Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

17-UNA LUZ DE ESPERANZA


KARA

El tiempo fue pasando. De nuevo, las clases de Katie empezaron. Era Diecinueve de septiembre y faltaban once días para que nuestra hija cumpliera cinco años. Me acerqué a los padres de sus compañeros de clase para invitarles al cumpleaños. Habíamos decidido celebrarlo finalmente en el parque de atracciones. Los padres o madres que quisieran ir, también podrían hacerlo.

Para mi sorpresa, todos dijeron que no. No querían que sus hijos se juntasen fuera de clase con una niña que tenía dos madres. No querían que sus hij@s aprendieran "malas costumbres" ni vieran "cosas fuera de lo normal". A Katie no pareció importarle demasiado hasta que les pregunté a los padres de un niño y una niña que tenían la misma enfermedad que Katie y también dijeron que no. A Katie no le resultaba fácil hacer amigos, y al parecer, se relacionaba más con ellos porque los tres tenían lo mismo y se entendían unos a otros.

Cuando llegamos a casa, Katie lloraba y yo iba refunfuñando en voz baja.

-Lena: Kara, ¿qué pasa...? – preguntó al ver nuestras caras.

-Kara: Nada, amor. Sólo que intenté invitar a los compañeros de clase de Katie a su cumpleaños y lo único que recibí fueron insultos y miradas de asco.

-Lena: ¿Y qué hiciste? Les responderías.

-Kara: Estábamos rodeadas de niños de cinco años. Si hubiese dicho lo que pensaba en ese momento, ahora todos esos niños tendrían que estar recibiendo atención psicológica.

-Katie: Mami... - dijo abrazándose a las piernas de Lena, llorando.

-Kara: Si pudiera hablar con ellos sin los niños delante... Juraría que un par de madres iban a decir que sí, pero cuando el resto las miraron, enseguida cambiaron de opinión.

-Lena: Seguro que si supieran que gracias a nosotras sus hijos pueden ir a un colegio donde pueden aprender y ser como el resto de los niños, nos lo agradecerían.

-Kara: ¿Tú crees? – dije, colgando el abrigo y cogiendo a Kayla de su cuna para darle de comer.- ¿Te han dado guerra? Katie, cielo, ve a jugar, venga.

Katie asintió y fue a jugar con sus peluches en mitad del salón.

-Lena: No. Han estado muy tranquilos.

-Kara: Bien... - dije sentándome en el sofá y dándole el pecho a Kayla. Lena se sentó a mi lado, mirándome.

-Lena: Me encanta verte darles de comer. Creo que no me cansaría nunca de miraros...

-Kara: A mí me gustaría verte a ti haciendo esto...O llevando a nuestro hijo o hija en tu vientre.

-Lena: Lo sé... A mí también me gustaría.

-Kara: ¿Me traes a Caleb? – le pedí poco después.

-Lena: Sí... - dijo levantándose para cogerle y dejarlo en mis brazos, cogiendo ella a Kayla y volviendo a sentarse a mi lado. Sujetaba a Kayla con un brazo mientras que, con su mano libre, jugaba con mi pelo - ¿Qué es...?

-Kara: ¿Cómo?

-Lena: Conozco esa cara...

-Kara: ¿Qué cara?

-Lena: La que pones cuando estás dándole vueltas a algo en la cabeza.

-Kara: No es nada.

-Lena: Kara... Por favor, cariño – dijo, cogiéndome del mentón y haciendo que la mirase – No más secretos.

-Kara: No quiero hablar de ello con Katie delante – susurré.

-Lena: Está bien, luego entonces... - dijo besándome y levantándose para acostar de nuevo a Kayla.

Esa misma noche, ya en la cama, le conté a Lena que me preocupaba Katie, por las cosas que había tenido que escuchar aquella tarde, y porque se pasó todo el camino preguntando por qué no dejaban ir a sus amigos a su cumpleaños y yo no sabía qué decirle.

Por suerte, entre Lena y yo conseguimos que se olvidase del tema.

Y así llegó el Treinta de Septiembre. Ese día dejamos que Katie no fuese a clase y decidimos pasar el día en el parque de atracciones con toda la familia y luego haríamos una pequeña cena en casa.

Katie estaba contenta al ver a toda la gente que estaba allí. Sus tías Alex y Sarah, su tío Lex, sus primos Ian y Laurel, sus abuelas, Eliza y Lillian, su abuelo Lionel, Sam y Maggie, Winn y Nia, y, por supuesto, Lena, yo, Caleb y Kayla.

Katie corría feliz con sus primos y disfrutaban de las atracciones. Quedamos en que los reglaos se los daríamos en casa por la tarde, así no tendríamos que cargar con ellos durante todo el día. Llevábamos tres horas en las que montábamos a los niños en todas las atracciones. Alex, Sarah, Sam, Maggie, Winn, Nia y Lex habían ido a probar no sé qué nueva atracción y nos dejaron a nosotras dos junto con Eliza, Lillian y Lionel a cargo de los niños. Estábamos sentadas mientras Lionel y nuestras madres iban a por unas bebidas frías.

-Katie: ¡Mami, mira, disaurios! ¡¿Montas conmigo?

-Lena: ¿Dónde, ahí? No...

-Katie: Por fa...

-Lena: ¿No prefieres ir a los coches de choque, o a los platillos volantes, o...?

-Katie: ¡No! ¡Los disaurios!

-Kara: Vamos amor, ¿qué pasa? Sólo es un paseo en barca viendo dinosaurios de plástico que rugen y se mueven...

-Lena: No me gustan esas cosas...

-Kara: ¿Desde cuándo?

-Lena: Desde anoche. Soñé que era devorada por uno de esos bichos.

-Kara: ¿Por eso gritaste y fuiste corriendo al baño?

-Lena: ¡Oye, parecía muy real!

-Kara: No van a comerte, amor...

-Katie: Venga mami... - dijo tirando de Lena.

-Kara: Si mami no quiere, voy yo...

-Katie: No... ¡Mami!

-Lena: Cielo, ve con mamá, a ella si le gustan esos bichos con tantos dientes.

-Katie: Jo... Vale... ¡Vamos mamá!

-Kara: Te quedas con Caleb y Kayla...

-Lena: Creo que sobreviviré a eso.

-Kara: Ya...

Después de esperar diez minutos de cola, subí con Katie, Ian y Laurel en una pequeña barca de madera. Los tres se reían y gritaban emocionados cada vez que veían un dinosaurio. Katie y Laurel se agarraron a mí cuando el tiranosaurio las asustó, agachándose hasta casi tocar la barca y abriendo la boca y soltando un fuerte rugido. Ian le tiró un caramelo que llevaba en el bolsillo.

-Ian: Pobrecito, tendrá hambre.

-Kara: Seguro... - dije riéndome.

A pesar del susto, me hicieron subir seis veces. Por suerte, era casi la hora de comer y la cola no era tan larga.

-Lena: ¡Por fin aparecéis! – Gritó cuando nos vio llegar- ¿Dónde estabais?

-Kara: Viendo dinosaurios. Seis veces.

-Laurel: Mira tía, tenemos fotos con un dinosaurio.

-Katie: Uno casi nos come, mami.

-Lena: ¿Ves? Esas cosas comen personas.

-Kara: Ah no, Ian le tiró un caramelo para que se le quitara el hambre.

Lena me miró con cara extraña mientras Ian y Laurel enseñaban sus fotos con los dinosaurios a sus madres.

-Lena: Lex y mi padre han tenido que irse por algo de la empresa, pero irán a casa para la cena.

-Kara: Bien...

-Eliza: ¿podemos ir a comer ya?

-Kara: Sí. Ese dinosaurio se habrá quedado sin hambre con su caramelo, pero yo me comería una vaca.

-Lena: O un dinosaurio.

-Kara: Sí, también.

-Alex: Oye, Kara, tienes que venir luego con nosotras a probar esa nueva atracción.

-Kara: No, creo que no...

-Sarah: ¿Por qué? Es genial.

-Winn: Sí, te deja boca abajo durante tres minutos.

-Kara: Creo que paso... ¿En las alturas y boca abajo? No, ni loca.

-Alex: Vamos, sólo una vez.

-Kara: No.

-Alex: No seas aguafiestas... Lena, dile a tu mujer que suba con nosotras.

-Lena: Kara odia las alturas, Alex, lo pasa muy mal, ya lo sabes.

-Winn: ¡Pero si ni se va a enterar!

-Kara: Eso lo dudo. Queréis que me quede colgando boca abajo desde cuanto, ¿cinco metros?

-Maggie: Más bien quince. Vamos Danvers, ve con ellos.

-Kara: Ve tú.

-Maggie: Ya he subido. Siete veces.

-Kara: Bueno, tú es que no eres humana.

-Maggie: No, soy un robot.

Miré a Sam y Nia, que permanecían calladas y algo blancas, negando con la cabeza.

-Kara: No.

-Alex: Vamos, sólo una vez. Me lo debes.

-Kara: ¿Por qué?

-Alex: ¿Recuerdas aquél día en el que me tuviste durante nueve horas dando vueltas por toda la ciudad para comprar no sé qué aparato para no sé qué cosa?

-Sarah: Esa fui yo, cariño... Fuimos a buscar un equipo de escucha para mi trabajo.

-Alex: ¿Fuiste tú? Bueno, sabía que era una rubia...

-Sarah: Claro...

Finalmente, y sin saber cómo, acabé subiéndome a esa atracción infernal. Al bajar, tuve que apoyarme en Alex. Las piernas me temblaban, me dolía la cabeza y tenía unas ganas terribles de vomitar. Cosa que acabé haciendo en una papelera.

-Alex: Lo siento... - dijo, mientras me sujetaba el pelo.

-Lena: Te dije que lo pasa fatal... - dijo acercándose y regañando a Alex – Cariño...

-Kara: Necesito sentarme...

-Lena: Claro, ven... - dijo llevándome a un banco con ayuda de Alex. Todos se acercaron y Alex les pidió que se alejasen un poco para que me diera el aire.

-Katie: ¿Qué le pasa a mamá?

-Kara: No es nada cielo. Mamá va a matar a tu tía Alex cuando pueda moverme otra vez. Así que más le vale empezar a correr desde ya.

Cuando pude volver a moverme, llevamos a los niños a varias atracciones más y nos fuimos a casa. Aún tenía el estómago algo revuelto de la maldita atracción, así que le dirigí la palabra a Alex en todo ese tiempo.

-Alex: Kara, perdona... - dijo cuando entramos en casa - ¿No vas a volver a hablarme?

-Kara: Mientras mi estómago siga dando volteretas, no.

-Alex: Venga ya, es imposible que sigas encontrándote mal. Sam y Nia están bien.

-Nia: Nosotras no echamos hasta nuestra primera papilla, como Kara.

-Maggie: Kara ha echado mucho más que eso... Me pareció ver hasta un trozo de cerebro por ahí flotando entre...

-Sam: Maggie, cielo, cállate, por dios, o harás que acabemos vomitando también.

-Lillian: Desde luego, sois como niñas. Todas.

Dejé los bolsos de todas en la habitación y subí un momento al laboratorio a ver cómo iban las muestras, mientras Eliza y Lillian preparaban la cena. No me llevaría más de diez minutos echarles un vistazo rápido.

-Cat: Traigo un regalo para Katie – dijo cinco minutos después, haciendo que me cayese del taburete en el que estaba sentada.

-Kara: Un día de estos me matas, te lo juro por...

-Cat: Deja de exagerar, Kara, por lo que más quieras. Y levántate, pareces un ciervo recién nacido espatarrada en el suelo.

Me levanté y la miré.

-Kara: ¿Qué decías de un regalo?

-Cat: Ah, sí, te traje un regalo para Katie.

-Kara: ¿Y dónde está?

-Cat: Aquí... - dijo, haciendo aparecer una caja sobre sus manos.

-Kara: Es muy grande, ¿Qué es?- pregunté, justo cuando vi que la caja se movía y escuché un pequeño ladrido – No, nada de perros... Ya tenemos bastante con dos bebés de dos meses como para encima tener que ocuparnos de un cachorro.

-Cat: No puedo devolverlo, lo siento... - dijo dejando la caja en el suelo. - ¿Qué haces?

-Kara: Estoy mirando si hay cambios en las muestras... - dije mirando a Cat, que empezó a toquetear las cosas.

-Cat: ¿Para qué sirve todo esto?

-Kara: Ten cuidado, esas cosas son muy caras y podrías hacerte daño con algunas de ellas.

-Cat: Hacerme daño... - dijo, mirando una muestra que tenía en el microscopio – Vaya... Qué curioso.

-Kara: Llévate a ese cachorro. Regálale otra cosa, pero no eso.

-Cat: Vamos, a tu hija le encantan los animales. Tiene cientos de ellos, pero son de peluche. Se divertirá más con uno de verdad.

-Kara: Cat...

-Cat: Vuelve a rechazar mi regalo, y te aseguro que vuelves ahí abajo con el culo quemado.

-Kara: Cuidado con eso, puedes cort...

-Cat: Auch... Vaya... - dijo, mirando el corte de su mano.

-Kara: Mierda, espera... - dije buscando algo para taparlo. En ese momento, vi un par de gotas de sangre caer en una de las muestras. -¡No! Cat, aparta la mano de la mesa, por favor... ¡Las muestras!

-Cat: Perdona... - dijo, pasando su mano sana sobre la herida y curándola al instante. – Ya está, no hace falta que montes un numerito.

-Kara: ¿Puedes curarte a ti misma?

-Cat: Vamos, ha sido un cortecito de nada, tampoco es que una bala de cañón me haya atravesado.

-Kara: Un cortecito de nada, ya. Pues tu cortecito ha destrozado una de mis muestras. Ahora tendré que empezar otra vez de cero. ¡¿Sabes lo que cuesta esto?!

-Cat: Lo siento... – dijo - ¿No tienes más?

-Kara: Sí, tengo más. Pero tendré que empezar desde el principio, he perdido un mes de trabajo en un solo segundo.- dije, casi llorando.

-Cat: ¿Eso tiene que pasar? – preguntó, señalando la muestra donde había caído su sangre. El color había cambiado, parecía menos "enfermizo". Cogí la muestra y la puse bajo el microscopio, analizándola.

-Kara: No puede ser...

-Cat: ¿Qué pasa?

-Kara: Mira... - dije, apartándome para que mirase.

-Cat: Muy bonito... ¿qué se supone que tengo que ver, dragones o algo así?

-Kara: Tu sangre, está provocando una especie de reacción. Parece que está "limpiando" la enfermedad, pero algo le impide hacerlo del todo. Déjame ver...

-Lena: ¡KARA! – Gritó, entrando en el ático.

-Kara: Lena, amor, mira esto. – dije, contenta.

-Lena: ¡¿Se puede saber qué haces?! – parecía enfadada.

-Kara: ¿Qué...?

-Lena: ¡Llevas aquí casi cuarenta y cinco minutos, te estamos esperando para cenar, maldita sea! ¡Katie quiere su tarta y sus regalos!

-Kara: Su tarta y sus... ¡mierda, el cumpleaños!

-Lena: ¿En serio, vas a empezar con eso otra vez, Kara?

-Kara: No, amor, es que...

-Cat: Ha sido culpa mía.

-Lena: ¡Joder! ¿Llevas aquí todo este tiempo?

-Cat: Sí... Espera, soy de tamaño normal, ¿verdad? No me he reducido hasta el tamaño de una hormiga, se me ve bien....

-Lena: ¿Qué haces aquí?

-Cat: Vine a traer un regalo para Katie.

-Kara: Sí, un perro.

-Lena: ¿Un perro? ¡No, ni hablar! ¡Ya tenemos bastante con dos bebés y una niña de cinco años enferma, no podemos hacernos cargo de un perro ahora!

-Cat: Mira, si parecéis loros, repetís las frases de la otra... Qué monas.

-Kara: Pues hay que quedárselo o nos chamuscará el culo. Y sinceramente, amor, a mí me gusta tu culo tal y como está. En su punto.

-Lena: Kara, cariño... - dijo medio riéndose.

-Cat: Exacto. Os quedais el perro. Y que Kara se haya retrasado ha sido culpa mía también porque me corté por toquetear sus juguetitos y mi sangre cayó sobre una de sus muestras.

-Lena: ¿Y sigues viva, en serio? Nadie toca las cosas de laboratorio de Kara sin su permiso y vive para contarlo. Oh, lo olvidaba, eres un ángel. ¿Se os puede matar? Es algo que me interesa y...

-Kara: Lena, amor...

-Lena: Perdón.

-Cat: El caso es que mi sangre parece haber ayudado en algo.

-Kara: Creo que podré encontrar la cura pronto.

-Lena: ¿Hablas en serio? ¿Podrás curar a Katie?

-Kara: Eso espero. Tengo que... analizar algunas cosas y puede que tenga que aislar otras y... Escucha, dame cinco minutos, ¿vale? Sólo necesito que Cat me deje sacarle un poquito de sangre y bajo enseguida. Lo prometo.

-Lena: Cinco minutos.

-Kara: Diez como mucho... - dije besándola – Siento haberos hecho esperar, no me di cuenta.

-Lena: No importa... - dijo sonriéndome y saliendo.

-Kara: Bien, Cat, ¿te importa que te saque un par de tubitos de sangre?

-Cat: Está bien. Pero espero que esto no salga de aquí. No creo que sea buena idea decir que usaste sangre de ángel para la cura. Más que nada porque acabarías en el manicomio y Katie se quedaría sin una de sus madres, otra vez.

-Kara: Sí, vale... - dije, pinchándola y sacando un par de tubos de sangre que luego guardé en el refrigerador – Gracias, Cat. Me voy abajo.

-Cat: El cachorro, que no se te olvide.

-Kara: Espero que al menos sea de tamaño pequeño.

-Cat: ¿Qué entiendes por pequeño?

-Kara: ¿Un chihuahua?

-Cat: Eso no es pequeño, es minúsculo – No, es algo más grande.

-Kara: Más grande. Miedo me das... - dije cogiendo la caja y bajando.

LENA

-Kara: Perdón por el retraso... - dijo, bajando poco después de que fuese a buscarla.

-Eliza: ¿Dónde estabas, cielo?

-Kara: Enviaron un regalo para Katie y tuve que ir a buscarlo. Salí por una ventana para que no me viera.

-Katie: ¡Qué grande, ¿qué es mamá?!

-Kara: Algo de lo que deberás hacerte cargo- dijo, poniendo la caja delante de ella. Miré a Kara, con Caleb entre mis brazos. Kayla estaba con Winn.

Katie abrió la caja y nos miró a Kara y a mí, sorprendida.

-Katie: ¡Un perrito!

-Maggie: ¿Un perrito de verdad? ¿De los que se mean, se cagan y se comen los zapatos?

-Lena: Sí, de esos... - dije divertida.

-Maggie: ¿Es que no tenéis bastante con las cacas e vuestros hijos, que queréis más?

-Kara: No es nuestro, es de... una amiga.

-Lillian: ¿Y pensáis que Katie podrá cuidarlo?

-Lena: Eso espero... dije suspirando, mientras Katie sacaba al perrito de la caja y lo abrazaba.- Tienes que ponerle un nombre. Pero uno de verdad, cariño. No es un peluche.

-Katie: Hum.... ¿Señor perrito?

-Maggie: eso no es un nombre, Katie.

-Sarah: Seguro que se te ocurre alguno mejor, inténtalo.

-Katie: Zor.

-Lena: ¿Zor?

-Katie: Sí, ese me gusta. Zor.

-Lena: ¿Por qué Zor?

-Katie: como el trabajo de mamá... los labotorios Zor.

-Lena: Laboratorios Zor-el, cielo.

-Katie: Eso. Pero sólo Zor.

Miré a Kara, que parecía encantada con el nombre.

-Lena: Zor entonces. Ahora tendrás que ocuparte de él. Enseñarle a no hacer sus cosas en casa y no ladrar para no asustar a tus hermanos. También tendrás que bañarle, cepillarle y sacarle a pasear.

-Katie: Vale, mami. ¿Puedo ir a jugar con él?

-Lena: Luego, ahora vamos a cenar y comer la tarta. Luego terminas de abrir tus regalos y juegas un ratito con él. Y antes de que preguntes no, no puede dormir contigo.

-Katie: ¿Por qué? Es un bebé, como Caleb y Kayla. Y ellos duermen con vosotras...

-Lena: Es diferente. No puede dormir contigo.

-Katie: Jo. Mamá... - dijo mirando a Kara.

-Kara: Si mami dice que no, es que no.

-Katie: Mami.... – dijo haciendo un puchero.

-Lena: Está bien... - dije finalmente – pero en el suelo, nada de dormir sobre tu cama, ¿entendido?

-Katie: ¡Vale!

Reí, divertida, mientras Kara me abrazaba por detrás y me besaba en la mejilla. Lo cierto era que cuando alguna de las dos hacía ese puchero, no podía decirles que no. Sabían muy bien cómo manipularme. Y lo odiaba. Bueno, sólo en parte. Lo cierto era que me encantaba ver los gestos de Kara en Katie.

-Kara: Bueno, amor, ya sólo nos falta uno para cumplir la promesa que le hice a tu madre...

-Lillian: Kara, el perro no cuenta como nieto. Os faltan dos, no se me ha olvidado.

-Lena: Bueno mamá, pero tendrás que esperar un poco para eso.

-Lillian: Espero que no mucho. Kara ya está recuperada, ya podéis poneros a fabricar más.

-Lena: Espera que estos dos crezcan un poco, ¿no? Un par de años, al menos.

-Lillian: Dos años, ni uno más.

Después de la cena, la tarta, que Kara no probó, y los regalos, todos se fueron. Quedamos en vernos en cuatro días, para celebrar el cumpleaños de Kara.

Habíamos aprovechado el rato que ella estuvo arriba antes de cenar, para planear su cumpleaños. La idea era sencilla. Una comida familiar y luego dejaríamos a Katie, Caleb y Kayla con Eliza y mis padres y pasaríamos la tarde y la noche solas.

Kara acostó a Caleb y a Kayla y luego se quedó recogiendo y fui a acostar a Katie. Tardé casi una hora en salir de la habitación, porque su nuevo hermano peludo se había emperrado en dormir con ella sobre la cama. Finalmente, tuve que rendirme y permitir que por esa noche, durmieran juntos.

Fui a buscar a Kara, que y había terminado de recoger y la abracé por detrás.

-Lena: Katie se ha dormido... ¿Caleb y Kayla?

-Kara: También.

-Lena: Entonces tenemos tiempo para nosotras, ven.... – dije tirando de ella hacia la habitación y empezando a desnudarla.

-Kara: Lena, ¿qué?

-Lena: Tenemos algo que celebrar.

-Kara: ¿El qué?

-Lena: Casi tienes la cura para Katie, cielo. Eso es algo increíble.

-Kara: Ah, sí... - dijo sonriéndome – celebrémoslo entonces – dijo, mientras me empezaba a quitar la ropa también.

Cuando estuvimos desnudas, tumbé a Kara sobre la cama y empecé a besarla con fuerza. La necesitaba. Recorrí todo su cuerpo con besos y caricias, notando mi erección en cuanto la besé. Un simple roce de Kara bastaba, no necesitaba más.

-Lena: ¿Estás bien?

-Kara: Sí, no pares...

Acaricié sus pechos y sin querer, apreté demasiado, haciendo que saliera un pequeño chorro de leche.

-Lena: Lo siento... - dije lamiéndolo para limpiarlo. Me gustó tanto que no pude evitar mordisquear su pezón con cuidado y succionarlo después, igual que hacían nuestros hijos. Sentí a Kara arquearse y arañar mi espalda, jadeando.

-Kara: Oh, dios, amor. Eso es....

-Lena: ¿Te hago daño? ¿Quieres que pare?

-Kara: Ni se te ocurra. Sigue... Pero deja algo para tus hijos...

-Lena: Por supuesto, no quiero matarlos de hambre... - dije riéndome y volviendo a succionar. Primero del izquierdo, luego del derecho... Cuando quedé satisfecha, seguí besando y lamiendo su cuerpo hasta que llegué a su entrepierna. Introduje un par de dedos y la noté empapada, completamente lista para mí. Sonreí y la penetré, embistiendo con fuerza.

No me cansaba de Kara, nunca. Podría pasarme la eternidad haciendo el amor con ella si eso fuera posible. Sus jadeos, sus gestos, su rostro sonrojado... Cuanto más la miraba o la escuchaba, más me excitaba. Era increíble lo que Kara era capaz de hacer conmigo.

Cuando acabamos, fuimos a ducharnos, Kara dio de comer a los niños y nos fuimos a dormir, abrazadas.

Cuatro días después, el cuatro de Octubre, llegó el cumpleaños de Kara.

-Lena: Buenos días, mi vida... - dije despertándola con un beso.

-Kara: Hola amor... - dijo sonriéndome.

-Katie: ¡Felidades, mamá! – dijo saltando sobre la cama y abrazando y besando a Kara.

-Kara: Gracias cariño...

-Lena: El desayuno está en la cocina. ¿Vamos? Dije, alargando la mano para ayudarla a levantarse.

La había dejado dormir hasta tarde. Se había pasado los tres días anteriores encerrada en el laboratorio, trabajando en la cura de Katie. Sólo había salido de casa durante cuatro horas el día antes para ir a los laboratorios Zor-el para ver cómo estaban las cosas y utilizar un par de máquinas que necesitaba de allí.

Al parecer, gracias a las instalaciones nuevas, estaban consiguiendo avanzar más rápido en varios medicamentos y Kara creía que para finales de ese año ya empezaría a notar los beneficios. Además, había conseguido nuevos inversores. Maggie se había encargado de los contratos y Nia, además de ser una de sus mejores técnicos, también le llevaba las cuentas.

Así que Kara merecía dormir hasta tarde el día de su cumpleaños. Ni siquiera llevé a Katie a clase para que pasara la mañana con nosotras, ya que tenía algo especial planeado para después de la comida.

-Kara: Está todo buenísimo – dijo Kara, comiendo con ganas.

-Lena: Lo sé. Tuve una ayudante estupenda – dije, acariciando el pelo de Katie.

-Katie: Eché la leche en tu taza, mamá.

-Kara: ¿En serio? Claro, por eso está tan buena hoy...

-Lena: He invitado a todos a comer, así que ya puedes darte prisa en ducharte y vestirte.

-Kara: ¿A todos?

-Lena: Todos: Tu madre, mis padres, Lex, Alex, Sarah, Sam, Maggie, Winn y Nia. Creo que tus sobrinos comen en el colegio, así que...

-Kara: Oh, bien...

Cuando la gente fue llegando, se fueron sentando. Habíamos invitado a Cat para presentarla a la familia, ya que todos querían conocer a la madrina de nuestros hijos.

-Kara: Ella es Cat Grant – dijo cuando Cat llegó. – Ella es...

-Lillian: Su cara me suena...

-Lena: Es la directora del hospital del que soy dueña. Ella trató a Kara cuando tuvo el accidente, ha estado con Katie cuando hemos tenido que ingresarla y ayudó en el nacimiento de Caleb y Kayla. Y gracias a ella, Kara sigue con nosotros.

-Lillian: Entiendo entonces porqué es ella la madrina de vuestros hijos. Me parecía extraño que le dieseis ese honor a una extraña.

-Kara: No es una extraña para nosotras. Le debemos mucho.

-Cat: Es un placer volver a verlos a todos en mejores circunstancias.

Tras la comida, todos se marcharon, excepto Eliza y mis padres.

-Lena: Ve a cambiarte, cariño, tengo otro regalo para ti.

-Kara: ¿Y tengo que cambiarme para eso?

-Lena: Sí, porque vamos a salir.

-Kara: ¿Y qué me pongo?

-Lena: Algo cómodo. ¿Qué tal... esto? – dije dándole una caja.

-Kara: ¿Qué es...? – preguntó abriéndola, emocionada. Cuando vio el vestido que había dentro, sus ojos brillaron. Un vestido sencillo, ajustado..

-Lena: Ve a ponértelo, vamos... Yo iré a cambiarme también.

Cuando volví al salón, Kara ya estaba allí.

-Eliza: Estás preciosa, cielo... – dijo, ayudándola a colocarse un mechón de pelo tras la oreja.

-Lena: Tu hija siempre lo está, Eliza.

-Kara: Tú también estás increíble amor... - dijo acercándose y besándome - ¿Vamos a estar mucho tiempo fuera?

-Lena: Hasta mañana.

-Kara: ¿Tanto? Entonces tengo que dejarles más leche para Caleb y Kayla. ¿Puedes esperar un ratito?

-Lena: ¿Quieres que te ayude?

-Kara: Claro, gracias...

Cuando Kara había sacado suficiente leche para varios biberones, la guardamos en la nevera.

-Kara: ¿Seguro que podréis con una niña, dos bebés y un perro?

-Lionel: No somos tan viejos, Kara.

-Lena: Pueden de sobra, cielo – dije abrazándola por detrás – Además, sólo serán unas horas. Mañana al mediodía ya estaremos aquí.

-Kara: Está bien...

Nos despedimos y fuimos al coche. Abrí la puerta de Kara para que entrara y luego la cerré tras besarla. Mientras ella se ponía el cinturón, yo me senté en mi lado e hice lo mismo.

-Lena: ¿Lista?

-Kara: ¿Dónde vamos?

-Lena: Primero al cine.

-Kara: ¿Al cine? ¿Y qué vamos a ver?

-Lena: El mago de Oz.

-Kara: ¡¿En serio?! No sabía que volvían a echarla.

-Lena: Y no lo hacen. Es sólo para nosotras dos.

-Kara: ¿Has alquilado una sala sólo para nosotras?

-Lena: Por supuesto...

-Kara: Eso es genial...

-Lena: Lo sé... - dije sonriéndola.

Vimos la película abrazadas. Kara estaba disfrutando como una niña. Era increíble verla reír.

-Kara: ¿Podemos verla otra vez? – preguntó cuando acabó.

-Lena: Otro día. Tengo algo más planeado.

-Kara: Está bien... - dijo besándome.

Dimos un pequeño paseo por el parque, cogidas de la mano. Comimos un helado y nos sentamos en un banco, al lado de un pequeño lago. Después, seguimos caminando durante un rato.

-Kara: ¿Sabes a qué me recuerda esto? A nuestra primera cita.

-Lena: ¿Ah, sí?

-Kara: Sí. El cine, el paseo... Luego fuimos a cenar a... Espera. Aquí, vinimos a cenar aquí. – dijo, cuando nos detuvimos frente a una puerta – Estás repitiendo ese día.

-Lena: Eso hago, sí. Fue un día perfecto. Merece ser repetido.

-Kara: ¿Luego me llevarás a casa en taxi?

-Lena: No. Esta noche acabará mucho mejor. ¿Entramos?

Cuando entramos, nos llevaron a nuestra mesa. Me había encargado de que fuese la misma que nos dieron aquella vez y que el menú fuera el mismo. Lo único diferente esta vez, había sido la película que habíamos visto en el cine. Kara nunca se cansaba de El mago de Oz, y este día debía ser muy especial. No me costó demasiado encontrar un cine que aceptase cerrar una sala sólo para nosotras y proyectar la película. Y menos siendo un día entre semana. Lo del menú del restaurante fue algo más complicado, pero no mucho.

Después de la cena, volvimos a caminar hasta un hotel cercano. Fuimos a recepción a por la llave y subimos en el ascensor. Kara empezó a besarme y a acariciar mi miembro por encima de la ropa, haciendo que me excitase.

KARA

La noche estaba siendo perfecta. Lena había recreado nuestra primera cita a la perfección, incluso con pequeños detalles que yo había olvidado, como lo que cenamos aquél día.

Ahora estábamos en el ascensor del hotel, camino a nuestra habitación. No pude evitar lanzarme sobre ella. Llevaba un traje azul que le quedaba de maravilla, y olía demasiado bien. La besé y acaricié su miembro por encima de la ropa, pegándola a la pared del ascensor.

-Lena: Kara... - jadeó.

-Kara: Si entra alguien, que mire para otro lado – dije, sabiendo lo que estaba pensando. Lena sonrió y me devolvió el beso, riéndose.

Cuando el ascensor se detuvo, nos separamos. Lena cogió mi mano y tiró de mi casi hasta el final del pasillo. Abrió la puerta y, cuando entramos, me quedé sin aire. La habitación era enorme. Estaba llena de ramos de flores y un montón de pétalos cubrían la cama. La iluminación eran cientos de velas con olor a canela. Sobre la mesa, había un cubo con dos botellas de champán y dos copas.

-Lena: Kara, cielo... - dijo abrazándome - ¿Estás bien?

-Kara: Esto es... ¿cuándo has planeado todo esto?

-Lena: Bueno, tú estabas demasiado centrada en el medicamento de Katie. No fue muy difícil...

-Kara: Es increíble.

Lena se apartó de mí y fue a la mesa, abriendo una de las botellas, sirviendo un poco de champán en las copas y tendiéndome una.

-Lena: Feliz cumpleaños, mi vida.

-Kara: Gracias amor... - dije besándola –Dios, esto es demasiado.

-Lena: ¿Demasiado? A mí me parece demasiado poco. Mereces mucho más.

-Kara: Lo único que quiero es a ti y nuestros hijos, Lena. Lo demás no me importa.

Lena me quitó la copa de la mano y la dejó sobre la mesa, junto con la suya. Sacó una pequeña caja y me la tendió.

-Lena: Espero que te guste.

-Kara: ¿Otro regalo? Lena...

-Lena: Me hubiese gustado regalarte una cosa por cada año que cumples. Pero pensar en treinta regalos era demasiado, así que... pedí treinta ramos de flores. – dijo, mirándome - ¿Lo abres o no?

Abrí la cajita y vi un precioso par de pendientes.

-Kara: Son preciosos...

-Lena: Déjame ver cómo te quedan... - dijo, quitándome los que llevaba puestos y cambiándolos por los que me acababa de regalar. –Hum...

-Kara: ¿Qué pasa? ¿No me quedan bien?

-Lena: No, no es eso...

-Kara: ¿Entonces?

-Lena: Creo que te quedarían mejor si sólo llevaras puestos los pendientes.

-Kara: ¿Sólo los...? Oh.... Bueno, eso tiene solución... - dije, acercándome y quitándole la chaqueta del traje, dejándola sobre una silla. Luego ella empezó a bajar la cremallera de mi vestido y lo dejó caer al suelo. Yo hice lo mismo con su camisa y sus pantalones. Entre besos y caricias terminamos de quitarnos la ropa interior y Lena me lanzó sobre la cama, haciéndome caer sobre los pétalos de rosa que la cubrían. La vi sacar un condón de su pantalón y ponérselo.

-Lena: No queremos sorpresas... ¿O sí...?

-Kara: No por favor, dame un respiro... - dije riéndome.

-Lena: Bien... - dijo mirándome – Ahora sí te quedan bien esos pendientes. Perfectos.

-Kara: Ven aquí... - dije tirando de ella, hasta hacerla caer sobre mí – Te quiero, Lena Luthor...

-Lena: Y yo te quiero a ti, Kara Danvers... - dijo besándome y mordisqueando mi cuello después. Lena sabía perfectamente que eso me volvía loca y me dejaba completamente a su merced. Desde ese momento, podría hacer conmigo lo que quisiera. Yo no iba a negarme.

Sentí sus manos recorriendo mi cuerpo, masajeando mis pechos con cuidado y jugando con su lengua alrededor de mis pezones.

Me arqueé, jadeando y clavando las uñas en la espalda de Lena. La noté gemir, pero no dejó de lamer mis pezones en ningún momento.

-Kara: Lena, amor...

-Lena: No seas impaciente... - dijo mirándome – Tenemos toda la noche...

-Kara: Eso suena genial...

-Lena: Deja de hablar y céntrate... - dije, notando cómo apretaba un poco más fuerte mis pechos, haciendo que saliera un poco de leche. – Creo que esta noche podré hartarme de esto...

-Kara: ¿Hablas en se...? Oh, joder, sí, hablas en serio. Lena... Oh Dios....

La sentí penetrarme poco después, embistiendo con fuerza. Me hizo llegar al orgasmo dos veces. Luego, yo hice lo mismo con ella. Acariciando su miembro, lamiéndolo, masajeándolo con fuerza, hasta que hice que me penetrase de nuevo y se moviese como nunca.

Acabamos agotadas, tumbadas en la cama, abrazadas. Estábamos algo pegajosas, ya que Lena tuvo la brillante idea de derramar una de las botellas de champán sobre mí e ir lamiéndolo muy despacio. Pero no quería moverme para ir a ducharme, no aún. Teníamos la otra botella al lado y Lena y yo bebíamos de la misma copa de vez en cuando.

-Lena: Kara, cariño...

-Kara: ¿Qué pasa?

-Lena: Hay algo que... me gustaría pedirte.

-Kara: ¿El qué? – pregunté, mientras hacía pequeños círculos con mi dedo sobre el vientre de Lena.

-Lena: ¿Recuerdas lo que hablamos hace poco mientras dabas de comer a Caleb y a Kayla?

-Kara: Hablamos de muchas cosas en esos momentos. Especifica un poco más...

-Lena: Bueno, sobre que te gustaría verme a mí dándoles de comer como lo haces tú.

-Kara: Ajá... Sería maravilloso, estoy segura.

-Lena: Pues quiero hacerlo.

-Kara: ¿Hacer qué?

-Lena: Quiero que tengamos otro bebé.

-Kara: ¿Otro? Amor, le dijiste a tu madre que hasta dentro de dos años al menos, nada.

-Lena: Lo sé, pero... No serías tú quien se quedaría embarazada esta vez.

-Kara: ¿Ah no? – pregunté mirándola - ¿Serías tú, en serio?

-Lena: Bueno, creo que podría hacerlo. Tendríamos que asegurarnos primero, pero...

-Kara: ¿Hablas en serio? – pregunté, sentándome en la cama. Lena hizo lo mismo.

-Lena: ¿No quieres?

-Kara: No, no es eso. Seguro que... Sería increíble ver a nuestro bebé crecer dentro de ti, pero...

-Lena: ¿Pero?

-Kara: Me gusta que sean nuestros, amor. Tuyo y mío. No sé si me gusta la idea de que intervenga... alguien más. Ya sabes. Yo no puedo dejarte embarazada a ti.

-Lena: Bueno, no tiene que intervenir nadie más. Será tuyo y mío, como los demás.

-Kara: ¿Y cómo piensas hacer eso?

-Lena: ¿En serio me lo preguntas? Kara, ¿de verdad no se te ocurre la forma de hacerlo?

-Kara: Pues no...

-Lena: Kara, ¿de verdad?

-Kara: Emmm...

-Lena: Trabajas en un laboratorio, cielo.

-Kara: ¿Y?

-Lena: Oh, por dios. ¿voy a tener que dibujártelo?

-Kara: Creo que me bastará con que me lo expliques en condiciones y no con adivinanzas – dije, cruzándome de brazos.

-Lena: No andabas muy desencaminada en la forma. Sólo que... El óvulo sería tuyo, el espermatozoide mío, y luego, lo implantaríamos en mí.

-Kara: El.... Mío y el... tuyo... y luego... - dije, mirándola - ¡Eso sí que me gusta! ¿Pero estás segura de que quieres hacerlo, amor?

-Lena: Sí.

-Kara: Pero yo no he hecho eso nunca. Aunque... Podemos pedir ayuda a Alex, o a Lucy. Seguro que ella sabe cómo hacerlo.

-Lena: Quiero que lo hagas tú.

-Kara: Pero yo...

-Lena: Lucy te dirá cómo. Por favor, Kara...

-Kara: Claro que sí, amor – dije besándola- ¿Y cuándo quieres hacerlo?

-Lena: ¿Después de la boda?

-Kara: Me parece bien... - dije estirándome para coger la botella y llenar de nuevo la copa – Esto hay que celebrarlo. Es el mejor cumpleaños de todos.

-Lena: Pero no diremos nada a nadie hasta saber si ha funcionado, ¿de acuerdo?

-Kara: Me parece bien... - dije besándola.

Volvimos a hacer el amor, y esta vez fui yo quien derramó la botella sobre el cuerpo de Lena.

-Lena: Está helado...

-Kara: Te aguantas, yo no me he quejado... - dije, lamiéndolo muy despacio, como ella había hecho conmigo.

-Lena: Esto es... Tenemos que repetirlo más a menudo.

-Kara: Si te quedas embarazada, no podremos.

-Lena: Aunque sea con agua, no tiene que llevar alcohol...

-Kara: No tienes remedio... - dije, mirando su erección – Ahora no, amiguito, espera un poco. Ahora quiero prestar un poco de atención aquí arriba.

-Lena: Oh por dios... - dijo riéndose.

Cuando volvimos a terminar, Lena no tardó mucho en dormirse, aunque yo no podía. Estaba acostumbrada a despertarme con los llantos de Caleb y Kayla pidiendo comida o ser cambiados y era incapaz de coger el sueño sabiendo que no los tenía ahí. Así que me dediqué mirar cómo Lena dormía. Se la veía tranquila, relajada. Acaricié su pelo y seguí mirándola como si no fuese a volver a verla nunca más.

-Kara: Buenos días, amor... - dije despertándola con un beso bien temprano – Aún sabes a Champán...

-Lena: Buenos días... - dijo, rodeando mi cuello con sus brazos - ¿Ya estás despierta? Es muy pronto aún.

-Kara: No podía dormir y tengo ganas de llegar a casa. No me gusta estar separada de ellos...

-Lena: A mí tampoco. Está bien, vamos a ducharnos y a desayunar primero.

-Kara: Me parece bien...

Tras la ducha, que se alargó más de lo debido, nos vestimos y fuimos a desayunar. Al salir, me sorprendió ver el coche de Lena en la puerta del hotel.

-Lena: Pedí que lo trajeran hasta aquí. – dijo al ver mi cara – vamos.

Subimos al coche y, al llegar a casa, nos sorprendió ver allí a Alex y a Sarah, viendo la televisión.

-Kara: ¿Qué hacéis aquí?

-Alex: Em... Los padres de Lena tuvieron que irse por algo de la empresa y mamá ha ido a llevar a Katie al colegio, así que Sarah y yo cuidamos de Caleb y Kayla.

-Kara: Gracias... - dije acercándome a ellas y abrazándolas - ¿Se han portado bien?

-Alex: De maravilla. ¿Y vosotras?

-Kara: Lena se portó muy bien. Demasiado.

-Alex: Vaya...

-Kara: Voy a ver a los niños, estarán a punto de despertarse – dije mirando la hora.

Estaba dando de comer a Kayla, cuando Eliza entró con Katie y Zor.

-Lena: ¿Qué pasa con el colegio?

-Eliza: Cerrado. Han encontrado ratas. Hoy y mañana no hay clases. ¿Qué tal ayer? – dijo, soltando al cachorro para que corriera por la casa.

-Sarah: Por lo visto las dos se portaron muy bien...

-Katie: Mamá, ¿qué come? – preguntó, mirando a su hermana.

-Kara: Leche.

-Katie: Yo quiero...

-Lena: No, ya eres demasiado mayor para beber leche de mamá.

-Kara: Mira quién fue a hablar. Tú eres mucho mayor y lo has hecho. Varias veces.

-Eliza: Por dios chicas, hay cosas de las que no queremos enterarnos, gracias.

-Alex: Yo sí quiero. ¿Se puede saber qué haces bebiendo leche de mi hermana?

-Lena: Yo... - dijo, sonrojándose – Creo que voy a... hacer... algo.

-Alex: No huyas, Luthor.

-Kara: Alex, déjala en paz... No hagas caso a Alex, amor... Ya sabes cómo es.

-Sarah: Sí, no le hagas caso a Alex, házmelo a mí. Cuéntanoslo todo.

-Eliza: Creo que es hora de irme a casa.

-Kara: No, no te vayas, Eliza...

-Eliza: Sólo si dejáis ese tema. Además, hay niños delante...

-Alex: Es verdad, perdón mamá... - dijo mirándome. Luego se acercó a mi oído, susurrando – Luego me lo cuentas todo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro