10
–¿Quieres decir que será un cita?– Habló con entusiasmo Seulgi aunque esa parte jamás la había contado. –No– Pero sus oídos sordos seguían en las nubes. Ella se levantó y busco en mi ropa, escogía cada prenda, la colocaba frente a mí y como de costumbre cerraba sus ojos, ocasionó mi risa.
–Deberá ser algo muy lindo– Sabía a lo que se refiere, solo me recosté en la cama con el celular aún lado, quizás Suho me llamará. Kang lanza un vestido la miro de reojo y fingí estar muy cansada. –Ah vamos Irene, te encanta ese vestido blanco, mañana será un día soleado– Me senté en la cama, regrese el vestido a su lugar y sin decir nada me recosté lista para dormir.
–Baechu– Ese apodo era demasiado controlador, tape mi rostro con la colcha. Y comenzaron las cosquillas, pero fueron interrumpidas por una llamada que esperaba. Pero no fue así.
–¿Hola?– Es extraño que llamé. Solo pensé en mamá.
–Bae... Hola, ¿Como estas?– Le hice a Seulgi señas de que esperará.
–Estoy perfecta, ¿Algo le sucede a mi madre?– El comenzó a reír pero no fue algo gracioso para mí.
–El hecho de que llamé a mi prometida no quiere decir que sea solo para informar desgracias, quería escuchar tu voz– Toque mi frente. Y suspiré.
–Si, lo siento pero dime ¿Como está ella?– Su voz dejo de ser dulce. –Sigue al cuidado de Kim Yerim, es una chica dulce– Sonreí al imaginar a Yeri y saber que no me equivoqué en pensar en ella.
–Gracias, eso me hace feliz– Suspiré aliviada. Fue un gran minuto de silencio.
–Debes estar cansada...–
–Si, un poco. Imagino que tú también– Seulgi había entrado al baño y quedé sola en la habitación.
–Si, mi día fue agotador. Disfruta tus últimos días. Estoy impaciente– Asentí varias veces
–Adiós...– Colgué no quería que su despedida me dejara con algo en la garganta.
–¿Llevaras el vestido?– Seulgi entra con una bella sonrisa, mostrando de nuevo la prenda. –Te confieso que, no es correcto que mientras mi prometido está esperándome yo este paseando con otro hombre– Seulgi frunce sus cejas.
–Irene, no estás haciendo nada malo, es un amigo que se a comportado de la mejor manera contigo y conmigo.– Regreso la prenda y se sentó a mi lado.
–Dime la última ocasión que saliste con amigos o amigas.– Negué al no recordarlo. –Yo...–
–Junmyeon ah mostrado buenas intenciones, espero mañana tu opinión de él mejore. Yo puedo ver en él una vibra tranquila y amable, como la tuya– Sonreí ante sus ideas.
El teléfono comienza a sonar de nuevo, contesté y claramente era la llamada que esperaba. Aclaramos donde nos veríamos y el tiempo que nos tomará, me dio la ubicación del lugar y avisará a Seulgi por si tengo algún inconveniente. Colgué y Kang esperaba que le explicará.
Cuando llegué al punto de reunión, Junmyeon ya me esperaba, con una bicicleta, mas bien dos y detrás de él, los pedidos. Me sentí incómoda ya que le hice caso a Kang y llevé el vestido que tanto insistía, además no recordaba que ir en bicicleta fuese el plan.
En él vi un sonrojo, algo pensativo mirando a la bicicleta y a mí, de ida y regreso. Torció un poco la boca, el vestido no era corto así que no vi problema alguno.
–Vamos, no te preocupes estaré bien.– Sonreí y su preocupación se esfumó. Él con su mirada me señaló el manubrio de la bicicleta rosa me acerque hasta que tenía todo el peso en mí. Primero me ayudó a que subiera, y mientras apoyaba mi peso con el pie el subía a la otra bicicleta de color negro.
–¿Estas bien?– Solo asentí, lista para impulsarme. En el momento en el que Junmyeon avanza comienza el viaje, yo detrás de él con una distancia de aproximadamente un metro, Suho me espía en cada parada cuando un auto está circulando asegurándose de que no me atrase o me pierda. La brisa es muy adecuada para el día soleado.
Mi vista solo es sobre Suho, con él trae también una mochila, su espalda no es tan tosca, su nuca parece ser suave y los cabellos de Junmyeon viajan apuntando hacia mí por el viento.
Intenté recordar lo que hice en mi adolescencia, jamás me imaginé a mis 30 años estando en bicicleta con un chico que apenas conocí, siempre me caracterice por ser muy reservada y desconfiada con las personas ahora miren a la diosa de la paz en una bicicleta detrás del hombre autorretrato.
Salimos del territorio en donde se encuentra la gran población, ahora nuestro entorno era la naturaleza, los pastos verdes que cubrían las faldas del cerro que era el paisaje más llamativo del lugar gozaban de un verde claro lleno de vigor. Mire asombrada y una sonrisa nace sin duda, las nubes jugueteaban en el cielo con diferentes formas en breves ratos cubriéndonos del sol, el camino va entre unas pequeñas subidas y bajadas en las cuales Junmyeon me observa a cada instante, los árboles nos brindaban sombra, y sus hojas caían ante el viento por momentos, continuaba impresionada por el paisaje, estábamos rodeando medio cerro y me detuve un instante.
Suho dejo de escucharme y estaba tres metros más adelante, esperando a que avanzará, sin embargo estaba fascinada con el conjunto de girasoles que se veían desde el punto en que estaba, el retrocedió hasta quedar junto a mí.
–Son bellos ¿Verdad?– Continúe apreciando los centros oscuros con cabellos amarillo de cuerpos largos verdosos. –Nunca, había apreciado la naturaleza tanto como ahora– El sonríe tan cálidamente, asiento en señal de que podemos continuar.
Con diez minutos de camino, logramos llegar a nuestro destino. Junmyeon bajo de su bicicleta, la recostó sobre el pasto, y corrió hasta mí para ayudarme.
–Gracias– Todavía tenía mi mano en la suya, la puerta fue la que hizo que soltemos las manos.
Un señor de inmediato reconoce a Suho, yo me quedo detrás esperando que entregué sus obras.
El hombre lo invita a pasar a su hogar y él asiente. Me extiende su mano, no hago contacto, solo camino a su lado. Dentro es lugar pequeño, nos ofrece asiento y deje mi pequeño bolso entre Junmyeon y yo. Ellos dialogan y como niña pequeña no puedo escuchar me ocupo de visualizar las cuatro paredes, es limpio, tiene cuadros con respecto a la naturaleza animal y vegetal. Con eso puedo deducir que el trabajo de Junmyeon es respecto a ello.
Suho desprende el papel de cubre los lienzos. Llama mi atención eran los mismos girasoles que observé hace unos minutos, y el otro robo mi corazón, era un conejo. El hombre quedó maravillado explicando que su hija será feliz pues ella ama los conejos.
–¿Me dibujaras otro conejo?– Papá continuaba en su taller, terminando su réplica, y en cada ocasión que podía me dibujaba un pequeño conejo para que lo iluminará.
–Los que quieras Irene– Les colocaba accesorios y hasta dibujaba el peinado que yo tenía.
–Papá, gracias–
El hombre nos ofreció agua, lo acepte con gusto era de naranja. Lo disfruté demasiado, cerraba mis párpados para deleitar aún mejor. Suho se despidió en cuanto terminamos las bebidas.
–Estoy maravillado, Suho– Chocaron las palmas, y le dio su paga. Salimos de la casa, no olvide mi bolso levante la bicicleta y espere a que Junmyeon se colocará frente a mi.
–Hacen una linda pareja– Él hombre hizo que ambos lo miremos, sonrió como si fuese un chiste y simplemente entró en la casa.
Junmyeon y yo sentimos un poco de incomodidad.
–No le hagas caso, así es él–
–No te preocupes, entiendo– Espere que comenzará a guiarme, aunque seguía en la misma pose. Estuve a punto de yo volver y él entendiera.
–Espera– Me detuvo, lo mire esperando lo que me dirá.
–Podemos caminar un poco y encontrar un buen lugar para comer.– Señaló su mochila.
Ah decir verdad tenía algo de apetito me gustó la idea y baje, comenzamos a caminar juntos mientras guiabamos las bicicletas.
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