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Es desagradable ver como se llena de felicidad a costa de la mía, elevan sus bebidas con otro brindis; me siento tan excluida de la alegre atmósfera no puedo compartir ello.
Mi madre me observa, hace un gesto de molestia pidiendo que sonría, mi cara no cambia de expresión desde la mañana, su enfado es evidente y se acerca hasta mí para poder hablar a solas, es entonces que nos dirigimos a la cocina, con el pretexto de ir por un postre.

–¿Que tengo que hacer para borrar ese gesto de tu cara?– Toca su frente cansada, imploraba que de una buena vez dejara mi "amargura".

–Terminar con esta tontería– Comencé a lavar algunas fresas mientras mi madre alistaba el pastel con un poco de crema.

–Bae... ¿Que edad tienes?– Para ser precisa me lleva haciendo esa pregunta desde hace 5 años.

–30 años– Cortaba la mitad de cada fresa, hasta tener cuatro pequeños pedazos de cada una. –30 años viviendo contigo y 25 años con papá– Suspiré, la muerte de mi padre sigue siendo el peor golpe de mi vida, era el único hombre que amaba, él mostró comprensión y apoyo en mis decisiones.

–Tu padre hubiese querido verte con un buen hombre antes de partir...– Terminé de decorar el postre para los invitados.

–Mi padre jamás me hubiese presionado para darle gusto a otras personas– Tome el pastel lista para salir. –Bae, es por tu bien ahora déjate de esas cosas y ve a sonreírle a tu prometido– Acomodó el cuello de mi camisa y colocó un mechón de cabello detrás de mi oreja.

Los prejuicios de una mujer soltera, jamás cesarán, mi madre odiaba ser víctima de conversaciones con otras personas, su única hija no tenía planes de tener un novio, esposo o amante pero principalmente una familia; su paciencia decaía cuando hacían alusión a mi sexualidad. No me intimidaban ese tipo de comentarios, pero al parecer calaban a mi madre. Una noche presentó un gran dolor en su pecho, de inmediato la lleve a un hospital, el médico me indico que su corazón fue el problema, un poco más y mi madre sufriría un paro cardíaco. Desde ese día me jure no dejarla sola, me encargue de vigilar y proporcionarle sus medicamentos, dieta y ejercicio.
–De esta forma, jamás saldrás de aquí Bae– Me miraba con lástima.
Fue una promesa inútil, hace días ella, había invitado a cenar a el hijo de una de sus amigas. Y así fue durante un par de meses; hasta que en complicidad con mi madre me pidió ser su novia, ver los ojos de mamá me hizo dar una respuesta más no mí respuesta. Discutimos el problema que siempre la atormentaba a ella, lamentablemente estuve a punto de que su corazón dejara de palpitar, me culpe toda la noche y para que ella me perdonará por mis descuidos, me quedaría a su lado sin importar el tiempo.
–Es un gran chico, no lo dejes ir Irene– Desde que papá murió jamás me volvió a llamar por ese nombre. –Mamá, estuviste a punto de morir y solo te preocupa ese tipo– Asintió y tomó mi mano era suave pero algo ya desgastada.
–El será tu prometido– Cerré mi boca y tragué lo que estaba a punto de maldecir. La miré desconcertada y ella solo sonreía.
–Mamá, unos meses no es suficiente, soy mayor que él y no estoy preparada para casarme– Seguía manteniendo su sonrisa, tomó mi rostro y recargue mi mejilla en la palma de su mano. –Es más que suficiente, hazlo por mí; mi niña– Beso mi frente y es como acepte su orden.

Bae JooHyun, ¿Aceptarías ser mi esposa?– Es inteligente, atractivo, joven. ¿Como es que va a desperdiciar esas cualidades en mí? Su madre y mi madre cómplices de esta unión esperan a que acepte para poder restregarlo a todo el mundo. Por un momento imaginé ver un conejo blanco y correr tras él de ese modo evadir lo que acepte sin oposición. Solo asentí, a decir verdad si algo saldría de mi boca será un "no". Coloca el anillo y el flash de una cámara hace que cierre los ojos con fuerza y solo sentir sus labios contra los míos, no era mi primer beso pero si el primero en mucho tiempo. Mi madre se veía tan feliz como todos los presentes.

Aproveché la desatención de los invitados y me escabulló hasta la habitación de mis padres, aún conservo los dibujos de papá y un cuadro que adoraba, del gran pintor Vincent van Gogh, realmente demoró en hacer su propia réplica, se trata de un paisaje marino, donde las olas destacan en el color que cambia. Había olvidado el nombre de la obra; pero jamás olvidaré la dedicación que empleó papá.

Mi celular corta mis recuerdos, una llamada de Seulgi era la causa.

–Kang... Te extraño mucho. Hay tanto de que hablar– Mi mejor amiga era mi mayor desahogo por ahora.

–¿Pinturas?–

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