ღ Día 5: Dinosaurios / Película (AU)
3/09/2024
﹌﹌﹌
Diana Cavendish Pov
—¡Mira lo que traje!
«¿Qué... es eso?»
—¡No me digas que nunca has visto uno!
Levanté una ceja y coloqué mis anteojos.
Por supuesto, sabía lo que intentaba referirse, sin embargo, 'eso' tenía un parentesco poco similar a los animales antiguos que alguna vez gobernaron la tierra.
Su cuerpo pequeño, ojos circulares, diminutos cuernos inofensivos a simple vista, garras cortas y cola larga, solo tratarse de una cosa.
«No puede ser».
—¿De dónde lo sacaste? —pregunté con leve severidad—. Como actriz y persona de este mundo, debes saber perfectamente que-
—Sí, sí, sí. ¡Pero míralo! ¡¿No es adorable?!
—Eso no responde a mi pregunta.
Akko o, Kagari Atsuko, la mujer de veinticinco años con la que trabajaba en una de las películas más esperadas por la industria del entretenimiento, estaba en mi departamento de Tokio, invadiendo, como la mayoría de veces, mi espacio personal.
Suspiré.
«¿Por qué accedí a darle el acceso?»
Mentiría si me arrepintiera absolutamente de hacerlo. Una vez, en mis salidas nocturna por la pintoresca ciudad, acabé en su cuarto de estadía al haber perdido mi tarjeta de acceso por mi subida de alcohol.
De ahí a que me encontrara en mi peor estado, salvando mi reputación como una de las mejores actrices inglesas de Hollywood, aprendimos a llevarnos mejor en el set, omitiendo las peleas innecesarias que comenzaron debido a sus intentos de cambiar el guion y mis acciones profesionales que fueron totalmente inconformistas para ella.
«¡Me mordiste!»
«Nuestro papel-»
«¡No leí nada de eso en el libreto!»
Esa vez, compartimos uno de los incontables besos que incluía la película romántica y deseé agregar un poco más de intensidad con un movimiento que la enfureció, pero no a los directores.
«En el mundo de la actuación es necesario-»
«No tienes por qué decírmelo», dijo y me empujó a un lado antes de entrar a su camerino.
Eso fue hace un año y las grabaciones había dado inicio dos meses antes.
Ahora, no conforme de permanecer dos meses más debido a un error de escena provocada por las personas de segundo plano y a las tormentas climáticas, decidí por prevalecer en mi departamento hasta un nuevo aviso que nos permitiera volver a grabar.
Observé el ventanal de reojo, admirando la fuerte llovizna y suspiré una vez más en este oscuro día.
—Entonces, ¿Qué vas a hacer con él? No creo que los de cuidado animal mágico te permitan quedártelo por más tiempo.
Por su singular apariencia podía suponer fácilmente que se trataba de uno en peligro de extinción.
—Pensaba devolverlo, sí, pero, ¿Crees que alguien venga con esta tormenta? Además, no es como si no pudiéramos cuidarlo por lo menos un día.
—¿Perdón?
—¡Tu apartamento es el más alto, es perfecto para él!
—¿Y por qué lo trajiste aquí en primer lugar? Debiste devolverlo cuando lo encontraste. La recepcionista pudo haberse encargado —dije como si fuera lo más lógico.
Ella rodó sus ojos.
—Sí, sí, señorita genio.
Él sacó la lengua y se agitó en sus manos. Atsuko lo puso en el suelo, caminó unos pasos y empezó a olfatear.
—¡Ow, míralo!
Lo hice, pero con nervios. No me agradaba en absoluto que una criatura mágica estuviera invadiendo mi espacio personal.
«¡Ah, está cerca!»
—¡Ow, te quiere!
Me levanté de golpe y mi taza de té pagó las consecuencias. Atsuko se aproximó y lo agarró nuevamente.
—Ush, está bien, no te alteres. Es un bebé, no te hará daño.
—Bebé o no, es una especie mágica no identificada por el ministro mágico. Es ilegal que esté aquí y no tengo intenciones de pagar una multa o ir a un juicio.
—No seas exagerada. Nadie irá a juicio por este pequeño.
Fruncí el ceño y contemplé de nuevo al animal.
Lastimosamente, no era experta en el tema de la magia que era utilizada día tras día en el mundo donde coexistía, siendo una persona dedicada a la actuación por mi madre, que fue una excelente actriz en su tiempo de vida.
Deseando conmemorar su talento, me convertí en lo que era y no deseaba que eso desapareciera por 'tráfico animal'. Mi esfuerzo y mi tiempo valían más que la mujer frente a mí; la mujer con cara bonita y un buen desarrollado cuerpo japonés envidiable que irrumpía en mi departamento pagado por la agencia cada vez que quería.
—Hablo en serio, Atsuko. Sácalo o llamaré a los de cuidado animal.
Ella levantó una ceja e hizo una mueca en mi dirección, para después caminar a mi cocina.
—Vamos, debes tener hambre.
—¡Akko!
La seguí y observé como lo dejó en la mesa. La 'cosa' se sentó y la miró a ella con atención mientras hurgaba en mi refrigerador.
—¿Qué eres, amigo? —preguntó y le mostró una lechuga junto a una carne fresca—. ¿Vegetariano o carnívoro?
«Esto no puede estar pasándome».
Llevé dos de mis dedos a mis sienes y cerré mis ojos con fuerza.
Desde la llegada de esa mujer por mi descuido de alcohol, mi vida había dado un giro de 180 grados sin precedentes. Su alegría rebosante que me obligaba a utilizar gafas de sol por lo brillante que era; su comportamiento infantil; y su actitud perseverante, eran, en cierto punto, admirable, pero a la vez, agotador.
¿Y por qué la toleraba?
Por lo que había empezado a sentir hace un año.
2 años con dos meses de rodaje era demasiado y estuve cerca de cancelar el contrato si no fuera por la suma de dinero ofrecida más los costos exclusivos que incluían mi estadía, comida, entre otras cosas básicas. Además de la audiencia bruta; muchas personas esperaban vernos en pantalla.
«Kagari Atsuko...»
No era cualquiera mujer.
—¡Vegetales será!
«¿Ah? ¿Qué?»
Sorprendida, contemplé al animal comer, con la tranquilidad más placentera del mundo, las dos hojas de lechugas.
Suspiré por, tercera vez, en esa sombría tarde.
***
—¿Entonces...?
—¿Mm?
—¿Algo nuevo que contar?
—Si estás aburrida, puedes irte y llevarte lo que trajiste contigo.
—Auch, oye, solo intento hacerte compañía. Y él, no está haciendo nada malo, ¿verdad, chiquitín?
—¡Rar!
—¡¿Escuchaste eso?!
Quité la mirada de mi libro y los miré. Seguido, ella lo cargó y sentó en su regazo.
—Hazlo de nuevo, vamos.
—¡Rar!
—¡Ja, ja, ja! ¡¿Quién es un buen chico?! ¡Sí, tú lo eres!
Exhalé y observé la mancha de té en mi alfombra sin los pedazos de vidrio esparcidos.
—Míralo, Diana.
Obedeciendo, arqueé una ceja e hice contacto con sus ojos púrpuras por unos segundos, para después mirar a ver los rojos que me espetaban con atención.
—¿Algo más?
Ella frunció el ceño.
—Estás muy gruñona hoy.
Suspirando y quitando de nuevo mis anteojos, estuve dispuesta a refutar sus palabras con una contestación inteligente y obvia, pero una voz, aguda y coherente, se me adelantó.
—No estás en la posición de sentirte molesta...
Me congelé y lo observé una vez más. Sus ojos me miraban con mucha atención y un escalofrío horrible recorrió todo mi cuerpo.
—Cuando trajiste a un animal en peligro de extinción e ilegal a mi departamento.
«¡¿QUÉ?!»
—¡Esa cosa acaba de hablar! —grité, me aferré a mi sofá y otra taza de té pagó las consecuencias.
Akko no dijo nada y lo giró hacia ella.
—¿Qué dijiste?
—No estás en la posición de sentirte molesta, cuando trajiste a un animal en peligro de extinción e ilegal a mi departamento.
—Sí, suena como ella.
—¡Akko, por el amor de Dios, deshazte de esa cosa!
—Akko, por el amor de Dios, deshazte de esa cosa.
—¡¡Ja, ja, ja!!
—¡No es gracioso!
—No es gracioso.
—¡Ja, ja, ja! ¡Eres mejor de lo que pensaba!
«¿Mejor de lo que...?»
—¿Sabías lo que era? —pregunté sintiéndome más molesta.
—Claro, ¿crees que no investigaría a ser un mágico antes de traerlo a tu casa?
«¿Antes de...?»
—¿Lo planeaste?
Ella lo pensó con la mirada en el techo.
—No exactamente. No esperé encontrarlo en mi ventana —dijo y miró de nuevo al animal en su regazo—. Es inofensivo —aclaró y lo levantó hasta su vista—. No nos harás daño, ¿verdad?
Suspiré y me dejé caer en respaldar.
«¿Por qué esto me pasa a mí?»
—¿Por qué esto me pasa a mí?
Arrugué el ceño y lo observé otra vez, pero con verdadera frustración.
—¿Por qué repite lo que digo?
—¿Por qué repite lo que digo?
Akko lo sentó de nuevo en sus piernas y acarició su cabeza.
—Bueno... parece que hizo un vínculo contigo. —Levanté una ceja y ella rodó los ojos—. Estas especies son famosas por trasmitir las emociones o sentimientos de quienes quieren. Y eso incluyen los pensamientos. —Suspiró—. Es una lástima que haya tan pocos.
Crucé mis brazos y lo miré de nuevo comer ahora las rodajas de pepino.
«Este animal...»
—No estoy de acuerdo en tenerlo por más tiempo. Alguien en esta tormenta vendrá si le decimos lo que es.
Si lo que decía era cierto, era un animal cotizado, de seguro una bruja o un mago de esas agencias acudirían en su búsqueda. Era simple, tomar el teléfono, hacer una llamada y esperar a que respondieran.
Y eso hice.
***
—Debido al alcance de la tormenta, no es posible que realicemos esta tarea. No se preocupe, es una especie inofensiva y puede tratarla con las instrucciones que le daremos. Por favor, preste atención.
Y para colmo, minutos después, la electricidad dejó de funcionar.
Ahora, me encontraba casi en completa oscuridad mientras buscaba con la linterna de mi celular con pocas pilas, las velas de obsequio que conservé de un fanático.
Las paredes y las grandes ventanas se estremecieron ligeramente por décima vez; la terraza despejada con los colchones de los sofás guardados en el departamento, ocasionaron un ruido más estremecedor por la fuerza de la ventisca; y el frío empezó a notarse debido a la falta de calefacción.
—¿Dónde los escondiste?
—No escondo los regalos de mis seguidores.
—¿No lo haces?
Detuve mis acciones y volteé a verla con extrañez.
—¿Tú lo haces?
Ella desvió la mirada.
—¿Tal vez?
No deseando profundizar en el tema, continué con mi búsqueda, no encontrando nada luego de unos minutos. Cansada, solté un suspiro y me apoyé contra la mesa.
—¿Los de servicio a la habitación estarán disponible?
—Esto no es un hotel —contesté.
—¿Te gustaría que lo fuera?
«¿Qué?»
Levanté una ceja en su dirección y ella puso los ojos en blanco.
—Olvídalo. Este es uno de los cinco edificios más lujosos y deberían tener a alguien que pueda...
Se calló y arrugué mi ceño en confusión, para después voltear a ver lo que miraba con impresión, notando la pequeña luz azul proveniente del comedor donde estaba, por supuesto, nuestro invitado no deseado cenando todos los vegetales de mi despensa.
«A este paso tendré que reponer lo que come».
—A este paso tendré que reponer lo que come.
«Esa cosa...»
—Esa cosa...
Atsuko arrugó el ceño.
—Ni siquiera cocinas —dijo y caminó hacia una estantería cercana.
—Algún día podría hacerlo —me excusé y la seguí a pasos cercanos.
Ajustando el delantal en su cintura, dio un giro sobre sus pies y se detuvo con sorpresa, para después sonreír de manera divertida.
—¿Esto es una clase de juego?
—¿Perdón?
Sus ojos bajaron y subieron, y me percaté de la distancia entre las dos. Me sobresalté y di enseguida unos pasos atrás.
—Discúlpame.
Ella se rio.
—Te dejaré escoger la cena de hoy —dijo y agarró uno de los sartenes.
Abrí mi boca, dispuesta a contestar.
—Olvídate de los vegetales.
Una mueca se formó en mis labios y observé al responsable. Suspiré y volví a reposar mis caderas.
—Lo que sea estará bien, lo aprecio —dije y ella sonrió.
No era la primera vez en esos dos largos años que utilizaba mi cocina y preparaba, para mi sorpresa, comidas decentes para mi paladar; sin dejar a un lado que los japoneses tenían una cocina culinaria bastante extravagante.
«Esto será una de las muchas cosas que echaré de menos».
—Esto será-
—¡Silencio!
***
La cultura japonesa llamó mi atención la primera vez que visité el país, sin embargo, no me atreví a explorarlo por motivos de privacidad y cuidado debido a los fanáticos que desconocía que tenía en esta parte del mundo.
Las personas fueron amables, pero algunas... era un poco extrañas. No obstante, después de conocer a la actriz que jugaría un papel importante, por no decir el de la protagonista principal, fui arrastrada por todos los eventos culturales e históricos.
Siendo mi guía personal, disfruté de esos meses.
—¿Qué harías sin mí?
—Muchas cosas.
—¡Oye, eso me dolió!
Me reí y llevé el trozo de carne salteado a mi boca con ayuda de los palillos.
—Te has vuelto experta.
«Tuve la mejor maestra», pensé con una sonrisa, pero esta se borró de inmediato cuando esa vocecita habló.
Mis mejillas se sonrojaron y Atsuko sonrió de oreja a oreja.
—Tomaré eso como una disculpa a tus palabras de antes, señorita sarcasmo.
Ingerí y desvié mi mirada hacia el ventanal.
«Esto no acabará pronto».
La lluvia se estaba volviendo más inestable y el último mensaje que recibimos de nuestros móviles descargados fue de la alerta de tornado. Y la alarma que escuchamos segundos después, no dio un buen indicio.
Lo que empezó como una pequeña tormenta, empeoró drásticamente. Las cosas dentro del hogar se movían; mis cuadros de fotografías, con mis amistades que esperaban de mi regreso, y mis títulos obtenidos, se cayeron; y sin contar del candelabro del salón que se estremecía cada vez que podía.
En este punto, las cosas superficiales eran lo más inestable, pero la mujer frente a mí no parecía asustada en lo absoluto.
«¿Cuántas catástrofes debieron ocurrir para que se acostumbrara?»
—Muchas.
Abrí mis parpados y la miré. Ella señaló a la criatura y mi ceño se arrugó.
—Japón es uno de los países con la tasa más alta de terremotos, inundaciones y alertas de tsunamis. Era de esperarse que no me sorprendan estos tipos de casos. ¿Y tú? ¿Necesitas un abrazo?
—Estoy bien, gracias.
—Bien, señorita no me gusta que me toquen.
—Tienes muchos apodos.
—¡Oh, ¿Quieres saber algunos?! Señorita refinada, señorita diccionario, señorita domicilio, señorita: debo desvelarme practicando para que no me despidan.
—¿Quieres discutir?
—Es la única manera de que hables conmigo, así que, sí, quiero discutir.
Sonreí.
—Bien... también hice algunos para ti.
Ella parpadeó sorprendida.
—¿Lo hiciste?
Asentí y pensé en cada uno, ordenándolos de mejor a peor.
—Chicle alegre, pies veloces, goblito feliz, pequeña loca-
—¡No estoy loca! —exclamó—. ¡¿Y qué es eso de goblito feliz?! ¡¿En serio?!
—No lo dije yo —aclaré mirando al responsable.
—Ibas a decirlo —acusó señalándome con su dedo.
Sonreí suavemente, apoyé mi cabeza en el dorso de mi mano y la miré.
—¿Te molesta?
Ella no respondió, pero sus ojos se desviaron y...
«¿Eso es... un rubor?»
Estaba haciéndome imaginaciones.
Recompuse mi postura y continué con mi comida.
***
—Falta poco para las últimas grabaciones, ¿qué planeas hacer?
—Nada en especial —contesté con la mirada fija en mi libro.
—¿Te irás enseguida?
—Eso planeo —dije y pasé la hoja, para después acomodar lo que utilizaba como lámpara.
«Perfecto».
—¿No quieres salir? ¿Un pequeño recorrido antes?
—¿Tienes algún sitio que quieras mostrarme?
La escuché acercarse y tomar asiento en el sofá de mi costado.
—Tal vez... ¿Quieres verlo?
Asentí sin darle mucha importancia y cambié otra vez la página.
El salón quedó en un silencio que agradecí y en el pasar de los minutos u horas, perdí la noción del tiempo y permanecí en mi lugar hasta que mi sensor de luz dejó de funcionar.
Levanté la mirada y lo observé quedarse dormido con el apio, aun sin terminar en sus cortas patas delanteras.
Suspiré y cerré mi libro.
«¿Cuánto tiempo más?»
¿Cuánto dura en arreglarse una falla eléctrica?
Debido al leve peso en mis ojos, era probable que mi hora de dormir se encontrara cerca y por mi dolor en el cuello, aseguré que mis horas de lecturas habían terminado.
—¿Ya terminaste?
«¿Sigue aquí?»
—Sí. ¿No crees que es momento de que regreses?
Ella no respondió y a causa de la oscuridad, no pude ver su reacción. Quedamos de nuevo en un silencio que aproveché para reposar mi cuello y cerrar mis ojos.
—Diana.
—¿Mm?
—¿Qué piensas de esto?
«¿Qué?»
—De la actuación —especificó.
—¿Qué esperas que diga?
—¿Crees que todo es actuado?
—Por supuesto. Nadie grita sin motivos si no fuera por una acción que lo implique.
El mundo de la actuación exigía demasiadas cosas de las cuales no muchos eran capaces de realizar. Esto, era trabajo y uno muy pesado.
—No creo que sea así —dijo y por el sonido causado, supuse que tomó asiento.
—¿Cuáles son tus fundamentos?
—He visto a algunos actores tomar los papeles demasiado en serio. Como si ese momento crucial los representara en algo.
—¿Y? Es necesario meterse en el papel para un resultado perfecto.
—¿Tú lo has hecho?
—¿Tú no? Me sorprendería que hayas alcanzado tal nivel sin hacerlo.
Era impresionante, y como mencioné, Kagari Atsuko, no era una actriz cualquiera. Ella, fue la primera japonesa en tener un papel principal fuera de su país, ganar dos Óscar seguidos en dos años consecutivos, hacer más de cinco apariciones en videos musicales de otros famosos que incluye Idol y otros en el extranjero, aparte de tener su propia serie.
Kagari Atsuko, era una mujer reconocida y famosa en círculos grandes.
«Sin mencionar sus libros escritos».
—¿Qué me dices de esta película? ¿Todo fue actuado?
Arqueé una ceja y agarré el vaso de vino a mi costado.
«Té no era opción».
No si deseaba mantenerme despierta.
—¿No es eso lo que hacemos? ¿Actuar? Esto es un trabajo, como todo —dije y bebí lo último en un solo trago.
Ella no dijo nada más y en silencio me serví más de la bebida.
«Este frío...»
Se estaba haciendo más abrumante.
Suspiré y contemplé el leve vapor saliendo de mis labios.
Por suerte, el cambio de atuendo que había optado durante la preparación de la cena me favorecía perfectamente, pero, no podía decir lo mismo de ella. Con pantalones cortos y camisa de manga corta, el frío debía estar congelándola.
Sin éxito intenté ver sus manos o alguna parte de su cuerpo que asegurara mis sospechas, sin embargo, la oscuridad era molesta y el peso sobre mis piernas también lo era.
«Espera, ¿qué?»
Levanté la cabeza y gracias a la cercanía, reconocí quién era.
«¿Cuándo se acercó? No. Lo más importante. ¿Cómo no la-? ¿Una gota?»
Otra más cayó en mi rostro, seguida de más y más. Y la luz de un relámpago que destelló por unos segundos en el cielo, hizo que mi sorpresa solo aumentara.
Abrí mis labios, pero nada salió. Permanecí quieta, estática, mirándola; no podía dejar de verla.
—¿Cómo no has podido darte cuenta? Después de todo lo que hice. Después de todo lo que te mostré.
«¿Qué...?»
—Te cocino, te visito seguido, te hago tus compras, te hice un tour de esta estresante ciudad... Maldita sea, hasta te consigo tus cajas favoritas de ese horrible té inglés. ¿Qué más...? ¿Qué más tengo que hacer?
Sus manos, temblorosas, agarrón mi rostro y sus ojos brillosos, plenamente visibles en esta oscuridad, demostraron dolor, mucho dolor.
Abrí otra vez mi boca, pero otra vez nada salió.
«¿Qué...?»
Mi mente no lograba entenderlo y su ceño fruncido me dio a entender lo que temía, ella estaba molesta y no sabía exactamente la razón.
—Tengo tantas ganas de besarte ahora mismo —dijo y mis mejillas se enrojecieron.
Sin poder dejar la copa, sin poder mover un músculo, un frío diferente, entre agradable y desagradable, recorrió todo mi cuerpo.
El silencio volvió a hacer acto de presencia, alimentando su frustración, su molestia y tristeza. Mis ojos la miraban y los suyos buscaban algo en los míos, encontrando en segundos lo primero que sentía.
—¿Es en serio? —cuestionó entre cerrando sus parpados.
«Confusión».
Estaba confundida.
—¡Maldita sea, Diana! —gritó y salté un poco en mi lugar con ella todavía arriba—. ¡Me gustas! ¡Dios, te amo! ¡¿Lo quieres más claro o qué?!
—Ah-
Me callé mientras intentaba saber como respirar de nuevo.
«¿Me a-ama? ¿L-le gusto?»
¿A la persona que me sobrepasaba en números absurdos?
Mi ceño se arrugó y mi corazón golpeó con fuerza mi pecho. Bajé la cabeza y llevé una mano a mi mentón, acariciando temblorosamente mi barbilla.
«D-debe haber una explicación».
Tenía que haber un motivo. Mi respiración era intranquila y mi corazón no ayudaba a tranquilizarme.
Sin embargo, ¿no era esto bueno?
«No».
¿No era esto una buena señal?
«Definitivamente no».
Ella me gustaba. Ella también me atraía, pero... no me consideraba una persona que pudiera sobrellevar una relación; no me veía en esa posición por varios motivos que incluían mi carrera y mi salud.
Deseaba ser la mejor actriz; quería conseguir los Óscar necesarios antes de mi pronta jubilación.
Sonreí con un sentimiento amargo en mi pecho.
Me rompía, debía admitir que me dolía, pero era algo que soportaría; era algo que superaría, ¿verdad?
Kagari Atsuko era solo una mujer más, ¿no? Kagari Atsuko era solo...
—La mujer más hermosa que he conocido.
—¡Oh, mierda!
Salté y con mi mano libre, me agarré del sofá.
Si no me había dado un infarto por su inoportuna declaración, la cosa antropomórfica lo haría.
Inhalé y exhalé varias veces, tomando mi tiempo para relajarme nuevamente.
Él brillaba otra vez, y me miraba, otra vez.
Nerviosa, aparté la mirada, y pensativa, me pregunté por qué el peso en mis piernas no se había movido ni un centímetro.
—No lo haré hasta que me respondas —dijo y maldije en silencio al animal a mi costado. Seguido, Atsuko, Akko, agarró mi mano y lo colocó en su pecho, cerca de su seno—. ¿Lo sientes?
Trague saliva y la miré, topándome con una expresión que hizo que mi corazón saltara y mi estómago cosquilleara.
Suspiré y mis ojos empezaron a picar.
«No, no, no».
No tenía que doler tanto; no tenía por qué hacerlo.
Éramos compañeras de trabajo; amigas de compañía hasta que el rodaje terminara.
—Eres tan hermosa —dijo y el sonrojo, junto con una de sus manos en mi rostro, hicieron que se intensificara hasta mis orejas.
Otra vez exhalé, pero con un gemido que intenté reprimir.
«No puedo. No puedo hacer esto».
—No puedo hacer esto.
—¿Por qué no?
Me mordí el labio y aparté la mirada.
—Puedo entregarte todo lo que quieras. Cada cosa que pidas... —susurró y su mano, que antes guio la mía a su pecho, se movió hasta su seno.
Tragué saliva y luché, luché por no cerrar mis dedos.
—Me he insinuado a ti tantas veces.
—A-Akko.
Su peso pasó a mi regazo y mi centro se calentó horriblemente.
«Mierda».
—A-Akko, eres una estrella. No debiste-
—¿No debí enamorarme de ti? —dijo y se apartó de golpe—. ¿O no debí venir a tu departamento? ¿Qué más no debí hacer, Diana? Ilumíname —acotó y su mano libero la mía. Enseguida y nerviosa la aparté.
Seguido, fruncí el ceño y agarré el aire necesario.
—Somos actrices, Akko. Y tú no eres una cualquiera.
—¿Y?
—¿Y?
—Sí, Diana. ¿Y? ¿Eso me hace menos persona que tú? ¿O eso me hace menos humana?
—Mi éxito no se compara al tuyo.
—¿Eso es todo? ¿Eso es todo lo que ves? ¡No podemos estar juntas, ¿por qué?! ¡¿Por qué soy más exitosa que tú?!
Ella me empujó y se quitó de encima. La vi dispuesta a irse con las lágrimas otra vez amenazando en caer de sus ojos. Me sentí culpable, me sentí horrible, pero las palabras no salían de mi boca porque no quería; no quería que ella se juntaran con alguien como yo.
Por supuesto, no era la primera vez que le gustaba a alguien, pero sí la primera vez que esa persona me gustaba de regreso.
Akko se dio la vuelta, recogió un abrigo que no había notado antes y caminó a la salida. Sin embargo, unas palabras, una voz, la detuvo.
—No. No es eso.
Me tensé y miré con sorpresa a la criatura que dio dos pasos al frente.
—Tengo miedo.
—No lo digas.
—Porque estoy enferma.
—¡Silencio!
Lo agarré, por primera vez lo toqué y recibí una dura mordedura que me hizo gritar.
—¡¡Mierda!!
Agarré mi mano y cerré los ojos con fuerza mientras él caía al suelo y me miraba con molestia.
—Diana —llamó y miró como la sangre caía en una línea y en gotas en el suelo.
Era mucha, lo reconocía. Y con el dolor recorriendo todo mis sentidos, abrí mis parpados para verlo.
«Maldita cosa».
***
Encontrándome en mi habitación con una fiebre bajando de los 37 grados, me retorcía con la calefacción funcionando junto a los aparatos electrónicos del hogar, aunque estaba mejor a oscuras, agradecí que la luz de mi mesita no fuera lo suficiente para molestar mi vista.
«Un animal siempre será un animal», pensé mirando la mordedura vendada.
«Aunque...»
¿A quién le gustaría que lo atacaran de repente?
Suspiré y llevé una mano a mi cabeza.
Era estúpido lo que había provocado, pero lo hecho, hecho estaba y los de cuidado al animal vinieron enseguida a buscarlo cuando la tormenta se calmó.
Justamente, la puerta del lugar se abrió y cerró.
—Me dieron estas pociones. Te ayudará a aliviar la comezón.
No respondí y ella lo dejó a un lado.
—Lo siento... esto es culpa mía. Si no lo hubiera traído-
Levanté mi mano sana, callándola, para después dejarla caer. Akko no habló, no hasta después de unos segundos incómodos.
—Creo que... debería-
Suspiré, nuevamente haciéndola callar. Estaba nerviosa, podía verlo desde la distancia en la que se encontraba.
Palmeé dos veces el costado de mi cama y ella dudó, demasiado. Sonreí con ironía, recordando como este mismo ofrecimiento la hacía antes saltar de alegría. Ella tomó asiento, pero no a mi lado, sino en el borde.
Pasé mi mano por mi flequillo desordenado y lo peiné con mis dedos hacia atrás en una señal clara de frustración.
«¿Cómo empezar?»
No quería hablar del tema, pero era necesario ahora que se sabía; y no deseaba que esa información llegara a más personas.
—Estoy enferma, esa es la verdad.
—¿Más que ahora...? —preguntó tímidamente.
—Más que ahora. —Inhalé y exhalé—. No es algo que tenga una cura y ni la magia misma es capaz de sanarlo.
Sus manos juntas se apretaron y su mirada se mantuvo en el suelo.
—Akko —llamé, pero sus ojos no se movieron. Y cansada, continué—. No pienso unirte a mí en este estado. En cualquier momento, esto puede empeorar y esta vez mi vida estaría contada. No te mereces eso.
Silencio. Otra vez, la habitación permaneció quieta con el sonido más tranquilo de la lluvia.
—No se trata de la presión, ¿verdad?
—¿Me viste...?
Ella asintió.
—En los camerinos. No era mi intención espiarte, solo quería... despedirme.
Afirmé igualmente con un asentimiento.
Tomar medicamentos para controlar mi presión arterial era solo uno de mis muchos problemas.
—¿Estás segura de que la magia... no puede solucionarlo?
—He visitado distintos médicos especializados en la salud y los resultados han sido los mismos. Puedes ver mis exámenes en esos cajones —dije y miré el lugar, pero ella, de nuevo, no levantó la mirada.
Exhausta, no deseando indagar más en el tema, me acomodé en la comodidad de mis almohadas y cerré mis ojos. En tan solo unos segundos, el peso en el borde pasó a ser a mi costado y abrí mis parpados en el momento justo que un beso dulce y lento se colocó en mi comisura.
Sin poder responder, sus brazos me envolvieron y apretaron ligeramente; su respirar lento en mi cuello me hizo cosquillas.
—Encontraremos una solución.
—Akko...
—Estudiaré magia. Iré a una academia y aprenderé.
Una expresión de tristeza, se expresó en mi rostro.
—No tienes quince años.
—Nunca es muy tarde para aprender. Y por ti, estoy dispuesta a hacer cualquiera cosa.
Mi corazón dio un vuelco y unas lágrimas silenciosas se deslizaron en mis mejillas.
—Akko, he aceptado que me iré de este mundo antes que todos. Por favor, tienes la libertad-
—No tomes esta decisión por mí —dijo y se separó para mirarme con esos ojos rojos decididos, mientras que los míos se humedecieron más—. Esto... Lo que está pasando, no cambia lo que siento y quiero tener contigo. No me hubiera declarado si no quisiera que esto llegara a algo más. Sé mi posición y sé cuál es la tuya, pero eso no cambia nada. No nos hace diferentes.
Me reí y desvié la mirada a la vez que apartaba mis lágrimas.
—Esto es un poco extraño, ¿La famosa actriz Kagari Atsuko está rogándome?
—¿Hay algo de malo?
Me ruboricé y aparté la mirada una vez más.
—No... lo sé. ¿Eso te hace sentir bien?
—Si es contigo, no me importaría arrodillarme y pedirte que seas mi novia.
—Oh, Dios, por favor, no hagas eso.
Ella se rio y se acercó un poco más.
—¿Puedo besarte? Quiero besarte ahora. Deseo tanto hacerlo.
Levanté una ceja y la miré con extrañez.
—Lo hacemos en el set.
—No es lo mismo.
Dudé.
Desvié mis ojos y regresé a verla un par de veces, para después ceder en un suspiro y una señal que dibujó una enorme sonrisa en su rostro. Sin perder el tiempo y siendo la persona impaciente que conocía, colocó sus manos a los costados de mi rostro y se aproximó.
Esperé el contacto, pero me sorprendí de que se detuviera unos escasos centímetros donde nuestras respiraciones se combinaron y nuestros labios se tocaron, provocándome un cosquilleo cálido y un suspiro más profundo.
La sentí sonreír, para después besarme con suma delicadeza y cariño; un cariño que me hizo sentir con ganas de llorar de nuevo. Seguí el ritmo y la atraje más a mí. Ella obedeció a mi deseo, acercando y profundizó con un gemido satisfactorio que hizo vibrar cada parte de mi cuerpo.
Nuestros labios bailaron y se buscaron por unos minutos más, hasta que estuve satisfecha, pero ella aún deseaba un poco más.
Al distanciarnos, terminó por juntar nuestras narices y darme más besos, pero cortos y en forma de picos. La observé con mis ojos un poco entrecerrados y correspondí inconscientemente, dejándome llevar.
Una risa se asomó en su garganta en el último beso.
—¿Esto significa que también me amas...? —susurró.
—¿Permitirte besarme fuera del trabajo no es una demostración suficiente?
—Necesito más —susurró con una sonrisa juguetona que me hizo avergonzarme más de lo que estaba.
Ella tomó mejor distancia y logré notar que, la alegría perdida, había regresado a sus ojos.
—¿Está bien si me tatuó tu nombre?
Quizás demasiado.
—No exageres.
.
.
.
Fin.
Día 5 Dinosaurios / Película (AU)
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Aclaraciones:
• En esta historia, Akko es mucho más famosa que Diana, sin embargo, Diana también tiene su estatus y círculo.
• Para hacer al pequeño dino, me inspiré en esta imagen:
• Diana tenía 26 años y Akko 25.
• La enfermedad que tiene Diana no es cáncer. Se podría decir que es un tipo de enfermedad diferente que está vinculado con la magia. En pocas palabras, es una enfermedad ficticia que no tiene alguna conexión con la vida real.
Entonces, ¿Ella muere al final o Akko logra salvarla? Lo dejaré en suspenso.
• Akko había estado atraída por Diana desde que empezaron a grabar la película, sin embargo, cuando en realidad eso pasó a hacer algo más fue aproximadamente a los 8 meses del rodaje.
• La madre de Diana era también una actriz, pero falleció.
• Las amistades que menciona Diana, son Hannah y Bárbara.
• Fueron muchas veces en esos 2 años que Akko se le insunió a Diana, pero esta nunca captó las indirectas. Un ejemplo de esto fue esta parte:
"¿Los de servicio a la habitación estarán disponible?"
"Esto no es un hotel", contesté
"¿Te gustaría que lo fuera?"
«¿Qué?»
Y otra más, pero de la manera romantica fue:
"Japón es uno de los países con la tasa más alta de terremotos, inundaciones y alertas de tsunamis. Era de esperarse que no me sorprendan estos tipos de casos. ¿Y tú? ¿Necesitas un abrazo?"
"Estoy bien, gracias".
• Cuando la criatura mágica mordió a Diana, le inyectó un veneno que hizo que tuviera fiebre. Sí, era un animal inofensivo que raramente llega a atacar, pero, como dijo Diana, ¿Cómo no responder si alguien se le lanza así de repente para callarlo?
Esta criatura está cerca de la extinción debido a que sus cuernos y piel, son materiales necesarios para las creaciones de pociones que tengan que ver con las emociones de las personas. Eso incluye también el amor.
• ¿Era verdad que Akko lo encontró en su ventana? Sí, él apareció de la nada en su departamento comiéndose una de sus plantas.
• Hubiera ocurrido una escena +18 si el libro no excluyera este tipo de contenido, ya que Akko en esta historia sí estaba más que dispuesta a hacerlo con Diana. (Hasta la canción que coloqué para este libro encaja con ella y su amor profundo por Diana). Pero, igualmente, para llegar a escena tomaría unas 4 mil palabras más donde Diana se abriera un poco más con Akko.
• Y creo que no hay nada más que decir. Sí, sé que el animal está algo feito y da un poco de miedo, pero es una criatura mágica. ¿Qué esperar? XD
Este fue un AU de magia donde Diana y Akko son actrices y no brujas.
Espero les haya gustado y sacado alguna que otra sonrisa. ;'3
El siguiente es:
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ღ Día 6: Pronto / Pride
5/09/2024
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Nice✨
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