5°
—¿Cuál es el plan de hoy? —preguntó Mikkel al verme vestida.
—El mío ir a trabajar —soltó un largo suspiro. Alzó las piernas y las colocó sobre la mesa. Carson al verlo le dio una patada bajándoselas y el pelinegro lo miró mal.
—¿Entonces para qué me quedo? Podría estar entrenando en vez de estar aquí quieto. No vayas, no necesitas ese estúpido empleo.
—No es tan fácil, además hoy solo haré mitad de turno. Ves con Carson a comprar algo de ropa, porque eso... — señalé su ropa de combate y al Nephilim se le iluminó la cara —No hay demonios por esta zona y tampoco una fiesta de disfraces, busca algo con lo que pasar desapercibido, por favor. —«Aunque siendo él sería imposible» pensé maldiciendo a lo que hubiera allá arriba por crear la definición de perfección con el nombre de Mikkel. Ni cambiando de vestimenta dejaría de llamar la atención.
Estaba tranquila de que Madison estuviera en la universidad, si tenía que dejar a alguno de los Crane con Mikkel, la mejor opción era Carson y no porque fuera Nephilim u hombre, bueno en realidad si era por eso, porque en tema de locura y hombres ambos ganarían la medalla de oro. Pero Carson sabía controlarse cuando la situación se volvía incómoda hacia la otra persona.
Fui a trabajar como buena persona independiente que era, pero harta de la responsabilidad que conllevaba eso. ¿En qué momento crecí?
Escurrí el paño en el cubo y limpié las mesas llenas de restos secos de café. Antes de abrir y de que llegaran las demás trabajadoras, repuse las cajas de cubiertos y especias de la barra. Prefería entrar de este turno que tener que quedarme hasta el cierre con toda la limpieza que eso acarreaba.
—Espero que disfrute de la comida, que tenga una buena tarde —al girarse la mujer dejé de sonreír. Guardé los tickets en la caja y atendí al siguiente cliente que llegó.
La campana de la puerta volvió a sonar, en cosa de segundos el bullicio de los clientes y compañeros me impidió seguir apuntando el pedido del señor. Un grupo de mujeres y hombres habían creado un círculo alrededor de alguien. ¿Un famoso? ¿Un político? Podría ser, pero sería muy oportuno después de recibir un mensaje de Carson indicándome que Mikkel había desaparecido. Salí de mi lugar de trabajo y aparté a empujones a la clientela acosadora, recibiendo varios insultos por su parte. Agarré el brazo del chico y tiré de él llevándolo conmigo junto a las miradas envidiosas de las personas. Lo empujé a la calle por la puerta trasera y la cerré detrás de mí. Coloqué mis manos en las caderas y esperé a que hablase.
—Me aburría, ¿vale?
—Solo han pasado dos horas —me llevé la mano a la sien, no porque estuviera enfadada, al contrario, quería que lo pareciera porque estaba a punto de echarme a reír.
—Tu amigo no hacía más que mirarme sin decir ni una palabra. Y tuve que encerrar a esa bola de pelo tuya, su cola parecía dos veces él... —le corté aguantándome la risa.
—¿Encerraste a Shadow?
—Estamos en paz, casi matas al cuervo el otro día —no podía discutirle eso —. Ahora vamos a dejar una cosa clara y quiero que me mires —si me lo pedía teníamos un serio problema, porque la vergüenza me lo impediría —. Vas a dejar de aparentar algo que no eres, princesa. Entiendo a diferencia de Caleb, la decisión que tomaste de volver a intentar tener la vida que tenías antes de todo esto.
—Sé por dónde vas y déjame decirte... —me senté en el suelo tras interrumpirme.
—He visto como sales y entras al trabajo. ¡Ni qué te estuvieras dirigiendo al matadero! —Bajé la mirada —Tus palabras para irte fueron que querías vivir como una chica de tu edad; fiestas, salidas con amigos, trabajo... Carson me dijo que estuviste meses centrándote en eso último y evadiéndote de lo demás encerrándote en casa. ¿Dónde está la chica enérgica que conocí? —se puso a mi altura apoyando su brazo en la pared, cerca de mi rostro.
—Carson suele exagerar las cosas. Llevo saliendo bastante estas últimas semanas.
—Sí, ya me di cuenta de que encontraste a tu prototipo de chico, ya sabes, tatuado. Hasta te pegó eso —tomó mi mano y la acercó a él para ver la serpiente de esta.
—¿Cuánto tiempo llevas espiándome? —aparté la mano y me incorporé. Pensaba que solo llevaba aquí máximo una semana.
—No te espiaba, simplemente te pusiste en medio de mi campo de visión —puso una sonrisa burlona y le di un puñetazo en el hombro —. Pero a eso voy, te volviste a adentrar en nuestro mundo sin buscarlo, con Carson y este idiota tatuado —puso su dedo sobre mis labios antes de poder preguntarle como demonios sabía lo de Killian —. Ya hablaremos de eso después, porque tenemos para rato —entrecerré los ojos y esta vez yo le tapé la boca, pero con ambas manos.
—¡Mikkel! ¿Quieres dejarme hablar? Sí, echo de menos las armas, matar y comportarme como una de vosotros. Estoy harta de este maldito trabajo, del ambiente que rodea a los humanos y su repetida vida. ¡Demonios, ya lo dije! —retiré las manos de sus labios y tiré a la basura el delantal y el gorro. Era como quitarme un gran peso de encima —. Creo que en el fondo quería que alguno volviera a buscarme. Pero eso no significa que deje de ser independiente y valerme por mí misma, pero al menos en tu mundo no siento el vacío que siento aquí aun teniendo a mis amigos. Tengo que... —me enseñó el bolso y se lo arrebaté sorprendida —¿Cómo?
—Te conozco, más de lo que tú crees —se encogió de hombros guardando sus manos en los bolsillos del oscuro pantalón —Tenemos mucho de qué hablar, volvamos a la casa.
Pensé que necesitaba tiempo para volver a la normalidad, pero al descubrir que a Caín le daba igual en que me mundo me encontrara, fue lo que hizo replantearme la situación. Un extraño sentimiento como de alivio me recorrió al irse de mi habitación, y eso mismo sentí al ver al cuervo de Mikkel y este aparecer, dándome a entender que mi normalidad estaba junto a ellos. Me sentía aliviada de poder haberle dicho que extrañaba la vida con ellos por muy dura que fuese. Había probado y comprobado que ya nada era igual a como antes de saber sobre aquellos seres. Pero ahora tenía un nuevo problema, no sabía el cuándo y cómo el hijo de Lucifer atacaría. La tranquilidad que había me recordaba a antes del último ataque en Italia. Caín era listo y ya se habría imaginado que no me pasaría a su lado, mucho menos si eso significaba quitar la vida a uno de mis seres queridos.
Mi cabeza me decía que no debía contárselo a Mikkel porque se plantaría en Italia y volvería con Caleb y puede que hasta con Rafael, o peor, me haría volver con él allí y dejar ambos primos como un objetivo fácil. Por lo que solo me quedaba esperar, aunque eso pusiera en peligro a Madison y Carson. Si iba a atacar prefería estar aquí y tener la mínima oportunidad de salvar a esa persona a que luego me enterase por terceros de lo ocurrido. Sería mejor que solo yo lo supiera para que solo cundiese el pánico en mí misma y no crear falsas alarmas. Hasta entonces intentaría disfrutar del poco tiempo que me quedaba en esta ciudad junto a todos antes de abandonarla. ¿Pero estaba lista para despedirme de nuevo de Madison? ¿O debería desaparecer sin más?
—Tengo cuatro exámenes esta semana y no me da la vida —se quejó Madi con la cabeza metida entre los libros de estética.
—Si te lo propones lo conseguirás, confió en ti. Además, eres tú, seguro que apruebas.
—¿Te he dicho lo afortunada qué soy de tenerte como amiga? —sonreí con tristeza. No me gustaba pensar que no la vería envejecer, mucho menos que llegaría el momento de despedirnos para siempre. —Cambiando de tema, ¿me invitarás a la boda con ese bombón italiano?
—En realidad no es italiano —le confesé e hizo un puchero seguido de un "Pues vaya" —¿Por qué no invitas a Reyna para estudiar?
—Lo intenté hacer, pero no fue a clases y no me coge el teléfono. Tendrá cosas que hacer —cerró el cuaderno y lo echó a un lado de la mesa —. ¿Le contaras lo de Killian? —dirigió su mirada a mi habitación donde Mikkel estaba durmiendo.
—Ya lo sabe, y le llamó idiota tatuado —debía imaginarse que fue su primo quien se lo dijo.
—Cuando un hombre insulta a otro solo significa una cosa, celos —alzó ambas cejas y me dio un golpe con su hombro.
—Es Mikkel, no lo está. Es solo que no le gustan los hombres como él, cree que son peligrosos. Ya me entiendes —intenté explicárselo en modo mundano aunque no tuviera mucho que ver con la realidad.
—Amiga, date cuenta —se recostó sobre mis piernas y miró sus destrozadas uñas —¿Vas a hablar con él sobre el plantón a media declaración?
—Estamos bien, no hay necesidad de sacar el tema.
—¡No seas estúpida! Tienes derecho a saber si le gustas. Que ya te hago yo el favor de afirmártelo, pero es mejor que salga de su preciosa y perfecta boca. Y no me lo niegues —me apuntó con su móvil como si fuera un arma y no me tocó más que asentir.
Si seguía un minuto más ahí sería la culpable de su suspenso por distraerla hablando de Mikkel, así que fui hasta la habitación dejándola estudiar tranquila. Shadow estaba frente a la cama sin quitarle los ojos de encima al caído que dormía plácidamente del lado de la ventana.
Miré el móvil antes de ponerlo a cargar, solo tenía mensajes del ángel, lo puse en modo silencio y cogí las zapatillas. Volví la mirada hacía la cama donde me encontré a un Mikkel sentado con el codo apoyado en la rodilla, la mano ocultando la mitad de su rostro y el cabello revuelto.
—Lo siento, ¿te desperté?
—¿Dónde vas? —preguntó al ver que me estaba calzando.
—Quería ir a dar un paseo, hace buena noche.
—Deja que me cambie y te acompaño, necesito estirar antes de volver a dormir en ese espantoso sofá.
Se metió en el baño y me senté en la cama a esperar. La zona en la que había dormido estaba caliente, a comparación de él. Mientras tanto me puse a pensar en algún lugar que fuera poco concurrido a estas horas de la noche. Quería que se llevara algún recuerdo de aquí y el ir a dar solo un paseo rodeados de todo tipo de seres, no creía que fuese buena idea, y más porque había podido deducir que no le gustaba estar en lugares concurridos. Pensando en ese problema, creí tener el lugar perfecto para ello. En mi estancia en Myrtle no había pisado mucho la playa y eso que era una de las cosas que quería hacer nada más llegar, pero la aglomeración de gente que se creaba me derribó por completo ese sueño. Por ello en mis caminatas nocturnas aprovechaba la doble oportunidad de oír el mar y ver las estrellas sin personas estorbando y corriendo detrás de un balón.
—¿Cómo ha estado Caleb estos meses? —los mensajes no siempre mostraban la verdad, por ello necesitaba oírlo de la boca de su compañero.
—No he pasado mucho tiempo en Italia, asi que no te podría decir. Pero si te sirve de ayuda, Kim me comentó que tu angelito estuvo buscando a Caín, sin éxito, pero lo intentó.
Claro que lo estaba buscando, era Caleb. Si supiera lo del trato del hijo de Lucifer, apostaría mi brazo a que se prestaría voluntario a dar su vida porque todos y digo todos, no solo yo, estuviéramos a salvo. Al contrario que Mikkel, que lucharía hasta el último momento, o puede que hasta sacrificase a alguien por salvar a los demás. Francamente no me imaginaba a este dando su vida con mera facilidad para salvar otra.
Era pasada la medianoche y lo único que alumbraba el lugar eran la línea de farolas de la pasarela del muelle. La vista desde aquí era maravillosa, la luna se reflejaba en las oscuras aguas calmadas y el murmullo de las olas golpeando los pilones de madera hincados contra el lecho del mar, era lo único que se escuchaba en la tranquila noche.
Mikkel me sostuvo el calzado cuando una locura de idea se instaló en mi cabeza.
Se cruzó de brazos. Si hubiera sido humana indudablemente me hubiera detenido, pero tan solo observo cómo me subía en la repisa de madera del muelle y saltaba con absoluta confianza sobre la arena, la cual me protegió del golpe en las rodillas.
Corrí hacia la orilla sintiendo la fina arena meterse entre mis dedos. Me deshice de la ropa sobrante quedando solo con la interior antes de meterme al mar en calma. Algo por lo que también me gustaba esta zona, era por lo templada y nítida que estaba el agua. Volví la vista hacía el chico que había seguido mis pasos, pensando que había entendido el porqué le había traído hasta aquí, pero solo alzó las cejas, bajó la mirada seguida de una sonrisa y se sentó en la arena. Suspiré e hice un mohín. Sus ojos parecían estar catando mi cuerpo semidesnudo mientras me acercaba a él, ni siquiera disimuló cuando me percaté. Estrujé el sujetador y el agua que había absorbido cayó sobre su cuerpo. Pero ni se inmutó.
—No tengas miedo, esta agua no es como la del castillo —rió sarcásticamente. Mi plan se había ido al garete, di una pequeña patada a la arena mientras volvía al agua, pero no sin antes decir mis últimas palabras —. Prometo no mirar.
—Eres imposible, ¿lo sabes, verdad?
Intenté sonreír para mis adentros, pero al morderme el labio por verlo retirarse el pantalón, una pequeña sonrisa se escapó. No dije nada al verlo adentrarse al mar con la camisa, había conseguido que se metiera conmigo y con eso me bastaba.
—¿Qué has estado haciendo todo este tiempo? —le pregunté intentando sacar algún tema de conversación.
—Seguir conociendo el mundo mundano. Tengo que admitir que es más interesante y llamativo que lo que puede haber ahí arriba. —Mi cara demostraba la tanta envidia que le estaba teniendo ahora —Puede que algún día te deje elegir destino, princesa.
Al oír aquello mis ojos se iluminaron cual árbol de navidad y una enorme sonrisa se posó en mi rostro. Seguí con la mirada la mano del chico que se acercaba con seguridad hacía mi rostro, por un momento pensé que haría algo más que apartarme el mechón mojado de la cara, pero solo se quedó en mi barbilla mientras sus ojos no se movían mas allá de mis labios, confundiéndome así más de lo que ya estaba. Madison tenía razón, mi cabeza y corazón necesitaban saber si de verdad ese sentimiento de atracción era mutuo y a la vez, una explicación del porqué se fue de esa manera tan repentina. Entreabrí la boca sin saber que palabras querían salir de ella y por miedo a decir una sandez y quedar en ridículo, sumergí toda mi persona en el agua sin pensarlo dos veces.
Tras unos largos segundos, me decidí por salir a la superficie, donde Mikkel me echaba una mirada confusa.
—Está comenzando a refrescar, sería mejor volver —comenté casi inaudible. En realidad quería quedarme, lanzarme y besarlo y ver lo que ocurría, pero sentí que esta vez no debía ser tan lanzada y esperar a hablar del tema —. Mierda, se me han olvidado las llaves.
—¿Estás segura de qué no tienes la cabeza de adorno?
Abrí la boca por la sorpresa de su comentario. Tenía la mano tendida en dirección al suelo, y no me había dado tiempo a recoger la ropa, ni a responderle, cuando me di cuenta de que estábamos de vuelta en casa. La luz de la cocina estaba encendida, de repente se apagó y por instinto dejé de respirar, como si eso me fuera a volver invisible. Mi amiga apareció y nada más vernos a ambos quietos entre la oscuridad, se llevó la mano al pecho dejando caer un trozo de comida al suelo.
—¡Por Jesucristo! No os había oído entrar. Espera un momento que... —abrió los ojos tanto como la boca al darse cuenta de cómo nos encontrábamos.
—Hacía calor —soltó Mikkel seguido de un guiño. Puse mis manos en su espalda para guiarle a la habitación.
—A mí no me la coláis parejita. Ahora bien, secaros antes de que Carson vuelva y vea todo esto empapado —antes de poder entrar al cuarto Madison me atrajo hacia ella —. Amiga, no te reconozco. No pensaba que te gustase hacerlo en ese tipo de lugares. Del uno al diez, ¿cómo es? Por llevar a mi próxima cita.
—No seas tonta, no hicimos nada —aunque ganas no me faltaron.
—Si la tensión sexual que tienen ustedes dos fuera un perfume, ahora mismo estaría en el hospital por sobredosis.
—A veces me pregunto de donde sacas tantas estupideces —cerré la puerta y en cuando divisé al chico le eché una mirada asesina —. ¿Eres imbécil? Madi podría haber estado en el salón.
—Pero no estaba, no le quites lo divertido a la situación.
Después de retirarnos todo el olor a mar y la arena del cuerpo, hice a Mikkel sentarse en la cama, avisándolo de que como volviera a desaparecer, ya podría ir olvidándose de mí existencia en su vida.
Nada más soltar mi pregunta, él ya supo a lo que me refería, con la mano del brazo que tenía sobre su pierna, tocó su barbilla y boca. Sin más demora, comenzó a explicarme que en el instante en que rozó la pluma, un recuerdo vagó por su cabeza. Que eso le hizo ir a ver a Caleb y Rafael para aclarar unos asuntos, cosa que en cierto modo pudo servirle y a la vez confundirlo. Por ello antes de que mi curiosidad de saber a qué se refería hiciese su entrada, añadió que era un tema que para entenderlo tenía que saber toda la historia, y en esos momentos no se sentía preparado para ello.
La promesa de que me lo contaría me hizo ver que no debía volver a preguntarle sobre ello, porque por Killian, sabía que para seres como ellos, remover el pasado era doloroso, además lo podía ver en la mirada del chico que tenía en mi cama. A comparación del otro caído que sentí que habló de ello sin ningún tipo de sentimiento a la vista, Mikkel no parecía intentar superarlo, si no olvidar esa parte de su vida y evitar hablar de ello si no era necesario. Cosa que sabía que lo único que le iba a traer era odio hacia sí mismo y dolor cada vez que alguien se lo recordase.
—¿Me vas a preguntar sobre mi respuesta a lo que dijiste, princesa? —dijo sin mirarme a la cara. Tenía planeado hacerlo, pero al oír lo que me acababa de contar, no lo vi conveniente —. Siento darte la mala noticia de que disfruto mucho de mi soltería.
¿Cómo podía ser que se le diese tan bien cambiar de conversación y emoción en cosa de segundos? No me daba tiempo a procesar lo que me estaba contando cuando ya estaba hablando de algo totalmente diferente.
—¡Alto ahí! Para el carro, en ningún momento dije nada de una relación. Solo te confesé que me atraías, pero nada más. —Comenzó a caminar hacía a mí, pero apoyó su hombro en la pared y alzó una de sus anchas cejas esperando a que continuara hablando. Me crucé de brazos y aparté la mirada por vergüenza a lo que iba a repetir como meses atrás —. A parte de que sigo pensando en que si besas en varias ocasiones a una persona, es porque algo sientes, aunque sea lo más mínimo.
—¿Te gusta ese idiota tatuado? Supongo que será así, después de todo hubo algo más que besos entre vosotros, ¿o me equivoco, princesa? —dirigí mi mano abierta en dirección a su rostro, pero la paró en seco. No tenía ningún derecho a meterse con Killian y mucho menos inmiscuirse en lo que hacía o dejaba de hacer con mi vida —. Ambos sabemos que sé lo que es ese rubiales, y que una princesita como tú no debería andar con ese tipo de influencias.
Si Killian no era buena compañía, ¿entonces él qué era? Por un momento pensé en decir aquello, pero me lo pensé dos veces antes de recordarle a Mikkel algo que sabía que podía hacerle daño y entorpecer nuestra extraña relación, así que simplemente hice como si no hubiera oído eso último.
—¿Por qué a veces eres tan capullo? No sabes lo estúpida que me sentí confesándote mis sentimientos y que tú te largaras dejándome con la palabra en la boca. ¿Crees qué ahora tienes el derecho de venir y...? —movió su dedo en el aire haciéndome callar y con su mano aún sosteniendo la mía, me acercó más a él.
—Te acabo de decir el porqué no pude responderte —suspiró haciéndome sentir como una tonta —. Si tuviera que sentir algo por cada chica a la que beso, sería un infierno.
—Me he dado cuenta de que tú eres un caso aislado.
—Y tú mi excepción.
Espera, ¡¿Qué?! ¡Tiempo muerto!
Mi mente y cuerpo se pusieron en modo Off. En parte era una tontería, eso quise explicarle a mi corazón que se había dispuesto a bailar de alegría. Solo estábamos hablando de atracción, pero su respuesta me abría puertas hacia conocerlo un poco más a fondo. No en ese aspecto por supuesto, bueno en realidad también, no iba a mentir con algo tan obvio, pero me intrigaba más el trasfondo de su vida. Era como un libro cerrado, y yo quería ser la primera en leerlo. Mientras, el mío tenía las páginas en blanco y poco a poco yo iba descubriendo cosas sobre mí misma y mi existencia.
Pestañee varias veces para volver a la realidad y ser yo misma. La verdad que tampoco me esperaba que me respondiese de esa manera, me había dejado perpleja. Llevé mi mano hacía su rostro con algo de inseguridad, y esta vez no se apartó cuando rocé con mis dedos las cicatrices de este.
—Podríamos aprovechar esa pequeña atracción mutua que tenemos, ¿no crees? —le susurré al oído. Hacer esto con las dudas aclaradas me daba aún más morbo que estar volviéndome loca por pensar que sus sentimientos eran solo imaginaciones mías.
—Me gusta por dónde vas, te escucho.
Entrelacé mis manos tras su cuello y mojé mis labios antes de que nuestras bocas se volvieran a unir después de tanto tiempo. Mi memoria era mala, pero nunca olvidaría como unos simples besos suyos me hacían perder la cabeza. Sabía que no era el momento ni el lugar en el que llegaríamos a algo más que besarnos, pero con solo volver a sentir su cuerpo sobre el mío y sus manos viajar por mi piel desnuda bajo la camiseta, me bastaba.
❖¿Qué os ha parecido el capítulo?
¿Se os ocurre algún nombre para el Shipp de Selina y Mikkel?❖
Espero que os haya gustado❤ No se olviden de dar⭐ para apoyar la historia y comentar si quieren, para saber sus reacciones🤭🥺 Muchas gracias🥰
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