Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

No mentiría, mis ganas de trabajar estaban ahora mismo en el subsuelo. Las voces y el sonido de la campana me irritaban cada vez más, pero fue mi decisión, no estaba dispuesta a vivir a base del dinero de Carson. Era una mujer independiente y me podía valer por mí misma, aunque en este momento tuviera ganas de arrancar unas cuantas cabezas. Mi situación en esta cafetería no era como en Detroit, si no era necesario no me relacionaba con mis compañeros, venía a ganar dinero, no a hacer amigos, cosa que les quedó bastante claro desde el primer día, era como un virus, nadie se acercaba a mí, y mi expresión seria ayudaba en ello.
Me encontraba en caja, aquí no eran necesarias las camareras, cosa que echaba de menos. Estar ocho horas en la misma posición era agotador y doloroso para mis pies.

—Buenos días, ¿qué le gustaría tomar?

—Me gustaría pedir una cita —alcé la vista tras reconocer la voz.

—¿Cómo supiste dónde trabajo? —miré a Killian sorprendida. Parecía venir de la playa, sobre su tez bronceada, tenía algunas zonas enrojecidas manchadas de arena.

—Es un secreto, ¿entonces qué respondes a mi pregunta?

Creo que me adelanté a etiquetarle de algo que ahora me daba a entender que no era. Al principio de esa noche pensé que estaba intentando ligar conmigo, pero al verle con el británico al que luego cambió por otro chico como si de objetos se tratasen, lo descarté y pensé que simplemente era su forma de ser con las mujeres. Más al ver que no quitaba el ojo de encima a Carson.

—Ahora mismo no estoy interesada en tener una relación—le confesé al fin al ver que estaba creando cola.

No pareció entenderlo del todo ya que apuntó su número en un ticket que debió dejar el cliente anterior. Solo me sonrió y cogí el papel viendo la tinta, efectivamente quería que le llamara, al volver la vista ya se había ido. Durante lo que me quedaba de turno no dejé de darle vueltas a su propuesta, quería saber más de ellos, de su mundo en su persona. Pero él quería una cita, no una entrevista a fondo. Al llegar a casa ambos primos se volvieron locos al enterarse, pero sus opiniones eran muy diferentes.

—Si quieres que te perdone por lo del otro día, aceptarás la cita —soltó Madison casi en modo de ordenanza.

—¡Eso es jugar sucio! —exclamé y miré a su primo que parecía absorto en sus pensamientos.

—Ya sabes lo que opino, no te fíes de su bonita sonrisa, detrás de ella se podría esconder... —mi amiga le tiró un cojín cortándole a media frase.

—No le hagas caso, en el momento en que te despistes te lo quitará.

—No me estáis ayudando, pero quedaré con él, solo como amigos. No tengo tiempo para parejas y cursiladas.

Agregué su número a los pocos contactos que tenía y me saltó una llamada perdida de Caleb de hacía escasos minutos. A veces me replanteaba el bloquearlo, pero solo conseguiría que se plantara aquí. La borré y antes de poder escribir a Killian, Madison puso delante de mis narices su teléfono con un contacto llamado "Futuro cuñado". Le arrebaté el móvil de las manos y me paré a leer el chat.

—Me tomé la labor de hablar con él, vendrá a buscarte en un par de horas.

Intenté lucir relajada para que no notase las ganas que tenía de gritar y pegarme un tiro junto con el que le iba a pegar a ella. Le había hecho creer que aceptaba la cita y eso no era lo que yo quería. ¿En algún momento escuchaba lo qué decía? La devolví el teléfono y sin decir palabra me fui a preparar mientras pensaba en si sería buena idea salir con un caído, cosa que hacía un momento no me importaba, pero las dudas me comenzaron a transitar por la cabeza.

Carson entró a la habitación tras llamar con unos golpes para avisarme de que Killian estaba subiendo, miré el reloj, llegaba media hora pronto. Aún tenía el cabello algo mojado, pero llevaba preparada desde hacía un buen rato. Fui al salón donde me encontré a una Madison con la puerta principal abierta y medio cuerpo fuera esperando a la llegada del chico. Comencé a notar el nerviosismo del momento, odiaba estas situaciones, pero ya nos conocíamos, ¿Por qué esos nervios entonces?

—Encantada David de Miguel Ángel, digo Killian. Soy Madison, mejor amiga de tu cita —oí decirla. Abrió por completo la puerta dejando pasar a un atractivo chico de cabellera rubia que hizo a Carson atragantarse con la bebida.

—Te replantearas lo que has dicho cuando veas realmente esa escultura —mascullé tras la comparación.

—Permíteme decirte, Madison, que es usted exótica —mi amiga soltó un leve grito y se abanicó con las manos tras el comentario de Killian —. Puedo decir lo mismo de ti, Carson —añadió con una sonrisa picara al oír el resoplido de este.

Si seguía así no sabría decir con quien quería la cita. Le tomé de la mano y lo saqué de la casa conmigo detrás después de coger el bolso. Antes de cerrar la puerta, Madi se asomó.

—¡Pasároslo bien, hacer muchas guarrerias y protegeros! ¡Te quiero, Sel! —me llevé las manos a la cara de la vergüenza y oí la risa del chico a mi lado.

—Tu amiga es muy simpática y divertida. No me esperaba que me escribiera.

—Lo siento por eso y por hacer que malinterpretes las cosas, esperaba que pudiéramos quedar como amigos, nada más.

—Claro, no te preocupes. Pero admito que me pareciste una chica muy atractiva y misteriosa, me gustan los misterios ¿sabes? —me guiñó su ojo color océano dejando ver solo el tono verdoso del otro. Era una mirada fantasiosa e hipnótica.

Habíamos empezado dando una pequeña caminata por la zona hasta que el rugir de mis tripas delató que no había comido en todo el día. Me convenció para dejar que me invitase, lo que había sido mala idea. Rezaba porque hubiera traído el dinero suficiente, ya que pedí casi media carta de lo hambrienta que estaba.

—¿Puedo preguntar a qué te dedicas ahora que vives aquí? —esperaba que entendiese a lo que me refería.

—Soy tatuador, tengo un estudio en la parte trasera del antro —acarició la mano que tenía sobre la mesa y después tocó un punto de ella —. Me halagarías si me dejaras decorarte alguna zona del cuerpo.

Hacía años que deseaba hacerme algún tatuaje, pero Caleb y mi tía estaban en contra, Sharon decía que era de criminales y Caleb que tenía una piel preciosa como para ensuciarla. Pero ahora estaba solo yo, podría tomar mis propias decisiones sin temor a lo que dijeran los demás.

—Primero me tendrás que enseñar alguna obra tuya para saber si es lo que busco —movió los dedos tatuados. Su cuerpo estaba recubierto de tinta, pero no me esperaba que él mismo se hubiera tatuado. Los que me mostró me dejaron ver que era un artista, acerqué su mano para verla mejor, pequeños dibujos la adornaban casi por completo.

—Cien años en la tierra dan para mucho —se echó a reír al ver la expresión de mi cara. Aún no me acostumbraba a la realidad de los años —. Gianna me salvó de volverme loco, la soledad es lo peor que le puede suceder a seres como nosotros.

—Se la ve una niña bastante adelantada a su edad —dije recordando su forma de actuar junto al piercing y cabello teñido que traía ese día.

—Para ser caída va por buen camino, es una edad en la que comportarte como lo haría una adolecente humana podría llevarte a la muerte. Pero no te engañes, esa cara angelical solo esconde a una asesina sin escrúpulos —y me lo creía—. Háblame de ti, sigo sin captar la especie que eres, y no me digas que eres una simple Nephilim.

Le expliqué la historia que me llevó a donde estaba hoy mientras me escuchaba con atención. Omití el detalle de Caín por precaución, aun no sabía si podía confiar en él por completo, pero no era por ser un caído, ya que ni al propio Carson se lo llegué a confesar. Era un tema que creía que debía quedar para mi hasta que se solucionase, y más porque hablábamos del hijo de Lucifer, meter a alguien tan poderoso de por medio me podría ocasionar problemas, más de los que ya tenía encima.

—No me equivocaba con lo de misteriosa, esos chicos tienen suerte de tenerte —fijó su mirada en mí y agachó la cabeza seguido de una sonrisa.

Hice un pequeño descanso para terminar el último plato que me quedaba antes de pasar al postre. Me lo estaba pasando bien, se sentía bien poder hablar de estos temas aparte de con Carson.

—Tengo curiosidad en saber que ocurre cuando os expulsan. ¿Crees qué podrías explicármelo? —se encogió de hombros y puso cara pensativa durante los siguientes minutos.

—Fue hace mucho y no es algo que nos guste recordar, pero serás mi excepción si me das la oportunidad de una cita —simplemente por descubrir esa incógnita acepté—. Muchos al romper una ley del cielo intentan esconderse, pero es imposible, hay ojos por todas partes. Allá donde estés te encontraran y te encerraran hasta el día de la sentencia, completamente a oscuras, sin comida ni contacto con el exterior, y muchos de esos juicios pueden durar semanas y hasta meses. En el día señalado suelen estar los arcángeles y ángeles de mayor rango, lo que ocurre después es puro dolor y agonía; tus alas son arrancadas sin un ápice de piedad mientras te recuerdan el delito cometido. Y con la espalda ensangrentada y en carne viva abren un portal bajo tus pies —la imagen de Mikkel el día que admitió lo que era apareció de entre mis recuerdos, no entendía como podía seguir sirviendo a lo que alguna vez fue —Si tienes la desgracia de que en el instante en el que caes las nuevas alas no aparecen, la caída puede ser mortal.

—Sinceramente no sé qué decir ante eso, es muy cruel lo mires por donde lo mires. Pero si ese ángel mató a un ser inocente, perder sus alas no me parece castigo suficiente.

—Lo creas o no, opino igual, no merecen otra oportunidad, pero para muchos las alas son como la propia vida, arrebatárselas es matarlos.

Tener esta conversación me había recordado lo mucho que me encantaban estos temas, hacía bastante tiempo que no indagaba a fondo sobre ello y ahora que se estaba poniendo interesante, tuve que cortar con una sonrisa forzada y una disculpa que me llevó al baño con preocupación. Llevaba un par de días omitiendo la quemazón de la marca, en el último mes aparecía y desaparecía continuamente, por ello no le di importancia, pero contra más tiempo pasaba, más insoportable se volvía. Empapé con agua varios trozos de papel y los aplasté contra la zona durante unos minutos. Esto no podía seguir así. Al salir me disculpé con Killian por segunda vez, le aseguré que quedaríamos en otro momento, pero que ahora debía volver a casa.

Alguien se encargó de abrir la puerta por mí al llegar. Reyna apareció con un esplendido vestido ajustado. A veces me preguntaba que había venido realmente a hacer aquí Madison, si a sacarse una carrera o a salir de fiesta los días de diario. Esta salió de su cuarto nada más oír mi nombre.

—Madi me dijo que tuviste una cita, ¿qué tal te fue?

Reyna tomó un trago de su cerveza esperando mi respuesta, pero nuestra amiga la interrumpió, se sentó en el suelo frente a un espejo para terminar de arreglarse y comenzó su tiroteo de preguntas.

—¿Lo pasaste bien? ¿Cómo besa? ¿Volveréis a salir?

—Deja a la chica respirar. Siéntate y cuéntanos, tenemos tiempo —añadió Reyna tendiéndome una silla.

—Mientras supere a ese bombón italiano y al cansino de Caleb, todo bien. —haciendo acto de presencia, murmuró Carson lo suficiente alto como para que lo oyésemos.

—¡Caleb no! ¡Vuelve conmigo! —gritó Madison imitando mi voz y Reyna tapó su boca con la mano para que los vecinos no nos llamaran la atención.

—¿A qué os réferis? —les pregunté.

—¡Mikkel! —volvió a gritar la chica repitiendo varias veces el nombre. Su primo se echó a reír y le miré con cara de pocos amigos.

—Cariño, el día que me quedé a dormir pude oír como murmurabas sus nombres, sobre todo el de ese tal Caleb —el rubor subió a mis mejillas tras las palabras de Reyna.

—¡Se ha puesto roja! —Exclamó Madison —¿Qué estarías soñando con esos dos, pervertida? —sinceramente, ni yo misma lo recordada, puede que fuese por la pesadilla, no estaba segura.

No podía decir que esa preciosa chica de oscura mirada fuese mi amiga. Madi la conoció nada más pisar la universidad, solían salir bastante a menudo juntas y a veces me apuntaba a sus planes, pero no éramos intimas, para eso debía haber pasado ciertas situaciones junto a ella para considerarla una amiga. No quitaba que no hubiera hablado de chicos con Reyna, entre ellos Mikkel y Caleb, pero gracias a la maravillosa Madison que era una bocazas y siempre tenía que sacar a alguno de esos dos en las conversaciones, desde el primer día que quedamos ya sabía toda mi historia con ambos.

El silencio en la casa se hizo notar en cuanto se fueron. Metí a Shadow en una de las habitaciones, y respiré hondo por la decisión que acababa de tomar. Escondí las dagas en la parte trasera del pantalón y apreté los puños, si algo salía mal, lo único que encontrarían de mí mis compañeros de piso, serian mis cenizas.

—Déjate ver, ¡si tienes algo que decirme hazlo ya! —si quería matarme lo podía haber hecho ya, pero no fue así.

En la pared apareció la imagen de la sala de una casa, parecía un enorme cuadro, pero él apareció caminando por ella, acercándose más y más a paso tranquilo hasta que la atravesó y quedó frente a mí. El portal desapareció poniéndome los pelos de punta. Volvía a tenerlo frente a mí, sus ojos negros seguían igual de vacios y parecía carecer de alma. Una sonrisa se instaló en sus finos labios.

—Tu mano —comencé a decir al ver el tejido enrojecido y arrugado que recubría toda esta.

—Un bonito y llamativo regalo de despedida el que me hiciste. Ese poder...

—No es ningún poder —al menos eso es lo que dijo Caleb.

—Querida, si no lo fuera no estarías aquí ahora. Solo por eso te daré una tregua.

Seguí con la mirada sus pasos por toda la habitación, todo él estaba rodeado de un aura de superioridad. Sacudió su cabellera y miró al frente sin importar que algunos mechones le taparan la vista.

—¿Una tregua? ¿Qué es lo que quieres, Caín?

—Te propongo el que todos... —tomó un cuadro con la foto de mi difunta tía—. Al menos la mayoría de la gente que quieres, siga con vida si... Te pasas a mi lado.

«¿En qué momento esto había comenzado a ser un juego de bandas?» me pregunté a mi misma.

—¿Cuál es el truco?

—Niña lista. No puedo confiar en ti así porque sí, por lo que necesitaré comprobar tu lealtad. Es fácil, deberás derramar algo de sangre —llevé mis manos a los mangos de las dagas —Es algo que hacemos en nuestro día a día, no debería resultarte arduo.

—¿De quién? Sé claro, no soy adivina.

No podía creerme que estuviera hablando con él de asesinar a alguien ¿Pero qué podía hacer?

Choqué con la pared intentando alejarme cuando comenzó a acercárseme. La posición me imposibilitaba acceder a las armas. Deslizó sus quemados y finos dedos por mi sien haciéndome tragar saliva tras notar el áspero tacto que tenían al bajarlos poco a poco hasta mi barbilla, la cual agarró con extrema delicadeza. Fijó sus intimidantes ojos en mí, éramos casi de la misma altura, podría afirmar que hasta teníamos una contextura física parecida, pero el miedo que imponía no era normal, no sabía si se debía al saber quién era su padre o él.

—Como te dije, no todos a los que quieres vivirán, deberás matar...—acercó su rostro al mío, sabía en qué dirección iban sus palabras, pero antes de que acabara la frase le di un fuerte empujón.

—No, ¡No! Estás más loco de lo que pensaba.

—Te dejaré pensarlo, pero en este mundo no hay tiempo para ello. Tómalo como un regalo.

❖¿Qué os ha parecido el capítulo? ¿Creen qué Selina aceptará la oferta de Caín?❖

Espero que os haya gustado❤ No se olviden de dar⭐ para apoyar la historia y comentar si quieren, para saber sus reacciones🤭🥺

💖INSTAGRAM_   @Kat.official           @Kat.oficcial

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro