24-BUITRES
KARA
El tiempo iba pasando. Lena estaba bastante más animada y dedicaba más tiempo a Katie, Caleb y Kayla, lo que me dejaba a mí más tiempo también para mejorar la cura.
Era veintiuno de abril de dos mil veintitrés. Lena ya estaba de veintisiete semanas y parecía algo cansada. Ese día tenía que ir a los laboratorios para mejorar la fórmula de la cura, pero no quería dejar a Lena sola. Ella me aseguró que todo estaría bien y que podía quedarse sola con los niños un par de horas. Además, sus padres irían a visitarla y la ayudarían. Así que finalmente me fui y Nia, Winn y yo pasamos algunas horas con la cura. Si todo iba bien, no nos llevaría más de una semana terminarla.
Cuando volví a casa, dejé las cosas en el suelo y me dirigí al salón, donde vi a Cat cambiando el pañal de Kayla.
-Kara: ¿Cat?
-Cat: Hola... - dijo sonriéndome – Oye tus hijos son una maravilla, no dan nada de guerra.
-Kara: Sí, lo sé, ¿qué haces aquí, y Lena?
-Katie: ¡Mamá! – gritó, corriendo hacia mí. La cogí en brazos mientras esperaba la respuesta de Cat.
-Cat: Está durmiendo. Necesitaba un poco de descanso y vine a ayudarla.
-Kara: ¿Está bien? – pregunté preocupada.
-Cat: Perfectamente... Ya está, cambiada – dijo, cogiendo a Kayla en brazos y girándose para mirarme.
-Kara: ¡Joder, Cat, ¿qué te ha pasado en la cara?! – pregunté al verla. Tenía toda la cara llena de colores.
-Cat: ¿Esto? Katie y yo hemos estado jugando. Yo me quedaba quieta, y ella me maquillaba.
-Kara: ¿No será el maquillaje de Lena? Me matará por dejar que Katie lo coja. – dije, mientras me aguantaba la risa.
-Cat: No es el de Lena. Hice aparecer algunas cosillas para entretenerla. Jamás permitiría que Katie jugara con el maquillaje de Lena.
-Kara: Menos mal, porque una simple sombra de ojos ya vale una cuarta parte del sueldo que le pago a Winn.
-Cat: Y no queremos dejar sin sueldo a ese Flinn.
-Kara: Winn.
-Cat: ¿Vinn?
-Kara: Winn...
-Cat: ¿Sinn?
-Kara: ¡Winn, se llama Winn!
-Cat: Ya lo sé, sólo te estaba tomando el pelo. ¿cómo vais con la mejora de la cura?
-Kara: Bien. Pero voy a necesitar un poco de tu sangre.
-Cat: Claro...
-Katie: Mamá, ¿a que la tía Cat está guapa?
-Kara: ¿La tía Cat?
-Cat: Bueno... Algo tenía que decirle. Parece que le costaba entender que era el ángel de su madre.
-Kara: Ya... Sí, cariño, está muy guapa – dije, a pesar de que Cat se parecía más al joker que a una modelo de revista.
-Cat: Sin duda, el naranja es mi color.
-Kara: Sí... – dije dejando a Katie en el suelo – Voy a ver a Lena. Aunque primero... - dije, sacando mi móvil y haciendo una foto de Cat.
-Cat: ¡Eh!
-Kara: Lo siento, Cat, es que esto es... - dije, riéndome por fin – Lo siento. Es que siempre eres tan seria que...
-Cat: He sido seria porque tenía que serlo, Kara. Ahora Lena y tú estáis bien, sabéis qué es realmente importante y qué no. Habéis aprendido a escucharos. Mientras sigáis por ese camino, no tendré que volver a ponerme seria con vosotras. Además, un poco de diversión no hace daño a nadie, ¿verdad?
-Kara: Verdad.
-Cat: Y Caleb y Kayla son mis ahijados. Debo pasar tiempo con ellos. ¿Qué clase de madrina sería si no?
-Kara: También es cierto – dije alejándome, sonriendo.
Entré en el cuarto y vi a Lena dormida, con una mano bajo la almohada. Me tumbé a su lado con cuidado de no despertarla y la abracé, mirándola en silencio. Lena se movió poco después, dándose la vuelta y abriendo los ojos.
-Lena: Kara... - dijo sonriendo.
-Kara: Hola amor. Siento haberme entretenido tanto.
-Lena: No importa. Tienes que terminar esa cura, cariño.
-Kara: Sí... ¿Cómo estás?
-Lena: ¿Cuándo dejarás de preguntarme eso?
-Kara: Posiblemente nunca. Sabes que me preocupo por ti.
-Lena: Estoy bien. Estamos bien- dijo, acariciando su vientre.
-Kara: Lo sé... - dije poniendo mi mano sobre la suya.
Lena me miró fijamente.
-Lena: ¿Puedo preguntarte algo?
-Kara: Claro...
-Lena: ¿Tú sabes lo que era....? El otro bebé...
-Kara: No. Nunca pregunté. Dolía demasiado.
-Lena: ¿Y no te gustaría saberlo?
-Kara: Lena...
-Lena: ¿Crees que Cat lo sabrá?
-Kara: ¿Por qué quieres saber eso ahora?
-Lena: Es que... Creo que he soñado con ella.
-Kara: ¿Ella?
-Lena: Una niña, con tu pelo y tus ojos. Era preciosa.
-Kara: Yo también soñé con una niña... - dije, acariciando la mejilla de Lena – Pero se parecía a ti. Tu pelo, tus ojos, tu sonrisa... Hasta ese gesto con la ceja. – Lena se acurrucó sobre mí y acaricié su cuello – De todas formas, era muy pequeño para saber qué era, amor.
-Lena: ¿Podemos quedarnos con la idea de que era una niña?
-Kara: Claro...
-Lena: Se habría llamado Kara.
-Kara: No..
-Lena: ¿Por qué? Me encanta tu nombre, cariño.
-Kara: Se habría llamado Kieran.
-Lena: Ese es mi...
-Kara: Basta, no hagamos esto, amor...
-Lena: ¿Hacer qué?
-Kara: Buscarle un nombre. Sólo nos hará daño de nuevo y ya hemos sufrido bastante, ¿no crees?
-Lena: Sí... - dijo acariciando mi mano – Lo siento.
-Kara: No importa... ¿Quieres seguir durmiendo? Iré a ayudar a Cat con los niños.
-Lena: Quédate un rato más, por favor... Me siento más tranquila contigo cerca.
-Kara: Claro....
La rodeé con mis brazos y me quedé con ella hasta que se durmió. Luego salí a ayudar a Cat con los niños y sacarle un poco de sangre para la cura.
-Cat: ¿Es suficiente? – preguntó, cuando guardé los tubos de sangre en un lugar seguro.
-Kara: Sí, por ahora sí. ¿Puedo preguntarte algo?
-Cat: Claro.
-Kara: Ahora que todo se ha arreglado y las cosas nos van bien... ¿Te irás, desaparecerás para siempre de nuestras vidas? – pregunté, bajando la cabeza
-Cat: Así debería ser, sí. – dijo mirándome y acercándose – Pero no podré. Tendré que quedarme en vuestras vidas para siempre.
-Kara: ¿Por qué? ¿Es por algo que hemos hecho mal?
-Cat: No. Pero soy la madrina de Caleb y Kayla, eso me ata a vuestra familia de por vida. Tengo que proteger a esos niños. Y Katie lleva mi sangre, así que...
-Kara: Pero, otros niños llevarán tu sangre. ¿También estarás obligada a cuidar de ellos? – pregunté.
-Cat: Kara, sólo es una excusa que acabo de inventar para poder quedarme a vuestro lado. ¿Sabes? Llevo más de cincuenta años siendo un ángel. Y hasta ahora, nunca me había encariñado de una familia completa. Ni siquiera de una persona en concreto.
-Kara: Vaya, eso es...
LENA
Estábamos a veintinueve de Mayo del dos mil veintitrés. Hacía tres semanas que Kara había conseguido mejorar la cura y probarla en los dos compañeros de clase de Katie que tenían la misma enfermedad que ella.
El resultado fue todo un éxito. Y, a pesar de que los padres de esos niños ni se molestaron en darle las gracias a Kara no sólo por administrarles la cura totalmente gratis a sus hijos, si no por haberles salvado de una muerte segura, Kara era feliz viendo a esos dos pequeños sonreír de nuevo.
Pero ahora Kara estaba... Bueno, era difícil describirlo. Era una mezcla entre triste, dolida y enfadada. Demasiados sentimientos negativos a la vez para una sola persona.
Después de curar a esos niños, Kara dijo que la cura no sería comercializada y que sólo se fabricaría bajo pedido.
La gente empezó a decir cosas horribles de ella. Que se había olvidado de lo que había pasado con Katie y que sólo buscaba enriquecerse a costa del sufrimiento de otros niños. Que era egoísta. Que si sólo sería algo al alcance de familias con dinero. Que estaba jugando a ser dios, decidiendo qué niños morirían y cuales vivirían...
Eso la tenía destrozada. Nada de eso era cierto. Pero no podía arriesgarse a que otros laboratorios compraran una dosis y la analizaran para tratar de fabricarla. No era por el dinero, eso a Kara le importaba una mierda.
Era el ingrediente que hacía que la cura tuviera éxito y que Kara no quería que se supiera.
Sangre de ángel...
La tomarían por loca y posiblemente tratarían de encerrarla. Y, si la creían, estaría poniendo en peligro a Cat y a todos los ángeles que, como ella, ayudaban y protegían a la gente. Quién sabe qué les harían si conseguían hacerse con un ángel, tras saber que su sangre tiene ciertas propiedades curativas.
-Lena: Kara, cielo... - dije, sentándome a su lado en el sofá. Kara miraba las noticias, donde de nuevo hablaban de ella – Deja de ver esas tonterías – dije, apagando la televisión, molesta.
-Kara: No lo entienden...
-Lena: Pues que les den... Kara, es tu descubrimiento, tu creación. Y tienes todo el derecho a decidir qué quieres hacer con ella.- dije abrazándola. Kara se acurrucó entre mis brazos, en silencio – No eres egoísta, cariño.
-Kara: No quiero poner en peligro a Cat.
-Lena: Lo sé.
-Kara: He hablado con Winn. Hay otros cinco niños y niñas en Estados Unidos que necesitan la cura. Otros quince en todo el mundo. Casi todos de familias de clase media o con pocos recursos. Si comercializase la cura, ninguna de esas familias podría pagarla. Su producción es muy costosa, para sacar algún beneficio, debería pedir al menos tres veces más de lo que cuesta producirla.
-Lena: Pero ya has pensado en algo, ¿verdad?
-Kara: He pedido a Winn que localice a las familias que viven en Estados Unidos y les pague el viaje hasta aquí para reunirme con ellos.
-Lena: ¿Para qué?
-Kara: Porque quiero ayudar a sus hijos, Lena. Quiero que tengan la cura, quiero... Quiero regalársela.
-Lena: ¿En serio? ¿A pesar de cómo te tratan?
-Kara: Los niños no tienen la culpa de que sus padres sean unos imbéciles.
-Lena: Cariño...
-Kara: Si aceptan, los laboratorios Zor-el pagarán el viaje y la estancia en National City mientras sus hijos reciben la cura y....
-Lena: Eso es muy noble por tu parte, Kara, pero tienes un negocio que mantener. ¿Qué harás luego? ¿Traer a las otras quince familias de todo el mundo y correr tú con todos los gastos?
-Kara: Puedo asumirlo...
-Lena: Lo sé... ¡pero no tienes que hacerlo! ¡La gente debe entender que todo tiene un precio, Kara! Cóbrales sólo una parte de la cura, que sea accesible para todas las familias.
-Kara: Tienes una idea, ¿verdad?
-Lena: Sí. Como ya te he dicho. Cóbrales una pequeña parte de la cura. Cuando la pidan, envía a alguien de confianza a administrársela a esos niños en sus casas. Sólo tendrás que hacer frente a los gastos de la persona que envíes a administrarla, no de... doscientas. Es muy bonito lo que quieres hacer. Pero los laboratorios Zor-el son un negocio después de todo, cielo. Y todo negocio necesita beneficios, aunque sean pocos. No puedes arriesgarte a perderlo todo porque a cuatro idiotas no les parezca bien cómo llevas tu empresa o lo que fabricas en ella. Debes actuar con la cabeza, Kara, no con el corazón.
-Kara: Pero...
-Lena: Deja que yo me encargue de esto.
-Kara: No, amor, tú tienes que estar tranquila. Falta poco para que nazca Connor y...
-Lena: Tranquila. Sólo quiero dar una pequeña rueda de prensa.
-Kara: ¿Dónde?
-Lena: En L-Corp.
-Kara: No sé qué hacer, Lena, estoy hecha un lío.
-Lena: No hagas caso a lo que diga la gente, cariño. Piénsatelo bien.
Un mes después, el veinte de junio de dos mil veintitrés, Kara seguía sin tener las ideas claras. La gente y los medios seguían criticando sus decisiones, lo que hacía que Kara estuviera casi siempre de mal humor.
-Kara: Hola, amor... - dijo cuando llegó a casa por la noche.
-Lena: ¿Qué te ha pasado? – pregunté, cuando la vi llegar cubierta de lo que parecían ser huevos. Me acerqué a ella.
-Kara: Nada...
-Lena: ¿Cómo que nada? – dije, cogiendo su rostro entre mis manos. Pude ver que Kara se contenía para no llorar. La abracé con fuerza, pegándola a mí – Kara...
-Kara: Te vas a manchar...
-Lena: Me da igual... ¿Qué ha pasado?
-Kara: Hay un montón de gente ahí abajo que sigue pensando que debo comercializar la cura y esta es la manera que tienen de expresarlo.
-Lena: Haré que les echen. Llamaré a la policía. – dije, apartándome un poco de ella.
-Kara: Ya lo ha hecho el portero.
-Lena: ¿Estás bien, te han hecho algo más?
-Kara: No. ¿Y los niños?
-Lena: Durmiendo.
-Kara: ¿Tú estás bien? – preguntó, acariciando mi vientre. Quedaba apenas un mes para que diese a luz y, a pesar de todo lo que tenía encima, Kara no dejaba de preocuparse por mí.
-Lena: Sí.
-Kara: Te traje tarta de manzana... - dijo, mostrándome una bolsa de papel que llevaba en la mano, toda arrugada y aplastada – Pero lo han destrozado. - Kara tiró la bolsa con rabia al suelo – Voy a ducharme...
La cogí de la muñeca e hice que me mirara.
-Lena: Se acabó, no soporto más el verte así, voy a acabar con esto.
-Kara: ¿Qué vas a hacer?
-Lena: Voy a dar esa maldita rueda de prensa de la que hablamos hace un mes.
-Kara: Pero...
-Lena: Dentro de dos días, en L-Corp.
-Kara: Pero...
-Lena: No, Kara. No mereces que te hagan esto. Es tu trabajo, y tú decides lo que haces con él. Como si quieres destruir toda la investigación y no volver a fabricarla. Estás en tu derecho. Puede que esto suene egoísta, cariño, pero no vas a regalar nada. Te ha costado años de investigación, mucho dinero y casi perder a tu familia el tener esa cura. ¿Quieren que seas egoísta? Pues lo vas a ser...
-Kara: Pero amor...
-Lena: Pero nada... - dije marcando y llamando a Sam- ¿Sam? Escucha, necesito que programes una rueda de prensa en L-Corp para dentro de dos días. Será una rueda conjunta con Laboratorios Zor-el. Sí, a las diez de la mañana. También quiero que redactes un documento en el que L-Corp se ofrece a financiar parte de la investigación de laboratorios Zor-el para la cura que ha conseguido Kara. Me lo mandas por correo para que Kara y yo podamos firmarlo. Y quiero que hagas una transferencia a la cuenta de los laboratorios. Te mandaré la cantidad por mensaje en unos minutos. Lo necesito lo antes posible. Gracias Sam... - dije colgando.
-Kara: Lena...
-Lena: No se te ocurra decir nada, Kara. Ahora, parte de esa cura me pertenece y también tengo derecho a decidir sobre ella. L-Corp tampoco quiere que se comercialice, así que...
-Kara: Pero ahora también se meterán contigo, amor. Te van a criticar, y... Lena, no estás para disgustos, cielo.
-Lena: Estoy preparada para aceptar todo lo que quieran decir sobre mí. No voy a disgustarme por eso. Ahora ve a ducharte y luego prepararemos juntas esa rueda de prensa.
Mientras Kara se duchaba, saqué el portátil y empecé a escribir algunas ideas básicas para luego desarrollarlas con Kara. Yo ya estaba de treinta y seis semanas, me sentía cansada, con algunas molestias, y me costaba dormir por las noches, a pesar de los esfuerzos de Kara para hacer que estuviese lo más cómoda posible en la cama, en el sofá o donde fuera. Ahora entendía un poco más la actitud de Kara y sus cambios de humor durante sus dos embarazos. Que ella hubiera decidido pasar por todo esto en dos ocasiones, sólo por hacerme feliz a mí, hacía que la quisiera y la admirase aún más. Porque Kara nunca dejó de trabajar, a pesar de tantas incomodidades.
Cuando volvió, con el pelo aún mojado, pude notar su aspecto agotado y las ojeras que tenía. Le hice un sitio en el sofá y la abracé, besándola.
-Kara: ¿Y esto?
-Lena: Te quiero.
-Kara: Y yo a ti... - dijo besándome.
Nos dejamos llevar y Kara se recostó en el sofá, haciendo que yo quedase encima de ella, sin dejar de besarnos. Kara me quitó la camiseta del pijama que llevaba y yo hice lo mismo con ella. Seguimos besándonos y acariciándonos durante algunos minutos. Metí mi mano dentro del pantalón de Kara y busqué su centro, notándola mojada y excitada. Llevábamos meses sin hacer nada. Kara no quería, por miedo a que le pasara algo al bebé. Y yo tampoco iba a discutírselo. Empecé a acariciarla y noté que Kara se tensaba, apretando los labios para no gritar.
-Katie: ¿Mami...? ¿Qué le haces a mamá? – preguntó, mirándonos. Me aparté rápidamente de Kara y me puse de pie.
-Lena: Katie, cielo, ¿qué haces despierta?
-Katie: Tengo hambre...
Vi que Kara se levantaba, completamente roja.
-Kara: Ya voy yo... - dijo, cogiendo a Katie - ¿Quieres un poco de leche?
-Katie: Sí...
-Kara: Vale.
Iba a decir algo cuando vi que había llegado un mensaje al correo. Lo abrí y vi el documento que le había pedido a Sam hacía algunos minutos. Lo leí para comprobar que todo estaba correcto y luego lo imprimí.
Cuando Kara volvió, lo leímos de nuevo juntas, lo firmamos y acordamos la cantidad de dinero que L-Corp le enviaría a Laboratorios Zor-el. Después, le mandé un mensaje a Sam para informarla y nos fuimos a dormir.
KARA
Los dos días pasaron. Estábamos a veintidós de junio del dos mil veintitrés. Después de dejar Katie, Caleb y Kayla con mi madre, fuimos a L-Corp.
Estábamos en el despacho de Lena, terminando de preparar la rueda de prensa mientras llegaban los periodistas. En ese tiempo, Sam y Maggie se habían ocupado de que todos los documentos que necesitásemos estuviesen preparados. Necesitábamos que todo estuviese formalizado de manera legal, por si acaso alguien preguntaba.
-Kara: ¿Estás bien? – pregunté, mirándola. Llevaba un rato observándola y parecía algo inquieta.
-Lena: Sí, son sólo unas molestias. Parece que Connor está algo inquieto hoy.
-Kara: Deberíamos haber esperado... - dije, poniendo mi mano sobre el vientre de Lena- Cuando acabemos, nos vamos a casa.
-Lena: Te preocupas demasiado, cariño.
-Kara: ¿Eso crees? Porque a mí me parece que no me preocupo lo suficiente.
-Lena: Estoy bien... - dijo besándome.
En ese momento, llamaron a la puerta y Sam y Maggie entraron.
-Sam: Los periodistas están esperando.
-Maggie: Aquí tenéis todo firmado y sellado por si alguien quiere ver los documentos. Son copias. Los originales están en mi despacho.
-Kara: Bien. Vamos allá... - dije ayudando a Lena a levantarse.
Cuando llegamos a la sala de prensa, Lena se sentó primero. Había más gente de la que esperábamos. Algunos parecían dispuestos a echársenos encima como tiburones hambrientos si se lo permitíamos. Cogí la mano de Lena y la miré, algo nerviosa.
-Lena: Tranquila... - susurró, colocando los papeles frente a ella y empezando a hablar. – Buenos días. Antes de empezar, me gustaría dejar claro que no responderemos a ninguna pregunta personal sobre nosotras o nuestra familia, ni a ninguna que no tenga nada que ver con el medicamento desarrollado por laboratorios Zor-el. Si alguien no está de acuerdo con esto, puede marcharse.
-Periodista 1: Entonces, antes de empezar, me gustaría que nos aclarase algo. ¿Por qué se da una rueda de prensa de algo relacionado con los laboratorios Zor-el, en las instalaciones de L-Corp? ¿Acaso su esposa no es capaz de enfrentar esta situación sola?
Iba a responder, pero Lena se adelantó.
-Lena: Empezamos fuerte, ¿eh? – dijo molesta. – Déjeme aclarar que L-Corp ha invertido en la investigación y el desarrollo del medicamento. Por lo que, como parte implicada, yo también debo estar aquí. No como esposa de la señora Luthor, si no como la presidenta y dueña de L-Corp.
-Periodista 1: ¿Y cómo es que nadie sabía que L-Corp había invertido en la investigación de ese medicamento?
-Kara: Los laboratorios Zor-el no están obligados a informar al público de quienes invierten en sus investigaciones. Hay empresas y gente que quieren hacerlo de manera anónima y nosotros respetamos esa decisión. Es el caso de L-Corp.
-Periodista 2: ¿Qué tiene de malo que la compañía de su esposa quiera invertir en la suya?
-Kara: No tiene nada de malo. Pero tampoco está obligada a hacerlo. La gente piensa que por el hecho de estar casadas, tenemos que estar de acuerdo en todo. Y no es así. Hay cosas de los Laboratorios Zor-el con las que mi esposa no está de acuerdo, al igual que yo no lo estoy con algunas de las cosas de L-Corp. Pero una cosa son los negocios y otra nuestra vida privada. Este medicamento beneficiaba a las dos compañías y por eso L-Corp decidió invertir en los laboratorios.
-Periodista 2: Señora Danvers... ¿puedo llamarla así? Creo que será más fácil para todos y así sabrán a cuál de las dos nos queremos dirigir en cada momento.
Miré a Lena, que asintió.
-Kara: Claro.
-Periodista 2: ¿Entonces, cuál es la razón por la que no quieren comercializar el medicamento, sabiendo que funciona?
-Kara: Su precio. Producir ese medicamento tiene un coste muy alto. Para obtener beneficios, deberíamos venderlo al menos por el triple de lo que nos costó producirlo. Sólo estaría al alcance de unos pocos y no es lo que queremos. Además, no es un medicamento que vaya a comprar todo el mundo. No es una pastilla contra el dolor de cabeza. Si lo producimos y lo dejamos guardado hasta que alguien pueda necesitarlo, pueden pasar años. El medicamento podría estropearse o perder sus propiedades y nosotros perderíamos dinero.
-Periodista 3: Entonces es por dinero... Sólo lo hace para ganar más dinero para sus laboratorios.
-Kara: ¿Acaso usted trabaja gratis?
-Periodista 1: ¿Y no será que está utilizando algún ingrediente que no debería y le da miedo que se sepa?
-Kara: ¿Perdón?
-Lena: ¡Bueno, basta ya! – gritó, poniéndose de pie y haciendo que hasta yo saltase en mi silla.- ¡¿Es que no tienen suficiente con atacar a mi esposa diciendo todas las cosas horribles que están diciendo de ella y tirándole huevos en la puerta de nuestra casa?! ¡¿Ahora también la acusan de usar productos ilegales en sus medicamentos?! Para que les quede claro. Mi esposa no tenía por qué dar el medicamento gratis a los otros dos niños que lo necesitaban en National City. Y menos aún después de cómo sus padres se portaron con ella y nuestra hija. Sólo porque no querían que sus hijos fueran al cumpleaños de una niña que tenía dos madres, porque les parecía asqueroso y repulsivo. Pero si una de esas mujeres consigue fabricar un medicamento que salva la vida de sus hijos, ya está todo bien, ¿verdad? ¡Pues no! ¡Mi esposa no merece que la insulten ni la humillen de esa manera! ¡Ella no tenía por qué administrarles el medicamento a esos niños sin pedir nada a cambio! Pero lo hizo. Porque esos niños no tienen culpa de tener unos padres gilipollas. Aun así, siguen diciendo que mi esposa es egoísta, que sólo le mueve el dinero, la fama... El medicamento se fabricará bajo pedido a las familias que realmente lo necesiten. Sabemos que la mayoría son familias de clase media o de pocos recursos y estamos dispuestas a ofrecerles el medicamento pagando una pequeña parte de su producción. Sólo eso.
-Periodista 1: Sí, todo eso es muy triste y muy bonito... Pero, ¿por qué tanto interés en que nadie consiga una muestra del medicamento para analizarlo y, posiblemente, conseguir fabricarlo a un coste menor? ¿De qué tienen miedo, de la competencia?
Cogí la mano de Lena y la miré, no tenía buena cara y empezaba a preocuparme.
-Kara: Lena, amor, tranquilízate... - dije en voz baja.
-Lena: No voy a permitir que sigan tratándote así.
-Kara: Siéntate, yo me ocupo...
-Periodista 1: ¿Y bien, señora Danvers, va a responder, o debemos pensar entonces que sí hay algo raro en la producción de ese medicamento?
Iba a responder cuando vi que Cat entraba en la sala de prensa.
-Cat: Es por mí. Yo soy el motivo por el que no se comercializa el medicamento.
-Periodista 1: ¿Usted? ¿Y usted es...?
-Cat: Mi nombre no importa.
-Periodista 1: De acuerdo. ¿Y qué pinta usted en todo esto?
-Cat: Cuando era niña, tuve la enfermedad para la que este medicamento ha sido fabricado. Por suerte, conseguí sobrevivir a ella. Creo que sólo ha habido otro caso aparte de mí. Por lo general, la enfermedad es mortal antes de cumplir los ocho años. Pensé que tal vez, al haber sobrevivido, mi sangre podría tener algo que ayudase a combatirla. Pero no quería que se supiera. No quería fama, ni ser acosada por periodistas. Sólo seguir con mi vida normal, como hasta ahora...
-Periodista 1: ¿Y por qué nunca se ha visto ninguna noticia sobre ese... "milagro"?
-Cat: Porque cuando yo era niña, no había internet, ni los medios que hay ahora. Así que esa información puede haberse perdido fácilmente, no sería extraño. Les dije a las señoras Luthor que les daría una muestra de mi sangre para trabajar con ella, a cambio de que no dijesen nada sobre ello para mantener mi privacidad. Esa es la razón por la que no quieren comercializar el medicamento. Si lo analizan, sabrán que contiene sangre humana o células humanas aparte de las células madre utilizadas en el proceso. Les aseguro que todo está hecho de forma legal. Y, antes de que lo pregunten, no. No estoy dispuesta a ofrecer mi sangre a ninguna otra empresa o laboratorio farmacéutico. Sólo colaboraré con los laboratorios Zor-El y daré una muestra de mi sangre cada vez que necesiten fabricar ese medicamento. Además, llegará un momento en el que yo ya no esté y ese medicamento ya no podrá fabricarse. ¿Qué harían entonces? ¿Volver a atacarlas por dejar de fabricarlo?
-Periodista 2: ¿No podrían usar la sangre de su hija o los otros dos niños para fabricar más?
-Lena: No sin el consentimiento de los padres o de los propios niños cuando sean adultos. En el caso de nuestra hija, debe ser ella quien decida si quiere o no dar su sangre para fabricar el medicamento. Aún es pequeña para decidir sobre eso y nosotras no vamos a tomar esa decisión por ella.
-Kara: Lena, amor... - dije mirándola. Estaba muy pálida - ¿Estás bien?
-Lena: No...
-Periodista 1: ¿Y tenemos que creernos lo que esta mujer sin nombre nos dice, porque sí?
-Cat: He dicho que la información puede haberse perdido, no que no exista. Tal vez, si buscan, tengan la suerte de encontrar algo al respecto. Pero lo veo complicado.
-Periodista 1: Tenga por seguro que lo buscaré.
-Cat: Bien, hágalo.
-Kara: Lena, ¿qué te pasa?
-Lena: ¿Podemos irnos a casa? – preguntó, mientras nos alejábamos de la sala de prensa.
-Kara: Sí... - dije mirando a Cat y haciendo un gesto para que se acercase – Lena no se encuentra bien.
-Lena: ¡Au! Oh dios... - dijo doblándose y sujetando su vientre.
-Kara: Amor... ¿Te duele?
-Lena: Sí...
-Cat: Llevémosla donde pueda tumbarse.
-Kara: Ese ascensor lleva a su despacho. Podemos tumbarla en el sofá.
-Cat: Bien, vamos.
Fuimos al ascensor y subimos al despacho de Lena, la ayudamos a tumbarse con cuidado y yo me agaché a su lado, cogiendo su mano.
-Lena: ¡Oh, joder, duele mucho, Kara!
-Cat: ¿Puedo? – preguntó, examinando a Lena – Hay que ir al hospital, está de parto.
-Kara: ¿Qué, ya? ¡Pero si aún falta un mes!
-Cat: Bueno, pues parece que vuestro hijo no quiere esperar más. El embarazo de Lena ha sido complicado, así que lo mejor sería irse ya o pedir una ambulancia. No puedo simplemente desaparecer con vosotras, hay demasiada gente aquí.
-Kara: Pediré una ambulancia... - dije, mientras Lena apretaba mi mano con una nueva contracción – Tranquila, amor, todo irá bien.
-Lena: ¿Lo prometes?
-Kara: Claro que sí... - dije besándola, mientras Cat me quitaba el teléfono y pedía ella la ambulancia, volviendo luego con nosotras – Gracias, Cat.
-Lena: Ella te necesita ahora.
-Kara: Cat, en cuanto a lo que has dicho ahí abajo...
-Cat: Tranquila, me ocuparé de que encuentre la información que necesita. Dentro de uno o dos años...
-Lena: Gracias...- dijo - ¡Aaaahh!
-Cat: Olvida eso ahora y céntrate en tu hijo.
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os informo que el próximo capítulo será el último, pero seguiré con la chica de ojos tristes y ya estoy preparando una nueva historia
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