el cabello.

—¿Senku? ¿Pasó algo?

Él la miró de arriba a abajo por solo un segundo, antes de carraspear y llevar sus manos a su cintura.

—Sí, lastimosamente. La esposa de mi padre, mi madre adoptiva, acaba de volver de su gira, con mis hermanos, y quiere conocerte, todos quieren conocerte. Así que vendrán a cenar mañana, y posiblemente a pasar la noche. Eso incluye a mi padre, por supuesto.

—Oh. —Abrió mucho los ojos, antes de sonreír inmensamente—. ¡Eso es genial! ¡Tu padre me ha hablado mucho de ellos! ¡Muero por conocerlos! —Abrazó la toalla con la que se estaba secando el cabello, mirando al techo con ojos brillantes—. Mi hermana y yo podemos preparar una buena comida para ellos. ¿Les gusta el pescado? ¿Qué hay de...?...

—Tengo robots chef, realmente no es necesario que cocinen. —Senku la interrumpió, con una ceja en alto, luciendo sorprendido por quién sabe qué.

—Ruri y yo no los usamos, además tu padre quiere probar mi comida. Cocinaré —afirmó seriamente, sin dejar lugar a réplicas.

—Sí que puedes ser una leona muy mandona, ¿eh...? —Varias gotitas resbalaron por su sien.

—¡No soy una leona!

—Como sea, cocinen si quieren. —Encogió los hombros—. Aunque debo decir que Lillian es estadounidense, así que están más acostumbrados a la comida extranjera. Pero igual les gusta la comida japonesa, así que pueden hacer mitad y mitad, es lo que hacen mis robots.

—Eso es muy útil, gracias. —Sonrió alegremente—. ¿Eso era todo?

—No. —Bufó—. Si se van a quedar a dormir aquí, no podemos arriesgarnos a que vean que dormimos en habitaciones separadas.

—Entiendo. —Asintió.

Silencio.

—Eh, Kohaku. —La miró con fastidio—. Debemos compartir habitación.

Ella se fue de espaldas de inmediato.

—¡¿QUÉ?! ¡Eso sí que no lo acepto! —De repente fue muy consciente de que solo traía una toalla y cerró la puerta casi en la cara de Senku—. ¡Simplemente seremos cuidadosos! ¡No hay necesidad de excederse!

—No voy a arriesgar mis objetivos por culpa de tus quejas sin sentido —habló desde detrás de la puerta—. Este no es un matrimonio, este es un trabajo, soy tu jefe y te estoy dando una orden, Kohaku. Mañana en la mañana muda un par de tus cosas a mi habitación y cierra la tuya con llave. ¿Entendido?

Ella gruñó de rabia, deseando abrir la puerta solo para darle un buen puñetazo.

—Entendido. —Ni modo, ese bastardo tenía razón en que le pagaba por un motivo.

Pero al menos se conseguiría un futón, a eso seguro que no podría negarse.

Decidió dejar de pensar en el bastardo y en cambio pensar en la familia de la que Byakuya le había hablado tanto.

Lastimosamente ni Lillian ni ninguno de los hermanos de Senku había podido asistir a la boda ya que a veces cuando la madre iba de gira se llevaba a sus hijos con ella. Lillian estaba molesta porque Senku había celebrado la boda mientras ella estaba fuera, pero era comprensiva y se conformaría con simplemente conocerla al volver de su viaje.

Estaba emocionada por conocerlos, ¡y también adoraba la idea de volver a ver a Byakuya! Desde la boda que no tenía oportunidad de verlo. Aunque tuviera que mentirle...

Su gesto decayó mientras estaba ya en la cama.

Tendría que controlarse. No podía dejar que sus sentimientos arruinarán su contrato con Senku. Él estaba cumpliendo perfectamente con su parte del trato. Y hasta parecía dispuesto a darle más de lo acordado.

Solo serán un par de años... Un par de años y podré ser libre otra vez, y tal vez Byakuya con su gran corazón pueda perdonarme algún día...

Se durmió acompañada de pensamientos pesimistas, y al día siguiente preparó todo para irse a la habitación de Senku por un día.

Luego de eso le comentó a su hermana de las visitas y ambas se pusieron manos a la obra para preparar un gran banquete.

—¿Así que Senku tiene cuatro hermanos, ¿eh? No me lo esperaba. —Ruri rió nerviosamente mientras picaba unos vegetales.

—¿Amigos? —Ruchiru se colgó de uno de los cajones para verlas mejor.

Kohaku lo tomó en brazos antes de que se cayera.

—Seguro que se llevarán bien contigo, aunque sean mayores. —Lo dejó en su sillita alta—. La menor de ellos tiene doce años. Se llama Suika... aunque Byakuya dijo que es solo un apodo, de hecho.

—¿Y cuál es su verdadero nombre?

—Su nombre es...

—¡Yo quiero amigos! —Ruchiru pataleo en su sillita—. ¡Quiero a Kinji!

—Bien, bien, luego de almorzar te llevaré a verlo un rato. —Ruri se acercó a besar amorosamente su frente. Eso siempre lo calmaba—. ¿Podrás si te dejo sola unas horas?

—¡Sí, no te preocupes!

Luego de comer pizza como almuerzo, Ruri llevó a Ruchiru a casa de los mejores amigos de Senku para que jugara con su nuevo mejor amigo, mientras Kohaku se quedaba a preparar todo para la cena.

Cuando al fin pudo tomarse un respiro, recibió una llamada de Senku.

—Tenemos un problema. Mi madre y mis hermanas quieren ir antes.

—¡¿QUÉ?! Aún no terminó con...

—No te preocupes por la cena, ellas probablemente querrán ayudarte con eso, el problema es que yo iba a ir antes para pulir los detalles de nuestra historia.

—Pero si ya la hablamos mucho. —Frunció el ceño mientras intentaba limpiar un poco el desorden.

—Pero mi madre y mi hermana Rei, la mayor, son un dolor de cabeza. Ellas querrán detalles de absolutamente todo. Inventa lo que tengas que inventar, solo recuérdalo bien y luego dímelo, pero ahora debo decirte las cosas que ya me preguntaron a mí para que no haya contradicciones.

—Entiendo. —Eso tenía más sentido—. ¿Qué cosas son esas? —Corrió a buscar papel y hojas.

—El primer regalo que te hice, les dije que era un collar de diamantes. Si te piden verlo diles que lo dejaste en la caja fuerte y olvidaste la clave. Las primeras flores que te regalé, les dije que fueron flores de gerbera. El...

—Un momento —lo interrumpió—. Esas son mis flores favoritas. ¿Cómo...?...

—Tu hermana se despierta más temprano que tú. Ese es el cómo. Continuando, el primer cumplido que te dije fue que eres muy buena en tu trabajo. —Bueno, ese era técnicamente cierto—. La primera canción que escuchamos juntos sería la que estaba sonando en la cafetería en la cita de diez minutos, LIFE de Rude-α. —Otro técnicamente cierto—. A ti te gusta dormir del lado de la pared en la cama. Nuestra bebida favorita es el vino tinto. Nuestra red social favorita es...

—¡Si que preguntan por muchos detalles! —Kohaku empezó a sudar frío—. No creo poder hacer esto...

—Tranquila, llegaré en menos de una hora, pero ellas llegarán en cinco minutos. Por mientras escúchame con mucha atención, y si puedes, anota todo.

—Ya estoy anotando.

—¡Diez billones de puntos para ti, leona!

—¡Que no soy una leona!

Estuvieron hablando otro par de minutos hasta que él le dijo todo, entonces ella corrió a cambiarse a algo más presentable y justo mientras corría a la cocina por sentir el aroma de algo quemándose tocaron a la puerta.

Maldijo por lo bajo, corriendo lo más rápido que podía a sacar la olla del fuego antes de correr a abrir la puerta con una sonrisa nerviosa.

—Bi-bienvenidas...

—¡Kohaku-chan! —Tres féminas rubias hermosas se lanzaron a abrazarla como si la conocieran de toda la vida.

—¡Quería tanto conocerte! —La mujer mayor se alejó para mirarla con ojos brillantes—. ¡Vaya que eres hermosa! ¡Mi hijo tiene buen gusto!

—Tiene el mismo gusto que papá, rubia de ojos azules. —La adolescente, que debía ser Rei, rió divertida—. ¡Apuesto que me darán lindos sobrinos!

—Eh...

—¡Soy Suika! —La pequeña fue la única que se presentó—. ¡Eres tan bonita como dijo Senku-nii! —Sonrió de forma radiante.

—¿Senku dijo que...? ¡Eh, lo siento! Pasen. —Se hizo a un lado para dejarlas entrar y luego cerrar la puerta.

—Oye... ¿No huele a que se quema algo? —Lillian miró en dirección a la cocina.

Maldiciendo por lo bajo, Kohaku corrió a la cocina, quitando otra olla del fuego y derrumbándose sobre la alacena, deseando tener a Ruri allí.

Escuchó risitas y volteó avergonzada hacia su suegra y sus cuñadas, pero ellas le sonrieron amablemente.

—¿Necesitas ayuda?

Mientras Suika comía los pastelillos que había hecho en la mañana con su hermana, Lillian y Rei la ayudaron con lo que aún faltaba, aunque Kohaku no dejó que vieran la mayoría del menú. Luego de un rato Ruri regresó y después de presentarse se unió a ayudarlas mientras Suika jugaba con Ruchiru.

¡Las tres eran tan maravillosas como Byakuya decía!

A Lillian le gustaba cantar y tener música en el ambiente todo el tiempo. Rei era sumamente inteligente, pero algo despistada en algunas cosas. Suika era un ángel adorable que quería ayudar en todo. ¡Aunque sí que hacía muchas preguntas! Pero de todas formas eran encantadoras. Y las tres ya la consideraban familia.

Senku realmente tenía una familia maravillosa que lo quería muchísimo... Y Kohaku no entendía por qué les mentía de forma tan descarada.

Cuando Senku llegó a casa las tres lo abrazaron, siendo muy amorosas con él que se mostró incómodo pero no rechazó sus muestras de afecto.

Kohaku lo miró mal, pensando que no merecía una familia tan buena, hasta que recordó que tenía un papel que cumplir y fingió su mejor sonrisa.

—Bienvenido a casa. —También fue a darle un abrazo.

Él correspondió el abrazo brevemente antes de apartarse, comenzando a desabotonar su chaqueta.

—El viejo y los dos mocosos del demonio llegarán en media hora —informó mientras se quitaba la chaqueta, a lo que Kohaku decidió tomarla, junto a su maleta. Senku la miró sorprendido, pero acabó sonriendo y pasando a desajustar su corbata—. ¿Terminaron de cocinar? ¿Hay algo en lo que pueda ayudar?

—No hace falta, cariño, ya todo está listo. Pero puedes ayudar a poner la mesa —dijo Lillian.

—Muy bien. ¿Compraron algo para beber? Ah, tenemos la soda favorita de Rei aquí. ¿Tú quieres que compre tu favorita, Suika?

Kohaku miró interesada la interacción de Senku y su familia. Él era mucho más suave con ellas que con su padre. Sonrió al verlo acariciar el cabello de Suika mientras ella le contaba todo lo que hicieron en la gira.

No era tan malo, después de todo.

Byakuya llegó con sus dos hijos varones pasada la media hora y los presentó con orgullo.

—¡Soy Shinichi! —dijo un adolescente de cabello blanco y ojos azules, muy parecido a Byakuya—. Tengo catorce, ¡pero ya hasta cante y toque en escenarios alrededor del mundo!

—Yo también, y tengo trece —acotó un chico igual a Shinichi, pero de cabello negro—. Soy Roy, por cierto —se presentó, ignorando la mala mirada de su hermano mayor.

—Es un placer conocerlos a ambos. —Kohaku rió encantada—. Su padre me ha hablado mucho de ustedes. También Senku —agregó eso último para contribuir al engaño.

Senku nunca le decía nada a menos que fuera necesario.

Finalmente se sentaron a cenar, colocando platos grandes en fila para que pudieran servirse lo que quisieran en platos pequeños delante de los asientos.

Kohaku fue la que más se sirvió en su plato, aunque al menos intentó comer con modales, pero de todos modos nadie la miró con extrañeza, solo Senku pareció divertido de que pareciera preocupada.

Afortunadamente la familia Ishigami parecía muy satisfecha con todo lo servido, y alabaron la cocina de Kohaku y Ruri, Byakuya en especial fue muy exagerado en agradecerle por todo, aunque Kohaku solo se rió, feliz de ser considerada familia por esas personas maravillosas.

Aunque todo sea mentira...

Después de la cena y que Byakuya y Senku lavaran los platos, todos se retiraron a sus habitaciones y Kohaku tragó saliva antes de ingresar en la habitación de su supuesto esposo.

Él ya estaba allí, abotonando su camisa de dormir.

Kohaku tomó aire y sacó del armario el futón que ya había preparado, llamando la atención del hombre.

—¿Piensas dormir allí?

—Sí, ¿algún problema? —Lo desafió con la mirada.

—No... —Negó con la cabeza, dirigiéndose a la cama.

—Por cierto, ¿dónde está la libreta? No la encontré en el lugar de siempre.

—Ah, sí. La modifique para tener un candado, no quiero arriesgarme a que la lean y empiecen a hacer preguntas. —Sacó la libreta ahora con un candado dorado y se la dio, junto con una pequeña llave—. Solo tú y yo tendremos la llave, guárdala en un lugar donde nadie pueda encontrarla.

—Muy bien. —Rápidamente abrió la libreta y anotó su queja del día.

"Me disgusta de Senku... que engañe a su hermosa familia".

Le regresó la libreta abierta, curiosa de qué diría o haría si leía la queja delante de ella, pero él cerró la libreta con todo y candado y la dejó a un lado.

Aunque un poco decepcionada, Kohaku decidió no darle importancia y se volteó para dormirse.

A la mañana siguiente se despertó cuando la puerta de la habitación de Senku se abrió de golpe. Se sentó sobresaltada, al igual que su supuesto esposo, viendo a Suika con Rei detrás de ella en su puerta, ambas mirándolos con sorpresa.

Oh, rayos.

—¿Qué hacen aquí? —Senku se levantó de la cama con gesto malhumorado.

—Suika tuvo una pesadilla —dijo la niña—. Y quería dormir contigo como cuando era pequeña...

—Le dije que se quedara conmigo, pero vino corriendo y no pude detenerla... —Rei miró curiosamente a la cama y luego al futón, haciendo a Kohaku sentirse muy nerviosa.

—Este no es un buen momento, Suika —murmuró Senku con voz tensa—. Ve con Rei.

—¡Pero Suika quiere quedarse con Senku-nii!

—No. Lo mejor es que...

—Vamos, Senku. —Decidiendo actuar como si nada raro estuviera sucediendo allí, Kohaku se levantó del futan y se acercó a la niña, acariciando su cabello—. Déjala quedarse, hace mucho que no conviven.

—Bueno... ¿pero tú seguirás en el futón? ¿O dejarás de lado tu enojo por esa boba discusión y volverás a la cama conmigo? —preguntó, acercándose para colocar una mano en su cintura.

Kohaku lo miró completamente confundida y perdida, hasta que se dio cuenta que esa fue su forma de zafarse de las sospechas de sus hermanas.

—¡S-sí, volveré! Después de dormir me di cuenta de que realmente me enojé por tonterías. —Rió nerviosamente—. ¿Qué dices, Suika? ¿Te sentirás más segura con nosotros? —Le tendió su mano.

La niña asintió con ojos brillantes, tomando su mano.

—Bueno, yo los dejaré en lo suyo. —Rei sonrió dulcemente antes de retirarse.

Una vez la puerta se cerró, Senku y Kohaku suspiraron con alivio discretamente.

Suika era una niña adorable, y ella pareció muy contenta de poder quedarse con su hermano. Se acostó en medio de ambos con una sonrisa alegre.

—¿No estás algo grande para estas cosas, Suika? —se quejó Senku con una mueca de molestia claramente falsa, intentando y fallando en contener su sonrisa.

—¡Nop! ¡Buenas noches! —Cerró los ojos felizmente mientras Kohaku reía.

Que niña tan adorable.

A la mañana siguiente se despertó cuando Senku sacudió su hombro suavemente.

—Mi viejo y Lillian quieren que desayunemos con ellos. Deja a Suika dormir y alístate.

—Ok. —Bostezó, parándose de la cama rápidamente, asegurándose de arropar a Suika antes de prepararse para cambiarse, aunque entonces se dio cuenta de que Senku no había abandonado la habitación—. ¿Por qué sigues aquí, pervertido? —Le envió una mirada asesina.

—Solo iba a decirte que puedes usar mi ducha si quieres. —Rodó los ojos—. La puerta verde es mi armario, la puerta blanca el baño, solo eso. —Sin más se fue.

Kohaku entrecerró los ojos, pero luego encogió los hombros y fue a darse un baño.

Cuando bajó a desayunar de inmediato fue recibida alegremente por sus suegros y su cuñada Rei, que empezaron a preguntar a diestra y siniestra por más detalles de su relación con Senku.

—Y... ¿por qué pelearon anoche? —preguntó Lillian con una mirada inocente antes de beber un sorbo de su té.

—¡Mamá! —Rei la miró con un puchero por dejar en evidencia que le había contado lo que vio.

—¡Solo tengo curiosidad!

—¿Qué pasó? —Byakuya también se mostró muy interesado.

—Rei me contó que Kohaku estaba durmiendo en un futon ayer porque discutió con Senku.

—E-eso fue por... —Kohaku miró nerviosamente a Senku, sin saber qué inventar.

Él dejó su taza de café tranquilamente en la mesilla antes de enfrentar la mirada de sus familiares.

—Fue una discusión por tener hijos —inventó, haciendo a Kohaku casi irse de espaldas—. Kohaku los quiere lo antes posible, pero yo aún quiero esperar. Ayer se lo tomó demasiado a pecho, eso es todo. Ahora, ¿podrían dejar de meterse en nuestra vida personal?

—¡L-lo siento! ¡Le dije a mamá que no dijera nada! —Rei lloriqueo con culpa.

—Ow, pero yo quiero nietos pronto...

—¡Tú cállate, viejo!

Senku fue a trabajar como todos los días, dejando a Kohaku con su familia hasta que ellos se marcharon después de almorzar.

Las siguientes semanas no fue nada raro recibir las visitas de la familia de Senku cada tanto, aunque a Kohaku no le molestaba en lo más mínimo.

Segundo mes de matrimonio y Senku podía decir con seguridad que detestaba a su esposa. Pero más se detestaba a sí mismo por la estúpida idea de la libreta.

Leía la libreta todas las mañanas y a veces sus quejas por su actitud le daba risa, pero sus quejas por sus engaños a su familia no eran nada bonito de leer.

Se dio cuenta de que Kohaku no era apta para este trabajo. Era demasiado buena, sincera y transparente, pero se esforzaba por el dinero y además el contrato ya estaba hecho y el plan ya estaba en marcha. Kohaku era la chica perfecta para que su familia la adore, pero nunca había previsto que ella adoraría a su familia tanto como ellos a ella. Y en parte se sentía mal por tener que hacerla pasar por esa culpa...

Pero ni modo. Firmó un contrato y debía respetarlo. Y él debía concentrarse en sus investigaciones.

Pronto la empresa sería suya.

—¡Senku-chan! —La irritante voz del mentalista lo hizo suspirar mientras seguía trabajando en sus cálculos.

—¿Y a ti quién te dejó entrar a mi casa? —preguntó sin levantar la vista—. Ya le dije a Kohaku y su familia que no lo hicieran.

—Traje a Suika-chan de visita, así que tuvieron que abrirme~.

—Diez billones de puntos para ti, ahora lárgate.

—¡Qué cruel!~ Y yo que venía a invitarte a una fiesta~.

—¿Por qué crees que eso me interesa?

—Bueno, el Dr. Xeno es tu colega y una buena fuente de fondos, ¿o no? Y es su boda.

—Xeno ya sabe que odio ese tipo de cosas.

—Sí, pero eso fue antes de que te casaras. Él y su pareja fueron a tu boda, y se quejó de que te fuiste sin presentar a tu nueva esposa, así que será mejor que vayas a su boda y la presentes para mantener la buena relación.

—Estoy seguro que lo peor que podría hacer es quejarse, no me retiraría los fondos por una tontería de esas. Pero bien, iré solo para contribuir a mi imagen de hombre felizmente casado. —Rodó los ojos—. Si ya terminaste, entonces largo.

—¡Cruel!~

No pudo deshacerse del mentalista molesto, así que decidió salir de su oficina para informarle a Kohaku de la fiesta y de paso decirle que echara a patadas a Gen.

Parece que Rei ya había llegado a buscar a Suika, porque la encontró interrogando a Kohaku en la sala apenas bajaron.

No le hizo caso a las protestas de su hermana en que debería unirse más seguido a tomar el té con ellas y simplemente le dijo a Kohaku de la boda a la que asistirían dentro de seis semanas.

Rei se emocionó mucho más que Kohaku por la fiesta.

—¡Eso es tan genial! ¡Amo las bodas! ¡Kohaku-nee-chan, eres muy afortunada!

—Debes ir muy elegante, por cierto —agregó Senku—. Xeno probablemente no nos dejará entrar sino vamos con nuestra mejor ropa. —Rió entre dientes.

—¿Puedo usar el vestido de novia? Es lo más elegante que tengo. —Kohaku no estaba muy emocionada al respecto.

Rei rió a carcajadas ante sus palabras.

—¡Qué graciosa eres! Si quieres podemos ir de compras, aunque primero, ya que lo mencionas, me gustaría ver tu vestido de novia, ya que no es lo mismo verlo en fotos. ¡¿Puedo?! —La miró con ojos de cachorrito.

—Bueno, sí, pero...

—¡Genial! —Rápidamente corrió a la habitación de Senku para buscar el vestido.

Senku y Kohaku intercambiaron una mirada horrorizada. ¡Lo que descubriría era que sus pertenencias no estaban allí!

Fueron corriendo tras ella, encontrándola mirando ceñuda al armario.

—Eh... ¿Y tus cosas? —Revisó también la puerta verde que era el armario principal de Senku.

Kohaku miró pálida a Senku, que empezó a pensar frenéticamente en una excusa.

—Ah~, Kohaku-chan~. —Gen de repente se apareció tras ellos, colocando sus manos en sus hombros—. ¿Aún no terminaste de mudar tus cosas del otro cuarto? Veo que Senku-chan te tiene muy distraída~.

Kohaku se sonrojó ante lo que ese imbécil estaba implicando, pero no lo golpeó porque claramente era una excusa para Rei, aunque si apartó su mano de su hombro.

—¿No te mudaste directamente con mi hermano? —Rei los miró curiosa.

—Eh...

—¡Oh, ya casi no quedan chicas tan tradicionales como Kohaku-chan!~ Ya veo porque quisieron adelantar la boda, pillines~.

Rei se sonrojó, aunque parecía divertida, mientras que Kohaku ya empezó a mirar muy mal a Gen para que cerrara su bocotá.

—Creo que el vestido quedó en tu antigua habitación. ¿Por qué no lo llevas a la sala? Rei esperara allí —propuso Senku.

—Pero...

—Vamos, a la sala. —La miró severamente, a lo que ella bajó lloriqueando.

Después de ese incidente, Senku le pidió a Kohaku que mudara más de sus cosas a su habitación para que no sospecharan, pero los problemas no se acabaron allí.

Resulta que Suika se encariñó demasiado con Kohaku y viceversa, así que venía a pasar la noche con ellos una o dos veces a la semana, y aunque las peticiones de dormir con ellos no eran tan seguidas si que iba a buscarlos muy temprano en la mañana así que Senku le pidió a Kohaku que empezaran a compartir cama cada que ella viniera.

—¡Me niego!

—¿Tengo que recordarte que esto es un trabajo y yo tu jefe? Es una orden, Kohaku.

—¡Mi jefe no me espiaría en la ducha!

—¡Te dije que eso fue un accidente!

Bufó, recordando como una vez se despertó tarde por desvelarse demasiado en el trabajo y olvidó que Kohaku estaba en su habitación, así que se metió a bañarse justo cuando ella encendía el agua, de espaldas a él, completamente desnuda.

Él se congeló, pero sus ojos la recorrieron de arriba abajo. Ella lo notó y al segundo siguiente Senku tuvo una barra de jabón incrustada entre ceja y ceja.

—¡PERVERTIDO! —le gritó en ese momento.

Se frotó las sienes, suspirando para pedir paciencia mentalmente, antes de volver a mirar a Kohaku con severidad.

—Kohaku, nunca te he faltado al respeto y lo sabes. Tampoco me gusta esto, pero no quiero que sospechen. Sabes que te pagué mucho dinero para que cumplas con tu papel.

La carta del dinero siempre parecía funcionar con ella. Realmente era la única razón por la cual lo toleraba.

Mejor así.

—Muy bien —finalmente accedió—. Pero como me toques te mataré.

—Lo tendré en cuenta. —Rió complacido al obtener lo que quería.

Nada arruinaría sus planes.

Desgraciadamente, había otro problema.

Aparte de que Suika venía muy seguido, rotando a sus padres y hermanos acompañándola de vez en cuando, Taiju y Yuzuriha también empezaron a visitar más y más, ya que su mocoso era el mejor amigo del mocoso de Ruri, y Senku no les había dicho la verdad a ellos porque sabía que Taiju no podría con el secreto y no quería que Yuzuriha le mintiera, así que simplemente los engañaba también, por más horrible que pudiera sonar.

Así que casi toda la semana Kohaku tenía que dormir en su habitación, pero claro que esto no impedía que Senku siguiera trabajando hasta tarde, pero ahora siempre que llegaba a dormir la encontraba en su habitación, en su cama.

Era extraño, pero debería acostumbrarse.

Tres meses de matrimonio y Kohaku estaba comenzando a arrepentirse de haber aceptado hacer esto.

Adoraba a la familia Ishigami, a todos ellos menos a Senku.

Odiaba mentirles, le dolía el corazón cada vez que tenía que inventar una historia romántica para contentar a Lillian y Rei. Suika también parecía feliz de que su hermano tuviera una pareja y hasta le decía que la emocionaba tener un sobrinito. Los niños Shinichi y Roy estaban más enfocados en su música, pero también la trataban como a su familia. Y lo peor era mentir en la cara de Byakuya, a veces solo quería mandar todo al diablo y decirle la verdad.

Pero nunca podría romper el contrato con Senku, quizás la encerraría de por vida y sin duda suspendería la ayuda médica que le estaba dando a Ruri.

Por más mierda que se sintiera de engañar a una familia de personas maravillosas, ver a Ruri cada vez mejor le daba fuerzas para seguir con el acto.

También la alegraba que a su sobrino fuera a un mejor jardín de niños y tuviera un mejor amigo tan bueno. Kinji era un niño sumamente dulce y adorable.

Y en el trabajo igual le iba mucho mejor. Había ido a fotografiar bodas y eventos de personas famosas y todo, y le pagaban muy bien.

Sin embargo... tenía su lado malo.

—¿Por qué no trajiste a tu esposo? Me hubiera gustado conocerlo.

—¿Sabes algo del próximo invento de tu marido? Escuche que será revolucionario.

—¿Y qué le viste a Ishigami Senku? Según dicen se la pasa trabajando, debe tenerte muy mal atendida...

—¿Qué vio él en ti? Una simple fotógrafa sin mucha gracia. ¿No tenías un mejor vestido? ¿Qué no te da dinero?

Kohaku en parte debía dar gracias a Senku por enseñarle a fingir y mantener la compostura delante de su familia, porque ese tipo de comentarios la tenían harta. Quería empujar a todos esos idiotas de sus lujosos balcones. Pero bueno, tenía la paciencia de lidiar con unos cuantos comentarios estúpidos.

Pero no tenía tanta paciencia para aguantar a Nagashima Maiko, que más que para fotógrafa pareció contratarla como sirvienta.

—Te quiero allí a las cinco treinta de la mañana. Quiero que vistas de gris, lleves tacones altos y guantes, no quiero que ensucies nada —mandó, mirándola como quien mira a un insecto—. También lleva dinero para comprarte algo de comer allí, la comida será solo para los invitados.

Kohaku iba a rechazar la propuesta de trabajo, pero nunca antes rechazó una y creyó ingenuamente que podría soportar a esa irritante mujer. Muy ingenuamente.

Resulta que no había ningún lugar para comprar comida cerca de allí, así que pasó hambre y sed todo el evento. Además Maiko le pidió fotografiar desde lugares altos, donde tenía que subir unas delgadas escaleras con sus tacones, lo cual no habría sido problema para ella que toda la vida fue capaz de patearle el culo a quien sea con todo y sus tacones más altos, pero Maiko en un intento de "ayudarla", movió las escaleras y Kohaku cayó desde dos metros de alto sobre el suelo de cemento, haciéndose unos feos raspones en los codos.

Cuando vio en la cara de Maiko lo mucho que le costaba aguantar la risa mientras se disculpaba viéndola luchando por levantarse, rápidamente le gritó que renunciaba y no iba a darle ni una fotografía.

—Pues no te pagaré. Ahora lárgate a la mansión de tu maridito. —Esta vez no disimuló su sonrisa de infeliz hija de puta.

Claramente ella era alguien que tenía algún tipo de rencor contra Senku, tal vez una ex. Kohaku se sintió tonta por no darse cuenta antes.

Esa noche, Senku la despertó al llegar del trabajo tan tarde como siempre, sentándose en la cama y sacudiendo su hombro.

Lo que le faltaba.

—¿Qué demonios te pasó en los brazos? —Se sorprendió al ver que él se veía genuinamente preocupado. Había disimulado sus heridas delante de su hermana, Suika y Rei, pero no pensó que debía hacerlo delante de él también—. ¿Y por qué escribiste que te disgustaba lidiar con mis ex novias? Yo jamás perdí el tiempo en esas tonterías.

—¿Y entonces quién es Nagashima Maiko? —Se sentó con dificultad en la cama.

—¿Maiko te lastimó? —Se vio horrorizado, poniéndose en pie de golpe.

—No exactamente... —murmuró, extrañada por su reacción—. ¿Pero quién es ella para ti?

—Responde, ¿qué fue lo que te hizo? —Se llevó las manos a la cintura, con una mirada extrañamente amenazadora.

Kohaku pestañeó aturdida, antes de explicarle lo que pasó en el evento, incluido que por culpa de Maiko cayó de las escaleras.

—Pudo ser un accidente, pero la verdad no lo creo. —Bufó, malhumorada—. Podría jurar que estaba a un pelo de reírse. Pero como sea, obviamente renuncié y ella no me pagó nada, aunque me dio igual y me fui.

—Ah, ya veo...

Kohaku dejó de maldecir a Maiko mentalmente para voltear a ver a Senku, estremeciéndose al ver un aura maligna rodeándolo. ¡¿Por qué se veía tan molesto?!

—Eh... ¿Y bien? ¿Vas a decirme de dónde la conoces?

Senku bufó, hurgando en su oído con fastidio.

—Era mi colega científica. Cuando mi padre salió con esta estúpida condición para venderme la empresa ella se ofreció a fingir ser mi novia, y acepté pensando que sí mi padre me veía con una chica accedería, pero él quería que me casara, y yo note que Maiko era demasiado controladora y molesta, no quería atarme a ella, así que le dije que la farsa se acabó y ella me dijo que me amaba. —Rodó los ojos, mostrando absoluto desprecio por la idea—. La rechacé y renunció, no la he vuelto a ver.

—Oh, así que por eso estabas tan paranoico con que me enamoré de ti. —Alzó las cejas.

—Siempre he creído que el amor es problemático, Maiko solo me dio más ideas de restricciones en nuestro contrato. —Rió entre dientes—. Ven conmigo, voy a curar tus brazos.

—Ya fui a un hospital a que los venden...

—Solo ven, leona.

—¡No soy una leona! —le gruñó, pero decidió seguirlo de todos modos.

Él la llevó al laboratorio que consistía en más de la mitad de su mansión, y de una caja fuerte sacó un artefacto extraño en forma de pretzel retorcido.

—Esto es en lo que yo y mi equipo formado por los mejores científicos del mundo han estado trabajando, algo que revolucionará a la humanidad entera... aunque claro que este aún es un prototipo experimental y no tiene ni el 1% de su potencial ideal...

—No entiendo nada de lo que dices. —Kohaku lo miró con aburrimiento.

—Como sea, esto es nanotecnología. Y tú eres mi sujeto de pruebas. —Sonrió de forma macabra, apretando ciertos circuitos en el artefacto que lo hizo brillar.

—O-oye, espera... ¡¿Q-qué se supone que vas a hacerme?! —Cerró los ojos cuando la luz la alcanzó, solo para abrirlos con sorpresa al sentir sus brazos adormecerse y luego sentirlos como nuevos en fracción de segundos—. ¿Qué?...

Él rió como loco.

—¡Te presentó al Dr. Stone! ¡Un artefacto que puede curar cualquier herida o enfermedad en cuestión de segundos! ¡El más grande invento en milenios!

—E-es... Suena a algo imposible. —Se quitó las vendas, jadeando al ver sus brazos intactos—. No entiendo para nada...

—En unos meses terminará el periodo de prueba y podremos comenzar a aplicarla en humanos. —De repente le dedicó la mirada más suave que le había visto nunca—. Cuando eso pasé, podremos ahorrarle a tu hermana arriesgadas y costosas cirugías que tal vez salven saben su vida. Y podremos salvarla definitivamente con esto. —Levantó el llamado Dr. Stone en su mano—. Se curará instantáneamente, sin efectos secundarios, sin secuelas, estará sana y como nueva.

—Tú... —De solo pensarlo, los ojos de Kohaku se aguaron—. ¿Realmente podrías hacer algo así?...

—Sí. —Rió suavemente—. No solo puedo. Lo haré. —La miró con ojos brillantes y sinceros.

Y Kohaku creyó en él.

No supo qué se metió en ella, tal vez por lo sincero que parecía o por todo el estrés que había acumulado ese día, pero sintió el impulso de abrazarlo... y así lo hizo.

Caminó a envolverlo en sus brazos, sintiendo las lágrimas ardiendo detrás de sus párpados.

—Gracias...

Él se quedó inmóvil y en silencio un momento, pero acabó riendo y apartándose de ella.

—Solo la usaré como sujeto de pruebas, no hay nada que agradecer. —Rió malignamente, pero Kohaku esta vez no creyó su acto de chico duro.

Siguió sonriéndole con ojos brillantes, poniéndolo visiblemente incómodo.

—De todos modos te lo agradezco. —Se dio la vuelta, decidiendo no molestarlo—. Iré a dormir ahora.

No volvieron a hablar del tema, pero unos días después Kohaku recibió una visita inesperada.

Era Maiko, con media docena de los abogados de Senku (que había conocido en la boda) detrás de ella, temblando y roja de la ira.

—Ishigami Kohaku-san, vengo a pedirte disculpas por el trato tan deplorable que tuve contigo, y también a entregarte el pago que te mereces por tu trabajo y los daños que te he causado. —Le tendió un maletín.

Presionada por la mirada penetrante de los abogados, Kohaku tomó el maletín sin rechistar.

—M-me iré ahora. De nuevo pido perdón por mis ofensas. —Hizo otra profunda reverencia antes de marcharse rápidamente, nerviosamente.

Los abogados se retiraron justo detrás de Maiko, haciéndola chillar y correr a su auto, yéndose a toda velocidad.

Más que confundida, Kohaku abrió el maletín, desmayándose al ver que una montaña de billetes de diez mil adentro.

"Me disgusta de Senku... que sea tan excesivo con el dinero".

Esa noche Senku entró riendo a la recámara, (ya que Suika estaba de visita otra vez), y al día siguiente le regaló un auto, ¡ese bastardo despilfarrador!

¡Lo peor es que lo hizo delante de sus hermanas así que Kohaku tuvo que fingir estar agradecida!

Como sea, no sabía conducir, así que él tuvo que pasar las siguientes dos semanas enseñándole antes de que Kohaku tuviera la confianza de ir a una escuela de manejo para obtener su licencia.

Cuarto mes de matrimonio y Senku podía decir que la situación había mejorado, aunque sea muy ligeramente.

Kohaku y él se llevaban... bien. Él debía admitir que la chica era agradable, sobre todo lo aliviaba que se llevara tan bien con su familia, aunque no esperaba que ellos la adorarán tanto y viceversa, pero le gustaba verlos tan felices, por más que luego tuviera que soportar las quejas de Kohaku en la libreta llamándolo un mentiroso, farsante, malagradecido, mal hijo y mal hermano.

No es como que no tenga razón.

Bufó mientras entraba a su casa, sin sorprenderse a ver a Suika allí, mientras Kohaku la ayudaba con su tarea.

A pesar de no entender mucho de ciencia, su esposa falsa era muy buena en matemáticas.

—¡Senku-nii! —Al verlo Suika corrió a recibirlo—. ¡Que bueno que llegas! ¡Necesito ayuda con mi tarea! ¡Es sobre ciencia y Rei-nee-chan estaba muy ocupada con su universidad! —Hizo pucheros.

—Bien, bien, te ayudaré. —Le sonrió mientras se quitaba la chaqueta, a lo que Kohaku rápidamente se acercó a ayudarlo, también desamarrando su corbata.

No sabía por qué hacía eso, pero no le disgustaba...

Ambos se sentaron a ayudar a Suika con su tarea.

—¿Volcán de bicarbonato, tinta invisible y lámparas de lava? —Su ceja tembló mientras leía la lista de posibles experimentos que su hermana menor podía escoger para hacer—. ¿En serio no pueden con esto?...

—¡Deja de juzgarnos y ayuda a la niña! —se quejó Kohaku.

Eligieron la tinta invisible y también las lámparas de lava solo por diversión, y debía admitir que se divirtió bastante con eso. Le gustaba las caras de asombro de Kohaku y Suika por cosas tan simples, era un poco adorable... Eh, solo Suika, por supuesto. Obviamente, no consideraba a la leona ni un milímetro adorable. Claro que no. Nunca.

Pasaron un par de semanas y llegó la boda de Xeno, a lo que tendrían que volar a Estados Unidos, pero bueno, todo sea para no tener que aguantar sus quejas luego. Y sobre todo no tener que aguantar a Gen.

Fueron en el avión privado de Ryusui, que a pesar de saber la verdad sobre su matrimonio falso no dudó en tratar a Kohaku como si realmente fuera su esposa, aliándose con Gen para hacer insinuaciones desagradables que acabó en Kohaku golpeándolos a ambos, haciendo a Senku reírse a carcajadas.

Debía admitir que esa mujer era realmente fascinante.

Ya en el salón donde se celebraba la boda, Ryusui y Gen siguieron haciendo escándalo aún con todos en silencio viendo a los novios frente al juez.

—Ow, yo creí que alguno usaría vestido... —Gen hizo pucheros mientras veía a los dos novios en traje.

—¡JA, JA! ¡Yo gané la apuesta! —Ryusui chasqueó los dedos, extendiendo una mano para que Gen pague.

Kohaku se giró en su asiento para darles un buen coscorrón a ambos, dejándolos lamentándose en silencio el resto de la velada.

Una mujer realmente diez billones por ciento fascinante.

El resto del evento fue decente, pero bastante aburrido. Aun así presentó a Kohaku con sus colegas y luego se dedicó a beber, sin darse cuenta de que los bastardos miserables de Gen y Ryusui se encargaron de emborrachar a Kohaku, cuya lengua empezó a aflojarse...

—¿Qué diceeeeees? —Ella se rió a carcajadas cuando alguien le preguntó cómo iba su matrimonio—. ¡Yo no estoy casada! ¡Es un matrimonio fa...!... —Y la única forma que se le ocurrió para callarla sin verse sospechoso, fue besarla.

Hace meses que no la besaba, y... debía admitir que extrañaba la sensación.

Y aparentemente Kohaku también, porque empezó a besarlo de forma demasiado indecente para estar en un lugar público, muy borracha para abochornarse. Y la verdad él no quería detenerla, pero el carraspeo molesto de una señora mayor lo hizo intentar apartar a Kohaku, hasta que se dio cuenta de que no podría y le hizo una seña a Tsukasa de que se la quitara de encima.

Luego de apartarla, Kohaku siguió riéndose, hasta que sintió náuseas y corrió al baño a vomitar.

Después de que regresara tambaleándose, Senku la llevó al hotel donde pasarían la noche.

Kohaku estaba más tranquila, pero aún lo miraba de forma que lo hacía estremecerse.

Mierda... ¿qué le pasaba? ¿Por qué estaba tan absurdamente nervioso? Ni que fueran a hacer nada... Ella mismo dijo que eso era un matrimonio falso y cada noche escribía cosas que le disgustaban de él. No había forma de que fuera a saltarle encima... y aunque lo hiciera, él la rechazaría, sin duda alguna.

Tenían una habitación con una sola cama en el hotel para no levantar sospechas, pero ahora se arrepentía de haber optado por eso.

Suspiró temblorosamente y fue a buscar una manta y almohada extra para dormir en el sofá.

Al estar a punto de salir de la habitación, de repente sintió unos delgados pero fuertes brazos envolverse a su alrededor.

Trago saliva mientras Kohaku lo volteaba, con una sonrisa seductora que lo puso a sudar frío.

Su corazón de repente estaba latiendo como si hubiera corrido una maratón, y sus manos le temblaban, resistiendo el impulso de recorrer el cuerpo femenino.

Nunca antes sintió algo así... ¿qué demonios le estaba haciendo esta mujer?

Ella lo besó y él sintió todas sus defensas desplomarse miserablemente.

Fue incapaz de rechazarla, solo quería más y más de ella.

La besó y la tocó sin reparos, hasta que ella comenzó a desnudarlo y desnudarse y la cordura le regresó antes de que pudiera quitarse la ropa interior.

—Kohaku... no podemos. —Estaba jadeando pesadamente, muerto de ganas de continuar, pero simplemente no podían—. Primero, no tenemos protección. Segundo, nos arrepentiremos. Y tercero... —Tragó saliva, odiándose por tenerla en sus manos y no poder tomarla a pesar de que ella se veía tan deseosa—. Y tercero... si insistes, asumiré que esto es un truco para embarazarte y atarme a ti, lo que viola nuestro contrato...

Se mereció la bofetada que le volteó el rostro al segundo después de que dijo eso. Ella comenzó a vestirse con una mirada indignada y herida, y tomó la manta y la almohada y se fue al sofá por su cuenta.

Senku sabía muy bien que Kohaku no era así, pero fue lo único que se le ocurrió para que lo dejará ir.

Se sentía mal por eso, pero ya lo hablarían cuando ambos estuvieran completamente sobrios.

A la mañana siguiente, se sorprendió cuando Kohaku le dijo que no recordaba nada.

De todos modos se sentía mal, así que le dijo absolutamente todo lo que había pasado.

—¿Qué me dijiste qué? —Se molestó muchísimo cuando le contó la peor parte.

—Fue lo único que se me ocurrió para que me sueltes... No podía alejarte y honestamente tampoco quería —admitió con una sonrisa descarada—. Estaba borracho también —se excusó—. Pero realmente no pienso eso de ti. Aún así lo siento. —La miró sinceramente.

—Bueno... creo que es preferible que hayas dicho eso. Te hubiera asesinado si te acostabas conmigo estando yo tan borracha. —Suspiró—. Pero no vuelvas a decir algo así, bastardo. —Lo miró mal.

—Lo prometo. —Sonrió sinceramente.

Ella se sonrojó y apartó la mirada.

Después de desayunar regresaron a Japón y un ambiente tenso se creó entre ambos.

Cuando Suika y Lillian fueron a quedarse pocos días después, ambos durmieron en las puntas más alejadas de su cama, y Senku podía sentir lo tensa que estaba Kohaku.

Pensar en lo que pudiera estar pasando por su mente lo hacía sentir incómodamente ansioso.

No se entendía a sí mismo.

¿Qué le estaba haciendo esta mujer?

Quinto mes de matrimonio y Kohaku empezó su estrategia para que Suika dejará de abrirles la puerta cuando no debía.

Empezó con insinuaciones de lo mucho que quería "darles nietos o sobrinos" a Byakuya y Lillian y Rei, y que a veces eso se veía frustrado porque no podían tener mucha privacidad.

Por más que fuera muy vergonzoso, prefería que fueran ellos los que hablarán con Suika, así al menos podría usar el futon aunque aún debiera estar en la habitación de Senku.

Pasadas un par de semanas, Suika ya no irrumpía más en su habitación, pero Senku quería estar seguro, así que Kohaku permitió seguir en la misma cama más tiempo, le dijo que solo un mes más y luego usaría el futon.

Las cosas seguían muy tensa entre ellos, lo evitaba siempre que su familia no estuviera presente.

Pasado otro par de semanas y Senku llegó con una noticia que hizo a su corazón saltar de alegría.

—El período de prueba ha terminado. Finalmente podemos curar a tu hermana.

Ruri estaba muy nerviosa, al igual que Kohaku, pero por alguna razón confiaba ciegamente en que ese invento de Senku era tan bueno como él decía y realmente la sanaría en cuestión de segundos.

Llevaron a Ruri al laboratorio principal de Senku mientras Kohaku se quedaba con su sobrino en casa para que no tuviera que ponerse nervioso.

Estaba segura, confiaba en que Ruri regresaría a casa totalmente sana.

Y así fue.

Ella llegó corriendo como hace tiempo no corría, ¡y hasta fue capaz de cargar a su hijo como si nada!

Ruchiru rió a carcajadas mientras su madre giraba con él en brazos.

Kohaku lloró de alegría, lanzándose a abrazar a su hermana.

Ni siquiera notó a Senku sonriendo a unos metros de ellos hasta que se apartó de su hermana para dejarla besar las mejillas de su hijo más cómodamente.

Se acercó a Senku, que le tendió unas carpetas.

—Las radiografías y pruebas de sangre lo confirman. Ella está diez billones por ciento sana.

—Lo sé. —Sonrió aún con lágrimas en sus ojos—. Confiaba en ti, Senku. —Se acercó a abrazarlo—. Gracias... ¡Gracias! —Las lágrimas volvieron a deslizarse por sus mejillas.

Él rió suavemente, casi con dulzura.

—Ya te lo dije, es solo otro sujeto de prueba.

Kohaku lo golpeó juguetonamente, aunque igual pareció dolerle, haciéndola reír.

Sexto mes de matrimonio y todo era maravilloso. Ya no había tensión, Senku y Kohaku se llevaban mejor que nunca y el Dr. Stone comenzó a implementarse en los mejores hospitales de Japón y Estados Unidos.

Lastimosamente tardaría bastante tiempo poder implementar esa tecnología en todo el mundo, pero ya estaban trabajando en abaratar su costo y aumentar su capacidad.

Su padre haría una fiesta en celebración del éxito que les estaba trayendo su nuevo invento, y aunque últimamente la tensión disminuyó, Senku notó claramente el nerviosismo de Kohaku al decirle de la fiesta a la que debían asistir.

—Esta vez pongamos la regla de beber solo una copa. —Carraspeó incómodamente.

—Me parece bien. —Ella estaba igual de incómoda.

Un par de semanas después llegó la fiesta, una gran fiesta donde él era el principal foco de atención, tanto que hasta lo presionaron para bailar la primera pieza luego del banquete.

Tenía dos problemas con eso.

Primero, odiaba bailar.

Segundo, Kohaku se veía absurdamente atractiva.

Hasta podría sospechar que Lillian y Rei escogieron para ella el vestido más ajustado que pudieron encontrar exclusivamente para torturarlo.

Empezó a ponerse nervioso con solo poner sus manos sobre ella para bailar un vals. Lo peor era que ella no parecía indiferente a él, hasta parecía aún más nerviosa.

El porqué una chica como ella parecía atraída por alguien como él era algo que jamás entendería.

Ella era increíblemente ilógica.

Después de bailar solo una canción, ambos salieron de la pista y luego de inventar una excusa Senku rápidamente huyó de allí, teniendo que llevarla consigo, claro.

El ambiente en el auto era tenso, y al llegar a la casa se volvió diez billones de veces peor, sabiendo que Ruri y Ruchiru no estaban allí ya que fueron a casa de Taiju, Yuzuriha y Kinji.

Senku empezó a quitarse la chaqueta y Kohaku por alguna razón, aunque no había nadie, lo ayudó con eso. También lo ayudó a desajustar su corbata, estando tan cerca que él no pudo evitar tragar saliva y mirar directamente a su boca.

Aún recordaba todos los besos que se dieron y la forma en la que la había tocado hace un par de meses. Y aún deseaba repetir la experiencia... pero esta vez sin detenerse.

Kohaku terminó de desanudar la corbata y alzó la cabeza para mirarlo directamente a los ojos, con esos ojos tan grandes, brillantes y absurdamente hermosos que tenía.

Sus ojos se desviaron a sus labios y Senku ya no pudo resistir más.

La besó.

Ella pareció derretirse contra él. Correspondió a su beso y envolvió sus brazos alrededor de su nuca, gimiendo suavemente cuando él pasó su lengua por su boca.

Estaban solos, no tenían por qué compartir habitación, pero aún así los dos fueron al cuarto de él, apenas dejando de lado los besos y las caricias subidas de tono.

Kohaku empezó a desabrochar su camisa y él metió sus manos bajo su vestido, sintiendo que podría volverse loco al escucharla suspirar en su oído.

Pronto acabaron en la cama y se miraron un largo tiempo luego de que ella se quitara el vestido.

—¿Qué estamos haciendo, Kohaku?... —No podía dejar de mirarla, con sus manos acariciando sus piernas, deseando terminar de desnudarla.

—No lo sé... —Lo jaló para besarlo—. Creo que estoy borracha...

Él rió suavemente, subiendo sus manos hasta su sujetador.

—Sí... Creo que yo también...

Ambos sabían que estaban mintiendo, pero no dijeron nada más y simplemente continuaron.

No se detuvieron en simples besos y caricias, se desnudaron por completo y compartieron la más íntima de las experiencias, acabando exhaustos dormidos abrazados, con sonrisas estúpidas en los rostros.

Siete meses de matrimonio y ni Senku ni Kohaku sabían muy bien qué estaba pasando entre ellos.

Luego de esa primera noche ambos despertaron con la sensación de que todo sería extraño o que estarían en algún tipo de problema, pero apenas verse acabaron volviendo a lanzarse el uno sobre el otro.

Luego de eso estuvieron de un humor inusualmente bueno.

Desayunaron juntos como si nada, hablando de cosas sin importancia. Luego llegaron Ruri y Ruchiru y Senku se fue a trabajar.

Regresó para cenar y cuando iban a irse cada uno a su habitación de repente se miraron y... bueno, una vez más acabaron compartiendo cama.

Al menos esta vez Senku traía condones y Kohaku no tuvo que volver a recurrir a la pastilla del día después.

Luego de unas semanas intentando y fallando en contenerse, Kohaku decidió empezar a tomar pastillas anticonceptivas, al igual que Senku.

—No sabía que esas cosas existían... —murmuró Kohaku recostada en el pecho de Senku después de haber vuelto a sucumbir a sus deseos.

—Claro que existen. No son diez billones por ciento efectivas pero con los años han ido mejorando y así estamos el doble de protegidos.

—Ya veo. Mejor así. —Sonrió relajada, a punto de quedarse dormida.

—Seh, a mí también me gusta más sin condón. —Eso le quitó el sueño de golpe.

—¡No digas esas cosas pervertidas, pervertido!

—¿Me dices pervertido después de meterte mi...?...

—¡Que te calles!

Al verla sonrojada y molesta, su mejor respuesta fue simplemente besarla y volver a hacer el amor.

Ocho meses de matrimonio y Senku ya pasaba menos horas en el trabajo y más en su casa, con su esposa.

—¿Tomarás vacaciones? —Ella lo miró sorprendida cuando anunció eso como si nada en medio de besarle el cuello.

—Ajá... —Curvó sus dedos en ese lugar que le gustaba, haciéndola cubrirse la boca para no gritar, aunque hace semanas que había insonorizado la habitación—. Planeó llevar a nuestras familias también, pero solo una semana. La otra semana estaremos solos, ¿qué dices? —Sonrió maliciosamente mientras seguía jugando con ella.

—E-eres un bastardo... —Jadeó pesadamente, antes de empujarlo hacia atrás y ponerse encima de él—. Pero me gusta la idea. —Ahora ella sonrió con malicia y tanto deseo que lo hizo tragar saliva.

Aparentemente mañana sería otro día en el que tendría que usar su invento para recuperar la capacidad de caminar correctamente.

Nueve meses de matrimonio y Senku regresó de esas vacaciones con una sonrisa de oreja a oreja que pronto se deshizo al llegar a la oficina y encontrarse con la sonrisa pícara de su padre.

Rodó los ojos, pero se sentó frente a él muy relajado.

—¿Pediste verme, viejo?

—Así es.

—¿Qué quieres esta vez? Ve al grano, tengo cosas que hacer en el laboratorio y quiero llegar temprano a casa. —Su esposa lo regañaría si no llegaba a cenar.

—Lo sé, no te quitaré mucho tiempo. —Rió alegremente—. Senku, ¿tengo que recordarte que quiero a mis nietitos lo antes posible? ¡Cada día estoy más viejo! —Lloró dramáticamente.

—Agh, no empieces. —Rodó los ojos—. Suika aún es pequeña, céntrate en ella antes de pedirme nietos.

—Tendré mucho tiempo para centrarme en ella ahora que te venderé la empresa este verano. —Sonrió—. ¡De hecho, tendré demasiado tiempo, así que también quiero un nieto o nieta para mimar! —Lloriqueo cascaditas de alegría.

—Agh, de nuevo estas... Espera, ¿qué acabas de decir? —Lo miró boquiabierto—. ¿Dijiste que... me venderás la empresa en verano?...

—Eso mismo. —Rió divertido—. ¡Creo que ya estás más que listo! Y yo ya quiero retirarme, honestamente. ¡Muero por acompañar a Lillian a sus giras y poder dedicarme más a mis hijos! Y a mis futuros nietecitos. —Guiñó un ojo.

Senku siguió con la boca abierta, antes de sonreír inmensamente.

—¡Ya era hora, viejo!

Después de tal noticia, hasta dejó que su padre lo abrazara luego de decirle los detalles de la venta. Y luego fue corriendo a su casa, encargándole sus deberes en el laboratorio a un compañero de confianza.

Su esposa estaba organizando sus fotografías en la sala cuando llegó, pero al verlo se sorprendió tanto que las dejó de lado y se puso de pie.

—¿Qué haces aquí tan temprano? Pensé que... —Él no la dejó ni terminar y de inmediato la besó con entusiasmo. Ella le correspondió entre risas—. No me digas que te escapaste para venir a verme, porque no te creeré. —Lo apartó con una sonrisa divertida.

—Más o menos. —Sonrió—. Tenía que verte. ¡Hay que celebrar esto! ¡El terco del viejo finalmente accedió a venderme su parte de la empresa! —Rió como un loco.

Ella se quedó boquiabierta, antes de lanzarse a abrazarlo.

—¡Eso es genial, Senku! —Ambos tenían sonrisas gigantes en los rostros—. ¡Finalmente podremos divorciarnos!

Ante esas palabras, la sonrisa de Senku murió instantáneamente.

Se apartó de ella, pálido.

—¿Qué acabas de decir?...

Ella ladeó la cabeza.

—Mi contrato se acaba cuando te vendan la empresa, ¿o no?

Él abrió mucho los ojos, de repente recordando que su matrimonio jamás fue real. Que ella no era su esposa, no en verdad.

El alma se le cayó a los pies.

—Sí... —apartó la mirada—. Por supuesto... Eso... es cierto... —Se llevó una mano al rostro, sintiéndose el más grande imbécil que había pisado el planeta Tierra.

¿Cómo era posible que hubiera olvidado el contrato y las razones por las cuales se conocieron y acordaron casarse?

En realidad, no es que lo haya olvidado... simplemente creyó que eso ya no tenía importancia... Creyó...

Creyó que ella lo amaba...

Nunca se lo dijo, pero él... Él creyó...

Creyó que ella sentía lo mismo que él.

Rió secamente, burlonamente, riéndose de él mismo y lo estúpido que era.

Tanto preocuparse en que ella no se enamorará... y acabó enamorándose él.

Empezó a carcajearse con más fuerza, casi llorando de la risa.

Qué puto imbécil...

—¿Senku?... —Al ver que no dejaba de reírse como un demente, Kohaku se acercó preocupada, intentando tocar su hombro.

Él se apartó lejos de su alcance bruscamente.

Tomó aire, intentando controlar la risa, antes de negar con la cabeza.

—Solo vine a decirte eso... Ahora volveré a trabajar. —Se fue antes de que pudiera decirle nada.

Se fue directo a un bar a embriagarse, sin dejar de preguntarse durante todo el camino cómo pudo ser tan estúpido.

Ya bien lo dijo ella la primera vez que se conocieron cuando él le hizo la pregunta que debería haberse hecho a sí mismo desde el principio...

"¿Crees que algún día podrías enamorarte de mí?"

"No. Solo quiero el dinero y volver a mi vida".

Desde el principio estuvo encantado con ella y su forma de ser. ¿Cómo no lo vio venir? ¿De qué servía ser considerada una de las mentes más brillantes de este siglo si no podía ni siquiera velar por sí mismo y su salud mental?

Porque el puto desamor dolía. Era lo más doloroso que había sentido nunca.

No fue a dormir a su casa, fue a uno de sus departamentos donde siguió embriagándose.

Kohaku lo llamó en medio de la madrugada, a lo que Senku volvió a reírse de sí mismo y arrojó el celular por la ventana.

Puto imbécil...

Diez meses de matrimonio y todos notaron el cambio entre ellos.

No era un secreto que ya nunca dormía en su casa, y la prensa empezó a hablar de divorcio, infidelidades y pérdida de pasión, burlándose de que el matrimonio claramente no duraría más de un año, aunque no es que le importara ni una mierda.

Senku se dedicaba a dos cosas: el trabajo y el alcohol.

Ni siquiera quería escuchar los regaños o la preocupación de su familia. Mucho menos de sus amigos.

—Esto es patético... —Ryusui miró con asco el departamento inundado de comida chatarra y botellas de vino.

—Esto no es propio de ti, Senku-chan. —Gen por una vez parecía serio y casi triste.

—Lárguense —dijo mientras trabajaba en sus cálculos, ya bebiendo su tercera o tal vez sexta botella.

No es que le importara.

—No vamos a dejarte así. Si es necesario llamaré a Tsukasa a arrastrarte fuera de aquí. —Ryusui lo miró mal.

—Esto no es bueno para ti, Senku-chan, si quieres la empresa esta imagen que das...

—Cierra la puta boca. —Lo miró con odio—. Bastardo... tú me la presentaste... —Lo señaló acusadoramente.

Ok, tal vez si iba por su sexta o novena botella.

Gen y Ryusui intercambiaron una mirada.

—¿Kohaku-chan te hizo algo?...

—Meterse en mi puta cabeza y negarse a salir, eso hizo. —Bebió de golpe lo que quedaba de su botella, que definitivamente era la novena—. Al diablo la empresa, no quiero verla otra vez, me importa una mierda lo que piense el viejo. —Rió como un desquiciado.

—¿Estás drogado? —preguntó Ryusui muy seriamente.

—Peor. —Gen sonrió con condescendencia—. Está enamorado.

—¡¿Senku enamorado?!

—¿Pueden largarse de una vez?

—Bien, pero con la condición de que te duches, limpies este desorden y vayas a ver a tu familia~.

—Largo.

—¿Seguro? Si nos echas ahora haremos algo peor~.

Senku tomó otra botella, señalando a la puerta.

—Solo váyanse.

Ryusui quiso protestar, pero Gen colocó una mano en su hombro y señaló con la cabeza a la puerta.

Se marcharon, dejando a Senku solo con su décima botella.

Apenas bebió un sorbo corrió al baño a vomitar, y se durmió arrodillado al lado del inodoro.

Al día siguiente, lo peor ocurrió, tal como Gen advirtió.

Cuando despertó, encontró a Kohaku limpiando el departamento.

Apenas lo vio, ella se acercó a abofetearlo, volteándole el rostro.

—Bastardo... —Lo miró mal—. ¿Tienes idea de lo mucho que estás preocupando a tu familia?

Él frotó su mejilla, sintiéndose como si algo en él se hubiera reiniciado con ese golpe.

—¿Eso es lo único que te importa, o no?...

—¿Qué? —Frunció el ceño.

—Nada. —Rodó los ojos—. No importa, déjame ayudarte a limpiar.

La resaca lo estaba matando, pero no le importaba demasiado.

Mientras limpiaban, Kohaku lo miró de reojo.

—¿Por qué te fuiste de la casa?...

—Porque quise. —Encogió los hombros—. Volveré hoy. También iré a ver a mi familia si con eso dejan de fastidiarme.

Kohaku asintió sin mirarlo a los ojos, pero entonces tomó aire y volvió a mirarlo.

—Los noticieros estaban diciendo que estuviste engañándome...

—¿Y tú les crees?

—No, pero...

—Entonces deja el tema. Además, ¿qué mierda te importa? —La miró fijamente.

Ella lo miró como si la hubiera abofeteado, antes de ponerse a barrer casi como si quisiera romper su piso.

Efectivamente ese día regresó a su casa, vio a su familia y pidió disculpas por preocuparlos. Les dijo que estaba estresado con su proyecto de masificar el Dr. Stone lo antes posible. Sus padres no parecieron creerle del todo, pero no hicieron más preguntas.

Al ver que Kohaku seguía durmiendo en su habitación, Senku mudó sus cosas a otra habitación, sin darle explicaciones aún cuando ella se las pidió mirándolo como si estuviera lastimándola.

Después de abandonar la habitación, encontró la libreta de quejas.

En los últimos meses dejó de revisarla, hasta había olvidado que existía.

Se sentó en su nueva habitación, leyéndola.

Aunque él había dejado de leerla, Kohaku no había dejado de escribir en ella, cada día sin falta.

"Me disgusta de Senku... que actúe como si fuéramos una pareja de verdad".

"Me disgusta de Senku... que me llame su esposa incluso cuando estamos solos".

"Me disgusta de Senku... que me mire como si me quisiera".

Habían decenas de quejas similares, decenas de oraciones que le dejaban en claro que ella no sentía nada por él.

Honestamente, no sabía si reír o llorar.

Once meses de matrimonio y Kohaku retomó el tema del divorcio.

—Ya todos vieron que tenemos problemas con esas semanas que estuviste fuera de casa. Y ahora mismo no es que sigamos viéndonos como la mejor pareja, ya saben que duermes en una habitación diferente. —Bufó—. Mejor así, de ese modo nadie encontrará extraño que nos divorciemos luego de que tu padre te venda la empresa.

—Sí... —La miró con acidez desnudo junto a ella en la cama.

Bien, se suponía que estaban mal ahora, y ella le rompió el corazón sin saberlo, pero no pudo resistírsele cuando invadió su nueva habitación.

Ahora se estaba arrepintiendo.

—Creo que es mejor así, de este modo podré mantener la buena relación con tu familia. Solo diremos que se acabó el amor, sin villanos en la historia.

—Como quieras. —A este punto ya le daba igual.

—¿Me darás cincuenta millones como dice el contrato, no?

—Ajá.

—Bien, con eso compraré una buena casa para mí, Ruri-nee y mi sobrino. Tal vez fuera de Tokio...

Eso último lo hizo estremecerse un poco, pero luego se dio cuenta de que sería mejor no verla en lo absoluto.

—Extrañaré al mocoso —dijo sinceramente.

Había estado enseñándole de ciencia en sus tiempos libres, y ya se había acostumbrado a tenerlo siguiéndolo por toda la casa gritando "tío Senku, tío Senku".

—Él te extrañará también. —Ella lo miró con una sonrisa triste.

Le correspondió la sonrisa apenas y ella se acercó a besarlo, pero él volteó el rostro.

—Duerme. Vete a tu habitación o quédate, me da igual. —Le dio la espalda.

Ella se quedó inmóvil un momento, antes de recostarse a su lado y darle la espalda también.

Senku cerró los ojos, y un segundo antes de dormirse le pareció escuchar algo parecido a un sollozo.

Se preguntó si acaso había sido su imaginación.

Unas semanas después, Senku se reunió con su padre para concretar la venta de su parte de la empresa.

A pesar de que había esperado tanto por esto, no le causó ninguna felicidad obtener lo que tanto había querido.

Su padre lo llevó a comer ramen para celebrar, pero era obvio para cualquiera a diez kilómetros a la redonda que él no estaba de ánimos para eso.

—¿El ramen no está bueno? —preguntó su padre con preocupación.

—Claro que está bueno, es el mejor de Tokio. —Rodó los ojos, comiendo sin ganas.

—¿Entonces qué te tiene tan triste?...

Senku suspiró con hastío.

—Viejo, creo que es obvio que Kohaku y yo vamos a divorciarnos.

—¿Eso te pone triste?

—¿Desde cuándo los divorcios son algo para brincar de alegría?

—No lo sé. —Encogió los hombros—. Creí que solo la querías para que te vendiera mi parte de la empresa. —Los palillos se cayeron de la mano de Senku mientras miraba con el rostro desencajado a su padre—. ¿Qué? —Sonrió inocentemente—. ¿No me digas que de verdad pensaste que me tragué sus actuaciones?

—Tú... Pero... Yo... Pero... Ella... Tú... Pero...

Su padre rió suavemente, comiendo otro bocado de su plato de ramen.

—¿Olvidas que soy tu padre, jovencito? Que me haga el tonto no significa que lo sea. —Guiñó un ojo—. Siempre lo supe, desde que te inventaste que tenías una novia.

—No entiendo...

—Sabía que ibas a salirme con un truco de estos desde que te dije mi condición para vender. Supe que Kohaku-chan no tenía idea de quién era yo ni de quién eras tú apenas conocerla, pero es una chica tan encantadora... ¡Sabía que te enamorarías! —Sonrió radiante—. El plan original, ideado por mí y tu madre, era negarte la empresa un par de años mientras se enamoraban, pero cayeron más rápido de lo que pensaba. —Rió afablemente—. Por eso te vendí la empresa tan pronto.

Senku lo escuchó en silencio, procesando toda la información. —Maldito viejo. —Acabó riendo—. No sé por qué hablas en plural. Nos divorciamos porque no hay ningún amor del que tanto balbuceas. —Encogió los hombros—. Ella no me ama. Tu pequeño plan no sirvió para ni una mierda. —Miró con amargura su plato.

—Yo no diría eso. Pero de todos modos todo lo que buscaba con esa condición era que te dieras una oportunidad en el amor. —Le sonrió suavemente—. Ahora que viste lo que es... ¿De verdad la dejarás ir tan fácilmente?

Senku no supo qué responder.

Doce meses de matrimonio, un año exacto desde que Senku y Kohaku se casaron, los dos celebraban su aniversario leyendo el contrato de divorcio que los abogados de Senku dejaron en la sala antes de que él les pidiera retirarse.

Kohaku firmó primero, sin siquiera dudarlo.

Aún así, Senku pudo ver la tristeza en su rostro. Y no entendía por qué.

Las relaciones amorosas eran sin duda diez billones por ciento demasiado molesta y complicadas. Lo mejor sería librarse de estas sensaciones.

No obstante, cuando estaba a punto de firmar, se detuvo.

¿De verdad la dejarás ir tan fácilmente?

El bolígrafo en su mano tembló y Kohaku lo miró con curiosidad.

—¿Qué sucede?...

Él tomó aire, sintiendo como si una guerra se estuviera desatando en su mente.

¿Debería intentar arreglar esta situación? Pero sí lo intentará ¿qué debería decir? ¿Tendría que confesarse? Nunca había hecho algo así, ¿cómo se confesaban los sentimientos? ¿Solo decirlo y ya?

Parecía muy sencillo, pero apenas volteó a verla las palabras se le atoraron en la garganta.

—¿Senku?...

Volvió a tomar aire.

Esto era ridículo.

—Kohaku —dijo lentamente—. Tengo un problema. No puedo firmar esto.

—¿Qué dices? —Pestañeó, antes de mirarlo ceñuda—. ¿Por qué no?

—Porque... —La voz le tembló, pero inmediatamente se dio una bofetada mental y la miró decidido—. No quiero divorciarme de ti. Te... te amo.

Ambos se miraron sorprendidos por lo que acababa de decir. Senku no esperaba ser capaz de decir algo así, y Kohaku se veía como si hubiera visto un fantasma.

Se quedaron en silencio lo que pareció una incómoda eternidad, los dos viéndose pasmados e incómodos, antes de que Kohaku se acercara a él, tomando los lados de su rostro, mirando fijamente a sus ojos como si quisiera encontrar alguna especie de truco.

Cuando él reunió el valor para volver a hablar, ella lo besó antes de que pudiera siquiera terminar de pronunciar una palabra.

Lo besó y no se detuvo, lo llevó a la habitación que habían compartido juntos por meses y allí hicieron el amor el resto del día hasta caer dormidos.

Pero, antes de que se durmiera del todo, escuchó a Kohaku finalmente responder a sus palabras de antes:

—Firma, Senku...

No procesó bien sus palabras al estar ya medio dormido, pero al despertar y ver la cama vacía y el contrato de divorcio en la mesilla junto a la cama, rió con sequedad, sintiéndose estúpido otra vez pero ya sin que le importara demasiado.

Al menos lo intenté.

Aparentemente siempre tuvo razón en que esto del amor no era para él.

Tomó el contrato, dispuesto a firmarlo, pero entonces se dio cuenta de la libreta de quejas debajo de este y alzó una ceja.

Tomó la libreta y se fijó en la última página escrita, en la última queja de Kohaku.

"Me disgusta de Senku... que diga que me ama".

Vio sus palabras con fingida indiferencia, indispuesto a dejar que sus sentimientos fueran pisoteados por enésima vez en menos de veinticuatro horas. No tenía sentido seguir sufriendo por algo de lo que ya era consciente.

Tomó el contrato de divorcio y firmó rápidamente.

Listo.

Ya no eran nada.

Se acabó.

Rió entre dientes, antes de levantarse de la cama con el contrato en mano, haciendo que el movimiento de las sábanas arroje la libreta de quejas al suelo. No es que le importara.

Mientras se vestía, algo brillante llamó su atención y volteó hacía la libreta, notando que en medio de las páginas había algo metálico y no era el bolígrafo.

Terminó de vestirse y la recogió, viendo con curiosidad que ese objeto extraño era una linterna. Una linterna de luz ultravioleta...

¿Por qué tenía una...?...

Sus ojos se ampliaron al recordar la vez en la que le enseñó a Suika a usar tinta invisible, con Kohaku allí muy pendiente de todo lo que decía.

¿Podría ser que ella...?...

No perdió tiempo y abrió la libreta, iluminando todas las páginas con la linterna. Al principio no encontró nada, pero no pasó mucho tiempo hasta que encontró el primer mensaje oculto en tinta invisible.

"Me disgusta de Senku... que sea tan arrogante incluso delante de Suika".

"Aunque es un buen maestro".

Sonrió suavemente al ver las palabras ocultas. Era la primera vez que veía un halago intencional de su parte desde que se casaron.

Siguió viendo las páginas de allí en adelante. Todas las quejas tenían escritos con tinta invisible debajo.

"Me disgusta de Senku... como se burla del desconocimiento de otros".

"Pero en realidad no creo que lo haga en serio, siempre está dispuesto a aclarar las dudas de todo el que le pregunte".

"Me disgusta de Senku... que se queje tanto de la presencia de su familia".

"¿No se da cuenta de que no engaña a nadie? Es obvio que los adora a todos ellos".

"Me disgusta de Senku... que sea tan mal hermano con Suika".

"Bueno, eso no es cierto, pero no se me ocurría qué más decir y estoy molesta con él por regañar a Suika por casi tomar la libreta".

"Me disgusta de Senku... que no aprecie a sus padres".

"O que eso quiera dar a entender, más bien, rechaza sus muestras de afecto pero hace doble turno para que su padre pueda estar más en casa, no lo entiendo del todo".

"Me disgusta de Senku... sus trajes excesivamente caros".

"Maldita sea, le quedan muy bien. ¿Desde cuándo es tan guapo?"

"Me disgusta de Senku... que llegue tarde todos los días".

"De repente quiero pasar más tiempo con él... No sé porqué".

Sonrió mientras pasaba a través de las páginas, leyendo absolutamente todo, hasta que comenzó a llegar a cuando todo era maravilloso entre ellos, pero sus quejas parecían decir lo contrario.

"Me disgusta de Senku... que me mienta sobre estar borracho".

"Pero vale la pena, por eso también mentí".

"Me disgusta de Senku... que insista en continuar con esta extraña situación entre nosotros".

"Ja, lo digo como si yo no hubiera insistido".

También encontró que incluso las quejas que más le habían dolido no eran tan malas...

"Me disgusta de Senku... que actúe como si fuéramos una pareja de verdad".

"Me pregunto si a él le disgusta que yo haga exactamente lo mismo".

"Me disgusta de Senku... que me llame su esposa incluso cuando estamos solos".

"No es cierto. Me encanta. Esta libreta me está convirtiendo en una mentirosa".

"Me disgusta de Senku... que me mire como si me quisiera".

"Eso sí que me disgusta en serio... ¿por qué tiene que darme esperanzas? Esto solo es un matrimonio falso... ¿o no?"

A medida que leía, su confusión se fue desvaneciendo más y más, hasta que llegó a la última queja.

"Me disgusta de Senku... que diga que me ama".

"Aunque yo lo amo también".

Rió por lo bajo, antes de reír a viva voz, solo para acabar carcajeándose y rodando en el suelo, aunque esta vez no de forma tan psicópata, más bien era una risa de alegría e incredulidad, una risa de alivio.

Esa leona ilógica y terca...

Se levantó con el contrato de divorcio en sus manos y bajó a la sala, sin sorprenderse al ver a Kohaku allí, leyendo el contrato de su acuerdo de matrimonio falso.

Ella sonrió suavemente al verlo.

—Según esto... nuestro matrimonio no es real. No debo enamorarme de ti. No debo contar nada de esto. Y no debo dejar de escribir en la libreta, todos los días sin falta. —Señaló las cláusulas que él mismo redactó con ayuda de sus abogados—. O puedes demandarme, o no pagarme nada, o no sé. —Encogió los hombros—. Pero lo importante aquí es que este contrato dice que el matrimonio no es real... —Señaló una hoja, antes de dar vuelta las páginas y señalar otra—. Y la otra parte importante es que este contrato finaliza cuando te den la empresa y nos divorciemos... —Hizo el contrato a un lado y se puso en pie, acercándose a él con una sonrisa que no dudo en corresponder—. ¿Firmaste el divorcio, Senku?

—Lo firmé. —Se lo enseñó, antes de lanzarlo a la mesa despectivamente.

—Entonces esto ahora no me ata para nada. —También arrojó ese contrato—. Y ahora puedo decir y hacer lo que yo quiera... —Su sonrisa se volvió más traviesa mientras envolvía sus brazos alrededor de él—. Ahora puedo decirte... que te amo también. —Lo besó apasionadamente, felizmente, haciéndolo olvidarse de todos los problemas y malos tragos que lo había hecho pasar.

—Maldita sea, Kohaku. —Se apartó apenas, riendo contra su boca—. ¿En serio tenías que hacer todo esto? No te habría demandado, pequeña idiota.

—Lo sé, pero soy una mujer que cumple con su palabra. —Cerró los ojos, con su frente pegada a la suya—. Además, quiero un matrimonio de verdad.

—Eso se puede arreglar. —Volvió a besarla, arrastrándola a su habitación una vez más.

10 minutos después, a punto de volver a hacerle el amor, volvió a proponerle matrimonio, a lo que ella aceptó sin dudar.

1 mes después, se casaron, esta vez de verdad, para gusto de su familia y sus entrometidos amigos.

1 año después, tuvieron a su primera hija. Y no pudieron más que agradecer a ese estúpido contrato que tanto los había atormentado, porque fue el comienzo de su extraña e ilógica historia amor.

Fin.

Holaaaaaaaa :D

Ahora si es el fin de esta historia :'3

Y este fic es una comisión! Mi primera comisión :'D

Le doy diez billones de gracias a Vania por darme esta oportunidad y de verdad deseo de todo corazón que el fic haya sido de tu agrado! ❤

Si alguien más quiere una comisión no me molestaría xD Solo contactenme al privado o por Facebook, tienen mi página llamada Celeste kaomy-chan uwu

El fic es larguísimo así que ya no les quito más su tiempo :P

Muchas gracias por todo su apoyo! Ojalá todos hayan disfrutado del fic! Den gracias a Vania si es así XD Y no olviden que se les ama!~ nwn

Aprovechó para decirles que la segunda Semana SenHaku va a empezar pronto! Únanse al grupo de Facebook llamado Senku & Kohaku para tener todos los detalles! ;D

Me despido!

CELESTE kaomy fueraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro