Diesinueve
Pero eso no parecía detenerlo. Y en vista de que el repiqueteo del martillo no parecía disminuir, se levantó y fue al cuarto de baño. Se dio una ducha rápida, se puso unos vaqueros y un jersey gordo de lana, y se cepilló el pelo húmedo antes de bajar en busca de los zapatos y los calcetines. En cuanto encendió las luces, SeHun llamó a la puerta y asomó la cabeza.
—¿Estás despierto conejito? —le pregunto.
JunMyeon lo miro de mala gana
—Como si pudiera dormir con todo el jaleo que armas. ¿Qué estás haciendo, por cierto? —cuestiono bostezando.
—Empezar a poner el porche. —respondió SeHun con obviedad.
—¿A oscuras? —arqueo la ceja JunMyeon.
—Veía lo suficiente. —SeHun lo contempló y entonces sonrió ampliamente—. No eres muy madrugador, ¿eh conejito?
—Lo soy cuando tengo que serlo. —respondió JunMyeon con orgullo.
—¿Te ayudará esto? —preguntó SeHun, balanceando ante sus narices una bolsa.
JunMyeon lo olisqueó y de inmediato el aroma a azúcar y arándanos se apoderó de sus fosas nasales.
—Oh, Dios mío. —dijo JunMyeon, arrancándole la bolsa en la que metió la cabeza—. No puedo creer que la panadería siga haciéndolos.
—Pues sí, y acaban de salir del horno. Paré de camino aquí a comprárselos
a Sully. —dijo SeHun feliz por la reacción de JunMyeon—. Recordaba lo mucho que te gustaban.
—Eres un santo. —susurro JunMyeon.
—Ni mucho menos, pero ¿por lo menos me has perdonado por sacarte de la cama? —pregunto SeHun con una sonrisa.
—Eso depende. —dijo JunMyeon, contando los bizcochos—. Media docena. — suspiró plácidamente—. Desde luego, estás perdonado. Al menos, por despertarme. —le dedicó una amplia sonrisa.
—¿Vas a compartirlos? —bromeo SeHun.
—¿Tengo que hacerlo?
SeHun dejó escapar una suave risa.
—No, pero menos mal que se me ocurrió comprar otros dos para mí. —añadió SeHun mostrando otra bolsa.
JunMyeon sacó un bizcocho, saboreó lentamente el aroma del azúcar y los arándanos y, finalmente, lo mordió. La inyección de azúcar le llegó directamente al cerebro. No había vuelto a comer bizcochos de arándanos como aquéllos, y los había buscado durante años.
—Ay, Dios mío... —murmuró JunMyeon tras el primer bocado—. Es una delicia.
—¿Sabe tu hermano el chef que lo que más te gusta en el mundo es un bizcocho de arándanos? —pregunto SeHun asombrado.
JunMyeon asintió.
—Y se siente profundamente dolido. Trató incluso de aprender a hacerlos, pero a pesar de lo bueno que es en la cocina, nunca no lo consiguió. ¿Cómo recordaba sully que me gustaban? —pregunto JunMyeon maravillado—. Hacía años que no venía por aquí.
—Oye, ¿y no crees que parte del mérito es mío? —protestó SeHun, lo cual arrancó una suave carcajada a JunMyeon.
—Sí. Pensé que ya te lo había dicho. Y dime, ¿cómo recordabas que éste es mi desayuno favorito? —pregunto JunMyeon comiendo.
—Te sorprenderías de la cantidad de cosas que recuerdo. —dijo SeHun, y el pulso de JunMyeon se aceleró irremediablemente con sus palabras.
Era demasiado temprano para meterse en esos temas.
—SeHun, no me digas esas cosas. —suplicó JunMyeon, como si aquello pudiera sofocar la electricidad que había en el aire.
—¿Por qué no? Es verdad. Recuerdo todo lo que ocurrió aquel verano. —se acercó a JunMyeon y lo miró a los ojos—. Recuerdo el aspecto que tenías por la mañana, con los ojos brumosos y recién lavado. Por entonces te costaba levantarte tanto como ahora. —SeHun le rozó los labios a JunMyeon con un dedo—. Y recuerdo que tus labios sabían a arándanos y a azúcar. Me hice adicto a aquel sabor. No podía quitármelo de la cabeza, pero no bastaba con comer bizcochos. Seguía diciéndole a Sully que faltaba algo, hasta que me di cuenta de que lo que necesitaba era a ti. Tú eras el ingrediente que faltaba en mi vida JunMyeon.
SeHun le rozó la boca con la suya y recorrió con la lengua la costura que formaban sus labios cortados. JunMyeon sintió como si la tierra cediera bajo sus pies.
—SeHun para. —protestó JunMyeon débilmente.
—¿Qué, JunMyeon? —pregunto SeHun sin alejarse.
—No podemos retroceder. —susurró JunMyeon, aunque no era capaz de apartar la mirada—. Han ocurrido demasiadas cosas y si las sacamos a relucir, me resultará imposible trabajar contigo.
—Entonces ¿vamos a fingir que nunca ocurrieron? —preguntó SeHun sin poder creerlo.
JunMyeon inspiró profundamente y dijo con tono firme:
—Creo que es lo mejor. —admitió.
—Yo creo que es imposible. —demando SeHun con dolor.
Y JunMyeon también, pero tenía la esperanza de que, si conseguía enterrar los viejos sentimientos, los nuevos también desaparecerían. Y su respuesta a los mimos de SeHun le demostraba que viejos y nuevos sentimientos estaban destinados a mezclarse. Y no quería eso, JunMyeon quería olvidar todo y regresar a Seúl.
—¿Hacemos un trato SeHun? Yo no hablaré del pasado si tú tampoco lo haces. — propuso JunMyeon—. No tenemos que fingir que no ocurrió nada. Simplemente, no hablaremos de ello. Ya hablamos suficiente anoche.
SeHun no parecía muy convencido.
—Entonces ¿crees que no tenemos nada más que decirnos? —cuestiono SeHun mientras su corazón se estrujaba.
—Nada. —insistió JunMyeon.
SeHun lo miró como si quisiera debatir un poco más la cuestión, pero finalmente accedió.
—Bueno, si tú puedes hacerlo, yo te imitaré. —y se apartó de JunMyeon con las manos en los bolsillos—. Trabajaré una hora más en el porche y después podemos ir a la casa de la que te hablé.
—¿Te dará tiempo a arreglarte? —pregunto SeHun con tristeza disimulada por indiferencia.
A JunMyeon no le gustó el tono distante que percibió en la voz de SeHun, como si fueran poco más que colegas... o desconocidos. No le gustaba que lo hiciera quedar como el culpable de algo cuando solo quería proteger su corazón lastimado.
—Estaré listo. Sólo me faltan los zapatos y los calcetines. —respondió JunMyeon.
SeHun salió de la cocina y la estancia pareció quedarse sin vida con su marcha. JunMyeon se dejó caer en una silla y saco otro bizcocho de la bolsa de forma un tanto inconsciente. Ya Taehyung lo había hecho sentirse culpable de algo que no era, así que esta vez se dedico a disfrutar de sus biscochos. Había pasado años sin probarlos.
Dio un sorbo de café, pero le dejó un regusto amargo en la boca. Hay que reconocer que la conversación con SeHun había arruinado su buen humor mañanero, aunque no lo quisiera admitir y le hizo fruncir el ceño en dirección al porche.
No quería que las cosas fueran así. La noche anterior le había parecido todo muy natural, mientras que esa mañana el aire estaba tenso, y todo por su culpa. ¿Por qué SeHun no aceptada lo que había decidido JunMyeon? JunMyeon era lo bastante inteligente para saber que, cuando decidías que un asunto o una persona no eran tema de discusión, se convertían en lo único en lo que podías pensar. En esos momentos, las viejas emociones compartidas gravitaban sobre ellos.
Se dio cuenta entonces de que SeHun se había dejado la taza de café en la mesa y tomó una decisión. Le sirvió una nueva y, saliendo al porche, se la entregó sin decir palabra, lo cual le valió una mirada cautelosa por parte de SeHun.
—Gracias. —respondió sin más.
—De nada. —JunMyeon tomo también y luego de meditarlo le dijo a SeHun—. Lo siento.
—¿Por qué? —reprocho SeHun rápidamente
—Por ser un completo idiota tal vez. —anuncio JunMyeon de mala gana.
SeHun sonrió y la tensión se desvaneció.
—¿Tú? Eso no puede ser. Eras el chico más inteligente que había conocido en mi vida. —confeso SeHun.
—Puede que con los años me haya convertido en una estúpido. —dijo JunMyeon, no solo en broma—. Mira SeHun sé que no podemos fingir que no ha ocurrido nada entre nosotros. Anoche nos prometimos volver a reír. ¿Sigue en pie la promesa?
—Por mí no hay problema. —SeHun lo miró detenidamente por encima del borde de la taza, a la espera. Finalmente dijo—: ¿Te sabes algún chiste bueno?
—Ni uno por ahora. —dijo JunMyeon con una gran sonrisa.
—Yo tampoco, al menos no de los elegantes para contárselos a un chico como tú. —añadió SeHun riendo.
—Da lo mismo. —dijo JunMyeon, encogiéndose de hombros—. Me estoy congelando. Volveré dentro. Solo quería, ya sabes, dejar las cosas claras, arreglarlas.
SeHun le colocó un dedo debajo del mentón.
—Las cosas están bien. —confeso SeHun con un brillo en los ojos.
JunMyeon sintió que una sonrisa brotaba desde el fondo de su ser.
—Me alegro SeHun.
—Y ahora vete, conejito. Me estás distrayendo. —se quejó SeHun amorosamente.
JunMyeon le saco la lengua y le dirigió una última mirada antes de entrar y SeHun le guiñó un ojo que hizo que el corazón le diera un vuelco.
JunMyeon se preguntaba por qué era tan importante para SeHun recuperar su amistad Aquello era abrir la puerta al dolor. Sabía que no era porque le hubiera ofrecido trabajo. SeHun podría habérselas arreglado un tiempo sin JunMyeon.
Y tampoco era porque no le gustara disgustarse con las personas. A SeHun no le gustaba tener muchos amigos y no creía que hubiera cambiado mucho en estos seis años.
No, aquello era muy, muy personal. Se trataba de un asunto amoroso con él, la relación que tuvieron una vez y a la que JunMyeon empezaba a pensar con pavor, aunque algo dentro de él quería volver a vivir esos momentos y recuperar el tiempo que perdieron, pero su razón le decía que no, lo mejor era regresar a Seúl e iniciar de nuevo allá.
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¿Qué es pareció este cap?
Por lo pronto es que JunMyeon no eligió el camino de la venganza, hasta el momento parece haber elegido ser el mismo de siempre, pero obvio con la meta de no quedarse en Daegu por todo lo que significa.
¿ahora creen que sus hermanos se enteren de lo que hubo antes entre SeHun y JunMyeon?
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