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Recuerdos que nunca tuve

En medio del caos, del fuego y la destrucción, algo parecido a una cabina de fotos con ruedas y un diseño metálico con una puerta de cristal polarizado se apareció de la nada.

Una especie de burbuja extraña rodeaba la cabina, y en ella no entraba ni el humo ni el fuego, ni siquiera el aire, así que si hubiera algo vivo dentro de esa burbuja sin duda moriría, de no ser porque ya contaba con un sistema que brindaba el oxígeno necesario a la persona que se encargó de construirlo. Esa persona era Ishigami Senku.

Senku se bajó de la cabina y sonrió al ver que la ubicación fue exacta, perfecta para acabar justo al lado de donde Kohaku se había desmayado en ese almacén en llamas. Ni siquiera tuvo que salir del todo de la burbuja para tomarla en sus brazos y meterla dentro de la burbuja, protegida del fuego y de todo lo que pudiera lastimarla y arrebatársela otra vez.

Se subió a la cabina una vez más y le ordenó a la inteligencia artificial sacarlos de ese almacén mientras se sentaba en los asientos acolchados, a lo que la cabina se condujo hacia el bosque, atravesando las paredes de metal como si no estuvieran allí.

No dejó de mirar a Kohaku en sus brazos. Se veía aún más hermosa de lo que recordaba.

La abrazó contra su pecho, sintiendo su calidez, sintiendo que aún seguía allí, con vida.

Sonrió, sin molestarse en ocultar las lágrimas cayendo por sus mejillas. Hace mucho que le daba igual llorar o no, ser débil o fuerte, ya tenía cuarenta y nueve años, después de todo. Ya había pasado por demasiadas cosas.

Luchó demasiado por construir una máquina del tiempo, pero finalmente tenía a Kohaku sana y salva en sus brazos. Y no volvería a dejarla ir.

Continuó abrazando a Kohaku, besando suavemente su mejilla, hasta que unos gritos desesperados lo sobresaltaron.

Le ordenó a la IA que abriera la puerta de la cabina, ya que de todos modos los que estuvieran fuera de la burbuja de vacío no podían verlo. Y lo que vio al abrir la puerta lo dejó sin aliento.

Se vio a sí mismo de joven, siendo contenido por Tsukasa y Chrome, que intentaban hacerlo entrar en razón, hacerlo entender que no podía entrar a ese lugar después de que Kohaku se sacrificará para salvarlo. Se vio caer de rodillas frente al almacén, viéndolo arder junto a la mujer que amaba. Recordó lo impotente que se sintió en ese entonces.

Recordaba sentir que él también murió en ese lugar. Recordaba todas las noches deseando que fuera solo una pesadilla, desear despertar y tenerla a su lado otra vez. Recordaba todo ese dolor insoportable, impidiéndole respirar correctamente toda su asquerosa vida hasta que comprobó su teoría de que existían líneas alternas de tiempo y en una prueba pudo volver a ver a su Kohaku. Y fue solo al volver a verla que pudo respirar con tranquilidad, algo que no había hecho en más de veinte años.

Ahora tenía a Kohaku en sus brazos... y ahora ese Senku que veía allí, muriendo en vida frente al incendio, iba a experimentar el mismo dolor que tuvo que soportar.

Miró a la chica en sus brazos. Era la mujer que amaba, tal y como la recordaba, bella, fuerte, joven... ¿Y él? Era un viejo de casi cincuenta años, desesperado, queriendo robársela, alejarla de su realidad, la realidad a la que pertenecía.

Él no era el Senku que ella conocía, sino aquel que estaba llorándola frente al almacén. Y nunca se había preguntado qué pasaría con él, ni qué pensaría ella, porque por supuesto que iba a decirle la verdad si el plan era llevarla consigo a su realidad. Y ella no tenía idea de quién era él, ella conocía a ese otro, ella amaba a ese otro.

Él la salvó, sí, pero no podía hacer esto.

No entendía cómo es que no lo pensó antes. ¿Era tan inteligente para construir una máquina del tiempo pero no para no calcular las consecuencias morales y emocionales de alterar las realidades alternas?

Por supuesto que no sería capaz de arrebatarla del lugar al que pertenecía, por más que le doliera, por mucho que había luchado por recuperarla... Lo que él quisiera era insignificante frente a lo que ella querría, lo que ella necesitaba y a dónde realmente pertenecía.

Miró con tristeza a la mujer inconsciente en sus brazos.

Aparentemente iba a perderla otra vez...

Besó sus labios suavemente, antes de bajarse de la cabina y dejarla con delicadeza en el césped.

Le fue difícil dejar de acariciar su rostro, le fue difícil alejarse y le fue casi imposible dejar de mirarla, pero era lo que debía hacer.

Tragándose el nudo en su garganta, volvió a entrar en la cabina y le ordenó a la IA alejarse un par de metros del lugar, dejando a Kohaku fuera de la burbuja y a la vista de los demás.

No dejó de mirarla hasta que ella despertó y se puso en pie, como la mujer fuerte que siempre fue, y entonces caminó hasta el almacén del que ahora solo quedaban ruinas.

Cuando se acercó al Senku de esa realidad, él volteó lentamente, y la vio sin poder creerlo, antes de correr a abrazarla con desesperación, aferrándose a ella como si fuera a desaparecer en cualquier momento.

Senku sonrió desde la cabina. Le habría encantado que alguien hubiera hecho eso por él... pero le tocó ser el héroe para ellos, aún si no lo sabrían, y aún aunque debería resignarse a la soledad.

Al menos estaba seguro de que sabrían valorarse después de pasar por algo así, y serían felices, como él jamás pudo ser.

—Reily —llamó a la inteligencia artificial de la máquina del tiempo—. Vámonos de aquí.

—¿A dónde desea ir, amo? —contestó su voz cibernética.

—A casa, regresa a mi época. —Cerró los ojos con pesar, recostándose contra el respaldo del asiento.

—Pero ¿y Kohaku-sama?

—Ella está donde pertenece, no te preocupes por eso.

—Me preocupo por usted, amo. Todo el objetivo de esta misión era darle una oportunidad para ser feliz.

—Mi felicidad me importa muy poco, Reily. —Se llevó una mano a la frente, cubriendo sus ojos—. Lo más importante es la felicidad de Kohaku. Ella está con su Senku, y yo perdí a mi Kohaku y es imposible recuperarla. No puedes cambiar lo que ya pasó, solo ir a otras líneas de tiempo. Ya lo sabes...

—¿Y qué tal una línea de tiempo donde sea ella la que lo perdió a usted?

—¿Eh? —Abrió mucho los ojos, apartando el brazo de sus ojos y mirando a la pantalla de la computadora de la cabina.

—Detectó una línea cercana donde ella lo perdió a usted hace muchos años, y lo extraña profundamente, desea con desesperación recuperarlo.

Él se quedó sin aliento, pero rápidamente apretó los labios, sin querer ilusionarse.

—Pero...

—Y... ella tiene una edad cercana a la suya —agregó Reily.

Senku suspiró derrotado.

—Bien... Vamos a echar un vistazo.

—¡A la orden!

Volvieron a viajar a través de las líneas temporales, acabando frente a una mansión tan grande que casi parecía un palacio. Era de noche y todo estaba en relativo silencio.

La cabina se adentro en la casa, traspasando las paredes sin problema, ya que nada dentro de la burbuja interactuaba con los elementos de esa realidad.

Llegó a un comedor, donde pudo ver algo que casi lo hace volver a llorar como un bebé.

Kohaku, que se veía bastante joven para estar cerca de su edad, estaba cenando con una adolescente y una niña. La adolescente se parecía mucho a Senku, sus facciones eran idénticas a las de él, aunque sus ojos eran azules y su peinado se parecía más al de Kohaku. La niña tenía el rostro idéntico a la leona, pero en lo demás era igualita a él, solo que su cabello no estaba parado, sino que caía en suaves ondas enmarcando su rostro regordete.

Así que esas serían sus hijas si no hubiera perdido a Kohaku ¿eh?... Que alegría haber podido conocerlas.

—Iré a dormir ahora, niñas. —Kohaku se levantó de la mesa con una sonrisa cansada—. Que pasen buena noche.

—Buenas noches, mamá —contestaron ambas.

Senku quería seguir viendo a Kohaku, pero decidió ver un poco más a sus hijas.

—¿Qué no irás a dormir, pulga? Ya es tarde. —La adolescente despeinó a la más pequeña con una risa burlona.

—Pero quiero dejar listos los bocadillos para el desayuno de mami. Eso siempre la anima.

—No parece especialmente triste...

—¡Claro que sí! Siempre se pone triste en las noches. —Sus ojos color carmín se aguaron.

—Pero eso es normal... —La adolescente suspiró—. Aunque tampoco me gusta. Bien, bien, prepararemos algo para ella.

—¡Hurra!

Él sonrió suavemente, frotando sus ojos.

—Sígueme, Reily, quiero ver a Kohaku. —Caminó a través de la casa, atravesando todo, hasta que encontró el cuarto de su amada, viéndola dormida en una gran cama doble.

Le pidió a Reily mantenerse quieta y avanzó hasta la cama, saliendo de la burbuja.

Se sentó en el colchón junto a ella, estirando una mano para acariciar su rostro que contaba con apenas unas leves arrugas y aún así era más hermoso que nunca.

Esta debería ser su vida... Él debería estar junto a ella... Pero no era su Senku y nunca lo sería, no era el padre de esas niñas, y jamás podría alejarla de ellas. No sería capaz.

Debía irse sin nada. No tenía más opción que volver a su vida de soledad.

Justo cuando planeaba ponerse en pie, ella abrió los ojos levemente, haciéndolo congelarse del pánico.

—Senku... —Sonrió adormilada—. Volviste... —Estiró su mano hacia él. Quiso alejarse, ponerse de pie e irse, pero ella tomó su muñeca—. No te vayas —suplicó, con lágrimas comenzando a caer de sus ojos—. Aunque seas solo un sueño... quédate un poco más...

Él se quedó inmóvil, incapaz de negarse, pero sabiendo que no pertenecía allí. Aún así, sí ella creía que esto era un sueño, entonces bien podría correr el riesgo solo por esta vez.

No se fue, no pudo hacerlo. Se dejó arrastrar por ella y pasó la noche durmiendo a su lado, abrazándola con todo el anhelo que un hombre podría sentir.

Se despertó antes del amanecer y se escapó de su lado lo más sigilosamente posible. No importa lo mucho que doliera, ella debía creer que eso fue solo un sueño.

Regresó a la burbuja y la vio dormir un buen rato, viendo los rayos del amanecer iluminar su rostro poco a poco. Le encantaría despertar todos los días de su vida así, pero a pesar de todo siempre atesoraría esa noche.

Volvió a entrar en la cabina y se sentó con cansancio en el asiento acolchado.

—Ya fue suficiente Reily, vamos a casa.

—Pero, amo...

—¡Dije que regresemos! —Estrelló su puño en la cabina, directo en el panel de control.

—Eh, amo...

—Mierda...

Volvieron a viajar entre las líneas alternas, esta vez a quién sabe dónde.

Llegaron a una agradable tarde de primavera, frente a la misma mansión-palacio de antes.

Salió de la cabina con curiosidad al escuchar risas de niños por todas partes, y entonces vio a varios chiquillos corriendo por el césped, jugando a las atrapadas.

Alzó una ceja al ver el jardín de la mansión lleno de mocosos de cabello blanco-verdoso, ¿de dónde había salido tanto clon suyo?

Aunque por ahí vio corriendo a un pequeñito con cabello rubio que parecía la mini versión masculina de Kohaku, pero con ojos color carmín.

¿Estaban en una línea de tiempo donde tuvieron como cinco hijos? O bueno, seis, porque a lo lejos veía a Kohaku con otro bebé en brazos.

—Sígueme, Reily —le ordenó a la IA, a lo que la cabina lo siguió mientras avanzaba por el jardín, manteniéndolo dentro de la burbuja para no ser visto.

Al acercarse más, pudo ver que en realidad Kohaku ahora se veía mucho mayor que él, aunque seguía viéndose en forma y hermosa. A lo lejos estaba una de sus hijas, la mayor, junto con un hombre castaño y alto que aparentemente debía ser su pareja.

Luego de unos segundos apareció su otra hija, que ahora era una adulta, y estaba acompañada por otro Senku mucho mayor que él y otro hombre joven de cabello largo, su pareja, quizás.

Así que ese montón de niños eran sus nietos, ¿eh?

Sonrió encantado.

—Creo que me quedaré un poco más.

Se sentó en el césped, observando a los niños jugar y a las familias interactuar, aunque eran una sola familia, su familia. Y era más bella de lo que nunca podría haber soñado.

Se quedó allí hasta el atardecer, para luego volver a la cabina con una sonrisa en el rostro.

—Ya es tiempo, ¿no crees, Reily? Ya vi suficiente. —Se sentó sin borrar su sonrisa—. Voy a estar bien, aunque esté solo. Apreciaré estos recuerdos por el resto de mi vida.

—Tal vez usted se conforme, pero yo no.

—¿Qué dices?

—Aún tengo energía para dos viajes más. Para hacer otro viaje antes de volver a casa. No tendrá que estar solo.

—Reily, no voy a hacer esto. —Negó con la cabeza—. No puedo, yo ya perdí a mi Kohaku y lo aceptó. Y no siento que este viaje me haya dejado sin nada, estaré bien. —Tomó aire—. Sé que estaré bien.

—Lo siento, pero no le estoy dando una opción.

Antes de que pudiera protestar, volvieron a viajar a través de las líneas temporales.

Esta vez acabó en una fría madrugada, en una versión más pequeña de la mansión de antes, pero donde todo estaba destrozado.

—¿Qué es esto, Reily?...

—Por favor entre a la casa. Hay alguien que lo necesita.

No se atrevió a preguntar y salió de la cabina y de la burbuja, caminando hasta entrar a la casa, mirando todo a su alrededor.

Lo primero que vio fueron destrozos, luego vio la sangre.

Se le revolvió el estómago, pero de todos modos buscó saber qué fue lo que pasó. Buscó en el sistema de seguridad y lo vio todo. Vio su propia muerte. Fue rápida, pero cruel, porque dejaba algo muy importante atrás.

Reily tenía razón, alguien lo necesitaba.

Caminó hasta el fondo de la casa, hasta una puerta escondida, donde escuchó pequeños sollozos que le rompieron lo poco que le quedaba de corazón.

Abrió la puerta y de inmediato unos ojos azules inundados de lágrimas lo miraron como sí fuera un milagro.

—¡Papá! —La pequeña bebé de dos años le extendió los brazos, sollozando de alegría.

Él se arrodilló para tomarla en sus brazos y envolverla en un fuerte abrazo, acariciando su espalda y su cabecita con todo el cariño del mundo, con lágrimas amenazando con escapar de las comisuras de sus ojos.

Los asesinos hicieron las cosas bien, las autoridades probablemente hubieran tardado mucho en darse cuenta y llegar al lugar, y la pequeña hubiera muerto encerrada allí... Ella lo necesitaba. Ella podría pertenecer a su lado.

La meció en sus brazos hasta que se quedó dormida. Necesitaba atención médica, pero luego se ocuparía de eso. La cuidaría bien, sería el mejor padre del mundo para ella.

Por haber estado observando a su versión adulta, sabía que su nombre era Tsukiku.

Era su Tsukiku.

La llevó a la cabina y empacó todo lo que pudo de su ropa, juguetes y todo lo que pudo encontrar. También todas las fotografías que encontró.

Se vio en las fotografías muy feliz con Kohaku, casándose con ella y cuando estaba embarazada, pero después de que nació la bebé su madre dejó de aparecer en las fotos.

Su Tsukiku estaba completamente sola, tal como había sospechado.

Estaba sola... como él.

Una vez tuvo todo listo, volvió a la cabina y la abrazó con todo el amor del mundo. Porque ya la amaba, era su hija y se sentía como su padre, y la cuidaría lo mejor que pudiera.

Ella ya no estaría sola... Ellos ya no estarían solos.

De ahora en adelante, se tendrían el uno al otro.

Fin.

Hola :'D

No sé si lo recuerden, pero dije que iba a hacer otro fic de Viaje en el tiempo, porque me encanta ese tema x'D

Así que aunque ya se acabó la Semana SenHaku aquí tienen este fic para su disfrute uwu

Ojala les haya gustado :3

Me despido!

CELESTE kaomy fueraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!

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