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9. Querer ☑

Despierto en un lugar desconocido. Estoy confundida y siento un dolor en el pecho. Intento levantarme, pero me siento tan agotada que apenas puedo moverme. Miro a mi alrededor y noto que estoy en una cama muy suave, demasiado grande para mí. Las paredes son de tonos oscuros, tal vez grises. En contraste, las decoraciones son en su mayoría blancas: las sábanas, los cuadros, la lámpara, el tocador que veo desde aquí, incluso el armario. Todo parece brillar en comparación con el apagado tono de las paredes.

—La Bella Durmiente ha despertado. Menos mal que no necesitamos un beso de amor verdadero, o estaríamos en problemas —bromea un hombre que acaba de entrar.

Es alto, con el cabello que parece castaño a primera vista, pero bajo los rayos de sol que entran por la ventana, noto que es más bien de un rojo oscuro. Lleva una barba bien cuidada, de grosor moderado y con los bordes delineados, lo que le da un aspecto pulcro. Su sonrisa amable lo hace parecer aún más atractivo, casi irreal. Es, sin duda, un hombre muy guapo. Si mi tía no estuviera ya con alguien, tal vez intentaría presentarlos.

El pensamiento de mi tía hace que mi mente reaccione.

—¿Dónde estoy? ¿Y mi tía? ¿Y la chica?

—¿Qué chica? —pregunta el hombre mientras se acerca y empieza a quitarme la intravenosa, de la que no me había percatado hasta ahora. Giro la cabeza para no mirar, pero aún siento la incómoda sensación de esa cosa saliendo de mi brazo.

—Había una chica… casi la atropellamos porque estaba parada en medio de la calle. No sé si llegamos a hacerle daño. ¿Usted es doctor? ¿Sabe si ya la atendieron? —le pregunto, aunque no parece un doctor. No lleva bata ni ningún identificador. Está vestido de forma informal: unos jeans oscuros y un suéter verde. Aun así, parece tener experiencia, pues me quita la intravenosa sin hacerme daño.

—Tu tía está abajo, comiendo algo. Nos costó convencerla de que descansara, estaba muy preocupada por ti. Si quieres, le aviso que ya despertaste cuando baje —me ofrece, y asiento.

—¿Y la chica? —insisto. No podré estar tranquila hasta saber que está bien.

—No tenía heridas. Solo estaba agotada y con el cuerpo entumecido por el esfuerzo y el cambio de clima. Necesitó un baño tibio, un masaje, algo de comida y descanso. Ahora está como nueva —responde con una sonrisa, y siento cómo mi cuerpo se relaja.

Todos están bien. Qué alivio.

—¿Dónde estoy? ¿Cuánto tiempo estuve inconsciente?

—Estás en la casa de los Shades. Soy Kai Fox, doctor y muy cercano amigo de la familia. Es un placer conocerte oficialmente, Aline Wate —me extiende la mano, y yo se la doy—. Respondiendo a tu otra pregunta, estuviste descansando unas tres horas.

—¡¿Tanto?! —me sorprendo al oírlo decirlo como si hubiera sido solo diez minutos. Lo que más me sorprende es lo descansada que me siento, a pesar del ligero mareo y confusión mental. No tuve pesadillas... ¿Habrá sido por algún medicamento? Tal vez luego le pregunte si tiene algún remedio para mi insomnio que no cause adicción ni efectos secundarios.

—No te preocupes tanto. En realidad, es poco considerando lo mucho que parecías necesitar ese descanso. ¿Tienes problemas para dormir? ¿Insomnio o sueño ligero?

Una vez más, sus palabras me sorprenden. ¿Cómo lo supo? Vaya, sí que es un excelente doctor, casi parece que puede leer mi mente... o al menos mi cuerpo y su cansancio acumulado.

—Sí, de hecho tengo problemas para dormir. ¿Hay algo que pueda recetarme, doctor?

—Por favor, no seas tan formal conmigo. Llámame Kai —asiento, aunque sé que me costará tutearlo. Estoy acostumbrada a hablar de "usted" con los adultos—. Buscaré luego algo que pueda recetarte. Por ahora, quédate tranquila y espera a que te suban algo de comer, debe estar en camino.

—Ok —acepto, además de que la cama es tan cómoda que no quiero levantarme aún. Solo disfrutaré un rato más—. Una última duda, doc... —Kai me mira con una expresión de falsa molestia, pero me hace una señal para que prosiga—. ¿Qué fue lo que me pasó? ¿Cómo fue que caí inconsciente?

—Parece que fue el cansancio combinado con la adrenalina del accidente que presenciaste. Nada grave.

—Pero sentí un dolor horrible en el pecho antes de caer —me toco el pecho, aliviada al encontrar el dije de mi collar. Siempre me calma tenerlo entre los dedos.

—Bueno, tendría que hacer más exámenes para estar seguros, pero no tengo el equipo necesario aquí. Podrías ir al hospital del pueblo para una revisión, aunque te aseguro que no hay nada grave. Si quieres otra opinión, también está bien —me ofrece una última cálida sonrisa antes de salir de la habitación.

Me quedo unos minutos procesando lo que pasó y lo que me dijo Kai. Me acomodo mejor en la cama, sentándome con la almohada en mi espalda. Giro la cabeza, admirando lo bonita que es esta habitación con la luz entrando por las ventanas. A pesar de la decoración minimalista y los tonos apagados, transmite tranquilidad, todo está perfectamente organizado y limpio.

El sonido de la puerta abriéndose me sobresalta un poco. Lo primero que veo es una bandeja llena de comida, cargada por alguien que no logro ver bien por la torre de pancakes que hay encima. Deben ser al menos diez, quizás más de lo que puedo comer. También hay una jarra transparente con avena, que identifico por los grumos en el fondo. Al lado, un vaso de vidrio, donde supongo que me echarán la avena.

Por un momento pensé que era mi tía, ya que Kai dijo que le avisaría de que desperté, pero cuando bajan la bandeja, logro ver el rostro de quien ha entrado.

Decir que me quedé sin aire es poco. Por un segundo, pensé absurdamente que tal vez estaba muerta y frente a un ángel que juzgaría si soy digna de entrar al cielo o no. Y si pudieran leer mi mente, de inmediato me tacharían de pecadora.

Porque todos los pensamientos que cruzan por mi mente en este instante están lejos de ser santos o inocentes. Mi corazón late con fuerza, y mi pecho se llena de una cálida sensación al verla. Es jodidamente hermosa. Muy distinta a como lucía bajo la lluvia, y claro, tampoco la vi bien con todo el pánico que tenía en ese momento. Su cabello es largo y tan blanco que me recuerda a la protagonista de esa serie de dragones y guerras de poder que a Aled le encanta. Sus ojos, como diamantes celestes, brillan hipnóticamente bajo la luz del sol.

Estoy muda, sin palabras, observando cómo coloca la bandeja en la mesita de noche. Se agacha para sacar algo de debajo de la cama, una de esas mini mesas que sirven para comer en cama. Es blanca y muy espaciosa, la coloca sobre mí, quedando mis piernas debajo de ella, a la altura perfecta, justo bajo mis senos.

—Esto no es necesario, puedo levantarme —digo con timidez, pero ella me ignora y acomoda todo con cuidado. Sirve la avena en el vaso y deja la jarra en la mesita de noche—. ¿Tú... estás bien? El señor Kai me dijo que no sufriste ningún daño, pero quiero asegurarme —le pregunto, y ella me mira durante largos segundos en silencio. Desvío la mirada, nerviosa.

—Estoy bien, gracias por preocuparte. Por favor, come —responde, y su voz me provoca un leve estremecimiento. Hasta su voz es jodidamente sexy, suave y hermosa. Como el canto de una sirena. Toma un tenedor y cuchillo, y me los tiende.

—En realidad, suelo comerlos con las manos —admito con vergüenza, y ella aparta los cubiertos, dejándolos a un lado.

Siento su mirada fija mientras empiezo a comer. Intento concentrarme, pero solo logro comerme la mitad de un pancake antes de detenerme, incómoda por su insistente mirada.

—Perdón, ¿podrías dejar de mirarme así? Es un poco incómodo.

—Lo siento —dice, y se mueve hasta el final de la cama, sentándose cerca de mis pies, sin tocarlos.

Está de lado, así que solo puedo ver su perfil derecho, un perfil perfecto. Mis ojos recorren su clavícula pálida sin ninguna marca o imperfección, como un lienzo en blanco, y no puedo evitar pensar en lo hermosa que se vería sonrojada... o cómo sería de fácil hacerle un chupetón a su piel inmaculada.

¡¿Qué demonios estoy pensando?! ¡Contrólate!

Sacudo la cabeza para concentrarme y sigo comiendo hasta que me siento satisfecha. Si mantengo la boca ocupada, evitaré decir alguna locura por culpa de los pecaminosos pensamientos que se me cruzan. Dios, qué vergüenza.

Luego de comer tanto, ya no puedo más. Me termino la avena y miro con tristeza la mitad de pancakes que dejé. Estaban deliciosos, pero no me cabe ni un bocado más. Ojalá pudiera llevármelos o pedir la receta, ¡estaban tan ricos! Y eso que no tenían ni mermelada ni nada por encima.

—¿Te llenaste? —me pregunta la chica.

Asiento con la cabeza. Se levanta para empezar a recoger todo. Guarda la mesita de nuevo debajo de la cama y recoge la bandeja. Parece que está lista para irse, así que la detengo antes de que lo haga.

—Oye, ¿podrías decirme tu nombre? —le pregunto, un poco nerviosa—. Yo soy Aline Wate, acabo de llegar al pueblo, así que no conozco a nadie...

Me callo de golpe, sintiéndome un poco tonta. Sé que, si sigo hablando, podría terminar diciendo alguna tontería.

—Me llamo Ayeon —responde con una pequeña sonrisa.

Mi cerebro tarda un momento en procesarlo. Incluso con una sonrisa tan discreta, su expresión indiferente se transforma completamente en algo... angelical.

Concéntrate, Aline. Deja de distraerte con su obvia belleza.

—Vaya, nunca había escuchado un nombre así. Es bonito, aunque no sé si lo pronunciaré bien —me disculpo.

—Puedes llamarme como quieras —dice encogiéndose de hombros, sin darle importancia.

—¿Novia también? —bromeo, inclinando un poco la cabeza con una sonrisa coqueta.

Casi quiero golpearme por ser tan atrevida, pero me sorprende ver cómo, lentamente, se forma una sonrisa sensual en su rostro.

—Si quieres —responde.

Mi corazón empieza a latir con fuerza. Fui yo quien inició el coqueteo, pero nunca pensé que ella me seguiría el juego. Ahora mismo, estoy teniendo lo que podría describir como un "lesbian panic".

Sé que me estoy sonrojando, y aunque fui yo quien empezó esto, no tengo ni idea de cómo continuar. Nunca he estado en una situación así. Esto solo lo solía hacer cuando estaba en algún bar o club, pero esos son ligues para una noche. Con ella es diferente; a esta mujer no la quiero solo por una noche... ¡Quiero que sea la futura madre de mis hijos!

Justo cuando abro la boca para contestar, aunque ni siquiera sé qué iba a decir, la puerta se abre y entra mi tía.

—¡Aline! Vine tan pronto como el doctor Kai me avisó que habías despertado —exclama.

Vaya, parece que no te avisó tan pronto, porque hasta tuve tiempo de comer. Lo agradezco, claro, porque así pude conocer a mi ángel personal. Miro a Ayeon, captando cómo me observa con intensidad mientras le devuelvo torpemente el abrazo que me da mi tía.

—Estaba muy preocupada, a pesar de que el doctor me aseguró que estabas bien. No iba a sentirme tranquila hasta verte despierta y escucharlo de ti misma —dice, con los ojos llenos de alivio.

—Tía, estoy bien, lo prometo. Confía en los doctores cuando te dicen que todo está bien —la regaño con cariño, aunque sé que yo misma no podría seguir ese consejo. Sostengo sus manos, intentando calmarla. En nuestra familia somos muy afectuosos, se podría decir que es nuestro lenguaje del amor, así que sé cuánto necesita sentir que estoy bien. Yo también lo necesito.

—Oh, perdón, no te vi —mi tía se da cuenta de la presencia de Ayeon, quien sigue de pie cerca de la puerta, sosteniendo la bandeja—. ¡Oh, por dios! ¿Le trajiste de comer a mi sobrina? ¡Qué considerados y hospitalarios son! —exclama, conmovida—. Ven, dame eso, yo haré que coma —dice, acercándose para tomar la bandeja, pero la detengo antes de que lo haga.

—La verdad es que ya comí, ¡muchísimo! —resalto—. Lo que sostiene es lo que no pude terminar. Estaba todo delicioso, pero ya no podía más —hago un puchero, lanzándole una mirada de anhelo a los pancakes. Ayeon sonríe ligeramente, como riéndose de mí. Se lo perdono solo porque es preciosa.

Aunque me inquieta un poco lo pálida que es, casi parece brillar cuando los rayos de sol le dan directamente. ¿Será que tiene alguna herencia albina? He visto a varias personas albinas antes, tanto en la secundaria como en la calle, pero hay algo en ella que me parece diferente. No sé si decir esto en voz alta suena mal, pero... no parece albina. Al menos, no como los que he conocido, aunque tampoco soy una experta en albinismo.

—Puedo empacarlos para que se los lleven cuando se vayan —ofrece Ayeon, señalando los pancakes.

Mis ojos se iluminan de inmediato, y asiento con entusiasmo. Mi tía me lanza una mirada de “no tienes remedio”, pero también acepta la idea.

Le sonrío a la chica, y ella me devuelve una sonrisa más pequeña, pero lo hace. Es tan jodidamente hermosa. Me encantaría verla reír algún día. De hecho, me encantaría que fuera mi novia.

Ese pensamiento me hace recordar el coqueteo obvio y mutuo que tuvimos hace un rato. No hay forma de que eso haya sido solo una broma, ¿verdad? No, me niego a creerlo. Si ella está dispuesta a coquetear conmigo, entonces no tengo nada que perder, ¿cierto? Lo peor que podría pasar es que este ángel me rechace...

O tal vez no. Mejor ir con cautela. Es más seguro empezar como amigas e ir tanteando el terreno.


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Nota: actualizo hoy porque no sé si podré luego. Ahora bien... ¿Qué les pareció esta primera, real, interacción entre Aline y Ayeon? Siempre seré feliz de leer todas sus teorías, comentarios y opiniones 👀♡

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