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Miré a mi izquierda, seguía dormido. La luz solar que entraba entre las cortinas, se postraba en su clara cabellera, iluminándola y otorgándole un aspecto angelical. Me vestí con la camiseta del suelo y salí de puntillas de la habitación. El tarareo de una canción y ruido en la cocina me hizo asomarme, viendo a Gianna preparándose el desayuno. Al percibir mi presencia, echó un ojo a la puerta que había detrás de mí y me sirvió una taza de café.

—Deberíais replantearos iros a un hotel, comenzáis a darme miedo.

—Lo siento, no era mi intención —me disculpé roja de la vergüenza.

—Estaba bromeando, no me importa, le he visto hacer cosas peores —se encogió de hombros siguiendo su camino hacia el sofá.

Habíamos quedado todos para ir esta noche a la feria por el cumpleaños de Madison, era domingo, pero como mañana entraba en el turno de tarde a trabajar, no tenía problema. No podía esperar a que Killian se despertara, la pastelería cerraría en una hora y aunque me pillase de camino a casa, habría gente esperando. Si aparecía sin el pastel de cumpleaños, Madi me decapitaría. Entré en el cuarto de baño de Gianna y abrí el grifo para limpiarme la cara. Junté las manos y antes de echarme el agua en el rostro percibí un extraño olor que me hizo abrir los ojos, ahogué un grito al ver el agua roja con algo parecido a coágulos. Separé mis manos dejando caer al lavabo el contenido de estas y las sacudí en al aire junto a varias arcadas por los oscuros grumos. Me arrodillé en el suelo.

«Tic tac, tic tac.» Oí decir en mi cabeza.

—¡Lo estoy pensando! No es tan fácil —mentí. ¿Qué pasaría cuando se diera cuenta de que no haría nada? Me fijé en que mis manos no estaban rojas, era otro de sus trucos mentales.

Era casi medio día cuando llegué. Todos seguían durmiendo, dejé la tarta en la nevera y fui a darme una ducha para relajarme. Lavé la zona del tatuaje, después de varias semanas ya estaba casi curado, Killian se había encargado de recordarme la limpieza y el echarme la crema cada vez que quedábamos, que eran casi todos los días. Mayo estaba a la vuelta de la esquina y el calor ya se notaba en una habitación cerrada y con solo la ventana abierta, intensificando así el olor a sudor y sexo que traía conmigo cada vez que salía de casa de Killian.

Tiré la toalla al suelo mientras buscaba la ropa interior. Al rato Shadow comenzó a maullar avisándome de algo, le mandé callar, pero no hizo caso. Terminé de ponerme el sujetador cuando divisé un cuervo postrado en la ventana, durante unos segundos el animal y yo nos miramos fijamente hasta que reaccioné y corrí sin darle tiempo a reaccionar a él, la cerré de golpe pillándole media ala con ella, este graznó y al abrirla para liberarlo, cayó al intentar echar el vuelo.

—Acabo de matar a la mascota de Mikkel, ¡me va a cortar en pedazos! —saqué la cabeza por la ventana pero no divisé al cuervo en el suelo —.Espera un momento, ¿qué hace él aquí?

—¿Qué son esos gritos a estas horas? — gruñó Madison abriendo la puerta de golpe.

—Madi, cariño, ¡es la una de la tarde! —le lancé la toalla y se fue balbuceando cosas.

Cogí el teléfono para ver los últimos mensajes de Caleb, no decía nada que me alarmase de que ocurría algo malo. Puede que Mikkel simplemente estuviera pasándose para ver si seguía dando señales de vida y tranquilizar a su compañero, o el cuervo era uno cualquiera y ya me estaba imaginando cosas después de lo de Caín.

Hasta la hora para prepararnos, estuvimos viendo Grey Anatomy. Un poco antes yo salí a correr por la playa para desfogarme y estar sola conmigo misma, no lo hacía muy a menudo pero si de vez en cuando, al igual que entrenaba con las dagas. Al principio pasaba tanto tiempo en casa y estaba acostumbrada a la rutina de Italia que en la noche cuando todos dormían y yo no podía por culpa de la pesadilla, practicaba un par de horas, pero con el paso de las semanas y el trabajo, lo fui dejando de lado.

—Es extraño, llevo oliendo a tabaco varios días, sobre todo por tu habitación —me comentó Carson volviendo a echar ambientador.

—A mí no me digas nada, sabes que no fumo —pero tenía razón, parecía que alguien había estado fumando.

Reyna nos estaba esperando cerca de la noria, llegábamos casi media hora tarde por culpa de Madison, y no parecía muy contenta, pero en cuanto nos acercamos puso una sonrisa que a mi parecer era falsa. Killian apareció poco después de llegar nosotros.

—Te fuiste sin despedirte —me dijo nada más verme, dándome un beso en la sien.

—No quería despertarte, parecías cansado. —Le sonreí y puse mis manos en su espalda acercándole a la amiga de Madi para presentarlos.

—Soy Reyna, encantada —le tendió la mano pero él la miró de arriba a abajo con recelo.

—¿Nos conocemos?

—No creo, cariño —apartó la mano y agarró el brazo de Madison llevándosela lejos de nosotros.

—¿Lo sientes? —preguntó Carson.

—No —se limitó a decir Killian sin apartar la mirada de la chica.

—Exacto, no se me da bien distinguir las auras, pero la de esa chica...

—¿Podéis ser más claros? —me posicioné frente a ellos haciendo que pusieran la mirada en mí.

—Es como si no tuviera aura, además, su cara se me hace conocida —me explicó Killian.

—Estáis exagerando, sabéis que las de los humanos no son siempre visibles —les recordé. Reyna era una chica normal, a veces un poco rara, pero humana al fin y al cabo—. Y vive aquí, pudiste cruzártela en algún momento.

—Puede que tengas razón, lo siento.

—Yo sigo diciendo que hay algo extraño en ella —insistió el Nephilim.

Las chicas estaban haciendo la cola para subir en una montaña rusa, miré a Carson que con solo ver las vías se puso pálido. Killian insistió en quedarse con él, así que corrí con Madi y Reyna. Me encantaban las atracciones, sobre todo las que te hacían tocar el cielo y gritar hasta quedarte sin voz. Ambas se pusieron en los asientos de delante, yo me senté sola, pero no me importaba. Tras sonar el pitido las barras de seguridad bajaron, quedó un gran espacio vacío entre ella y mi abdomen, intenté bajarla más, pero no funcionó. Bueno, a lo malo, malo, Killian podría hacer su salida estelar. La hilera de vagones comenzó a moverse, la gente, incluida Madison comenzaron a gritar en la subida hasta que paró, se veía todo tan pequeño desde aquí, era increíble, el olor al mar, la brisa...Si por mí fuera, me quedaría toda la noche admirando las vistas.

Antes de que los vagones descendieran a gran velocidad y de que el cabello me tapara el rostro, llegué a ver de nuevo al cuervo, esta vez estaba sobre un poste de luz. Ahora tenía la confirmación de que no eran imaginaciones mías, si ese maldito pájaro estaba aquí, significaba que Mikkel no andaba lejos, ¿pero cómo contactaría con él? O peor, ¿qué haría cuándo le viera? No esperaba que fuese a ser tan pronto, no me había preparado para ese momento después de lo que ocurrió. Podía haber avisado, al menos para saber cómo reaccionar.

—¿No están muy juntos esos dos? —Madi me dio un codazo y señaló con la barbilla a Killian y su primo, que estaban sentados en un banco sin dejar espacio entre sus cuerpos. Sonreí para mis adentros —Te avisé de que te lo acabaría quitando.

—No me quitó nada, solo era un amigo con derecho.

—Ella ya tiene a Caleb —añadió Reyna. Estaba muy equivocada, pero me dio la idea perfecta para irme.

—Exacto y por eso mismo os tengo que dejar, se me olvidó que debo tratar unos asuntos con él.

—Pero Selina... —comenzó a decir mi amiga mientras me alejaba de ellas.

—Divertíos y no molestéis a esos dos, os veo en casa —alcé la mano para despedirme y me adentré entre un grupo grande de personas para salir del lugar.

La calle comenzaba a llenarse de borrachos extranjeros, a altas horas de la noche estos se reunían en las playas frente a los hoteles para beber. Nada más adentrarme en la calle donde vivía, el ruido desapareció. Por los retrovisores de los coches aparcados vi a la mascota del chico seguirme, no era tonta, sabía que me había dado cuenta. Antes de llegar al portal encontré a Shadow entre los matorrales, no era la primera vez, por ello solía dejar la ventana de mi habitación abierta, vivíamos en un tercero, pero era buen escalador y subía por el árbol que había en frente. Abrí la puerta del portal esperando a que entrase, pero también se percató del cuervo, su pelaje se erizó y me eché a reír, no sé si el problema lo tenía con el pájaro o con el chico, ya que solía reaccionar de la misma manera al tenerlo cerca.

Al entrar en la habitación el fuerte hedor a tabaco me echó para atrás. ¿Se puede saber de dónde demonios viene ese olor? No me molestaba la gente fumadora, pero era como si alguien se hubiera fumado un paquete entero en mi habitación. Saqué la cabeza por la ventana para tomar el aire con aroma a mar. Todo estaba tranquilo, me recordaba a Italia. En el árbol frente a mí estaba posado el cuervo, a veces me preguntaba si ese animal era consciente de lo que Mikkel hacia con su cabeza.

—Si me estás oyendo, ¿me harías el favor de dejar de esconderte? —le pedí al pájaro con la esperanza de que su dueño me escuchara.

Me miró con esos profundos ojos negros y bajé la mirada, al darle la espalda graznó, Shadow le maulló y lo cogí antes de que saltara por la ventana para atacarle. El cuervo salió volando hacia el hombro de un chico que se encontraba bajo el resplandor de una farola.

—¡Si en diez segundos no estás aquí, yo...! ¡Solo sube! —las palabras salieron de mi nada más verle.

Fueron los segundos más largos de mi vida. Tenía el corazón a punto de salírseme del pecho, sequé el sudor de las manos contra la tela vaquera del pantalón y miré mi reflejo en la pantalla del móvil sintiéndome una estúpida por ello.

—Sigues igual —escuchar su voz me hizo sonreír como una tonta, solo con esas dos palabras me di cuenta de lo mucho que la había echado de menos. Me giré encontrándolo apoyado en la pared con la cabeza gacha y una sonrisa en sus labios.

—No puedo decir lo mismo de ti —dije refiriéndome al nuevo peinado que además dejaba ver las nuevas cicatrices que adornaban su rostro. Pasé su barrera de espacio personal y llevé mi dedo hacia las cicatrices de entre sus cejas, nariz y labio que hizo que se apartara de mí como si le hubiera molestado —. ¿Cómo te las hiciste?

—En una misión.

—Son superficiales. ¿Por qué no te curaste en condiciones para qué no te quedase marca?

—Estoy acostumbrado a ellas, ¿de qué sirve ser un guerrero si no tengo cicatrices que demuestren mi hazaña? ¿Acaso ya no te atraigo con ellas, princesa?

«Ese es el Mikkel que yo conozco»

—¿Me vas a decir qué haces aquí? ¿Ha pasado algo? ¿Caleb está bien? —empecé a preocuparme por su silencio.

El sonido de la puerta principal y la voz de Madison hicieron que agarrase de la mano a Mikkel antes de que desapareciese. Ambos nos miramos.

—No creo que sea buena idea —comentó como si supiera lo que estaba pensando.

—¿No pretenderás irte de nuevo? —solté con frialdad y negó con la cabeza sin saber que decir.

Estaba a mi alcance, y lo más seguro era que por su inesperada aparición, mi única reacción fuera la calma, ocultando tal vez a simple vista las consecuencias de esa leve alteración en mi pulso, pero notoria con solo tocarme. Por ello le solté al instante la mano.

Salí al salón con Mikkel pisándome los talones, Carson que estaba lavándose los dientes mientras miraba la televisión dirigió sus ojos hacia el chico, su boca se abrió de tal forma que la alfombra acabó con manchas de sus babas mezcladas con dentífrico. Madison que estaba hablando con su primo salió de su habitación al no tener respuesta alguna por su parte. La chica se llevó las manos al pecho al ver a Mikkel tras de mí, intentó vocalizar mientras me mirada y le señalaba con expresión de haber visto un fantasma. Se acercó poco a poco con el dedo extendido y le palpó la camiseta.

—¿Es real lo que ven mis ojos y siente mi dedo? —volvió a tocarlo y miró su dedo como si lo que tuviera delante no fuera más que una visión. Lo examinó de arriba a abajo y regresó la mirada a mí.

Carson seguía paralizado. Recordaba que yo también quedé en un estado parecido cuando lo conocí, pero creía que avisándoles en su momento no habría tanto nivel de noqueo. Mikkel parecía incómodo, normal, tenía a dos locos mirándole como si fuera una montaña de billetes.

—¿Y te dolió cuando caíste del cielo? —piropeó la chica al caído y me llevé las manos a la cara al ver los ojos de Mikkel pegados en mí.

—¡Ay, mujer! Pero que tonterías dices.

La propiné una palmada en la espalda y la empujé a su habitación para evitarnos más comentarios de ese estilo.

—¿Qué haces tan lejos de casa? —la voz de Carson se hizo notar y percibí las segundas intenciones de su pregunta. Pero yo también quería saber su respuesta.

—Dijiste que solo serían unas semanas y ya van cuatro meses, no les culpes por echarte de menos —lo dijo en tono cortante como si hubiera matado a alguien, consiguiendo hacerme sentir culpable.

—La echan de menos, pero tú eres el que vino —no podría haberlo dicho mejor. Bien, Carson.

—No creo que te deba dar explicaciones a ti sobre ello —acercó su rostro al del moreno y por un momento pensé que le pegaría, pero solo le guiñó un ojo que le hizo ponerse más nervioso que si se hubiera puesto violento.

—Carson, Mikkel se quedará unos días en Myrtle Beach, ¿podría dormir aquí?

—Si no le importa dormir en el sofá, no tengo problema —se volvió hacia el caído, esta vez con una expresión seria —Esta chica se merece no la luna, si no el universo. La mínima lágrima y te juro que pasas de inmortal a mortal en cosa de segundos.

Ya me estaba arrepintiendo de obligarlo a quedarse. Se iba a pensar que era una loca, y más si esos dos primos no dejaban de hacer ver que estaba perdidamente enamorada de su persona, cuando no era así. Tierra trágame por favor.

¿Qué os ha parecido el capítulo?
¿Teníais ganas de qué apareciese
Mikkel?

Espero que os haya gustado❤ No se olviden de dar⭐ para apoyar la historia y comentar si quieren, para saber sus reacciones🤭🥺 Muchas gracias🥰

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