Temores y distancia
A pesar de los intentos de Hinata por acercarse a Naruto, el rubio se mostraba aún algo distante. La trataba con normalidad, pero no confiaba en que, si se repitiera una situación remotamente similar, ella volviera a desconfiar de él, aun sabiendo que ella había tenido razón. Lo único que le pediría era el beneficio de la duda, pero sabía que lo tendría muy complicado porque sabía que ella seguiría defendiendo a Toneri. La conocía perfectamente y sabía que, cuando se le metía algo en la cabeza, no cedería ni un ápice. Eso había sido tema de discusión entre ambos, porque eran igual de cabezotas, pero esto era más grave: lo que le dolía es que ella no hubiese confiado en él. Aparte de otra situación paradójica: el cómo la había tratado.
La distancia impuesta por el Uzumaki había sido tema de polémica en el grupo. Sakura le había abroncado tantas veces que ya Naruto ni siquiera le hacía caso, simplemente, asentía y empezaba a pensar en cualquier otra cosa. Kiba intentaba ser más pedagógico, pero al ver que el rubio seguía en sus trece, optó por una postura más ofensiva. Y Sasuke... Bueno, le molestaba que el rubio estuviera así principalmente porque, palabras textuales, "luego tenía que aguantar el berrinche de Sakura sobre el por qué Naruto era tan idiota".
En definitiva, Naruto se había quedado totalmente solo en su idea de alejar a Hinata el tiempo necesario para reconciliarse con ella, y también consigo mismo, porque su orgullo también había quedado magullado al saber que, tal como ella dijo, Toneri no tenía malas intenciones. Se había dejado llevar por lo que había pasado en su vida anterior, sin tener en cuenta que habían cosas que podían cambiar, como los sentimientos de Hinata o todos los momentos que habían vivido. Tendría que construirlos de nuevo, y desde luego que no había empezado con buen pie.
Mientras estaba divagando y desayunando, a su localización se había acercado nuevamente Hinata. La mirada, que normalmente reflejaba alegría y vida, se había vuelto tenebrosa y fúnebre, como cuando la habían comprometido. A Naruto no le gustó absolutamente nada el gesto ni la postura de Hinata: cabizbaja, con los brazos caídos y absolutamente deprimida. Le rompió el corazón verla así, pero no se consideraba digno de estar con ella, no se perdonaba el cómo se había dirigido a ella y el intentar hacerla sentirse culpable.
Hinata se sentó a su lado, pero sin mirarlo, así como él tampoco la miraba. En ese momento, eran dos juguetes rotos por las circunstancias del destino y por los sucesos. Estaban idos, ya casi ni hablaban. Hasta ese día, donde Hinata comenzó a dar un paso definitivo.
— ¿Hasta cuándo vamos a seguir así? — dijo Hinata, que seguía sin levantar la cabeza del suelo.
— No lo sé... — dijo Naruto, haciendo exactamente lo mismo.
— ¿Por qué nos haces esto? Sabes que yo... — dijo Hinata, sin verbalizar la última parte de la frase. No era necesario.
— No lo sé... — Naruto era un robot, contestaba por inercia. No quería encararla ni encarar la realidad.
— ¿Sabes decir algo que no sea "no lo sé"? — dijo Hinata, ya indignada con la actitud de Naruto. — Me haces daño, Naruto. Quiero que todo vuelva a ser como antes, tú y yo, riendo juntos y pasándolo bien. Todavía podemos ser amigos si así lo quieres.
¿Lo que él quería?
Él deseaba más de lo que ella pensaba estar con ella. Fue su eterno deseo desde que la conoció, era la dueña de su corazón y de absolutamente todos los momentos de su vida: los más blancos y puros, y también los más sucios y oscuros. Sin ella moría por dentro, eso fue lo único que le hizo levantar la mirada y verla. Pero cuando la vio llorando de pura rabia e impotencia por no poder acercarse a él y abrir la coraza que él mismo se había autoimpuesto... No pudo evitar resguardarse en sí mismo y seguir siendo ese témpano que había sido últimamente.
— No puedo, Hinata. Por más que quiera, no puedo. — dijo Naruto, volviendo a agachar la cabeza para no ver a su amada llorando.
— Dime una cosa, por favor. — dijo Hinata, en tono suplicante. La lástima que impregnaba su voz resquebrajó el corazón de Naruto, eso hizo que asintiera y le concediera a Hinata la posibilidad de formular una pregunta. — ¿Me amas, Naruto?
Él nunca esperó que Hinata le abordara de forma tan abierta, que echara el resto y le preguntara de forma tan clara y contundente sobre sus sentimientos. Naruto calló y dejó pasar el tiempo para eludir responder la pregunta de Hinata, no se sentía con la fortaleza suficiente para afrontar la realidad que le venía de frente. En su fuero interno, sabía que debía aprovechar el momento y sincerarse, pero también pensaba que no se merecía a alguien como Hinata por cómo la había tratado con respecto al tema de Toneri.
Hinata, cansada por la actitud de Naruto, decidió lanzar un órdago al rubio. No era lo que deseaba, pero tenía que darle la fuerza y el coraje necesario para que volviera a ser el Naruto alegre, optimista y feliz que la enamoró por completo, y no esta versión oscura, pesimista, triste y desgraciada que se estaba mostrando en ese instante y desde el mismo día que Sasuke y Sakura hablaron con ella.
— Mira, creo que no tiene sentido que yo luche por lo que quiera que podamos ser los dos, Naruto. — dijo Hinata, dando a entender al Uzumaki que se estaba rindiendo, que dejaría de intentarlo. — Creo que si no tienes el coraje necesario para decir claramente que sí o que no a mi pregunta, no tiene sentido que siga esperando a que hagas un movimiento por nosotros, porque no va a llegar...
— Entonces... ¿Seguimos como amigos? — a Naruto le estaba doliendo en el alma el preguntarle eso a Hinata, pero hasta que no recuperara su ánimo, no podía ofrecerle nada más.
Hinata negó con la cabeza y se giró, dando la espalda a Naruto. Este hizo un ademán de acercarse a ella, pero dio un par de pasos para poner distancia entre ambos. Una distancia simbólica que daba a entender el inicio del fin de todo lo que una vez fue y que ahora no llegaría a ser.
— Tú y yo ya no podemos ser amigos, Naruto, y dentro de ti sabes por qué. — dijo ella, dejando caer algunas lágrimas de tristeza. Si él no luchaba por ambos, ella tampoco lo haría, porque estaba esperando cierta reciprocidad en él. Le dolía en el alma ser tan radical con él, sabía que lo observaría desde una distancia prudente, pero no podía seguir así. — No ahora, que sabes lo que siento por ti.
— ¿Qué ha cambiado, Hinata? Yo ya sé lo que sientes por mí y sabes lo que siento por ti... — dijo él sin entender la gravedad de la situación. Creía que no era necesario el drama que estaba formando por querer tener algo de tiempo para sí mismo.
La frase de Hinata fue totalmente lapidaria y condenatoria, unas palabras que dejaron al Uzumaki totalmente paralizado y absolutamente en blanco, sin pensamiento alguno sobre la situación que se había dado con ella.
— Todo, Naruto. Ha cambiado absolutamente todo.
Naruto pudo ver como Hinata salía corriendo de allí. La Hyuga no podía evitar ponerse triste porque él no había hecho ni un gesto ni había dicho nada que no fuera "no lo sé" o preguntas totalmente absurdas. Le dolía sobremanera el hecho de tener que dejarlo dolido, pero tenía que hacerlo reaccionar de alguna forma.
Por desgracia para ella, Naruto no solo no reaccionó, sino que se encerró más aún en su burbuja de soledad y dolor. Entró a clase como si fuera un zombi, totalmente ido, desganado y absolutamente hierático, cosa que no pasó desapercibida para Sasuke y Sakura, que fueron rápidamente al asiento habitual del rubio. Cuando lo miraron, pudieron ver en él el rostro de la desesperanza, de la desilusión y de la tristeza más puras. Nada de lo que estaba a su alrededor parecía importarle.
En ese instante, Hinata entró al aula. Fue el único instante en el que el Uzumaki levantó el rostro del pupitre, solo para ver cómo se sentaba al lado de Toneri y Kiba. Dolido, hizo el amago de levantar la mano, como si intentara llamar a Hinata, pero la bajó rápidamente al ver que ni siquiera le había mirado. Fue en ese momento en el que supieron que Naruto estaba triste por algo que estaba relacionado con Hinata.
— ¿Qué ha pasado, Naruto? — preguntó Sakura, notablemente preocupada.
— No me quiere... No quiere saber nada de mí... — musitó Naruto en una voz lo suficientemente baja como para solo ser oída por sus dos mejores amigos.
— Naruto, te advertimos de que si seguías con tus estupideces y con tu orgullo de machito, la ibas a perder... — dijo Sasuke, que al ver que su mejor amigo estaba tan compungido, decidió ser algo más amable con él. — De todas formas, no creo que no quiera saber de ti. Simplemente, le duele tu indiferencia con ella.
— No puedo evitarlo, no la traté bien, y me prometí a mí mismo que nunca le haría daño ni dudaría de ella... — dijo Naruto, que seguía sin levantar cabeza. — No la merezco...
— Eso son estupideces. — dijo Sasuke, que no había intervenido en ningún momento.
Naruto levantó la mirada y se puso en pie. Lo que le faltaba era que fuese, precisamente, Sasuke Uchiha el que le dijera eso, el que enamoró a Sakura y la atormentó hasta niveles extremos, quien hizo que se replanteara lo que ella sabía sobre el amor. Y lo sabía porque él aguantó las lágrimas de su mejor amiga tras los múltiples desprecios de su mejor amigo.
— ¿Y tú qué sabrás sobre merecer o no a la persona que amas? Sakura nunca se rindió, siempre luchó por ti, y aunque pudiera ser que no la merecieras, ella no te dejaría solo, siempre estaría ahí contigo, esperando una oportunidad que no sabía si llegaría. — resumió Naruto, que sabía que estaba usando las inseguridades de Sasuke contra él. El Uchiha siempre creyó que no merecía a la Haruno, la trató mal y la rechazó en múltiples ocasiones, pero ella siempre estuvo ahí hasta que al final la notó. Estaba alzando la voz cada vez más. — Creo que no es comparable a lo que me pasa con Hinata, es ella la que me ha rechazado sin necesidad de decir yo nada, ella fue quien quiso poner distancia, no yo. ¡Es a ella a la que tenéis que reclamar, no a mí! Yo solo necesitaba tiempo para aclarar mis ideas, y ella vino diciendo no sé qué de que no había hecho nada por ella... ¡Cuando de no ser por mí estaría comprometida con vete tú a saber quién! Si eso no es un puto gesto de amor desinteresado, ¡no sé qué demonios es!
Naruto estaba tan alterado que acabó gritando a viva voz la última parte de su frase. No era su intención el que Hinata lo oyera, pero con el volumen que tenían sus palabras era absolutamente imposible que no le oyera. Hinata bajó la cabeza y se acurrucó entre sus propios brazos, que estaban apoyados sobre la mesa, compungida y devastada por la fuerza de las palabras de su amado rubio. Era como si se estuviera dirigiendo directamente a ella, totalmente furioso y dolido, pero era él quien la había orillado a ese extremo. Hinata supo en ese instante dos cosas: que Naruto había gritado, literalmente, que la amaba y el mayor gesto que había tenido con ella. Y la segunda: que su rechazo y su abandono le habían dejado absolutamente devastado, haciendo que se revolviera como gato panza arriba y arañara a todo aquel que le contrariara... Incluida ella misma. Sólo él podía hacerle daño hasta obligarla a tomar la decisión que había tomado, y también tomó en consideración que únicamente ella podía destrozarlo hasta dejarlo en ese estado.
— Sasuke tiene razón, eres un idiota, Naruto. — dijo Sakura, indignada con la actitud del Uzumaki. El rubio miró a Sakura con algo de desdén, sabiendo que se avecinaba otro sermón. — Estoy convencida que ese supuesto rechazo tuvo algún motivo oculto.
Naruto guardó silencio ante lo que decía Sakura, le estaba dando alguna especie de esperanza el oír a Sakura. No le cuadraba que Hinata estuviera triste por sus supuestos sentimientos no correspondidos y, a su vez, quisiera cortar todo lazo con él cuando ya había tomado la decisión de luchar por él. Era por eso por lo que decidió no cortar a Sakura.
— Cuando una mujer ama a un hombre de verdad, sus sentimientos no cambian tan fácilmente. Entiendo perfectamente como se siente.
Sakura lanzó en ese momento una mirada profunda y plagada de amor a Sasuke, que sonrió al ver a su novia. Paradójicamente, esa mirada y esas palabras tan escuetas pero atinadas fueron el impulso que necesitaba para que decidiera coger el toro por los cuernos y encarar a Hinata.
Por desgracia para él, cuando levantó la mirada para encontrarla, pudo ver que no estaba.
Y para mayor desgracia, la profesora Kurenai Yuhi había entrado al aula, por lo que no pudo salir a buscarla. Así que prefirió centrarse en la clase hasta que pudiera tener una nueva oportunidad de arreglar las cosas con ella. La clase se desarrolló de forma bastante lenta, como solían ser las clases de la profesora Yuhi, no porque fuese una profesora mala, sino porque la asignatura de biología no se prestaba en exceso a la diversión. Pero ese día en concreto decidió dinamizar la clase.
En ese instante entró Hinata al aula, y Naruto pudo percibir en ella una tristeza más que notable. Incluso le pareció ver que sus ojos estaban enrojecidos, como si hubiera estado... ¿Llorando? No tenía sentido para el rubio, puesto que había sido ella quien había decidido rendirse. A pesar de ello, su renovada determinación no se había apagado: arreglaría todo a toda costa.
— Bueno, chicos, para el próximo tema os voy a pedir que lo expliquéis vosotros mismos. Lo dividiré en partes y cada grupo de dos lo explicará en clase. — Kurenai estaba motivada por ofrecer la posibilidad de explicarse a sus alumnos. — Para evitar que los grupos sean los de siempre, se elegirán al azar.
Como el número de alumnos era relativamente limitado, Kurenai sabía que existía la posibilidad de que hubiera algún grupo que se repitiera, así que dejaría todo a la suerte. Era mejor que hacer que los alumnos formaran sus propias parejas porque sabía que habría quien tuviera apetencia por estar con sus amigos. Conforme los alumnos fueron diciendo un número, fueron conformándose las parejas: Sakura con Ino. Sasuke con Shino. Kiba con Toneri. Sai con Shikamaru. Choji y Shion.
Cuando Naruto tomó en consideración que todavía no habían mencionado ni a él ni a Hinata, pidió que le juntaran con ella. Sería mucho más fácil reconciliarse con ella si tenía que pasar un largo tiempo con ella, como tendría que ser si tenían que hacer el trabajo juntos.
Y sucedió.
Hinata y Naruto conformarían uno de los grupos de trabajo. La Hyuga bufó con claro disgusto, lo que menos quería era estar con el rubio un largo tiempo, y eso era lo que pasaría. Levantó la mano para expresar su disgusto con la fortuna que le había tocado.
— Profesora, ¿no puedo cambiar de compañero? — dijo Hinata, dejando a Naruto muy tocado. No quería saber nada de él, pero esperaba que eso cambiara.
— No, Hyuga. Los grupos ya están conformados y ya he tomado nota de con quién iréis cada uno. No puede cambiarse.
Naruto suspiró aliviado. Al menos tendría la posibilidad de estar junto a ella, aunque fuera por asuntos académicos, ya que parecía que ella no estaba por la labor de ser diplomática o educada con él. Pero por algo podría empezar.
Se levantó de su asiento una vez terminada la clase y se acercó al pupitre que ocupaba Hinata, que miraba al horizonte fijamente, como si estuviera deseando huir de allí para evitar la confrontación que mantenía con el rubio que ocupaba su corazón. No mentía si decía que era el amor de su vida, ni tampoco lo hacía si decía que le dolía especialmente la situación, pero era algo que él había causado. Cuando lo vio tan cerca, se quedó impresionada por la fuerza y el arrojo que derrochaba, pero hizo todo lo posible por parecer impasible.
— Oh, hola.
— Ya sé que no quieres saber nada de mí, pero...
Hinata no pudo evitar mirarlo con algo muy parecido al rencor. Lo que no iba a consentir era que le intentara hacer sentir culpable de toda la situación, porque ella estaba siendo la gran damnificada de la indecisión de Naruto.
— No pensarás hacerte la víctima, ¿no? — replicó Hinata.
— No, yo soy responsable de mis actos, o de lo que no hago, en este caso. — aseveró Naruto, con una contundencia que casi convence a Hinata. — Igual deberías hacer tú lo mismo para poder arreglar lo que quiera que tuviéramos.
El "casi" llegó ahí. La responsabilizaba del distanciamiento que tenían ambos. En parte tenía razón, puesto que era ella quien le había dicho de cortar todo lazo que tuvieran, pero también era cierto que lo había hecho porque él la intentaba alejar cada vez que ella quería hablar con él o pasar tiempo junto al rubio. Su rostro se petrificó y se mantuvo totalmente inexpresivo.
— No se puede arreglar algo que está roto y que no funciona, Naruto.
— ¿Entonces qué hago con esto? — dijo Naruto señalándose el corazón, entristeciéndose a cada palabra que salía por sus labios. — Dime qué hago con esto que siento. ¿Qué hago con todo el amor que he sentido, que siento y que sentiré por ti?
A Hinata le dolía el ver a Naruto tan triste y hablar de sus sentimientos hacia ella con tanto dolor y tan triste, pero era algo que él había buscado de un tiempo a esta parte. Lo cierto es que estaba muy confundida con los actos de Naruto. Más que un coqueteo entre dos enamorados, parecía un tira y afloja entre dos personas que aparentaban odiarse, pero que en el fondo sentían algo mucho más profundo. Y eso que los sentimientos de ambos no podían ser más claros.
— No te entiendo, Naruto. — dijo Hinata, claramente confundida con el juego de distancias que estaba empleando Naruto. — Cuando yo quería acercarme, tú me alejabas, y ahora que soy yo la que quiere guardar las distancias, eres tú el que quiere estar bien conmigo. ¿A qué juegas?
— Me duele que quieras ver lo nuestro como un juego, Hinata. — dijo Naruto, el cual comenzaba a entender lo que le decía Sakura. La estaba perdiendo con su actitud rabiosa consigo mismo. — Sé que no he sido el mejor de los amigos contigo...
— De hecho, estarías entre los peores. — apostilló Hinata.
— Déjame terminar, por favor. — pidió Naruto, a lo que la Hyuga accedió. — Lo que siento por ti es verdadero y no voy a olvidarlo nunca. Y creo que no te he tratado como tú mereces, Hinata. Mis problemas son míos y en ningún caso debo desahogarme contigo, solo debo apoyarme en ti para que los dos podamos hacer frente a cualquier cosa que se nos ponga por delante, incluidos nosotros mismos. Si yo estoy mal, quiero que estés ahí para ayudarme y apoyarme, así como yo también quiero estar cuando tú estés pasando por un momento negativo, independientemente de lo que digamos. No me siento bien aún para decirte abiertamente lo que siento, pero quiero que sepas que esos sentimientos que tengo por ti son muy fuertes y que no desaparecerán pase lo que pase.
Hinata nunca se esperó que se abriera en canal por ella, que revelara la magnitud de sus sentimientos, y aunque no lo había expresado de forma explícita, le valía con saber que él también la correspondía. Aunque dentro de ella deseaba que le echara valor y le dijera de forma clara que la amaba. Ese era el "pero" de todo lo que le había dicho: sabía que la amaba porque se lo había demostrado una y otra vez con sus gestos, sus palabras de apoyo y ánimo y sus acciones, pero nunca le había dedicado una palabra de amor como tal. Pero no lo forzaría: haría que todo fluyera de forma normal, sin apresurarlo. Ya se encontraría mejor y se lo diría y, al fin, serían felices juntos. Porque eso era lo único que ella necesitaba para ser su novia: un "te amo".
Ya Hinata había decidido concluir con el "tira y afloja" que había mantenido: su órdago había tenido el efecto deseado y ahora podría volver a una relación que, si bien no era lo que ella deseaba, era suficiente para seguir manteniendo la esperanza y la llama viva.
— Me alegra ver que todo ha vuelto a la normalidad, Naruto. — dijo Hinata, muy feliz de saber que sí que le había afectado su fingido desprecio.
— Entonces... ¿Todo bien? — preguntó Naruto, aún temeroso por la respuesta que ella le podía dar.
Y la respuesta no pudo ser más clara.
Hinata se levantó y, poniéndose de puntillas, besó el rostro de Naruto, que se palpó la mejilla justo cuando ella se separó de él. El rubio estaba totalmente enrojecido y sorprendido.
— Sí, todo está bien...
Cuando acabó la jornada lectiva, Naruto acompañó a Hinata a su casa para hacer el trabajo juntos. La excusa de "es que en mi casa hay una gran biblioteca y podremos trabajar más tranquilos" convenció a Naruto, aunque también le recordó que ella provenía de una familia acaudalada, mientras que él era un muchacho de clase obrera, lo cual hizo que Naruto reflexionara sobre algunas cosas. Pero no era el momento de venirse abajo. Era el momento de reparar el daño que le había hecho.
Bueno, pues aquí está un nuevo capítulo. Realmente me cuesta definir esta historia, pero he encontrado una vía para darle cierta estructura y cierto sentido. Veremos cómo se desarrolla todo.
A quienes lean este capítulo me gustaría preguntarles un par de cosas. Sé que serán pocos por lo que tardé en actualizarla (más de un año, pero Un Lazo Eterno me inspiró de una forma brutal), pero los pocos que sean, serán bien recibidos.
¿Les interesaría estar en un Discord relacionado con NaruHina? Allí podrán interactuar conmigo, publicar contenido de nuestro amado ship, postear actualizaciones de sus historias y más cosas. Sólo quiero testear cuáles son sus pensamientos sobre esta idea que lleva rondando mi cabeza durante un largo tiempo.
Espero con ganas sus comentarios. ¡Nos vemos!
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