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⭒ I...


[ 02 de Agosto, 2011] [New York ]


Petunia soltó el brazo de la pequeña niña con fuerza lanzandola contra la pared de la habitación, su agarre había sido lo suficientemente fuerte como para asegurarle a Hadley que mañana obtendría un nuevo moretón sin dudarlo.

La pequeña Hadley había sentido una curiosidad inexplicable por el cabello verde del payaso del espectáculo en el hotel. Y justo en el momento en que sus tíos llegaron para recogerla junto a Dudley, las puntas de su cabello comenzaron a adquirir un leve tono verde, similar al del payaso, un cambio apenas perceptible en su cabellera negra. Entonces cuando sus tíos notaron aquella rareza Hadley notó como les tomó todo su autocontrol tomarla fuertemente del brazo y arrastrarla hacia su habitación en el hotel, sin hacer apenas una escena frente a la multitud de niños ansioso y padres felices.

Sin embargo una vez cruzaron el umbral de su segura habitación ninguno se contuvo. Su tía, que la había estado arrastrando con un fuerte agarre en el brazo, la arrojó contra la pared golpeando fuertemente su cabeza. 

— ¡Eres una estupida! ¡Niña tonta! ¿¡No pudiste contener toda tu...tu monstruosidad, cierto!? — Gritó Petunia en un tono agudo que sólo empeoró el dolor de cabeza que Hadley estaba empezando a sentir — Encargate Vernon — Siseó la mujer con odio, tomando a un entretenido Dudley con un dulce y llevándolo nuevamente a la puerta de la habitación —  Vamos Diddykins, busquemos algo para comer —

Con una última mirada fulminante dirigida a su sobrina, Petunia abandonó la habitación dejando a la niña a merced de su esposo. Vernon no era ni de cerca tan considerado como su esposa en cuanto a cómo educar a su sobrina.

Así que cuando estuvo a solas con ella no dudo en precipitarse hacia la niña para tomarla del cuello, aprisionándola contra la pared. Vernon tomó a Hadley y la golpeo de nuevo contra el cemento, apretando aún más su mano al levantarla. No pudo evitar sonreír al ver la cara de desesperación de la niña, que movía sus piernas con desespero en el aire tratando de alcanzar el suelo en vano para tratar de aliviar la presión alrededor de su pequeño cuello tratando de obtener un algo del oxígeno que tanto deseaban sus pulmones.

— Si tenemos algo de suerte, esta será nuestra última noche juntos, maldito fenómeno —  Escupió Vernon en el rostro ahora violáceo de Hadley. — Y no tendremos que volver a ver tu repugnante monstruosidad — Agregó con odio. 

Hadley forcejó desesperadamente, tratando de liberar su cuello del apretón firme de su tío, arañando con desesperación su brazo. El aire se le escapaba y puntos luminosos comenzaban a bailar frente a sus ojos. Sabía que, si no conseguía respirar en los próximos segundos, perdería el conocimiento o en todo caso moriría. Parte de ella prefería morir. Estaba agotada de la pesadilla que era su existencia, deseando con todo su ser que todo simplemente terminara.

— Así que vamos a divertirnos — Comentó, soltando a la niña que tomó de inmediato una bocanada de aire. 

Sin embargo Ivy no tuvo tiempo de pensar cuando Vernon la golpeo en el rostro con fuerza haciéndola caer, luego con un gruñido la tomó con brusquedad del brazo y la arrojó con facilidad hacia el otro lado de la habitación, contra la pared opuesta. Hadley vió la sonrisa de su tío cuando escucho el crujido repugnante de sus huesos al chocar.

Ella tampoco hizo más que un leve gemido casi imperceptible al sentir el golpe, sabía que le iría peor si se quejaba o hacía ruido, estaba acostumbrada a sus castigos por culpa de su monstruosidad. Por lo tanto, trató de no emitir ningún sonido cuando de nuevo su cabeza golpeó violentamente la pared, ni cuando su brazo izquierdo se torció de manera antinatural al impactar el suelo. No era la primera vez que sufría una fractura... ni siquiera era la sexta si podía recordar. El dolor era un viejo conocido, uno que había estado presente en su vida desde que tenía apenas quince meses.

Vernon agarró a Hadley por el brazo que lucía sospechosamente fracturado, levantandola de un tirón arrancándole un agudo grito de dolor a la niña. 

— ¡Cállate maldita sea! — Rugió Vernon con ira, propinándole un golpe en el estómago a su sobrina, luego la tomó del cabello y la volvió a tirar contra el suelo de mármol, escuchando otro suave "crack" por parte del cuerpo de la infante.

Sin contenerse un poco, desabrocho su cinturón y tiró de él con rapidez. 

Tomó la parte blanca y la envolvió en su mano, dejando la hebilla en el borde de la cuerda, luego lo levantó y propinó con fuerza el golpe contra las piernas de la niña. Uno, dos, tres, cuatro, cinco veces, Daella contó los golpes que eran repartidos por su cuerpo tratando de distraerse. En el octavo golpe Vernon pareció aburrirse del objeto así que tomó de nuevo el brazo herido de la niña y la levantó contra la pared, dejándola de espaldas a él.

— Seguro que mueres de curiosidad por saber porque te trajimos a ti, una anormal freak, con nosotros, a estas hermosas vacaciones familiares en América, ¿No es así pequeño monstruo?- Gruñó Vernon, rasgando con furia la tela de la camisa de la niña, dejándola al descubierto por atrás.

Efectivamente, Daella no pudo evitar sentirse intrigada al ser incluida en el viaje a Nueva York, apenas dos días después de que terminaran las clases. No había tenido mucho tiempo para prepararse; solo logró ponerse un vestido viejo de su tía y cubrir con un poco de maquillaje los moretones en sus brazos antes de ser llevada apresuradamente hacia el auto. Al principio, pensó que la llevarían de nuevo con la señora Figg o tal vez al campamento de monjas del año pasado. Pero cuando llegaron al aeropuerto y la hicieron abordar el avión, supo que este viaje era diferente.

Durante las ocho horas de vuelo, no le compraron comida, ni le dieron agua, tampoco le permitieron llevar una maleta con ropa. No se le permitió ir al baño ni moverse de su asiento. Pero para ella, todo eso estaba bien; por primera vez, viajaba con ellos.

Después de llegar a Nueva York, se registraron en un hotel de lujo en Manhattan. Mientras sus tíos cenaban, la dejaron en un espectáculo infantil con Dudley. Ahora, se encontraba en la lujosa habitación de dos dormitorios en el hotel, aún tratando de entender qué significaba todo eso. Pero no hizo preguntas, nunca las hacía, no hacer preguntas era la primera regla para sobrevivir con los Dursley.

— ¡Respóndeme cuando te hablo niña! — Bramó tío Vernon con enojo, golpeando la espalda de Hadley.

— Sí tío Vernon — Gimió Ivy con voz apenas por encima de un susurro. Nunca miró a su tío, sabiendo que era mejor no hacer contacto visual con el hombre corpulento.

— Estamos aquí en Nueva York para conseguir un buen montón de dinero entregándote a ti, pequeña cosa — Sonrió Vernon, arañando la espalda de la niña de siete años con la hebilla del cinturón.

Hadley sintió que su respiración se cortaba al caer el suelo siendo incapaz de mantener su peso más tiempo. Su tío finalmente iba a cumplir su promesa, aquella con la que solía amenazarla desde que empezó a entender lo que él quería decir,  él iba a venderla a los hombre roba niñas. Unos hombres que, según la descripción de su tío, la mantendrían desnuda como su esclava, torturandola y luego matandola. 

No era muy diferente a estar con los Dursley, pero ellos por lo menos tenían momentos buenos, donde le daban un poco de comida y le permitían quedarse en su armario descansando. Los hombres roba niñas no harían nada de eso.

Vernon río al ver el miedo en los ojos llorosos de su joven sobrina. 

— Por muy tentador que suene y por mucho que me gustaría saber que pasarás el resto de tu miserable vida como la maldita esclava y puta que eres, tal como tu madre, temo que hemos encontrado una manera de ganar aún más dinero contigo, e incluso si tienes suerte pasarás el resto de tu miserable vida viviendo como una chiquilla rica, claro, hasta que tus nuevos cuidadores se den cuenta del fenómeno que eres — Se burló Vernon, viendo la confusión en el rostro de la niña.

A pesar de sus golpes la niña aún tenía esa mirada inocente que Vernon había estado encantado de destruir en el futuro, y viendo como aún en aquella situación la niña se las arreglaba para parecer tan inocente, enfurecía a Vernon, como un demonio como ella lucía tan angelical no lo entendería jamás.

Así que tomó sin pensar un jarrón que Petunia había comparado hace unas horas y lo estrelló con fuerza contra la pequeña, al ver los pedazos rotos cortar a su sobrina en su espalda, piernas y brazos, se sintió lo suficientemente calmado como para sonreirle a la llorosa niña.

— Ven aquí y si eres buena, quizás sea suficiente para contarte una historia — Ordenó con maldad, acercándose a la cama para sentarse sobre ella con el cinturón en mano.

Hadley sabía que no era una petición y no tenía opción, así que a paso lento, tratando de mantenerse sobre sus maltratadas piernas sangrantes, se acercó a su tío con miedo y se ubicó de espaldas a él. Sabía que "Ser buena" significaba aguantar todos los golpes sin reaccionar, así que cuando el primer golpe llegó a su espalda y se la abrió levemente con la hebilla, apenas y se sobresaltó.

Su tío siguió desquitando su ira sobre su espalda algunos minutos, solo pareció sentirse satisfecho al ver la piel rojiza y con sangre. Vernon, con la respiración agitada y el sudor empapando su frente, miró con desprecio a la pequeña figura ensangrentada a sus pies. La sonrisa torcida que esbozaba sólo mostraba una fracción del odio que sentía por la niña que, a pesar de todo, aún se aferraba a la vida. Tomó una bocanada de aire, como si necesitara prepararse para lo que iba a decir, antes de hablar con un tono que destilaba veneno.

— Así que, ¿quieres saber por qué te trajimos aquí? — su voz se volvió burlona, y sin previo aviso, lanzó una patada directa al abdomen de Hadley, haciéndola retorcerse de dolor en el suelo. — No fue porque te queramos, eso seguro. Fue porque, por primera vez en tu miserable vida, eres útil para algo —

Vernon se inclinó hacia ella, agarrando un puñado de su cabello y levantando su cabeza a la fuerza para que lo mirara a los ojos. Hadley no podía evitar temblar al sentir el dolor intenso en su cuero cabelludo y la desesperación de no poder escapar.

— Hace unos meses — Comenzó, arrastrando las palabras como si cada una fuera un golpe. — Me ofrecieron un ascenso. ¿Te imaginas? Tu tío, subiendo en el mundo, con una vida mejor en América... — Vernon hizo una pausa, golpeando la cara de Hadley con el dorso de su mano, lo que le arrancó un gemido de dolor. — Pero tú, maldito monstruo, ¡tú y tus rarezas arruinarían todo! ¡No podía permitir que nos llevaras a la ruina! —

La tiró de nuevo al suelo, haciendo que su cabeza golpeara el mármol con un sonido sordo. Hadley sintió cómo todo a su alrededor se tambaleaba mientras intentaba mantenerse consciente.

— Mientras tu tía empacaba, encontramos algo interesante — Vernon continuó, volviendo a golpearla, esta vez en las costillas. — Una llave, ¿y sabes qué abrió? — Su voz se hizo más oscura, y Hadley se encogió de miedo, anticipando lo que venía. — Una bodega llena de basura, llena de los secretos sucios de tus padres —

Vernon la levantó una vez más, esta vez golpeando su cabeza contra la pared. Daella no pudo evitar gritar, el dolor era insoportable. Vernon soltó una carcajada al escucharla.

— Entre toda esa porquería, encontramos un diario, el diario de tu asquerosa madre. Y había una carta, ¿Quieres saber qué decía? — Preguntó burlonamente, golpeando su costado con el cinturón. — ¡Resulta que antes de que esa puta se casara con tu padre, tuvo una pequeña aventura en América! —

Otro golpe la hizo sollozar, pero Hadley no podía hacer nada para detener el torrente de abusos.

— Ella y tu patético padre — continuó Vernon, subiendo el tono de voz, disfrutando cada palabra — ¡Se acostaron con otro hombre! ¡En una noche salvaje que tu mamá no pudo olvidar!—

Hadley sintió que el mundo se le caía encima. No entendía del todo lo que Vernon decía, aún era una niña, pero sabía que sin importar que fuera no podía ser bueno. Sus ojos se llenaron de lágrimas, y Vernon se inclinó para susurrarle al oído.

— Tu verdadero padre, Hadley, es otro hombre. Un hombre que ni siquiera sabe que existes. Pero no te preocupes — Dijo con una risa cruel, golpeándola una vez más, esta vez en la espalda. — ¡Mañana iremos a buscarlo y te venderemos como el maldito producto defectuoso que eres! ¡Nos haremos ricos gracias a ti! —

Vernon la dejó caer nuevamente, esta vez no hubo ningún esfuerzo por levantarse, simplemente se quedó tirada en el suelo, agotada, derrotada, sintiendo que su mundo se hacía cada vez más oscuro.

— Y si no conseguimos el dinero que queremos, le contaremos a todo el mundo quién eres en realidad — Escupió Vernon, propinándole una última patada. — Y luego, nos desharemos de ti para siempre. Pero por ahora, descansa, pequeña monstruosidad. Mañana será un gran día. —

Vernon hizo el amago de salir pero se detuvo en la puerta, girando sobre sus talones al escuchar el suave gemido de Hadley. Una sonrisa retorcida se formó en su rostro al ver que todavía tenía fuerzas para lamentarse. Se acercó de nuevo, su sombra cayendo sobre ella como un presagio oscuro.

— ¿Todavía no has tenido suficiente, pequeña zorra? — Murmuró, su tono cargado de sádico placer. Sacó su cinturón de nuevo y lo dobló en sus manos, haciendo crujir el cuero de una manera amenazante. —Entonces te daré más motivos para que te arrepientas de haber nacido—

Sin más preámbulos, Vernon la tomó del cabello otra vez, tirando de ella con fuerza hasta ponerla de rodillas frente a él. Ivy, debilitada y apenas consciente, intentó resistirse, pero su cuerpo apenas respondía al dolor y al miedo que la consumían.

— Mira lo que me obligas a hacer — Dijo en un tono que fingía lástima, mientras comenzaba a golpearla con el cinturón sin piedad. Cada golpe era más fuerte que el anterior, y los gritos sofocados de Hadley resonaban en la habitación como un eco de su sufrimiento.

El cuero del cinturón rasgaba su piel, dejando marcas profundas que rápidamente se llenaban de sangre. Vernon, sin embargo, no se detuvo. Su respiración se volvía más errática con cada golpe, como si disfrutara del poder que tenía sobre la niña indefensa.

— Eres tan débil... — Bufó aburrido, deteniéndose sólo para tomar un respiro. La arrojó contra la pared una vez más, pero esta vez se aseguró de mantenerla en pie, apretando su mandíbula con una mano mientras la obligaba a mirarlo a los ojos. — Y pensar que este bastardo rico en América puede ser tu padre. ¡Ni siquiera se molestó en venir a buscarte! —

Hadley no podía ver claramente a través de las lágrimas y el dolor, pero podía sentir el desprecio en cada palabra que Vernon escupía. Su cuerpo temblaba, no sólo por el dolor físico, sino también por el horror de lo que estaba experimentando.

Vernon sonrió de manera aún más siniestra cuando vio el miedo en sus ojos. Soltó su mandíbula sólo para comenzar a estrujarle el cuello con sus manos gruesas. Hadley intentó luchar, pero sus manos apenas podían levantar peso. Las fuerzas la abandonaban rápidamente.

— Sería tan fácil acabar contigo ahora — Murmuró, apretando más fuerte mientras Hadley jadeaba por aire. — Nadie te extrañaría. Ni siquiera tu supuesto padre. Podría decir que te fuiste y nadie haría preguntas...—

La idea parecía tentadora para Vernon, pero entonces, su expresión cambió a una mueca de burla. Aflojó su agarre justo cuando Hadley estaba a punto de perder el conocimiento, dejándola caer al suelo, donde se acurrucó, tosiendo y tratando de recuperar el aliento.

— Pero no, eso sería demasiado fácil para ti — Dijo, casi decepcionado. — Quiero que sientas cada maldito segundo de tu vida miserable. Quiero que sepas que no hay escapatoria para ti, y que cada día que respires será un recordatorio de lo que eres: una maldita aberración. —

Vernon se puso en pie, observando su obra. Hadley yacía en un charco de su propia sangre, su cuerpo cubierto de moretones, cortes y marcas de cinturón. Los sollozos ahogados apenas eran audibles, pero llenaban la habitación con una desesperanza palpable.

— Mañana no será mejor — Prometió Vernon mientras salía de la habitación, cerrando la puerta de golpe tras de sí. — Mañana será peor. — Aseguro como augurio de que volvería, Hadley sabía que su tortura del día no había acabado.

Así que ella se quedó sola en la oscuridad, con el dolor latiendo en cada rincón de su cuerpo. Sabía que lo que venía podría ser aún más terrible, pero en ese momento, su única esperanza era que todo acabara de una vez, de cualquier manera posible.


╭--------------------⭑✦-----------------------╯


Hadley estaba sola en el pequeño baño del hotel, sentada en el suelo frío y duro. No había dormido en toda la noche, pues los Dursley jamás le habían permitido tener una cama, una manta, o cualquier tipo de comodidad. Durante las pocas horas que quedaban hasta el amanecer, se había acurrucado contra la pared, abrazando su brazo izquierdo que estaba claramente fracturado, aunque no era el único hueso roto. Su cuerpo entero estaba cubierto de moretones y cortes, y el dolor era tan abrumador que apenas podía moverse.Hadley estaba sola en el pequeño baño del hotel, sentada en el suelo frío y duro. No había dormido en toda la noche, pues los Dursley jamás le habían permitido tener una cama, una manta, o cualquier tipo de comodidad. Durante las pocas horas que quedaban hasta el amanecer, se había acurrucado contra la pared, abrazando su brazo izquierdo que estaba claramente fracturado, aunque no era el único hueso roto. Su cuerpo entero estaba cubierto de moretones y cortes, y el dolor era tan abrumador que apenas podía moverse.

El sol de la mañana se filtraba débilmente a través de la pequeña ventana del baño, apenas iluminando la estancia. Hadley estaba sola, sentada en el borde de la bañera, su cuerpo todavía adolorido y cubierto de moretones de la noche anterior. Su respiración era irregular, cada movimiento le provocaba una punzada de dolor en las costillas y los brazos, donde las marcas del cinturón de Vernon eran más visibles.

El agua de la bañera se había enfriado hacía tiempo, pero Hadley no se había molestado en salir. hasta que no le quedo opción. Su mente estaba en otra parte, en los recuerdos de lo que había sucedido y en el terror de lo que vendría. El reflejo en el espejo frente a ella le devolvía la mirada de una niña que apenas se reconocía. Su rostro estaba un poco hinchado por el llanto, tenía el labio inferior un poco partido, y la mejilla izquierda donde recibió las bofetadas tenía un buen hematoma que la rodeaba. La ropa que llevaba estaba manchada de sangre y rasgada, como un testimonio silencioso de su sufrimiento.

De repente, el sonido de la puerta del baño abriéndose la sacó de su trance

Sabía que era hora. Sus tíos habían desayunado sin ella, como de costumbre, y ahora la llevarían a encontrarse con su supuesto padre. Vernon no se había molestado en ocultar sus intenciones, regodeándose en el miedo de Hadley mientras le contaba cómo la venderían por una suma considerable. Ella había pasado la noche pensando en lo que le esperaba, pero su mente, agotada y rota, apenas podía procesar el horror de lo que estaba por suceder.

La puerta del baño se abrió de golpe, y Petunia entró, frunciendo el ceño al ver a Hadley acurrucada en el suelo. Su rostro mostraba una mezcla de desagrado y algo que podría haber sido preocupación, aunque Hadley sabía que su tía solo estaba preocupada por cómo se vería la niña frente a quien fuera que la comprara.

— ¡Levántate! — Ordenó Petunia con impaciencia, tirando de su sobrina para ponerla de pie. Hadley dejó escapar un pequeño gemido al sentir el tirón en su brazo fracturado, pero rápidamente se mordió el labio para contener cualquier otro sonido. No quería darle a su tía otra razón para castigarla.

Petunia la miró de arriba abajo, horrorizada por su aspecto. Sabía que Vernon había sido particularmente cruel la noche anterior, pero ahora, al ver la piel llena de cortes y moretones, se dio cuenta de que Hadley no podía presentarse así. Frunció el ceño, molesta por la falta de consideración de su esposo.

— ¡Dios mío! — Exclamó, con la mano libre tapándose la boca por un momento. Luego, recuperando la compostura, miró a Hadley con una mezcla de disgusto y preocupación. — ¿Qué ha hecho? Vernon sabía que hoy te llevaríamos a ver a tu... supuesto padre. —

Hadley no respondió, simplemente la miró con una mezcla de agotamiento y resignación. No tenía fuerzas para discutir, ni siquiera para defenderse. Sabía que, en la mente de Petunia, siempre sería culpable, sin importar lo que Vernon le hiciera.

— No puedes ir a ninguna parte luciendo de esa manera — Dijo Petunia, con una mezcla de desprecio y preocupación. Caminó hasta la cama, donde había dejado un vestido viejo y algo de maquillaje barato que había comprado para la ocasión. — Ponte esto y cúbrete los moretones lo mejor que puedas. No quiero escuchar ni una sola queja — Añadió, tirando la ropa sobre Hadley.

Hadley asintió débilmente, sabiendo que no tenía otra opción. Con mucho esfuerzo, se desvistió, luchando con cada movimiento debido al dolor en su brazo fracturado y las heridas en su cuerpo. El vestido le quedaba grande y apenas cubría los peores cortes y moretones, pero no importaba. Nadie se preocuparía por cómo lucía una niña como ella. Las mangas largas del vestido ayudaban a ocultar las marcas en sus brazos, pero la tela rozaba contra las heridas, provocándole un dolor sordo, y era tan largo que llegaba casi a sus zapatos, ocultando sus piernas y moretones.

Una vez vestida, se acercó al espejo, mirando su reflejo con desdén. Tomó el estuche de maquillaje y comenzó a aplicar corrector en su rostro, intentando disimular las peores contusiones. El maquillaje apenas cubría las marcas, pero era mejor que nada. Sus manos temblaban, dificultándole la tarea, y varias veces tuvo que detenerse para recuperar el aliento.

Tomó un aplicador y comenzó a esparcir corrector sobre las zonas más visibles de su rostro, aunque cada vez que levantaba el brazo, el dolor se intensificaba. Trató de ignorarlo, enfocándose en cubrir cada marca, cada señal de abuso, como si el maquillaje pudiera borrar lo que había sufrido.

Mientras trabajaba, su brazo izquierdo comenzó a temblar, incapaz de sostenerse bajo la presión. De repente, un dolor agudo recorrió su brazo, obligándola a soltar el aplicador. El sonido de este al caer al suelo resonó en el pequeño baño, y Hadley sintió que las lágrimas comenzaban a nublar su visión. No podía permitirse llorar. No ahora.

"Mi brazo..." Pensó, un pánico repentino apoderándose de ella. Recordó con claridad cómo Vernon lo había torcido la noche anterior poco después de haber sido golpeada contra la pred, cómo el dolor la había dejado sin aliento. Ahora, cada movimiento era una tortura. Sabía, con una certeza que la aterraba, que su brazo estaba fracturado. Pero no había tiempo para tratarlo, y Vernon nunca le permitiría ir al hospital.

Con su mano derecha, recogió el aplicador del suelo y continuó cubriendo las heridas lo mejor que podía. Se dijo a sí misma que tenía que ser fuerte, que debía soportar el dolor. "No dejes que te vea así," se repetía mentalmente la niña de 7 años. "Solo eres un monstruo, ellos te dan lo que mereces".

Finalmente, cuando terminó, dejó caer el estuche sobre el lavabo, sus ojos llenos de lágrimas no derramadas. Sabía que no importaba cuánto maquillaje se aplicara, nunca podría ocultar el sufrimiento en sus ojos. Pero levantó la cabeza de todos modos, preparándose para lo que vendría.

Limpió una última lágrima de su mejilla y respiró hondo, intentando calmarse. Se dirigió hacia la puerta, sabiendo que Petunia la esperaba para llevarla con Vernon, quien seguramente la observaría con su habitual desprecio antes de sacarla de la casa.

Sabía que lo peor estaba por venir. Hoy la llevarían con Tony Stark, el hombre al que supuestamente debía llamar padre. Pero después de todo lo que había vivido, Hadley no podía imaginar que su vida pudiera mejorar.

Al salir Petunia la observó con impaciencia, cuando la niña terminó, su tía se acercó y le dio un último vistazo crítico. No era perfecto, pero sería suficiente para el propósito.

—Aquí, toma esto —Dijo Petunia de repente, sacando una pequeña botella de analgésicos de su bolso y entregándosela a Hadley junto con un vaso de agua—. No quiero quejidos ni lamentos mientras te llevamos. Y no quiero oírte hablar de tu brazo.

Hadley miró las pastillas por un momento, sorprendida por el gesto. Pero sin decir una palabra, las tomó y se las metió en la boca, tragándolas con un sorbo de agua. Su estómago vacío protestó de inmediato, las nauseas la golpearon con fuerza, haciéndola tambalearse por un momento. Se apoyó en el borde del lavabo, respirando profundamente para no vomitar. El dolor en su brazo se intensificó por un instante antes de comenzar a ceder ligeramente, pero el malestar en su estómago permaneció.

— Date prisa. Vernon no va a esperar todo el día — Dijo Petunia, abriendo la puerta de la habitación y saliendo sin mirar atrás.

Hadley se quedó en su lugar un momento más, respirando profundamente para calmar el miedo que la atenazaba. Sabía que lo que venía sería no podía ser peor que cualquier cosa que hubiera experimentado con los Dursley. Pero tenía miedo y no tenía elección. Con un último suspiro tembloroso, salió de la habitación para unirse a sus tíos, sabiendo que su destino estaba fuera de sus manos. 


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La torre Stark se alzaba majestuosa en el horizonte de la ciudad, una estructura de vidrio y acero que simbolizaba el poder y la riqueza de su dueño. La mañana había comenzado de manera normal en la Torre, con el bullicio usual de empleados y asistentes en el lobby, preparándose para un día lleno de trabajo. La entrada principal estaba ocupada por un grupo de personas que entraban y salían, y los guardias de seguridad vigilaban de cerca el flujo de visitantes.

Hadley, todavía sintiéndose enferma y exhausta, había sido arrastrada por sus tíos hasta la Torre Stark. La angustia en sus ojos era evidente, aunque trataba de mantener la compostura, temblando de pies a cabeza mientras entraba por la imponente puerta de cristal. Petunia, con su habitual expresión de desdén, empujó a Hadley hacia el interior con una brusquedad que la hizo tropezar.

— ¡Date prisa! —Le gritó Petunia, mientras Vernon caminaba a paso firme adelante de ellos, su rostro enrojecido de enojo y frustración viendo como la niña los atrasaba. 

Hadley, con el dolor aún punzante y el estómago revuelto por los analgésicos y el vacío, se tambaleó mientras se dirigía al mostrador de recepción. La recepcionista, una mujer de aspecto serio que estaba acostumbrado a todo tipo de visitantes, levantó la vista con una mezcla de sorpresa ante la llegada de la familia.

— Buenos días, ¿Puedo ayudarlos en algo? — Comentó la señorita en el escritorio de la entrada de Stark Tower, observando a la extraña familia frente a ella.

— Sí, estamos aquí para ver al Señor Stark — Respondió Vernon inflando su pecho con superioridad tratando de parecer importante. 

— Lo siento pero el Señor Stark está en un viaje de negocios, ¿Tenían una cita? —

— No, no necesitamos una cita, y exijo ver al señor Stark, ¡Ahora! — Gritó tío Vernon escupiendo frente a la mujer.

Hadley se encogió tras él, reconociendo la señal de que estaba perdiendo los estribos, y siempre que sucedía tía Petunia lo enviaba a desquitar su ira con Ivy, y luego de lo de anoche, no estaba segura de ser capaz de soportar otra sesión con su tío. Ahora, si Vernon no veía hoy al señor Stark, se desquitaría con ella y eso no sería bueno, esta vez no estaba tan segura de poder sobrevivir.

— ¡Exijo ver a Tony Stark de inmediato! —Rugió Vernon de nuevo, su voz llena de autoridad al ver que la mujer no hacía nada — ¡Dile que es una emergencia! —

La  recepcionista, sorprendido por la exigencia y la actitud de Vernon, intentó mantener la calma.

— Lo siento, señor, pero de nuevo, le repito que El Sr. Stark se encuentra fuera del país por motivos de negocios y no se espera que regrese hasta la próxima semana. Si deja su nombre, número de contacto y una breve descripción del asunto, me encargaré de que su asistente personal se comunique con usted para programar la primera cita disponible. —Dijo la recepcionista, tratando de ser lo más diplomática posible.

— ¡No me importa dónde esté! —Gritó Vernon, golpeando la mesa con un puño. — ¡Este asunto no puede esperar! —

La recepcionista se mantuvo firme, sabiendo que debía seguir los protocolos establecidos, así que disimuladamente presionó el botón bajo su escritorio pidiendo el resguardo de seguridad.

— Hemos venido desde Inglaterra para entregarle a Tony Stark a su hijo bastardo y no me iré de aquí hasta ver a alguien que se haga responsable del asunto — Gruño Vernon con odio.

La secretaria observó a los tres individuos que acompañaban al hombre. La mujer a su lado, de mediana edad y con un aire autoritario, tenía el cabello rubio recogido en un moño severo y una expresión de desdén en su rostro. Su atuendo, un elegante vestido de día, no lograba ocultar la rigidez en su postura.

Luego había dos niños tras la mujer. El niño más grande era obviamente el hijo del hombre rudo, era tan gordo y tenía el mismo aspecto de cerdito que el hombre, con un cuerpo robusto y apariencia desaliñada que reflejaban claramente su amor por la comida.

El otro niño, una niña pequeña de no más de cinco años, destacaba por su apariencia frágil y extrema delgadez. Llevaba un largo y amplio vestido de manga larga, que parecía demasiado grande para su delgada figura. Su cabeza estaba gacha y su largo cabello caía en cascada para cubrir su rostro, haciendo imposible ver sus rasgos. A pesar del calor del día, con temperaturas superiores a los veintinueve grados, la niña estaba completamente cubierta, dando la impresión de que necesitaba desesperadamente algo de comida y afecto. Vestía un largo y amplio vestido de manga larga que parecía engullir su pequeña figura, con el dobladillo casi rozando el suelo. A diferencia del niño, que lucía alto y corpulento, la niña era diminuta y frágil, con la cabeza gacha y el largo cabello cayendo sobre su rostro, ocultando sus rasgos. La diferencia entre ambos era notable: mientras el niño parecía sano y bien alimentado, la niña daba la impresión de ser casi invisible a su lado, como una sombra a punto de desaparecer.

Así que era claro que el supuesto hijo de Tony Stark era aquella pequeña niña. 

— ¿Hay algún problema aquí? —Menciono una voz fuerte.

Vernon y Petunia se giraron y vieron dos corpulentos guardias de seguridad acercarse, ambos con una expresión seria y profesional. Sus uniformes y su postura dejaban claro que no estaban para bromas. La situación, ya tensa, se tornó aún más incómoda. Vernon tomó a Hadley con brusquedad acercandola a él.

—Suéltenla ahora mismo —Ordenó uno de los guardias, fijando su mirada en la mano de Vernon, que apretaba el brazo de la niña con fuerza.

Vernon, con el ceño fruncido y las mejillas enrojecidas de furia, apretó aún más el brazo de la niña en un acto reflejo. Hadley emitió un leve gemido de dolor que pasó desapercibido, su pequeña figura casi temblando bajo el control de su tío. El largo vestido ocultaba sus piernas delgadas y frágiles mientras su cabello caía sobre su rostro, cubriendo su expresión de miedo y desesperación.

—Escuche, señor —Continuó el otro guardia, su voz firme y autoritaria— Esta es una propiedad privada, y no toleramos ningún tipo de comportamiento agresivo aquí. Le estoy pidiendo que suelte a la niña ahora mismo. No queremos problemas, pero si continúa, nos veremos obligados a escoltarlo fuera del edificio. —

Vernon resopló, visiblemente molesto, pero antes de que pudiera responder, Petunia intervino rápidamente, consciente de que la situación estaba a punto de salirse de control.

—¡Es mi sobrina! —Dijo Petunia con voz nerviosa, dando un paso adelante—Es la hija de mi hermana, y... y es la hija de Tony Stark. Hemos venido hasta aquí para entregársela, para que se haga cargo de ella. —

Los guardias intercambiaron una mirada antes de que uno de ellos hablara.

—Mire, señora, tenemos a alguien aquí al menos una vez a la semana que dice ser el hijo o la hija perdidos del señor Stark, todo para que puedan poner sus manos en su dinero. Solo deje su nombre y número y le pasaremos su información a la Sra. Potts cuando ella regrese —Dijo uno de los guardias, su tono ahora más firme, mientras su compañero colocaba una mano sobre su arma, dejando claro que no iban a tolerar ningún tipo de altercado.

Vernon, visiblemente frustrado, se irguió, su voz saliendo en un gruñido.

—No he viajado todo este camino para que me despachen así. No me iré hasta hablar con alguien importante. No me importa quién sea, pero alguien debe hacerse cargo de esta niña. Hemos cuidado de ella durante seis años, y ya es hora de que alguien más asuma esa responsabilidad.—

—Por favor, es muy importante —Añadió Petunia, su voz temblorosa—. Ella realmente es la hija de Stark, y no sabemos qué más hacer. —

Vernon, visiblemente frustrado, se irguió y rugió con una furia contenida:

—¡No pienso dejar mi nombre y número para que esos ricachones se laven las manos con nosotros! Quiero hablar con alguien ahora mismo, sea esa señora Potts o Tony Stark en persona, ¡pero no me iré hasta que lo consiga! He criado a esta mocosa desde que tenía quince meses; la he vestido, alimentado, y le he dado un techo sobre su cabeza. ¡Me niego a cuidar a esta ingrata un solo día más! —Su voz resonaba en la recepción, atrayendo la atención de varias personas que comenzaban a detenerse y observar la escena. Con un movimiento brusco, Vernon apretó aún más el brazo de Hadley, haciéndola estremecerse—. Petunia, llama a la estación de noticias local —ordenó con una sonrisa perversa—. Estoy seguro de que estarán muy interesados en nuestra historia. Quizá eso llame la atención del todo poderoso Tony Stark.

La tensión en el aire se hizo palpable, y antes de que la situación pudiera escalar aún más, una voz suave pero autoritaria interrumpió desde atrás.

—¿Qué está pasando aquí?—

Todos se giraron para ver a un hombre alto, de complexión delgada pero musculosa, con el cabello ligeramente despeinado y gafas sobre el puente de la nariz. Llevaba una chaqueta casual y unos pantalones de vestir. 

Todos se giraron hacia él hombre, y los guardias relajaron ligeramente su postura al reconocerlo, era el doctor Bruce Banner. Uno de ellos asintió antes de responder.

—Este hombre insiste en que esta niña es la hija de Tony Stark y exige hablar con él, pero ya le hemos explicado que el Sr. Stark está fuera del país por negocios y no se espera que regrese hasta la semana que viene.—

Bruce observó la escena, su mirada recorriendo a Vernon, luego a Petunia, y finalmente deteniéndose en Hadley, que seguía con la cabeza gacha, temblando. Su mente trabajaba rápidamente, tratando de entender la situación.

—Yo me haré cargo Edward, Paul —Dijo Bruce con calma pero mirando a Vernon con una expresión dura. 

Bruce había estado observando la escena desde el vestíbulo cuando el grupo entró por primera vez exigiendo hablar con Tony. Los reclamos de paternidad eran comunes con Tony, especialmente dadas sus hazañas pasadas y su inmensa fortuna. De hecho, incluso mantenían una copia de su ADN registrada para tales ocasiones. Hasta ahora, de los cientos de afirmaciones, ninguna había resultado positiva. Tony puede ser impulsivo y despiadado, pero era muy bueno para evitar situaciones en las que tendría que pagar manutención a personas desesperadas por dinero.

—Si tiene la amabilidad de soltar a la niña, señor, la llevaré a mi laboratorio para realizar una prueba de paternidad. Si resulta ser la hija del Sr. Stark, me pondré en contacto con su asistente personal para informarle de la situación —Dijo Bruce con cierto enojo, su tono autoritario dejando claro que no toleraría más desorden. La mirada en sus ojos también mostraba un destello de preocupación; no podía ver claramente la cara de Hadley, pero algo en su presencia le hacía sentir que debía protegerla.

Vernon frunció el ceño y cruzó los brazos. 

—Bien, haz tus pruebas. Pero te advierto que esta niña es la hija de Stark, y estoy seguro de que te lo demostrará—

Bruce mantuvo su compostura. —Entonces no debería haber problema en comprobarlo, ¿verdad? Edward, Paul, escolten al señor y la señora Dursley junto con el niño a mi laboratorio. Yo me encargaré de atender a la niña y asegurarme de que esté en condiciones para la prueba—

Edward y Paul, los guardias de seguridad, intercambiaron miradas antes de guiar a Vernon, Petunia y el niño obeso hacia el ascensor. Vernon, con una sonrisa que intentaba ser desafiante, empujó a Hadley con rudeza, forzándola a avanzar mientras seguía sosteniéndose el brazo roto, antes de irse le envió una mirada de advertencia que la niña notó.

Ivy, con el brazo apretado contra su pecho y visiblemente temblando, trató de mantener la compostura mientras el dolor se intensificaba. Bruce se arrodilló frente a ella, evaluando la situación con una mezcla de preocupación y profesionalismo.

—¿Estás bien, pequeña? —Preguntó Bruce con un tono mucho más suave, mientras observaba el estado de Hadley.

Con dificultades para hablar por el dolor Daella simplemente asintió. Aunque intentó mantenerse erguida, el dolor en su brazo la hacía tambalear.

—Por alguna razón no me convence tu respuesta —Bromeó Bruce con una leve sonrisa—. Soy el Dr. Bruce Banner. Puedes llamarme Bruce. ¿Cuál es tu nombre?—

Hadley, esforzándose por recordar, respondió con voz temblorosa. —H-Hadley... Hadley Potter—

—Un placer conocerte, Hadley —Aseguró Bruce con un tono tranquilizador— Vamos a hacer esas pruebas de ADN, y luego voy a echar un vistazo a ese brazo. Por la manera en que lo estás sosteniendo, parece que podría estar dislocado, quizás roto—

Hadley, con la cabeza gacha, sacudió ligeramente la cabeza en un gesto de negación. —No hace falta que mire mi brazo señor Banner. Sólo me lastimé un poco al caer. No es grave, en serio —Aseguró con fuerza y rapidez, sabiendo que su tío odiaría cualquier clase de escándalo creado por ella. 

Bruce frunció el ceño. —Claro niña, pero aún necesito revisarlo— Ante sus palabras, Bruce trato de observar si la niña levantaba su rostro para verla pero aún seguía negada a hacerlo. — Aunque me gustaría hacer esto de manera rápida para no hacer esperar a la ballena de tu tío, es importante asegurarme de que estés bien —

Bruce no pudo ver su rostro aún, pero el movimiento le indicó que estaba tratando de evitar el tema del brazo. Hadley guardó silencio, consciente de que no podía insistir más sin provocar una reacción negativa. Bruce se levantó y se dirigió al ascensor, seguido por Hadley, sabía que Edward y Paul ya habían llevado a los demás.

Mientras ambos se acomodaron en el ascensor, Bruce no pudo evitar un pensamiento de frustración. Se dio cuenta de que era una lástima que ninguno de los otros Vengadores estuviera presente en la Torre para ayudar. Steve y Clint estaban en una misión en el extranjero, Tony había logrado convencer a Natasha para que lo acompañara en su viaje a Shanghái, y Thor había regresado a Asgard por un llamado urgente de su padre, incluso Fury y la Agente Hill habían salido ayer del país por asuntos de SHIELD. Bruce estaba solo en la Torre, y en este momento, sentía la presión de manejar la situación sin el apoyo de sus compañeros.

Con un último vistazo a Hadley, Bruce se preparó para la siguiente etapa de la intervención, decidido a manejar la situación con la mayor calma y cuidado posible.

— Jarvis, contacta a Happy y llévanos a mi laboratorio por favor — Comentó Bruce al aire una vez el ascensor se cerró.

— Claro, Dr. Banner. Enviando el ascensor al nivel 87 — Respondió una voz al aire, sobresaltado a la Daella y causando que observara alrededor buscando al dueño de la voz.

—Sabes, la primera vez que escuché a Jarvis también me sorprendió un poco —Dijo Bruce con una pequeña sonrisa. —Es una invención de Tony Stark. Tony puede ser un dolor de cabeza a veces, pero es un genio absoluto. Jarvis significa "Just A Rather Very Intelligent System". Una manera elegante de decir que es un mayordomo virtual con habilidades casi ilimitadas. ¿Has oído hablar de Tony Stark alguna vez?—

Hadley sacudió la cabeza lentamente, sin levantar la vista. —No, señor—

—Por favor, llámame Bruce —Respondió él, un poco sorprendido. Tony era famoso en todo el mundo, no solo en Estados Unidos, y gracias a su alter ego Iron Man, era considerado un superhéroe en muchas partes del mundo.

—Tony Stark es muchas cosas: un multimillonario, un genio, un ingeniero, un hombre de negocios, un industrial, un playboy... y, sí, a veces puede ser un poco engreído —Dijo Bruce con una sonrisa. —Pero a pesar de todo, es un buen tipo. Y si realmente eres su hija, él se encargará de ti. Esperemos que sí lo seas. No me gustaría despedirme de un niño en una situación como esta, especialmente con el comportamiento de tu tío—

Bruce miró a Hadley, tratando de ver su rostro, pero ella mantenía la cabeza gacha. —¿Crees que Tony es tu padre?—

Ivy se encogió de hombros, soltando un pequeño gemido de dolor mientras movía el brazo. Bruce notó el movimiento y se inclinó hacia ella.

—Oye, trata de no mover ese brazo —Comentó Bruce mientras extendía la mano para estabilizar el brazo de la niña. —Quizás deberíamos revisar eso antes de hacer la prueba de ADN—

Hadley sacudió la cabeza débilmente, su voz apenas un susurro. —No, por favor. Primero hagamos la prueba de ADN. Mi tío, él no...—

Bruce frunció el ceño. —Entiendo que tu tío sea un... hombre difícil, pero aún así, necesito asegurarme de que estés bien. Vamos a hacer las pruebas de ADN y, mientras esperamos los resultados, haré una radiografía de ese brazo para ver qué tan grave es. No soy médico, pero tengo algo de formación en eso —

Hadley asintió en silencio, aliviada de que Bruce estuviera dispuesto a ayudar. A medida que el ascensor continuaba su ascenso, Hadley comenzó a preguntarse si Bruce podría ser un adulto no tan tonto como los demás.

—Entonces, ¿crees que Tony es tu padre? —Preguntó Bruce de nuevo, con una curiosidad genuina.

Hadley no miró hacia arriba, aunque sus ojos todavía estaban nublados por el dolor. —Mi tío Vernon dijo que encontró un diario de mi mamá. Y que...había una carta dirigida al señor Stark. Mi mamá escribió en la carta que él era mi papá. Dijo que se conocieron durante varios veranos y que, en el último, ella se enteró que estaba embarazada después de verlo una noche... pero nunca envió la carta, y mis padres murieron poco después—Explicó con inocencia, por su forma de contar la historia Bruce se alegró que ella no entendiera el trasfondo que no dudo su tío le había explicado.

Bruce entonces asintió pensativo, comprendiendo la situación. —Eso suena a algo que Tony podría haber hecho. Nunca puede rechazar a una dama atractiva —Bromeó tratando de entrar en confianza con la niña.

Hadley pensó un poco el comentario, pero sonrió tímidamente. —Lo siento por todo. Mi tío es un poco...—

—Un idiota —Interrumpió Bruce con un tono comprensivo. —No te preocupes, Hadley. Tu tío no es el primero en venir aquí con un niño que dice ser hijo de Tony.—

El ascensor continuó su ascenso en silencio durante un momento. Hadley, aún con la cabeza inclinada, miró a Bruce con curiosidad y preguntó tímidamente.

—¿Él...tiene familia?—

—Bueno, Tony no está casado, pero tiene una pareja, es compañera nuestra.  Y hasta donde sabemos él no tiene hijos conocidos— Sonrió Bruce con amabilidad.

Hadley asintió lentamente, aún confundida y con un poco de miedo al saber que tenía a alguien en su vida, ¿Y si todo era verdad pero su novia no la quería, entonces Tony tampoco?

—¿Dónde está él? —Preguntó Hadley, su voz apenas era un tímido susurro.

Bruce suspiró. —Tony está fuera del país en este momento. Fue a China para cerrar un trato importante para su empresa. Así que no está disponible en este momento, pero no te preocupes, vamos a resolver esto. Aquí estamos, nuestra parada.—

El ascensor se detuvo suavemente con un ding, y Bruce abrió la puerta para llevar a Hadley al laboratorio. Aunque el equipo de apoyo que normalmente podría haber ayudado no estaba disponible, Bruce estaba decidido a manejar la situación lo mejor posible.

—Vamos —Dijo Bruce con un tono reconfortante— Veamos qué podemos hacer para solucionarlo—

Hadley lo siguió, sintiendo un nuevo destello de esperanza al ser guiada hacia el laboratorio.


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Cuando Bruce y Hadley llegaron frente a la puerta del laboratorio, encontraron a Happy Hogan esperándolos. Happy, con su característico semblante serio y su estilo relajado, levantó una ceja al ver a Hadley.

—Ah, otro más, ¿eh? ¿Qué es esto, el número trescientos cinco? —Comentó Happy, con una sonrisa irónica.

Hadley se encogió instintivamente y se puso un poco detrás de Bruce, asustada por el comentario.

—Lo siento, niña —Dijo Happy con una expresión más suave cuando notó que había asustado a la pequeña— No quise decir nada malo, solo estaba haciendo una observación. Todos quieren un pedazo de la fortuna Stark, y solo Dios sabe que él lo ponía demasiado fácil —

Bruce sonrió ligeramente, intentando suavizar el ambiente. —Happy, esta es Hadley Potter. Hadley, este es Harold Hogan, lo llamamos Happy, es el encargado de la seguridad de Tony y uno de sus amigos más cercanos. Happy, Hadley ha venido con un reclamo interesante y necesitaremos hacer una prueba de paternidad para verificar su identidad.—

Happy asintió con la cabeza y le dedicó una sonrisa tranquilizadora a Hadley antes de dirigirse a Bruce. —Entendido. Aunque debo decir que, después de todo, es interesante ver a otro "candidato" para el título de hijo de Stark. A veces pienso que Tony tiene más hijos desconocidos que gadgets en su arsenal —

—Vamos, no hagamos esperar a tu tío —Murmuró Bruce, guiando a Hadley hacia el interior del laboratorio. Su laboratorio era una de las joyas de Stark Tower, equipado con la última tecnología y una inversión considerable de Tony, que había convencido a Bruce para mudarse allí con la promesa de un espacio de trabajo excepcional.

Al entrar, Vernon estaba allí, impaciente y visiblemente molesto.

—Ya es hora de que llegues aquí —Rugió Vernon, mirando a Hadley con desdén—No tengo todo el día, haz la maldita prueba para poder librarme de la niña.—

—Encantador —Murmuró Happy, lanzando una mirada de desdén hacia Vernon—. Ahora puedo ver por qué me llamaste—

—¡¿Disculpa!? —Gritó la mujer que también estaba allí, observando a Happy con odio.

Bruce puso los ojos en blanco de manera infantil ante el comportamiento de Vernon y su esposa —Está bien, Hadley. Ya que no creo que tu tío esté feliz a menos que haya una prueba irrefutable, vamos a hacer la prueba de dos maneras. Primero, voy a tomar una muestra de tu ADN con un hisopo para limpiar el interior de tu boca, y luego vamos a sacar una muestra de sangre. Esto debería proporcionarnos suficiente evidencia para confirmar o desmentir la relación —

Hadley asintió lentamente, el nerviosismo en ella aún evidente pero ahora aliviada de tener a Bruce allí. Mientras Bruce preparaba el equipo, Happy se apartó para dejar espacio y comenzó a revisar algunos informes en una esquina.

Bruce preparó el hisopo para la primera parte del procedimiento. Miró a Hadley con una sonrisa tranquilizadora y le explicó cada paso mientras se preparaba.

—Primero vamos a tomar una muestra de tu ADN con este hisopo. Solo necesito que abras la boca y me dejes limpiar el interior de tus mejillas. No te preocupes, no es doloroso —Dijo Bruce con calma.

Hadley, aún tensa, levantó lentamente la cabeza por primera vez desde que entró al laboratorio. La acción sorprendió a Bruce y a Happy. Lo que vieron hizo que Bruce se quedara sin aliento, y Happy también se quedó boquiabierto. Hadley, en realidad, era una pequeña versión femenina de Tony Stark. Sus ojos, cejas y la forma de su rostro eran casi idénticos a los de Tony. El cabello de Hadley era igual de oscuro y rebelde, de los pocos rasgos diferentes que tenía eran sus brillantes ojos esmeralda, que supusieron heredó de su madre.

Bruce, mientras observaba a Hadley, pensó para sí mismo que no había duda de que ella era la hija de Tony. La semejanza era innegable, incluso si los ojos eran diferentes. Sin embargo, también notó algo extraño en la cara de la niña, casi como si ocultara algo de alguna forma, pero no estaba seguro de qué era exactamente.

Sintiéndose observada Ivy cerró los ojos de nuevo mientras Bruce tomaba la muestra con el hisopo, procurando no mostrar su incomodidad. Bruce continuó el procedimiento con cuidado y profesionalismo, asegurándose de obtener una muestra adecuada sin causar molestias.

Una vez que tuvo la muestra, Bruce guardó el hisopo en un contenedor etiquetado y se preparó para la siguiente etapa. Sacó un pequeño kit de extracción de sangre y se dirigió a Daella con una expresión profesional.

—Ahora vamos a sacar una pequeña muestra de sangre. Esto puede ser un poco más incómodo, pero prometo que será rápido —Dijo Bruce mientras preparaba la aguja.

Hadley miró el equipo con cierta aprensión, pero se mantuvo firme, reconociendo que debía seguir adelante, por lo tanto con un poco de fuerza levanto la manga del vestido en su brazo derecho, que por suerte no tenía ningún moretón a la vista, y lo dejó frente al doctor. Bruce desinfectó el área de su brazo y realizó la extracción con habilidad y rapidez. Daella sintió una leve punzada, pero fue breve. Bruce procedió a colocar la muestra en un tubo de ensayo y la etiquetó.

—Todo listo para la prueba de ADN. Vamos a enviar estas muestras al laboratorio para analizarlas —Anunció Bruce mientras terminaba de preparar el material.

En ese momento, Vernon se adelantó, cruzando los brazos y mirando a Hadley con desdén. —La sangre nunca miente, y espero que esta prueba confirme que esta niña ya no tendrá nada que ver con nosotros—

Hadley tembló al oír la afirmación de Vernon, su pequeño cuerpo sacudido por el miedo. Happy, observando la reacción de la niña, notó que nunca había levantado la cabeza ni hecho contacto visual con ellos. Parecía temerosa de su familia, y la imagen de Hadley, en su vestido desgastado y su rostro oculto, contrastaba con la de la bien vestida familia Dursley. Happy pensó para sí mismo que la niña parecía una versión rota y descuidada en comparación con ellos.

 —¿Cuánto va a tardar? ¡Tengo hambre Mamá!. ¿No pueden hacer esto más rápido? ¡Quiero irme ya! — Dudley, el niño impaciente y hambriento, comenzó a quejarse.

Petunia se apresuró a atenderlo. —No te preocupes, Duddy, vamos a encontrar algo para que comas. Encontraremos algo rápido fuera de aquí —Dijo con una sonrisa nerviosa, tratando de calmar a su hijo.

Bruce, preparándose para responder, tomó aire. —La prueba de ADN y el análisis de sangre llevarán aproximadamente dos días para completarse, aún con nuestra tecnología no es posible tardar menos. Sin embargo, Tony no llegará hasta dentro de una semana, así que tendremos que esperar para obtener una respuesta—

Dudley se quejó aún más fuerte. —¿Dos días? ¡Eso es mucho mucho mucho! No quiero quedarme aquí todo ese tiempo. ¡Solo quiero comida, quiero irme ya!—

En ese momento, Vernon, que ya había estado acumulando frustración, explotó. Su rostro se puso rojo de enojo mientras gritaba. 

—¡Esto es una estafa total! ¡Dos días es mucho tiempo! ¡No puedo esperar tanto! ¡Exijo ver a Tony Stark ahora mismo! ¡TRÁIGANLO! —

—Señor Dursley, entiendo que está frustrado, pero el proceso de la prueba es necesario para asegurar resultados precisos. Tony Stark está ocupado y no puede llegar antes de una semana. Apresurar el proceso no es una opción —Bruce trató de calmar la situación con una voz firme pero controlada. 

Vernon, sin escuchar y con su ira a punto de desbordarse, gritó aún más fuerte. —¡No voy a esperar aquí todo este tiempo! ¡Si Tony Stark no viene a recoger a esta niña en dos semanas, yo mismo contaré todo a la prensa, así que más les vale no cambiar los resultados! ¡Esto es un abuso y una falta de respeto! ¡NOS IREMOS AHORA! —

Bruce, intentando mantener el control, se dirigió a Vernon con una voz tensa. —¡Señor Dursley, por favor, calme su enojo! La niña necesita atención médica para su brazo herido. No podemos simplemente dejarla ir sin asegurarnos de que esté bien. La prueba de ADN tardará dos días, pero en ese tiempo, la niña debería estar bajo cuidados adecuados —

Vernon, con la furia evidente en su rostro, agarró a Hadley del brazo con brusquedad, ignorando las protestas de Bruce. 

—¡Vamonos Petunia, Dudley! ¡Nos vamos ahora mismo! ¡No vamos a esperar más! —

Hadley, temblando y asustada, intentó resistirse, pero Vernon no le dio espacio para reaccionar. Petunia y Dudley siguieron rápidamente, sin mediar palabra. La familia Dursley se alejó con prisa, dejando a Bruce y Happy preocupados y frustrados.

Happy, sintiendo la gravedad de la situación, se dirigió a Bruce con seriedad y lo detuvo de seguir a la familia. 

—Lo siento, Bruce. No podemos retener a la niña contra su voluntad, esas personas aún son sus guardianes. Esperemos los resultados de la prueba y actuaremos en consecuencia. Aunque me duele decirlo, ella debe irse con sus familiares por ahora —

Bruce, con una expresión de preocupación, asintió. —Entiendo, Happy. Haré todo lo posible para asegurarme de que Hadley reciba la atención médica que necesita y para obtener los resultados de la prueba lo más rápido posible —

Ambos hombres observaron mientras la familia Dursley se alejaba, con la preocupación palpable en sus rostros por el bienestar de la pequeña Hadley y el desenlace de la complicada situación.














































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CANARIO FUERA 💖

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