2. Mentirte ☑
Al subir hasta la parte superior del tobogán, donde nos encontramos siempre, doy un brinco al ver a dos niñas idénticas que parecen tener mi edad, alrededor de diez años. También son gemelas y, si no fuera por sus diferentes expresiones, no sabría si estoy viendo doble o alucinando.
Ambas tienen el cabello negro suelto y muy ondulado, ojos celestes claros, casi grises, y están vestidas iguales con un suéter totalmente blanco y un overol negro. La niña de la izquierda está completamente seria mientras que la de la derecha sonríe ligeramente. Aunque su sonrisa me da un ligero escalofrío, como si estuviera a punto de hacer una travesura.
Confirmando mis sospechas, la niña sonriente pone un dedo sobre sus labios, indicándome que guarde silencio. Por temor a que me hagan daño, ya que son dos y estoy sola sin mi hermano o un adulto cerca, le hago caso.
—Solo venimos a buscar un gato, no tengas miedo —me dice la niña sonriente, con voz suave. Internamente, respiro aliviada al saber que no me harán daño y que solo están buscando a su gato, así que me ofrezco a ayudar.
—¿Quieren que les ayude a buscarlo? Conozco este parque casi por completo —pregunto entusiasmada. La niña me sonríe aún más alegre, mientras que su gemela sigue igual de seria e inexpresiva.
—Nos encantaría. Eres muy amable. ¿Cómo te llamas? —me pregunta luego de aceptar. —Yo soy Rage y ella es mi hermana Glare —se presenta, entrelazando su brazo con el de su hermana.
¿Rage y Glare? Qué nombres tan curiosos.
Me atrevería a decir incluso que se confundieron al ponerles los nombres; la que se llama Rage parece más una Glare, y la que se llama Glare, aunque no tiene precisamente cara de Rage, le iría mejor el nombre a ella que a su hermana. (*)
—Yo soy Aline —me presento con una sonrisa. La niña seria me mira con curiosidad, ladeando un poco la cabeza. Me sorprende cuando me dirige la palabra por primera vez.
—¿Te llamas Aline? —pregunta, y yo asiento un poco insegura.
La niña de la derecha, Rage, al ver el silencio que deja su hermana después de hacer la pregunta y no decir nada más, habla sin dejar de sonreír y con una mirada honesta.
—Tranquila, mi hermana solo tenía curiosidad. Tu nombre nos suena familiar, creo que lo hemos escuchado antes, pero no estamos seguras —asiento con la cabeza y les sonrío para que sepan que estoy a gusto hablando con ellas.
—Qué buena suerte, ya no necesitamos buscar a Mortis —dice Glare, la niña seria, mirando hacia abajo. Yo doy un grito ahogado al sentir algo pasar por mi pierna. Al mirar hacia abajo, veo a un gato negro de ojos verdes que me mira fijamente.
—¡Sabía que lo encontraríamos antes que los demás! Siempre tienes buena suerte —exclama feliz Rage, la niña sonriente. No puedo evitar ponerme de rodillas y extender la mano para acariciar al lindo gato que no para de hacerme ojitos. —Oh, yo no haría eso si fuera tú —me advierte Glare por primera vez, con una expresión tan seria como la de su hermana, lo cual las hace parecer el reflejo exacto una de la otra.
Eso da miedo.
—¿Por qué? —pregunto, con un poco de temor.
—Porque hoy tienes muy mala suerte —responde Glare, y yo la miro confundida, pero luego lanzo un grito al recibir un fuerte arañazo del gato en la mano que tenía extendida para acariciarlo.
Mis ojos se llenan de lágrimas por el ardor de la herida que me hizo el gato. Lo último que puedo ver con mis ojos borrosos por las lágrimas es como el gato salta a los brazos de Glare, y luego como alguien de cabello largo y blanco me sostiene y dice cosas que no logro entender.
A los segundos, escucho a mi mamá llamándome a gritos preocupada, seguramente por haber escuchado mi grito. Aled también aparece en mi borroso campo de visión y luego avisa a gritos a mamá para que sepa donde estamos.
Estoy de rodillas, sin saber cómo llegué a estar así, con lágrimas en los ojos que trato de evitar que caigan, y con la mano derecha temblando por el ardor que siento y la horrible visión de la sangre saliendo de las marcas de garras en mi mano. Seguramente se vería peor si pudiera verlo mejor sin las lágrimas en mis ojos.
° ° °
Estoy sentada en mi cama, observando el parche en mi mano derecha, justo sobre la herida. Si presto mucha atención, puedo sentir la palpitación y un ligero escozor.
Al final, cuando me preguntaron, solo mencioné que un gato me había causado la herida, que intenté acariciarlo y me arañó antes de salir corriendo. No fue una mentira; simplemente omití el encuentro con las niñas, que aparentemente se habían ido antes de que llegara Aled. No sé por qué lo hice, y estoy aún más confundida por las últimas palabras que una de ellas me dijo antes de irse.
"Porque hoy tienes mala suerte".
Normalmente, no creo en la buena o mala suerte, pero tampoco me gusta tentar al destino. Siempre pido deseos al ver una estrella fugaz o al soplar un diente de león. No entiendo qué quiso decir con eso; tal vez solo estaba bromeando conmigo.
Lo que más me intriga es que nunca las había visto antes por aquí. Vivimos en un pueblo no tan grande, así que todos nos conocemos o al menos nos hemos visto antes en algún lugar. Pero a ellas nunca las vi. Tampoco las recuerdo de la escuela.
Últimamente, me he encontrado con muchos rostros nuevos, algo inusual en este pueblo. ¿Será que hay alguna noticia o publicidad de la que no me enteré y ahora están mudándose muchas familias nuevas? Sería increíble; no me llevo precisamente bien con todos los niños de la escuela, así que sería genial hacer amigos nuevos.
No encuentro otra explicación aparte de la mudanza o que estén de visita, tal vez en casa de algún familiar que vive aquí. Aunque prefiero creer en mi versión de la mudanza.
—Aline, mamá dice que tienes visita —me avisa Aled al pasar frente a mi puerta. Dejo de pensar y corro hacia abajo para ver quién es. No hay muchas personas que me hayan visitado antes, y mucho menos de repente.
Antes de bajar completamente las escaleras, diviso un cabello blanco en la entrada de mi casa. Mi corazón late con fuerza por la emoción, y no puedo evitar bajar las escaleras lo más rápido posible.
—¡Ayeon! —grito feliz antes de lanzarme a sus brazos, abrazándola con fuerza sin forzar mi mano herida.
—¡Aline, no hagas eso! Puedes lastimarte —me regaña Ayeon, llena de preocupación, mientras me devuelve el abrazo de manera más ligera, como si temiera lastimarme.
Ignoro sus palabras porque no puedo estar más contenta de verla aquí. Nuestro picnic fue un completo fracaso mucho antes de empezar, por culpa del accidente que tuve. Ayeon fue la primera en encontrarme cuando el gato me hirió, pero no pude decirle nada ni disculparme por arruinar nuestros planes.
Inmediatamente, mi hermano llegó y comenzó a llamar a mamá a gritos. Cuando ella llegó, me cargaron y me llevaron al pequeño hospital del pueblo. Ni siquiera pude despedirme de Ayeon. Tampoco pude pensar en nada más que en mi dolor y en tratar de evitar que siguieran cayendo lágrimas.
Ayeon me despega gentilmente de ella, y me quedo de pie sin perder mi sonrisa.
Seguramente la preocupé mucho, así que lo menos que puedo hacer es mostrarle que estoy bien, que soy fuerte.
—Señora Wate, quisimos venir personalmente, mi sobrina y yo, para ofrecer nuestras más sinceras disculpas por lo que pasó hoy con su hija —comienza a hablar una mujer que no vi, que está al lado de Ayeon, frente a mi mamá.
La mujer parece tener la misma edad que mi mamá, unos 29 años. Tiene el cabello negro atado en una cola de caballo, pero se nota que su cabello es un poco largo, no tanto como el de Ayeon, sino más bien como el mío. Su piel es blanca, pero tiene pecas en los brazos y un sonrojo natural en su rostro que la hace ver más joven y hermosa. Lleva un suéter negro sencillo con mangas cortas y unos jeans también negros. Se ve hermosa, joven, llena de vida y energía, como si pudiera correr durante una hora sin cansarse en absoluto.
Pero no se parece en nada a Ayeon. No parecen familia en absoluto, si soy honesta. Aunque dijo que Ayeon es su sobrina, tal vez por eso no se parecen... Aunque me sigue pareciendo un poco extraño el nulo parecido.
¿Tal vez Ayeon está enferma de algo y por eso se ve tan pálida y frágil? El solo pensarlo hace que se me revuelva el estómago. Pero pensar eso no tiene sentido; su hermana se ve igual de pálida que ella. No importa si la vi un poco de lejos; se notaba el total parecido entre ambas hermanas, incluso en la forma del cuerpo y el color de piel y cabello.
¿Tal vez es algo que viene de herencia por parte de su madre o padre? Me gustaría preguntárselo si no le molesta. Lo haré cuando volvamos a reprogramar el picnic.
—Oh, no hay por qué ser tan formales —responde mi mamá a la tía de Ayeon con una sonrisa amable. —Pero... ¿Por qué las disculpas? Solo fue un accidente lo que pasó con mi hija —pregunta mi madre confundida. Me mira interrogante, y yo bajo la cabeza inmediatamente mientras siento mis mejillas arder.
Mi madre tiene razón: las mentiras tienen patas cortas.
Pero no sabía que mi fin llegaría tan pronto. Incluso creí que jamás se sabría la verdad. Ni siquiera estoy segura por qué oculté parte de la verdad. Tampoco es como si fuera culpa de esas niñas; una de ellas incluso me advirtió que no lo tocara. Fui yo quien decidió acercarse a un gato sin el permiso de su dueño.
—No entiendo... —dice la tía de Ayeon. —Ayeon, ¿no fue nuestro gato quien rasguñó a tu amiga Aline? —pregunta la señora.
Levanto la cabeza como un resorte y miro a Ayeon con los ojos como platos al procesar todo. ¿Esas niñas son familiares de Ayeon, primas tal vez? Es lo único que se me ocurre al comparar el parentesco de ella con la tía de Ayeon.
Mirando a Ayeon trato de expresar con la mirada lo que no puedo decir con palabras en este momento: Miente, miente, miente. No quiero que tus primas se metan en problemas por mi culpa y me odies por eso.
Ayeon me mira por un corto segundo y responde a su tía con firmeza:
—Sí, fue Mortis. Vi a Glare con él en brazos mientras ambas bajaban del tobogán antes de que yo subiera y viera a Aline herida —dice, y yo dejo caer los hombros con derrota. —Perdón, señora Wate, no pude proteger a su hija como se lo prometí a ella —Ayeon baja la cabeza, haciendo una pequeña reverencia hacia mi madre.
—Nos disculpamos profundamente por el daño causado. Prometo traer a mis hijas para que vengan a disculparse personalmente y las castigaré con firmeza en consecuencia —dice la tía de Ayeon. Me estremezco ante sus palabras. No las dijo de manera dura, pero se nota que es una mujer que cumple lo que promete. No hay forma de poner en duda lo que dice. Ella hará exactamente lo que promete.
Mi madre, nerviosa y un poco incómoda, resta importancia al asunto y le pide amablemente a Ayeon que deje de reverenciar. Esta cumple con el pedido, pero no vuelve a dirigirme la mirada, solo queda con la vista fija en el suelo.
¿Qué estará pasando por su cabeza?, pienso con tristeza.
—No hay razón para ser tan dura con las niñas. No las conozco, pero me gustaría que primero se supiera las dos versiones de la historia antes de imponer cualquier castigo —negocia mi madre. —Estoy segura de que hay muchos detalles que aún no sabemos de lo que pasó.
Ahí, mi madre me dirige su típica mirada de madre, que quiere decir: tú y yo vamos a hablar seriamente, jovencita.
No puedo evitar encogerme al saber lo que se viene luego de que Ayeon y su tía se vayan.
Estoy perdida.
° ° °
Luego de que se fueran, mi mamá me señaló con una inclinación de cabeza hacia la sala. No dijo nada más, solo la seguí en completo silencio. Apuntó hacia el cómodo sofá color café oscuro de tres puestos, ya un poco viejo, que vino con la casa cuando mis abuelos se la heredaron a ella. También hay muchas otras cosas por toda la casa que son recuerdos de mis abuelos y de mi madre cuando vivió aquí desde pequeña.
A pesar de que la casa tiene muchos muebles y objetos visiblemente viejos o desgastados por el constante uso, de todos modos me gusta mucho vivir aquí. Cada rincón te hace sentir como en casa. Incluso los colores dentro y fuera de la casa, como el chocolate, negro, amarillo y blanco, le dan un toque cálido, viejo pero moderno y bien cuidado.
Amo mi casa y a mi familia. Aunque es cierto que no pude conocer a mis abuelos por mucho tiempo más allá de unos pocos años, tengo los mejores recuerdos con ellos y ellos conmigo también, así que estoy más que feliz por cada segundo compartido y el hecho de que aún los recordemos aquí con mucho amor, más que con tristeza.
Aled dice que mi forma de pensar sobre la muerte es un poco rara, que tal vez porque realmente no sé lo que es la muerte, es por eso que pienso de manera tan positiva. Yo pienso que él es el tonto que siempre anda pensando en lo malo primero. Además, les prometí a mis abuelos que no dejaría que nada apague mi luz. Ellos me sonreían mucho y también les gustaba que yo fuera una niña alegre. A mí también me gusta.
Aunque en estos momentos no puedo sentirme así al mirar la fuerte mirada de mi madre llena de reproche.
—Aline... —me llama mi madre, aunque ya la estoy mirando con mucha culpa expresada en mi rostro. Mejor rendirse lo más pronto posible que tratar de ocultar y negar lo obvio. —Espero que seas muy consciente de que lo que hiciste no está bien. Estábamos muy preocupados por ti, tu hermano y yo. Cuando te pregunté sobre lo que había pasado para saber qué decirle al doctor, creí cada palabra que dijiste porque en nuestra familia no se miente nunca —me regaña, y yo agacho mi cabeza. —Así que te voy a preguntar de nuevo, Aline... ¿Qué pasó ahí exactamente? Esta vez no quiero más mentiras —me advierte con dureza. Yo me encojo un poco.
Pocas veces mi mamá me ha regañado, y cuando lo ha hecho siempre ha sido junto a Aled, porque ambos hicimos alguna travesura o desobedecimos en algo. Pero nunca he estado sola y admito que estoy un poco asustada al estar sentada en este gran sofá, sola, mientras la mirada de mi madre no se despeja de mí.
Por el rabillo del ojo veo a Aled bajar las escaleras hasta quedar en la entrada hacia la sala. Duda entre si entrar o no mientras alterna su mirada entre mi madre y yo. Al final decide quedarse recostado en una pared cercana pero manteniendo la distancia.
Con solo mirarnos por unos cortos segundos sabemos que ni él puede intervenir ni yo puedo pedirle ayuda.
Estoy sola. Estas son mis consecuencias por mentir.
—Yo... Lo del gato que me aruñó porque iba a acariciarlo no fue mentira —aseguro en un murmullo, tengo miedo de alzar la cabeza y mirarla.
—Bien... —acepta suavizando un poco la voz pero aún manteniéndola firme —Ocultar parte de la verdad tampoco es algo que deba celebrarse. ¿Cuál es la parte que no me dijiste?
—Me encontré con las niñas de casualidad donde siempre me encuentro con Ayeon para jugar —empiezo a contar, esta vez siendo totalmente honesta —Ellas habían perdido a su gato, así que me ofrecí para ayudarlas a encontrarlo, pero antes de que pudiéramos hacer nada, el gato ya había aparecido y, como estaba cerca de mí, quise acariciarlo. Una de las niñas me dijo que no lo hiciera, pero antes de que pudiera quitar mi mano, el gatito me había aruñado. Esa es la verdad, mamá, no te estoy mintiendo esta vez, lo prometo —le ruego mientras siento un nudo en el pecho.
Mi mamá lanza un fuerte suspiro y me atrevo a mirarla. Se está frotando los ojos con las manos, como si les doliera. Cuando baja la mano y me devuelve la mirada, se le ve cansada pero aliviada. Se sienta a mi lado, a mi izquierda, y agarra mis manos con dulzura.
Mi pecho se aprieta al darme cuenta, por su suave mirada hacia mí, que realmente me creyó. No desconfía de lo que le dije. Eso me alivia mucho y me hace feliz. Temía que se decepcionara de mí y que jamás volviera a confiar en mí; me dolería mucho eso.
—Aline, quiero que entiendas el por qué me molestó tanto que me mintieras sobre esto —dice con suavidad.
Noto a Aled acercarse con cautela hacia nosotras, y cuando mamá le da una sonrisa de invitación, camina rápido hasta sentarse en el suelo frente a nosotras; los dos nos volteamos para mirar a mamá y prestar atención a sus palabras.
—Hoy te hiciste mucho daño, sangraste incluso. —trago saliva y siento como se me revuelve el estómago al recordar —Al principio creí que solo fue una mera casualidad, un accidente, porque eso fue lo que me contaste. Pero luego cuando vino la tía de tu amiga y dijo que sus hijas estuvieron ahí cuando pasó eso... ¿Sabes qué fue lo primero que pensé? —me pregunta y yo niego levemente con la cabeza —Pensé... que en realidad ellas te estaban molestando y que de alguna manera llegaron a hacerte daño.
Mis ojos se abren como platos y empiezo a negar rápido con la cabeza.
—Ellas no me hicieron nada, lo juro. Ellas fueron muy buenas conmigo, hasta hablamos un poco. —aclaro de inmediato.
—¿Entonces por qué mentir, Aline? —me pregunta mamá con tristeza y me pone un mechón de cabello detrás de la oreja con cariño. —Si ellas fueron tan buenas contigo como me dices, entonces no había necesidad de ocultar la verdad.
—Yo... no lo sé —susurro honesta, con tristeza. Mamá me acaricia la mejilla con una mano y extiende la otra hacia Aled que está en el suelo; él la toma de inmediato, mamá se la aprieta y nos sonríe a los dos.
—Los amo. —nos dice y ambos le sonreímos. Nosotros también la amamos, no nos tiene que preguntar para saberlo, ni nosotros a nuestros padres. —No quiero que nada malo les pase si puedo evitarlo; por ello les pido que de ahora en adelante no vuelvan a mentirme sobre nada, ni me digan verdades a medias —nos pide, y los dos asentimos con la cabeza. —Pueden pasar cosas malas por mentir, pueden ocurrir malos entendidos. No solo con ustedes, los demás también pueden salir lastimados —alterna su mirada entre Aled y yo para saber si le entendimos. Asentimos a la vez con la cabeza. Mamá estira los brazos y nos da una gran sonrisa hasta que sus ojos se achican —¿Abrazo de reconciliación? —Pregunta, y rápidamente la embestimos hasta que los tres caemos medio acostados en el sofá. Reímos sin poder evitarlo y el dolor en mi pecho se aligera.
Todo está bien ahora.
Y yo prometo no volver a mentir nunca más. Estuvo mal y se sintió feo.
Mamá tiene razón, mentir no es algo bueno ni para mí ni para los que me rodean.
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(*) Rage en español significa furia/rabia y Glare significa destello/resplandor.
Pregunta: ¿Desde qué país me leen y qué edad tienen? Yo soy de Panamá (como ya dije en el capítulo anterior) y tengo 23 años recién cumplidos, el 2 de Agosto ♡
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