Héroes / Dceased
Oscuridad.
Oscuridad es todo lo que sus ojos pueden apreciar, el frió que cala por sus huesos. En esta noche sin final. Los sonidos, los gemidos de los muertos vivientes que buscan su carne.
Y un destello, intenso, tintineante. Ilumina su rostro mientras avanza, cada vez mas insistente, cada vez mas brillante.
La luz, luz de un verde toxico, verde que trae dolor, aquella luz leda de lleno a la cara. Los gritos, gemidos y choques se hacen cada vez más fuertes, las sacudidas son feroces, el grito es desgarrador.
Cuando todos en los que creímos, nos den la espalda.
Yo iré contigo.
No teme. Sigue avanzando, sabe que es seguro, sabe que el jamás le aria daño.
Una puerta frente a el frena su paso. Introduce la combinación que sabe de memoria, escucha los engranajes girar, la alarma sonar y el clic resonar, fuerte y claro.
La imagen la conoce de memoria.
Jonathan...
Su mejor amigo...
Su único amor...
Grita, golpea, gruñe, escupe, sangra, gime, se retuerce... llora.
El collar de kriptonita fuertemente amarrado a su cuello, el bozal que se cierra sobre su rostro impidiendo que sus dientes se incrusten en su piel, la camisa de fuerza que le impide dañar.
Jon grita con todas sus fuerzas, pelea contra la camisa, golpea su cráneo una y otra y otra vez contra la pared.
Duele verlo, duele ver como el chico dorado, al niño de sonrisas sinceras, palabras amables y sueños de héroes...
Transformado en aquel ser.
El cuerpo de Jon parece notar su presencia. Sus ojos antes azules como el cielo en el que solían pasear. Reducidos a neblinas blancas , trastornos grises.
Jon intenta embestirlo, golpearlo, morderlo. Pero todos los intentos son fallidos, ya sea por la imposibilidad del movimiento, y la kriptonita que lo mantiene débil, sumiso, tasiturno.
Como puede abraza el cuerpo maltratado de Jon, pasa su mano por los cabellos quebrados y sucios. Intenta inútilmente trasmitirle calma, consuelo, susurrando cuanto aun lo ama. Aun con los años que han pasado.
Aleja el cuerpo sin mucha dificultad, sacando de su cinturón una correa que conecta al collar. Deben moverse, este lugar ya no es seguro.
Sale de aquel cuarto, asegurándose de que todas las medidas de seguridad estén firmes y aseguradas.
Jon camina frente a él, tirando inútilmente de la correa, golpeando su cuerpo contra las paredes.
Quédate conmigo.
No tienes que correr.
Las luces blancas lo ciegan por unos segundos. Los pocos héroes que quedan, van y vienen, traen y retiran.
Civiles ayudan, niños que juegan al fondo entre las cajas, adolescentes aglomerados en grupos.
Todos lo observan, lo juzgan, critican.
No le importa. No presta atención.
Siempre había sido lo mismo, mucho antes de que todo esto pasara, sabia como lo veían, como susurraban de su madre, como compadecían a su padre, como criticaban cualquier pequeña acción, juzgando cada palabra que salía de su boca. Pero si antes no le importo, ahora mucho menos.
El tirón de la correa entre sus manos le llama la atención, Jon intentaba avanzar, atacar a un grupo de chicos que se encuentran en el lugar.
Una de las chicas lo mira, observa.
La lastima pintada en sus ojos.
¡Como si aquella perra comprendiera realmente lo que estaba pasando!¡ como si esa estúpida chica supiera por lo que había pasado! A nada de gritarle estuvo, insultarla, maldecirla, golpearla hasta desfigurarla... Cuando detrás de ella, un pequeño niño sale a la luz, un niño que aun con lo que ha vivido, aun con la esperanza muerta, sin un futuro seguro, y la muerte a solo a unos pasos, sonríe al ver a su hermana y su hermana con arma de fuego en mano le sonríe al pequeño niño.
Y es que lo comprende, aquella chica sin nombre, aria lo mismo que el, con su pequeño hermano.
su mirada cansada no era de lastima, sino comprensión.
-Quédate conmigo - susurra suavemente, y como si Jon entendiera, dejo de tirar, de luchar, solo gimiendo lentamente.
-Damián. Ven ahora mismo- la voz de su padre resuena entre aquellos pasillos, la gente se detiene por un segundo pero rápidamente vuelve a lo que están haciendo. Fingiendo que no han visto o escuchado nada.
Sabe lo que se viene, sabe que serán las mismas palabras de cada refugio que dejan atrás, los mismos reclamos de cada mañana al despertar. Pero aquello no le importa, no lo dejara atrás.
Yo iré contigo.
Los destruiré a todos
He iré contigo.
Avanza a paso cansado a donde está su padre se encuentra.
Jon vuelve a gritar, sollozar, golpear y tira. Tira desesperado, jalando y retorciendo la correa entre sus manos.
Quédate conmigo
Los pocos que quedan vivos del clan están presentes, Grayson, Drake, Bárbara.
A veces aun duele ver lo pequeño que se volvió el clan, sin las palabras sarcásticas de Todd, sin él te en las mañanas de Alfred, o la presencia silenciosa de Casandra.
-Damián - son las primeras palabras que salen de los labios de su padre. - Esto se está saliendo de control, ya no puedes mantener esta locura-
- ¡Él está bien, padre! - grita rabioso, indignado de que piense aquello, de que sigan insistiendo en abandonar a Jon. No puede creer que ellos piensen que le dará la espalda, que simple y sencillamente se deshará de él.
- ¡Lo tengo bajo control! – asegura en grito. Nunca a había ocurrido algún incidente, nunca se le ha escapado de sus manos, Jon jamás había dañado a alguien. ¿Porque todos seguían diciendo que era un peligro?
- ¡No! - aquella palabra sorpresivas no la grita su padre, sino de los de Grayson.
-Damián. Observa lo que estas haciendo... Dami, el ya no es Jon, no es tu Jon-
¡Mentira! se repite una y otra vez en su cabeza, ¡Mentira! grita una y otra vez. ¡Todo es una mentira! Jon sigue ahí, Jon podía ser salvado, él estaba ahí, porque nadie lo podía ver.
- Sé que suele, nosotros también perdimos amigos, familia... Pero esto ya no está bien, mantenerlo encerrado, con un trozo de kriptonita en el cuello... no es la solución Damián habré los ojos-
Su padre avanza hasta estar frente de él. Jon gruñe, grita, intenta atacar.
Cuando todo este oscuro
Yo seré tu luz.
He iré contigo.
Siente sus manos sus manos cerrarse sobre las suyas, pidiéndole en silencio soltar la correa, entregarle a Jon.
-Damián ya han pasado cuatro años. No podemos seguir haciendo esto. Hijo, no puedes seguir aferrándote a esto-
Siente sus manos flaquear, siente que ya no puede seguir manteniendo esta cruel y triste mentira.
Está cansado...
Sofocado...
Harto...
Triste...
Solo...
¿Cómo las cosas terminaron así? ¿Porque no fue el envés de Jon?
¿Porque tuvo que protegerlo el día en que todo comenzó? ¿Por qué tenía que ser un héroe?
¿Porque?
¿¡Porque!?
¡¡POR QUE ÉL!!
¡Quédate conmigo!
¡Quédate conmigo Jon!
¡Por favor, quédate conmigo!
Aún recuerda el caos de su escuela, los gritos de sus compañeros. El vago recuerdo de su profesor de historia, utilizando a una de sus compañeras como escudo.
Nada de eso importó, el mundo a su alrededor dejo de tener sentido.
El tiempo se volvió relativo, toso dejo de existir.
Ocultos en el almacén del gimnasio, ocultos del fin del mundo.
Jon se transformaba lentamente, entre agónicos gritos, vomitando sangre con cada respiración.
Había sido infectado...
Por protegerlo a él.
Aun en tiempos de crisis, aun cuando el mundo colapsaba, su amado debía ser un héroe. Su héroe
Sentía las piernas inútiles, su respiración se hiperventilándose. No sabía qué hacer, no tenía ningún plan para algo así. Solo deseaba que todo se detuviera, que todo fuera una terrible pesadilla, una mentira. Que Jon estuviera bien, que su amado dejara de sufrir.
Imploro con la voz cortada en el comunicador de la familia, imploro por ayuda al clan... Pero nadie contesto, nadie vino en su ayuda.
¿Porque los héroes anteponían a la gente antes que a sus seres queridos? ¿Porque los héroes tenían que sacrificarse por desconocidos?
¿Porque los héroes debían de morir?
El cuerpo de Jon se alzó del suelo, sus ojos azules se perdieron entre la niebla, no reacciono a su nombre, no escucho sus palabras.
-¡Quédate conmigo!
¡Quédate conmigo Jon!
¡Por favor, quédate conmigo!-
No funciono, sus palabras no fueron escuchadas, y su amado arremetió contra él, como pudo lo esquivo, como pudo intento luchar.
Pero él era un kriptoniano, y el un mortal.
Cuando creyó perdida la batalla, cuando pensó que no era tan malo morir por la mano de Jon.
Un fragmento de kriptonita calló de su cinturón. No recuerda haber traído eso entre sus pertenencias.
Jon cayó al suelo, retorciéndose y debilitándose por el destello verde.
Como pudo, con las cuerdas de saltan que tenía el almacén, lo amarro, inmovilizó, he improvisado un collar que coloco en su cuello.
Se quedó en aquel cuarto oscuro, escuchando los gritos agónicos de la gente de afuera, las suplicas y los llantos, explosiones y disparos...
Se quedó escondido sin hacer nada, observando y escuchando, el dolor agónico de Jon, la locura y sed de sangre en sus ojos.
No intento salir, no volvió a pedir ayuda. Temía seguir sin respuesta, saber que su padre, y los idiotas estuvieran muertos.
No intento encontrar una salida, sabía que estaba destinado a morir si lo intentaba. Estaba demasiado lejos de Gotham, no tenía armas adecuadas, no tenía un medio de transporte seguro. Y los muertos vivientes eran miles por calle.
Se quedó ahí, hablando con Jon. Haciéndole promesas que sabía que no cumpliría, regañándole por su imprudencia, insultándole por ser jodido Idiota, disculpándose entre sollozos, expresando cuanto lo amaba.
Aun si la lucha parece perdida.
Yo estaré contigo.
Cuando los héroes llegaron a él, cuando la puerta fue derribada.
Y la voz de Grayson se alzó en lo alto, gritando su nombre.
Habían pasado 98 horas.
Cuando su padre lo tomo en brazos, listo para marcharse. Imploro que no dejaran a Jon, no podía abandonarlo, no podía dejarlo atrás.
No sabe cómo es que su padre accedió, si fue por sus palabras, la culpa, o incluso lastima.
-Damián. Esto se tiene que detener-
la voz de su padre lo saca de su ensañamiento, sus manos aún se encuentran sobre las suyas, listas para retirar lo correa de sus manos.
Jamás te abandonare
Jamás te dejare atrás.
-No puedo padre... aun no estoy listo - su padre grita, la angustia en el rostro de Grayson es palpable.
Pero no escucha, no ve, deja que todos a su alrededor digan lo que quieran. Ya nada le importa nada.
El frió nuevamente cala sus huesos, lo único que lo ilumina es la piedra que adorna el cuello de su amado.
Lo único que escucha son los gritos amortiguados, lo único que siente es cansancio. Abraza el cuerpo de su Habíbi, sin encontrar el calor que tanto necesita.
No tienes que luchar.
No tienes que gritar.
Yo estoy aquí.
Recostado contra la pared del almacén, escondido entre cajas de suministros, en la parte trasera de la nave en la que viajan.
Jon grita hasta escupir sangre. Y el, inútilmente pasa sus manos entre su cabellos, susurrando palabras de amor, disculpas por no dejarlo descansar, acabar con su dolor.
No le importa siempre viajan entre cajas, no le importa si su familia le deja de hablar, no le importa si los héroes lo miran mal.
Todo dejo de importar, el ira con Jon, y Jon se quedara con él.
Porque así lo prometieron, porque así se lo prometió. Encontrará una cura y salvara a Jon. No le importa cuanto le tome, no le importa si es una triste mentira, una miserable y triste ilusión.
Cuando todos en los que creímos
Nos den la espalda.
Yo me quedare a tu lado
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