
Mi futura viuda 4
Despertar besando a su esposa que no veía desde hace tres años era la mejor forma de levantarse que Senku podría imaginar.
Dejó de lado la sorpresa con rapidez y le correspondió con desesperación, tocándola por todas partes, acariciándola y besándola, disfrutando de escuchar sus suspiros y gemidos. Demonios que la había extrañado.
—Senku... —Jadeó de gusto cuando comenzó a besarle el cuello, volviéndolo loco.
La había extrañado demasiado, la deseaba demasiado, la amaba demasiado.
—Maldita sea, Kohaku... —Comenzó a desvestirla, besando la cálida piel de sus hombros y su esternón—. Te amo... —No pudo evitar decirlo, abrumado por la cantidad de emociones y lo mucho que la había extrañado.
Sin embargo, eso pareció arruinarlo todo, porque ella se congeló mientras él besaba su escote, para luego apartarlo de una bofetada que lo arrojó al suelo.
—¡No me digas mentiras, bastardo infeliz! —Se puso de pie con lágrimas de ira ardiendo en sus ojos azules, para luego acomodar sus ropas—. ¡No volveré a caer en tus sucias mentiras!
Él miró aturdido como se iba pisoteando de su habitación, sin acabar de entender qué demonios había pasado allí.
¿Qué rayos acababa de pasar?
Pasó una hora sentado en su cama, frotando su mejilla, pensando en lo que había pasado y sintiéndose como una mierda al darse cuenta de que se lo merecía. Ella ya no creía que la amaba, porque la había abandonado.
Y secuestrarla probablemente no era una buena forma de comenzar a rogar por su perdón...
Aunque sí seguía intentando matarlo (o darle una paliza más bien) entonces dudaba poder tener una buena conversación con ella, pero debía intentarlo de alguna forma.
Definitivamente esta estrategia ridícula de retar al prometido a un duelo no iba a surtir ningún efecto positivo. Tenía que pensar en otra cosa.
¿Pero qué podría hacer?
.
Kohaku volvió a su celda de buena gana, recostándose contra la pared con pesar, secando sus lágrimas con rabia, aún maldiciendo a Senku por lo bajo.
El descaro de ese bastardo era mayor del que podría haber imaginado. ¡¿Cómo se atrevía a decirle algo así después de la forma tan vil en la que la abandonó?!
Pero la estúpida aquí era ella, ¡no podía creer que había caído tan fácilmente en sus brazos otra vez! ¡De hecho fue ella la que se le tiró encima! ¡Era tan tonta, idiota, imbécil! ¡No podía permitirse ser tan débil otra vez!
Ya que podía escaparse sin problema, fue a buscar su espada y se dedicó a practicar en su celda, sin querer que sus habilidades se oxidaran. Tsukasa era un oponente formidable, dudaba vencerlo, pero sí al menos fuera capaz de quitarle la espada de la manos entonces eso le daría el tiempo suficiente para escaparse apenas tocaran tierra. ¡Puede que hubiera conseguido su puesto gracias a las conexiones de Gen, pero sus habilidades eran dignas de ser una comandante imperial! ¡Y se los demostraría!
Esa tarde, mientras descansaba del entrenamiento, Tsukasa se apareció en la celda y quitó el candado que estaba allí más que nada de adorno, haciéndola ladear la cabeza, confundida.
—Senku dice que ya no eres prisionera. Tienes libertad de merodear por el barco a tu gusto. —Ella alzó una ceja con incredulidad—. Aunque te advierto que sí atacas a Senku o a cualquiera volveré a detenerte, y tu pistola seguirá confiscada. También te traeremos otro colchón para que estés más cómoda. Y aquí hay ropa para que te cambies. —Le dio unas ropas que Kohaku reconoció de inmediato.
—Esas son de Senku. —Hizo una mueca de disgusto.
—Él dice que te quedarán bien, y no parece dispuesto a prestarte ropa de otro tripulante, porque no tenemos ropa de mujer aquí. —Encogió los hombros, a lo que Kohaku tomó la ropa con brusquedad.
No pensaba darle las gracias y Tsukasa se retiró sin esperarlas, así que, después de asegurarse de que nadie estuviera viendo, se cambió de ropa, agradeciendo tener algo fresco para usar, aunque fuera de su marido desalmado.
Salió de la celda con cautela, saliendo a cubierta y ganando que todo el mundo la mirará con sorpresa. Tenía su espada atada a su cintura, así que muchos retrocedieron con miedo al verla pasar. Mejor así, muchos de ellos tenían caras de pervertidos, aunque probablemente podría vencerlos solo con sus puños. Solo unos pocos parecían capaces de darle una batalla digna, y sabía que ninguno estaba al nivel de Tsukasa.
—¡JA, JA! ¡Veo que al fin te permitieron salir de prisión! —El capitán se acercó a ella sin temor, seguido de su mayordomo Francois que, según había escuchado, no dudo en ir con él a pesar de que se convirtió en un pirata—. Ahora podemos presentarnos de forma adecuada. Soy Nanami Ryusui, el capitán del Perseo y amigo cercano de Senku. ¡Es un honor para mí conocer a su esposa! —Hizo una exagerada reverencia.
—Ja, quisiera poder decir lo mismo. —Lo miró con desagrado—. Mi nombre es Ishigami Kohaku, aunque eso ya deben saberlo todos.
—Lamentamos el trato tan deplorable que has tenido hasta ahora, ¡permítenos enmendarnos! —Chasqueó los dedos y su mayordomo de inmediato le ofreció una bandeja con té y bocadillos Gourmet.
En ocasiones normales no habría aceptado, pero estaba harta del pescado, así que aceptó los bocadillos de mala gana.
—Gracias. —Agradeció con rostro serio, para luego acabar casi llorando por lo delicioso que era el té y los bocadillos. ¡Solo había comido cosas así de sabrosas en sus visitas al emperador y la emperatriz!
—¡Desde ahora Francois está a tu entera disposición! Siéntete libre de pedir lo que deseas. —Chasqueó los dedos con una sonrisa—. ¡No podríamos ofrecerle menos a la esposa de nuestro líder científico!
—Prefiero ser llamada su futura viuda. —Rodó los ojos, aún llenándose la boca.
—Mi futura viuda tendrá que esperar hasta mi certificado de defunción para aspirar a tal título. —Senku apareció detrás de ella, a lo que Kohaku se volteó con rapidez, sacando su espada y apuntándola a su garganta, aún sosteniendo su taza té cuidadosamente entre sus dedos índice y pulgar—. No es algo que obtendrás en altamar, ya sabes. —Sonrió burlón, aunque sudando frío.
—Solo necesito llevar tu cadáver a la costa. —Sonrió con los dientes apretados, tentada en cortar su cinturón para bajarle los pantalones y dejarlo en ridículo frente a su tripulación, pero probablemente todo lo que lograría sería querer tirársele encima otra vez como el patético caso perdido que era.
—¿Hay algún problema? —Tsukasa se acercó con su espada en mano.
—Ninguno, Kohaku estaba a punto de calmarse para no pasar otro día atada al mástil. —Gruñendo, Kohaku bajó su espada y la guardó, sin dejar de mirarlo con desprecio por ni siquiera un segundo, prometiéndole una muerte lenta y dolorosa con la mirada.
Decidió ignorarlo y quedarse cerca de Francois el resto del día, disfrutando de los bocadillos ocasionales que le daba y decidiendo ayudarla en la cocina, aunque luego se quedó con la boca abierta de indignación cuando la mayordomo sirvió la comida que preparó únicamente a Senku y sus amigos más cercanos, diciendo que era "de parte de la señora Ishigami", ¡esa traidora!
—Je, extrañaba tu comida, haz mejorado. —Senku comió felizmente de su plato, a lo que Kohaku esperó a terminar su propia comida (porque tenía hambre) antes de acercarse a él y estrellarle el postre en el rostro, para luego marcharse pisoteando.
Al día siguiente se dedicó a entrenar, ahora en la cubierta, ya que era mucho más espaciosa que su celda. A un tripulante, Matsukaze, le llamó la atención su entrenamiento y se ofreció a entrenar con ella, a lo que aceptó gustosa, comprobando que él también era un rival bastante formidable. Sería otro problema para cuando llegará la hora de escapar e ir por sus subordinados y así lograr encarcelar a Senku.
Con ese objetivo en mente, decidió comenzar a entrenar con más tripulantes a lo largo de los días, buscando medir sus habilidades para el momento de escaparse.
La mayoría no eran rivales para ella, el tal Kinro podía darle pelea, pero lo superaba en casi todos los aspectos. Magma era más fuerte que ella, pero con su habilidad y velocidad lograba derrotarlo sin mucho problema.
El tal Mozu también era otro problema, pero además era una molestia por otras razones.
—Sabes, muchas mujeres me declararon como el mejor amante que han tenido. —Mientras entrenaban, el bastardo no dejaba de coquetearle—. Senku no es un mal líder para el Perseo, pero si es un esposo tan terrible yo puedo ser un reemplazo mucho mejor que cualquier prometido que tengas en la Capital. O al menos puedo darte mejores noches que cualquier otro. —Le guiñó un ojo, antes de bloquear con poca dificultad su espada.
Kohaku gruñó por lo bajo, odiando no poder darle la paliza que se merecía por pervertido. Debía admitir que tenía grandes habilidades, pero le parecía tan seductor como un cerdo revolcándose en su propia porquería.
—No, gracias, pero no. —Tomó distancia, antes de volver a atacar.
—Oh, vamos. —Mientras chocaban espadas, él de repente usó su mano libre para tomar su muñeca, sorprendiéndola tanto que no tuvo tiempo a reaccionar cuando la jaló contra su pecho—. Solo dame una oportunidad, ven conmigo ahora y...
—Mozu. —Antes de que pudiera darle un rodillazo donde le dolía, Senku se apareció allí con cara de que acababa de darle un gran mordisco a un limón—. Vuelve a tus deberes. Quiero que dejes la proa tan reluciente que pueda ver mi maldito reflejo. —Mozu hizo una mueca—. Ahora, Mozu. ¿O qué no quieres tu parte del botín que sacamos de nuestra última misión? Obedece o toma un bote de remos y lárgate.
Mozu bufó, soltandola y dirigiéndose a la proa.
—Como ordene, capitán —dijo con todo el sarcasmo del mundo, antes de retirarse.
Kohaku rodó los ojos, antes de guardar su espada.
—Lamentó que tengas que lidiar con él —le habló con voz suave, acercándose un par de paso a ella, con mucha cautela—. Siempre molesta a todas las mujeres que tenemos a bordo.
—No necesitaba tu ayuda. —Lo miró venenosamente.
—Lo sé. —Rió entre dientes—. Pero no me gusta ver como molestan a mi mujer, así que... —Calló cuando ella volvió a sacar su espada, apuntando a su garganta otra vez.
—¡Cierra la boca! ¡Perdiste el derecho a llamarme tu esposa hace mucho, bastardo! No tientes a tu suerte. Sé que Tsukasa está al otro lado del barco, no tienes a nadie que te defienda. —Sonrió de forma amenazante.
—Tienes razón, todos están del otro lado del barco. —Asintió, sonriendo sin temor alguno—. Estamos completamente solos... Podrías hacerme todo lo que tú quieras y nadie nos vería...
Kohaku se odió muchísimo cuando varias cosas no muy decentes que no tenían nada que ver con matarlo se le pasaron por la mente, enrojeciendo por completo su rostro.
—¡P-pervertido! —Guardó su espada y le dio un empujón, pasándolo de largo y marchándose de allí pisoteando.
—Yo no dije nada, tú eres la que piensa en cosas "pervertidas''. —Se rió de ella, y aunque sintió ganas de regresar y darle otra bofetada se esforzó por ignorarlo y seguir su camino.
Se fue con Francois solo para que le diera sus bocadillos ocasionales. Eso la calmaba, aunque ya no pensaba ayudarla a cocinar. ¡Senku no se merecía que cocinará para él pero ni un milímetro! Ese idiota... Ese maldito pervertido... ¡No es que ella tuviera esos pensamientos, él hacía todo a propósito!
Al día siguiente, mientras cenaba apartada de todos pero cerca de ellos, Senku se le acercó de repente, sentándose frente a ella, comiendo como si nada. Ella quería empujarlo lejos, pero tenía hambre así que solo lo ignoró, apartando la mirada.
—Mañana llegaremos a Tierra —le dijo de pronto, sorprendiéndola.
—¿Qué? No es posible que hayamos llegado a la Capital aún. —Lo miró ceñuda.
—No, no hemos llegado a la Capital. Primero iremos a una isla por provisiones, te compraré ropa así que vendrás conmigo y Tsukasa. Es una isla llena de piratas así que no tiene sentido que quieras escaparte, pero como sé que eres tan irracional como veloz entonces irás esposada a mí.
—Podría arrastrarte como muñeco de trapo. —Lo miró con burla.
—Pero no te alejaras de mí, que es mi intención. —Encogió los hombros.
Al día siguiente arribaron a tierra muy temprano y de inmediato la esposaron a la muñeca de Senku, quitándole todas las armas antes de dejarla salir del barco junto a él y a Tsukasa. Aparte salió otro grupo de tripulantes pero ellos tomaron otro camino, probablemente yendo a comprar provisiones.
El lugar estaba lleno de piratas y mujerzuelas, y Kohaku comenzó a mirar con intenciones asesinas a Senku por atreverse a llevarla a un lugar como ese. ¡Si creía que iba a usar ropa de prostituta estaba muy equivocado! ¡Ella era una comandante imperial por todos los cielos!
La llevó a una casa de aspecto bastante normal y limpio comparado a todas las otras casas que había por la zona, donde los recibió una pareja de ancianos.
—Oh, hola, Senku-kun, ha pasado tiempo. —La anciana de aspecto dulce le sonrió con ternura—. ¿Necesitas otro traje elegante para tus negocios?
—De hecho no. —Señaló con la cabeza a Kohaku—. Ella es Ishigami Kohaku, mi esposa. Necesito ropa para ella, unos vestidos y eso. —Rascó su oído con su mano libre.
—Oh, no sabía que estabas casado, es un placer conocerte, querida. —Kohaku sonrió incómodamente ante la dulce anciana.
Ella no tenía la culpa de que tuviera a un idiota por esposo.
—Eres un joven afortunado, Senku. Pero pasen, pasen. —El anciano los invitó a pasar—. Siéntanse como en casa.
—Tengo varios vestidos que te quedarían, querida, ¿quieres probarlos?
—Tendrás que quitarme esta cosa, Senku. —Lo miró con cansancio.
—Olvídalo, te dije que no te alejarías de mí.
—¿Entonces planeas verme cambiar, pervertido?
—Sí no lo hago te escaparías, así que sí.
—¡P-pervertido!
No importa lo mucho que se quejó, tuvo que aguantar a Senku mientras se probaba los vestidos, aunque lo hizo voltearse para no tenerlo con los ojos fijos en su cuerpo.
Le compró varios vestidos y otras ropas más cómodas para entrenar y esas cosas.
Se despidieron de la amable pareja y se retiraron, y mientras iban de regreso al barco, con Tsukasa cargando las bolsas, se detuvieron en una dulcería y Senku le compró varios bocadillos, sus favoritos, que por un momento la hicieron sonreír felizmente, hasta que recordó que lo odiaba y volvió a mirarlo mal.
Cuando regresaron al barco, justo después de que le quitaron las esposas, Ryusui se apareció frente a Senku con rostro muy serio.
—Hay un cambio de planes. Tenemos a uno de nuestros objetivos en esta isla.
—¿Qué? —Senku se quedó con la boca abierta—. ¡¿Y qué estamos esperando?! ¡Vamos por ese bastardo!
—Ya se enteró de nuestra presencia aquí y huyó, tendríamos que desviarnos de nuestro curso para seguirlo. —Miró de reojo a Kohaku—. Podría retrasarnos bastante de tus planes.
Senku se volteó hacia Kohaku, que estaba muy confundida, sin entender nada.
—Bien... No hay que perder el tiempo pensando sí hacerlo o no, mientras más rápido lo alcances menos tiempo perderemos.
Ryusui sonrió emocionado.
—¡JA, JA, esa actitud me gusta mucho más!
Toda la tripulación se puso manos a la obra para seguir al objetivo del que hablaban, mientras que Kohaku decidió cambiarse a una ropa cómoda para escapar si se presentaba la oportunidad o para pelear sí debía hacerlo.
—¡¿Pueden ver el barco enemigo?! ¡No estoy seguro de qué ruta tomará a partir de aquí! —preguntó Ryusui mientras manejaba el timón con maestría.
—Temo que no. —Senku chasqueó la lengua con frustración.
Kohaku no tenía su pistola, pero sí su catalejo, así que también se dedicó a mirar más que nada por curiosidad. En poco tiempo detectó un barco a la lejanía, sin dudas el objetivo de Ryusui y Senku.
Pero... ¿debería decirles que podía verlo?
—¿Lo encontraste, no es cierto? —Se estremeció al sentir la mirada de Senku sobre ella—. Dime dónde está, Kohaku. Esa escoria no merece ni siquiera seguir con vida, aunque sabes que yo preferiría no matarlo. —Hizo una mueca—. Es un esclavista y un violador, y como tiene amigos importantes es intocable para la ley. Alguien debe darle su merecido.
Ella hizo una mueca.
Era cierto que en los meses que llevaba como comandante había atrapado a varios rufianes que al final quedaron libres por sus conexiones con la nobleza. Sí había alguien que no toleraba la injusticia, esa era ella. Y a pesar de todo el daño que Senku le causó aún no lo creía capaz de mentirle en algo así de grave.
Suspiró y le señaló la dirección.
—Gracias. —Le sonrió con ojos suaves, antes de correr junto a Ryusui para darle la información.
Kohaku solo esperaba no arrepentirse de esto.
Ryusui era un verdadero maestro del timón, y no tardó en seguirle el ritmo al barco enemigo hasta que acabaron a una distancia que le permitía a cualquiera verlo a simple vista.
—El viento está a su favor, así que nos tomará un tiempo alcanzarlo —informó Ryusui para que todos lo oyeran.
—Tengo las armas de larga distancia, pero necesitamos reducir el espacio entre nosotros para que el tiro tenga más posibilidades de acertar. —Senku estaba haciendo cálculos como loco en una libreta.
—Lo más probable es que el enemigo haga una emboscada —dijo Kohaku seriamente, llamando la atención de todos—. Es una estrategia nueva muy utilizada entre la aristocracia, ya que es información recién llegada de Europa. En estás condiciones se esperan hasta la noche, mandan un barco con pocos soldados habilidosos y toman el barco cuando muchos en la tripulación duermen. El barco de su enemigo es muy lujoso, me doy cuenta. —Lo había estado observando atentamente—. Es muy probable que quiera usar ese truco.
Todos la miraron impresionados, hasta que Senku sonrió emocionado, casi orgulloso, y volteó a ver con malicia al barco enemigo.
—Sí ese es el caso, entonces tengo el plan perfecto para derrotarlos muy fácilmente. Vale la pena hacer el intento.
Esa noche, efectivamente un pequeño grupo de marineros enemigos llegó al barco, planeando tomarlos por sorpresa.
Sus enemigos encontraron escasa seguridad, derrotaron fácilmente a los guardias que se pasaban por la cubierta, y capturaron a Ryusui y a Tsukasa mientras dormían, declarando la victoria con una facilidad increíble que los hizo burlarse a carcajadas por lo fácil que fue.
Con todos ya atados, le hicieron señas a su barco de que la victoria era suya, a lo que el barco dejó que los alcanzaran y puso una plancha para que el capitán pudiera pasar a burlarse de Ryusui.
Fue en ese momento que Senku, Kohaku, Matsukaze y varios otros salieron de su escondite, liberando a todos los que estaban atados y empezando una lucha justa por decidir al ganador.
Kohaku no tenía idea de porqué estaba ayudándolos, tal vez tanto entrenar con los chicos le dio un sentimiento de compañerismo, pero tampoco es que planeara dar todo de sí para darles la victoria... o eso pensó hasta que vio a uno de sus enemigos llegar a Senku aprovechando una distracción de Tsukasa. Senku había estado usando trucos de humo y electricidad para apoyar a sus compañeros, pero no pudo reaccionar a tiempo cuando alguien se lanzó directo a atacarlo y recibió un corte en el estómago, seguido de un intento de puñalada que se vio interrumpida por Kohaku lanzándose con desesperación a interponerse, desarmar a su oponente y arrojarlo al mar en menos de tres segundos.
Volteó con pánico hacia Senku, jadeando horrorizada al ver la sangre llenando sus ropas.
—¡Senku! —Corrió hacia él, que se desplomó en sus brazos, gruñendo de dolor.
—No te preocupes, es bastante superficial —habló adolorido—. Sobreviviré... quizás...
—No digas tonterías. —Las lágrimas llenaron sus ojos mientras lo ayudaba a sentarse—. Estarás bien...
—Claro, solo tú tienes derecho a matarme. —Rió entre dientes, aunque con la voz apagada.
Kohaku iba a decir algo más, pero en ese momento un maldito entrometido quiso interrumpirlos, así que se paró hecha una furia, lo desarmó y lo arrojó al mar, antes de voltear con ira hacia todos los que estaban cerca, haciendo tanto ruido que no la dejaban concentrarse en cuidar a Senku.
Se lanzó a la batalla hecha una furia, robando una espada y derramando sangre a diestra y siniestra, desarmando a todos sus enemigos para luego arrojarlos al mar o bien verlos arrojarse al mar para escapar de ella. Y ella siempre fue conocida por su velocidad, por lo que en solo otros diez minutos, cuando Tsukasa y Ryusui tuvieron capturado al capitán enemigo, pudo volver con Senku y ayudar a Francois a tratar sus heridas.
Había mucha sangre, aunque no tanta como para temer que moriría, pero aún así se asustó demasiado y no pudo evitar comenzar a sollozar de preocupación, colocando su cabeza en su regazo para que estuviera más cómodo mientras Francois lo vendaba.
—Te dije que sobreviviré, leona. —Él rió con voz apagada—. Estás arruinando tu imagen de chica dura, ya sabes. —Todos en la tripulación parecían shockeados de ver a la feroz comandante que acababa de darles la victoria en menos de quince minutos al borde de las lágrimas por una herida no tan letal del hombre que decía querer matar ella misma.
Pero no podía evitarlo. Nunca antes lo había visto así de lastimado... y ella siempre juró protegerlo... ¡y bajo sus malditas narices casi lo matan!
Lo detestaba, sí, pero aún lo amaba, todo lo que hacía era por verlo vivo, aunque fuera en prisión, y sí lo perdía entonces ella moriría con él. Aunque fuera un bastardo mentiroso y ruin, sencillamente lo amaba demasiado.
Lo llevaron a su habitación y ella pasó toda la noche cuidándolo junto a Francois, y a la mañana siguiente siguió despierta, hasta que la mayordomo finalmente le sonrió y le dijo que la herida ya estaba limpia y cicatrizando.
—Él estará bien. Ya puedes descansar.
—Gracias. —Sintió como si fuera la primera vez que pudo respirar en horas. Aún así, fue incapaz de apartarse de él, así que ignoró todo su resentimiento y se recostó a su lado, durmiéndose sin que nada le importara más que verlo bien, recuperado y sano.
En verdad era un caso perdido... aún después de todo lo que le hizo, seguía amándolo incondicionalmente.
Al despertar, lo encontró mirándola fijamente y le sostuvo la mirada.
—¿Cómo te sientes? —preguntó en un susurro.
—Mejor. Aunque bastante confundido. —Sonrió con cansancio—. Parece que mi futura viuda no quiere reclamar su título después de todo.
—Cállate, me haces desear no haber salvado tu culo. —Fingió mirarlo mal, pero no pudo evitar sonreírle de todos modos—. No entiendo porqué haces esto. Esta vida de pirata no parece ser lo ideal para ti... Creí que eras feliz en casa... conmigo... —Un poco de amargura llenó su voz.
—Lo era. Aún extraño esa vida. —Sonrió con cansancio—. Pero tengo algo que hacer en este barco, junto a Ryusui y mis amigos. Y me arrepiento mucho de no haberte buscado en la primera oportunidad que tuve. —Rió suavemente—. Definitivamente habría logrado el objetivo diez billones de veces más rápido contigo de nuestro lado. Tienes talento como pirata.
—No soy una criminal. —Frunció el ceño—. Soy la encargada de proteger las leyes, no de quebrantarlas, así que no digas tonterías.
—Digo lo que pienso, siempre lo he dicho. —Encogió los hombros como pudo desde su posición de costado—. Y ahora mismo pienso que me encantaría que te quedes conmigo... que dejes todo y me acompañes... —Kohaku se sentó de golpe, con el ceño fruncido.
—No te confundas, Senku, que te haya salvado no significa que te perdone. —Frunció el ceño y se puso de pie—. Aún quiero encarcelarte. Y aún me casaré con otro. —Se fue sin darle posibilidad de replicar, huyendo de la tentación de aceptar, y huyendo de su amor por él. No podía permitirse seguir siendo tan débil. Él no se merecía nada más que su odio.
Continuará...
Holaaaaaaaaaaaaaaaaaa :D
Aquí un nuevo cap de este fic! También comisión de Caren, muchas gracias por tu paciencia :3
Ojala q les haya gustado y muchas gracias por su apoyo!
No olviden que se les ama con todo el kokoro!
Me despido!
CELESTE kaomy fueraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!
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