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A aquellos que sus alas están rotas
Pero que siguen creando un hermoso caos
La mariposa de alas rotas
El dulce aleteo de una mariposa rompe el silencio de una vida entera.
El día había empezado tranquilo... o era mejor decir que había empezado la rutina diaria. De esa forma era para Sophia Bell, mujer de 30 años de cabello negro ondulado, cayendo grácilmente un poco por encima de su cintura. Piel blanca y ojos verdes que resaltaban como dos profundos océanos sobre el lienzo que era su rostro.
Figura alta y de curvas evidentes que llamaba las miradas por cada que pasaba. Poseedora de una sonrisa hermosa juntos con dos hoyuelos a cada lado.
Para ella, todos los días eran como una pequeña rutina a la que estaba más que acostumbrada. Al igual que su trabajo en el Hospital, no todos los días ocurría algo significativo.
Eran tranquilos-más de lo normal-hoy solo tuvo una cirugía de apendicitis. Desde hace diez años es lo mismo, deja a Alik en la escuela ahora desde que recién comenzó, porque antes era en la guardería y comienza su horario laboral. Luego regresa a casa nuevamente con su hijo, preguntándole sobre su día, hacer lo mismo cuando su esposo Xaver llega del trabajo. A la mañana siguiente, lo mismo se repite como una película.
Ella adora a su bebé, lo es todo para ella y él es el que alegra la vida de Sophia. Porque sí... Sophia cada vez que se levanta piensa en si es feliz. Pensemos... tiene un trabajo perfecto, un hermoso niño de seis años y un esposo que le da seguridad, todo está como debe estar, pero para Sophia hay muchas cosas diferentes y no todo está como debe estarlo.
Su tranquilo silencio en la oficina ha sido interrumpido por el sonido de si móvil sonando—¿Qué pasa cariño? —respondió ella luego de ver el nombre de su esposo.
—Hoy no podré llegar a cenar—se escucha a través de la línea como movía algo de aluminio y bastante pesado.
—¿Ocurre algo malo?
—No, solo tengo que revisar algo pero no me da tiempo de regresar temprano.
—Ah, está bien—murmuró algo dolida, porque le tenía una sorpresa esa noche, pero no se haría realidad... como en otras ocasiones.
—Bien, adiós.
Ni siquiera tuvo tiempo de despedirse, porque ya había colgado—Yo también te quiero—no es nada nuevo para ella hablar al aire luego de cada conversación.
¿Por qué mantenía su matrimonio siendo tan obvio que no la quiere?
Porque le da temor, pavor... o como quieran llamarlo a empezar de cero. Xaver ha sido su primera vez en todo, no se siente con la suficiente confianza-por la culpa de él mismo-de retomar su vida. Por eso es más seguro lo conocido.
El resto de sus horas laborables trabaja en torno a todo el papeleo y el resto estuvo mirando el cielo desde la ventana de su oficina—Doctora Thompson—gira su cabeza hacia el dueño de la voz, viendo al doctor Charlie Smith caminando hacia ella con su habitual sonrisa—Veo que ha pasado el día de forma tranquila.
—Sí, ya todos mis pacientes están pasando el post-operatorio—habla notando como toma asiento frente a ella.
—Los post-operatorios son algo complicados—comenta el—ya mis paciente lo están superando.
—La neurocirugía no es tan sencilla como la general.
Es cierto lo que dice ella, todos los órganos son diferentes y tienen sus misterios aún desconocidos para los avances de la medicina. Pero la neurocirugía es una de las más complejas luego de la cirugía cardiovascular. La recuperación luego de su cirugía-de ambas-es una de las más delicadas de mayor riesgo.
—Es verdad que los dos son diferentes, pero cada uno tiene una vital importancia para el organismo humano.
Ella suelta una carcajada porque el siempre sacaba a relucir pensamientos como esos más común en psicólogos—No entiendo cómo eres neurocirujano si tienes más talento para la psicología.
—No seas mala conmigo—exclamó divertido siguiendo su juego—sabes que mi pasión es lo que hago.
Ella alza sus manos en son de paz sin borrar la burla de su rostro—Bien, no digo más nada.
—¿Ya vas a buscar al pequeño demonio? —le saca a la doctora una carcajada, debido al apodo que le puso Alik, él se siente de inmediato "ofendido" por eso—No es gracioso, sabes que ese mocoso es un pequeño diablillo sin compasión cuando estoy cerca de él.
Alik Bell es un niño adorable y tierno, todas las personas lo adoran. Es obediente, tiene muy buenos modales y desde que nació no ha dado ningún tipo de problema a pesar de ser bastante activo. Aunque Sophia no puede negar, que lo que dice su colega es una total verdad. A pesar de lo pequeño que es-pareciendo que es totalmente inocente-posee mucha inteligencia siendo muy audaz. Y se divierte mucho molestando a Charlie... he ahí la razón de su apodo.
—Mi Alik es adorable—habla la mujer que no para de reír al ver la mueca de él, cuando menciona esas palabras.
—Bien, el mocoso es adorable, eso no lo niego, pero recuerda cuando me dejaste solo con él en el salón de tu casa...
—Terminaste con goma de mascar en tus pantalones—completa Sophia, intentando guardar las carcajadas.
—Eran mis pantalones favoritos y tuve que romperlos—ella no puede frenar la risa, gracias al "sufrimiento" de su rostro.
Hace cinco años comenzó a trabajar en ese hospital a solo un año de haber dado a luz a Alik y desde el primer momento una muy buena amistad se creó con Charlie.
Él es un hombre alto de 35 años, soltero y sin hijos, bastante talentoso así como exitoso en su carrera. Cabello castaño claro, piel bronceada por ser de ascendencia caribeña, es ligeramente fuerte, pero no lo suficiente como para parecer intimidante, por eso tal vez no le causa miedo a su hijo.
Cómo había dicho él, luego de unos minutos, Sophia organizó todo en su escritorio para salir camino a la escuela de su hijo. Caminó saludando a sus colegas hasta el estacionamiento donde podía ver su coche BMW de color blanco. El viaje fue corto y esperó afuera de la escuela durante cinco minutos aproximadamente, hasta que vio a su bebé correr hacia ella con su hermosa sonrisa, haciendo que sus ojos se convirtieran en dos finas líneas.
Un pequeño de cabello castaño como su padre, piel blanca como su madre, con sus dulces ojos cafés y su hermosa sonrisa. El infante corrió hacia ella saltando hacia sus brazos.
—¡Mami!
—Mi pequeño bebé—lo sostiene en brazos, quitándole de los hombros la mochila con la imagen de su héroe favorito: Capitán América—¿Por qué mi bebé está contento?
—¡Me sé los números! —exclama él saltando entre sus brazos, con una alegría enorme, como si hubiera descubierto el misterio más grande de toda la existencia.
—Qué alegría corazón—besa cariñosamente su mejilla, a la vez que lo acomodada en su silla infantil en los asientos traseros—¿Cómo fue tu día? —le pregunta mirándolo por el espejo retrovisor cuando ya emprendió camino
—Hoy jugué con Lukas al Capitán América.
—¿Quién eras tú? —la madre puede decir con certeza cuál va a ser su respuesta.
—¡Steve Rogers! —grita alzando sus bracitos, con la euforia en su pequeño cuerpo—¿Curaste a muchas personas?
—Mami trabajó duro para eso y lo logró.
—Alik está muy orgulloso de su mami.
—Y yo estoy orgullosa de Alik.
De esa forma regresan a casa entre risas y comentarios alegres de parte de su hijo. Al ya estar en casa, el menor corre emocionado a su cuarto mientras Sophia iba al suyo a dejar su bolso, dispuesta a tomar una rápida ducha para empezar a trabajar en la cena.
Mientras ella trabaja, su hijo hacía obedientemente los deberes de la escuela en la isla de la cocina para poder ofrecerle su ayuda al menor si lo necesitaba.
La vivienda se encuentra bajo la propiedad del matrimonio dos años antes del nacimiento de Alik. Aun Sophia no había comenzado a trabajar, así que el contrato de alquiler al comienzo era muy complicado para los dos, más aun cuando Sophia estaba al borde de terminar su residencia. Solo después es que la casa pasó a su propiedad.
Fue una de las mejores adquisiciones que pudieron haber hecho.
Las paredes del interior muestran un color terracota suave que combina con los pisos negros, junto con las ventanas beich. Un pequeño mueble contra la pared luego de la entrada, con un plato de cristal para colocar las llaves, un espejo ancho sobre ella. En donde refleja una percha para los abrigos. Dos escalones para ir al salón, en donde un sofá de cuatro plazas de color gris claro, descansa frente a una chimenea de ladrillos negros, una mullida alfombra gris a sus pies. Un butacón de espalda a la entrada junto al sofá, y también a la foto que nos tiramos los tres cuando nació Alik.
En la pared derecha hay un acceso al comedor, con una mesa de cristal con los bordes de madera, con lugar para seis personas. En la esquina hay otra entrada, que se conecta de forma diagonal con la cocina, pero es dividida con la escalera de dos plazas que sube al segundo piso en forma de L.
—Mami—ella hizo un sonido con la garganta cuando su hijo la llama—¿Cuándo viene papi?
Ella para lo que hace para mirar por encima de su hombro los curiosos ojos del menor. No es tan simple decirle a Alik que su padre no vendría a cenar. El pequeño disfruta mucho de estar con su padre cuando él regresa, pero sobre todo, Alik adora cenar con los dos, cuando no lo hace, su autoestima baja mucho... porque él no comprende que su padre tiene cosas más importantes que hacer que cenar con su familia.
—Papá tiene que trabajar hasta tarde.
—¿Otra vez? —Sophia siente la tristeza en esas dos palabras y se voltea para verlo con un triste puchero en sus labios.
—Te prometo que papá va a estar todo el día en casa cuando sea tu cumpleaños—se apoya en la encimera, acariciando cariñosamente su lacia cabellera.
—Falta poco para eso—habla él en un hilo de voz.
—Sí y verás cómo te comprará un enorme regalo—vio como no cumple su meta principal, sacarle una sonrisa—Hoy cenaremos tu comida favorita.
—¿En serio? —Sophia se alivia cuando nota el cambio en su pequeño—Si lo como no haré fuerte como el Capitán América.
—No, si lo comes te harás más fuerte que el Capitán América.
—¿Dices la verdad? —es tanta su emoción que se subió por completo a la encimera.
—Claro que sí ¿Quieres ayudar a mamá? —asiente frenéticamente, bajándose con cuidado, pero sus palabras lo detienen—¿Terminaste tus deberes? —toma sus libretas y se lo pega al rostro de ella, para que vea que había cumplido con todo al pie de la letra—Está bien, ve a lavar tus manos.
Ver como su hijo corría con notoria rapidez hacia el baño de su cuarto, le hace soltar ligeras carcajadas debido a su ternura. Pero eso no evita que la hiciera sentir mal, porque utilizó su plato favorito para que olvidara que su padre no cumplió con las miles de promesas que le hacía. Ella también es un poco culpable de esa situación, porque cada año le promete a Alik que su papá estará el día entero en su cumpleaños... cosa que nunca ocurre.
Es egoísta, aprovecharse de la débil memoria de los niños para encubrir sus promesas rotas, pero eso se detuvo. Porque Alik cada día se hace más grande y más inteligente. No toda la vida mantendrá esas palabras... esa verdad la asusta.
—¡Ya llegué! —gritó el pequeño emocionado, logrando que la madre de un ligero salto del susto, cosa que el infante no nota.
Madre e hijo comienzan la preparación de la comida favorita de él: Estofado de cordero. Estuvieron jugando y divirtiéndose durante el tiempo que hacían la comida. Alik se enamoró de ese plato el año pasado, cuando Sophia lo hizo para el cumpleaños de su madre.
Luego de la cena, Sophia se sentó para ver una de las muchas películas del Capitán América de nuevo... solo por complacer a su hermoso amor. Ella cumplía con ese ligero caprichoso porque era consciente que no llegaría a la mitad de la película, Alik iba a caer profundamente sumergido en el mundo de los sueños.
La madre arropó con cuidado el cuerpo de su hijo y besó su frente deseándole dulces sueños. Ella organizó todo con respecto a su trabajo, estuvo unos minutos en esa tarea. Cerró su portátil poniendo fin a estar despierta sin razón un suspiro sale de sus labios.
Nuevamente tomó una ducha, al salir observa en su móvil que eran la 1:30 de la mañana y su esposo no daba señales de regresar.
Sophia suspiró sin tomarle importancia a ese dato. Ella misma sé impresionó cuando cayó rendida en los brazos de Morfeo, ignorando el obvio hecho de que Xaver no había regresado a casa.
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—Señor recibimos una llamada de Nueva Zelanda.
Informa el joven a su jefe, al momento en que baja de su lujoso carro negro del último modelo, camina hacia el interior en donde hay una "pequeña" pero significativa industria, en donde se preparan y empaquetan los paquetes de drogas rumbo a introducirlo de forma ilegal en muchas fronteras de países del continente Asiático y Europeo.
Uno de los muchos negocios de Choi Jiang Chiang. Narcotraficante chino, dueño de muchos clubes nocturnos con licencias falsificadas en donde se practica la prostitución, de igual forma la trata de mujeres y niños.
Marcado en la lista de los más buscados por la Interpol, reconocido oficialmente como uno de los criminales más peligrosos. Un hombre de 35 años, poseedor de una gran altura en donde luce sus trajes más extravagantes, pelo igual de llamativo con un color rojo fuego, una marcada cicatriz en su pómulo derecho creando un aspecto más intimidante y terrorífico.
No por simples razones ha sido enmarcado como uno de los criminales más peligrosos en el mundo. Se han tenido las pruebas suficientes de lo sanguinario y desequilibrado que puede llegar a ser con sus enemigos.
El hombre da grandes y decididos pasos hasta la oficina, sentarse para poder atender a quien lo recibió en la entrada—¿Se trata de nuestro chivo expiatorio? —el joven asiente viendo cómo su jefe enciende un cigarro seguido de darle una fuerte calada y volver a colocar su mirada en el chico—¿Que dijo?
—Mencionó que está revisando los últimos detalles y que en esta semana se lleva a cabo el trabajo.
—Bien—da una risa algo ronca y apaga la colilla entre sus dedos, tirándola al piso para aplastarla con su zapato—Es hora de tomar unos cuantos billetes.
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Cuatro días después, en una enorme industria química a altas horas de la madrugada, se escucha el motor de una motocicleta acercarse hasta donde se encuentra el guardia de seguridad. En una noche sin luna, por lo que se le dificulta el bastante poder observar con claridad, así que se ayuda de la linterna.
El sujeto luego de detenerse y estar a pocos metros, se quita el casco dejando ver su rostro, el chico se relaja conociendo al hombre gracias a que más de una vez se ha pasado por ahí—Buenas noches señor.
—Buenas noches, sé que es bastante tarde pero necesito pasar para revisar unas cosas en el tanque.
—No se preocupe, adelante.
El joven, con total confianza le cede el paso y el vehículo se adentra. Conduce unos metros hasta detenerse frente a un tanque de gran volumen. La cámara se abrió gracias a que reconoce la identificación.
Se acerca con sigilo, sabiendo que las cámaras de seguridad lo captan todo... hasta donde él sabía. Cuando estaba frente a unos de los tanques que contenían gas tóxico, acerca los pequeños pero potentes envases de aluminio con químicos explosivos, supo que todo estaba listo.
Pero lo que se dio cuenta, es que cuando prendió la mecha lanzándola bajo el gas tóxico, la presión que había en el reloj era demasiada.
Reaccionó tarde cuando las llamas lo envolvieron por completo hasta reducirlo a nada. Mientras tanto, el joven guardia terminaba de escribir el nombre de dicho sujeto como una de sus obligaciones. Cuando un fuerte estruendo llamó su atención y se alarmó cuando vio la altura de fuego.
Temor corrió por sus venas, antes de rápidamente llamar a los bomberos y al cuerpo médico sabiendo que había alguien en esa zona. Mientras que el nombre de dicho sujeto se puede ver perfectamente, como el último que entró a la industria química:
Xaver Bell.
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Sophia
Yo no camino... estoy corriendo con toda la rapidez que poseo debido a la llegada de un caso muy grave, a causa de una explosión en una industria química. Me llamaron a media madrugada y para mi suerte era sábado, así que con el apoyo de mi vecina, que decidió cuidar a Alik en este momento, salí con mucha prisa al hospital.
En el camino, me encuentro con Charlie en el mismo estado que yo—¿No sabes qué ocurrió? —pregunto jadeando cuando ambos montamos el ascensor.
—No tengo mucha información, solo sé que el sujeto no quedó muy bien.
Todos se quitan de nuestro camino cuando ve nuestra rápida carrera hasta llegar a Urgencias. Nos equiparon con el equipo necesario y abrimos la puerta en donde se encuentra el caos.
Un hombre de musculatura fuerte se halla agonizando sobre la camilla, con quemaduras demasiado serías. Había perdido toda la piel y no queda rastro de cuero cabelludo. Me puse alerte y me centré en él—Reporte—dije caminado hacia el hombre
—La presión arterial la tiene en 110 con 60, no logramos encontrar una vena para inyectarle un sedante.
Observo la clara dilatación de sus ojos al revisarlos, siento como algo gotea de la camilla hasta mis zapatillas—¿Qué es esto? —miro la sangre en mi calzado.
—Su espalda, fue en donde recibió todo el daño.
—Vamos a voltearlo—todos nos acomodamos a los alrededores de la camilla—a mi cuenta... uno, dos, tres—solo lo dejamos de costado y es cierto lo que dijo la enfermera.
Todo el daño se ve reflejado en la extensión completa de esta—Este hombre ha quedado parapléjico durante toda su vida.
Escucho decir a Charlie, pero mi atención lo capta algo en la nuca del señor. Se puede distinguir un tatuaje de una mariposa, es difícil definirlo pero está ahí. Mi pulso se congela por completo cuando caigo en cuenta de algo mucho peor.
Dejando a todos sorprendidos, vuelvo a colocar al paciente en la misma posición, con rapidez me muevo hasta sus piernas, deseando en el fondo que sea mentira. Noto la cicatriz en la rodilla izquierda, aunque sea invisible a la vista de cualquiera... yo la veo. Esa cicatriz tan particular, que tiene en forma de arco debajo del hueso de la rodilla.
Ignorando las preguntas de los demás, tomo el rostro del paciente y lo estudio detenidamente, ignorando la deformación que tiene. Sus labios, la forma de su nariz, sus ojos, sus pómulos... todo. Jadeo con dolor cuando la realidad me golpea.
—¿Qué te pasa Sophia? —siento la voz lejana de Charlie, pero yo me siento ida, tanto, que retrocedo chocando con la bandeja de instrumentos, su sonido siendo sordo ante mi cerebro. Comienzo a balbucear cosas sin sentido, la respiración se atasca en mi garganta, no puedo respirar y caigo en cuenta de que tengo un ataque de pánico—Sophia ¿Te sientes bien?
—Él... e-es m-mi esposo ̶ logré decir.
—¿Cómo dices?
—Él es mi esposo Xaver.
Lo último que recuerdo antes de caer inconsciente, es el cuerpo de mi esposo sobre una camilla, más muerto que vivo.
/////////////
Mis ojos se ciegan momentáneamente cuando poco a poco voy recuperando la conciencia. Cuando estoy despierta por completo puedo notar que me encuentro en la enfermería—¿Cómo se siente Doctora Thompson? —miro a la enfermera que se acerca a mí.
—Algo aturdida—miro mi reloj que marca las 7:00, yo había llegado a las 5:30—¿Qué pasó?
—Tuvo un ataque de pánico y cayó inconsciente—toma una pausa revisando mis signos vitales—el doctor Smith la trajo en brazos desde Urgencias.
Me avergüenzo ante la idea de ser una molestia o... que estuviera pesada. Vuelvo a caer en la realidad, cuando recuerdo la razón de mi ataque de pánico... mi marido está luchando por su vida. Ignorando a la enfermera, abandono la habitación con rapidez para dirigirme hacia Urgencias. Mi corazón va al ritmo de mis pasos y sé que si me detengo, va a continuar de la misma forma.
Me informo para saber en dónde se encuentra y cuando lo veo, amenazo con nuevamente perder las fuerzas. Sin poder controlarme, me arrastro por la puerta de cristal hasta estar sentada en el piso sin dejar de verlo.
—La policía habló con el guardia de seguridad—siento la voz de Charlie, pero yo sigo mirando fijamente a su cuerpo sobre la camilla, como si todo fuera mentira—Se vio el nombre de tu esposo como el último que entró durante esa madrugada—cierro mis ojos, aceptando que yo tenía razón.
—¿Cuál es su estado? —pregunto en un susurro.
—Está bastante grave, luchamos para mantener con vida sus pulmones...
—Pero—lo invito a que continúe y su suspiro me hace saber que lo que viene no es nada bueno.
—Él gas tóxico ha incinerado la mayoría de sus órganos y en estos momentos está vivo gracias a que las máquinas respiran por él.
Le agradezco en silencio que cuando termina de hablar me deje sola. Solo se escucha los ruidos característicos de la máquina, que me hacen saber el ritmo de su pulso. Me pongo en pie para sentarme a su lado y me quedo viendo cómo respira con dificultad aún con la mascarilla puesta.
Me recuesto en la silla, analizando toda la situación. Mi marido estuvo en una explosión química donde está vivo de milagro. Pero las consecuencias son permanentes, tales que ninguna persona desearía vivir en ese estado... si es que él logra salir de la gravedad.
Estoy pensando como doctora y a la vez como esposa.
No quiero agobiarme con las preguntas del porque estaba a esa hora en una industria química, luego de cuatro días sin dar señales. Por importante que parezca, ahora en estos momentos, no es tiempo de pensar en eso.
Es extraño, pensar que no he llorado el ser consciente de que el hombre con quién yo he compartido diez años de mi vida, con quién tengo un hijo, está agonizando de dolor frente a mis ojos.
Debería estar completamente destrozada, llorando por la posibilidad de perder al hombre que amo.
Pero ese es el problema... o los problemas.
No estoy llorando y... ¿En serio lo amo?
Ha sido el único hombre en mi vida, pero queda claro de que eso no me da razones para llorar. Menos aún me hace ver si lo amo o no. Tal vez perdí la conciencia solo porque caí en la realidad, de que se cumplió mi mayor pesadilla... empezar de cero estando completamente sola.
Me acostumbré tanto sin yo querer a depender de Xaver, que olvidé como valerme por mí misma durante estos años—Gracias Xaver—murmuro con la vista fija en él, viendo sus ojos cerrados—Has hecho que yo misma sea consciente del grave error que he estado cometiendo durante estos años a tu lado, ahora es momento de que yo viva mi vida sola al lado de mi hijo por mi propia cuenta.
De repente entra en un paro respiratorio y yo me levanté con extrema rapidez de la silla, como si algo me hubiera quemado. Ignoro la presencia de Charlie, de las enfermeras que intentan que Xaver logre respirar mejor.
No soy capaz de estar ahí, salgo de la habitación y me quedo recostada en la puerta, estando de espalda a todas las voces. Siento las rápidas palabras de los presentes en esa sala, siento el cómo Charlie intenta hacer todo lo que estuviera en sus manos para salvarlo mientras lo reanima. Incluso escucho el cómo mi esposo lucha en vano para respirar.
¿Yo que hago?
Me abrazo a mí misma, mirando a un punto en la nada y sin entender mis propias emociones. La máquina suena, haciendo saber a todos los presentes que la lucha no sirvió para nada. Me hizo saber de golpe como un cubo de agua congelada, de que había enviudado y que yo no había hecho nada nada evitarlo.
—Hola del deceso—la voz lejana del doctor Charlie es lo que rompe ese silencio y sé que le cuesta mucho decirlo, teniéndome cerca—8:10 de la mañana.
Oigo como las enfermeras apagan todo, lo desconectan para empezar a prepararlo y llevarlo a la morgue. Yo sigo en la misma posición, no me atrevo a voltearme porque se lo que voy a ver. Cierro mis ojos lentamente, ahí es donde derramo la primera y última lágrima por Xaver Bell.
Hola a los nuevos soñadores que se pasan por aquí. Comenzamos esta historia mientras la corregimos.
Es una historia llena de emoción y muy especial para mi. Un camino llena de altibajos que estarán llena de emociones.
Gracias por empezar este camino conmigo 😊😊😊
No olviden que los quiero mucho 😘
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