Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

29 - Epifanía

El resto de la semana pasó volando, porque prácticamente no tuve un minuto libre en ningún momento. Aparte de las clases, las tareas, los exámenes y los avances que me tocó desarrollar por mi cuenta para Taller —solo nos habían encargado investigación de referentes, tarea fácil de dividir y coordinar remotamente, por lo que Adela y yo no tuvimos necesidad de reunirnos—, tuve además que atender a media decena de clientes, entre ellos Héctor, que parecía haber olvidado en una semana todo lo avanzado en las anteriores. El chico tenía memoria de teflón.

Para ser sincero, agradecí poder volver a concentrarme solo en los estudios, sin tener que interactuar con otras personas más que de manera funcional. Las semanas anteriores me habían dejado emocionalmente agotado. 

A Sara solo la veía en nuestras clases en común, pero manteníamos la distancia, cosa que al parecer a los dos nos sentaba bien en aquel momento. A veces me preguntaba si alguna vez retomaríamos la relación o simplemente la dejaríamos morir en silencio.

El viernes llegó sin que me diera cuenta y pronto me encontré almorzando con la expectativa de un fin de semana para mí solo, sin grandes responsabilidades pendientes y sin nadie que estuviera demandando mi atención. Decidí que pasaría esos días encerrado en mi pieza haciendo absolutamente nada más que envolverme en una manta como una oruga, comer pizza y ver series en el teléfono.

—Qué envidiable sonrisa. ¿Qué cuentan en Narnia? —dijo Cintia instalándose con su bandeja a mi lado, en la mesa de picnic que ocupaba frente a la cafetería. Era un día inusualmente cálido y lo disfrutaba almorzando afuera.

—Solo saboreo prematuramente el placer de holgazanear todo el santo fin de semana —admití sin vergüenza.

—¿Tú solo?

—Si... yo solo.

Dio un mordisco a su humeante empanada de queso mirándome con curiosidad, pero sin decir nada. Sabía que quería preguntarme por Sara, pero se estaba conteniendo para no ir a meter las patas.

—Puede que Sara esté algo molesta conmigo en estos momentos —expliqué.

—¿Tan pronto? Pensé que se tardaría más tiempo en darse cuenta de que eres totalmente insoportable —comentó dando otra mascada, como si nada.

—Ahora sí ya no te cuento nada.

—¡Ay, cachollo! ¡No che ofenda chi chabe que ech broma! —dijo apretando mis mejillas—. Pero en serio, ¿no es muy pronto para un conflicto? Pensé que a estas alturas aún estarían revolcándose en la cama. ¡Uh! Dime una cosa: ¿Es verdad que las calladitas son las peores? ¿Qué te hace hacer?

Apreté los labios como si hubiera chupado un limón.

—Es que decidimos ir lento...

Cintia entornó los ojos.

—¿"Decidimooosss"? 

—Pues... o sea... puede que la decisión haya sido mayoritariamente mía.

—¡Ay Gabriel! —Se golpeó la frente con la palma de la mano—. La mayoría de los hombres intenta salir de la friendzone. Tú eres el único que conozco que se esfuerza por meterse ahí.

—¡Lo hago por ella!

—¿Por ella? ¿Tan malo eres en la cama?

—No es eso, es solo que... —Noté que me estaba poniendo rojo, no tenía idea por qué estaba hablando de ese tema con Cintia—. No sé si soy la persona correcta para ella. No quiero que arruine su vida tomando una decisión de la que luego se va a arrepentir.

Cintia depositó ceremoniosamente el último trozo de empanada sobre el plato y, con un suspiro, colocó su mano en mi hombro.

—Amiguito, lamento reventar tu fantasía masculina, pero tu pene no le va a cambiar la vida a ninguna mujer, ni para bien ni para mal. A menos que la dejes embarazada, claro, que por favor no lo hagas. ¡Es solo sexo, hombre! Mientras sea consensual, vos dale. Ella sabrá qué hace con su cuerpo, puede cuidarse sola.

Dicho esto se zampó el último trozo de empanada.

—Es que... no sé. Simplemente no me pareció bien. Siento que no la merezco.

—¿Que no la mereces?

—Como que ella me da mucho más de lo que yo le doy. Parece que no estoy hecho para estar en relaciones.

—¿Será eso realmente?

—¿Qué quieres decir?

Cintia se puso seria por primera vez en nuestra conversación. Giró en noventa grados para poner las piernas cruzadas sobre la banca y, tomándose los tobillos, se inclinó un poco hacia adelante. Mirándome a los ojos, comenzó a hablar en voz más baja.

—Mira, te voy a confesar una cosa: yo antes tenía serios problemas con la intimidad.

—¿Tú? ¿En serio? Pe...

—¡Shh, escúchame! —dijo tapándome la boca—. He tenido varios novios en mi vida, uno un completo pastel, pero los otros tipos bastante decentes. De hecho uno era realmente una maravillosa persona, en algún momento pensé que terminaríamos en el altar. Pero no lograba sentirme cómoda yendo a la cama con él. Yo insistía en creer que faltaba algo en nuestra relación, que había alguna prueba de amor que debíamos darnos o algo así, y que solo entonces iba a sentir lo que debía sentir. Que todo era cosa de tiempo. Y bueno, no. Resulta que al final el problema era que estaba chuteando hacia el arco equivocado.

—Pero yo no soy gay, Cintia. Estoy seguro.

—No estás entendiendo, Gabriel. No es necesario que lo seas. Lo que digo es que tal vez no quieres acostarte con ella simplemente porque no es con ella con quien te quieres acostar. ¿Entiendes?

Su sugerencia me hizo sentir inexplicablemente ofendido y molesto.

—Estás completamente perdida. Nadie me ha hecho sentir como Sara, nunca. La encuentro preciosa, dulce, encantadora. Si por mi fuera, feliz me acuesto con ella.

—"Si por ti fuera"... ¿Y quién sino tú se está oponiendo? Abre los ojos, Gabriel.

—Los tengo abiertos. Te digo que no es eso. No hay nada de malo con ella, no necesito a otra persona.

Cintia hizo una mueca de frustración y se puso de pie tomando su bandeja.

—Si eso es verdad, entonces el problema es aún más simple: eres un cobarde. Y si sientes que no te la mereces, tienes razón, porque no tienes los cojones para jugártela por ella.

Y dando media vuelta, se marchó a entregar su bandeja.

***

Ascendí las escaleras vestido de judogi, dejé las sandalias en el descanso y luego miré hacia el interior del altillo mientras subía los últimos escalones. El tatami estaba vacío. Extrañado esperé algunos minutos a que aparecieran mis compañeros de Judo, pero nada pasó. Solo cuando llevaba cerca de un cuarto de hora esperando, el recuerdo volvió a mi cabeza: la semana pasada el sensei había anunciado que la clase siguiente se iba a suspender porque se iba de viaje. Muy oportuno, cerebro, gracias por nada.

Me vi obligado a desandar el camino al camarín y volver a ponerme mis prendas de civil. Tomando mi bolso salí hacia el gimnasio, escuchando gritos femeninos y zapatillas chirriando en el linóleo a medida que me acercaba. Las chicas de voleibol ya estaban practicando. Busqué con la mirada a Adela, pero no estaba en la cancha en ese momento. Tampoco la vi entre las reservas. ¿Dónde andaba? Sabía que no estaba enferma, porque nos habíamos saludado en las clases de la mañana. ¿Tal vez había ido al baño?

Mi memoria, que aparentemente estaba teniendo un mal día, decidió finalmente explicarme lo que ocurría: el concierto de piano de Martín. La revelación me provocó un bajón anímico instantáneo que me pilló totalmente por sorpresa. Me di cuenta que había estado esperando el momento de verla jugar en su tenida de gimnasia toda la semana.

Me sentí un estúpido. ¿Qué estaba pensando? ¿Por qué andaba pendiente de ella? Ella era feliz con alguien y yo también podía serlo, si tan solo dejaba de ignorar y alejar a la única mujer que de verdad se interesaba por mí. ¿Por qué insistía en sabotearme a mí mismo?

Las miradas desconfiadas de las chicas en la cancha me devolvieron a la realidad, me había quedado mirándolas demasiado tiempo sumido en mis reflexiones y ya empezaba a parecer un voyerista. 

Carraspeé y, girando en noventa grados, me dirigí a la puerta del gimnasio, sabiendo exactamente lo que tenía que hacer.


------------ 👻👻👻👻👻 ------------


¿Saben de algún concurso de novelas en Wattpad donde pudiera postular con Selección Múltiple? ¡Si se enteran de algo, avísenme!

¡El próximo capítulo será extra largo! ¡Nos vemos el sábado 14 de septiembre!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro