Motivos
Senku no encontraba muy agradable las pandemias mundiales, y mucho menos las épocas de cuarentena.
Esta vez el virus era ligeramente más peligroso que ese COVID19, así que las medidas eran mucho más rigurosas, e incluso aunque él era uno de los muchos científicos trabajando en una cura debía hacerlo desde su casa, aislado del resto del mundo.
Al menos tenía una compañía muy agradable a su lado, incluso aunque en un principio no lo fue tanto...
—¿Cómo va eso? —Kohaku llegó a abrazarlo por la espalda, arrancándole una pequeña sonrisa y haciéndolo apartar la mirada por un instante de sus libros e informes.
—Sin cambios, por el momento. Puedo seguir luego, ¿vamos a comer algo?
—¡Ja, claro que sí!
Se sentaron a comer con grandes tazones de ramen frente a ellos, mirando una película.
En lo que comían tranquilamente, Senku miró de reojo a Kohaku, sin poder creer que ahora estaban así después de llevarse tan mal.
La conoció en las peores condiciones, intentando robarle comida. Su sistema de seguridad la detectó al instante, pero debido a lo ágil que era sus robots no pudieron capturarla y Senku salió a ver quién era el idiota que trató de robarle, solo para ser capturado por ella que amenazó con matarlo para que sus robots la dejaran en paz.
—¿De verdad me vas a matar? —Él rió con sorna—. ¿Y exactamente cómo vas a escapar de la cerca eléctrica de cuatro metros que se activó apenas mi sistema de seguridad te descubrió?
—¡¿EEEH?!
—Vi por las cámaras de seguridad que intentabas robar comida, ¿por qué no te calmas, comes algo y te largas de mi casa? Ahora, ¿podrías soltarme? Quiero desinfectarme en caso de que no tomarás las medidas de salud adecuadas.
—¡Ja, estás loco sí piensas que te creeré!
—Entonces mátame y quédate atrapada aquí mientras la policía llega a encerrarte de por vida por asesinar al científico que más ha avanzado en este país para encontrar una cura.
—¡¿Qué tú QUÉ?!
Después de mostrarle en su celular con un video sencillo de una fuente confiable que él era una eminencia en el mundo de la ciencia y había avanzado mucho en la invención de una cura, ella lo dejó ir y lo miró de una forma que lo hizo sentir francamente incómodo.
—¿Y ahora qué?
—N-nada... Yo... lo siento, por todo.
—Eso no importa, entra y come algo. Luego toma unas provisiones y vete. —Hurgó en su oído con fastidio.
—Gracias. —Sonrió suavemente.
Él esperó a que entrara antes de seguirla, notando entonces que caminaba con un leve cojeo.
Rodó los ojos y se acercó para tomarla del brazo y guiarla a la enfermería, ignorando sus protestas.
Curó su herida, un esguince en el tobillo, pero desgraciadamente su asquerosa caballerosidad no le permitió dejarla irse después de que comiera, y le permitió quedarse hasta que se curará del todo.
—Eso con una serie de condiciones, por supuesto. Que no toques nada de mis cosas ni aspires a llevarte nada más de lo que yo te dé. Y que te vayas apenas te cures, y ya no vuelvas, porque no serás bien recibida.
Ella hizo una mueca descontenta, pero asintió.
—Sí, entiendo. Y te lo agradezco mucho.
Pasados un par de días, cuando Senku salió del laboratorio a comer, se sorprendió de no verla ya almorzando, y por pura curiosidad fue a ver si estaba en el cuarto de invitados, solo para sorprenderse al verla a través de la ventana, saliendo de su casa.
—¡Oye! ¿Qué crees que haces? —Corrió a la puerta, abriéndola y sorprendiendo mucho a Kohaku.
—Ya me cure —le dijo con una sonrisa—. Así que me voy. Me llevó solo lo que me autorizaste, ¿quieres revisar las bolsas? —Estiró los brazos para que tomara las bolsas, pero él tomó su muñeca y la arrastró de regreso a su casa.
—Es diez billones por ciento imposible que te cures tan rápido, te quedas al menos hasta la próxima semana y no quiero peros.
—¡Pero...!
—Dije que sin peros, leona terca.
—¡No soy una leona!
Al día siguiente, el gobierno dio un comunicado de que las cosas habían empeorado y tenían absolutamente prohibido salir de sus casas sin autorización externa, y que cualquiera que saliera para comprar debía ser por un turno que sería dado a través de internet, y de ser descubierto fuera sin tener turno sería arrestado, acabando en prisión o enlistado en el ejército.
Senku volteó a ver con seriedad a su invitada luego de escuchar eso en la televisión.
—¿Tú tienes a dónde ir, Kohaku?
—No, pero descuida... no dejaré que me atrapen. —Apretó los puños, sudando visiblemente.
Claramente no la dejó irse, no era tan cruel, así que se quedó atrapado con ella por meses, esperando a que las condiciones mejoraran.
Tardó, pero las cosas mejoraron, y ya no eran tan severos con atrapar a gente sin turno afuera, así que ya no era necesario que ella se quedará.
Pero lo que también mejoró en esos meses fue su relación...
Senku se acostumbró a verla comiendo en el comedor, y hasta empezaron a turnarse para cocinar, aunque a ella le gustaba más como cocinaba él y a él como cocinaba ella, lo cual era una divertida ironía. También se acostumbró a verla haciendo su rutina de ejercicio en el jardín cuando él necesitaba hacer algún experimento al aire libre. Y ni hablar de sus noches jugando videojuegos hasta altas horas. La verdad se acostumbró a no estar solo. Se acostumbró a ella, a Kohaku. Y no quería que se fuera.
Ambos sabían que ya podía irse, pero ninguno dijo nada y Senku pensó que llegaron a un acuerdo tácito de que podría quedarse después de todo, pero... una mañana se despertó y ella ya no estaba allí.
La buscó por toda la casa, antes de aceptar el duro golpe de que lo había abandonado sin decirle nada.
Su primer impulso fue ir tras ella. Se subió a su auto y la buscó por horas, hasta que los policías y militares comenzaron a mirarlo mal y tuvo que tragarse sus emociones y regresar a la casa.
Jamás se sintió tan solo como los siguientes días que pasaron. Ni siquiera pudo concentrarse en sus investigaciones.
La extrañaba y lo admitía. Y tal vez más que eso...
No la conocía mucho, nunca le preguntó demasiado respecto a su vida y su pasado, pero estaba asquerosamente preocupado y también un poco resentido, porque ella ni siquiera le dio una explicación o una advertencia. Simplemente se fue y lo dejó allí solo.
Una noche se despertó por una tormenta demasiado fuerte que abrió su ventana de golpe, y al abrir los ojos pudo ver el rostro lleno de pánico de Kohaku al otro lado de la ventana.
Se paró de inmediato y fue tras ella, que se alejó hasta la otra punta de su balcón.
—¿Kohaku?... —No lo podía creer.
Ella sonrió de forma casi tímida.
—Hola, Senku...
Él parpadeó, aturdido, antes de negar con la cabeza y pedirle que entrara a su habitación.
Le dio una toalla ya que la lluvia la había empapado un poco y se sentaron en su cama a hablar y tal vez a discutir.
La interrogó, por supuesto, y casi se va de espaldas cuando ella le dijo que después de escaparse el primer día regresó y se dispuso a dormir en su techo, y que todas las noches durmió allí hasta que llovió y decidió invadir su balcón. Planeaba seguir así hasta encontrar un lugar mejor, y cuando él le preguntó por qué ella le dijo que no quería molestarlo más.
—¿Molestarme? —Chasqueó la lengua, hurgando en su oído más que fastidiado—. Leona ingenua... Hace tiempo que no me molestas, sí no te quisiera aquí te lo diría.
—Pero no tienes ninguna obligación de...
—Mi obligación es que te amo, ahora deja de decir esas cosas absur... —Calló cuando ella, después de mirarlo con la boca por los suelos, se le tiró encima a besarlo con desesperación.
La pandemia no mejoraba ni empeoraba, la cuarentena parecía interminable, pero al menos ya no estaba solo.
Ahora tenía la mejor compañía que podría haber deseado, la casa ya no era solo suya, sino de los dos.
Y en unos meses serían tres.
Aún en tiempos difíciles, siempre habrían motivos para sonreír.
Fin.
Holaaaaaaaaaaa :D
Tarde pero seguro, aquí otro fic para la Semana SenHaku!
Tema: Cuarentena!
Ojala q les haya gustado y no olviden que se les ama!
Me despido!
CELESTE kaomy fueraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!
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