Capítulo 3
Clarissa
Christian acababa de salir de mi casa, cuando llamaron a la puerta. Me sorprendió ver a Ian delante de mí. Lo dejé pasar y aproveché para presentarle a mi mamá. Ella al principio no le agradó la diferencia de edad, Ian era más de diez años mayor que yo y a mi mamá le preocupaba que deseara aprovecharse de mí.
Pero después de media hablando con él, esa idea fue desechada. Lo invitó a comer con nosotras, incluso lo hizo quedarse para que pudiera conocer a mi padre.
Aunque a mi madre no le desagradaba Ian, noté que la felicidad de mi mamá para con él, era simplemente que me veía contenta, con ganas de vivir, salir y disfrutar mi vida. Ella no me lo dijo, pero pude descifrarlo. Sus miradas me decían todo.
Al anochecer, y viendo que mi padre tardaría en llegar, Ian se despidió de mi madre y lo acompañé a la puerta.
—Fue un verdadero placer pasar esta tarde con vosotras...
Sí, Ian hablaba así y me encantaba.
—Me alegra que te haya gustado.
—No me podría haber imaginado una tarde mejor, ¡he pasado casi todo el día con un ángel! Dime, ¿Cuántos pueden decir que han tenido la misma suerte?
—No soy un ángel, Ian.
—Claro que eres un ángel, eres mi ángel.
Desde que lo conocía me decía eso. Al principio me dio algo de miedo, pero después adoraba escucharlo decir eso. Me dio un beso en la mejilla y se fue. Suspiré mientras cerraba los ojos. Ahora si sentía que podría tener mi final feliz. Ya solo faltaría arreglar las cosas con Daniel, no me gustaría estar mal con él por siempre. Pero, ¿Cómo localizarlo?
No quería ir a su casa, no sabía que le había dicho a su mamá y no quería recibir groserías, ni de ella ni de él. Tampoco podía ir a la escuela porque ya todos estaban de vacaciones. Oficialmente éramos graduados de la preparatoria. Tampoco podía ir a verlo jugar, no le arruinaría una de sus pasiones apareciendo como si nada por ahí.
En eso estaba pensando, cuando lo oí.
—Buenas noches Clarissa...
No pude evitar dar un brinco, su voz me espantó. No me esperaba encontrármelo enfrente de mi casa, le sonreí. Me había facilitado tanto las cosas.
—Buenas noches Daniel.
—Creí que nunca volvería a verte —dijo totalmente serio.
No sabía si eso era "esperaba verte otra vez" u "ojalá nunca hubieras aparecido". Como no entendí esa frase, opté por no decir nada. Él me miró como si esperara que yo lo golpeara u otra cosa parecida. Tampoco iba a hacer nada de eso, simplemente no podría.
El viento sopló y me causó un escalofrío. Lo miré una última vez antes de bajar la cabeza.
—Debería entrar, ya es tarde —dije dando media vuelta.— Nos vemos después Daniel, ten bonita noche.
—Hasta luego Clary.
Asentí y entré a mi casa. Mientras me ponía mi pijama, seguí meditando sobre qué hacía Daniel cerca de mi casa. Y entonces recordé que Jess vivía cerca.
El que él estuviera saliendo con Jess no era de mi incumbencia, pero, vaya que explicaba muchas cosas.
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