Traición
— No te atreves.
— ¿Cuánto apuestas?
— Todos mis ahorros de cinco años— ambos hermanos se desafiaron con la mirada, uno más serio que otro.
Al final el rubio sonrió arrogante.
— Acepto.
— Angel, no— lo detuvo su hermana mirándolo con preocupación— Si te atrapan estás arrestado por el resto del viaje. Y si papá te descubre...— la joven temió terminar la frase.
— Tranquila Molly— le sonrió tratando de tranquilizarla poniendo su mano sobre el hombre femenino— Éso sólo pasará sí es que me atrapan y sí es que se entera papá— en cuanto lo dijo, se levantó de un salto de donde estaba sentado y se dirigió disimuladamente hacia la parte superior del barco.
Miró a su alrededor, no había guardias en la cubierta de la tercera clase, él sol estaba en lo más alto y el olor a agua salada estaba por doquier. Disimuladamente miró hacia la cubierta de la primera clase, notando que habían dos marinos conversando entre ellos, cerca del único cercado que separaba a la clase baja de la alta.
Tratando de parecer normal se acercó hacia la escalera y la subió mientras miraba el letrero de la cerca.
AVISO
NO SE PERMITE EL PASO A PASAJEROS DE 3° CLASE.
Éso ya lo sé.
Se posicionó frente a la cerca y trataba de abrirla mientras miraba disimuladamente a los marinos que seguían conversando a unos metros de él. Fue por fin cuando logró abrirla y no pudo dar ni cinco pasos antes de escuchar un grito.
— ¡Hey tú! ¡No puedes estar aquí!— una sonrisa se le escapó de sus labios antes de empezar a correr con todas sus fuerzas— ¡OYE! ¡VUELVE AQUÍ!
No paró ni un segundo. La adrenalina hacía que sus latidos se alborotaran y lo hacía emocionarse, lo bueno de ser alto, es que también tenía las piernas largas, por lo tanto sus zancadas eran más largas que la de los marinos.
De lo rápido que iba, pasaba a chocar con los pasajeros de clase alto que quedaban con la cara larga al ser sido tocados por personas cómo él.
Le importaba una mierda.
Una risa se le escapaba mientras evitaba a los pasajeros son cuidado. Joder ¡Qué libre se sentía! Esperaba que nada detuviera ése momento.
De la nada un tipo salió de una puerta y por la velocidad a la que iba, no pudo evitar chocar contra él. Ambos cayeron de bruces, uno encima del otro, los dos se quejaron en voz alta por el dolor. El joven italiano, aún adolorido, trató de incorporarse y fue entonces que miró bajo suyo. Un hombre de piel morena y cabello oscuro se sobaba con los ojos cerrados la cabeza, por su ropa, evidentemente era de clase alta. Fue entonces que el hombre moreno abrió los.
Ojos castaños y azules chocaron. Ninguno apartó la vista en ningún segundo.
Hasta que el pitido de un silbato se escuchó a lo lejos, provocando el chico de piel clara volviera a la realidad.
— ¡Mierda!— soltó para después incorporarse de un salto y tratar de seguir corriendo, pero se detuvo al ver que a lo lejos se acercaba un grupo de marineros que iban corriendo a su dirección. Retrocedió y miró atrás suyo, los marineros de antes también venían del otro lado. Estaba acorralado— ¡Mierda! ¡Mierda!— dijo entre dientes ésta vez muy asustado tratando de esconderse en el sobresaliente de la puerta más cercana.
— ¿Qué está haciendo?— el hombre de traje ya se había incorporado y miraba curioso al joven mientras se quitaba el polvo de su vestimenta.
— ¡¿Qué crees?! ¡Me estoy escondiendo para que no me atrapen!— le gritó desesperado con lo pensamientos a mil por hora.
— ¿Por qué? ¿Acaso estaba robando?— preguntó escudriñandolo con la mirada.
— ¡No! ¡Sólo entré a la primera clase por una estúpida apuesta!— respondió asustado, realmente no había dónde ir.
El joven de cabello oscuro lo miró fijamente por unos segundos, antes de mirar a su alrededor y acercarse al rubio.
— Ven— le dijo mientras abría la puerta que estaba atrás del chico, a lo cuál ambos entraron rápidamente sin perder el tiempo.
Era una biblioteca, medianamente pequeña, por suerte estaba vacía y le llegaba luz natural de los grandes ventanales de la pared. Angel se quedó maravillado viendo el lujo del lugar y los miles de libros que habían. Nunca había estado en una biblioteca.
— Por aquí— volvió a hablar el de clase alta dirigiéndose a la última estantería del lugar, a lo que el del clase baja lo siguió de cerca.
Una vez al entrar, se dirigieron al final del pasillo de libros y una vez que llegaron, el de cabello rubio se dejó apoyar en la pared para después dejarse caer hasta estar sentado en el suelo totalmente cansado. El contrario hizo la misma acción y terminó sentándose en el suelo frente al joven, mirándolo fijamente.
Al estar al final del pasillo, no llegaba mucha luz, pero era lo suficientemente para que ambos pudieran ver al contrarío.
Angel subió la mirada para ver al hombre frente a él y luego soltó una ligera risa mientras le sonreía.
— Gracias. Soy Anthony Dartizio. Pero me gusta más que me digan Angel.
— Alastor Archambault— el rubio parpadeó confundido antes de volver a reír con diversión.
— Creo que tendrá que escribirme su apellido — una risa también se le escapó de los labios a Alastor quien niega con la cabeza antes de subir la mirada para mirarlo.
— Entonces ¿Realmente entró a la clase alta sólo por una apuesta?
— Sip— afirmó el de ojos zafiros mientras se acomodaba mejor— Mi hermano me apostó sus ahorros de cinco años si lograba darle la vuelta a la cubierta de clase alta sin que me atrapen— Alastor miró al chico alzando una ceja.
— Fue bastante impulsivo de su parte. Los castigos en el Titanic por delitos menores son bastante estrictos. Si lo atrapan, quedará esposado por el resto del viaje y al llegar a América tendrá que pagar una multa de setenta dólares por disturbio— a Angel se le hizo imposible hacer una mueca por la cantidad de dinero, sin embargo después se encogió de hombros.
— Bueno, éso es sólo si me atrapan y sí lo hacen, lo haré con mucho orgullo. Después de todo ¿Cuántos de la clase baja han podido entrar a la clase alta? ¡Será una gran anécdota para contar!
— ¿En serio? ¿No le preocupa siquiera un poco? ¿Realmente vale la pena tomar ése riesgo?— preguntó como si realmente no entendiera la perspectiva del rubio, el cuál simplemente puso sus manos atrás de su nuca.
— Bueno, la vida es sólo una y no hay que desperdiciarla ¡El que no toma riesgos no vive de verdad!— respondió como si nada con una gran sonrisa, sin darse cuenta que sus palabras atravesaron profundamente el interior de Alastor y resonaron con fuerza en su cabeza.
Le siguió un cómodo silencio, donde simplemente se quedaron perdidos en la mirada del otro.
— Bueno— empezó Anthony desviando la mirada— Creo que ya no hay marinos, será mejor que me vaya.
— Espera— lo detuvo mientras se incorporaba— Si vas a cubierta, es muy seguro que te atraparan, es mejor que lo atraviese desde dentro— el italiano se incorporó igualmente.
— Pero yo no-.
— Yo lo puedo llevar a través de él, pero tendremos que ser rápidos— Angel se sorprendió por lo dispuesto que estaba el moreno a ayudarlo, sin embargo sonrió emocionado.
— ¡Bien! ¡Usted manda capitán!— una sonrisa se le volvió a escapar de los labios a Alastor.
— Vamos— y sin decir una palabra más, se dispusieron a adentrarse en la zona de primera clase.
Fue algo rápido, zigzaguearon por los pasillos, evitando a los marinos y a los conocidos de Alastor. En más de un momento se les escapó una risa mientras se escabillian y escondían. Alastor no había tenido tanta diversión en sus veinticinco años.
Sin embargo llegó el momento de separarse, ambos se aseguraron que no hubieran marinos cerca y sólo ahí, Angel se giró para ver al mas bajo tratando de recuperar el aliento, sin dejando de sonreír.
— Bueno. Señor Archambault, fue un placer haberlo conocido. Estoy endeudada contigo— el nombrado sonrió aún más y negó con la cabeza.
— No, el que está endeudado soy yo. Hizo de éste aburrido viaje más divertido— el de ojos zafiros sonrió aún más.
— Un gusto haberlo conocerlo. Espero que podamos toparnos otra vez— y éso fue lo último que dijo el chico antes de darse la vuelta y dirigirse a la cerca con la advertencia. Antes cruzarla, giró su rostro para ver por última vez al joven y así regalarle otra sonrisa mientras se despedía con la mano.
Alastor le devolvió el gesto hasta que el rubio desapareció de su vista.
. . . . .
El de ojos claros soltó su cuarto suspiro del día sin poder dejar de sonreír. Recordar los ojos castaños del hombre de clase alta lo hacía perderse en sus pensamientos como hace tiempo no lo hacía.
Pero despertó al sentir un toque en su hombro y al voltear vio a su hermana observándolo con una gran sonrisa.
— ¿Bieeen? ¿Qué sucede?— Angel la miró confundido sin borrar su sonrisa.
— ¿A qué te refieres?
— ¡Vamos! ¡Estás ocultando algo!— el chico se sonrojó y desvió la mirada.
— No lo hago.
— Si lo haces— contradijo el chico de cabello oscuro que se encontraba a su lado— Estás raro desde ayer— el sonrojo empeoró en su rostro. Demonios, si su hermano lo notó es porque fue muy evidente.
— No lo estoy— Molly lo observó molesta y abrió la boca para reclamar, pero justamente Cherry, una amiga de Angel, llegó corriendo hacia ellos.
— ¡Angel!— le gritó llamando la atención de los tres hermanos— ¡Hay un tipo de primera clase que te está buscando!— en cuanto lo dijo, Angel se paró de un salto.
— ¡¿Q-qué?!— preguntó sobresaltado sintiendo el corazón en la garganta.
— ¡Si! ¡Está dando vueltas por nuestra cubierta preguntando a todos si te conocen!— Niss y Molly se intercambiaron miradas confundida.
— Angel ¿Qué-?— la pregunta de la chica rubia se quedó en el aire, pues su hermano salió corriendo con rapidez.
El chico de piel pálida corrió cómo su vida dependiera de éso, pasando a llevar a muchas personas. Y la verdad es que sentía verdadera desesperación, moría por verlo de nuevo, moría por volver a ver sus ojos.
Fue cuando por fin llegó a la cubierta con el corazón a mil y ahí estaba. El hombre de piel morena merodeaba al rededor no sabiendo a dónde ir. Se acercó hasta quedar frente a él.
— Señor Archambault— el mencionado se dio la vuelta para poder toparse con la sorpresa de encontrar al chico que tanto estaba buscando— ¿Qué hace aquí?
— Oh, yo...— Alastor pareció quedarse pasmado por unos segundos— Quería... Hablar con usted— admitió— ¿Gusta acompañarme?— el contrario rápidamente asintió.
— Claro— el castaño pasó a su lado para poder dirigirse a primera clase, siendo seguido por cerca del chico más alto.
Caminaron en silencio por unos minutos, caminando uno al lado del otro, mirando a otra dirección, sin saber precisamente qué decir.
Fue entonces que Alastor empezó a hablar de cosas triviales, como el clima, del Titanic, de cómo le estaba yendo en el viaje y así empezó una charla amena donde ninguno podía dejar de sonreír.
— Entonces ¿Eres del norte de Italia? Vaya, impresionante, tuvo que ser un gran viaje hasta llegar al Titanic.
— Sip, pero la verdad estuvimos ciudad en ciudad yendo dónde nos llevara el viento y ganamos los boletos del Titanic por un juego apuesta— Alastor abrió los ojos sorprendido.
— Increíble, deben ser personas de suertes.
— También lo creo, fuimos realmente afortunados al obtener ésos boletos— admitió el chico regalándole una sonrisa— Yyy, ese apellido "Archambault" ¿Es francés?— el de baja estatura negó con la cabeza.
— Nací en Inglaterra, sin embargo mis padres son franceses.
— Ah ¿Y ellos también están abordo?
— Si, vine con mis padres y-...— se detiene repentinamente y se mantiene en silencio por unos segundos antes de seguir— La familia de mi prometida.
Se formó un frío silencio dónde Angel sentía una gran desilusión.
— Oh, ya veo, felicidades— de los labios morenos salió una amarga sonrisa.
— Siento todo menos felicidad— admitió Alastor sin dejar de tener una expresión de amargura, cómo si ése tema fuera lo peor que le hubiera pasado.
El chico de cabellera rubia miró con atención su expresión, logrando entender mejor la situación.
— ¿Matrimonio arreglado?— con un suspiro agotador, el contrario asintió.
— Nosotros nos volvimos una de las familias más ricas en Southampton, sin embargo nuestra reputación no es muy buena y ellos tienen una gran reputación pero tuvieron una crisis económica. Fue el trato perfecto— explicó bastante deprimido.
Anthony lo miró por unos segundos antes de bajar la mirada.
— Mi relación con mi padre tampoco es muy buena— admitió ganándose la atención de Alastor— Digo, si fuera por mí, agarraría mis cosas, golpearía en el rostro a ése idiota y me iría.
— ¿Pero?— preguntó curioso Alastor, a lo que Angel sonrió con la misma amargura que había tenido el moreno.
— Jamás dejaría a mis hermanos... Y aunque no quiera le tengo un poco de afecto al viejo— admitió con desdén.
Luego simplemente se miraron, compartieron miradas y ambos sonrieron sintiendo como los dos estaban en la misma mierda.
Por primera vez se sentían comprendidos.
. . . . .
Decir que al día siguiente se volvieron a ver, es necesario. Ambos volvieron a buscarse, ambos volvieron a complementarse, ambos volvieron a estar horas sin dejar de hablar. Fue tan así que la noche ya había caído y ambos corrían apurados entre risas después de escaparse de la desagradable familia de Alastor. Hubo un momento en que Alastor no podía alcanzar el ritmo de Angel, por lo que éste lo agarró de la mano para que no se quedara atrás.
Una vez que llegaron entre risas a la cubierta, pudieron detenerse para poder reírse a sus anchas mientras recuperaban el aliento.
— ¡Demonios! ¡Si me hubieras dicho que tu padre hacía una cara tan horrible me lo hubiera pensado varías veces antes de presentarme!
— Nunca había hecho una cara tan horrible— admitió entre risas el moreno.
Aún mientras recuperaba el aliento, bajo la mirada hasta dónde estaban sus manos. Aún se sostenían con fuerza y no quería que se soltaran.
Fue entonces que Angel también se dio cuenta que seguía sosteniendo la mano de Alastor, pero no lo soltó. Lejos de éso, con cierto nerviosismo y miedo al rechazo, entrelazó sus dedos con delicadeza.
Los latidos de chico de castaño se alborotaron y chocaban con fuerza contra su pecho. Aún así, con nerviosismo devolvió el apretón antes de subir la mirada y mirar fijamente a Anthony.
No sabe en qué momento pasó, de un momento a otro ambos se encontraban en una parte super oscura de la cubierta, donde no llegaba la luz, dónde nadie podía verlos.
Se sostenían fuertemente las manos temblorosos, inseguros, no estaban haciendo nada además de sostener la mano contraria, aún así la culpa y el sentimiento de estar haciendo algo malo estaba presente. El más bajó estaba contra la pared, siendo acorralado por el cuerpo alto de Angel. Ambos se sostenían la mirada, no podían apartarla, sus labios estaban a centímetros sin tocarse pero con las ganas de hacerlo. De sus bocas despedía vapor por las bajas temperaturas que hacían estremecer la piel y dar pequeños temblores.
— No está bien— Alastor fue el primero en hablar en un suave susurro. Incluso tenía miedo de sean oídos.
— El que no toma riesgos no vive de verdad— susurró de la misma manera tratando de darle más seguridad.
Las respiración se hicieron más irregulares por los latidos que se aceleraban, lentamente acercaban sus labios. Tenían miedo de tocarlos y al mismo tiempo era lo que más deseaban. Sus narices fueron las primeras en tocarse, dando más temblores, cerraban los ojos por reflejo, las mejillas ardían y una creciente excitación los envolvía al tener el cuerpo contrario tan cerca. Algo les decía que una vez que empezaran, no podrían detenerse.
Sin embargo el suelo bajo sus pies empezó a temblar, provocando que se separaran para mirar a su alrededor confundidos y alterados. El temblor le siguió varios minutos antes de detenerse. Ambos se miraron desconcertados y preocupados.
— ¿Qué fue eso?
— No lo sé— Alastor alejó a Angel de él para poder adentrarse en la cubierta, siendo seguido por el más alto.
Fue entonces cuando llegaron a la parte principal del barco, pudieron ver pedazos grandes de hielo en el suelo y no tan lejos, un enorme iceberg. Angel no veía nada raro, pero ante la postura sería de Alastor, empezó a preocuparse.
— Esto no me gusta— le confesó a Angel— Vayamos a buscar a alguien a cargo— el de ojos zafiros asintió bastante preocupados y ambos se dieron la vuelta para hablar con un marino.
Cosa que fue un rotundo fracaso. Todos los tripulantes corrían de un lado a otro, algunos le decían que estaban ocupados y otros sólo los ignoraban. Mientras más pasaban los minutos, los trabajadores se veía más nerviosos y éso solamente aumentó la preocupación de ambos jóvenes.
— Esto es inútil— alegó Angle nervioso— Nadie nos hace casos— justo en ése momento, Alastor vio a una cara conocida a lo cuál se acercó rápidamente.
— ¡Señor Andrews!— el hombre se frena y se volteó— Señor ¿Qué sucede? Algo grave está pasando y es inútil decir lo contrario— el hombre mayor se veía bastante afligido, miró a ambos jóvenes con inseguridad y sin muchos preámbulos se acercó un poco más a ellos.
— El Titanic se hundirá— el alma se le cayó a los pies a ambos jóvenes quiénes palidecieron de golpe, el aire ni siquiera podía pasar por sus pulmones— En una hora más o menos. No le digan a nadie o se va a infundir el pánico. Busquen salvavidas y traten de subirse en un bote si es que pueden— y sin decir más, se alejó y se fue dejando a ambos muchachos congelados, apenas podían reaccionar.
— Al— lo llamó el joven más alto con la voz temblorosa a lo que el nombrado se volteó sólo para verlo en medio de un ataque de pánico— ¿Qué vamos a hacer?— rápidamente el castaño se le acercó y lo sostuvo tratando de calmarlo.
— Tranquilo, haremos lo que el señor Andrews dijo, buscaremos salvavidas. Tu avísale a tu familia y yo lo haré con la mía. Nos juntaremos en un media hora más aquí ¿Está bien?— el chico asintió nervioso antes de abrazarlo con fuerza, a lo que Alastor imitó con la misma fuerza— Tranquilo, todo estará bien ¿Sí?— el rubio volvió a asentir, se dieron un último apretón y se fueron por diferentes caminos.
. . . . .
Alastor miró a su alrededor al borde del nerviosismo. Ya habían pasado cuarenta minutos y Angel seguía sin aparecer, el caos ya había estallado en el Titanic y sólo se podían ver personas corriendo de un lado para el otro. Había enviado a uno de sus sirvientes a que fuera a buscar a Angel, sin embargo aún no regresaban y el barco se empezaba a hundir cada vez más rápido.
— ¡ALASTOR!— volteó la cabeza solamente para ver a su padre desde el bote junto a su madre y algunos pasajeros más— ¡¿QUÉ ESTÁS ESPERANDO?! ¡SUBE YA!— se acercó al bote, sin embargo no se subió. Ya se estaban acomodando los últimos pasajeros y el marinero se veía más nervioso de irse. Su padre le había pagado para que los llevara a su familia junto a la familia de su prometida.
Miró otra vez a su alrededor nervioso, ya no había tiempo. No quería irse sin Angel, pero tenía miedo de quedarse y morir. Volvió a mirar el bote nervioso, sin embargo antes de dar un paso escuchó un grito tras suyo.
— ¡Señor Alastor!— al voltearse se encontró con su sirviente que llegó sólo y apurado— Bloquearon todas las salidas en la clase baja, los de tercera clase están atrapados abajo— la boca de Alastor se secó.
— ¡ALASTOR!— nuevamente el grito de su padre— ¡O TRAES TU TRASERO AQUÍ O TE QUEDAS!— el joven se dio la vuelta y miró bastante asustado al bote frente a él, que casi parecía representar la vida.
Se quedó mirando fijamente el rostro de sus padres, incluso el de su prometida que lo miraba asustada, cómo si ya supiera lo que haría. Aún con los nervios a flor de piel, dio paso hacia atrás, seguido de otro, y otro, hasta que simplemente se dio la vuelta y se fue corriendo. Dejando todo atrás, sabiendo que cuando regresara, el bote ya no estaría ahí.
— ¡ALASTOR!— el grito de sus padres fue lo último que escuchó a la lejanía. Pero sabían que aunque lo amaran, no arriesgarían la vida por él.
Con rapidez empezó a correr cómo nunca, se sentía desesperado, ni siquiera sabía dónde ir.
— ¡Tome el ascensor!—se sorprendió de ver a su sirviente corriendo a su lado— ¡Es el único medio para bajar! ¡Pero no podrás subir!— Alastor siguió corriendo, siguiendo las indicaciones.
— Pudiste haberte ido Husk— el contrario sólo río.
— El trato que me une a su familia implica protegerlo de todo, incluso si debo sacrificarme— le dijo mientras se asentaban en el ascensor y apretaba uno de los últimos botones— Aunque hacer todo esto por alguien de tercera clase... Incluso si fuera su amigo esto es algo extremo— ambos compartieron una mirada— Esto es más por lo que se haría por un amante— y la conversación murió ahí.
Cuando se abrieron las puertas, el agua les llegaba hasta las rodillas y Alastor nunca sintió tanto frío en su vida. Ambos corrieron por pasillos y escaleras hasta que por fin llegaron a los camarotes de clase baja, dónde todas las personas se encontraban abarrotadas contra las rejas. Recorrieron por al menos tres entradas dónde Alastor únicamente buscaba a Angel. Fue en la última que por fin lo vio junto su familia.
— ¡ANGEL!— el nombrado se giró rápidamente y al ver a Alastor abrió los ojos cómo nunca antes de correr hacia él para abrazarlo.
— ¡Lo siento! ¡Lo siento! ¡No lograba convencer a mi padre que el barco se estaba hundiendo! ¡Y cuando lo hice habían cerrado todo con rejas! ¡No hay salida por ningún lado!— el moreno le devolvió el abrazo con la misma fuerza sintiéndose aliviado de tenerlo entre sus brazos.
— Ya no importa, si nos apuramos tal vez podamos alcanzar algún bote.
— ¡Anthony!— un fuerte grito resonó, provocando que ambos muchachos se separaran inmediatamente y al voltearse, era el padre del joven quién veía la escena con bastante degradado— Vieni qui— Angel se vio más cohibido pero igualmente se acercó hacia su padre.
— Padre. Può aiutarci, può prendere una barca.
— Non mi interessa, allontanati da lui adesso— Alastor no pudo evitar acercarse.
— Vengan todos conmigo. Vamos a ir a los botes.
— Non verremo con te— le respondió agresivo el hombre mayor.
— Papà— le llamó Molly quién parecía aterrada.
— Quel tipo di uomo vuole sempre qualcosa in cambio, non possiamo fidarci di lui— Alastor no entendía qué estaba pasando, pero por la expresión de Angel sabía que no era algo bueno.
— Angel— lo llamó mientras lo sostenía ante la mirada en pánico del joven— Por favor ven conmigo. Si vienes conmigo sé que todo estará bien. Podremos hacer todo mientras nos mantengamos juntos— los ojos zafiros se empiezan a llenar de lágrimas y la inseguridad estaba escrita en su rostro. Su mirada pasaba de Alastor a su familia, su padre le seguía gritando que se quedara y el miedo estaba reflejado en la mirada de sus hermanos. Nuevamente miró al chico de piel morena quién lo miraba con desesperación mientras le rogaba con la mirada.
Las lágrimas se deslizaron por sus mejillas antes agarrar las mejillas de Alastor y estamparle un beso.
Aquel beso duró apenas unos segundos, pero para ambos duró una eternidad, una eternidad en el cielo, en el único momento dónde se sintieron ellos mismos, donde se sentían completos. Ambos habían sido destinados para conocerse.
Alastor se separó y sostuvo su mano con fuerza para darse la vuelta, sin embargo se detuvo en el momento que el rubio soltó sus manos. Se dio la vuelta para mirar a Anthony quién estaba hecho un mar de lágrimas. Negó con la certeza reiteradas veces entre lágrimas y ante la mirada incrédula de Alastor.
— No puedo Al— fue en ése momento que el castaño realmente se desesperó y se volvió a acercar a él.
— No por favor Angel, no me hagas esto— le rogó mientras le suplicaba con la mirada a lo el contrario volvió a negar.
— No puedo abandonar a mi familia— un nudo en la garganta se le empezó a formar al moreno y sin percatarse, lágrimas empezaron a salir de sus ojos.
— Tu siempre dices que el que no toma riesgos no vive de verdad ¡Si te quedas ya no habrá nada qué arriesgar! Por favor, en éste momento necesito que te arriesgues. Por favor— volvió a suplir sosteniendo sus manos a lo Angel solo llora más sin dejar de negar con la cabeza.
— Con mi familia no me puedo arriesgar.
— ¡Yo también soy tu familia!— gritó desesperado Alastor. El joven de alta estatura lo miró entre lágrimas.
— No puedo llamar familia a alguien que conocí hace unos días— aquello le rompió el corazón a Alastor, se quedó pasmado en su lugar— Lo siento Alastor— en éso el nombrado sintió una mano sobre su hombro el cual lo llevó hacia atrás para separarlo de Angel.
— Señor, es mejor que regresemos a cubierta— mientras escuchaba la voz lejana de Husk, el moreno fue separado del contrario, sin embargo aún trataba de sostener con fuerza su mano, pero aún así fueron separados y ambos sintieron el preciso momento en que sus manos dejaron de tocarse.
— No me olvides nunca— fue lo último que le pidió el joven italiano mientras Alastor era arrastrado y veía como la distancia entre ambos se hacía más y más grande. El multitud de gente pasaba por el pasillo y cientos de rostro pasaban frente a él, sin embargo el único que veía era el de Angel, veía cómo su figura se hacía más pequeña a la distancia y como el multitud de personas bloqueaba su vista. Lo último que pudo ver, fue lo primero que vio al conocerlo. Sus ojos como el mar llenos de vida.
. . . . .
La llovía recorría su rostro y aún así no le importaba. El Campania era un barco grande, aunque no tanto como lo fue el Titanic.
De algún modo se las arregló para vivir y terminaron siendo llevados al Campania. Todos los botes salvavidas ya habían regresado, todos los nombres fueron registrados y en ninguno de los registros se encontraba el nombre de Anthony Dartizio.
Sus ojos se cerraron agotados, ya no podía distinguir las gotas de lluvia y las lágrimas que caían de su rostro. No dejaba de preguntarse el por qué, sin embargo ya sabía la respuesta, la existencia de Angel fue como un pequeño sueño, una estrella fugaz que apenas se pudo distinguir, pero fue la más bella de todas.
Angel fue como una tregua en su vida, en su ahogante vida de hombre de clase alta, él fue su alegría momentánea, dónde solamente le dio una corta felicidad antes de despedirse para siempre.
Cerró los ojos rendido, sintiendo como su angustia iba en aumento.
Por favor...
Rogaba, rogaba para ver los ojos cómo el mar una vez más.
Por favor... Sólo una vez más...
. . . . .
Es cómo otro mundo.
No sabría cómo explicarlo.
No duele, no sufre, no lloras.
Importa tantas cosas y la vez no importan.
Era una infinita paz, dónde están las personas más importantes para él, las personas que amó... Casi todas.
Aunque todos reían en aquel crucero que jamás tocará tierra, aún cuando todos estaban en paz, él no podía estarlo. Le faltaba alguien y sabía quién era. Y su ausencia hacía que la soledad lo invadiera.
Aún cuando nunca en vida fue alguien paciente, esperaría. Esperaría el tiempo necesario, contaría los segundos, los minutos, las horas, los días, los años. Lo esperaría sin pensar.
En aquel lugar el tiempo no existe, se tiene, eres consciente y a la vez no del tiempo. Los años pasan y los pasajeros poco a poco se van subiendo a bordo para seguir con el viaje sin fin.
Ya no debe faltar tanto.
Entonces un escalofrío removió su interior, miró sus manos para después presionarla contra su pecho.
Está completo.
Una sonrisa se forma en sus labios.
— Angel— gira el rostro para ver los sonrientes rostros de sus hermanos— Llegó— él correspondió las sonrisas.
— Lo sé— contesta antes de dirigirse al salón principal.
Siente emoción, quiere correr como lo hacía en antaño para poder refugiarse en sus brazos. Pero también se encuentra tranquilo y con la misma tranquilidad llega al salón dónde todos rodean al nuevo pasajero.
Como si sus almas fueran parte de una sola, el joven de piel morena se da vuelta para por fin ver ésos ojos tan azules el mar. Se comparten una sonrisa antes de acercarse, tomar sus manos y abrazarse con fuerza.
Se separan para verse unos instantes antes de besarse.
Ahora estaban completos.
.-.-.-.-.-.-.
Well, me atrasé :v y sí, hice una adaptación del Titanic porque lo acababa de terminar de ver y después de llorar me llegó la inspiración de golpe, así que uff aquí me tienen, esto fue muy largo y lo sé pero ñe. Tampoco sé si está bien la traición pero ÑE a mí me gustó.
Por cierto todo lo que leyeron no tiene nada que ver con lo que tenía escrito en un principio. Maldito y bendito Titanic.
¡Aquí una pregunta!
Si Angel Dust existiera ¿Comprarían sus películas porno?
Mi respuesta es SI SI Y SI.
Bueno, hasta aquí lo dejo, espero no haberlos hecho llorar o ponerse sentimental.
Nos vemos bye💕💋
Perdón si hay faltas ortográficas, lo escribí como flash.
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