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—¿Pero qué hay de malo en que te inviten a un baile? —le pregunté mientras bajábamos las escaleras con maletas en mano.
—¿Estar en el mismo lugar qué mi padre y todo el séquito de ángeles? No, gracias, paso.
—¿Alguien sabe cuántos días vamos a estar? —se oyó decir a Eros y al pasar por nuestro lado, pegó un codazo a Mikkel.
—Espero que no muchos, ya estoy empezando a hiperventilar —murmuró Kim abrazando un libro sobre su pecho.
—¿Habrá plantas? —preguntó el menor de todos.
—Todo a su tiempo, antes de nada os diré que iremos a un palacio ubicado en Alemania. Y esto va por ustedes dos, hagan el favor de comportarse —señaló a Eros y Mikkel y ambos se miraron con mala cara.
El portal tras Caleb mostró lo que podía ser, un vestíbulo. Él fue el primero en atravesarlo, seguido de los Nephilims. Antes de adentrar cualquier parte de mi cuerpo, observé al chico que miraba con recelo la entrada. Marcando en mi boca una ligera sonrisa, extendí la mano en su dirección, dudoso, asintió y apoyó su mano en mi cabeza. Pasado el portal, un lugar tan despampanante como increíble se postró ante mis ojos.
—¿Pueden prestarme atención? —una voz sonó por todo el recibidor, instalando el silencio entre los murmullos de los más jóvenes. Su dueño se acomodó la chaqueta del traje a la vez que bajaba las enormes escaleras que se encontraban frente a nosotros —. Para los que no me conocen, soy Gabriel, es lo único que necesitaran saber —se paseó de lado a lado, recordándome a un profesor mientras daba su charla —. Su estancia aquí no serán unas vacaciones, ya me encargué de que ustedes tres vayan a estar ocupados —echó una mirada a los Nephilims y Kim me agarró la mano visiblemente asustada. El hombre no tardó en fijarse en mí —. Y como en toda casa ajena, hay ciertas normas que deberán cumplir.
» ¿Ven esas escaleras que bajan hacia abajo? —Todos asentimos —son las cocinas y habitaciones de los criados, tenéis prohibido bajar. Tampoco podéis salir fuera de los muros sin avisarnos a mí, a mis hermanos o hijo. Nada de carreras en los pasillos, si quieren ser tratados como adultos, compórtense como uno. Pero ante todo, respeto. Ahora ustedes... —alzó la mano haciendo un gesto con sus dedos y una mujer apareció con ropa de sirvienta —. La seguirán hasta sus habitaciones, allí tienen una lista con horarios de sus actividades y trabajos. —La pelirroja me soltó la mano y alcé la mía para despedirme de ellos —. Tan educado como siempre —añadió al ver a Mikkel seguir los pasos de los Nephilims.
—No es un secreto el que no le agrade estar aquí.
—Omitiendo eso, ¿puedes explicarme por qué he de enterarme por Uriel de la inesperada invitación de tu parte hacia esos críos?
El hombre nombrado como Gabriel, guardaba gran similitud física con Caleb. No pude percatarme hasta el momento de tenerlos a los dos a escasa distancia como para fijarme en que el que sobre seguro era un arcángel, era una copia y pega de cómo podría verse el ángel de mayor.
—Es peor meter a un caído entre ángeles, que a Nephilims. Son solo niños que necesitaban salir de Italia, y Sandy necesitaba un descanso. Te prometo que no causaran ningún problema.
—Eso espero, más por su bien que por el tuyo, hijo —pudo ser que le llamara así por la edad, pero el parecido era tanto, que era más que obvio que ambos tenían la misma línea sanguínea —. Pero me preocupan más Mikkel y usted, señorita.
—¿Puedo saber el por qué?
—Él no sigue las normas y tú, vas por el mismo camino.
Debía ser el que hurgó en la memoria de Madison. Era obvio que si las normas eran tan estúpidas y sin sentido como las nombradas anteriormente, mi cabeza las borraría en cosa de segundos como si no existieran.
Entré al cuarto que me habían asignado y me tiré sobre la cama, las maletas podían esperar. La cobertura debía ser buena, porque varías llamadas perdidas y mensajes aparecieron al encender el móvil, todos de Madi. Hablaría a los chicos para que supieran que podíamos mantenernos en contacto, al menos por ahora.
Tras la comida, Kim me mostró donde se encontraba su habitación. La gran escalera del vestíbulo se separaba en dos, mientras los chicos y yo estábamos en el ala oeste, ella y los demás Nephilims en el este.
Entré en mi pasillo y llamé a la primera puerta esperando la contestación de Caleb, pero no se oyó nada, así que abrí sin más. Un cojín salió volando en mi dirección estampándose en mi cara.
—¿Se puede saber qué haces, loca?
La figura de una joven sobre su cama me hizo darme cuenta de que me había equivocado de estancia. Esta se levantó y se acercó a mí con el ceño fruncido.
—Pensé que era la habitación del hijo de Gabriel.
—Tienes el sentido de la orientación en el culo —¿pero esta chica de qué narices iba? —Tu amigo está dos habitaciones más arriba de la tuya —me empujó fuera de la suya y cerró de un golpe.
«Menuda antipática»
El ángel me abrió la puerta con una tijera en mano y el torso al descubierto. En Italia se había arreglado la barba y había quedado medianamente decente, a comparación de su estilo de vagabundo con el que apareció. Al llegar, parece ser que su padre le ordenó que se cortara el cabello y era de esperar que el bueno de Caleb no se negase.
Mikkel se encontraba dentro del baño recogiendo mechones de pelo del suelo y apartándolos a un lado. Después del estropicio que le hice la última vez con el cabello, entendía que prefiriese pedirle el favor a su otro amigo. Se sentó en el váter y el pelinegro prosiguió con su trabajo. No pude evitar que una sonrisa se me escapara al ver la escena.
—Oye, ¿y cómo es eso de qué tu padre sea uno de los ángeles más importantes?
—Las relaciones parentales no son como la de los humanos, no existe el mismo afecto. En lo único que puede tener similitud es en que si tu padre tiene un cargo importante, es el no saber nada de él durante días o hasta semanas, y añade la posibilidad de que muera en batalla. —Iba a girar la cabeza cuando Mikkel le agarró del cuello y lo volvió a poner mirando a la pared —. Es algo a lo que ya estamos acostumbrados desde nuestro nacimiento. Pero ser hijo de un arcángel acarrea que puedas congeniar más con él con el paso de los años como adulto, ya que deberá enseñarte todo lo necesario para ser un buen líder el día de mañana.
—¿Líder? ¿Quieres decir, un arcángel?
—Nací para ser el siguiente en la línea sucesoria. Los arcángeles no vivirán por siempre, por ello, cada uno debe tener al menos un sucesor, si es varón, mejor.
Mikkel se echó a reír y masculló algo que no llegué a entender. Me percaté de como apretaba con más fuerza las tijeras dándole los últimos retoques al peinado. Siendo él, no fue de extrañar que al terminar saliera de la habitación sin ni siquiera despedirse. Me tumbé en la cama de Caleb mientras este se duchaba para quitarse los restos de pelo que le quedasen por el cuerpo. Me fijé en que nuestras habitaciones como el baño eran exactamente iguales, lo único diferente era que la mía era de un extravagante tono rojo granate y la suya de un azul medianoche. Solo me faltaban las luces rojas para que pareciese un prostíbulo.
Me encontraba boca arriba cuando unas tremendas ganas de comenzar a toser aparecieron al ver lo que tenía frente a mis ojos. No fue la pequeña toalla negra rodeando sus partes, ni su torso mojado y al descubierto que mostraba los resultados de entrenar día sí y día también, si no aquel nuevo corte de pelo junto a su cuidada barba, cortada como si no se hubiera afeitado en varios días. El cabello corto le definía más las facciones, haciéndolo ver más atractivo. Me incorporé antes de ahogarme y el chico se aproximó preocupado, pero extendí la mano para que no se acercase. ¿Ese era mi Caleb? Me di unos golpes en el pecho y respiré aliviada cuando paré de toser. ¡Claro qué antes me parecía guapo! Pero joder, esto ya era otro nivel y uno tan superior que hizo que dentro de mí notase una rara descarga que me quise prohibir sentir. Al oír salir mi nombre de su boca, me puse en pie y me acerqué a la puerta con una sonrisa de oreja a oreja para que no percibiese la incomodidad que acaba de avivar en mí.
Arranqué la flecha del muñeco con el que estaba practicando sin quitar el ojo de encima a la chica antipática del otro día. Había que admitir que manipulaba bien las dagas, donde ponía el ojo, ponía el filo de esta.
—Si te gusto, dímelo, pero no me desgastes —comentó sin apartar la vista de su objetivo.
—¡Me encantas, vivo por ti! —exclamé sarcásticamente a la vez que ponía los ojos en blanco.
La chavala era inaguantable cuando abría la boca, pero no por eso la llamaría creída. Era una belleza de mujer de intensa piel oscura, y me alegraba saber que tenía autoestima para rato. Era algo más baja que yo, pero poseía unas extraordinarias caderas y pechos que el ser humano que pasase por su lado, se rompería el cuello solo por verla unos segundos más.
La flecha que disparé rebotó contra la pared acabando tras unos setos perfectamente cortados. Lo bueno de este lugar, era que contaba con un lugar en el jardín para entrenar y con el buen tiempo que hacía, era de esperar que prefiriera salir a estar metida en la sala de entrenamiento de dentro.
La presencia de un hombre en una de las ventanas me hizo recoger la flecha con lentitud, ninguno apartamos la vista del otro, no hasta que Gabriel apareció.
—Acérquense —ambas nos miramos —. Miguel pensó en que sería buena idea que ustedes dos entrenasen juntas, no solo como ayuda mutua, si no para que la otra aprenda...
—¿Qué me va a enseñar ella que yo no sepa ya? Además, ya tengo a Nisha para practicar.
—Yo tengo a Caleb y Mikkel —añadí, pero la mirada que me echó el padre de uno de ellos no me la esperé para nada.
—Mi hijo tiene obligaciones, señorita. No es su cuidador ni entrenador personal y esto no era una pregunta, si no una orden, desde el día de hoy, ambas se ayudaran y aprenderán de la otra.
Dos de los cuatro arcángeles eran unos capullos integrales, tenía pruebas y cero dudas.
La chica y yo nos observamos de arriba abajo con desgana, lo raro es que nos habíamos cruzado tantas veces y nunca me había parado a preguntarle el nombre.
—Esto me hace tan poca gracia como a ti...
—Davina —«Tiene un bonito nombre» —. Vamos a dejar las cosas claras, haremos lo que nos pidieron, pero no vamos a ser amigas —«Que no hace honor a su forma de ser».
—¿Tienes algún problema conmigo? ¿Te hice alguna putada en el pasado?
—Si me hubieras hecho algo, no estarías aquí para contarlo.
¡Dios, parecía Mikkel en versión mujer! Eso, o que todos los ángeles tenían una seguridad en sí mismos increíble.
Preferí no seguir entrenando en ese momento, porque nos jugábamos el arrancarnos la yugular de un instante para otro. A la que me alejaba del jardín, me crucé con el profesor de Yumi, que se acercó a Davina y esta cambió su expresión seca a una sonriente. Puede que el problema si fuese yo, pero no entendía el porqué, si no nos conocíamos de nada.
Me adentré en un salón sabiendo lo que me esperaba ahora. Me coloqué en medio de Eros y Kim, los cuales también asistirían al baile y por ello, teníamos la obligación de aprendernos un protocolo y normas de comportamiento.
—Ni que esto fuese un baile de la realeza —me burlé. Entre tanto, golpeé la mesa con las uñas a la espera del profesor.
—Poco tienes que quejarte, que a mí Caleb, me la ha liado —soltó Eros —. Encima el idiota de Mikkel no viene, es injusto.
—Esto me recuerda a una historia que leí.
—Kim, no empieces con tus novelas, ya tengo suficiente con oír en las noches a Yumi recitar estúpidas plantas.
Caleb entró junto a Davina y el amigo de esta. Este nos repartió unos cubiertos, platos y servilletas antes de colocarse junto a la chica. Esto iba a ser muy cómico, ya podía imaginármelo.
—Antes del baile habrá una cena con muchos de los invitados, es un privilegio que ustedes estén presentes, por ello, les daremos unas pautas para que no hagan el ridículo y nos dejen a los demás en evidencia.
—¿Y esta de qué va? —murmuró Eros ante las palabras de Davina.
—Iniciaremos con cosas básicas —intervino Caleb —. Deberéis en todo momento mirar a la gente a los ojos y poner una de vuestras mejores sonrisas. Nada de mirar al suelo, ¿entendido? —la pobre Kim iba a sufrir con esa regla.
—La cena comenzará a las nueve, eso significa que ya pueden haber terminado de arreglarse media hora antes si no quieren cenar con los sirvientes.
—¿Me estás tomando el pelo? ¿Dónde está la cámara oculta? —volvió a decir en voz baja el rubio. Le pegué una pequeña patada bajo la mesa al percatarme de la mirada de los presentes sobre él.
—Por favor, delante de superiores nada de palabras mal sonantes, y mucho menos expresiones ridículas, son una falta de respeto.
—Demonios, que delicados —bromeé y Kim se echó a reír. El ángel se dio un golpe en la frente y la chica me mató con la mirada —. Perdón, que vocabulario el mío.
Nos siguieron dando más reglas, cada una más ridícula que la anterior. Así durante veinte minutos, en los que además debíamos repetírselas.
—La servilleta estará a un lado del plato, y os limpiareis a toques, nada de arrugarla. Como podéis ver en vuestra mesa, hay dos, una de ellas irá en vuestras piernas —prestamos atención al asiático que recreaba lo que estaba diciendo su amiga.
—¿Saben el menú qué pondrán?
—Pescado especialmente para ti, como no te calles.
Eché un vistazo a Eros con las cejas enarcadas y apretándome los labios entre sí. Él solo echó la silla hacía atrás y comenzó a reír.
—En ese caso, quiero salmón.
Caleb regañó al adolescente y Davina le miró con una sonrisa triunfante que hizo que este le sacara el dedo de en medio bajo la mesa, pero antes de poder quejarse en alto, su amigo la paró los pies. Me estaba dando cuenta de lo lanzado que estaba Eros en estos momentos, no sabía a qué se debía, pero me hacía gracia su forma de comportarse. Mientras, Kim estaba empanada mirando al frente y retirándose el cabello del rostro cada dos por tres.
—¿Me estás diciendo en serio qué no puedo apoyar los codos, ni poner mis manos sobre mis muslos? ¡Si no molestan a nadie! —me quejé cansada de las incoherencias que estaban diciendo —. ¿Y esa gillipollez de qué un hombre me acerque la silla? Ni que estuviera manca.
Caleb se vio obligado por mi comportamiento a terminar la clase y me alegré, porque estaba por pedir a Mikkel que me devolviese a Italia, y sobre seguro que con gusto lo habría hecho.
Me coloqué una de las anchas camisetas que usaba para dormir y después de contestar los mensajes que tenía pendientes, me metí bajo la sábana de terciopelo roja. El día de hoy había sido bastante movidito, pero aún me quedaban las pruebas para el vestido y las clases de baile y todo eso debía compaginarlo con mis entrenamientos y horas en la biblioteca. No sabía que vivir en este mundo fuese tan agotador, tanto física como mentalmente, pero eso sí, era muchísimo mejor que la vida como mundana.
Sonó un golpe en la puerta seguido de un ruido parecido al de un arañazo, era nuestra señal para no tener que preguntar. La persona se movió entre la oscuridad tras entrar y le dejé espació en la cama.
—Shadow está con Eros, no te preocupes —dije al verlo inspeccionar con la mirada el lugar.
—Caleb me ha contado lo de la clase de protocolo, ¿todavía sigue existiendo eso?
—Mira, ni me lo recuerdes.
Su mano viajó por debajo de la sábana hasta que sus fríos dedos acariciaron la parte interior de mis muslos haciéndome soltar un jadeo. No era la primera vez que Mikkel venía a dormir a mi habitación, y aunque durmiésemos cada uno para un lado, lo que nos importaba era la compañía. Dejó la mano entre mis muslos, casi rozando la tela de mis bragas. Me cohibí a pedirle que por favor no me dejase con ganas, pero solo me mordí el labio hasta quedarnos dormidos.
Unos murmullos me despertaron horas después. Provenían del chico que tenía al lado, parecía estar hablando en sueños.
—Mikkel, despierta —le zarandeé por miedo a que el tono de voz que poco a poco aumentaba, se convirtiesen en gritos. Este pegó un sobresalto y se irguió —. Lo siento, parecías estar teniendo una pesadilla.
—Joder, no me la quito de la cabeza —la tenue luz del móvil me hizo ver como se llevaba las manos a la cara.
—¿De quién hablas?
—No tiene importancia, es solo una pesadilla que tengo a menudo. —Me senté a su lado de brazos cruzados y entendió que de ahí no me movería hasta que me lo explicara. Se echó la melena desordenada hacia atrás, seguido de un suspiro —. Recuerdo ver a una mujer caminar a través de la neblina, su cabello casi podía desaparecer entre aquel fondo. La seguí por instinto, pero no podía ver nada, a veces el sueño se corta ahí, y otras, como esta, sigue. —Se aclaró la voz —. Estaba todo oscuro, mis piernas dejaron de moverse y al frente estaba ella. Se volvió hacia mí, pero su cara estaba borrosa, lo único visible era esa enorme cicatriz que recorría su apagado y pálido rostro. Y acabase como acabase la pesadilla, podía sentir su sufrimiento, cólera y deseo de venganza como si fuera yo mismo el que la deseara.
—Cuando yo tengo sueños raros suelo buscar el significado en Google, podrías intentarlo.
—Debí pensar en ello antes de pedir ayuda a mi madre, y que por la estupidez que hizo, me costase a mí mis alas, gracias princesa —por su tono sarcástico no sabía si lo que acababa de decir era verdad.
—Creo que sigo algo dormida, porque no entendí una mierda.
Mikkel comenzó a contarme algo de que si su madre le había dicho que yo tenía algo que ver con su pesadilla y que si después él volvió a buscarme porque sentía algún tipo de conexión conmigo. Que si Caleb lo sabía porque le borraron la memoria... Me lo quedé mirando, pestañeé varias veces seguidas y coloqué una sonrisa tonta en mi rostro.
—¿Me estás tomando el pelo, verdad? Podemos confirmar que esa no soy yo, no tengo ninguna cicatriz en el rostro. Te creo cuando dices que no es solo una pesadilla, pero no tengo ni conozco a nadie con ese aspecto en específico. —Hice una pausa y me llevé las manos a la boca —Joder, Mikkel, en parte te desterraron por mi culpa.
—¡No, ni se te ocurra pensar eso! El único culpable de estar donde estoy soy yo, si mis ansias de ayudar no hubieran intervenido, nunca le hubiera dicho nada a mi madre. Aunque a veces la culpe a ella, es exclusivamente un error mío, princesa.
Esperaba que ese sueño de verdad significase algo, porque le costó algo importante en su vida, como para que ahora solo sea algo insignificante y sin sentido. Recordé la pluma que acabó pulverizada, ¿entonces era suya? Porque tenía sentido el que por unos segundos poco después de encontrarla, esta se volviese negra. Solo tenía diez años, pensé que fue un reflejo o algo de mi imaginación, pero en este momento sabía que no había sido así.
Esta pequeña confesión me confirmó que en la madrugada todos nos desnudábamos emocionalmente. Ahora bien, Caleb acabaría provocándome migraña de los dolores de cabeza que me daban cada vez que me enteraba de cosas que él sabía y prefería guardar en secreto.
❖¿Qué os ha parecido el capítulo?
¿Creen qué eso que ha podido sentir Selina por Caleb llegue a algo más?
¿Qué pensáis de Davina?❖
Espero que os haya gustado❤ No se olviden de dar⭐ para apoyar la historia y comentar, si quieren, para saber sus reacciones🤭🥺 Muchas gracias🥰
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