Treinta y Siete
La cabeza le daba vueltas a JunMyeon. Nunca se le habría ocurrido que SeHun le diría que le importaba, no tan pronto, no de aquella forma. A punto había estado de echarse a llorar en sus brazos. Menuda imagen habría dado.
JunMyeon no podía dejar que unas palabras dichas de forma impulsiva volvieran del revés su mundo, se reprendió a sí mismo una y mil veces a lo largo de los siguientes días. Tampoco era que le hubiera declarado amor eterno. «Tú me importas», había dicho SeHun. No un «te amo» aunque se había disculpado nuevamente por lo de hace seis años. Dios, seguro que el contable que le llevaba las cuentas también le importaba. Y los hombres de su cuadrilla.
Pero por mucho que trataba de contemplar aquellas tres sencillas palabras con perspectiva, JunMyeon no dejaba de escuchar el sentido que subyacía. Se refería al amor que SeHun podía darle en esos momentos y, con bastante probabilidad, el amor que SeHun pensaba que JunMyeon podría aceptar.
Pero ¿bastaría para darle la fuerza que necesitaba para conocer a su hijo? Ese niño, aunque no tenía culpa alguna, había cambiado su vida por completo, se dijo JunMyeon. ¿Cómo reaccionaría al verlo? Sabía por instinto que le abriría su corazón, y eso era lo que más miedo le daba.
Sin embargo, y por mucho miedo que le diera que volvieran a hacerle daño, JunMyeon sabía que no tenía opción. Quería ver al niño, quería conocerlo y comprobar en persona cuánto de SeHun había en él. Si aquello debía ir acompañado de angustia y pesar, que así fuera. Sería un precio pequeño para algo, mejor dicho, alguien, tan importante en la vida de SeHun.
Aunque prácticamente había tomado una decisión, no la compartió con SeHun. No quería tener que tragarse sus palabras después en caso de que se echara atrás. Aunque sabía que su silencio estaba volviendo loco a SeHun. Él le había prometido no atosigarlo, y no lo haría, pero cada vez que estaban juntos SeHun lo miraba con gesto inquisitivo, haciéndole todas las preguntas que había prometido no verbalizar. Así que los días posteriores fueron algo confusos y ajetreados para ambos.
Por fin, el jueves, JunMyeon no pudo aguantar las cautelosas y subrepticias miradas de SeHun un segundo más.
—Está bien, sí. —dijo mientras desayunaban los bizcochos de arándanos con café en la mesa de la cocina, en lo que se había convertido en su ritual de cada mañana. Le resultaba tan agradable que le daba miedo.
SeHun parpadeó sorprendido y se quedó mirándolo fijamente.
—¿Sí? —pregunto animado con los ojos maravillados.
—Hagamos algo el sábado. Mark, tú y yo. —anuncio JunMyeon conteniendo la respiración por unos segundos.
Los ojos de SeHun se iluminaron aún más y una sonrisa brotó de sus labios.
Cualquiera diría que le había concedido el mayor deseo del mundo. Tal vez, si se hubiera dado cuenta de que significaba tanto para él, JunMyeon se lo habría dicho antes.
—¿De verdad? ¿Estás seguro conejito? —cuestiono nuevamente SeHun—. Yo no quiero que hagas nada que te incomode o lastime. Yo...
JunMyeon levantó una mano para pedirle prudencia.
—Será mejor que no armes demasiado alboroto SeHun, ¿de acuerdo? —dijo JunMyeon con algo de seriedad bebiendo su café.
SeHun lo miró con los ojos entornados.
—¿Qué quieres decir? —pregunto SeHun algo dolido por la actitud de JunMyeon.
—Podríamos quedar en algún sitio y hacer que parezca un encuentro casual. Ya sabes, algo sin importancia. —aconsejo JunMyeon con normalidad.
SeHun lo miró con la intención de discutírselo, pero hasta SeHun podía ver que su razonamiento era acertado.
—Probablemente tengas razón conejito. —dijo SeHun al final—. Será lo mejor.
—Si queréis, podemos ir a comer después. —ofreció JunMyeon pensativo—. No sé, hamburguesa. ¿Le gustan las hamburguesas?
—Después de la pizza, es su comida favorita. —respondió SeHun con alegría.
—¿No sería mejor ir a comer pizza entonces? —preguntó JunMyeon con gesto de preocupación, deseoso de que el plan saliera perfecto. Sabía que le estaba dando demasiada importancia, pero no podía evitarlo. No importaba cómo lo planteasen: para JunMyeon sería un encuentro importante.
SeHun alargó la mano por encima de la mesa y tomó la suya.
—Deja de preocuparte conejito. —susurro SeHun con cariño—. Habíamos dicho que no íbamos a darle demasiada importancia, ¿recuerdas?
—Lo sé, lo sé. No quiero hacerlo por el bien de tu hijo, pero para mí es diferente. —JunMyeon inspiró profundamente en un intento por afianzar su determinación—. Eso no significa que tenga que ser algo importante para él; sólo quiero que se lo pase bien, haciendo aquello que le gusta, ¿entiendes?
—Quieres gustarle. —resumió SeHun, dando de lleno en el centro de la cuestión y sintiéndose enternecido por JunMyeon.
—De acuerdo, sí. —admitió JunMyeon a regañadientes.
SeHun le obsequió con una amplia sonrisa.
—Con un poco de suerte, todos estos planes y maquinaciones se vendrán abajo de todas formas. —exclamo SeHun.
—¿Por qué? —preguntó JunMyeon alarmado, temiendo que sus esperanzas, ya de por sí descontroladas, quedaran en nada—. ¿Crees que tal vez no venga?
—Oh, sí que vendrá conejito. —dijo SeHun, con una expresión de sombría determinación—. Pero han previsto que va a nevar el viernes por la noche. Lo más probable es que pasemos el sábado haciendo muñecos de nieve y deslizándonos con el trineo. —le guiñó un ojo—. Pero después, cuando lo meta en la cama, tú y yo podríamos acurrucarnos tranquilamente delante del fuego.
La perspectiva era muy tentadora, pero JunMyeon se obligó a formular una pequeña queja.
—Me parece que no. —sentencio con seriedad.
—¿Por qué no? —cuestiono SeHun con un aspecto triste.
—¿Con tu hijo en casa? —preguntó JunMyeon, en tono de reprimenda.
SeHun le dirigió una perspicaz mirada, como si hubiera interpretado algo en el comentario que JunMyeon no había tenido intención de decir.
—¿Y cuándo vuelva a casa? —preguntó SeHun—. ¿Podremos acurrucarnos entonces?
JunMyeon le sostuvo la mirada mientras tomaba la decisión que llevaba tiempo viendo que llegaría, pues era inevitable.
—La respuesta a esa pregunta es un definitivo «quizás». —dijo JunMyeon con una tenue sonrisa desviando la mirada.
—No era la respuesta convencida que esperaba escuchar, pero lo tomaré como una buena señal. —dijo SeHun esperanzado—. Ahora estoy ansioso por que Mark vuelva a casa. ¿Qué clase de padre soy?
—Uno muy humano. —dijo JunMyeon sin emoción—. Y tal vez debieras recordarlo SeHun, cuando tu exesposo hace las cosas sin pararse a pensar. Él también es humano.
—La diferencia es que yo nunca dejaría a Mark sólo, por muy desesperado que estuviera por tener la compañía de otra persona. —sentencio SeHun con firmeza.
JunMyeon suspiro y se levantó de su silla y rodeó la mesa. Dejándose llevar por un impulso, se sentó en el regazo de SeHun y le enmarcó el rostro con las manos.
—Lo sé. Por eso creo que eres un padre increíble. —susurro mirándolo a los ojos.
Grave error porque una llama de pasión prendió en los ojos de SeHun.
—Y yo que pensaba que lo que te gustaba eran mis músculos. —bromeo SeHun sintiéndose completo al tener a JunMyeon en su regazo, como si los seis años en que pasaron separados no hubieran existido y todo el dolor de su corazón se hubiera sanado.
—No. Era tu tierno corazón. —dijo JunMyeon, dándole unos suaves golpecitos en el pecho.
—¿Sabes una cosa? —dijo SeHun con suavidad—. Mark no está aquí ahora. —lentamente movió las manos por la cintura de JunMyeon con cierto miedo. Miedo a dañarlo nuevamente y a que todo aquello sea uno más de los sueños que había tenido por años.
JunMyeon lo miró y aunque se emocionó por la insinuación de SeHun que lograba calentar su corazón su mente no se dejó seducir tan fácilmente.
—Lo sé, pero tampoco hay nieve fuera. —sentenció quitándoles las manos de SeHun en su cadera.
—¿Y crees que es totalmente necesario? —reprocho SeHun mirándolo con ojitos tristes.
JunMyeon sintió que el corazón le daba un vuelco al reconocer el deseo tan maravillosamente familiar que se apoderaba de él al tener tan cerca.
—Ahora que lo mencionas, la verdad es que no me parece que sea necesario, en absoluto. —murmuro JunMyeon, no seria nada malo en dejar fluir las cosas y saber así si merecía o no tener algo serio con SeHun.
En el fondo de su mente, SeHun llevaba días, tal vez incluso años, imaginando ese momento. Tal vez toda la vida. Y ahora que estaba ocurriendo, no podía creerlo. Deslizó un dedo por la mejilla de JunMyeon para asegurarse de que no era un sueño.
—No. —murmuró SeHun maravillado y lloroso—. Eres real, no te estoy soñando.
—Hazme el amor. —le susurro JunMyeon sensualmente acariciándole la mejilla—. Así te convencerás de que soy real.
SeHun sabía que debía guardarse todas las preguntas que tenía y aceptar el valiosísimo regalo que JunMyeon le ofrecía, pero no pudo evitar hacerlo. No quería tener ahora y luego perderlo como había pasado hace años. Su corazón no lo soportaría necesitaba a JunMyeon por el resto de su vida.
—¿Por qué ahora? —quiso saber SeHun soportando el dolor que le causaría oír una respuesta sincera.
Los labios de JunMyeon se curvaron en una sonrisa algo burlona.
—¿Por qué no? ¿Vamos a tener que hablar de esto hasta que nos muramos? —se mofo JunMyeon—. Pensé que éramos los hombres los que actuábamos por impulso en cuestión de sexo.
A SeHun le dolió mucho oír aquello y sabía que tenía que ser franco con él. Por desesperado que estuviera por tener a JunMyeon en sus brazos, no quería cometer un error que luego lamentaran los dos.
—Hace mucho tiempo, JunMyeon. Han pasado muchas cosas entre nosotros. —explico SeHun con la voz rota—. Si te llevo a la habitación ahora y te hago el amor, no será para empezar una aventura pasajera. Va a significar algo.
JunMyeon arqueo la ceja y lo observo con diversión.
—Por favor SeHun no digas tonterías. —dijo JunMyeon, mirándolo con gesto burlesco.
—Tengo que hacerlo. Quiero que comprendas lo que siento. No estoy diciendo que tú tengas que sentir le mismo. —SeHun trago grueso mientras su pecho se apretaba impidiéndole respirar luego de oír las duras palabras de JunMyeon, pero se puso fuerte tenía que demostrarle a JunMyeon que si lo amaba así que lo miró a los ojos—. Supongo que, en cierta forma, te estoy dando la oportunidad de hacerme daño al decirte que mi corazón está en juego en esto. Podrías vengarte por lo que te hice. —añadió—. O quizás podrías corresponder a mi amor.
Para consternación suya, una lágrima descendió por su mejilla al decir lo último y JunMyeon se la limpio.
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¿que les aprecio? hoy habran dos caps porque necesitare tiempo para la otra actualacion. A otra cosa el cap esta largo como prometi
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