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Sophía
Suspiro con pesadez cuando me siento en la orilla de la cama de mi habitación. Paso mi mano por mi nuca, intentando deshacerme de la tensión que mi cuerpo posee. Estoy agotada física y mentalmente, aun así, cuando ponga la cabeza en la almohada no seré capaz de conciliar el sueño, aun cuando hace una hora pasó la medianoche.
La semana ha pesado más en mis hombros que una vida entera.
Luego de la muerte de Xaver, el hospital me dio una licencia con tiempo indefinido. No sabría definir si me sentía agradecida o con la presión robándome la respiración. Daba igual lo que sentía, tomé eso en silencio y viajé fuera de la ciudad de Wellington, la capital de Nueva Zelanda, más al norte, en donde nacimos nosotros. Charlie quiso ir con nosotros, pero no podía robarle más tiempo, además, era lo justo que yo me encargara de todo lo relacionado con él.
Regresar a mi pueblo con las cenizas de mi marido, dobló el peso sobre mis hombros. No era deber, no era responsabilidad para con la familia de Xaver...
Era el recordatorio de mi temor y pesadilla, la que todas las noches se burlaba de mí. De que un día me levantaría sola y tendría que luchar por dos personas. Con el miedo de enfrentarme al mundo aun con 30 años, dándome cuenta del error en el cual estuve viviendo toda mi vida.
Tres días después, fue su funeral, tranquilo, sin mucha más ceremonia que unas flores blancas, y por un momento se me vino a la mente que algo no estaba bien. Tal vez era lo siniestro que se veía todo, no sabía, solo sé que me mantuve en silencio ante las condolencias de todos y no solté la mano de mi hijo.
Explicarle a Alik que su padre no iba a regresar más, por cruel que sonara, se me hizo más fácil que decirle que su padre no vendría porque tenía trabajo que hacer.
¿Una madre debía ser así de cruel ante la muerte del padre de su hijo?
No tengo idea, pero se me hizo mucho más fácil adornarlo con palabras que comprendiera. Él, por su cuenta, asumió que su padre estaba en el cielo. Lo que sí me guardé por el momento, fue la forma en que murió. Era de todo menos apto para un niño de 6 años, tal vez en un futuro muy lejano, pero no ahora.
Miro la noche por mi ventana y me pegunto cómo será mi mañana, de qué forma me levantaré al día siguiente. Me pregunto si, aun así, Alik seguirá preguntando por su padre. Hecho mi cabello hacia atrás con ambas manos en signo de mi desesperación, pero me detengo cuando mi vista capta mi anillo de matrimonio. Por algún tonto impulso, me lo quito de mi mano.
Siento que eso agrava mi peso.
Intento que el sueño se lleve toda mi tensión cuando pongo la cabeza en la almohada, pero poco hace. Por segunda vez, veo el aro que hace pocos segundos adornaba mi mano y sin poder soportarlo más, me volteo dándole la espalda, como si eso significara que en verdad pudiera esconder todo lo que me atormenta.
/////////////////
Mi respiración se siente pesada, un calor abrazador camina por mi piel, siento que en cualquier momento me voy a desmayar. Aun así, me mantengo en pie cuando siento que mis piernas ya no pueden soportar por más tiempo mi peso.
De un momento a otro estoy rodeada por las llamas, siento cómo estas se abren paso hasta mis huesos aun cuando no me tocan. Grito hasta que me quedo sin voz, pero solo puedo hacer eso, porque por más que intento huir, el fuego se cierra a mi alrededor.
Duele...
Quema...
Mis brazos rodean mi cuerpo adolorido, mientras pido que esto se detenga, quiero que se detenga. Lloro con más fuerza, mientras el dolor aumenta, pero de un momento a otro veo una figura en pie frente a mí. Quiero escapar, pero mis pies están plantados en el lugar, en especial cuando reconozco a mi esposo.
Grito aterrorizada, cuando frente a mí su piel se empieza a quemar. Quiero vomitar, quiero correr, quiero despertar, pero parece que todo lo que ocurre es lo contrario. Él se acerca a mí con rapidez y cierro los ojos con el aullido de terror, saliendo desde el fondo de mi garganta
...
Me siento en la cama con la respiración pesada, casi cayendo de esta. Mientras me enredo entre las sábanas, corro hasta la habitación de mi hijo. E intentando calmar mi corazón, abro la puerta despacio, viendo cómo aún él descansa. Pego mi frente en la puerta, aun sintiendo la sensación del fuego caminando por mi piel.
Necesitando un momento, me meto en la ducha, tal vez con el agua fría borre esa horrible sensación. Me aseguro de no cerrar los ojos, tengo miedo de volver a verlo. Cuando salgo de la ducha, veo en el reloj que son las cuatro de la mañana. Una sonrisa deprimida sale de mis labios al saber que solo dormí tres horas y que no voy a poder volver a dormir.
Para mantener mi mente ocupada, voy a la cocina y comienzo el desayuno junto con el almuerzo de Alik. Cuando regresé a la ciudad el viernes, llamé a la profesora de Alik y ella me mencionó que sería buena idea hablar con la psicopedagoga que trabaja en la escuela, por lo que durante la llamada, ella me recomendó que no hiciera muchos cambios bruscos. Fue bueno que me lo dijera, porque tenía pensado recogerlo para almorzar y gracias a eso desistí al instante.
De todas maneras, me dijo que hablaríamos cuando fuera a la escuela con el niño.
No pasó mucho cuando vi que todo estaba listo, recién solo iban a ser las cinco. Busco otra cosa para entretenerme, pero ni siquiera tengo trabajo atrasado porque Charlie se aseguró de que mis pacientes fueran supervisados por otro doctor, así que los minutos se iban a volver lentos.
Camino a mi cuarto y veo la cama deshecha, prueba de que mi miedo estuvo ahí presente, que todavía no se va. Cuando recojo mi cama, mi vista se alza a la caja que estaba sobre mi armario y, por alguna razón, la bajo a mi regazo, sentada en el piso con la espalda en el armario.
Cuando la abro, los recuerdos grabados en fotos de alguna forma incrementan mi miedo. Veo la sonrisa que tiene la Sophia de las fotos y me pregunto en dónde está.
Voy pasando entre las fotos, recordando cada uno de los momentos, de esos días en los que aún era feliz. Cuando comencé mi noviazgo con Xaver, cuando nos casamos, cuando me enteré de mi embarazo.
Luego de eso, todo vino cuesta abajo, y me preguntaba: ¿Por qué? ¿Qué fue lo que cambió? ¿Dejó de amarme? O ¿Tal vez nunca lo hizo?
Ya no quiero pensar en eso, eso quedó atrás el día que coloqué sus cenizas en el nicho. No puedo dejar que me siga atormentando, no es justo, ni para mí ni para mi hijo.
El silencio me acompaña mientras detallo cada una de las fotos; el vacío se acentúa en mi pecho al ver a esas dos personas como completos desconocidos. No sé quiénes son, esas dos personas hace mucho que murieron.
Un pequeño destello de luz entra por el cristal y se refleja en la foto que tengo en mi mano, la foto de nuestro matrimonio. Dejo la imagen afuera para hacer una mejor impresión, para Alik, para dejarle un pequeño recuerdo de su padre. Alzo la vista hacia el cristal y veo el comienzo de la mañana. Con un suspiro, apoyo la cabeza en el armario, preparándome mentalmente para lo que me voy a enfrentar.
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Tomo la mano de mi hijo mientras ingresamos a la escuela y, de alguna manera, los nervios se acentúan con más fuerza en mi estómago. Estoy cansada, aún me siento algo mareada por la pesadilla, aun cuando tomé una segunda ducha para intentar calmarme. Los pasillos están vacíos porque venimos un poco más temprano de lo normal a recomendación de la maestra.
El celeste adorna las paredes y veo algunos de los dibujos animados que ama mi hijo. Me gusta el ambiente de la escuela, siempre me calma. Cuando Alik nació, Xaver quiso llevarlo a un internado, cedí en muchas cosas menos en eso, él tampoco quería pagar por una escuela privada, ni pública.
Soy yo la que me hago cargo de los gastos escolares de Alik, y creo que al final de todo, no vino mal. Esta escuela es la más cerca que me queda del trabajo y desde que la vi, me encantó el lugar y la dedicación que vi en los maestros. Entro en la oficina de los docentes y veo a las dos mujeres hablando.
—Buenos días—hablo para hacer notar nuestra presencia y dos pares de ojos se centran en nosotros.
La profesora Mc'Duniell es una paciente mujer de 57 años que ama su profesión, en especial a los niños. Desde que la conozco, siempre se ha comportado muy generosa, he escuchado que todos los padres la adoran. A su lado está una mujer un poco más joven, tal vez de unos 40 años, figura delgada y mandíbula alargada. Mirada afilada, pero con un ligero brillo de suavidad en sus ojos, o eso quiero verle yo.
—Oh, pero si es el adorable Alik—le dice la profesora y mi hijo corre de mi mano para abrazar a la señora. —Buenos días, señora Sophia.
Le doy una sonrisa como saludo y veo a lo lejos cómo la mujer más joven saluda a mi hijo. En verdad, no hace mucho que resaltara. Los cuatro nos sentamos en las pequeñas sillas junto a Alik y ella comienza a hablar con el pequeño con comodidad. Me quedo atenta, viendo cómo él responde con total naturalidad y de alguna forma. Siento una pequeña tensión en mis hombros por ver algún cambio en mi hijo, temo que así sea.
Tengo una sonrisa en mis labios, pero estoy consciente de que es falsa, solo para disimular la ansiedad que siento. Los ojos de mi hijo se conectan con los míos y la ansiedad se revuelve con el temor, algo a lo que ya me he acostumbrado desde esa noche en el hospital.
Minutos después, la profesora anuncia que ya es hora de que comience las clases, con un beso junto con un abrazo me despido de mi hijo, quien se va junto con la señora Mc'Duniell. El salón se queda en silencio y la simple espera de lo que tenga que decir la psicóloga, me hace querer hundirme.
—Señora Bell—un escalofrío me corre por la piel, en el instante en que siento mi apellido de casada. Miro a la mujer que se pone en pie para sentarse en su escritorio y junto a eso me invita a sentarme frente a ella—No nos hemos presentado apropiadamente, mi nombre es Grace Wilson—me limito a asentir sintiendo sus ojos sobre sin mí, como si no quisiera perder ningún segundo de mis movimientos—Alik es un pequeño muy inteligente, no veo ningún tipo de comportamiento inusual a su edad, creo que comprendió muy bien que su padre no está.
Claro que lo hizo, si casi nunca lo veía en la casa, ahora tampoco ve la diferencia.
Me guardo las palabras, en cambio, entrelazo mis dedos para suavizar mi expresión—Temo que esa "normalidad" también le afecte.
—Es cierto que en muchas ocasiones no se puede decir de una sola vez que su hijo no haya sido afectado, pero la señora Mc'Duniell y yo, decidimos que una vez a la semana íbamos a hablar con él para ver si hay algún cambio—cuando termina de hablar se vuelve a centrar en mí como si quisiera decirme algo—¿Cuándo comienza su trabajo?
—Ahora me dirijo al hospital para firmar unos papeles para regresar dentro de tres días.
—Debió de ser agotador el viaje desde tu pueblo natal.
Mis dedos se entrelazan con más fuerza, la ansiedad crece en el pecho así también como las náuseas—Fue un viaje pesado—solo digo eso intentando cerrar todo lo que quiero gritar.
—¿Y tus padres?
—Mi madre falleció hace cinco años y mi padre estaba contento de ver a Alik, aunque fuera en esta situación—mi sonrisa sale, aunque sé sin verla, que no es genuina.
—¿Te sientes bien?
Me quedo en blanco cuando ella me hace la pregunta, y yo misma me la hago.
¿Estoy bien?
No, no lo estoy y eso lo sé muy bien, pero, en cambio, respondo:
—Sí, lo estoy.
Sé que estoy mintiendo, Grace sabe que estoy mintiendo, pero ninguna de las dos dijo nada.
/////////////////////
El paisaje pasa a mi costado con gran rapidez y cierro los ojos por unos segundos, disfrutando del aire marítimo que entra por la ventanilla de mi auto.
Se supone que ahora debería estar en el hospital, firmando los papeles de mi regreso, pero cuando salí del colegio casi corriendo, monté en mi auto y conduje por la ciudad para salir a la calle Oriental Parade, la que pasa por la costa de la ciudad. El aire despeina mi cabello, ni siquiera me hago la pregunta de por qué hago esto, simplemente conduje hacia un destino que parecía desconocido, pero que conozco muy bien.
Mi vista se alza hacia el cielo y por un instante aumento la velocidad, pensando en la soledad que me va a regalar el momento.
Dos horas después, llego a mi destino, a la bahía Evans. Bajo de mi auto, el viento hace volar mi cabello junto con mi abrigo largo de color crema. Con las manos en los bolsillos, comienzo a caminar por las calles, disfrutando del aire y viendo mi entorno, intentando buscar la razón por la que escogí este lugar, en especial cuando la soledad la puedo buscar en cualquier lugar.
Mi mente vuela, vuela a los años en donde ya no conozco a la Sophia que sonreía sin miedo, con libertad.
Incluso olvidé cuando todo se rompió, no era así, nunca estuve rota, era feliz. ¿Fue mi culpa? ¿Esa felicidad que una vez tuve fue lo que hizo que mi dolor fuera mayor? O ¿qué solo ignorara lo que sentí?
Ojalá pudiera borrar esos momentos tristes...
Ojalá pudiera cambiar el tiempo...
Ojalá pudiera decirle a esa Sophia que no deje de ser feliz...
El mar golpea furioso a mis pies, en el momento en que llego al acantilado, en donde se encuentra el faro, exactamente en el Punto Jerningham. Cierro los ojos buscando algo, no sé qué es.
Busco lo que en verdad soy, la verdadera Sophia, esa que existía antes de que cayera al vacío. ¿Qué es lo que soy? Definitivamente, no es lo que muestro, estos pedazos rotos de mí, que ni siquiera están juntos. Aun con mis ojos cerrados, siento cómo una ligera lágrima se escapa de mis ojos al pensar en todo lo que anhelo.
Por mí...
Por mi hijo...
Por la vida...
Por ese camino que se torció y de ahí nacieron espinas que aún me están haciendo sangrar.
No quiero dar por perdido, no quiero perder las ganas. Quiero aferrarme al curso de mi río, a ese que no puede detenerse, aunque lo intentaron.
No será fácil, dejar ir los miedos que manchan mi cuerpo, dejar ir los trozos podridos que fundí en mí. Dejar de hacer los problemas del demás parte de mi vida, dejar de culparme, de mentirme, de fallarme, de no decirme la verdad en el momento en que lo necesito.
Como este viento, quiero ser libre junto con mi hijo, encontrar a esa joven que era antes de casarme. A la que amaba, a la que era feliz...
Quiero una segunda oportunidad para amar.
Para amar a mi hijo.
Para amarme a mí.
Ese es mi gran anhelo y deseo.
Hola mis hermosos soñadores, gracias por el apoyo que le están dando a la novela a su comienzo. me encantaría saber en los comentarios que les va pareciendo. no tengo un horario en especial en que el fijarme para actualizar, pero intentaré hacelro lo más seguido posible.
Tengo una comunidad de lectores en que doy las ultimas actualizaciones y en donde comparto mucho con los lectores.
estaría encantada que se unieran para poder conversar con ustedes y pasarla bien con las dinámicas que hacemos. aquellos que quieran unirse pueden escribirme a mi numero privado +5356042906. o puede buscar el link en mi perfil de Instagram.
No olviden que los quiero mucho.
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