16
–Vendre a la hora de la cena– Me apresure, tendría que ir con Irene. Baekhyun y Chanyeol, aún no sabían lo que sucedió exactamente solo lo tengo atorado en mi pecho.
–Disfruta el día Junmyeon– Byun me dice antes de que saliera del hogar. Asentí y sonreí con gran energía a ambos, correspondiendo a mi gesto. No pude dormir por miedo a pensar que estaba soñando lo que ocurrió, incluso estuve tentado a llamarla solo escuchar su voz por un segundo era suficiente, pero sería desconsiderado si estuviera dormida.
Y lo de ayer es un impulso para conseguir totalmente el afecto de Irene, se que en un su mirada en algún punto pude ver angustia eso me preocupo, por mis palabras y acciones. Pensé que con abrazarla lo cambiaría pero no fue del todo.
–¿Que sucede contigo Irene?– Susurré para mí, me gustaría encontrar algo que la haga sonreír. En mi caminata solo miraba hacia mis pies como usualmente Bae lo hace, rei ante lo que pensaba, entonces levanté mi cara para cruzar mirada con un hermoso conejo, pase la calle para entrar al establecimiento, lleno de decoraciones con peluches suaves y esponjosos. Y ante la vista del público mi animal favorito, no pude evitar recordar que Bae tenía unas tiernas orejas hechas con un listón y el dibujo que le obsequie.
–Quiero el conejo– El chico detrás del mostrador lo acerca hasta mí, quita la etiqueta de precio y lo coloca dentro de una bolsa rosa. Pague y salí con la esperanza de que no lo tomara mal y me brinde una sonrisa.
–Hola Irene, ¿Que tal dormiste?. Que tonto– Me auto-regaño por no tener nada en mente, por comenzar una conversación. Estaba cerca solo tenía que doblar la esquina, ella recién salía del hotel su mirada era cansada no dejaba de ver sus zapatos parecía angustiada más de lo que conocía, cosas por mi mente pasaban, quizás se arrepentía de lo que ah pasado o ya no quiere verme nunca más.
Camine hasta ella mi ánimo bajo con solo verla de ese modo. Me acerqué, sintió mi presencia y giro su cuerpo, su semblante era serio, algo frío con solo vernos. Intenté sonreír fue un leve movimiento y en sus mejillas se comenzó a tornar un leve rosa, eso provocó que mis mejillas se elevarán. Ella cubrió su rostro, tome sus manos para que dejara de hacerlo así que cubría su cara con sus mechones pero subí mi mano a sus mejillas y dejé detrás de sus orejas sus cabellos.
–Te ves bien– Y ambos sonreímos, el peso de su cabeza lo dejó caer en la palma de mi mano. Es cuando su angustia se esfuma por momentos, quise probar que tan efectiva es mi presencia la abracé sobando su espalda y ella acaricia mi nuca.
–¿Quieres ir a comer?– Pregunté, pero movió su cabeza negando.
–¿Quieres caminar?– Asintió y comenzamos la caminata.
–¿Estas cansado?– Ella esperaba mi respuesta.
–No, tranquila estoy muy bien. ¿Tú lo estás?– Pase la bolsa detrás mío, ella ya lo había notado.
–No, lo pregunté porque me cargaste ayer después de tanto tiempo de caminata– Su rostro se desvió a mi espalda curiosa por la bolsa. –¿Que es eso?– Señaló y nos detuvimos.
–Lo compré para ti– Le entregué el obsequio, no lo abrió jalo de mi mano y me guió hasta una banca cerca de la plaza.
–No debiste gastar tu dinero– Ella abrió la bolsa, su sonrisa se asomó poco a poco no dejaba de ver el contenido. Sacó el peluche no era grande, ni costoso, ni siquiera parecía ser de verdad aunque era muy esponjoso.
–¿Te gustó?– Irene lo acerca a su rostro era tan suave por su expresión. No me dijo nada, más bien examinaba el conejo maravillada, como... si ese tipo de obsequios jamás los ha tenido. Era una niña con un nuevo juguete que analizaba lo que haría con él y como llamarlo. –Jun– Tocaba la nariz del conejo
–¿Qué?– No había escuchado correctamente a lo que susurró. –Se llama Jun– Su rostro con ese tipo de vibra es lo que quiero ver siempre. Asentí encantado de que tenga algo de mí. Lo devolvió a la bolsa sin antes darle un beso eso hizo que me sintiera celoso de un peluche, Bae se levanta me ofrece su mano y ella toma el mando de la caminata, solo podía ver su cabellera que se movía a mi dirección, ella había trenzado su cabello arriba de sus orejas y unió ambas coletas dejando suelto el resto del cabello. Se veía muy linda, la calidez de su mano provocaba que tomara con fuerza el agarre, confiaba en Bae una mujer que no conozco del todo pero estoy dispuesto a hallar su felicidad, su risa que disfrutaba de correr a través de la gente me llenaba de energía en no detenerme, no tenía idea de porque lo hacía pero me resultaba divertido recordando mis años de adolescente, deseando haber conocido a Irene cuando era un joven de ser de ese modo no hubiese desperdiciado mi tiempo en la persona incorrecta.
Joohyun disminuía su velocidad, comenzaba a respirar por la boca y estábamos frente a él establecimiento cerca de lo que fue una exposición la plaza lucia un poco vacía y llena de aves buscando comida. Yo conocía perfectamente el lugar pero como es que ella lo sabía.
–No quería que me invitarás a comer porque yo quería hacerlo– Trague saliva un poco nervioso, quería preguntarle pero no sabía que palabras usar sin que pareciera que en un inicio estaba espiando a quienes se detenían frente a mí obra.
–Seulgi dijo que un amigo le recomendaba este lugar así que me interesó la opción, ven vamos– Continuabamos tomados de la mano y entramos al negocio, respire aliviado Bae podía leer mi mente y quizás mis emociones. Disfrutamos la comida tuve que fingir que me parecía nuevo el lugar mirando por todos lados aunque para Joohyun creo que resultaba extraño.
–¿Jamás has estado, aquí?– Limpiaba su boca, y el tic de su ceja se hace presente un detalle que eh visto cada día que mi visión se bendice de verla.
–Bueno no...– El empleado se acerca hasta nosotros con un papel.
–Aqui, está la cuenta señor Junmyeon– Sonreí sin siquiera ver a Joohyun, la señale para que el mesero le entregará lo que tenía que dejar, hizo una reverencia y se fue. –Eres malo para mentir Suho– Su risa hizo que tuviera el valor de verla y ambos estábamos en las carcajadas.
–¿Tú sabes mentir?– No debí hacer ese comentario, sus dientes se ocultaron y la comisura de sus labios descendía. Mantenía una sonrisa falsa y trataba de tenerla a flote pero finalmente se borró cuando bajo la mirada a contar el dinero, lo colocó en la mesa y se levantó de su asiento.
Salimos del lugar, caminábamos sin ningún destino, ella trataba de decir algo ya que movía sus labios pero los sellaba de nuevo.
–Yo, estaba sentado en esa misma mesa cuando te ví por primera vez– Llamé su atención, se detuvo y nos colocamos frente a frente. –Mi experimentó era ver qué gesticulaba la gente al estar frente a mí obra, quería encontrar una que no fuera lo más habitual y entonces te ví– Su mirada dejo de estar con la mía, sus pupilas buscaban algo que ver pero ante no encontrar otro punto más fuerte que yo, devolvió sus ojos a los míos.
–Perdoname por decir eso hace un momento, tienes razón no se mentir...– Su reacción no fue lo que realmente esperaba, pero en verdad, me sentía muy feliz por lo que pasaba, incluso me gustaría plasmarlo en un lienzo, el mejor, porque en él estaría Irene.
–No me pidas perdón– Irene atrapó mi pecho, sus manos presionaban con fuerza mi espalda. Parecía tener temor, deje de comportarme como un tonto adolescente que se queda estático, la abracé, mi cuerpo la cubría, mi barbilla la pose en su cabeza sin ejercer presión, sostuve sus hombros apegandola tanto como ella quería. Ella movió su cabeza hasta la mía, su rostro cambio a un durazno encantador o más bien un conejo muy hermoso.
–Vamos– Ella asintió, entrelazamos nuestras manos y caminamos sin rumbo fijo, hablamos de nuestros amigos ella junto a cuatro chicas eran el mejor equipo y amistad que pudo haber tenido en la vida, Kang es su mejor amiga eso la convierte en su confidente y este viaje era muy importante para ambas, Irene es muy reservada con su vida no quise presionarla con contarme todo, sabía que si continuaba con esto tendríamos muchos días para saber uno del otro y sin embargo sin conocerla del todo, yo quiero estar con Bae Joohyun. No quise aburrirla, contarle acerca de cada uno de mis amigos, pero se lo resumí con once chicos que me ayudaron y me hicieron muy feliz, aunque, se desilusionó al saber que no mantengo contacto con todos.
–Mi madre era quien yo amaba más que nada– Bae sostuvo con más fuerza mi brazo.
–Mi padre era el hombre que tanto amaba y admiraba– Pase mi brazo en su espalda y recargo su cabeza en mi hombro.
El atardecer comenzaba, era hora de tomar la ruta hacia su lugar de hospedaje. Frotaba sus manos y las colocaba en su boca tratando de que se calentarán lo hizo repetidas ocasiones y colocaba la palma de su mano en mi mejilla.
–¿Qué sucede?– Su nariz parecía estar un poco roja, seguía con lo que hacía.
–Estoy calentando tu mejilla, tienes frío– Lo tenía pero no quería que se preocupara por eso.
–Me encuentro bien– Besé su mejilla en un movimiento rápido. Su nariz ya hacía juego con sus mejillas.
Y en una hora estábamos frente al edificio, tenía que despedirnos. Frote mis manos con intensidad y las coloque en sus mejillas. Su rostro no estaba frío, afortunadamente no tenía fiebre o algo que me preocupará.
–Te llamaré, ve y descansa, gracias– Me di media vuelta y camine, aunque, solo pude dar tres pasos.
–Kim Junmyeon– Me necesitaba, me quería cerca y me llamo por todo mi nombre.
–¿Si? Bae Joohyun– Su sonrisa no dejaba de brillar por muchas horas, estaba satisfecho. Sus dedos viajaron hasta los lóbulos de mis orejas, sus pulgares acariciaban mis mejillas, inclinó su cabeza, cerro sus ojos entonces se aproximó, mis párpados pesan y me sumergí en la sensación más gratificante y fascinante que puedo experimentar. Sus labios no se despegaban, era un deseo mutuo, su nariz ya no era fría y mi corazón latía como loco. Y como todo tiene un fin yo dejé de viajar en el paraíso, nuestras frentes parecen imanes, ambos abrimos los ojos y la felicidad no era un chiste, yo me separé pero volvió a jalar de mi brazo y la besé de nuevo lo hice sin remordimiento.
–Prometí llegar a la cena– Susurré en sus labios y su sonrisa puedo sentirla. –Adiós Suho– Di un rápido beso y me apresure a caminar, miraba por detrás hasta que ingreso sana y salva.
–No puedes irte Irene–
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