Omegaverse
Aborta.
Aquella palabra se repite una y otra vez en su cabeza.
Mátalo
Grita su subconsciente en un coro repetitivo.
Oh el nos matara.
Su cuerpo está cambiando, las hormonas lo inundan, el vómito lo marea, su cuerpo duele.
No quiere esto, no quiere que eso nazca, no quiere que aquello salga de su cuerpo.
Él estaba maldito, podrido, jodido. Nada debía nacer de su vientre, las escrituras proclamaban que daría a luz un ser tan poderoso que la humanidad estaría condena al exterminio.
Al principio lo negó, creyó que todas esas palabras escritas sobre piedra eran mentira...
Eso creyó, a eso se aferró, hasta que cumplió 14 años, y en la oscuridad de su habitación se presentó como omega. Los temores se asomaron desde las sombras. ¿Y si todo era verdad? ¿Si las palabras escritas eran ciertas? ¿Si su hijo seria aquel traería la muerte?
Intentó fingir que aquellas palabras no le afectaban, intentó convencerse que todo era una mierda más de su abuelo otra de las muchas mentiras de la linaje Al'ghul. Y hubiera funcionado. Si no fuera por culpa del niño mitad alíen.
El pequeño y tierno Jon.
Se presentó como un alfa.
Las hormonas explotaron, los deseos carnales hicieron mella sobre sus pieles, los deseos que guardaron dentro de ellos mismos salieron a la luz, sucumbieron sus instintos más primitivos.
Y con 19 años fue marcado. Por quien consideraba su mejor amigo, su amor imposible.
Aún recuerda cómo Jon lloró desconsolado, pidiendo disculpas y anhelando su perdón por marcarlo sin su permiso. Realmente no tuvo nada que perdonar, él también anhelaba esa unión, el calor de saberse amado, la fantasía de obtener protección.
Lo que no previó, fueron las consecuencias de ese acto.
Se descubrió vomitando a las 3 de la mañana, mareándose entre las patrullas, la sensibilidad en su pecho. Decidió tomar valor, y con el corazón acelerado, tomó la prueba de embarazo...
Positivo.
No quería que las escrituras fueran reales, que su vientre trajera al ser que mataría a todos.
La inteligencia de un Wayne, la crueldad de los Al'ghul, la invulnerabilidad y fuerza de los Kent.
Aquello era una bomba de tiempo, que estaba destinada a explotar.
Antes de que su olor cambiara, antes que sus síntomas se mostraran, antes que su lazo alertara a su alfa.
Decidió acabar con el problema, matar lo que aún no tenía pulso.
El baño de un hotel se tiñó de rojo, lo que se suponía que sería su hijo se iba lentamente por el desagüe. Limpió todo el lugar sin dejar evidencia de su presencia.
Se sentía débil, un poco mareado, adolorido, pero nada más. Fingió un resfriado, fingió que nada había pasado. Nadie notó nada, ni siguiera su alfa.
Este al saber que su amado omega se encontraba enfermo apareció por la ventana de su habitación, para brindarle consuelo, para velar su sueño, para decirle entre susurros cuánto lo amaba.
Decidió no volver a cometer un error tan estúpido como ese. Tomó supresores, compró condones, tanto para omega, como para su alfa. Pastillas para el celo, pastillas del día después.
Deseaba quitarse el útero, pero temía que Jon preguntara por la cicatriz, que su familia lo tomara de loco.
Ese pequeño e insignificante error quedó en el olvido, callado por la habitación de un hotel. Siguió su vida como si nada nunca hubiera pasado, siguió peleando con Jon, amando a su alfa, reclamando cosas insignificantes, besando aquellos labios que lo volvían loco, durmiendo en el pecho lampiño de su amor, dejando que su alfa menguara su piel en las noches de pasión .
Y antes de que se diera cuenta...
los mareos volvieron, el vómito lo albergó y el terror lo cegó.
De nuevo, con aquella maldito cosa entre sus dedos, rogaba a un dios impotente, que todo sea una simple paranoia, un juego cruel de su mente trastornada.
Positivo.
Otra vez... no.
Noentiende cómo pasó, no entiende por qué ocurrió. Nunca se descuidó, tomósupresores, pastillas, usó condón.
¿¡PORQUE MIERDA LE PASABA ESTO !?
¿¡PORQUE DIOS LO CASTIGABA!?
¡NO QUERÍA MATAR!
¡NO QUERÍA HACER ESTO!
No flaqueó ante la noticia, fingió una misión en solitario, algo referente sobre su madre. Jonathan quiso ayudarlo, apoyarlo, pero él le explicó que eran cosas de familia, que necesitaba hacer esto solo.
Y cuando los ojos, y su audición no estuvo sobre él. Huyó, se alejó lo más que pudo, en el menor tiempo posible. Y en una cueva en medio de la nada, decidió acabar con el problema como la última vez.
Tomo las hiervas necesarias, no podía hacerlo con herramientas, eso dejaría marcas y pruebas. Se acomodó en un rincón y sencillamente espero que su cuerpo expulsara al feto.
Lo que no previo es que eso no sucedió. El dolorlo caló en su cuerpo, la calentura baño su piel, el mareo le impedía ponerse depie. El maldito feto se había quedado atrapado en sus entrañas, negándose aabandonar su cuerpo. Intento esperar, convencerse de que todo estaba bien. Pero conforme las horas avanzaron, solo observando como su cuerpo se debilitaba...
Sintió pánico.
No fue su intención, su gemido omega escapó por sus labios y su alfa dejó todo por su llamado.
Cuando observo su figura en el umbral de la puerta, la expresión siempre alegre en su rostro...era remplazado por una mueca de horror.
Pocos son sus recuerdas después de ese momento. Pero detrás de la neblina de sus recuerdos, recuerda vagamente la textura de las manos temblorosas de su pareja sobre su piel, los gritos clamando su nombre, y el aire al chocar con la capa que lo cubría.
Las luces del área médica dieron en su rostro, el sonido de su pulso, y las voces lo reciben.
La mayoría del clan estaba reunida, su padre, Alfred, los huérfanos, las chicas, y acurrucado a su lado, sosteniendo firmemente su mano, se encontraba Jonathan. Su alfa, demacrado, mancillado, derrotado.
Su padre junto a Pennyworth se acercaron. Preguntando cómo estaba, preguntando si sabía que había pasado.
Negó saber algo, negó saber que estaba en cinta. Lloro cuando le informaron que tuvo un aborto espontáneo, explicando que su cuerpo no pudo expulsar al feto y habían tenido que practicarle un legrado. Suplico entre voz cortada que todo fuera mentira, imploro que todo fuera una cruel broma, exigió que volviera algo que el nunca quiso.
Jon lo cubrió con su cuerpo, lamio sus lágrimas, intentó tranquilizarlo con su aroma, acunarlo en su pecho.
Su padre se veía mal, Pennyworth se apartó unos minutos, sus hermanos apretaron los puños, las chicas lloraron junto a él.
Y su pobre y hermoso alfa.
Lamentándose en silencio, se odiaba por haberlo dejado partir sin su apoyo. Le destrozaba saber que su niño muriera, y su pequeño omega lloraba.
—Lo siento... Perdóname por no estar a tu lado —es lo que repetía una y otra vez en un tono quebrado, en un llanto que no se derramaba, pues debía mantenerse fuerte, para ser el pilar del cual podía sostenerse.
Realmente se sintió mal. Saberse el responsable del dolor de su alfa, del duelo de la manada. Pero aun así, aun con todo... No se arrepentía de su decisión.
Las palabras se callaron, su manada se quedó a su lado, su alfa no se separó ni un segundo de su ser.
Dick se acurrucaba junto a él en su pequeño nido, mientras acariciaba sus cabellos brindándole consuelo.
Jason liberaba su aroma a su alrededor, buscando que se sintiera seguro, tranquilo, querido.
Tim leía libros enteros para él, conseguía pinturas y lienzos en blanco.
Alfred y Lois, le preparaban postres, dulces.
Se sentía un bastardo, una completa mierda miserable. Pero nunca admitirá que la atención le encantó, saberse amado, saberse cuidado, como siempre quiso de cachorro.
El tiempo pasó, las cosas lentamente volvieron a la normalidad, nadie tocó el tema sobre el bebé perdido y Jon aun con el tiempo transcurrido se negó a separarse de su lado si no era una verdadera emergencia.
La vida siguió adelante. Los días pasan, los meses quedan atrás, y los años no esperan.
Y cuando menos se dio cuenta, cuando creyó que no podía cometer el mismo error por tercera vez, es que su vida se fue al infierno en cuestión de minutos.
No lo descubrió hasta que fue demasiado tarde, el maldito bastardo no mostró signos de estar ahí. No hubo vómitos, mareos, debilidad, incluso su celo siguió presente.
La maldita cosa se escondió, hasta saber que su supervivencia estuviera asegurada.
El primero en notar su estado, fue su alfa. Su aroma había cambiado, Jon lo noto y todo estallo.
No podía deshacerse del problema sin parecer sospechoso, no sin que su familia lo odiara, no sin saber que su alfa lo rechazaría.
Para empeorar las cosas, para aumentar su odio. La maldita cosa, burlándose de él, proclamando su triunfo, tan pronto se supo seguro, se encargó de sacarle la vida en vómitos, mareos, dolores, hormonas, obligándolo a comer carne.
Intentó matarlo más de una vez, fingir otro aborto espontaneo, un mal golpe, que todo pareciera un accidente.
Pero Jon notó su comportamiento, notó lo que trataba de hacer.
La pelea entre ellos duró horas, intentó justificarse, intentó culparlo. Pero al final se rompió, estaba cansado, derrotado, tenía miedo, mucho miedo.
Le contó todo, sus razones, sus miedos, la paranoia en su mente. No llegaron a nada, sus palabras no valieron nada. Y por primera vez en su vida, Jonathan. Su mejor amigo, su amor, su alfa...
Lo miro como los mismos ojos, con los ojos con los que la gente lo despreciaba.
Cuando menos se dio cuenta, la libertad se le fue arrebatada.
Jonathan lo encerró una serie de cuartos especiales, lo trato como un loco, como un maldito bastardo perturbado. Nadie quería escucharlo, nadie veía lo que realmente estaba pasando, todos ignoraron sus gritos, sus palabras, sus plegarias .
No quería estar así, no podía estar más tiempo así. Cada día que pasaba, con cada mes que corría, su abdomen no hacía más que crecer, su cuerpo dolía, los pies se le hinchaban, el pecho se le hinchaba, las hormonas lo confundían. Todo dolía, ansiaba que todo terminara.
Gritaba hasta que su voz se rompiera.
Su alfa lo embriagaba con su aroma, susurrando palabras en su oído, intentaba convencerlo con palabras.
Sentía como las manos de su Jon trazaban caminos inexistentes por su abultado vientre, intentaba convencerlo de que todo estaría bien. Y él solo podía llorar, sollozar, porque con cada día ese monstruo llegaría al mundo.
Y Jon, no parecía no tomar en serio sus palabras, Jon parecía encantado que su estómago creciera, encantado con la idea de criar eso.
Perdió la cuenta del tiempo que estuvo encerradoentre aquellas paredes, no sabía si era de noche, o de día.
quería odiar a jon , quería repudiarlo, y en mas de una vez lo maldijo hasta quedarse dormido. Pero era mentira, jonathan en ningún momento lo descuido, jamas se fue de su lado, lo alimento, vistió, consoló, ayudo.
Cuando Jon creía que dormía, solía hablar con sus manadas por teléfono.
Siempre las mismas palabras, siempre los mismos resultados.
Ten paciencia...
No lo hace para dañarte...
Cuídalo....
Tienes que ser fuerte...
No lo dice enserio...
Sé que estás cansado...
Demuéstrale que lo amas...
sé que duele...
Con esfuerzo lo superaran juntos...
Todo saldrá bien...
Damián está enfermo...
El día que tanto temía llego, sus piernas se bañaron de liquido amniótico, las contracciones dieron inició al infierno. sentía como esa cosa luchaba por salir, desgarrando su piel.
Grito hasta que su voz se perdió, suplico que todo se detuviera.
Se aferró a la mano de su alfa, las lágrimas escaparon de sus ojos.
Un llanto agudo retumbó entre las paredes.
Los besos de Jon llenaron su rostro, palabras de alegría, agradecimientos. El ronroneo de su alfa, orgulloso ante el nacimiento de su primogénito.
Jon insistió en que lo cargara, en que viera su rostro, en que notara su parentesco. Después de mucha insistencia, cedió.
El pequeño bastardo no dejaba de llorar, el diminuto cuerpo fue puesto sobre su pecho, la manta que lo cubría fue quitada.
Cabello negro, nariz redonda, piel blanca, y una diminuta boca rosada.
Lo odiaba, lo repudiaba, lo aborrecía ...
O eso quería creer.
Sus instintos omega salían a la luz, quería acunarlo, rosar su nariz, impregnarlo con su aroma, calmar su llanto.
Pero su cabeza no se quedaba tranquila, no sabía si era lo correcto, temía tomar una mala decisión, lo quería muerto, deseaba amamantarlo, despreciaba su llanto, quería arrullarlo.
El aroma de su alfa lleno el lugar, su mente y su parte omega dejaron de pelear.
-Sé que tu no lo ves Damián, se por qué no lo quieres cuidar...
puedo encontrar a alguien que pueda cuidarlo, Oh podemos cuidarlo. Tu escoges.
Pero por favor, no le hagas le mismo que hicieron tus padres contigo, dale una oportunidad, - son las palabras que su alfa proclama
- Nada malo pasara, el tendrá a dos padres que lo amen, el podrá ser feliz. pero no cometas los mismo error que cometieron contigo-
¿Estaba cometiendo el mismo patrón que sus padres?
Aún recuerda cuantas veces lloro en la soledad de su habitación, aún recuerda ver con recelo a los otros niños correr a los brazos de sus padres, la soledad, la tristeza, el rechazo, el dolor de saberse que no era a deseado por sus progenitores...
Su omega interno decidió vencer sobre su razón, tomando las riendas y aceptar al cachorro. El ronroneo en su pecho salió a la luz, su aroma marco al bebe como suyo. El pequeño lentamente dejo de llorar, acunándose sobre su pecho, buscando su calor, anhelando su consuelo, esperando recibir amor.
Jon suspiro, como si todo el estrés de estos meses hubiera desaparecido de golpe.
-Te amo Damián, no sabes cuánto te amo -
Los labios de Jon se funden con los suyos y el pequeño cachorro suelta un gorgoteo exigiendo atención.
No sabe si esto es lo correcto, aun desconfía de todo aquello, pero ahora admite que tiene un problema, un problema que va a tratar. No por él, no por Jon. Sino para no cometer los mismos errores que sus padres cometieron con él, para dale felicidad al cachorro.
No quiere que este niño sufra lo que el sufrió, no quiere que este niño llore en la soledad de su habitación.
Quiere que ría, aprenda amar, que entienda la diferencia entre el bien y el mal, y sabe que Jon a su lado, apoyándolo, explicándole sus errores, todo saldrá bien.
Esperaba que jon dijera la verdad.
...
Que las escrituras fueran mentira.
...
Y si el tenía razón.
...
Que todos empezarán a rezar.
...
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