8
Charlie
Un día antes
Le entrego el historial a la enfermera y camino sacando mi móvil, dispuesto a marcarle a Sophia. Me mencionó que llevaría a su hijo a casa de su padre, pero aun no regresa y ya es bastante tarde.
—Hola Charlie.
Alzo mi cabeza, sorprendido de escuchar su voz. Inevitablemente una sonrisa nace en mis labios cuando veo sus ojos verdes—Ya me estaba preocupando por ti.
Su sonrisa aumenta, a la vez que iniciamos el camino a la sala de descanso donde están la ducha y los casilleros—No exageres, me sé cuidar sola.
—Eso lo sé, pero no dejo de preocuparme.
Mis ojos no pueden evitar recorrer cada acción que realiza. Intento que no sean tan notables mis sentimientos, pero desde hace mucho los he reprimido. Me siento débil para ir contra eso. Incluso, me era difícil luchar contra el recuerdo constante de que estaba casada.
No tardamos mucho en llegar a la sala de descanso. Una habitación de paredes azul cielo, con literas de dos camas esparcidas por el lugar. Varias mesas blancas, organizadas en forma de U en donde pasamos el rato y revisamos nuestros casos, con una puerta que da a las duchas y justo a su lado, nuestros casilleros. La mayoría de veces comemos en esa mesa.
Ella me da un simple gesto y entra a la ducha, dejándome solo en la habitación con una tormenta, tanto en mi corazón, como en mi mente. Suelto un largo suspiro intentado calmarme, sintiéndome como nunca lo había hecho.
No es como si fuera nuevo en las relaciones, pero nunca tan nervioso como lo he estado con Sophia. Como si los sentimientos del pasado fueran nada comparado con lo que siento ahora.
Mis pensamientos son cortados en el instante en que siento la puerta abrirse, y la calma que había conseguido solo hace segundos, se evapora tan pronto como ella me sonríe.
—¿Ocurre algo?
Me quedo en blanco durante un segundo sin dejar de verla, pero reacciono cuando recuerdo que me hizo una pregunta—¿Eh? Sí, solo estaba pensando en algo.
—Gracias por cubrirme esta mañana.
Sonrío ante las palabras de Sophia mientras salimos al pasillo. La noche pasada, ella me pidió de favor si podía cubrirla en la guardia, aunque nos tocara hacerla juntos. Resulta, que ese era el único momento libre que iba a tener, porque el resto de las vacaciones tenía programadas varias operaciones.
—Te acepto las gracias si luego de eso salimos a tomar algo.
El silencio se extendió entre los dos, junto con la sorpresa que no se hizo esperar en ella, también en mí, porque no me creía capaz de dar un paso como ese, y menos con ella. Parpadeo, aun perdido en mis propias palabras, hasta que ella me da la más hermosa de las sonrisas.
—Bien, entonces las bebidas van por mí para darte las gracias—nuevamente, me deja con la palabra en la boca, dándome la espalda.
Sonrío hecho un desastre, sin ella saber, que en las próximas horas estaré nervioso por esta noche. Porque puede significar el comienzo o el fin de algo.
/////////////////////
Sophia
Estoy nerviosa...
Por supuesto que estoy alterada .
No recuerdo la última vez que salí por un tema de diversión, sola por mi cuenta, menos aun por la noche. No es que no me divierta con mi hijo, pero ha pasado un tiempo en donde por primera vez estoy mirándome solo a mí en este espejo, y no dejo de verme extraña.
Sintiendo claramente que hay algo mal conmigo, pero por más que busque, no puedo encontrarlo, aunque la sensación tampoco se va con facilidad.
Tal vez pueda ser por lo inquieta que estoy.
Cierro mis ojos a la vez que suelto un susurro pesado. Cuando vuelvo la vista al frente, me aseguro que todo esté perfecto. Recogí mi cabello en una coleta alta, unos pendientes de plata que hacen resaltar mis ojos verdes, un camisón largo por debajo de la rodilla, cerrado por los botones junto con un cinturón en mi cintura, completando con unos tacones negros de tacón cuadrado y negro.
Algo sencillo sin ser demasiado formal.
Tomo mi bolso, también negro y voy de salida, a la vez llamo a mi hijo. No es tan tarde, por lo que me extraño al salir cuando veo todo más oscuro de lo normal. Solo al subir la vista al cielo, no noto la luna gracias a las numerosas nubes que la cubren.
—Mami.
Olvido todo lo demás cuando escucho la voz de Alik—Hola cariño, ¿Cómo estás? —me acerco al garaje y noto de reojo a una persona caminando por la calle mientras habla por teléfono.
—Abuelo me enseñó a conseguir leche de los animales.
Una risa se escapa de mis labios, cuando escucho su voz emocionada relatando su gran proeza—¿Te divertiste? —emprendo camino con el manos libres mientras voy hacia mi destino.
—Sí, y luego jugué con Thomas con su balón.
Thomas, el joven pelirrojo de 17 años que está empeñado en aprender de mi padre todo con respecto a la producción de vinos. En un comienzo, mi padre pensó que sería un "mocoso" bueno para nada, citando sus propias palabras, que se cansaría en menos de una semana.
Bueno... digamos que todavía sigue pegado a mi padre. Él no deja de mencionar lo mucho que le molesta ese niño malcriado, pero sé que en el fondo siente aprecio por ese pequeño. Cosa que de seguro Thomas nota al ignorar sus palabras.
Durante todo el trayecto del viaje estuve hablando con Alik, mientras él me relataba sus "grandes" aventuras en el campo. No fui capaz de decirle que lo extrañaba al verlo tan feliz, simplemente le dije que lo quería mucho, y que quería seguir escuchando todo lo que hacía. Con la promesa de hablar mañana se fue a dormir, pero antes de poder colgar, mi padre se puso en la línea.
—Hola hija.
—Hola papá, espero que Alik no te haya dado muchos dolores de cabeza—doblo por una intersección, ya faltando poco para llegar—Sé que es un niño algo intranquilo.
Lo siento chasquear con la lengua—Nada a lo que no esté acostumbrado, eras peor que él.
Siento como la vergüenza llega a mi luego de que mi padre revele mi secreto de infancia—Pa-papá no hables de eso.
—Es cierto, al menos Alik no tuvo curiosidad de cómo sería dormir con las terneras.
—¡Pa-papá! —agradezco el hecho de estar sola en el carro mientras mi padre se ríe en mi cara—Tenía cinco años.
—Oh vaya, pensé que con una hija iba a tener menos problemas que con un varón, pero fue todo lo contrario.
—Yo no me metí en problemas—detengo el carro, pero aun no me bajo mientras sigo hablando con mi padre.
—Claro, los problemas se metían contigo.
Cierro los ojos mortificada, mientras siento como su risa va en aumento al repetir mis propias palabras cuando hacía alguna travesura... que era bastante seguido.
—Ya no soy la niña de antes—murmuro sin poder dejar de estar avergonzada.
—Sí, es cierto, pero tampoco quiero que la niña desaparezca por completo.
Me quedo en blanco ante las palabras de mi padre, cuestionándome a mí misma que fue lo que él vio en solo un día. Pero una sonrisa nace en mis labios, cuando no tengo que buscar la respuesta, él es mi padre y es la persona que mejor me conoce luego de mi madre, es obvio que ve más allá de lo que yo quiero esconder.
—¿Extrañas esos tiempos? —le digo con una sonrisa divertida, pero lo próximo que dice es lo que me descoloca por completo.
—Me diste muchos dolores de cabeza, pero al menos, sonreías más—me quedo en silencio porque no sé qué contestar ante la verdad que ya los dos conocemos—Sé que mucho ha cambiado Sophia, pero no pienses que es tarde, puedes empezar de cero y cometer errores, puedes buscar aquello que pienses que has perdido, pero siempre ten en cuenta de que eres mi hija y te amo.
—Lo sé papá, yo también te amo.
Con esa despedida colgamos y me bajo con las palabras de mi padre guiando mis pasos, sintiendo, que, aunque todo no esté completamente bien, no tengo que tener miedo.
Alzo la vista ante el impotente edificio que me recibe, pero de inmediato una sonrisa nace en mis labios cuando veo a Charlie en la puerta.
—Espero no haberte hecho esperar—Charlie se voltea a verme y soy testigo de cómo sus ojos se abren de par en par, mirándome de arriba abajo.
—Y-yo... no... —tose mirando hacia otro lado y no puedo entender que es lo que le ocurre—Llegue hace poco—nos adentramos al edificio, noto al momento como él me mira de reojo—Te ves linda.
Le doy una sonrisa en forma de agradecimiento—Gracias, tú también te ves bien.
Caímos en el silencio cuando llegamos a las puertas del restaurante, y definitivamente es evitable no disfrutar de cada pequeño detalle. Este es uno de los hoteles más famosos de la ciudad, una de sus razones principales es la exquisita comida de este lugar. Combina la elegancia con la sencillez, por eso pensé que sería un lugar tranquilo.
—El lugar es bello.
—Es la primera vez que vengo—responde Charlie a mis palabras—Me sorprendí cuando me lo hiciste saber.
—Siendo sincera—me acerco disimuladamente a él, cuando la chica nos guía a nuestra mesa—Es la primera que escucho de este lugar, lo encontré por casualidad.
Ambos nos reímos en voz baja compartiendo la complicidad. Me deleito con las paredes de mármol gris que resalta con el piso del mismo material, pero de color blanco. Nuestra mesa queda en el centro del salón y agradezco con una sonrisa cuando Charlie me abre la silla.
—Es extraño salir de casa en una noche libre—le menciono luego de hacerla orden.
Él me mira con una sonrisa, y es cuando noto, que también es raro verlo fuera del hospital. Desde que nos conocemos nuestras interacciones siempre se han basado entre las paredes del hospital. Soy consciente de lo bien parecido que es, pero verlo en otra ambiente puede que resalte su atractivo. Viste una camisa gris de manga larga metida por dentro de unos pantalones negros.
—También me es extraño, normalmente a esta hora o adelanto trabajo o veo una película.
—Soy más del trabajo, mi hijo monopoliza el televisor con las películas del Capitán América—ambos soltamos una risa que es interrumpida por la llegada del mesero con el vino que había pedido Charlie.
Me muerdo el labio inferior cuando veo el líquido carmín. Disfruto de un buen vino de vez en cuando, pero muy de vez en cuando, porque he conocido de primera mano lo débil que soy ante esa bebida. Pero no recuerdo la última vez que lo bebí, por eso no me negué cuando Charlie lo pidió. Agradezco con un gesto a la vez que tomo la copa para brindar con mi acompañante.
—Por esta noche, por el comienzo.
No comprendo sus palabras, pero no me tomo tiempo para analizarlas cuando el dulce amargor del vino se desliza por mi garganta.
Esto es malo, el vino es delicioso, espero poder contener lo mucho que bebo.
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Siento mi cuerpo recibir su abrazo con ternura y sintiendo como responde ante su boca. El sabor del vino que compartimos entre nuestras bocas, me termina de embriagar. Mi mente se encuentra en un bucle de momento confusos, pero que no quiero negar por ningun instante.
La cena entre Charlie y yo había ido de maravilla, me sentía ligera mientras más bebía. La advertencia de no tomar mucho había desaparecido hace tiempo. Quería aprovechar este pequeño tiempo de libertad que robaba para mí misma, recordando cada palabra de mi padre.
Quería sentirme como cuando era niña, en donde nada me ataba y las sonrisas eran más fáciles.
Cuando estábamos dispuestos a salir, un mesero tropezó con la mesa y volteó parte de la comida en la camisa de Charlie. El desafortunado momento solo nos hizo reír a los dos, mientras que el pobre chico casi se quería morir. Él no se quedó tranquilo y nos rogó que pidiéramos alguna habitación para mandar la camisa a la tintorería.
La habitación era extremadamente hermosa, eso, contando que no era suite. Las paredes lucían un rosa ligero que le daba un aire cálido a la habitación, las paredes de cristal te regalaba la vista de la ciudad. Una cama redonda King size de sabanas de seda blanca de espalda a los cristales. A la izquierda el baño, siendo separado por una pared de cristal nevado que no permite la vista del interior.
Lo demás admito que fue bastante confuso y no podría explicarlo con palabras. Mientras yo veía la ciudad, Charlie se enjuagaba un poco en el baño, hasta que me volteo cuando siento que se acerca a mí. No debí de hacerlo, mi cerebro se bloqueó cuando la imagen se proyectó frente a mis ojos.
Sabía que Charlie era alguien que se ejercitaba, pero de saberlo a verlo en vivo es algo completamente diferente. Su torso desnudo resplandecía por las ligeras luces de la habitación mientras se acercaba a mí, aun luciendo su pantalón negro. Intenté contener el sonrojo y el nerviosismo que reinó en mi cuerpo mientras volvía la vista a la ciudad, pero aun con el recuerdo de mi compañero de trabajo.
Es estúpido que una mujer casada como yo se sienta de esta forma, pero no puedo evitarlo. Eran contadas las veces que tuve relaciones con mi esposo, y ni siquiera tuve mucha oportunidad de verlo desnudo.
—¿Qué te parece?
Me volteo perdida ante la pregunta que me hizo, porque en ningun momento escuché lo que estaba hablando mientras estuve distraída entre mis pensamientos—¿Qué?
Él me da una amplia sonrisa e intento que mis ojos no bajen más de lo necesario, porque ahí si creo que mi corazón va a explotar—La vista—él voltea la vista al frente, y mi cerebro solo puede pensar en la imagen que tuve segundos atrás con su torso desnudo.
—Sí...
—¿Estás bien Sophía?
Me volteo cuando dice mi nombre y todo se silencia cuando su boca choca contra la mía. No es suave, pero hay una dulce ternura que me transmite cuando me acorrala contra el cristal.
Ni siquiera tengo tiempo de pensar si esto está bien o no, solo puedo sentir en como mi cuerpo lo recibe. Intento suprimir mis gemidos cuando su boca baja por mi piel a la vez que se deshace de mi ropa. Nuestros movimientos son fugaces, pero la bruma de lacer nos mantiene cegados.
La seda de las sábanas nos recibe ya desnudos. La noche se resume a este momento, a la manera en que sus dedos se entrelazan con los míos. La mirada que me regalan sus ojos.
—Charlie.
—Te amo Sophía.
Mi cerebro se queda en blanco cuando escucho sus palabras, pero ni siquiera tengo tiempo de procesarlas cuando, con lentitud su cuerpo se une al mío. Jadeo ante el placer, al sentir como este se acumula en mi vientre, en especial cuando él se mueve.
Nuestros jadeos se convierten en uno solo, cuando mi cuerpo se arquea ante él pidiendo más del éxtasis. El calor de su piel junto con la mía, solo me hace cerrar mis ojos, coordinando mi cadera junto a sus movimientos. Había olvidado lo que se sentía, el cómo el comienzo del orgasmo caminaba por mi piel.
Charlie sin dejar de moverse entrelaza nuestras manos juntas y las coloca por encima de mi cabeza. Se levanta ligeramente en sus rodillas sin dejar de moverse, lo que me deja sin aire al sentirlo más profundo.
—¡Charlie!
Mi cuerpo se estremece, ante la oleada del orgasmo que me recorre mientras sigo recibiendo las embestidas de mi amigo.
Ni siquiera el recuerdo de que Charlie es mi "amigo" me aleja de la burbuja.
Cuando ambos sentimos como nuestras respiraciones se calman, ambos nos abrazamos con los ojos cerrados, sin decir palabra alguna de lo ocurrido.
Ni siquiera quiero pensar en el mañana, simplemente voy a descansar.
//////////////////////////
Respiro con fuerza contra el volante luego de detener el auto. Siento como si hubiera corrido una maratón, cuando en realidad no he salido del auto. Aunque puedo contar cuando salí corriendo del hotel, aun así, los que no pueden detenerse por un momento son los recuerdos de mi cabeza.
Al instante en que analicé la situación en la que me encontraba, completamente desnuda, con Charlie a mi lado en igualdad de condiciones, lo único que se me ocurrió fue irme luego de dejar una nota.
Perfectamente soy consciente de que eso no es lo correcto. Pero en estos momentos, no me encuentro en condiciones de establecer una conversación cuando nada está esclarecido en mi cabeza.
Cierro mis ojos, solo con la idea de tomarme un segundo antes de salir. Pero contrario a mi deseo, los recuerdos de la noche anterior me traicionan. Me estremezco, jurando que aun puedo sentir sus caricias. Gimotea perdida, sin saber qué es lo que tengo que hacer a continuación.
No existe un manual que diga cómo actuar luego de acostarte con tu amigo y compañero de trabajo.
Mientras más lo repito peor suena.
Mis pasos resuenan por el piso de mármol y la chica de recepción me mira con confusión, luego de revisar algo en la computadora. No pasan muchos minutos, cuando veo a la única persona que me puede ayudar en estos momentos.
Athena me mira con una sonrisa, pero puedo notar la confusión en sus ojos. Y realiza la misma acción que la chica, pero en esta ocasión revisa la hora, confirmando que aún faltan 30 minutos para nuestra cita.
—Sophía, ¿todo bien?
Le doy una sonrisa nerviosa que ella nota al momento—¿Podemos hablar?
Ella confirma que no tiene citas y con un suave gesto me indica que entre. Contrario a ella que toma asiento, me paseo nerviosa frente al sofá sin saber como hablar, o como siquiera empezar.
—Me acosté con mi amigo.
—¿Cómo? —veo la sorpresa en sus facciones, hasta que segundos después se recompone y me mira con tranquilidad—Dime lo ocurrido.
Sin poder sentarme de los nervios que siento empiezo a hablar sin fin, contándole todo lo que había pasado el día anterior. Creo, que el hecho de que ella se mantenga serena me altera más, no entiendo la razón.
—No sé lo que pasó... esto no debió pasar.
—¿Por qué?
—¿Eh?
—Claramente fue algo que ocurrió en el momento, pero quiero me digas tú porque eso no debió pasar.
Tomo asiento frente a ella con la mente en blanco. Con una respuesta tan clara y sencilla, pero sin ser capaz de poder soltarla—¿Por qué soy viuda?
—Solo tú sabes la respuesta—sus palabras vienen seguidas de una sonrisa—Habla con Charlie, dile como te sientes.
—¿Y si cometo un error?
—Todos estamos a expensas de cometer errores Sophia, la vida se trata de no juzgarnos a nosotros mismos por ellos y aprender.
Hola a todos, quiero pedirles disculpas por las demoras, tuve un momento un poco complicado con el bloqueo, pero luego de mucha lucha logré sacar el capítulo. Espero en verdad que haya sido de su agrado, me dejan saber en los comentarios.
Estuve muy nerviosa cuando escribí la noche de Charlie y Sophia, ¿les gustó?
no olviden que los quiero mucho y gracias por el amor que la novela está recibiendo
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