Último Sueño
Senku entró a su habitación arrastrando los pies.
Se sentó en su cama y miró al reloj sobre su escritorio.
Eran las 00:00 a.m.
Finalmente ese día de mierda se había acabado.
Debería estar feliz. Su padre estaba en el espacio, cumpliendo su sueño, un fenómeno científico súper interesante como golondrinas petrificadas lo entretuvo todo el día, y aún así al llegar a casa no pudo evitar sentirse solo.
Extrañaba a su padre. Nunca lo admitiría en voz alta, pero estaba muy ansioso por verlo volver y hablar sobre todo lo que ambos habían investigado en su puesto de ramen favorito.
Quizás mañana debería aceptar que lo llamara…
Mmm… nah.
Ambos tenían cosas que hacer. Además ya habría mucho tiempo para cuando volviera del espacio. Seguramente no dejaría de ahogarlo con afecto, ese viejo pesado.
Bostezó y se recostó en la cama.
Mañana volvería a experimentar con las golondrinas y estaba diez billones por ciento seguro de que encontraría algo interesante.
Se durmió rápidamente, y se despertó temprano a la mañana siguiente, dispuesto a ir a la escuela... hasta que se dio cuenta de que había unos delgados brazos envueltos alrededor de su cuerpo.
Se sentó de golpe, a lo que la mujer rubia a su lado gruñó algo incomprensible y se dio la vuelta antes de que pudiera verla bien, aunque si se dio cuenta de que estaba desnuda, igual que él. ¡¿Pero qué mierda hacía esa mujer en su casa?!
De hecho…
Miró a su alrededor, dándose cuenta de que en realidad ese no era su departamento. Tampoco era un edificio ni nada, aparentemente. Parecía ser una casa normal.
"¿Pero qué rayos?"
¿Acaso lo habían secuestrado mientras dormía? ¿Lo drogaron y de paso una mujer lo vio atractivo y decidió aprovecharse de él?
Se levantó lentamente, intentando no despertar a su secuestradora y violadora, buscando ropa y algo para defenderse de ser necesario.
Abrió un armario y encontró ropa de su talla, ropa de muy buen gusto y visiblemente cara. Se vistió apresuradamente y fue a comprobar qué había detrás de las tres puertas que habían en esa habitación.
La primera llevaba a un largo pasillo. ¿Habría vigilancia? La segunda puerta llevaba a un armario más grande con ropa de mujer y la tercera llevaba a un baño bastante amplio. Había una navaja de afeitar en uno de los estantes.
Entró sin dudarlo, tomando la navaja aunque probablemente no podría hacer mucho con eso pero era mejor que nada.
—¿Senku? —La voz femenina desde la alcoba lo hizo tensarse.
¿Estaría armada? ¿Habría más gente con ella?
Tragó saliva.
Había una ventana en el baño, pero estaba demasiado lejos del suelo y dudaba llegar de un salto.
Caminó un poco para acercarse a la ventana, pero entonces vio su reflejo en el espejo y se congeló.
Se acercó al espejo, quedándose con la boca abierta al ver las arrugas alrededor de sus ojos y su boca y las canas en sus patillas. ¡¿Por qué demonios parecía haber envejecido veinte años en una sola noche?!
Mientras aún miraba su reflejo con incredulidad, oyó pasos acercarse, y para cuando salió del shock la mujer rubia ya estaba en la entrada del baño, mirándolo perpleja.
Volteó a verla con pánico, apretando la navaja en su mano, pero esta cayó al suelo al ver que la mujer estaba embarazada.
Debía tener unos siete meses de embarazo, se notaba bien por el corto camisón que traía ahora, y ella lo miraba con confusión, y un poco de preocupación llenando sus ojos azules. Honestamente no parecía una secuestradora ni una abusadora… Sin embargo aún no descartaba por completo que ese fuera el caso.
Aunque nunca lastimaría a una embarazada aún si pudiera hacerlo y aún si su vida dependía de ello, así que recogió la navaja solo para devolverla al estante, pensando en qué demonios estaba pasando allí. ¿Acaso estaba soñando? No era de tener sueños tan vividos, aunque esa parecía ser la explicación más lógica a esta locura.
—¿Senku? ¿Estás bien? —Ella se le acercó con una mano levantada, pero él retrocedió—. ¿Qué sucede? —Frunció el ceño—. Te ves extraño… ¿Te sientes bien?
Él la miró incrédulo.
¿Por qué hablaba como si ya lo conociera y como si estuviera preocupada por él?
No entendía nada…
La examinó, dándose cuenta de que su cuello estaba cubierto de chupones, de hecho, al mirarse en el espejo vio que él también estaba lleno de chupones, y hasta tenía arañazos en los hombros y en la espalda. La chica rubia tenía su cabello completamente despeinado y apuntando a todas direcciones. Eso más los arañazos lo hizo pensar que ella se parecía mucho a una leona.
Antes de que pudiera preguntarle quién rayos era, tocaron a la puerta.
La mujer se colocó un albornoz y fue a abrir, y Senku la siguió aún dudoso y confundido.
Apenas abrió la puerta, una pequeña niña se abrazó a ella, o a sus piernas, más bien.
—¡Buenos días, mamá! —chilló alegremente, antes de lanzarse hacia Senku—. ¡Buenos días, papá! —Lo abrazó también.
—¡¿QUÉ?! —Él de inmediato se fue de espaldas de la pura sorpresa.
La niña ladeó la cabeza, alzando las cejas con confusión. Parecía de unos siete años de edad.
Él la miró con la boca abierta porque ¡demonios!... la mocosa era igual a él, excepto por los ojos azules iguales a los de la mujer leona.
No entendía… ¿por qué lo llamó papá? ¿Por qué se parecía tanto a él?
¡¿Qué mierda estaba pasando aquí?! ¡Si esto era un sueño entonces era demasiado raro!
—¿Senku? ¿Qué te ocurre? —La mujer se acercó a él esta vez luciendo tan molesta como preocupada—. ¿Te sientes mal? ¿Qué pasa contigo? —Colocó sus manos en los hombros de la niña, que lucía muy confundida.
Él comenzó a hacer su mente trabajar.
Parecía veinte años más viejo. Despertó junto a una mujer embarazada que parecía conocerlo muy bien y una niña pequeña e idéntica a él lo llamaba papá.
Habían dos posibles opciones.
La primera y más probable: esto era un sueño.
La segunda y más aterradora: había sufrido de un caso de amnesia disociativa y olvidó casi toda su vida hasta que era un adolescente.
En cualquiera de los dos casos, ellas no tenían la culpa.
—Sí… Estoy bien. —Antes de siquiera poder pensar bien las cosas, ya estaba poniéndose en pie, decidido a fingir que todo estaba bien—. Lo siento.
La mujer, probablemente su esposa, sonrió aliviada.
—No te preocupes. ¿Podrías hacer el desayuno? Se me antoja un poco de fruta hoy. —Sonrió soñadoramente, con un hilo de baba queriendo escapar de su boca.
—Claro… Haré el desayuno…
—¡Yo quiero café! —exclamó alegremente la mocosa.
—No —gruñeron los dos mayores con miradas severas.
¿Ah? El sueño se estaba tomando muy en serio esto de la paternidad…
Mientras la mujer regañaba a la niña, Senku salió al pasillo y miró de un lado a otro, preguntándose dónde estaría la cocina.
Decidió ir a la derecha, bajó por unas escaleras y llegó a una gran sala de estar.
Más que una casa normal, aquello parecía ser una mansión…
Siguió su camino, mirando a todo con extrañeza.
¿Sueño o un episodio amnésico?
Encontró la cocina y alzó una ceja al ver lo moderna y bien equipada que parecía. Ni siquiera reconocía algunos de los aparatos allí.
Aquel sueño se estaba poniendo muy extraño.
Por lo menos reconocía al refrigerador, así que no tardó en ir allí y sacar lo necesario. Encontró frutas en un mueble aparte, por lo que se dispuso a preparar algo sencillo.
Pff. ¿Qué clase de sueño era este? ¿Por qué demonios estaba preparando el desayuno para una esposa embarazada y una hija pequeña? ¿Desde cuándo le interesaba ser un hombre de familia? La respuesta era obvia: ¡no le interesaba!
Tenía que averiguar si esto podría ser un sueño o bien una extraña amnesia donde perdió años de su vida. Lo aterrador era que nunca antes tuvo un sueño tan vivido, pero no quería aceptar que esto pudiera ser real.
Buscó el comedor y allí puso la mesa, y decidió comenzar a desayunar solo. La mujer y la niña llegaron poco después, ambas ya bien vestidas y la mujer con una coleta alta descuidada que la hacía parecer aún más como una leona, la niñita tenía también dos coletas bajas y una diadema con orejas de gato.
—¿Y mi café? —La niña miró ceñuda a la mesa.
—Tsukiku —su madre la regañó—. ¿Qué te he dicho, jovencita?
La niña, Tsukiku, infló las mejillas como señal de disgusto, pero luego bufó y se dispuso a comer a dos manos lo que él preparó.
Senku observó un poco perturbado que ambas parecían tener un gran apetito, y él no había preparado tanto, así que apenas acabó su desayuno fue a buscar más fruta.
Las dos se comieron todo. Claramente no era solo por el embarazo, sino que madre e hija eran personas con un gran apetito.
—¡Gracias por la comida, papá! —La mocosa bajó de un brinco de su silla y corrió a él—. ¡Estaba horrible, pero tenía hambre!
—Tsukiku. —La mujer volvió a regañarla—. No sé de qué hablas, tu padre cocina delicioso. —Sonrió de forma radiante.
—Papá siempre dice que tú tienes mal gusto. —Rió traviesamente, corriendo lejos del comedor—. ¡Voy a prepararme para la escuela!
—¿La llevarás tú de camino al trabajo? —preguntó la mujer mientras recogía la mesa.
—Eh… Claro. —La ayudó a recoger la mesa.
También la ayudó a lavar los platos, escuchándola tararear por lo bajo una canción de Lillian Weinberg, probablemente.
Después de secarse las manos, la mocosa bajó con su mochila para ir a la escuela.
La madre se inclinó levemente para besarle la frente, luego le dio su bata de laboratorio y Senku se la puso sin decir nada.
—¡Que tengan buen día! —Agitó una mano antes de irse escaleras arriba.
Él miró incómodamente a la mocosa, que lo miró extrañada.
Ambos ladearon la cabeza, analizándose con la mirada.
—¿Qué pasa? —dijo ella—. Te ves raro.
—Nada… No me pasa nada. —Carraspeó—. Vamos, te llevaré a la escuela. —Se encaminó a la puerta.
—Eh, la cochera está del otro lado, papá…
—Claro. —Rápidamente volvió sobre sus pasos.
Encontró la cochera mientras la niña no dejaba de mirarlo extrañada, pero dejó de prestarle atención al ver los magníficos autos que tenía en el gigantesco garaje.
Diez billones de puntos para su sueño por inventarse estos autos geniales…
Entró al primero y observó boquiabierto los controles del auto. ¡¿Qué clase de tecnología era esta?!
Ni siquiera tenía un sitio para insertar unas llaves…
Emm… ¿y ahora qué?...
La mocosa lo miró confundida desde el asiento trasero.
Dejó su mochila atrás y se pasó adelante, abrochándose el cinturón allí y mirándolo perpleja, casi con sospecha.
—Eh… Reika, enciende el piloto automático hacia mi escuela —exclamó de la nada.
De inmediato el tablero del auto se encendió.
—Bienvenidos, Senku-sama, Tsukiku-sama —dijo lo que pareciera ser la inteligencia artificial del auto—. Senku-sama, por favor confirme el comando de voz de Tsukiku-sama.
—Eh… Sí, confirmó —murmuró inseguro.
—Comando confirmado. —Los motores del auto se encendieron con un rugido apenas audible, la puerta de la cochera se abrió y el auto avanzó solo fuera de allí.
Avanzaron por las calles de lo que parecía ser Tokio, aunque las casas y edificios le eran irreconocibles y había bastante vegetación, pero podía ver la torre de Tokio a lo lejos.
Vaya sueño extraño…
—Papá. —La mocosa tiró de su bata. Él volteó, viendo su rostro preocupado—. ¿Qué te pasa? Si no quieres preocupar a mamá puedes decírmelo a mí. —Lo miró con ojitos tristes—. Prometo que no se lo diré a nadie.
Él se estremeció. ¿Por qué de repente consideraba a la mocosa adorable? ¿Qué era este sentimiento de calidez en su pecho?...
Era repugnante.
—No me sucede nada. —Tomó aire—. Tuve… un sueño extraño. —O lo estaba teniendo ahora mismo, más bien—. No te preocupes por eso. Todo está bien. —La miró de reojo.
La niña entrecerró los ojos.
—Ok… No me lo digas ahora, pero lo descubriré. —Sonrió malvadamente, haciéndolo sudar frío.
¿Qué clase de engendro había creado?...
Llegaron a la escuela de la mocosa y ella le dio un beso en la mejilla antes de bajarse del auto luego de tomar la mochila.
Senku la vio entrar en la escuela, antes de mirar al tablero del auto.
¿Cómo dijo que se llamaba la inteligencia artificial?
—Reika. —Recordó.
El tablero volvió a encenderse.
—¿Sí, Senku-sama?
Suspiró aliviado.
—Llévame a mí trabajo.
—A la orden, Senku-sama. —El auto volvió a ponerse en marcha.
Él observó las calles con curiosidad mientras avanzaban.
—Reika… ¿Sabes cuál es el nombre de mi esposa?
—Kohaku-sama, por supuesto.
—Ok… —Eso era útil—. Reika, dime en qué trabajo.
—Senku-sama es el director del centro de investigación de tecnologías de restauración y avance científico. Senku-sama también dirige múltiples empresas distribuidoras de diversos productos y servicios, y es el presidente de la SUA, que ha sido la primera entidad en lograr llegar más allá de nuestro sistema solar. ¿Desea que enumere todas las empresas a su nombre o de las que tiene una parte importante de las acciones, Senku-sama?
—No… Eso es suficiente. —Pestañeó aturdido—. ¿A dónde vamos ahora, exactamente?
Este sueño era muy elaborado.
—Nos dirigimos al centro de ISCA, Senku-sama, esto teniendo en cuenta su agenda de hoy. ¿Desea cambiar su lugar de destino?
—No… Eso está bien. —Carraspeó—. ¿Y cuáles son mis deberes allí?
—Según su agenda, hoy debe encargarse de revisar las propuestas para contratar a un nuevo integrante del equipo T.D.S.C, para que se encargue del L.F.M de su proyecto de este año, Senku-sama.
Senku pestañeo aturdido.
—¿Podrías repetir eso esta vez sin las abreviaciones?
Y aún cuando lo hizo, Senku no entendió mucho lo que tenía que hacer.
Llegó a su trabajo y miró con incredulidad el enorme edificio del que aparentemente él era el jefe de jefes.
Cuando ingresó, muchas personas comenzaron a saludarlo llamándolo Ishigami-sensei.
Y por alguna razón muchas personas tenían extrañas cicatrices o tatuajes en la cara u otras partes del cuerpo.
Decidió tomar ventaja de un tipo que parecía tener mucho respeto por él y le pidió que lo acompañe a su oficina, así logrando descubrir a dónde demonios tenía que ir.
Se quedó con la boca abierta cuando tomaron un ascensor que no parecía estar sujeto a nada hasta llegar el último piso de ese gran edificio.
¡Este sueño era demasiado raro!
Una vez se deshizo del tipo y ya estuvo sentado en su gran oficina, miró con confusión la pila de carpetas frente a él.
¿Y ahora qué?
Tomó la primera carpeta y empezó a ojearla, empezando a marearse al ver más abreviaciones que no entendía ni en lo más mínimo.
El sueño se estaba poniendo muy raro…
De pronto, un botón en su escritorio empezó a brillar y Senku alzó una ceja, sin entender qué diablos era eso. Decidió presionar el botón y de inmediato una voz lo hizo brincar en su sitio.
—¿Ishigami-sensei?
—Eh… ¿Si?...
—Su esposa está de camino a su oficina, señor.
—Muy bien…
Su esposa… al menos ahora sabía su nombre.
Ella entró a su oficina un minuto después, tambaleándose por su gran barriga.
—Senku, olvidaste tus cosas. —Le tendió un maletín y un celular muy delgado, claramente último modelo.
—Gracias, Kohaku. —Miró curioso el celular.
—No fue nada. —Sonrió suavemente y de pronto se inclinó para besarlo, pero él entró en pánico e hizo el rostro a un lado, acabando con ella besando su mejilla—. Ow. —Se apartó haciendo pucheros—. Sé que no quieres que lo hagamos en la oficina pero solo iba a ser un beso, gruñón. —Rió juguetona mientras retrocedía unos pasos—. Iré a visitar a mi hermana, tú irás por Tsukiku a la escuela, ¿verdad?
—Sí. —Carraspeó, incómodo por lo que casi había pasado.
Kohaku entrecerró los ojos y pareció querer decir algo por un momento, pero luego negó con la cabeza y se dirigió a la puerta.
—Nos vemos luego, entonces. —Sin más que decir se marchó.
Él suspiró aliviado.
Si esto era un sueño, de verdad esperaba despertar pronto.
Claramente no tenía idea de qué hacer con esas carpetas, así que intentó descifrar cómo usar su celular, solo para chasquear la lengua con molestia al ver que tenía que insertar una contraseña. Lo mismo para el maletín.
Bien, esto era inútil.
Eh… ¿Y a qué hora debía de ir a buscar a la mocosa?
Empezó a sudar frío.
La dejó en la escuela hace ochenta y cinco minutos, o sea que fue a las nueve. ¿Entonces debía ir por ella a las tres de la tarde, verdad? Siguiendo lo que era normal en las primarias.
Estuvo matando el tiempo haciendo origami con las hojas de las carpetas hasta que el botón de antes volvió a brillar.
—Ishigami-sensei, ya casi es la una de la tarde. ¿No debe ir a buscar a su hija? Llegará tarde.
Él casi se va de espaldas.
—¡Sí, ya voy! ¡Solo me retrasé! —Rápidamente corrió hacia el ascensor de antes.
Salió del edificio y fue hasta su auto.
—Reika, llévame hasta la escuela de Tsukiku.
—Llegará tarde, señor.
—¡Tú eres un robot, no me reclames!
Llegó a la escuela diez minutos tarde, encontrando a la mocosa muy malhumorada esperando por él.
—Es tarde, viejo. —Lo miró mal mientras subía en el asiento trasero.
—Lo siento. —Hizo una mueca.
Esto de la paternidad no le estaba gustando en lo más mínimo.
La llevó a casa y entró con ella, que seguía malhumorada.
Kohaku ya tenía el almuerzo listo y lo estaba mirando mal.
—Llegan tarde.
Él gruñó por lo bajo.
—Lo siento.
Sueño de mierda.
Se sentó a almorzar con ellas, viéndolas comer a dos manos otra vez, y solo después de arrasar con todo comenzaron a hablar de lo que la mocosa había hecho en la escuela.
—Hoy fue interesante, hablamos del espacio, y hasta mencionaron el viaje a la luna que hizo papá para derrotar al hombre del WHY.
—¿Qué yo qué? —Alzó una ceja.
—Sip, hablaron del viaje a la luna, de todo lo que hiciste para derrotar al responsable de petrificar a la humanidad.
—¿Petrificar a quién?
—Senku, ¿seguro que te sientes bien? —Kohaku esta vez pareció mucho más preocupada.
—Estoy bien. —Terminó de comer apresuradamente—. Iré a lavar los platos. —Recogió la mesa y se encaminó al fregadero.
¿Había escuchado bien? ¿Dijo "petrificar a la humanidad"?
No estaba entendiendo nada.
Este sueño solo se volvía más y más extraño.
Luego de terminar de lavar, volvió al comedor y lo encontró vacío, así que se acercó a la sala y se detuvo al escuchar hablar a su esposa e hija imaginarias.
—Parece que la clase de historia estuvo muy interesante.
—¡Sí! Aunque es más divertido cuando tú y papá me cuentan cómo fue que salvaron a la humanidad de ser estatuas.
—Ja, ya te hemos contado esas historias diez billones de veces, pero no me importaría contarla otra vez.
—¡Otra vez, otra vez!
—Muy bien. —Rió mientras Senku escuchaba todo aturdido—. Fue hace veinte años que tú padre y yo nos conocimos, pero fue hace más de tres mil setecientos años que esta historia comenzó… Fue hace tres mil setecientos años que una misteriosa "luz" envolvió al mundo entero, convirtiendo a todos los seres humanos en estatuas de piedra. Todo lo que la humanidad había logrado fue desapareciendo casi sin dejar rastro, la tecnología, las grandes construcciones y el legado cultural de miles de años se perdieron. Parecía que todo estaba perdido, pero un día alguien despertó…
—¡Papá! —La pequeña aplaudió emocionada.
—Sí. —Kohaku sonrió dulcemente—. Senku se mantuvo contando esos tres mil setecientos años, con la esperanza de despertar algún día, y cuando finalmente la piedra se rompió él empezó a sobrevivir y buscar la forma de…
Justo en ese momento, el celular de Senku sonó, haciendo a las dos féminas voltear en su dirección.
Él maldijo, sacando el celular y contestando rápidamente.
—¿Hola?
—Ishigami-sensei, su cita de las dos empezará en cinco minutos, ¿no vendrá?
—Ah… Sí, ya voy.
—Excelente, señor, se lo haré saber a su junta.
—¿Te volverás a ir al trabajo? —Ellas no parecían molestas ni sorprendidas de haberlo descubierto escuchando, aunque él sentía que había presenciado algo que no debía.
—Sí. Me iré ahora o llegaré tarde. —Se fue casi escapando.
¿De qué habían estado hablando esas dos? ¿Gente convertida en estatuas? ¿Por qué hablaban de algo tan absurdo como si fuera verdad?
Llegó tarde a la reunión, pero nadie pareció molesto con él.
Así que allí estuvo durante dos horas, escuchando a diez personas hablar de cosas que no entendía, más que nada asuntos de negocios y muy pocos asuntos de ciencia que parecían más que nada ciencia ficción pero ellos la discutían como si fuera una realidad.
—¿Usted qué opina, Ishigami-sensei?
—Eh… Creo que necesito tiempo para pensarlo. —Esa era su contestación para todo lo que le preguntaban.
—¿Necesita tiempo para pensar si debemos reemplazar la máquina de café? —Todos lo miraron con incredulidad.
—Ah… Bueno, supongo que a eso si puedo decir que sí. Sí, hay que reemplazarla.
Estuvo otra buena hora atrapado allí hasta que finalmente fue libre de irse.
Qué sueño tan raro y estresante…
Y tampoco sentía la casa como un lugar seguro, bajo del auto arrastrando los pies, sin querer lidiar con nadie más en este extraño mundo fantasioso donde hablaban de estatuas y de él siendo un salvador del mundo como si fuera un hecho histórico.
Entró y de inmediato anunció su llegada solo por no ser grosero.
—¡Bienvenido a casa, papá! —La mocosa bajó corriendo a abrazarse a sus piernas.
—¡Bienvenido, Senku! —Kohaku corrió a recibirlo también, tomando su maletín y dejándolo a un lado antes de regresar y ayudarlo a quitarse la bata, mirándolo de una forma cariñosa que casi, casi lo hace sonrojar.
Él sonrió incómodamente y palmeó la cabeza de la mocosa.
—¡Papá, papá! ¡Ven, ven, tienes que ver el experimento que hice en clase hoy! ¡Ya hice una réplica en casa, en mi laboratorio, y es aún mejor que en la escuela! ¡Ven, ven! —Lo arrastró escaleras arriba.
Él la siguió a paso dudoso, aunque no podía negar que le llamaba la atención eso de su experimento.
Resultó ser un dron miniatura, pero al ser ella una niña de siete años Senku aún acabó con la boca abierta.
—Diez billones de puntos para ti.
—¡Gracias, papá! —Ella le sonrió de forma radiante y esa sensación repugnante volvió a él.
Pff, no importa qué tan adorable fuera la mocosa, aún no quería tener hijos en la vida real.
Kohaku los llamó a cenar luego de un rato, y él se sorprendió al ver que era ramen. Y no solo cualquier ramen, al probarlo sus ojos se ampliaron. ¡Era de los mejores que había probado!
—Esto está muy bueno —le dijo a Kohaku, que sonrió felizmente.
—¿De verdad? Me alegra que la receta de Francois me haya salido bien. —Comió felizmente, con las mejillas rosas.
Quiso preguntar quién era Francois, pero decidió callarse.
Luego de terminar de cenar él se ofreció a lavar los platos mientras ella iba a arropar a la mocosa.
—Buenas noches, papá. —Tsukiku le dio un beso en la mejilla antes de irse tomada de la mano de su madre.
Agh, no. ¡No iba a encariñarse de un producto de su imaginación!
Ordenó todo y luego subió hasta el segundo piso, viendo una puerta abierta.
Se acercó.
Kohaku estaba cantándole una canción de cuna a su hija, que se veía aún más adorable con su pijama y sus ojitos soñolientos. Y mucho más cuando finalmente se durmió.
Ugh, otra vez esta calidez repugnante…
Kohaku salió de la habitación sin sorprenderse al verlo fuera, cerrando la puerta suavemente.
Le sonrió de forma que lo hizo sentir incómodo y él de inmediato huyó a la habitación en la que había despertado esa mañana.
Se metió al baño y cerró la puerta con seguro.
Suspiró temblorosamente y se dispuso a darse una ducha.
Tardó mucho tiempo a propósito, y por suerte cuando salió Kohaku ya estaba profundamente dormida.
Pudo respirar tranquilo.
Se acostó a su lado, manteniendo la mayor distancia posible.
Bien, ya era hora de dormir.
Con suerte este sueño tan vivido se acabaría ahora…
Cerró los ojos y se durmió luego de unos minutos.
Se despertó con los rayos del sol dándole en la cara, esta vez solo en la cama, y pudo suspirar profundamente aliviado… Hasta que se dio cuenta de que seguía en la misma casa lujosa de antes, su esposa simplemente estaba saliendo de darse una ducha, atándose su cabello de leona, y que básicamente seguía en esa realidad absurda.
"¡¿Pero qué mierda?!"
¡¿Por qué no podía despertar de esta horrible PESADILLA?!
—¿Senku? ¿Está todo bien? —Kohaku se acercó a sentarse a su lado, colocando una mano en su mejilla—. Actúas demasiado extraño, y si crees que no me doy cuenta te equivocas. —A pesar de su tono duro, ella rápidamente le sonrió de forma cálida y soltó su mejilla para tomar su mano—. ¿Hay problemas con el proyecto de este año? ¿O estás preocupado por la bebé? —Guió su mano hasta su vientre, dejándolo palparlo por sobre el camisón—. Sé que tener otra hija no estaba en nuestros planes, y que decidiste retrasar un enorme proyecto y tomar uno más calmado para dedicar tiempo a tu familia, pero si quieres encargarte de otro proyecto para no sentir que pierdes tiempo entonces ya sabes que te apoyaré en todo. Ja, ¿cuándo no te he apoyado? —Sonrió de forma radiante, mientras que él no podía dejar de mirarla, sorprendido por todo el afecto que sentía en su voz, en su mirada y en sus acciones. Nadie jamás lo había mirado como esta mujer. Sin duda era la mujer de sus sueños, literalmente—. Así que por ese lado no tienes de qué preocuparte… Aunque, viéndote ahora, tengo el presentimiento de que eso no es lo que te molesta. ¿O me equivoco?
Él parpadeó para intentar quitar la cara de idiota que seguro estaba poniendo, pero antes de que pudiera hablar sintió un pequeño golpecito bajo la palma de su mano, aún posada en el vientre de su esposa soñada.
Se quedó con la boca abierta. ¿Acaso eso era…?
Kohaku rió divertida al verlo.
—Parece que fuera la primera vez que sientes sus patadas. ¡Sorprendiste a papá, pequeña! —Colocó su mano encima de la suya, con una gran sonrisa—. ¿No vas a hablarle esta vez? ¡Sabes que le encanta escucharte!
Él tragó saliva, mirando con nerviosismo a su mano bajo la mano femenina.
Pudo sentir otro golpecito y otra vez se quedó con la boca abierta, dejando a Kohaku muerta de la risa.
—¿Qué pasa? ¿Nada qué decir? —Lo miró con ojos brillantes.
—Claro… —Carraspeó—. Hola, mocosa. Soy… tu padre. —Llevó la otra mano a rascar su oído con nerviosismo—. Y… me tomaste por sorpresa. —Rió por lo bajo—. Creo que sigo dormido…
Kohaku volvió a reírse y quiso hablar otra vez, pero en ese momento la mocosa de siete años entró corriendo a la habitación, gritando "buenos días, buenos días".
—¿Me llevarás a la escuela otra vez, papá? —Tomó su mano y lo jaló al comedor.
—Eh, sí. —Miró a Kohaku, que asintió con una mirada divertida.
Bajó a desayunar con ellas, que de nuevo se devoraron todo a dos manos, y al acabar rápidamente se dirigió a la cochera con la mocosa tomada de su mano, esta vez sin olvidar su maletín y celular.
Al montarse al carro, esta vez la pequeña decidió sentarse directamente al lado suyo, en el asiento del copiloto.
—¿Ya me dirás qué tienes? —Lo miró con sus grandes ojos azules curiosos—. Te ves raro. Diez billones por ciento demasiado raro. ¿Es por algo de ciencia?
—No… no me pasa nada… Mira, son cosas de adultos, ¿ok? No te preocupes por eso —le respondió secamente después de pedirle a Reika que condujera a la escuela.
—Pero es que te portas demasiado raro, casi no pareces mi papá. —Lo miró con las mejillas infladas—. Es porque tendré una hermanita, ¿no? ¡Seguro que ya no me quieres porque me cambias por ella! —Apartó la mirada con molestia.
Muy en contra de su voluntad, Senku sonrió enternecido y un poco culpable.
—Vamos… Yo nunca dije eso, ni he hecho nada para que creas eso. —Con muchísima duda, extendió una mano para acariciar su cabeza, revolviendo sus cabellos blanco-verdosos y desarreglando un poco sus coletitas—. No hay nada de malo en tener una hermana… A mí no me habría molestado tener hermanos. —Encogió los hombros—. No tiene nada que ver, son cosas personales mías.
Eso pareció relajarla, aunque siguió haciendo pucheros.
—Pero… si necesitas que yo te ayude en algo me lo dirás, ¿no? —Lo miró nerviosamente—. Yo puedo ayudar, ¡también soy científica!
Él rió suavemente.
—Lo tendré muy en cuenta.
La dejó en la escuela y le pidió a Reika que lo llevará a su trabajo, y de paso aprovechó a que le dijera más o menos lo que tenía que hacer, en términos sencillos para que pudiera entenderlo.
De todos modos, al estar frente a una larga pila de carpetas y papeles, sintió que bien podría salirle una úlcera.
Si el sueño se esmeraba tanto en proyectos complicados, bien podría esmerarse en algo de ciencia futurista y darle un laboratorio donde experimentar.
Volvió a hacer origami con el papeleo, pensando en Kohaku y Tsukiku, pero también pensando un poco en Byakuya debido a la conversación que tuvo con la pequeña mocosa.
Aún creía que todo era un sueño, pero si no lo era entonces la otra posibilidad era la amnesia disociativa, en cuyo caso debería abrir la bocota y decir la verdad para que lo llevaran a un hospital a tratarse.
Y si se trababa de amnesia entonces eso significaba que esto realmente era el futuro, su futuro.
Dijo que le habría gustado tener hermanos, pero si era el futuro… ¿quizás los tendría? Aunque Tsukiku no lo contradijo pero existía la posibilidad de que simplemente no le hubiera dado importancia.
Byakuya llevaba tiempo babeando por la cantante Lillian, quizás logró que le hiciera caso después de todo, quizás su familia ya no consistía en solo ellos dos… aunque ahora tenían a Kohaku y Tsukiku. Y, aunque el pensamiento era extraño, de todos modos lo hizo sonreír.
Decidió escaparse de la oficina temprano, diciendo que tenía algo importante que hacer cuando varias personas se acercaron a interrogarlo.
Se subió a su auto y llamó a Reika.
—Llévame con mi padre —pidió.
—Como ordené, Senku-sama.
El auto se condujo solo por casi media hora, llevándolo hasta las afueras de la ciudad, a un lugar cercano al río, un lugar que lo hizo bajar del auto boquiabierto.
Su padre no estaba por ningún lado… pero si una fila de lápidas y una estatua suya y de los otros cinco astronautas, incluyendo a Lillian Weinberg a su lado.
Habían un par de personas visitando las estatuas, dejando flores delante de las tumbas.
—¡Senku-san, hola! —Un joven de cabello negro corrió hacia él con una gran sonrisa.
Senku se obligó a dejar de mirar las estatuas con una expresión de desolación y tomó aire para luego mirar al joven.
—¿Nos conocemos?... —preguntó sin ánimos, aún mirando de reojo las estatuas.
—¿No me recuerda? Bueno, no nos vemos tanto desde que mi mamá se metió en problemas con su esposa. —Rió nerviosamente—. Soy hijo de Ruby, soy Rokku.
Claramente Senku no tenía idea de quién era, pero decidió seguir la corriente.
—Ah. Sí, sí, claro. —Asintió—. ¿Y qué haces… aquí? —Volvió a mirar fijamente la estatua de su padre.
—Ya sabe que todos los aldeanos seguimos viniendo aquí de vez en cuando a traer flores y eso. —Sonrió alegremente—. A mí me parece fascinante tener a nuestros antepasados aquí, aunque mi mamá solo quiere venir cuando hay un evento y vienen muchos hombres solteros. —Suspiró resignado—. Bueno, usted ya la conoce.
Senku lo miró confundido.
—¿Antepasados?...
—Sí, ya sabe, estos astronautas fundaron la Aldea Ishigami. —Sonrió con orgullo—. Siempre que pienso en todo lo que debieron pasar al ser los últimos humanos en la tierra me da un escalofrío, ¡pero fueron fuertes y por eso estoy aquí hoy! Y hasta su hija es descendiente de ellos, aunque supongo que eso es raro. —Rió con aún más nerviosismo que antes.
—¿Qué dices?...
—Lo siento, no quise decir nada raro. —Agitó las manos nerviosamente—. Solo que su esposa es una aldeana también, y es cierto que ella es descendiente de ellos, y si lo digo así si suena raro pero…
—Chico, ya cállate.
—Sí, gracias. —Lloró penosamente.
Senku se acercó a las lápidas y miró con tristeza la estatua de su padre antes de mirar a las tumbas, leyendo las inscripciones que habían allí.
Eran sus nombres y sus puestos de trabajo, y además una breve descripción de sus logros en vida.
Después de la "Primera gran petrificación mundial", los astronautas bajaron a la Tierra y continuaron con su legado para salvar a toda la humanidad, haciendo grandes contribuciones al equipo de Ishigami Senku que eventualmente y con todos sus aliados logró recuperar la civilización.
—¿Senku-san? —Rokku lo miró preocupado—. ¿Le pasa algo?
Senku miró hacia el cielo nublado, tomando una profunda respiración antes de sonreír apenas muy levemente.
—Estoy bien. Adiós, chico. —Dio media vuelta, regresando a su auto.
—¡A-adiós, Senku-san!
Condujo hasta la escuela de Tsukiku, o más bien le ordenó a Reika hacerlo, mientras él pensaba en muchas cosas.
La verdad ahora más que nunca esperaba que esto fuera solo un sueño.
O una pesadilla, más bien.
—¡Papá! —Luego de unos minutos, Tsukiku salió de la escuela y entró al auto, envolviendo sus bracitos alrededor de su cuello—. ¡Llegaste temprano! ¡Bien, ya no estoy molesta! —Rió felizmente, antes de besar su mejilla y devolverse a su asiento.
Senku pestañeó aturdido.
—¿Y… cómo te fue?...
—¡Bien! ¡Hoy volví a tener clases de ciencias! Es divertido, ¡pero me gusta más aprender contigo! Mamá dice que no debo tenerte ocupado muchas horas porque siempre tienes trabajo, ¡pero es que eres el mejor maestro! En mi aula solo les están enseñando las propiedades de los elementos de la tabla periódica, ¡pero nosotros nos quedamos en aprender más de cuántica!
Le ordenó a Reika conducir hasta la casa, antes de mirar a la mocosa con una sonrisa suave.
—¿Cuántica, eh? ¿Y recuerdas qué fue lo último que te enseñe?
—¡Ja, claro que sí! —Rió divertida—. ¡Entrelazamiento cuántico! Estabas tratando de que lo entienda pero la verdad aún no puedo. —Se cruzó de brazos con un puchero.
Él sintió el impulso de revolver su cabello una vez más, riendo cuando ella se quejó por estarla despeinando.
—Muy bien, te lo explicaré otra vez.
Al llegar a casa, Tsukiku aún no entendía del todo el entrelazamiento cuántico, pero Senku entendía mucho más de lo brillante que era esa pequeña niñita, porque entendía varios conceptos de química y física avanzada, de nivel superior incluso a preparatoria básica.
Estaba muy impresionado, y la verdad le gustaría poder recordar cómo crió a esa niña brillante. Aunque seguía siendo una mocosa malcriada.
—¡Bienvenidos a casa! —Kohaku llegó a recibirlos tambaleándose por su gran vientre, pero aún así lo sorprendió cuando cargó a Tsukiku en sus brazos como si no pesara nada, le besó todo el rostro y la sentó en su hombro—. El almuerzo ya está listo. —Se acercó a besar su mejilla también.
Él asintió, yendo detrás de ellas al comedor.
Volvió a comer tranquilamente mientras ellas devoraban todo, a veces hablando con la boca llena e incluso jugando con los huesos de la carne y las cáscaras de las frutas.
Era un ambiente tan alegre que no pudo evitar sonreír.
Decidió no volver a la empresa y Kohaku lo miró con extrañeza.
—¿Pasa algo?
—No, solo quiero pasar tiempo con la mocosa… Eh, con la niña.
—Muy bien, aunque ella duerme una siesta a esta hora, así que… —Se acercó a él con una sonrisa que lo hizo tragar saliva—. ¿Por qué no pasas un tiempo a solas conmigo? —Acercó peligrosamente su boca a la suya.
Senku casi se desmaya ahí mismo.
—Eh… ¡AGH! ¡Mi estómago! —Se apartó rápidamente—. ¡Debo ir al baño, lo siento! —Huyó sin mirar atrás.
Solo se animó a salir del baño cuando escuchó la vocecita de la mocosa preguntando por él, a lo que pudo suspirar con alivio.
Pasó el resto de la tarde con ella, enseñándole sobre ciencia y despeinando sus coletitas cada vez que lo impresionaba por su alto conocimiento, riendo al oírla quejarse de eso.
Kohaku se les unió en un punto, trayendo bocadillos y sentándose a su lado a pesar de que claramente la ciencia no era de su mayor entendimiento. Pero ella sonreía de una forma tan radiante al verlos que Senku varias veces se olvidó de lo que estaba diciendo por estarla mirando.
Esa noche tuvieron una cena agradable, aunque Senku no podía evitar temblar cada vez que veía las miradas indiscretas que Kohaku le enviaba. Y aunque podía sentir el rostro en llamas juraba que era diez billones por ciento seguro que NO estaba sonrojado.
—Te toca arroparla esta noche —le dijo Kohaku mientras recogía los platos después de comer el postre.
—¿A mí?
—¿A quién más? —Rió divertida—. Tú eres su padre, ¿o no?
—Claro, cierto. —Tomó la mano de la mocosa y la llevó hasta su habitación.
—Ya no tienen que hacer esto, ya soy grande —se quejó ella, antes de dar un gran bostezo.
—Podemos hacer una excepción por hoy, pero igual hablaremos un poco más de ciencia antes de dormir, ¿hecho?
—¡Hecho!
Una vez estuvo en su cama, él la cubrió con sus sábanas sin importarle sus quejas y retomó sus lecciones donde las había dejado, feliz de ver sus ojos maravillados por aprender más y más de ciencia.
Era una niña muy adorable, y cuando se durmió tuvo el impulso de besar su frente, y así lo hizo.
Luego claramente se la pasó unos buenos diez minutos recriminándose que él no se iba a encariñar con esa mocosa, pero al final solo pudo suspirar y admitir que sea un sueño o no, esa niñita lo tenía completamente en la palma de su mano.
Al parecer el don de tenerlo embobado lo heredó de su madre, porque al salir al pasillo y ver su sonrisa radiante y enternecida sintió una vez más que se le subía toda la sangre al rostro, aunque eso era ridículo.
—Sabes, hoy y ayer por alguna razón tuve la impresión de que algo andaba mal. —Se acercó a él a paso lento por su embarazo—. Estabas muy raro… No parecías tú. No parecías mi Senku. —Envolvió sus brazos alrededor de su cuello y lo miró a los ojos—. Pero al verte con nuestra hija y ver la forma en la que me miras ahora… sé que sigues siendo el mismo. Eres mi Senku. —Acercó su rostro al suyo y lo besó en los labios.
Él abrió mucho los ojos, sintiendo la suavidad y calidez de su boca. Era una sensación embriagante que pronto lo hizo cerrar los ojos.
Le correspondió como pudo, posando las manos a los lados de su rostro, ya sin importarle que esto fuera una pesadilla o bien un futuro que no recordaba.
Aunque ahora ya no sentía que fuera una pesadilla. Esto más bien se sentía como el más extraño de sus sueños, pero un sueño que Kohaku volvía el más grato de su vida.
Kohaku y Tsukiku eran un sueño maravilloso, y por primera vez deseó que fueran reales.
El sueño se volvió demasiado abrumador cuando los besos de su mujer se volvieron más apasionados, y Senku sintió los nervios a flor de piel al sentirla comenzando a desabotonar su camisa.
—Espera. —Se apartó rápidamente—. Hay algo que debo decirte…
—¿Eh? —Ladeó la cabeza—. ¿Qué cosa?
Carraspeó y la llevó a la habitación, a lo que ella aprovechó para recostarse ya que le dolían los pies.
—¿Y bien? ¿Qué pasa?
—Bueno… —Hurgó en su oído para tratar de aparentar tranquilidad—. Es un poco complicado… Yo…
—¡Oh, está pateando! —Ella se apresuró en tomar sus manos y jalarlo a la cama, posando sus manos en su vientre—. Aquí, aquí. ¡¿Lo sientes?!
Senku rió suavemente al sentir otra vez esos golpecitos.
Nunca antes había tenido curiosidad por algo así, pero era verdaderamente fascinante… y era su bebé.
Tsukiku era su hija, y aquí tenía otra en camino… Era absurdo y fascinante… No podía asimilarlo del todo, pero no era desagradable. De hecho, casi se sentía emocionado.
—Oye… Hola, mocosa. —Volvió a reír—. Elegiste un mal momento, pero me alegra volver a tener contacto contigo. —Frotó sus dedos sobre la tela del camisón, riendo al sentir como pateaba más—. Eres increíble… Debo darte diez billones de puntos por despertar mi curiosidad sobre este tipo de cosas —susurró para que Kohaku no lo escuchara, aunque al verla de reojo pudo ver que ahora tenía una sonrisa soñolienta y apenas podía mantener los ojos abiertos—. Mañana volveré a hacer el intento de hablar con mamá, y agradecería que me dieras espacio, ya suficiente le quitas a sus órganos. —Volvió a reír.
Siguió hablando de puras tonterías hasta que se dio cuenta de que Kohaku se durmió, entonces la ayudó acomodarse mejor y volvió a posar su mano en su vientre.
—Buena charla, mocosa. Hasta mañana.
Se quedó dormido con un brazo por encima de la cintura de Kohaku, acariciando su vientre.
Al despertar, se sintió frío y solo.
Se sentó de golpe, mirando a su alrededor con pánico.
Estaba en su habitación de siempre, en el departamento que compartía con Byakuya.
¡Pero Kohaku y Tsukiku! ¡¿Dónde estaban ellas?!
¡¿Dónde estaban Kohaku y…?!
¿Y quién?
¿Dónde estaba Kohaku…?...
¿Kohaku?
Se llevó una mano a la frente, sintiéndose muy confundido.
Tuvo un sueño tan realista…
Su alarma lo sacó de sus ensoñaciones y rápidamente maldijo y se preparó para ir a la escuela.
Estuvo toda la mañana intentando recordar bien el sueño. Sabía que tenía que recordar bien a Kohaku y a… ¿a quién más?
¿Por qué soñó algo respecto a perder a su padre, incluso aunque no recordaba bien por qué lo perdió?
¿Por qué Kohaku era tan importante?
¿Y por qué sentía que olvidaba el nombre de una personita muy importante para él?
¿Qué clase de sueño extraño tuvo?
Esta vez sus pensamientos fueron interrumpidos por Taiju entrando al club de ciencias gritando como loco que iba a declararse a Yuzuriha.
Eso lo hizo sacar un poco su mente del sueño, pero en la hora del receso al verlos bajo el árbol de alcanfor no pudo evitar recordar a una hermosa mujer rubia de ojos azules con una sonrisa radiante.
Aún sentía la calidez de sus labios en los suyos…
—Kohaku… —susurró perplejo mientras compraba su bebida energética favorita y se acercaba a una ventana para ver la confesión de sus mejores amigos—. ¿Acaso fue solo un sueño?
Bebió de su soda hasta que el repentino silencio de Taiju llamó su atención, haciéndolo voltear con pánico hacia una luz verde inmensa cubriendo todo el cielo, aproximándose a ellos.
Lo siguiente que supo fue que todo se volvió negro.
No obstante, su mente siguió activa, contando segundos… e intentando recordar ese último sueño.
Fin.
Holaaaaaaaaaaaa :D
Otro OS para la Semana SenHaku!
Tema: Viaje en el tiempo!
Me gusta mucho este tema, quizás haga otro aunq ya se me pasó el día pero no la semanita uwu
Ojalá que les haya gustado y muchas gracias por todo su apoyo! Se les ama!~
Me despido!
CELESTE kaomy fueraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!
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