Misión Infernal
Senku nunca fue un demonio ágil, pelear no era su terreno, pero tampoco era alguien débil, su poder siempre le bastó para defenderse sin ayuda, eliminando a su enemigo antes de que pudiera atacar.
Esta vez, sin embargo, estaba dudando en acabar con el enemigo.
Matarla era la única forma de escapar de su velocidad insuperable y su gran poder celestial, pero no podía, así que solo se dedicaba a escapar de ella, esconderse y pensar.
Estaba intentando convencerse de que matarla era lo mejor, no obstante mientras más tiempo pasaba más se daba cuenta de que ella también ya podría haberlo matado a estas alturas.
¿A qué estaba jugando? ¿A qué estaban jugando los dos?
¿Cómo fue que se metió en este problema, para empezar?
Pff, como si no lo supiera…
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Senku era un príncipe del infierno, un representante de los siete vicios capitales, en su caso… la soberbia.
El trabajo de los siete vicios capitales era muy sencillo: alejar a la humanidad de los caminos del creador, sumirlos en los vicios, en los placeres terrenales y así atraerlos al infierno.
Por cada alma que atraían al infierno, su poder aumentaba, aunque sea por muy poco.
Senku había elegido a la ciencia como su as, siendo esta una creación de los humanos, que aumentaban su soberbia mientras más aumentaba su conocimiento. Puso a la ciencia en contra de la religión y mientras esta más avanzaba los creyentes disminuían, y el número de moradores del infierno aumentaba por miles y miles, y hasta millones de millones. Por lo tanto, su poder era inmenso y se convirtió en un pez gordo en el infierno.
Pasaba la mayor parte del tiempo en la Tierra, vigilando los avances científicos, pero cuando sus compañeros lo llamaron a una reunión de emergencia no le quedó de otra más que asistir.
—Ha pasado tiempo desde la última vez que nos reunimos —dijo Gen sentándose en uno de los sillones de la sala principal de su palacio—. ¿Cómo les ha ido? A mí me enorgullece decir que el mundo es más promiscuo que nunca, pueden agradecerme si las mujeres caen a sus pies con solo verlos. —Él representaba a la lujuria.
—¡Yo deseo a cada pecador del mundo, todos caen ante las tentaciones del dinero y la fama! Hoy más que nunca, internet ha ayudado mucho. —Ryusui chasqueó los dedos con una gran sonrisa, sentándose junto a Gen. Él representaba a la avaricia.
—La ira siempre ha sido innata en el ser humano, no me preocupa. —Tsukasa encogió los hombros, tranquilo a pesar de representar la ira.
—Pues me gusta pensar que la gente al menos puede descansar en la Tierra antes de venir a sufrir al infierno. —Ukyo era un pésimo representante de la pereza, pero bueno, ¿qué se podía esperar de un ángel caído, un desertor de los cielos?
—¡A mí también me gusta pensar que disfrutan su vida antes de tener que acabar aquí! ¡Es un pequeño precio a pagar! —Taiju rió alegremente mientras se llenaba la boca de carne de res. Él no era un ángel caído, solo era un idiota. Representaba la gula.
—¿Podrían ir al punto? Algunos tenemos cosas que hacer, necesitan ser más eficientes. —Hyoga era bastante crítico para representar la envidia.
—Bien, bien. —Gen tomó la palabra—. Como sabrán, nuestro poder es más grande que nunca, está llegando más gente al infierno que al cielo en las últimas décadas, y el rey del infierno está muy contento con nosotros, pero sigue odiándonos un poco por una razón que ya bien conocen…
—Las nefilims virgenes. —Ryusui sonrió con malicia—. Tú y yo hemos sido quienes más mujeres le robaron a sus hijos, para no cumplir con su deseo del Anticristo.
—Así es, Ryusui-chan~. Y la familia real acaba de descubrir a una nueva nefilim que llegó a los veinte años virgen. Una nueva víctima que debemos encargarnos de deshonrar antes de que alguno de ellos lo consiga y engendre a la criatura que destruirá a la humanidad.
—Recuerdenme, ¿por qué han estado confabulando para salvar a los insignificantes humanos? —Hyoga pareció disgustado—. Simplemente déjenlos morir. Los ángeles deberían abstenerse de fornicar con humanas y engendrar nefilims, ellos son los que deben proteger a la humanidad, no nosotros.
—¡Ni hablar! —Gen y Ryusui se escandalizaron—. ¡Se nos acabaría toda la diversión!
—Los humanos no me interesan, pero sí sus conocimientos, quiero descifrar el universo del creador. —Senku encogió los hombros—. Y sabes que Ukyo y Taiju les tienen compasión, y Tsukasa se trajo una al infierno para hacerla su mujer, a la que disgustara si los deja aniquilar. Son seis contra uno aquí.
Hyoga pareció aún más descontento, pero ya no dijo nada.
—¡Me alegra mucho que pienses así, Senku-chan!~ —Gen se apareció detrás de él de repente, haciendo que Senku le lanzará un rayo escarlata a la cabeza—. ¡Cuidado con mis muebles! —Lo esquivó y sonrió nerviosamente—. Como sea, como sea, es muy bueno que no quieras la aniquilación de la humanidad, Senku-chan, porque esta vez serás tú el que deba deshonrar a la nefilim antes de que alguien de la familia real lo haga~.
Silencio.
—¿Qué? —Cuando finalmente salió del shock, rápidamente lanzó otro rayo a la cabeza de Gen—. Ni hablar, ¿por qué demonios haría eso? No me interesan los placeres carnales, todos lo saben, ese es tu campo y el del otro idiota. —Señaló a Ryusui, que más que ofendido sonrió con orgullo.
—¡Exactamente! Y es por eso que sí salimos del infierno ahora nos tendrán vigilados en cada rincón. —Ryusui se puso serio—. Ya lo sabes, desde hace décadas que no podemos encargarnos de esta tarea. Cuando nos pusieron vigilancia comenzamos a enviar a Tsukasa, que pronto se enamoró de la nefilim Minami y ahora la tiene como su mujer. Luego enviamos a Hyoga, pero sabes que una princesa del infierno de la familia real está enamorada de él, casi nos condena a muerte a todos. La última vez envíamos a Ukyo y se enamoró de la nefilim, pero en un acto de crueldad la mataron y aún no se recupera de eso. Taiju tiene como esposa a Yuzuriha, otro demonio, y no mirará a otra. Solo quedas tú.
Todos se quedaron en silencio una vez más, mirando a Senku.
Él miró a todos sus compañeros, sabiendo que ninguno podría encargarse del trabajo. Era cierto que Gen y Ryusui serían vigilados, y aún peor Hyoga por la princesa de la familia real, Homura. Taiju amaba y respetaba a su esposa, al igual que Tsukasa. Y pedirle algo así a Ukyo después de la tragedia que pasó sería demasiado cruel para cualquiera de ellos.
Pero a Senku jamás le interesaron esas cosas, y estaba demasiado ocupado… Aunque, sí la familia real lograba engendrar a un príncipe o princesa con una nefilim virgen… entonces sería el fin de la humanidad… y por lo tanto también de su preciosa ciencia.
—Muy bien. —Finalmente accedió—. ¿Cómo se llama ella?
—Su nombre es Luna Wright.
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Kohaku sentía su corazón destrozado, tanto que no le importaría morir. Jamás le molestó la idea de morir, si era por defender los cielos y a la humanidad. Y la verdad… aunque una parte de ella quería morir, no podía permitirlo.
Estaba más débil que nunca, enfrentándose al demonio más fuerte con el que se había topado jamás, pero no se daba por vencida. Tenía que matarlo antes de que él la matara, sabía que debía hacerlo.
Debía matar a ese demonio, aunque lo amaba… y aunque era el padre del bebé que llevaba en su vientre.
Ella fue la que cometió el error de enamorarse y entregarse, a pesar de haber recibido órdenes explícitas de no hacerlo. Ella debía de salir de este problema, debía matarlo.
No obstante, a pesar de que había decidido hacerlo, aún así fue incapaz de usar sus ataques más letales en su contra cuando tuvo la oportunidad. No pudo hacerlo, y ahora solo le quedaba energía para un ataque letal.
Estaban peleando en un desierto y él se escondía detrás de unas rocas, lo sabía, podría matarlo ahora… Pero… él también podría matarla ahora, teniéndola volando completamente vulnerable a ataques de larga distancia en los que él era experto.
¡¿Por qué no lo hacía si dijo que iba a matarla?!
¡¿Por qué le daba esperanzas de que existiera algo de bondad en su corazón podrido?!
Suspiró derrotada y voló hasta el suelo, aterrizando suavemente en sus dos pies.
No podría. Necesitaba que él atacará primero para sentirse capaz de matarlo.
Ella había hecho un desastre, atacándolo con sus técnicas más débiles mientras le gritaba que lo odiaba, y él que había dicho que la asesinaría, y que asesinaría a la vida que ambos crearon, no la había atacado ni una sola vez, solo huía de ella.
¿Por qué?
¿Cómo terminé así?
Se suponía que solo sería una misión cualquiera, pero ahora había arruinado su vida y había creado un ser que jamás debería existir… pero que quería proteger más que a nada.
Y todo era su culpa.
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—¿Debo reemplazar a una nefilim? —Kohaku miró con confusión a su hermana mayor—. ¿Por qué? Los nefilims son más fuertes que los humanos, ¿por qué una necesita protección?
—Bueno, ella es más humana que nefilim, pero tiene sangre de ángel. —Ruri suspiró, acariciando una de sus alas con preocupación—. Es por una predicción de un ángel que tiene el don para ver el futuro.
—La humana se llama Luna Wrigth —informó Chrome muy serio—. Predijeron que ella se entregaría a un príncipe del infierno, a uno de la familia real, y crearía al Anticristo.
—¡¿QUÉ?! —Hasta las plumas de sus alas se crisparon—. ¡Eso es un asunto para tratar con el resto de arcángeles! ¡Sería el fin de la humanidad y el inicio de una guerra sangrienta entre el cielo y el infierno!
—Los superiores pidieron discreción, no quieren provocar pánico —susurró Ruri.
—¡¿Pero cómo es esto posible?! Creí que los demonios esos… los vicios capitales o algo así, conspiraban contra la familia real para que eso no pasé. ¿Acaso ya no podemos relegar ese asunto en ellos?
—Temo que la familia real finalmente encontró la forma de contenerlos. —Ruri hizo una mueca—. Claro que nunca hicimos un pacto con ellos, pero ellos estaban interesados en que la humanidad no se extinguiera por sus propias desagradables razones. Quizás solo decidieron que ya no quieren que siga existiendo.
—Pff, yo nunca confié en esos demonios. —Chrome resopló.
—¿Pero por qué debo reemplazar a Luna Wright? —Kohaku no estaba entendiendo nada.
—A mí no me veas, fue decisión de los superiores. —Chrome encogió los hombros—. Es por tu fuerza de voluntad, y porque eres la única arcángel que no está casada… Lo cual no es raro, ya que más que un ángel pareces un gorila.
—¡No soy un gorila, bastardo! —De una patada lo envió hasta las nubes que rodeaban el bello jardín en el que se encontraban.
—Lo siento, Kohaku, pero tú eres la soltera más fuerte entre los arcángeles, y la que tiene mayor fuerza de voluntad. —Ruri le habló con mucha dulzura para tranquilizarla.
—¿Por qué es tan necesaria la fuerza de voluntad? —Ladeó la cabeza.
—Pues… —Tosió incómodamente—. Para que no… para que no te entregues y…
—¡Ok, ya entendí, EW! —Se estremeció con horror—. Ni lo digas, ¡jamás me entregaría a un asqueroso demonio!
—Lo sé. —Sonrió nerviosamente—. Es solo que… ya sería lo bastante malo que engendren al Anticristo con una nefilim, pero si lo engendran con un ángel sería lo peor que podría pasar… El cielo y el infierno se destruirían mutuamente y el creador tendría que destruir el universo y volverlo a crear y todas nuestras almas se perderían para…
—Ruri-nee, no sé por qué te preocupas, eso jamás pasará. —Rodó los ojos—. Solo dame los detalles de la misión.
—Claro. —Le tendió varios pergaminos—. Los superiores se han encargado de difundir la información de que Luna Wright estará en Tokio, Japón. Nunca la han visto así que no es necesario que te transformes en ella, pero sí debes usar su nombre. La verdadera Luna Wright está en Paris y será protegida por los superiores, así que tú solo debes identificar a los demonios que vayan tras ella, sí es un demonio menor destruyelo, sí es un príncipe del infierno lo mejor sería huir, para que no te haga daño. —La miró muy preocupada—. Y no vayas a confiar en nadie, no te enamores de nadie y sobre todo no te entregues a nadie. La misión durará hasta que la señorita Luna Wright encuentre una pareja que podamos confirmar como humana y ya no entré en los estándares para dar a luz al Anticristo.
—Muy bien, no debería ser tan complicado. —Tomó los pergaminos y los leyó con atención—. Bajaré a la Tierra ahora mismo.
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Ninguno de los dos tomaba en serio su misión, pero acabaron peor de lo que nunca podrían haber imaginado.
—¡Senku! —Kohaku se decidió a dejar de jugar y sacó sus espadas—. ¡Da la cara, infeliz!
—Infeliz es un insulto bastante suave para lo que me merezco. —Él finalmente salió de su escondite—. Siempre me pregunté cómo podía existir una humana tan pura como tú… Claramente, no existe. Solo un ángel podría ser tan absurdamente ingenuo. —Rascó su oído con una sonrisa cruel—. ¿Finalmente dejarás de jugar, Kohaku?
—Tú eres el que juega. —Lo miró con pura rabia—. Dijiste que ibas a matarnos, pues bien, ¡intentalo a ver si puedes! —Lo apuntó con sus espadas.
—Hasta parece que yo soy el ángel y tú el demonio. —Rió entre dientes—. No quiero matarte, Kohaku, no seas ridícula. Pero sí el engendro que tienes en el vientre nace entonces el infierno lo usará para destruir al ejército del creador, no solo a la humanidad. ¿Tienes idea de la aberración que hemos creado?
—¡Mi bebé no le hará daño a nadie, soy su madre y lo criaré bien!
—Tan ingenua como siempre. —La miró sin ningún tipo de simpatía—. Los ángeles jamás aceptarán a tu pequeño monstruo, lo volverán cenizas apenas nazca. Deberás ocultarlo toda su vida ¿y a quién crees que le guardará rencor? A los cielos. ¿Y quién crees que se aprovechará de eso? El infierno. Van a usar a ese "bebé" como arma para destruirlo todo, y no podrás hacer nada para impedirlo. Está predicho, sí un adefesio como ese nace entonces este universo está condenado.
—¡Deja de aborrecerlo, es nuestro bebé!
—Es nuestro engendro, sí. —Alzó una mano—. Por eso tengo derecho a decidir sí traerlo al mundo o no. Y puedo ser el demonio de la soberbia pero no soy tan egoísta como tú. ¡Harás que el creador nos mate a todos, idiota! Y no lo voy a permitir. —Formó un rayo escarlata en la punta de su dedo índice—. No te mataré, simplemente te lo arrancaré del útero y luego voy a curarte, después si quieres no volveremos a vernos, pero no dejaré que…
—No dejaré que la lastimes. —Se preparó para atacar—. Tendrás que matarme para llegar a ella.
—Oh, ya sabes el sexo, que feliz noticia. —Rodó los ojos—. En ese caso les haré una bonita tumba con muchas flores. —Ahora rayos escarlatas recorrían todo su brazo, preparándose para matar.
—No solo lo sé, ya la vi. —Sonrió con lágrimas en los ojos—. Algunos ángeles pueden predecir el futuro, yo nunca había podido, hasta hace pocos días… No sé sí mueras tú o si muera yo, pero sea cual sea el resultado… me gustaría que la veas al menos una vez.
—No quiero. —Frunció el ceño duramente—. No me interesa ni un milímetro tu engendro. Es solo un error y debe ser eliminado.
Kohaku sonrió suavemente, antes de volar hacia él con una velocidad increíble que lo dejó con la boca abierta y a punto de lanzar su ataque, pero… ella soltó sus espadas a pocos centímetros de él, tomando los lados de su rostro y apoyando su frente contra la suya.
Senku podría matarla fácilmente ahí mismo, pero en su lugar cerró los ojos. Y la vio.
Vio a su hija. Como de unos diez años humanos, con ojos azules y una sonrisa igual de radiante que la de su madre, por lo demás se parecía mucho a él. Tenía un ala de ángel con delicadas plumas negras, como Ukyo que era un ángel caído, pero tenía su otra ala como la de un demonio cualquiera, un ala de murciélago… pero blanca, algo que jamás había visto.
Esa niña era una aberración… la aberración más hermosa que podría haber imaginado.
Abrió los ojos, encontrándose con las lágrimas inundando los ojos de la mujer que amaba.
Lentamente, deshizo los rayos escarlata y bajó su mano, desistiendo de atacar.
—Felicidades por quitarme toda la fuerza de voluntad para hacer lo correcto. —Sonrió sin ánimos—. Desearía no haberte conocido.
—Quisiera poder decir lo mismo. —Se alejó de él volando lentamente hacia atrás, tomando sus espadas—. Ella no le hará daño a nadie, Senku. Me aseguraré de ello.
Él rió por lo bajo, negando con la cabeza.
—Sé que me arrepentiré de esto. Estoy diez billones por ciento seguro de que vamos a ser los culpables de que todo se vaya a la mierda.
Ella lo miró con tristeza, pero aún así le sonrió.
—A pesar de todo… me siento feliz de saber que al menos si tienes una pizca de amor en tu corazón. —Se secó las lágrimas con una de sus alas—. Ja… tal vez si de verdad hubiéramos sido simples humanos… habríamos estado juntos toda la vida. —Comenzó a elevarse hacia los cielo—. Adiós, Senku.
Él la vio alejarse otra vez.
Otra vez ella se iba lejos, dejándolo atrás.
¿Quién hubiera pensado que las cosas acabarían así? Se conocieron de una manera tan tonta y ahora el destino del universo mismo estaba en juego por su culpa.
¿Quién lo hubiera pensado?...
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Senku no quería cumplir con la estúpida misión. No quería ir a la universidad en la que estudiaría la nefilim, no podía creer que se estuviera prestando a esta estupidez.
Kohaku estaba perdida. ¿Dónde quedaba esa universidad a la que tenía que ir?
Senku estaba tomando un café, apoyado en una pared, preparando una excusa mental para convencer a sus amigos de que enviaran a alguien más.
Kohaku estaba viendo con confusión un mapa, sin entender nada. ¿Desde cuándo existían tantas calles? Aparentemente los humanos avanzaron mucho desde la última vez que ella estuvo en la Tierra.
Mientras Senku disfrutaba de su café, Kohaku apareció caminando por allí y por distraída le pisó el pie.
—¡AGH, MIERDA!
—¡Dios mío, lo siento!
El café acabó en el suelo, y ellos sentados en una banca por insistencia de Kohaku, que le quitó el zapato y vio con mucha culpabilidad como prácticamente le había destrozado los dedos.
—Caminas de una forma muy segura de ti misma, con mucha firmeza —comentó él amargamente—. Diez billones de puntos para ti.
—¡Te dije que lo siento! —Afortunadamente había una farmacia cerca, así que corrió a comprar algo para tratarlo—. Estaba muy distraída, estoy tratando de encontrar la universidad de Tokio y esta ciudad es muy grande, con muchas calles raras. —Hizo una mueca mientras vendaba su pie.
—¿No eres de por aquí, eh? —Sonrió divertido por su torpeza, aunque pronto hizo una mueca de dolor por lo fuerte que apretó las vendas—. Oye, no tan ajustado.
—¡Sí, lo siento! —Empezó a sudar frío, deseando poder usar sus poderes y ya—. Y no, no soy de aquí… Eh, ¿cómo te llamas?
—Ishigami Senku. —Hurgó en su oído con fastidio—. ¿Tú?
—Kohaku —contestó sin pensar, creyendo que nunca lo volvería a ver—. Listo, ¿seguro que no quieres ir a un hospital?
—Diez billones por ciento seguro. —Se volvió a colocar el zapato, siseando—. Solo me rompiste los dedos, tengo el otro 85% de mi pie para caminar.
—Lo siento. —Bufó, cruzándose de brazos. Ya se estaba cansando de tanto sarcasmo cuando solo quería ser amable.
—Bueno, la universidad queda a tres calles de aquí, sigue derecho y la verás. —Señaló a la izquierda—. Buena suerte. —Comenzó a caminar lentamente en la dirección contraria.
Ella parpadeó, sorprendida de que al fin mostrara una pizca de caballerosidad.
—¡Gracias, Senku! —Agitó una mano hacia él antes de seguir su camino.
—¡Intenta no pisar a nadie más, leona!
—¡No soy una leona, escoria! —Volteó a verlo enfadada. ¡Ese tonto de caballero no tenía nada!
Senku rió divertido, antes de seguir alejándose de esa universidad.
Bien, no se le ocurría ninguna excusa, así que mañana iría a compartir todas las clases con Luna Wright, pero por hoy se iría a arruinar algunas vidas.
Esa leona lo había dejado de mal humor… aunque debía admitir que no le importaría volver a verla y averiguar qué tipo de soberbia tenía.
Con un poco de suerte también la enviaría al infierno y su patética alma sumaría otro grano de arena a volverlo más poderoso.
Kohaku siguió caminando hacia esa universidad, dispuesta a cumplir su nueva misión al pie de la letra, porque era su deber.
Ninguno de los dos imaginaba cómo acabaría ese tonto primer encuentro.
Fin.
Holaaaaaa :D
Otro fic para la Semana SenHaku!
Tema: Ángel y demonio!
Ojalá q les haya gustado! uwu
Me despido!
CELESTE kaomy fueraaaaaaaaaaaaaa!
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