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Veinte

SeHun seguía sintiéndose incómodo cuando terminó de poner tablones en el porche y le dijo a JunMyeon que era hora de irse a ver las casas. Había estado muy cerca de tomarlo en sus brazos y besarlo otra vez un rato antes, pero sabía que no le habría bastado con unos cuantos besos. Lo mejor sería mantener las distancias entre los dos. JunMyeon tenía que acostumbrarse a la idea de tenerlo cerca otra vez, y ponerlo nervioso no lo ayudaría más que para alejarlo y eso no era lo que SeHun quería, SeHun quería que JunMyeon confié nuevamente en él.

Aunque claro que era bastante difícil poner distancia entre ellos en la cabina de una camioneta. SeHun podía oler la fragancia, familiar y clásica, que siempre había llevado JunMyeon, un aroma ligero y floral. Siempre le había recordado el jardín de la abuela de JunMyeon. Durante mucho tiempo no había podido oler una rosa sin acordarse de JunMyeon. Cuando Luhan propuso plantar rosales en su casa, SeHun se había negado de forma contundente. Para su alivio, Luhan las había sustituido, a regañadientes, por lilas, hortensias y azaleas, que había terminado por descuidar al poco tiempo.

SeHun también había terminado odiando la pequeña casa con su caótico jardín. No era más que una vieja casa de playa, pequeña y repleta de recuerdos de lo mal que había hecho las cosas. Había arreglado el tejado y pintado la fachada, pero entonces estaba demasiado ocupado levantando su negocio como para invertir tiempo y dinero en las reformas que habrían hecho de ella un lugar más acogedor. Si las personas para las que había construido casas en los últimos años vieran el lugar en el que SeHun vivía, no estaba seguro de que siguieran confiando en él.

Pero tenía intención de cambiar todo eso. Pensaba quedarse con una de las dos casas para las que quería que JunMyeon diseñara el jardín y los exteriores, pero no se lo había dicho a JunMyeon. No sabía exactamente por qué, a no ser que fuera que aún no había decidido con cuál se quedaría. Tenía la esperanza de que la reacción de JunMyeon al verlas lo ayudara a decidir. Tal vez tuviera miedo de que JunMyeon se echase atrás si supiera que SeHun era el cliente final al que tendría que complacer. Después de todo, había aceptado darle carta blanca a JunMyeon para que diseñara como quisiera dos jardines para unos compradores anónimos que podrían llegar en primavera.

Cubrieron el camino hasta las obras en silencio. Esa era otra cosa que siempre le había gustado de JunMyeon, que no sentía la necesidad de llenar cada minuto con charla, algo que Luhan nunca había logrado entender. Luhan no podía guardar silencio diez minutos ni aunque su vida dependiera de ello, algo que siempre le había molestado tremendamente. Al igual que muchos otros rasgos de su personalidad, pero su hijo lo había impulsado a relegar todo desacuerdo a un segundo plano.

Cuando se metió en el camino de tierra que conducía a la primera de las casitas de estilo Cape Cod, con la fachada hecha con listones de madera de color gris claro y el remate blanco que bordeaba todo el contorno del edificio, miró de reojo a JunMyeon. Éste iba sentado al borde, con la mirada expectante. Cuando la casa apareció a la vista, SeHun contuvo la respiración.

—Vaya SeHun, es absolutamente preciosa. —exclamó JunMyeon, mirándolo con ojos relucientes—. ¿Puedo verla por dentro?

SeHun sonrió ampliamente dejando salir todo el aire que había guardado en sus pulmones.

—¿Tienes idea de diseñar un jardín interior también? —le pregunto SeHun con una sonrisa.

—Muy gracioso. —dijo JunMyeon, con una mirada suplicante—. ¡Por favor!

SeHun se echó a reír más, complacido de que le gustara la casa a JunMyeon.

—Claro que puedes ver el interior. Aún no han terminado las obras. Quedan muchos flecos que no podrán rematarse hasta marzo o por ahí. El mercado inmobiliario empieza a moverse de verdad en abril, por eso no estoy corriendo demasiado. —explico SeHun.

—No importa. Utilizaré mi imaginación. —respondió JunMyeon quitándole importancia.

En cuanto detuvo la camioneta, JunMyeon saltó sin esperar a que SeHun lo ayudara.

JunMyeon ya estaba a medio camino de la puerta de entrada cuando SeHun lo alcanzó.

—Estás muy ansioso ¿O es que tienes frío? —bromeó SeHun.

—Ansioso. —dijo JunMyeon sin dudar mientras atravesaba el porche con forma semicircular y lo esperaba allí—. Venga, pesado. Abre ya.

SeHun abrió la puerta principal, entró y lo esperó con el corazón en la garganta.

—Oh, Dios mío. —murmuró JunMyeon al entrar en el vestíbulo con el suelo de madera reluciente y una claraboya en el techo que inundaba el interior de claridad solar, otorgándole a todo un tono dorado—. Es preciosa SeHun.

JunMyeon se paseó por las habitaciones de la planta baja con gesto casi reverencial, expresándole su agrado por las ventanas, la chimenea, la moldura de los techos, las puertas acristaladas del comedor por las que se accedía a un patio de ladrillo rosado, la luminosa cocina y un mirador en el que bien podría encajarse una mesa con bancos para desayunar disfrutando de la vista de la bahía.

—Me encanta. —no dejaba de repetir JunMyeon—. Es absolutamente perfecta. — sonrió—. Tienes un gusto increíble. ¿Qué tipo de armarios pondrás en la cocina?

—Blancos con puertas de cristal. Quiero usar cristal artesanal, de ése que tiene burbujas y hace aguas, para que le dé personalidad. —explico SeHun detalladamente ansioso por la respuesta de JunMyeon—. ¿Qué opinas?

—Opino que le irá de maravilla. —dijo JunMyeon—. Cada detalle es exactamente como yo lo habría puesto.

SeHun tuvo que morderse la lengua para no decirle que era él quien le había inspirado todo aquello. No podía recordarle que los dos habían rememorado una docena de veces la casa de sus sueños durante aquel increíble verano. Le dolía hasta límites insospechados que JunMyeon no pareciera recordarlo, que no reconociera los detalles de los que tanto habían hablado.

—¿Cuántas habitaciones hay arriba? —pregunto JunMyeon ignorando el rostro desencajado de SeHun.

—Cinco con el dormitorio de matrimonio. Es en esa habitación y en la cocina donde faltan más cosas por terminar. —conto SeHun señalando el lugar.

—Pero sigo queriendo subir. ¿Puedo? —cuestiono JunMyeon ansioso.

—Claro.

Esa vez SeHun lo dejó ir solo. SeHun se quedó en la cocina contemplando la vista, recordando el cuidado que había puesto en conseguir el ángulo perfecto para que la luz del sol entrara por las mañanas en la cocina tal como JunMyeon alguna vez lo había sugerido. SeHun también oía los pasos de JunMyeon en el piso superior, incluso sus ocasionales exclamaciones, y trató de imaginarse lo que estaba viendo. quería comprobar cuánto le gustaba lo llenaba de felicidad y satisfacción, pero también de pesar. 

Aquella casa debería haber sido de ellos dos. Pensó SeHun con amargura y odio a sí mismo. Deberían de haberle dado juntos los últimos retoques, pero ahora tendría que hacerlo él sólo. Aunque a SeHun no le bastaba saber que lo conocía tan bien que lo había complacido con cada detalle. La verdadera alegría habría estado en compartir, en las excursiones para comprobar desde los grifos hasta los ventiladores del techo o la tarima del suelo.

Aun así, no podía negar que era agradable saber que había construido algo que le gustaba a JunMyeon. SeHun estaba impaciente por ver la reacción que JunMyeon tendría cuando viera la otra casa. Era irónico, dado que habían estado seis años separados, pero había tenido todo el tiempo la sensación de que JunMyeon estaba con él mientras diseñaba y construía las casas.

—Eh, hace frío aquí. —gritó al fin SeHun a JunMyeon—. ¿Vas a bajar de una vez para hacer el trabajo para el que te he contratado?

JunMyeon bajó los escalones dando saltos, con las mejillas sonrosadas.

—Menuda bañera has puesto en la habitación de matrimonio. —bromeó JunMyeon.

—Hay sitio para dos. —confirmó SeHun

—Será una pareja afortunada. —añadió JunMyeon.

SeHun sonrió ampliamente guardándose el comentario sugerente que soltaba su mente.

—Cierto. ¿Listo para dar una vuelta por el exterior? —pregunto SeHun calmado sus hormonas.

—Tengo que ir a buscar mi cuaderno a la camioneta para ir tomando apuntes e ideas. —señalo JunMyeon, por unos minutos su cerebro pareció recordarle el comentario de Taehyung sobre su trabajo, pero la confianza que SeHun le daba lograron que desechara rápidamente ese pensamiento pesimista.

—Bien. Nos vemos en el roble que hay en la parte trasera. Ya verás cuando lo veas en primavera y otoño. Está espectacular. —animo SeHun al ver como el rostro de JunMyeon se ensombrecía un poco.

De pronto, parte del brillo que había en la mirada de JunMyeon desapareció.

—Tendré que creerte. —dijo JunMyeon—. Probablemente haya vuelto a Seúl para entonces, pero me alegro de que lo hayas conservado. La mayoría de los constructores talan todo lo que se interpone en su camino.

—No podía talar ese roble. No dejo de imaginar un columpio colgando de sus ramas o una casita de juegos construida en la copa. Además, añade sustancia a este sitio. Parece que lleva tiempo aquí. —explico SeHun ignorando el dolor en su corazón al oírle decir que se iría.

Para asombro suyo, JunMyeon se puso de puntillas y le plantó un impulsivo beso en la mejilla.

—Es agradable ver que un viejo árbol te hace ponerte sentimental. —alabo JunMyeon y se fue sin darle tiempo a reaccionar a SeHun.

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Espero les guste este cap. y si no entienden lo explicare mejor en el siguiente capitulo que lo subire mañana. 

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